UNA ABNEGADA
DAMA VICTORIANA, PIONERA DE LA MODERNA ENFERMERÍA
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1 Florence Nightingale. Revista Hola, 2006. Bicentenario 1820 - 2020
«VIDAS REBELDES»
SE CONVIRTIÓ
EN UNA LEYENDA POR SU LABOR EN LA GUERRA DE CRIMEA
Cuando
a los veintitrés años de edad Florence
Nightingale les dijo a sus padres, que quería convertirse en una enfermera,
se encontró con su total oposición, ya que esta profesión se asociaba a “mujeres
de la clase trabajadora y dudosa moralidad”.
En
aquella Inglaterra Victoriana, las enfermeras tenían fama de “bebedoras
y libertinas” y los “hospitales eran lugares poco adecuados”
para una joven respetable y de buena familia como ella.
Los
edificios, mal diseñados, eran sucios, poco iluminados, carentes de ventilación
y muy insalubres.
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2 Florence, nacida en el seno de una familia de la alta sociedad en la
Inglaterra victoriana, tuvo que vencer la oposición de sus padres cuando les
comunicó que quería ser enfermera. Pronto se convertiría en una leyenda al
renunciar a una convencional vida propia de la época para dedicarse a mejorar
las condiciones sanitarias en los hospitales de campaña durante la guerra de
Crimea. Grabado sobre Florence Nightingale en el Hospital
de Scutari durante la guerra de Crimea, Duncan1890
En
un tiempo en que aún no se conocía la anestesia ni los antisépticos, cualquier
tratamiento médico o quirúrgico era para los pacientes muy doloroso y rara vez
tenía éxito.
La
señorita Florence Nightingale tendría que luchar contra la oposición familiar y
los convencionalismos sociales de su época para conseguir dedicarse a lo que
era su única pasión: el servicio a los más necesitados y la reforma de los
hospitales británicos.
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3 Florence Nightingale. Revista Hola, página 144. 2006
Pronto
esta abnegada mujer se convertiría en una leyenda, al renunciar a una
convencional vida matrimonial en la alta sociedad inglesa para dedicarse a
mejorar las condiciones sanitarias en los hospitales de campaña durante la
guerra de Crimea, entre 1854 y 1856.
Tras
esta dura experiencia, que la marcaría para siempre y minaría su ya delicada
salud, Florence Nightingale regresaría a Londres y crearía su famosa Escuela de Enfermería en el Hospital
de Saint Thomas.
En
el museo londinense que lleva su nombre se muestra su titánica labor que
realizó en los hospitales de Crimea: la organización de lavanderías, cocinas,
salas de recreo y lectura, así como la atención psicológica que se dispensaba a
los jóvenes soldados, algo inédito hasta el momento.
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4 Grabado de la época
En
el Florence Nightingale Museum también se conserva, entre otros objetos
personales de la ilustre dama, su célebre «linterna blanca», con la que se
paseaba de noche por los pasillos del terrible Hospital Barrack, en Turquía.
Fue una
mujer adelantada a su tiempo, incansable y emprendedora hasta el final de sus
días, “vivió noventa intensos años”, que pagó un alto precio por dedicar su
vida al prójimo y seguir, como ella misma confesaría, «la llamada de Dios».
Un Espíritu Inquieto
Florence
nació en Italia, el 12 de mayo de 1820, en el seno de una rica y muy bien
relacionada familia de Hampshire (Inglaterra).
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5 Revista Hola, página 145. 2006
La
pequeña fue bautizada como Florence en honor a la ciudad de Florencia, donde
vino al mundo.
Sus
padres, William Edward y Frances Nightingale, eran una pareja acomodada y
cosmopolita, que en su luna de miel recorrieron durante dos años las
principales ciudades europeas.
En
el transcurso de sus viajes nació su primera hija, Frances Parthenope, futura
lady Verney, en Nápoles, y un año después llegaba al mundo Florence, en la
hermosa capital de la Toscana.
A
su regreso a Inglaterra, Los Nightingales pasaban tres meses en Londres durante
la temporada de bailes y fiestas y el resto del año dividían su tiempo entre
sus dos residencias campestres: en verano se instalaban en Lea Hurst, en
Derbyshire, y en invierno se desplazaban a la mansión familiar de Embley Park,
en Hampshire.
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6 En el museo londinense que lleva su nombre se muestra su titánica labor en
los hospitales de Crimea
Gracias a su tenacidad
y capacidad de trabajo, en apenas seis meses mejoró las condiciones sanitarias
del Hospital de Scutari (Turquía) y consiguió disminuir la mortandad entre los
soldados heridos
El
padre de Florence, antiguo alumno de la Universidad de Cambridge, estaba
convencido de que las mujeres “y especialmente sus hijas” debían recibir una
completa educación, al igual que los varones.
Hasta
los diez años, las niñas fueron educadas por una severa institutriz, pero a
partir de ese momento fue su propio padre quien les enseñó italiano, latín,
griego, Historia y Matemáticas.
Florence
había sido una niña enfermiza, tímida y triste, pero siempre mostró un enorme
interés por aprender.
Pronto
se revelaría como una magnífica estudiante, sobre todo, en matemáticas,
llegando a convencer a sus padres para que le permitiesen aprender con
diferentes tutores aritmética, geometría y álgebra. ¡Qué poco imaginaba
entonces la aplicada alumna que estos conocimientos le serían de gran utilidad
para llevar a cabo su innovadora reforma hospitalaria!
Su
madre, por el contrario, tenía otras aspiraciones para el futuro de sus hijas,
y su única preocupación era encontrarles un buen marido.
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7 Hospital de Scutari en Crimea
Los soldados heridos la
llamaban «la dama de
la lámpara», porque cada noche recorría los oscuros pasillos del Hospital con
su inseparable farolillo
Educada
en semejante ambiente, era lógico pensar que Florence, al igual que su hermana
y otras muchachas e su posición social, acabaría casándose con un caballero
respetable y viviendo en una confortable mansión de la campiña inglesa, rodeada
de niños.
Pero
la señorita Nightingale, que se había convertido en una joven atractiva,
inteligente y extremadamente culta, tenía otros planes. A medida que pasaban
los años se mostraba inquieta y angustiada; en sus diarios anotaba que no era
feliz y que en su interior se sentía muy desdichada.
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8 Revista Hola, página 146. 2006
El
7 de febrero de 1837, mientras paseaba por los jardines de su mansión de Embley
Park, sintió «la llamada de Dios», y escribiría «Dios me habló y me llamó a su servicio».
El problema
es que Florence no sabía muy bien qué camino tomar para satisfacer esta
llamada, que cada vez sentía más fuerte en su interior.
Fue entonces
cuando la señorita Nightingale dejó a sus padres perplejos
al anunciarles su deseo de trabajar durante unos meses como enfermera en el
Hospital de Salisbury.
El
plan de la joven se desestimó, por considerarlo absurdo y descabellado, más en
un tiempo en que la enfermería no gozaba de muy buena reputación.
Florence
tenía veinticinco años, y aunque respetó la decisión de sus padres, más
inclinados a que se dedicara a la enseñanza, no estaba dispuesta a cambiar de
idea.
Con
una constancia admirable, en los siguientes años no dejó de luchar y prepararse
para hacer realidad su sueño.
Mientras
en apariencia llevaba una vida acorde a una muchacha de la alta sociedad
londinense, en secreto devoraba los informes de las comisiones médicas, las
historias de los hospitales y asilos y todos los panfletos que publicaban las
autoridades sanitarias inglesas.
Cuando
la familia se trasladaba a alguna de sus casas de campo, ella visitaba a los
pobres y enfermos de las aldeas colindantes, lo único que por el momento le
estaba permitido.
Regresó a Inglaterra
como una heroína nacional, pero, enferma, se retiró de la vida pública y siguió
luchando desde su casa por mejorar la sanidad de los hospitales militares
En
el verano de 1849, Florence rechazó la proposición de matrimonio de un
excelente candidato, Richard Monckton Milnes, algo que desagradó especialmente
a su madre. No sería esta la última propuesta de matrimonio que la joven
rechazaría, pues estaba convencida de que no podría servir a Dios si contraía
matrimonio.
Esta
decisión, difícil de tomar porque contrariaba a sus padres, estuvo a punto de
provocarle una crisis nerviosa. La señora Nightingale, incapaz de entender a su
excéntrica hija y preocupada por su débil salud, decidió que un viaje por el
extranjero le sentaría bien y quizá le haría cambiar de opinión respecto al
matrimonio.
Así
fue como Florence Nightingale acompañó a Charles y Selina Bracebridge “una
pareja adinerada y sin hijos, amante de los viajes, a los que había conocido en
París” en un viaje de cinco meses de duración por Egipto y Grecia.
El Horror de la Guerra
Florence
Nightingale tenía veintinueve años cuando embarcó rumbo a Egipto con los Bracebridge,
y peses a su aparente serenidad, vivía atormentada por esa «llamada del
Señor», que no sabía cómo responder.
FOTO 9 La
Dama de la lámpara. Revista Hola, página 147. 2006
Durante su
romántica aventura remontando el majestuoso Nilo, entre noviembre de 1849 y
abril de 1850, escribió un buen número de largas cartas a su familia,
describiendo sus impresiones sobre el país de los Faraones, su historia y sus
habitantes. Su hermana mayor, Partenophe, realizó una edición privada de dichas
cartas, que mostró sólo a sus amigos más cercanos, y en 1850 fueron publicadas
por primera vez, con el nombre de «Letters from Egypt». En ellas se refleja la
lucha interna que atravesaba la mujer que, sólo cinco años más tarde, se
convertiría en toda una leyenda.
El viaje a
Egipto fue una experiencia inolvidable para Florence. El clima cálido le ayudó
a recuperar la salud y tuvo mucho tiempo para leer y meditar encerrada en el
camarote del vapor que navegaba por las aguas del Nilo.
De regreso a
Inglaterra, Florence realizaría un curso de enfermería en el Hospital
de Kaiserswerth, en Alemania, y dos años más tarde, el 12 de octubre de
1853, fue nombrada “Superintendente del hospital para mujeres inválidas en Harley Street”
de Londres. Una parte de su sueño se había, al fin, cumplido.
FOTO 10 Miss
Florence Nightingale. Pionera de la acción humanitaria. Black & White. 21
de marzo de 1908
Florence
Nightingale llevaba un año trabajando en el Hospital privado de la calle Harley
cuando estalló la guerra de Crimea. En marzo de 1854, Inglaterra, Francia y
Turquía declararon la guerra a
Rusia, que pretendía controlar el estrecho de los Dardanelos y amenazaba las
rutas inglesas del mediterráneo.
El
periódico «The Times» denunció en sus páginas la falta de cuidados médicos a los
soldados heridos en los campos de batalla y la opinión pública comenzó a
preocuparse por la precaria situación en que se encontraban sus tropas.
Ante el
aluvión de críticas que llegaban al Ministerio de la Guerra, su titular, Sidney Herbert, amigo íntimo de
Florence Nightingale y buen conocedor de su extraordinaria
capacidad, le pidió ayuda para asistir a los soldados británicos y a los
heridos.
La
enfermera Nightingale tenía treinta y cuatro años, y por fin había llegado el
momento que tanto esperaba. Ahora podía servir a su país y ayudar a mejorar las
terribles condiciones en que se encontraban los hospitales de campaña.
En
apenas una semana, estaba lista para el viaje y había conseguido reunir a
treinta y ocho enfermeras, entre ellas dos Hijas de la Caridad. Era la primera
vez que se permitía la entrada de personal femenino en los hospitales del
Ejército Británico.
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11 Florence vivió hasta los noventa años, incansable y en ocasiones postrada en
la cama, como la vemos en esta foto
El
4 de noviembre de 1854, Florence Nightingale
llegó al Hospital Barrack, en Scutari, entonces un suburbio de la ciudad de
Constantinopla, en el lado asiático del Bósforo.
Lo
que allí encontró superó los peores presagios: la suciedad, la enfermedad, los
heridos sin cuidar y limpiar y el hacinamiento lo habían convertido en un lugar
«más
miserable que la peor vivienda del barrio más pobre de cualquier ciudad europea»,
según sus propias palabras.
Al
principio, los médicos y cirujanos todos hombres, se negaron a que hubiera
personal femenino y se negaron a solicitar ayuda a las enfermeras recién
llegadas. No entendían qué hacían aquellas mujeres inexpertas en la guerra, un
escenario exclusivo de hombres.
Pero en
apenas diez días cambiarían de opinión, cuando comenzaron a llegar los soldados
heridos de la batalla de Inkerman y se encontraron desbordados de trabajo.
El Hospital
militar de Scutari era un gran barracón, construido sobre un enorme
alcantarillado, donde reinaba el caos y la suciedad, donde los insectos y las
ratas pululaban a sus anchas entre los enfermos y heridos, que se hacinaban en
los pasillos.
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12 Mansión familiar de Embley Park, en Hampshire. Un lugar muy especial para
Florence, porque en sus jardines sintió por primera vez la llamada de Dios
Cuatro mil
camas, unas junto a otras, en barracones sin ventilación, que provocaba un
hedor nauseabundo que lo inundaba todo.
Florence,
que tenía el cargo de Superintendente, comprobó que no había camas suficientes,
ni sábanas, ni mantas, ni toallas, ni jabón, y, sobre todo, faltaba material
médico y quirúrgico.
Pero «miss»
Nightingale, como la llamaban con respeto las enfermeras a su cargo, no perdió
la entereza.
Había traído
consigo material médico y quirúrgico, provisiones adquiridas en Marsella y,
sobre todo, dinero procedente de donaciones privadas que le iba a ser de gran
utilidad.
FOTO 13 Revista
Hola, página 148. 2006
Florence Nightingale
atiende a los soldados heridos en la guerra de Crimea en el Hospital de
Scutari. La enfermera jefe impuso unas simples reglas de higiene, como airear y
limpiar a fondo las salas de hospitalización, lavar a los pacientes y cambiar sus
sábanas o preparar comidas sanas para los enfermos, que mejoraron notablemente su
situación en muy poco tiempo (estas simples órdenes que decretó Florence en su
llegada al hospital, en España, ya lo realizaban desde hacía muchos años las
Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paúl, las Siervas de María Ministras
de los Enfermos y los Hermanos de San Juan de Dios).
Los
soldados testigos de esa época destacaban que además de los cuidados de
enfermería, Florence Nightingale les reconfortaba a todos los soldados enfermos
y heridos, hablando con ellos, escribiendo cartas a sus familias o quedándose a
su lado toda la noche.
En apenas
seis meses, gracias a su tenacidad y capacidad de trabajo, esta infatigable
dama consiguió mejorar las condiciones sanitarias de los hospitales de Scutari
y disminuir la mortandad entre los soldados heridos.
Su labor fue
extraordinaria, y no se limitó a la atención de los pacientes: Florence
reorganizó las lavanderías y las cocinas, “por primera vez los enfermos y los
soldados heridos recibían sus comidas puntuales y apetitosas”, proporcionó ropa
de abrigo y de cama a los muchachos utilizando sus propios recursos. «La
verdad, es que ahora estoy vistiendo al Ejército Británico», diría con humor, y
creo salas de recreo y de lectura, donde los soldados podían durante unas horas
olvidarse de la guerra.
También se prestó
atención psicológica a los soldados traumatizados por el horror de la contienda
y se encargó de que sus salarios llegaran a sus familias.
A altas
horas de la noche se la podía ver sentada en su pequeño despacho, a un paso del
hospital, respondiendo las cartas de los amigos y familiares de los soldados,
atendiendo a su correspondencia personal o redactando largos informes
confidenciales, que enviaba al ministro Sidney Herbert.
Durante dos
años, el Hospital militar de Scutari fue su casa, su hogar y su templo, pero
principalmente su campo de arar y escardar. Con riego de su propia vida,
renunciando al reposo, comprometiendo todos los recursos físicos y morales de
que disponía, no cesó de velar junto a los soldados llegados a millares,
heridos y enfermos, desde el frente de combate. Y volcarse para sanarlos,
ayudada por las enfermeras a sus órdenes.
Emanaba de
ella tal magnetismo que nadie se atrevía a negarle las cualidades de jefe; no
era la superintendente de las enfermeras, sino de todo el hospital, incluidos
los médicos. Entre sus poderes absolutos se contaba también el de aceptar
enfermeras católicas, supremo escándalo para los protestantes.
Todo lo que
se sabía hacia 1840 de los hospitales ingleses era que olían muy mal; tanta era
la suciedad que se amontonaba en los pasillos fríos, oscuros, tétricos, donde
los enfermos sólo disponían de catres miserables, en los demás países la
situación era parecida, exceptuando España, donde las religiosas católicas eran
las responsables de los hospitales, y donde la ventilación, la limpieza y la
buena comida era lo normal en ellos.
Las
enfermeras no estaban más limpias que los enfermos, y su trabajo era agotador,
por el gran número de aquellos, no acarreaba ningún alivio de nadie; no existía
relación entre esfuerzos y resultados. La mayor parte moría si no en el
hospital, de las enfermedades del hospital. El hospital en sí, era ya una
enfermedad incurable.
Los enfermos
y los heridos morían debido al ambiente malsano, al frío, a la humedad, a los
parásitos, a la insoportable suma de miasmas.
FOTO 14 Revista
Hola, página 149. 2006
La Lucha Silenciosa
Cuando
en el mes de julio de 1856, Florence regresaba a Londres, fue recibida como una
heroína nacional.
El
público había seguido con enorme interés su arduo trabajo en Scutari y todos
querían conocerla y homenajearla. La propia Reina Victoria estaba al tanto de
su extraordinaria labor en el frente de Crimea y le había enviado un magnífico
broche de esmalte rojo y diamantes con la Cruz de San Jorge “diseñado por el
príncipe consorte, Alberto”, en reconocimiento a su inestimable trabajo.
Florence
aprovechó la invitación de la Reina para visitarla en el palacio en Balmoral,
donde pudo exponer a Su Alteza Real y al príncipe consorte todos los defectos
del sistema militar de los hospitales y las reformas que a su juicio eran
necesarias.
La
Reina Victoria se quedó gratamente impresionada ante esta dama de aspecto
delicado y finos modales, que le apreció muy apta para desempeñar un alto cargo
en el Departamento de la Guerra. Pero el problema es que Florence era una mujer
y, aunque muy capacitada, en aquella Inglaterra victoriana se tendría que
contentar con trabajar a la sombra del ministro Sidney Herbert.
FOTO
15 Florence Nightingale fundó en Londres la famosa Escuela Nightingale para la
Formación de Enfermeras, en el St. Thomas Hospital, dignificando así esta
profesión
Fundó en
Londres la famosa Escuela Nightingale para la Formación de Enfermeras, en el
St. Thomas Hospital, dignificando así esta profesión
Florence
nunca olvidaría la terrible experiencia de la guerra y sufriría lo que algunos
médicos definieron como un estrés postraumático, que la marcaría hasta el final
de sus días.
La
dura vida en el frente que había llevado en Scutari y el trabajo incesante le
habían pasado factura: su corazón se había resentido y padecía continuos
desmayos, que la obligaban a guardar reposo absoluto.
«Miss»
Nightingale no tuvo más remedio que obedecer a sus médicos y, aunque no se la
volvería a ver en ningún acto público, durante casi medio siglo no dejaría de
trabajar en silencio y luchar desde su casa londinense “en ocasiones postrada
en su lecho” para mejorar la calidad de las enfermeras en los hospitales
militares británicos.
FOTO 16 Enfermeras
británicas despiojando a los niños. Foto Florence Nightingale Museum, Londres
El 24 de
junio de 1860 fundaría la Escuela Nightingale para la Formación de Enfermeras,
en el St. Thomas Hospital, que sería un éxito, al sentar las bases de la
moderna enfermería y dignificar la imagen de la enfermera.
El fantasma
de Scutari la persiguió durante muchos años, y su única preocupación, casi
obsesiva, era el estado de la sanidad en el Ejército británico y que nunca se
repitiese lo que había ocurrido en Crimea, donde más de 16.000 hombres habían
muerto por falta de organización y de medios.
Para su
satisfacción, entre 1859 y 1861, pudo ser testigo de cómo se aprobaban
importantes reformas, impulsadas por ella, en el Ejército británico. Entre
otras cosas, se remodelaron los cuarteles y hospitales, se ventilaron las salas
de forma adecuada, se instaló calefacción y luz por primera vez y se ampliaron
los baños y las cocinas.
Hospitales
con cafeterías, bibliotecas, gimnasios, talleres, etc…., la lucha de «miss»
Nightingale, había dado sus frutos.
Aunque a
partir de 1896, Florence vivía confinada en su dormitorio, porque estaba casi
inválida, no dejó de redactar cartas, informes y se convirtió en consejera de
salud pública para los Gobiernos de todo el mundo, incluida la India y los
Estados Unidos.
FOTO 17
Enfermeras británicas en el comedor jugando con los niños. Foto Florence
Nightingale Museum, Londres
Hasta 1872, «miss»
Nightingale continuó ejerciendo a la sombra una poderosa influencia en el
Departamento de Guerra británico.
En su vejez,
la «dama de hierro» de la enfermería se convirtió en una anciana afable y
dócil, que se dejaba agasajar por las jóvenes enfermeras, que a diario la
visitaban en su domicilio y para las que aún era un mito viviente.
Aunque
postrada en su cama y con grandes dificultades para escribir y leer, los que la
visitaban aseguraban que trabajaba más que un ministro del Gobierno. En su
habitación de la calle South, donde vivió cuarenta y cinco años, recibía a
importantes estadistas y personalidades mundiales, que acudían a ella para
consultarle sobre asuntos de política sanitaria.
FOTO 18 Manuel
Solórzano Sánchez con la estatua de Florence Nightingale en
Waterloo Place, Saint James, Londres
También
sacaba tiempo para el estudio de la filosofía y las religiones, sin dejar de
escribir libros “entre ellos su famoso «Notas de Enfermería», que se convirtió
en un «best-seller», traducido a once idiomas” y multitud de ensayos.
Tres años
antes de su muerte, y cuando ya estaba senil, se le entregó la Orden del
Mérito, siendo la primera mujer en
recibir este importante galardón.
«Miss»
Nightingale murió tranquila mientras dormía el 13 de agosto de 1910, a los
noventa años de edad, y de acuerdo con sus deseos, fue enterrada en el
cementerio de la iglesia de East Wellow, cerca de la casa de sus padres, en
Embley Park.
Un lugar
especial para ella, porque fue allí, en sus frondosos jardines, donde por
primera vez sintió la llamada de Dios que cambiaría su destino.
Cristina Morato (autora de «Viajeras
intrépidas y aventureras», «Las reinas de África» y «Las damas de Oriente»).
FOTO 19
Manuel Solórzano Sánchez. Florence Nightingale Museum, Londres
Bibliografía
Revista
HOLA. 16 de octubre de 2006. Cristina
Morató (autora de «Viajeras intrépidas y aventureras», «Las reinas de
África» y «Las damas de Oriente»). Fotos: Getty / Agefotostock / Cover / Corbis.
Páginas 144 a 149
Hospital
de Escutari y la Dama de la Lámpara. Publicado el sábado día 6 de marzo de 2010
Rosa
Barr “Encuentro en Sebastopol”. Publicado el domingo día 3 de octubre de 2010
Rosa
Barr “Encuentro en Sebastopol”. 2ª Parte.
Publicado el domingo día 10 de octubre de 2010
Mary Seacole “La Nightingale
Negra”. Publicado
el sábado día 16 de octubre de 2010
FOTO
20 Enfermos en un hospital británico, delante de la cama una librería portátil,
con libros para los pacientes. Foto Florence Nightingale Museum, Londres
La amiga del
soldado herido. FLORENCE NIGHTINGALE.
Publicado el lunes día 06 de Diciembre
de 2010
Exposición
temporal de Florence Nightingale en el Museo Vasco de Historia de la Medicina y
de la Ciencia “José Luis Goti”. Publicado el domingo día 19 de diciembre de 2010
Los
Amores de Florence Nightingale. Publicado el viernes día 24 de diciembre de
2010
Una
experiencia de Florence Nightingale en Crimea. La
Seguridad del Paciente. Publicado el domingo día 26 de diciembre de 2010
FOTO
21 Escuela de Enfermeras Nightingale. Foto Florence Nightingale Museum,
Londres
Florence
Nightingale. La Viajera Incansable en Busca de un Sueño. Publicado el domingo día
13 de febrero de 2011.
Victorianos
Eminentes. (Parte primera). Publicado el
domingo día 20 de febrero de 2011
Victorianos
Eminentes. (Parte segunda). Publicado el sábado
día 5 de marzo de 2011
Florence
Nightingale. Publicado el viernes día 3 de agosto de 2012
Hester
Latterly. “Enfermera Victoriana”. Publicado el viernes día 23 de agosto de 2013
Florence
Nightingale. Mujer Inmortal. Publicado el lunes 19 de mayo de 2014
Alexis
Soyer: El colaborador de Florence Nightingale en Crimea. Publicado el viernes
día 23 de enero de 2015
Análisis
de la Influencia de Florence Nightingale en la obra de Federico Rubio y Galí.
Publicado el sábado día 16 de mayo de 2015
FOTO
22 Clase de Anatomía en la Escuela de Enfermeras Nightingale. Foto
Florence Nightingale Museum, Londres
Las
Enfermeras Ilustres a través de las monedas del mundo. Publicado el jueves día
1 de marzo de 2018
Florence
Nightingale. BICENTENARIO 1820 – 2020. Florence Nigthingale en la prensa
española. La Esperanza periódico Monárquico 1855. Polémica en la prensa escrita
entre católicos y protestantes. Publicado el jueves día 2 de enero de 2020
FOTO 23 Florence Nightingale en su
Bicentenario 1820 - 2020
Manuel Solórzano Sánchez
Graduado en
Enfermería. Osakidetza, Hospital Universitario Donostia, Gipuzkoa
Insignia
de Oro de la Sociedad Española de Enfermería Oftalmológica 2010. SEEOF
Miembro de
Enfermería Avanza
Miembro de Eusko
Ikaskuntza / Sociedad de Estudios Vascos
Miembro de la
Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería
Miembro de la
Red Cubana de Historia de la Enfermería
Miembro
Consultivo de la Asociación Histórico Filosófica del Cuidado y la Enfermería en
México AHFICEN, A.C.
Miembro no
numerario de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País. (RSBAP)
Académico
de número de la Academia de Ciencias de Enfermería de Bizkaia –
Bizkaiko Erizaintza Zientzien Akademia. ACEB – BEZA
Insignia
de Oro del Colegio Oficial de Enfermería de Gipuzkoa 2019
1 comentario:
Un artículo sobre Florence Nightingale en la Revista Hola, no es sólo un homenaje a este personaje, sino un homenaje a todas las mujeres, y en especial a las Enfermeras.
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