sábado, 29 de febrero de 2020

FLORENCE NIGHTINGALE EN CUENTO


MIS PEQUEÑOS HÉROES

FOTO 1 Portada del cuento Florence Nightingale. Colección Mis pequeños héroes

Florence Nightingale. La mayoría de héroes que conocemos son seres extraordinarios con poderes mágicos y una capa ondeando en sus hombros. Pero también existen héroes de carne y hueso, tan humanos como tú y como yo, que algunas veces se equivocan y otras aciertan a lo grande.

Florence Nightingale fue una de ellos. Sus poderes fueron un gran interés por ayudar a las personas enfermas, una voluntad de hierro para mejorar su cuidado y unas ganas increíbles de aprender.

FOTO 2 La lámpara de Florence Nightingale

Gracias a ellos se convirtió en la primera enfermera de la historia y demostró al mundo que una buena atención a los enfermos contribuye a una mejor y más rápida curación.

Nightingale visitaba a los pacientes de su hospital incluso de noche, para que se sintieran acompañados en su lucha contra la enfermedad. Avanzaba por los oscuros pasillos con una lámpara de petróleo en la mano.

Por eso se le conocía como la «dama de la lámpara». Tal es la proeza de Florence Nightingale, y esta es su historia.

Estoy segura de que, cuando te pones malito y te tienes que quedar en casa haciendo reposo, tu padre o tu madre te cuidan como si fueran unos enfermeros de verdad. Y es una suerte, porque todos necesitamos que nos atiendan y nos mimen cuando nos sentimos mal.

Me llamo Florence Nightingale y viví una época en la que los hospitales eran espacios sucios y abarrotados de gente enferma en los que trabajaban personas que no sabían casi nada de medicina ni de cómo tratar a un paciente. Dediqué mi vida a cambiar esa situación y conseguí que esos lugares fueran más seguros y agradables.

Con mi esfuerzo, mis conocimientos y mi capacidad de observación, ayudé a que muchísimas personas enfermas de todo el mundo se sintiera mejor.

Y por eso aún hoy soy la enfermera más famosa del mundo. Si quieres saber cómo lo hice, sigue leyendo.

FOTO 3 La historia de Florence Nightingale en el cuento para niños

Esta es mi historia

Nací el 12 de mayo de 1820 en Florencia, aunque mis padres no eran italianos, sino ingleses. Llevaban dos años viajando por el mundo y, viendo que yo estaba a punto de llegar, decidieron quedarse unos días en esa maravillosa ciudad de Italia para que naciera allí.

Les gustaba tanto que incluso decidieron ponerme su nombre.

Querido, ¿cómo llamaremos a este bebé tan precioso?

Le podríamos llamar Florence en honor a la ciudad en la que ha nacido, ¿qué te parece?

¡Me parece muy buena idea! Estoy segura que este nombre le traerá suerte.

¡Sí! Un nombre tan bonito le inspirará para hacer grandes aportaciones al mundo.

Sin embargo, en Florencia apenas viví unos días. Pronto volvimos al sur de Inglaterra, de donde era mi familia, y nos instalamos en nuestra acogedora casa de Hampshire.

FOTO 4 Sus padres y la fecha de nacimiento de Florence

Quizá no lo sepas, pero en inglés mi apellido, “Nightingale”, significa “ruiseñor”. Y de hecho, viví una infancia tan feliz y alegre como el canto de este pájaro.

La mayor parte del tiempo lo pasaba estudiando matemáticas, una de mis pasiones, y jugando con mi hermana Parthenope, que se llamaba así porque había nacido en Parthenopolis, un asentamiento griego cerca de Nápoles.

A las dos nos gustaba mucho salir a la campiña a correr y saltar, o a jugar con nuestras muñecas. Aunque lo hacíamos de manera distinta…

Pero Flo, ¿qué haces?

¿No lo ves? Esta muñeca tiene una pierna rota, tenemos que curarla.

¿Poniéndole una venda? La podríamos tirar, tenemos muchísimas muñecas.

¡Qué dices! Anda, pásame ese trapo de ahí. ¡Está enferma, pero no muerta! Sólo necesita que alguien la cuide.

Estás un poco loca. Pero bueno, toma.

FOTO 5 Su infancia y sus juegos

Mientras mi hermana vestía y peinaba a las muñecas de nuestro rincón de juegos, yo me dedicaba a curar a las que les faltaba una pierna, un brazo, o se habían quedado sin nariz.

Pronto descubrí que mis muñecas no eran las únicas que sufrían.

Me di cuenta de ello un día que fui a Londres a visitar a unos tíos. La capital inglesa me pareció un sitio fascinante, con tantos museos, tiendas, calles repletas de gente… En cuanto vi el barco que navegaba por el Támesis, el río que cruza la ciudad, pedí a mis tíos poder viajar en él. Aquel trayecto en barco cambió mi vida.

Tío, ¿qué son esas casas?

Son chabolas, Flo.

Pero se ven muy frágiles y son pequeñísimas…

Ehm… Bueno… Algunas familias son pobres y no les queda más remedio que vivir ahí porque no tienen dinero, tampoco hay nadie que se ocupe de ayudarles.

FOTO 6 Descubrió a los pobres y desamparados

Las chabolas a la orilla del río Támesis se quedaron grabadas en mi memoria para siempre. Entendí que mientras yo vivía en una bonita y espaciosa casa con todos los lujos, otros debían conformarse con un espacio húmedo y diminuto. ¿Qué podía hacer yo frente a esa injusticia?

De regreso a Hampshire, le conté a mi madre lo que había visto en Londres. Al verme tan interesada en ayudar a los más necesitados, empezó a llevarnos a Parthenope y a mí a reuniones de beneficencia. En ellas, la gente que tenía dinero donaba algunas monedas, comida y ropa a los pobres para que pudieran vivir mejor.

Aquello me pareció muy buena idea.

Sin embargo, era duro ver sufrir a niños tan pequeños. Pero mi deseo de ayudarlos era más fuerte y por eso prefería ir a verlos que jugar con muñecas.

Hijas, hoy visitaremos al señor Brown. Le cuesta caminar y su mujer tiene que arreglárselas sola con la granja y los niños.

Mamá, ¡no quiero ir! No me gusta su barrio.

Venga, Parthenope, sé razonable.

Flo, ayúdame a convencerla.

Parthenope, es lo mínimo que podemos hacer por ellos. Están viviendo en la miseria y pasando hambre, ¿no te parece que las muñecas pueden esperar?

FOTO 7 Su ayuda a los demás, su prioridad

A mí, la enfermedad y el sufrimiento no me daban miedo, al contrario. En vez de pasar el tiempo con mis amigos, me dedicaba a prestar ayuda a quienes lo necesitaban. Así que comencé a frecuentar los hospitales públicos y, al hacerlo me di cuenta de lo mal que funcionaban.

En aquella época, había muchísima suciedad en la mayoría de los hospitales, y los cuidadores no le daban ninguna importancia a la higiene. Ni siquiera se lavaban las manos antes de curar una herida, y eso es muy peligroso, porque las heridas pueden infectarse, dar lugar a nuevas enfermedades y contagiar al resto de pacientes.

¿No tenemos gasas limpias para desinfectar esa herida? Está supurando.

Me temo que no, señorita Florence. Tendrá que esperar a que laven las usadas.

Aquella situación me desesperaba. Por suerte, me enteré de que en Alemania había un hospital mucho más moderno donde sabían cómo cuidar y limpiar a los pacientes. Así que hice las maletas y me fui para allá.

En el hospital alemán aprendí muchísimas cosas. El director había reunido libros, dibujos y utensilios de hospitales de todo el mundo.

FOTO 8 Quiero ser enfermera

Con ellos nos enseñaba cada mañana cómo era el cuerpo humano y cómo podíamos hacer bien nuestra labor. Me quedé allí durante cuatro meses, en los que aprendí todo lo que necesitaba para llegar a ser una buena enfermera.

Aquí los enfermos sí están bien cuidados, doctor. ¿Quiero aprenderlo todo!

Sígame, entonces. Dado su entusiasmo, en breve podré llevarla a quirófano.

Estoy lista.

Me convertí en una auxiliar del médico profesional y aprendí tantas cosas que decidí ponerlas por escrito en unas memorias para que otras personas pudieran aprender de mi experiencia.

Aquel sería el primero de varios libros de enfermería que publicaría a lo largo de mi vida. Aunque lo mejor de todo ocurrió unos años después, de vuelta a Inglaterra.

En Londres había un hospital que era solo para mujeres y para el que, en aquel momento, se buscaba un director. A mí lo que más me gustaba era estar con los pacientes, atenderlos y curarlos.

FOTO 9 Aprendí todo lo que necesitaba para llegar a ser una buena enfermera

Aunque con mi experiencia en Alemania también había aprendido bastante a organizar los turnos de los médicos y el personal asistente. Así que, cuando me propusieron el cargo, acepté de inmediato.

Flo, necesitamos alguien como tú para dirigir el hospital.

¿Querrás hacerlo?

¡Por supuesto!

Hay mucho que hacer. Ahora mismo es todo un poco caótico ahí dentro.

No os preocupéis. ¿Ya veréis, como nos apañaremos!

Me sentía joven, fuerte y muy valiente, y cuanto más difíciles eran los retos a los que me enfrentaba, más me gustaban.

En el hospital para mujeres me dediqué a formar profesionalmente a todas las ayudantes de los médicos para que se convirtieran en enfermeras profesionales y responsables.

Sin embargo, no me pude quedar mucho tiempo.

FOTO 10 En el hospital para mujeres me dediqué a formar profesionalmente a las enfermeras

En 1853 estalló la Guerra de Crimea, en la que se enfrentaban rusos, por un lado, contra ingleses, franceses, italianos y turcos, por otro.

Crimea es una península del sur de Ucrania, muy lejos de Inglaterra, pero a través de los periódicos nos llegaban horribles noticias acerca de lo que estaba ocurriendo allí.

Decidí hablar del tema con el ministro de guerra inglés, que era un viejo amigo mío.

Tenemos que hacer algo. Nuestros soldados están muriendo en los hospitales militares y creo que no es por las heridas sino por la falta de higiene.

¿Qué tienes en mente, Florence?

Me gustaría recaudar dinero, comprar material y trasladarme allí con un grupo de enfermeras para poder atenderles en condiciones.

Es peligroso… Pero si te ves capaz, voy a hacer todo lo posible para ayudarte.

Gracias.

FOTO 11 Embarque para Crimea con sus enfermeras

Cargada de gasas, medicinas, ropa y alimentos, me embarqué hacia Crimea con algunas de las enfermeras de mi hospital.

Cuando llegué al hospital militar inglés de Scutari, en Turquía, me encontré con una situación desastrosa: barro en las camillas, suciedad por todas partes, faltaban camas y algunos enfermos y heridos estaban tirados en el suelo, todavía con los uniformes de soldado manchados de sangre, entre ratas y cucarachas.

¡Ayuda, Flo, una rata!

Remangaos y empecemos cuanto antes, chicas. Esta gente nos necesita.

¿Por dónde empezamos?

Comencemos por limpiar todo esto y hacer que el hospital sea más acogedor. ¡Necesitamos aire fresco, agua y luz!

En pocos meses cambiamos el hospital militar de arriba abajo, y conseguí ropa limpia y comida decente para los enfermos.

Fue duro pero dio su fruto: conseguimos que los heridos se recuperasen con mayor facilidad.

Durante este tiempo tomé notas sobre la evolución de los enfermos y comprobé que con un entorno limpio se curaban más rápidamente. Aquello era un auténtico hallazgo.

FOTO 12 Hospital militar de Scutari

La situación en Crimea era muy dura y a veces nos desesperábamos, pero yo siempre tenía una sonrisa para transmitir ánimo y esperanza a los soldados heridos y enfermos.

Por las noches, solía pasearme por los pasillos para verles y hablar un poco con ellos. A veces les escribía las cartas que querían enviar a sus familias, les ayudaba a abrir o a enviar paquetes, les leía libros, les contaba historias…

Y siempre lo hacía acompañada de mi lámpara de petróleo.

Buenas noches, Florence. Entre tanto dolor, tu luz siempre nos reconforta.

Me hace feliz serviros de ayuda.

Fue así como empezaron a llamarme «la dama de la lámpara».

El mote se extendió de pasillo en pasillo y llegó hasta Londres, donde los periódicos más importantes de aquel momento empezaron a hablar de mí.

FOTO 13 Al anochecer solía ir a ver a los soldados ingresados, siempre lo hacía acompañada de su lámpara de petróleo

Cuando acabó la guerra volví a Inglaterra, donde fui acogida como una verdadera heroína.

Para darme las gracias, se organizaron grandes fiestas y se hizo una colecta especial con la, después, fundé la “Nightingale Training School”, la “Primera Escuela de Enfermeras profesionales” del mundo.

Lo mejor de todo es que inspiré a otras personas, como a Henry Dunant, un chico suizo que en 1863 fundó la Cruz Roja. Es la organización humanitaria más grande del mundo.

Florence, ¿has oído lo que ha dicho Henry Dunant de ti?

Pues no, ¿qué dice?

Según él, sin tu labor no habría tenido la idea para crear la Cruz Roja.

Los últimos años de mi vida trabajé para que los ciudadanos más pobres de Londres también tuvieran acceso a los hospitales y a los cuidados de enfermeros profesionales.

Y escribí varios libros y artículos en los que hablaba de la importancia de la enfermería y de la higiene.

FOTO 14 Primera Escuela de Enfermeras

Me llamo Florence Nightingale, y esta fue mi historia.

Gracias a mi tenacidad y a mi valentía salvé miles de vidas, y conseguí que la “Enfermería” se convirtiera en una profesión respetada.

Dediqué toda mi vida a cuidar de la gente más desamparada.

Para mí, no hay nada más valioso que la sonrisa de un paciente cuando te agradece que le has curado o te dice que has conseguido calmar su dolor.

Mi forma de tratar y de cuidar a los enfermos me llevó a convertirme en la primera Enfermera Profesional de la historia, y por ese motivo el día de mi nacimiento, el 12 de mayo, se celebra el “Día Internacional de la Enfermería” en todos los rincones del mundo.

Fin

Agradecimiento
Txaro Uliarte Larriketa

FOTO 15 Florence Nightingale su historia en este cuento

Bibliografía
Cuento Mis pequeños Heróes. Florence Nightingale. Emse Edapp, S.L. y Editorial Salvat, S.L. Ilustraciones: Ángel Coronado; Oriol Roca; Cristian Barbeito y Carlos Pascual.

Coordinación y supervisión de ilustraciones: Peekaboo Animation, S.L.

Textos: María Cecilia Cavallone. ISNB: 978-84-471-1ª10-8. 2018

He pagado por este cuento 8,40 euros, marcando en el libro 6,99.

FOTO 16 Cronología de su historia. Florence Nightingale

FOTO 17 Mi nieta Klara Solórzano con el cuento de Florence Nightingale

Manuel Solórzano Sánchez
Graduado en Enfermería. Osakidetza, Hospital Universitario Donostia, Gipuzkoa
Insignia de Oro de la Sociedad Española de Enfermería Oftalmológica 2010. SEEOF
Miembro de Enfermería Avanza
Miembro de Eusko Ikaskuntza / Sociedad de Estudios Vascos
Miembro de la Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería
Miembro de la Red Cubana de Historia de la Enfermería
Miembro Consultivo de la Asociación Histórico Filosófica del Cuidado y la Enfermería en México AHFICEN, A.C.
Miembro no numerario de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País. (RSBAP)
Académico de número de la Academia de Ciencias de Enfermería de Bizkaia – Bizkaiko Erizaintza Zientzien Akademia. ACEB – BEZA
Insignia de Oro del Colegio Oficial de Enfermería de Gipuzkoa 2019