jueves, 28 de julio de 2011

HISTORIA DEL HOSPITAL – HOSPICIO MUNICIPAL DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, DE LA ANTEIGLESIA DE GETXO






Autores: María Luz Fika Hernando; Juan Manuel Martín Ferrer; Blanca Fernández Vallhonrat; José Bravo Martínez; Manuela Cristina Chas Barbeito y Eduardo Nuñez González.
Centro de Trabajo: Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Departamento de Enfermería. Estudios de Enfermería Lanzarote. Plaza de la Constitución, nº 9. 35530 Villa de Teguise. Lanzarote.
Dirección de contacto: María Luz Fika Hernando.
Tlf.: 928 59 30 10. Fax: 928 59 30 08. E-mail: mfica@denf.ulpgc.es
FOTO 001 Escudo de Getxo

Resumen
El presente trabajo expone la Historia del Hospital – Hospicio del Sagrado Corazón de Jesús, de la Anteiglesia de Getxo en el período comprendido entre mediados del siglo XIX y principios del XX.

Un hecho determinante a la hora de justificar su elección viene, no solamente, por la disponibilidad de documentación, sino también, y con ánimo de dar una perspectiva a nuestro trabajo, de presentar la diferencia existente entre el usuario actual y de la época que nos ocupa, con el objetivo de conocer y plantear los problemas de su construcción y funcionamiento, así como conocer su evolución y los profesionales que prestaron sus servicios en la mencionada institución. La metodología utilizada se basa en la recopilación y análisis de diversas fuentes informativas procedentes del Excelentísimo Ayuntamiento de Getxo, del Archivo de la Residencia M. del Sagrado Corazón de Jesús y de la biblioteca de la Diputación, así como de la lectura de diversos artículos en prensa de la época y la consulta de la bibliografía existente.
Palabras clave: Hijas de la Caridad, Hospital-Hospicio, Asilo, Residencia.

Objetivos
Conocer el origen y desarrollo del Hospital-Hospicio del Sagrado Corazón de Jesús en la Anteiglesia de Getxo.

Metodología
El presente trabajo es un estudio descriptivo retrospectivo del origen y desarrollo del Hospital-Hospicio del Sagrado Corazón de Jesús en la Anteiglesia de Getxo. Para su elaboración ha sido necesaria la consulta de diversas fuentes informativas, principalmente las custodiadas en el Archivo del Ayuntamiento de Getxo, como los Libros de Actas, Libros de plenos, Registro de la Propiedad y diversos expedientes. Igualmente, ha sido de gran utilidad la documentación del Archivo de la Residencia M. del Sagrado Corazón de Jesús, de la biblioteca de la Diputación y las consultas en la prensa de la época.

Antecedentes históricos
De la historia medieval de Getxo poco se sabe. La anteiglesia de Getxo se fundó sobre el solar de este apellido, como lo indica Lope García de Salazar (1399-1476) en sus Bienandanzas e Fortunas, que es quien nos ha proporcionado las únicas informaciones que poseemos sobre el origen de este linaje.

La ciudad de los siglos XIX y XX experimenta sustanciales transformaciones, expresión de las nuevas relaciones económicas y sociales derivadas de la industrialización y la formación de la sociedad capitalista. De entre ellas destaca la progresiva complejización de sus funciones y estructuras, y la aparición de nuevos agentes urbanos, principalmente la burguesía, con una renovada visión del medio y la pretensión de adecuarlo a sus intereses.

En el año de 1870, Francisca de Abaroa y Sarría, legó por testamento la cantidad de 12.500 pesetas con el fin de que se construyera un hospital para la acogida en él de los pobres de la parroquia de San Nicolás de Algorta, dejando como heredera universal a su hermana María Rosa de Abaroa y Sarría.

Los testamentarios se encontraron con la dificultad de tener que comprar un terreno para construir el hospital, con lo que el legado quedaba tan mermado que no era posible, con el resto, llevar a cabo el deseo de la testadora y habiendo hecho presente esta situación a María Rosa, ésta cedió gratuitamente un terreno que había comprado, en diciembre de 1872, por la cantidad de mil pesetas, a Luciano de Alday, con una extensión de 14.118,49 pies cuadrados, es decir, 1.096,11 metros cuadrados, inscrita en los folios 199 y 200 del Tomo 82, Libro 7 del Ayuntamiento de Getxo, facultando a Luciano Alday y Mariano Arana para edificar en él el hospital, destinando el terreno sobrante para el servicio del mismo, sin que en ningún tiempo pudiese ser vendido o destinado a otro servicio. De la misma manera se especificaba que si en algún tiempo se dividía la Anteiglesia de Getxo en distintos pueblos o ayuntamientos, dicho terreno debía pertenecer exclusivamente al Ayuntamiento que había de comprender la feligresía de Algorta, sin que otros municipios tuviesen ningún derecho, por ser así su voluntad como lo fue la de su hermana en cuanto al hospital.

El edificio hospital comenzó a levantarse en vida de María Rosa con 69 pies de largo y 41 de ancho, constando de sótano, habitación y desván, con una altura de 25 pies, lindando por todos los lados con terreno sobrante del solar indicado y empleando en su edificación las 12.500 pesetas legadas por Francisca.

A la muerte de María Rosa fue inscrita la finca a nombre de su hijo y heredero Pedro Amézaga y Abaroa, con el número 152 duplicado, inscripción 6ª, Tomo 82, Libro 7 de Getxo, Folio 200. Por su parte, los señores Alday y Arana después de aceptar la cesión anterior dan por fundada la Institución Benéfica con las condiciones impuestas por las donantes para el caso de segregación o división del término municipal, aceptándose por José Ramón de Arecheta la escritura fundacional.

El 17 de julio de 1884, el Ayuntamiento, ante la epidemia de cólera existente en Francia, acuerda preguntar a los albaceas testamentarios de Francisca de Abaroa si pueden disponer libremente del edificio “Hospital” como mejor convenga al vecindario y habiendo éstos contestado negativamente, se promueven hondas discusiones en el seno de la corporación en las sesiones del 24 y 30 de julio siguientes, llegándose a proponer se rescinda la escritura fundacional por parte del Ayuntamiento, que es aprobada en la primera de dichas sesiones, rectificándose en la siguiente en el sentido de pedir informe a dos letrados acerca de la conveniencia o no de aceptar este acuerdo.
No se ha podido encontrar el informe de los letrados ni la resolución que pudo adoptar el Ayuntamiento, pero no cabe duda alguna de que estaba dispuesto a prescindir del legado, pues en 1886 encargó al arquitecto Casto de Zabala un proyecto de edificio destinado a hospital, cuyo proyecto no se tuvo en cuenta más adelante. El señor Zabala presentó una cuenta de 3.878,97 pesetas por gastos de confección.

Historia del hospital
El 15 de noviembre de 1888 el Ayuntamiento se dirigió a Luciano de Alday planteándole la venta, por parte del Ayuntamiento, del edificio hospital, para que con el importe, legado que a este fin dejó Salomé Bareño y otras cantidades, se pudiera construir un hospital-asilo. El 19 de noviembre de 1888 Luciano de Alday manifiesta su conformidad a la propuesta municipal.

Por su parte, los herederos de Salomé Bareño en carta dirigida con fecha 22 del mismo mes y año, al Ayuntamiento, hacen constar que la citada señora, había dispuesto, que el producto de la venta de la casa Muxique-Osteicoa, así como también el de la casa Manuelena, ya vendida a D. José Ramón Díliz y Arana, se destinara a la construcción de un hospital-hospicio para pobres, en el barrio de Algorta. El 8 de enero de 1890, reunidos el Ayuntamiento y la Junta de Sanidad a fin de fijar el emplazamiento del proyectado hospital, unánimemente decidieron, después de vistos varios solares, que los más adecuados eran dos heredades de pan sembrar, que se hallaban en el punto llamado “Bastin-Chuena”, al norte de la población, perteneciente la una a los herederos de la finada Salomé Bareño y la otra a Basilia de Aresti, viuda. Y hallándose presente en este acto, Manuel del Valle, esposo de Josefa Leona Zalduondo, heredera única de su finada madre Salomé Bareño, dijo: “que deseando cumplir los deseos manifestados por ésta y con ausencia y consentimiento de su esposo, hacía espontáneamente cesión y donación gratuita al Ayuntamiento, de la heredad designada de su pertenencia, para el objeto indicado exclusivamente”.

El 20 de junio de 1890 se comisiona al arquitecto Eladio Iturria para que formule planos y condiciones, quien lo hace el 15 de julio de siguiente. Los herederos de Salomé comunican al Ayuntamiento, a petición de éste, que la cantidad que tienen en su poder para la construcción del hospital, procedente del legado antedicho, asciende a 15.006,56 pesetas, más la heredad ya indicada y cedida valorada en 2.500 pesetas. Se conviene en 4.750 pesetas el precio de la otra heredad perteneciente a Basilia Aresti. El hospital se valora, por el arquitecto, en 4.000 pesetas la edificación y 14.118,49 pesetas el solar. Se anuncia al público el proyecto y no se presenta reclamación alguna. El presupuesto total asciende a la cantidad de 102.836,63 pesetas. La Diputación, el 31 de enero de 1891, concede una subvención de 13.942,31 pesetas. En sesión de 24 de marzo de 1891 se hace constar que en vista de que el proyecto de ferrocarril atraviesa por medio de las heredades destinadas al hospital, quedan suspendidas todas las actuaciones.

Al desistir el Ayuntamiento del proyecto formado para parcelar el terreno por el proyectado ferrocarril, dejándolo inservible para el objeto propuesto, no cejó por eso en cuanto a la idea primordial y una vez resarcido el municipio por el ferrocarril de la cantidad satisfecha por el terreno de “Bastichuena”, de Basilia Aresti (4.750 pesetas), el alcalde Santiago Díliz, realizó las pertinentes gestiones para la adquisición de otro terreno que reuniese las condiciones para el objeto que se perseguía, fijándose en una heredad perteneciente a la casa “Alango”. Los propietarios de este terreno pidieron mil pesetas por peonada de tres mil quinientos veintiocho pies cuadrados y pusieron como condición que habían de ser por lo menos quince, las peonadas de esta clase, que adquiriese el Ayuntamiento.

En sesión de 9 de noviembre de 1983 el Ayuntamiento aprobó las gestiones realizadas por el señor Alcalde, así como el precio fijado por los propietarios del solar. El 23 de diciembre de 1893 el Ayuntamiento, representado por Santiago Díliz como alcalde y Sabino Laca como síndico y de otra parte Eusebio, Pascual y Manuel Ascorra, firman un convenio, comprometiéndose éstos últimos a vender al Ayuntamiento de 15 a 16 peonadas de a 72 estados, de la heredad de la casa de “Alango”, al precio de mil pesetas la peonada, y el Ayuntamiento, por su parte, a abrir una calle de ocho a diez metros en toda la extensión que ocupe el hospital y su cerrado entre éste y el caserío “Alango”, siempre que los citados señores Ascorra cedan todo el terreno que se precisa para dar a dichas calles el ancho que se menciona. El 29 de diciembre de 1893 se reúne la Junta Municipal y aprueba en todas sus partes el convenio establecido entre los señores Ascorra y el Alcalde síndico. El 9 de Enero de 1894 se anuncia al público el proyecto de emplazamiento del nuevo hospital-asilo, presentándose un escrito de protesta firmado por 17 personas, pero no habiendo presentado las cédulas personales los reclamantes, el señor Alcalde lo devuelve al representante. Los vecinos no se conforman con la resolución de la alcaldía y representados por José Ramón de Ansolega, acuden en recurso de alzada ante el Gobernador de la provincia, quien por oficio del 4 de abril de 1894 desestimó el recurso. El proyecto es formado por el arquitecto Eladio de Iturria, así como las condiciones y presupuesto.

La señora Leona Zalduondo en nombre de su madre, Salomé Bareño, ya difunta, ofrece entregar como subvención para el hospital asilo en proyecto, el importe en venta de un título de la Deuda del Estado al 4% serie “F”, por valor normal de 25.000 pesetas, tan pronto como comiencen las obras. La comisión designada para el estudio del proyecto presentado por Eladio Iturria, formaliza a su vez el siguiente presupuesto de ingresos y gastos:

En Total de gastos: 117.923,60 pesetas, desglosado en el importe del proyecto (102.723,60), el valor del terreno adquirido (15.000 pesetas) y los perjuicios en los sembrados que ascienden a 200 pesetas.

Los ingresos fueron superiores a los esperados en un principio con un total de 38.942,31 pesetas, desglosados en el donativo de Leona de 25.000 pesetas, y con la subvención de la Diputación de Vizcaya con 13.942,31 pesetas.

Para cubrir el déficit se proyecta un empréstito al 90% con un 5% de interés anual y amortizable en 25 años sin gravar ni hipotecar expresamente ninguno de sus bienes inmuebles ni valores, contando para su amortización con los recursos ordinarios, por un total de 38. 891, 29 pesetas. El 14 de junio de 1894 el Ayuntamiento aprueba el presupuesto y las condiciones presentadas por la comisión. La Junta Municipal lo hizo el 17 de julio del mismo año.

La liquidación definitiva de las obras se realizó el 10 de junio de 1897 en la siguiente forma: Ascendieron a 110.412,50 pesetas. Y su desglose fue en importe de las obras por valor de 95.557,42 pesetas, las mejoras por valor de 12.761,37 pesetas y los jornales y mobiliario por valor de 2.093 pesetas.

El contratista había percibido ya la cantidad de 95.586,86 pesetas, quedando a su favor un saldo de 14.525,64 pesetas que acordó en percibir 7.000 pesetas a los cinco años y el resto a los diez o antes si pudiera hacerlo efectivo el Ayuntamiento. En el año 1897 el Ayuntamiento entabla recurso contencioso administrativo contra la Diputación por haberse negado ésta a aumentar la subvención hasta el 20% del importe de las obras. No encontramos constancia de la resolución del pleito.

La primera piedra se colocó el 14 de octubre de 1894, presidiendo los actos el Gobernador Civil de la provincia Miguel Aguado y asistiendo la Corporación Municipal, el cura ecónomo de la parroquia de San Nicolás Ángel Amunategui, el juez Felix Viot y el fiscal Ramón Díliz. Los padrinos fueron el Gobernador Civil y Leona Zalduondo. De éste acontecimiento se recoge el acta de colocación de la primera piedra.

La inauguración del hospital-hospicio del sagrado Corazón de Jesús fue el 7 de febrero de 1897.

Edificio Hospital-Asilo
Emplazamiento, barrio de Algorta, calle de Alango (antes Matadero), de forma irregular, en gran parte cerrado de tapias, superficie: 8.333 metros cuadrados y 25 decímetros. Edificio formado por un cuerpo principal y un pabellón de servicios unidos por una galería de paso, de forma regular, superficie: cuerpo principal, 713 metros cuadrados y 44 decímetros cuadrados y galería de unión, 36 metros cuadrados, haciendo un total de 970 metros cuadrados y 69 decímetros. Construcción: todo el edificio tiene dos plantas, baja y primero. Cimientos y alzado de mampostería y ladrillo esquinazos y frontón de Capilla de sillería areniza de Berango, cubierta de madera con teja plana. Forjado de pisos de madera. El valor total es de 1.477.293 pesetas con 84 céntimos. Este edificio está inscrito en el Tomo 989, Libro 96 de Guecho, Folio 8, Finca 3.492, Inscripción 1ª, de la Cámara de la Propiedad.
FOTO 002 Plano de la planta baja y primer piso del Hospital-Hospicio

Edificio sala cuna
Emplazamiento, barrio de Algorta, calle de Alango (antes Matadero) en el terreno del Hospital-Asilo. Terreno, superficie, 157 metros cuadrados y 94 decímetros, de forma irregular. Edificio, ocupando toda la superficie del terreno en que se emplaza. Dos plantas: en el bajo, cocina y servicios de la Casa Cuna, y Casa de Socorro de Algorta. En el primero, Casa Cuna, construcción, cimientos de mampostería, alzado de ladrillo y algo de sillería areniza de Berango en la entrada. Forjados de pisos de madera. Cubierta de madera con teja plana. El valor es de 98 mil pesetas.

Modificaciones
En el año 1913 la Junta de Caridad cree oportuno realizar algunas obras tendentes a aislar debidamente los enfermos de los asilados. Se formula una protesta contra este proyecto, suscrita por Justa Uría de Basauri y Juana Uría de Cajigas, en nombre de sus esposos Antonio Basauri y Manuel Cajigas. En 1916 se reproducen las protestas al solicitar la Junta de Caridad el oportuno permiso para ejecutar obras de reforma y ampliación, consistentes en la construcción de un pabellón en la parte zaguera y una galería de comunicación con la parte antigua. Las protestas van encabezadas por Eusebio de Uríbarri y Salvador María Cortina, seguidas de otras diez. Se subasta la obra por el Ayuntamiento y se adjudica al contratista Guillermo Basáñez en la cantidad de 39.059 pesetas.

Quizás con motivo de las protestas mencionadas, aún cuando ello no consta en ninguno de los expedientes examinados, el Ayuntamiento llegó a pensar en trasladar el Hospital-Asilo a un lugar más alejado del núcleo de población y así en el año 1914 abrió un concurso para adquisición de terrenos destinados a este fin. No se llevó adelante la adquisición, renovándose la cuestión en el año 1916, sin que tampoco cuajase el proyecto, que quedaba abandonado, iniciándose, por el contrario, gestiones para adquirir más terreno al objeto de ampliar el que el actual hospital posee. Así el 23 de julio de 1927, ante el notario Jesús Vozmediano, el Ayuntamiento representado por Evencio Cortina, adquiere a Ceferino Manuel y Carolina Ascorra, un terreno a continuación del adquirido en el año 1894 a los mismos propietarios, el cual delimita en el plano unido a la primera copia de la escritura firmada por las letras B,C,D,E,H,Y,J,K,L,M,N,G, y B, con una extensión superficial 4.966 metros cuadrados y 51 decímetros cuadrados, equivalente a 63.968 pies y 65 décimas. El precio de la adquisición de este terreno fue el de 63.968 pesetas y 65 céntimos, es decir, a peseta el pie cuadrado, entregando en el acto de la escritura a los vendedores, la cantidad de 15.000 pesetas y comprometiéndose a pagar el resto en tres plazos iguales de 16.332 pesetas y 8 céntimos, cuyas entregas se hicieron efectivas junto con los intereses correspondientes a razón del 4,5%, comprometiéndose el Ayuntamiento a establecer, en el plazo de un año, un paso a nivel de carácter público en la línea del ferrocarril.
FOTO 003 Plano de la Sala Cuna. Hijas de La Caridad

El 2 de mayo de 1926, la Junta Administrativa dirige un escrito al Ayuntamiento, exponiendo la necesidad de construir una Sala Cuna para acoger en ella a niños pequeños cuyas madres se vean precisadas a trabajar a fin de ganarse el sustento. El Ayuntamiento acoge el proyecto con cariño y ordena al arquitecto municipal Ignacio María Smith que lo formule seguidamente, haciéndolo así y siendo aprobado en sesión de diez de febrero de 1927. Seguidamente, el 12 del mismo mes, se expone al público, sin que contra él se presente reclamación ni observación alguna. El Ayuntamiento, Pleno de 22 de marzo de 1927, especifica que el Pabellón que se construya será destinado, no solo, a Sala Cuna, sino también a Cuarto de Socorro y que el Ayuntamiento contribuye a su erección con la cantidad de 10.000 pesetas para el Cuarto de Socorro y el resto del importe, el de la sala Cuna, lo sufraga Tomás Urquijo Aguirre. Con este motivo, se acuerda por el Ayuntamiento en la misma sesión, nombrar a Tomás Urquijo, Hijo Predilecto de Getxo y que en el edificio de la Sala Cuna, se coloque una placa conmemorativa como recuerdo perenne de gratitud por su generosidad y desprendimiento.

El edificio se emplazó en el ángulo sureste del jardín del hospital. Fue contratista de las obras Fructuoso Zubizarreta y percibió por las mismas la cantidad de 39.527 pesetas y 88 céntimos. El 2 de julio de 1930, el arquitecto municipal Antonio Araluce, proyectó la construcción de un cobertizo para recreo de los niños, aprobándose su construcción en sesión del 10 del mismo mes y año, siendo ejecutada la obra por Juan José de Sarria, percibiendo por ella la cantidad de 972 pesetas y 95 céntimos. A petición de la Junta Administrativa, el mismo arquitecto, señor Araluce, presentó a la aprobación del Ayuntamiento un proyecto de reforma de la capilla y ampliación de la misma. El proyecto se aprueba en sesión de 4 de julio del mismo año y se paga con fondos de la propia institución. En marzo de 1939 el arquitecto José María Sainz de Aguirre presenta un proyecto para ampliación del pabellón de la Sala Cuna, con un presupuesto de 6.123 pesetas con 61 céntimos, que es aprobado en sesión del 15 del mismo mes.

Acto fundacional
En sesión ordinaria del 4 de octubre de 1894, el señor Alcalde plantea a la Corporación: Con el deseo de solemnizar, como corresponde, al acto de colocación de la Primera piedra para la construcción de un Hospital-Hospicio para enfermedades comunes, no infecciosas ni contagiosas, en esta Anteiglesia, en el lugar de Alango y que la función religiosa y ceremonia de colocación de la Primera Piedra del indicado edificio, tenga lugar el día 14 del actual, a las diez de la mañana.

Reglamento del Hospital-Hospicio
Se ha intentado encontrar el reglamento original del Hospital-Hospicio, sin conseguirlo, cosa que no ha sucedido con el de la actual Residencia del Sagrado Corazón, que consta de 53 artículos, todos ellos referentes al mantenimiento y buen funcionamiento del edificio. Sin embargo, se han recuperado de los Libros de Actas del Hospital-Hospicio y del Ayuntamiento, algunas alusiones al reglamento original, el cual fue modificado a lo largo de su historia.

De los Libros de Actas del Ayuntamiento:
Artículo 4º.- Igualmente podrán ser asistidas todas las víctimas de accidentes imprevistos acaecidos en este Municipio, si bien, tanto los gastos que acredite la residencia como los honorarios del médico o médicos que los hayan asistido, deberán ser integrados, si poseen medios para ello.
Artículo 15ª.- Los enfermos que curen totalmente y recobren su aptitud para trabajar, podrán ser dados de alta por la Junta quedando su plaza vacante.

De los Libros de Actas del Hospital-Hospicio:
Sesión extraordinaria del 24 de mayo de 1902, en vista de las deficiencias del actual reglamento de este hospital-hospicio, en lo referente a la admisión de asilados, de enfermos forasteros y obligaciones de los médicos titulares y farmacéuticos, el Presidente efectúa reforma. En la Sesión ordinaria del 5 de febrero de 1914, se trata el caso de un señor que solicita ingreso en el hospital y que según certificación facultativa padece hemiplejía del lado izquierdo. Se discutió su ingreso, porque siendo su enfermedad crónica e incurable algunos opinaban que debía ingresar como asilado, a lo que no tiene derecho por no tener los diez años de residencia que el citado reglamento exige a los que no son naturales de Getxo. Al final, tras votación se le admitió como enfermo.

Dotación económica del hospital
Las fuentes de financiación del Hospital-Hospicio fueron donaciones de particulares, la explotación de las casetas y sillas de las playas de Las Arenas, Ereaga y Arrigunaga y el presupuesto del Ayuntamiento que prácticamente se adaptaba a los gastos que no se cubrían con las anteriores fuentes. Hay que reconocer, que el mantenimiento económico del Hospital.-Hospicio es obra de las donaciones de la oligarquía del Municipio de Getxo, como muestra de lo anterior se presenta un certificado de las donaciones efectuadas para la construcción y funcionamiento del Hospital-Hospicio del Sagrado Corazón de Jesús. Se presenta, también, como ejemplo, el presupuesto para el año 1914, que debe ser satisfecho por el Ayuntamiento y un movimiento de caja durante el año 1926.

De los Libros de Actas del Hospital-Hospicio se desprenden las cuotas que debían satisfacer los enfermos y los asilados. El 6 de abril de 1897, aparece: Pensionistas.- Los vecinos de la Anteiglesia que deseen ingresar tanto en el Hospital como en el Hospicio y que se encuentren en condiciones para ello, según reglamento, pagarán una peseta diaria, y los que no fueran vecinos de este Municipio, 1,25 pesetas, siendo por cuenta de éstos los gastos de medicamentos y la asistencia facultativa. Los que quisieran cama independiente, fuera del departamento común, pagarán además 0,50 pesetas al día. Pensemos que en esta época una persona podía ganar entre 0,15 y 1,36 pesetas/día. El 3 de septiembre de 1907, aparece: Enfermos de pago por accidente de trabajo.- la estancia 2,50 pesetas por día, en cuyo precio va incluido la estancia en el hospital y extraordinario que el señor Médico visitador ordenare, pero no el gasto de medicamentos, que será de cuenta del interesado o de quien lo solicitase a su ingreso. El 5 de noviembre de 1941, encontramos que los donativos de camas a perpetuidad serán de 25.000 pesetas. Existen libros de cuentas del Hospital-Hospicio en los que se detallan los ingresos y gastos de cada mes, desde el inicio hasta el final de la Institución. Como ejemplo de los valores, que poseía ésta, efectivos más nominales, se presenta una muestra:

Año 1908 116.225, 33 pesetas
Año 1909 120.176 pesetas
Año 1910 121.000 pesetas
Año 1911 132.091 pesetas
Año 1912 139.300 pesetas
Año 1913 137.582 pesetas

Instalaciones del hospital
Existe un inventario de los enseres que poseía el hospital, el 1 de marzo de 1897, y que se presenta. Por el contrario, no existe una descripción de las instalaciones ni de los medios que poseía el Hospital. El 11 de febrero de 1898, se adquiere una lejiadora para la limpieza de la ropa. El 8 de mayo del mismo año se compra una camilla. El 7 de agosto de 1898, la Junta de Caridad comunica al Ayuntamiento la necesidad de crear un local para primeras curas de heridos provisto de los objetos necesarios para estos casos, y que el Ayuntamiento comunique a los dependientes de las farmacias que los enfermos deben a acudir a dicho local y no a las boticas. El 5 de octubre de 1906, podemos desprender del texto del Acta que el hospital no cuenta con una sala propia para operaciones, ni cuenta con útiles precisos para la misma. El 5 de marzo de 1907, la Junta acuerda que uno de los cuartos destinados a baños y lavatorios se arregle y habilite de forma que sirva para depósito de cadáveres, construyéndose a la vez y separadamente dos lavabos, uno para hombres y otro para mujeres. El 10 de mayo de 1909, se acuerda adquirir un aparato “Esculap” simple a vapores de formalina para desinfectar las habitaciones y las ropas.
FOTO 004 Antiguo Cuarto de Socorro

El 7 de abril de 1910, se acuerda examinar las camillas de la Cruz Roja de Bilbao para adquirir una o dos iguales para el Hospital-Hospicio. El 6 de junio de 1910, se adquiere una camilla, que consta de dos barras de madera, armadura de hierro y cubierta de hule superior, con correas, cuyo precio asciende a 160 pesetas. El 3 de septiembre de 1911, se adquieren unos aparatos de gimnasia para el desarrollo físico de los niños. El 3 de noviembre de 1912, La Junta se hace cargo del Cuarto de Socorro de Las Arenas, a condición de que sea considerado como dependencia del Hospital-Hospicio, bajo la dirección y cuidado del mismo y sostenido anualmente por el Ayuntamiento. El 9 de enero de 1913, se acuerda que el encargado del Cuarto de Socorro de Las Arenas, Carlos Zubizarreta, recién nombrado, designara camilleros. Del Acta de la sesión del 3 de abril de 1913, se desprende que el Cuarto de Socorro de Las Arenas cuenta con Bolsín de cirugía, mesa de operar, una camilla y algunas sondas.

El 3 de septiembre de 1913, La Junta encarga planos para la construcción de una enfermería adosada al actual edificio y un Cuarto de Socorro en éste mismo. El 30 de diciembre de 1913, la Junta manda un oficio para tratar de conseguir que el Ayuntamiento destine las 45.000 pesetas que tiene presupuestadas para construir escuelas en San Ignacio, unidas al capital que pueda disponer el Hospital-Hospicio, a la construcción de otro de nueva planta, que reúna las condiciones necesarias, de amplitud, aislamiento de enfermos, etc., de que carece el que actualmente tenemos, quedando en éste instaladas las escuelas y otras dependencias del municipio. El 8 de abril de 1915, el Vocal y arquitecto Manuel Smith, presenta un proyecto para la construcción de un pabellón en las huertas del Hospital-Hospicio, para ampliación de los diversos servicios del mismo. El 2 de marzo de 1916, se recibió un oficio del Alcalde para formar la comisión que propusiese el terreno para el emplazamiento de un pabellón para enfermos, junto al cual ha de construirse un nuevo hospital. El 6 de febrero de 1919, la Junta dio cuenta del donativo de tres camas hecho por el Ayuntamiento al Hospital y de dos para los Cuartos de Socorro, acordándose se diesen las gracias. El 8 de mayo de 1919, se dio cuenta del donativo hecho por Piedad Izaguirre, consistente en veinte camas equipadas, acordando la Junta se den las gracias más expresivas a dicha señora y que figure su nombre en la lápida de los bienhechores del asilo. El 5 de junio de 1919, la Junta acuerda poner a disposición del Ayuntamiento un cuarto con dos camas para instalar el Cuarto de Socorro.

El 6 de mayo de 1926, se acordó comisionar al Vocal señor Tobalnia para que se entrevistase con el señor Alcalde y viera la forma de instalar en el hospital una Sala Cuna. El 31 de agosto de 1926, el señor Tobalnia presentó a la Junta el proyecto de construcción de un pabellón destinado a Sala Cuna y habiendo una persona caritativa que oculta su nombre hasta tanto se realicen las obras, se acordó dirigirse al ilustrísimo Ayuntamiento, solicitando permiso para realiza dicho proyecto y que las propuestas que se presenten para la subasta fuesen llevadas por la Superiora al donante para que las examine.

El 27 de diciembre de 1927, el señor Presidente manifestó a la Junta la conveniencia de proceder con toda urgencia a reglamentar los servicios de la Sala Cuna construida en el solar del asilo a expensas de Tomás Urquijo y su esposa Piedad Izaguirre, toda vez que las obras se hallen terminadas y los locales en condiciones de ser habilitados. El 30 de julio de 1931 se adjudica la instalación de calefacción por un importe de 8.730 pesetas. El 2 de junio, del mismo año, se dio cuenta de un decreto de la Alcaldía solicitando autorización para instalar provisionalmente un aparato de rayos ultravioleta en las dependencias del Cuarto de Socorro, solicitando la Junta un informe del médico titular, señor Pereiro, y una vez conocido éste, resolver de conformidad al mismo. El 1 de mayo de 1941, la Excelentísima señora Felisa Alday, viuda de Morera, dona 20.000 pesetas para la construcción de un depósito de cadáveres. El 3 de julio de 1941, el señor Beascoa, arquitecto municipal, presenta un proyecto de un pabellón que se ha de construir a expensas de la señora viuda de Tomás Urquijo. El 13 de febrero de 1947 el Alcalde presidente expone a la Junta como tema a abordar de común acuerdo entre el Ayuntamiento y el Hospital, la construcción de un pabellón a ser posible, contiguo al hospital, para albergar por lo menos a cuatro familias, dada la situación existente en el municipio de que varias personas habitan en casas derruidas o bodegas.

El 10 de abril de 1947, la Comisión decide, que debido a las dificultades para la construcción del pabellón (refugio de transeúntes) en terrenos del Hospital, construirlo en el barrio de Santa María. La Junta ofreció anticipo al Ayuntamiento de 60.000 pesetas, el 13 de febrero de 1947 y lo mantenía durante un año. En sesión del 8 de junio de 1949, se da a conocer la construcción del refugio en el barrio de Santa María, carretera de Santuche, con un presupuesto inicial de 67.427 pesetas y 21.583 pesetas para mejoras, más un abono de desmejoras igual a 3.434 pesetas, lo que hace un total de 85.576 pesetas. El 26 de septiembre de 1951, se da a conocer la construcción de un pequeño pabellón contiguo al paso de los dos cuerpos de edificación que forman el Hospital-Asilo, sufragando los gastos el Excelentísimo señor Antonio Menchaca y de la Bodega.

Labor asistencial
Las personas acogidas en el Hospital-Hospicio lo hacían bajo dos condiciones: o como enfermo, o como asilado. En el primer caso, por ser éste un hospital modesto y con pocos medios, los enfermos no padecían grandes males ni enfermedades infecciosas siendo la mayoría accidentados, tanto laborales como ahogados en la mar; en otros momentos fueron militares heridos. También ingresaban como enfermos, aquellas personas que necesitando unos cuidados especiales, no podían recibirlos en sus casas ni podían pagar a una persona para que les atendiera. En el caso de los asilados, éstos ingresaban por varios motivos: unos porque en sus domicilios había personas con enfermedades contagiosas (viruela, tuberculosis, etc.), otros porque siendo pobres y llegando a ancianos, no podían valerse por si mismos y otros pagaban una cuota diaria por su manutención, cama y cuidados. En otras ocasiones, eran recogidos en la calle e ingresaban como enfermos y como asilados. Un tercer caso lo ocupan las personas que recibían asistencia en el Hospital-Hospicio, acudiendo diariamente a recibir la comida y/o la cena, por no tener medios económicos para ello. En ambos casos, tanto enfermos como asilados, debían cumplir los requisitos que marcaba el reglamento o ingresar por orden del Alcalde.

Enfermedades infecciosas
Respecto a las enfermedades infecciosas hay que decir que pese a algunos intentos de edificar un pabellón aislado, no se llegó nunca a hacerlo, a pesar de los donativos y suscripciones realizadas con el fin de recoger dinero a tal fin.

La relación del Hospital con las principales enfermedades infecciosas en la época fue la siguiente:
Viruela. No fue ingresado ningún enfermo de viruela, pero si sus hijos para prevenir el contagio, en noviembre de 1897, enero de 1898 y julio de 1903.
Tuberculosis. El 24 de abril de 1913, fue presentado por el doctor Pereiro un escrito en el que se ponía en conocimiento la existencia de algunos enfermos tuberculosos, acordándose que en adelante fuese preciso, para el ingreso de enfermos y asilados, el certificado médico de todos los médicos que presten servicio. El 3 de febrero de 1923, fue denegada una petición de ingreso a nombre de José Videa para el ingreso de su hija de 14 años, al objeto de aislarle de una enferma de tuberculosis. La Junta rechazó dicho ingreso puesto que se había construido en la Anteiglesia el Patronato Antituberculoso, recomendándole se dirigiera a dicho centro para su atención.
Tifus. El 15 de enero de 1931 se presentó un caso de tifus y el inspector de sanidad ordenó el aislamiento de sus hermanos.

Registro de enfermos
Existe un libro de registro de enfermos, desde el 13 de marzo de 1897 hasta el 4 de agosto de 1923, y un libro de ingresos, tanto de enfermos como de asilados, en el cual los enfermos van desde 1924 hasta 1931. Desde 1897 hasta 1931, la gráfica de ingresos es:
FOTO 005 Registro de Enfermos

Desde el 18 de abril de 1907 hasta el 21 de diciembre del mismo año y desde el 8 de marzo de 1908 hasta el 2 de mayo del mismo año, los ingresos corresponden a personal del Regimiento Cazadores de Talavera, 15 de Caballería, 20 escuadrón. Respecto al lugar de procedencia, la mayoría de los enfermos correspondía al Municipio de Getxo o a otros municipios colindantes como Erandio, Munguia, Sopelana, etc. La mayoría de los enfermos ajenos a la provincia eran de Santander, Oviedo, Palencia, Burgos y Guipúzcoa y el resto de enfermos se repartían entre otras provincias, haciendo notar que un número importante correspondía a Galicia.

Reglamento médico
En la Sesión extraordinaria correspondiente al 24 de noviembre de 1897, a la que asistieron los médicos titulares doctores Hormaeche y Anitua, se dio cuenta de que en el reglamento se habían modificado algunos artículos, entre ellos, alguno referente a la asistencia facultativa, en vista de la opinión de los médicos titulares, se acordó que éstos fuesen los únicos que pudieran visitar a los enfermos del hospital. En el reglamento de la Residencia del Sagrado Corazón de Algorta, continuación y modificación que es del antiguo Hospital-Hospicio del Sagrado Corazón de Jesús, se hace alusión, en los artículos 22 al 28 ambos inclusive, de las obligaciones y correspondencias del médico.

Relación de médicos
No se ha podido encontrar una relación de los médicos titulares de la institución, ni de sus contratos, pero se ha tomado una relación nominal de los médicos relacionados con el hospital, sacado de los Libros de Actas. El 23 de noviembre de 1897, aparecen los doctores Hormaeche y Anitua. El 3 de abril de 1900 aparece como médico-cirujano Donato Saloñas.

El 4 de agosto de 1904, el Ayuntamiento pide informe sobre la petición del médico establecido libre en ésta localidad, José María Pinedo para prestar gratuitamente y voluntariamente sus servicios en este hospital-hospicio. La Junta ofició al Ayuntamiento, en sentido favorable al peticionario, siempre que el informe de los médicos titulares no se opusiese. El 4 de febrero de 1905, el informe es favorable, en esta ocasión para el doctor Román Pereiro. El 3 de junio de 1905, encontramos a los doctores Joaquín Aznar y Donato Saloñas en un certificado de demencia firmado por ambos. El 10 de febrero de 1908, los doctores Hormaeche, Aznar y Pereiro, mandan un enfermo con una fractura al hospital de Bilbao, por no disponer de habitación a propósito ni de instrumental necesario para la operación que es necesario efectuar para su curación. El 2 de junio de 1912, aparecen los doctores Antonio Bareño y Ramón Bibanto.

El 17 de enero de 1913, se nombra sustituto del titular Donato Saloñas, para los casos de enfermedad de éste a Leandro Arámburu. El 7 de enero de 191, aparece el doctor Joaquín Aznar. El 4 de agosto de 1934, el dentista Pedro María Unzurrunzaga presta sus servicios desinteresados a los enfermos y asilados de la institución y el 19 de enero de 1949, cesa Ernesto Alcibar. El 13 de agosto de 1953, La Junta acuerda comunicar al Ayuntamiento que de parte de la resolución por la Corporación Municipal, del problema de la asistencia médico-farmacéutica de los acogidos.

Personal
Fueron las Hijas de la Caridad las encargadas de la dirección y administración del Hospital-Hospicio, así como del cuidado a los enfermos, como lo demuestra el contrato existente entre esta Compañía y el Ayuntamiento de Getxo. El 3 de octubre de 1918, la Junta acordó oficiar al Ayuntamiento, solicitando el aumento de dos Hermanas, en atención al mucho trabajo originado por la construcción del nuevo pabellón y el aumento de asilados, siempre creciente. El 2 de octubre de 1919, en sesión ordinaria, se acordó fijar en dos pesetas diarias el haber de las Hermanas en atención al aumento de trabajo que representa el mayor número de asilados y teniendo en cuenta la carestía de la vida. Igualmente, se recogen las obligaciones de las religiosas en los artículos 13-21, ambos inclusive. Del resto de personal no tenemos conocimiento de su reglamentación y solamente se ha podido encontrar en un Libro de Actas, sesión ordinaria del 20 de enero de 1916, la gratificación de 50 pesetas a cada uno de los practicantes que prestaban sus servicios en el Cuarto de Socorro de Las Arenas.

Final del hospital-hospicio
La labor asistencial del Hospital fue a menos en el transcurso de los años, intercambiándose por la de Hospicio-Asilo. De uno de los Libros de Actas se desprende que hacia el año 1936, pudiera ser el 7 de mayo de 1936, como la fecha de ingreso de la última persona enferma, Magdalena Arribas y Ranz, de Praones, Burgos, de 76 años, viuda. Posteriormente, el 22 de julio de 1937, se atendieron a dos personas como heridos de guerra. El 10 de febrero de 1960, la Comisión Permanente del Ayuntamiento, expresa su agrado por los estudios que se vienen realizando en orden a la posibilidad legal de convertir el Santo Hospital-Hospicio Municipal del Sagrado Corazón de Jesús, de Getxo, en una fundación pública municipal.

El 14 de febrero de 1963, la Junta acordó elevar una propuesta al señor Alcalde, como presidente nato de la misma y a la vez presidente de la corporación municipal, que ostenta sobre este establecimiento su patronato, en el sentido de que se estudie la conveniencia de que se modifique la denominación con que es conocido este establecimiento, por otra más en consonancia con los fines que cumple el mismo. La Comisión Municipal Permanente del Ayuntamiento, en sesión del 23 de diciembre de 1963, acuerda someter al pleno el cambio de denominación de la institución por el de “Residencia Municipal del Sagrado Corazón de Jesús”.

El 12 de febrero de 1964, figura por última vez la denominación de Hospital-Hospicio Municipal del Sagrado Corazón de Jesús en los Libros de Actas del mismo, siendo el 11 de marzo de 1964 donde figura por primera vez en los Libros de Actas, la denominación Residencia Municipal del Sagrado Corazón de Jesús. Desde 1978 la Residencia Municipal se encuentra situada en el barrio getxotarra de Aiboa, y se dedica a la atención residencial de personas mayores.
FOTO 006 Residencia Municipal

Discusión. Conclusiones
El origen del Hospital-Hospicio del Sagrado Corazón de Jesús de la Anteiglesia de Getxo, no difiere de otras instituciones de la península. Era habitual, en la época, la construcción de estos edificios mediante donaciones, lo cual hacía que su funcionamiento y la salud de muchas personas siempre dependiera de la generosidad de algunos conciudadanos. Al igual que otras fundaciones, cumplía la función de hospital para enfermos y asilo para dar cobijo a los necesitados. Esta institución difiere de otras en el uso de la Casa Cuna, ya que en lugar de estar destinada a recoger a los niños abandonados, en muchos casos hijos de madres solteras o de amores no bien vistos, en este caso se instaura para albergar a los hijos de madres trabajadoras, lo que creemos supone un gran avance para la mujer.

En relación a las enfermedades infecciosas, su tratamiento es similar en todo el Estado, siendo la tuberculosis la enfermedad más temida, razón por la que se erigieron lugares exclusivos para atender a estos enfermos. A pesar de los problemas económicos para poder llevar a cabo diversos proyectos, el Hospital-Hospicio funcionó como Asilo hasta bien avanzado el siglo XX, gracias a la atención de las Hijas de la Caridad, al igual que la Casa de Socorro que prestó un gran servicio a todos los getxotarras con su servicio médico y de practicantes.

AGRADECIMIENTOS
Mª Luz Fika Hernando

Juan Manuel Martín Ferrer
Blanca Fernández Vallhonrat
José Bravo Martínez
Manuela Cristina Chas Barbeito
Eduardo Nuñez González
Universidad de Enfermería. Las Palmas de Gran Canaria
Excmo. Ayuntamiento de Getxo
Residencia Sagrado Corazón de Jesús
Periódico El Nervión
Hijas de la Caridad

AUTORES
Jesús Rubio Pilarte

Enfermero y sociólogo. Profesor de la E. U. de Enfermería de Donostia. EHU/UPV
Miembro no numerario de La RSBAP
jrubiop20@enfermundi.com

Manuel Solórzano Sánchez
Enfermero Servicio de Oftalmología
Hospital Donostia de San Sebastián. Osakidetza /SVS
Vocal del País Vasco de la SEEOF
Miembro de Eusko Ikaskuntza
Miembro de la Sociedad Vasca de Cuidados Paliativos
Miembro Comité de Redacción de la Revista Ética de los Cuidados
M. Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería
Miembro no numerario de La RSBAP
masolorzano@telefonica.net

martes, 12 de julio de 2011

ENFERMERÍA ESPAÑOLA. ENFERMERÍA PEDIÁTRICA






Un siglo después de Florence Nightingale

Conferencia Inaugural del VIII Congreso de la Asociación Catalana de Enfermería Pediátrica. 8è Congrés de ACIP. Celebrado en Tarragona los días 12 a 14 de mayo de 2011, con el título “Desde Florence Nightingale hasta nuestros días”, impartida por la Excelente Profesora de la Universidad de Enfermería “Casa de salud Valdecilla”, Universidad de Cantabria, Mª Luz Fernández Fernández.

La enfermería es un llamado superior, un llamado honorable. El honor radica en el amor por la perfección, la consistencia y en el trabajo duro para conseguirla. (Florence Nightingale1873).

Cien años después de su muerte, Florence Nightingale permanece viva en nuestra memoria sus escritos siguen marcando una referencia y lejos de parecer obsoletos, están de plena actualidad como se refleja en el trabajo del profesor de la práctica clínica Fidelindo Lim del Colegio de Enfermería de la Universidad de Nueva York. En dicho artículo, se analizan algunas de las cuestiones planteadas por Nightingale en su libro Notas sobre Enfermería publicado en 1860, contrastándolas con algunas normativas de salud relacionadas con la práctica de la enfermería en la actualidad, como es el caso que hace referencia al lavado de manos:
FOTO 001 Mª Luz Fernández Fernández

La verdadera enfermera ignora lo que es una infección por que la previene” (p.20).
Toda enfermera debe lavarse las manos cuidadosa y frecuentemente a lo largo de la jornada. Si también se lava la cara, mucho mejor” (p.53)

Objetivos Nacionales de Seguridad de los pacientes 2010 (NPSG, National Patient Safety Goals)
Deben cumplirse las recomendaciones actuales del lavado de manos de los Centers for Disease Control and Prevention (CDC) o de la Organización Mundial de la Salud (OMS)

Recomendaciones de higiene de manos de la Organización Mundial de la Salud, 2005
El lavado de manos es una acción sencilla, y sigue siendo la principal medida para reducir la infección nosocomial y la diseminación de las resistencias a los antibióticos, potenciando la seguridad en todos los ámbitos de cuidados”.

Igualmente otro de los aspectos que se tratan en el artículo es el relacionado con la práctica basada en la evidencia, el autor extrae del libro Notas sobre Enfermería:
La lección práctica más importante que puede darse a una enfermera es enseñarle lo que debe observar-como observarlo-qué síntomas indican mejora-cuales lo contrario- cuales son importantes- cuales no- cuales son las consecuencias de la desatención- y que tipo de desatención” (p.59)

Posteriormente, expone lo que dice respecto a este tema el Instituto de Medicina, 2001:
“La práctica basada en la evidencia es la integración de la mejor investigación con la pericia clínica y los valores de los pacientes”. (Fidelindo Lim (2011) “La importancia actual de Florence Nightingale”. Revista Nursing, Vol. 29, nº 2, Pp. 24-25).

Las reflexiones mostradas no son sino una clara evidencia de la vigencia de las pautas establecidas por Nightingale hace más de un siglo, no hay que olvidar, que escribió estas Notas para mostrar con datos estadísticos quienes eran las responsables de los cuidados de los enfermos, fundamentalmente mujeres, madres, hermanas y esposas, sobre las que recaída esta ardua tarea.

Florence Nightingale, consciente de las malas condiciones de salubridad en las que vivía la población británica y las características de quienes tenían en sus manos la posibilidad de mejorarlas incluyó en su obra dos categorías de cuidadoras, por una parte, aquellas mujeres que ejercían un rol de enfermeras y criadas domésticas, y por otra, mujeres que ejercían únicamente el rol de enfermeras. Así, escribió este libro cuyo título trataba de responder a la pregunta, ¿qué es y qué no es la Enfermería?, el objetivo fue plasmar el verdadero sentido de la profesión que debía asentarse en situar a la persona en las mejores condiciones para que la naturaleza actuara sobre ella, de manera que la misión de la enfermera sería hacer de facilitadora, ayudando en ese proceso reparador. Para ello, debía conocer el uso adecuado de la luz, el calor, la higiene, la limpieza, la nutrición, requisitos que junto con la observación, constituirían la base principal para ser una buena enfermera. Estos principios no tendrían buen fin, si no se tenían en cuenta los aspectos humanitarios cimentados en el establecimiento de una buena comunicación con el paciente basada en el respeto, y atendiendo a sus necesidades espirituales y culturales.

A modo de guía, los contenidos de Notas sobre Enfermería. ¿Qué es y qué no es?, constituyen los primeros pasos para poner en marcha su proyecto educativo que culminaría con la creación en 1860 de la Escuela de Enfermeras del Hospital de Santo Tomás de Londres. Así lo analizaba la profesora Nelly Garzón en un artículo con motivo del centenario de su muerte en el que calificaba a Nightingale de futurista, al ser capaz de identificar la importancia de la higiene, la salud pública y la necesidad de la buena administración, además de impulsar la formación reglada de las enfermeras dejando constancia de su necesidad y trascendencia en la contribución a la mejora de la calidad de atención a los enfermos. (Nelly Garzón Alarcón (2010) “Florence Nightingale murió hace cien años pero sus ideas y su obra aún perduran”. Avances de Enfermería, Vol. XVIII, nº 2, Pp. 11-16).
FOTO 002 Lavado de manos

Es cierto, que la idea de formar enfermeras no era nueva, ya que la misma Nightingale había seguido un proceso de formación en Kaiserswerth, Alemania, con el pastor Theodor Fliedner, continuando posteriormente su instrucción con las Hermanas de la Caridad en el Hospital Dieû de París. Igualmente, en Gran Bretaña, a mediados del siglo XIX, y gracias a la libertad religiosa, se habían creado algunos centros como el St. Jhon´s House donde una hermandad anglicana formaba mujeres para cuidar de los enfermos pobres en sus hogares; precisamente seis mujeres de esta institución acompañaron a Nightingale a Crimea. Pero todas ellas eran instituciones de carácter religioso, por ello creó una Escuela laica, y aunque admitía que los libros de texto eran muy importantes, lo que resultaba imprescindible era el aprendizaje en la práctica.

Aún así, es importante destacar como refleja Alex Atewell, que aunque los inicios de la Escuela no fueron fáciles, su prestigio fue acrecentándose a medida que quedaba patente la calidad de la preparación de sus enfermeras. En 1887, cuarenta y dos hospitales contaban con enfermeras jefe formadas en la Escuela Nightingale mientras ésta seguía de cerca sus progresos enviándoles anualmente informes con consejos prácticos y morales. La llama de la Enfermería comenzaría a extenderse a todo el mundo gracias a que muchas de estas enfermeras comenzarían a crear Escuelas en Canadá, Australia, Estados Unidos, Alemania, Suecia y Finlandia, bajo el sistema Nightingale, mientras la lámpara utilizada por ella en Crimea se convertiría en el símbolo de la Enfermería. (Alex Atewel (2000) “Florence Nightingale 1820-1910”. Perspectivas. Revista trimestral de Educación comparada, vol. XXXVIII, nº 1, Pp. 173-198).

El siglo XX se iniciaba con grandes expectativas para la Enfermería que sin embargo vería ligado su destino al estallido de los dos conflictos bélicos más devastadores de la historia mundial, la conocida como la Gran Guerra (1914-1918) y la II Guerra Mundial (1939-1945). El precedente de la Guerra de Crimea (1854-1856), en la que la labor de Florence Nightingale y Mary Seacole habían dejado patente la trascendencia e importancia del trabajo de las enfermeras, tendría su continuidad en la I Guerra Mundial donde estas serían testigos directos de los horrores de la misma al tener que enfrentarse a las consecuencias de la utilización del nuevo armamento y del temido gas mostaza. En muchos de sus diarios, las enfermeras dejarían constancia del dolor y la desesperación, pero también, de la resistencia y el valor supremos; sus testimonios nos han permitido conocer las nuevas técnicas médicas que se utilizaron en esta Guerra como las trasfusiones de sangre, la cirugía plástica o la psiquiatría, esta última, para poder paliar los efectos del stress traumático. Asimismo, reflejaban también otros inconvenientes a los que tenían que enfrentarse derivados de las condiciones en las que se encontraban los soldados, como la suciedad, la falta de agua, los piojos y los problemas respiratorios, todo ello en el marco de la que fue conocida como la guerra de las trincheras.

Vera Mary Brittain. Enfermera Voluntaria. I Guerra Mundial. Publicado el domingo día 19 de junio de 2011
http://enfeps.blogspot.com/2011/06/vera-mary-brittain-enfermera-voluntaria.html

A través del género cinematográfico podemos apreciar la realidad a la que se enfrentaron las enfermeras en esta Gran Guerra, una clara muestra es la película “Jhony cogió su fusil”, en la que se aprecia el impacto y la dureza de la utilización de los efectivos bélicos, pero también, se pone de manifiesto el rol de la Enfermería. Asimismo, otro film interesante es “Adiós a las armas”, basada en la novela de Ernest Hemingwait, donde se relata la experiencia del escritor como camillero en la I Guerra Mundial y su relación con la enfermera voluntaria que le cuida. En relación a este último aspecto, es interesante destacar que a lo largo de este conflicto se puso en evidencia la falta de enfermeras que en algunos países como Gran Bretaña se paliaría mediante el empleo de personal auxiliar procedente de los Destacamentos de Ayuda Voluntaria (V.A.D.s.). En el verano de 1914 había más de 2.500 voluntarias que pasarían a 38.000 a lo largo de los cuatro años de conflicto, pudiendo destacarse entre las enfermeras voluntarias más famosas a Agatha Christie, o la escritora feminista Vera Mary Brittain quién plasmaría su experiencia en la conocida novela Testament of Youth, algunos párrafos extraídos de su obra nos dan una clara muestra del contexto en el que tenían que desarrollar su trabajo:

Nunca antes en mi vida me he sentido tan completamente sucia y mugrienta como estando de guardia aquí”, escribí a mi madre en respuesta a sus peticiones de una descripción de mi trabajo.
La Hermana A tiene seis pabellones y no hay ninguna enfermera voluntaria en el pabellón de al lado, sólo un ordenanza, por lo que ni ella ni él pasan mucho tiempo aquí. Por lo tanto, yo soy Hermana (= enfermera cualificada), voluntaria VAD y ordenanza todo en uno ( alguien dijo el otro día que nadie excepto el Todopoderoso Dios podría dar una correcta definición del trabajo de una V.A.D.!(= enfermera voluntaria) y además después, bastante lejos de lo que es realmente la enfermería, he mantenido el fuego de la cocina toda la noche, he hecho dos o tres rondas recogiendo bacinillas de las camas, y mantenido las ollas hirviendo y preparado las comidas en una ennegrecida cocina (…). Me siento como si me hubieran arrastrado por el suelo”.

Sólo desearía que aquellos que escribieron con tanta palabrería que ésta iba a ser una Guerra santa, y los oradores que siguen hablando tanto sobre continuar, sin importar cuanto pueda durar la Guerra y lo que ésta puede significar, pudieran ver un caso - por no mencionar los diez casos- de gas mostaza en las fases iniciales, pudiesen ver a los pobres infelices totalmente quemados y cubiertos de ampollas que supuran, cegados - algunos temporalmente, pero otros permanentemente-- todos hacinados y pegajosos, permanentemente luchando por mantener la respiración mientras apenas pueden mediante un susurro decir que se les está cerrando la garganta y que son conscientes de que están ahogándose”.

Como puede apreciarse, las enfermeras voluntarias se vieron abocadas a suplantar a las profesionales que verían en peligro sus puestos de trabajo ya que se pondría de manifiesto su vulnerabilidad y la falta de definición de funciones claras. Durante el conflicto, fue difícil distinguir entre unas y otras, una situación que llevaría a las enfermeras a la creación de Colegios y Asociaciones para reivindicar sus derechos.

Sin embargo, el verdadero impulso de la Enfermería no se produciría hasta después de la II Guerra Mundial, un conflicto armado que ha sido considerado como el más sangriento de la humanidad y que dejaría un saldo aproximado de más de 60 millones de muertos. Las precarias condiciones de salud de los distintos países envueltos en el conflicto, además de las consecuencias devastadoras de la guerra, llevarían a los representantes de los distintos pueblos a considerar la necesidad de crear un organismo que velará por la salud favoreciendo medidas de apoyo y cooperación mutua, lo que llevaría a la creación en 1948 de la Organización Mundial de la Salud (O.M.S.). A partir de este momento, se plantarían nuevas directrices en materia sanitaria y la salud iba a convertirse en una prioridad que obligaría a los países miembros a reestructurar no solo los sistemas sanitarios, sino también la formación del personal.

En consecuencia, será en los años cincuenta en países anglosajones, fundamentalmente Canadá y Estados Unidos, cuando se inicie el desarrollo de la disciplina enfermera bajo un nuevo paradigma en el que la persona comienza a considerarse como un todo interrelacionado. Los cuidados enfermeros deberán centrarse en el mantenimiento de la salud del ser humano teniendo cuenta sus componentes biológicos, psicológicos, socio-culturales y espirituales. Esta nueva concepción conducirá al desarrollo de las primeras teorías y modelos de Enfermería en una necesidad de responder a la pregunta ¿qué hacen las enfermeras?, destacando la definición de la función de Enfermería propuesta por Virginia Henderson en 1955 (Suzanne Kérouac (1996) El Pensamiento Enfermero. Masson, Barcelona), y cuya definición sería adoptada posteriormente por el Consejo Internacional de Enfermería (CIE).

Los años posteriores del siglo XX y hasta la actualidad, han supuesto un gran progreso para la Enfermería que en un mundo altamente tecnificado no olvida que el gran valor de su aportación está en la humanización de la asistencia que presta.
FOTO 003 Theodor Fliedner

LA ENFERMERÍA ESPAÑOLA
Las circunstancias anteriormente expuestas no tendrían un paralelismo en la realidad española, donde la entrada en la contemporaneidad no se produciría hasta los inicios del siglo XIX tras la invasión napoleónica el 2 de mayo de 1808. La era decimonónica se distinguiría en nuestro país por su carácter convulso, con permanentes estados de guerra crónica, en una lucha constante entre quienes no deseaban abandonar el Antiguo Régimen y los liberales, que defendían la libertad personal individual como forma de conseguir el progreso de la sociedad y que tendría su principal exponente en la Constitución gaditana de 1812.

En este contexto, el desarrollo histórico de la Enfermería española respondería a las peculiaridades y la propia idiosincrasia de nuestra realidad, de manera que mientras en Inglaterra Nightingale creaba la primera Escuela de Enfermeras en 1860, en España, apenas hacía tres años, en 1857, que se aprobaba la primera Ley de Instrucción Pública en la que se reconocían los estudios de Practicante y Matrona, no así la formación de enfermeras, que no se legalizaría hasta principios del siglo XX por Orden de 7 de mayo 1915.

Los acontecimientos políticos posteriores supondrían un freno al avance profesional que sin embargo se estaba desarrollando en otros países como Estados Unidos o Canadá. La adhesión de España a la OMS en 1952 supondría un cambio significativo en la formación de la Enfermería, las tres titulaciones existentes de Practicante, Matrona y Enfermera, se refundirían en una sola, pero lejos de situarse a la altura de lo que ocurría en los países anglosajones, se distinguiría por su marcado carácter técnico y la actitud de clara subordinación a las órdenes médicas, además de establecerse dos ramas diferenciadas, la masculina y la femenina. Aún así, esta situación tendría sus repercusiones positivas entre ellas, la elevación del nivel de estudios exigidos para el ingreso y el establecimientos de tres años la formación, además de la implantación de Especialidades la primera, la de Matrona en 1957.

El advenimiento de la democracia pondría fin al largo período de la dictadura franquista y a finales de los años setenta, se abrirían nuevas perspectivas para la Enfermería española que al fin tomaría las riendas de su formación en el marco de la Universidad. Los ATS tendrían la oportunidad de convalidar sus estudios por la titulación de Diplomado en Enfermería gracias al Decreto de enero de 1980, nombrándose treinta y dos Escuela de Enfermería como Centros colaboradores de la UNED bajo la Dirección de Mª Paz Mompart. Sin embargo, esta no sería la única oportunidad, veintitrés años después en enero de 2003 se abriría un nuevo plazo para la realización de los cursos de convalidación.

A lo largo de los años ochenta se establecían algunas leyes que favorecerían el impulso de la Enfermería. En el marco educativo, la Ley de Reforma Universitaria de 1983 permitiría a los Diplomados en Enfermería el acceso a los cuerpos docentes universitarios como Profesores Titulares de Escuelas Universitarias con plena capacidad docente, tanto teórica como práctica, así como la posibilidad de ocupar los cargos de Director/a de la Escuela y el Departamento. Pero el establecimiento de una carrera de Grado Medio limitaría las posibilidades de crecimiento académico frenando la capacidad investigadora y poniendo fronteras a la actuación profesional.

A nivel asistencial, la promulgación en 1984 del Real Decreto sobre las estructuras básicas de salud establecía los Centros de Salud, y los Equipos de Atención Primaria en los que se contemplaba la figura del personal de Enfermería. Las funciones de este personal sanitario deberían ir encaminadas a entre otras a la promoción de la salud y a la educación sanitaria de la población. Asimismo, otra actuación decisiva para el avance profesional sería el reconocimiento de las Direcciones de Enfermería como órganos unipersonales de dirección de los hospitales del Instituto Nacional de la Salud. Para ocupar este puesto, sólo se establecían como requisitos poseer el título de Diplomado en Enfermería o de Ayudante Técnico Sanitario y tener plaza en propiedad en el Instituto Nacional de la Salud o pertenecer a la Escala de Ayudante Técnico Sanitario, Visitadores.

Por primera vez la Enfermería sería la responsable directa de la gestión de su personal al situarla en el organigrama organizativo al mismo nivel que la Dirección médica, una situación que contribuiría a la puesta en marcha de programas formativos dirigidos a la formación continua y la actualización de conocimientos mientras en la Unidades Asistenciales la Enfermería comenzaba a desarrollar el Proceso de Cuidados Enfermeros.

El intenso trabajo de la Enfermería se iría plasmando en la creación de numerosas Asociaciones, además de la realización de Congresos y Jornadas que ponían en evidencia el esfuerzo del colectivo por el avance profesional, sólo dos cosas se resistirían a lo largo de este período de la Diplomatura, el segundo ciclo, y la puesta en marcha de las Especialidades. La primera se resolvería con la implantación del Espacio Europeo de la Educación Superior y el inicio de los estudios de Grado que al fin permitirán el desarrollo pleno de la investigación. Con respecto a la segunda, y a pesar del Real Decreto de 992/1987 en el que se contemplaban las nuevas Especialidades de Diplomado en Enfermería, éste no se llevaría a efecto excepto la de Matrona, habría que esperar casi veinte años, hasta abril de 2005, para que esta vieja reivindicación se hiciera realidad. Entre las distintas Especialidades se encuentra la de Enfermería Pediátrica aprobada por orden SAS/1730 de 17 de junio de 2010 publicada en el BOE el 29 de junio. Las circunstancias anteriormente expuestas, no han impedido que el colectivo siguiera reivindicado su posición en el marco del campo de las Ciencias de la Salud.
FOTO 4 Hermanas de la Caridad

A partir del 2008, la Enfermería española se enfrenta a nuevos retos de la mano de Grado y las nuevas Especialidades, a lo que hay que añadir, la importancia de los registros de Enfermería tras la aprobación del Real Decreto de septiembre de 2010 por el que se regula el conjunto mínimo de datos que han de registrarse en los informes de cuidados de Enfermería y que se recogen detalladamente en el Anexo VII de dicho Real Decreto. Sin duda, un futuro ilusionante que nos obliga a estar atentos, a velar por el desarrollo profesional, ahora tenemos todas las herramientas en nuestra mano para que la población nos perciba como imprescindibles para su cuidado, capaces de aportar esa especificidad que nos hace únicos como profesión.

LA SALUD Y LOS CUIDADOS DE LA INFANCIA
La atención a la infancia también fue una preocupación para Nightingale quién mostró gran interés por la escuela local que se encontraba cercana a su residencia familiar en el condado de Derbiyshire, una zona que se distinguía por su riqueza geológica. Por este motivo, Florence recomendaría que se utilizaran minerales como material didáctico para las aulas con el objetivo de que la educación fuera más práctica e intentando fomentar el aprendizaje. Posteriormente, se interesaría en la educación de los niños pobres en los asilos criticando duramente el régimen establecido en los mismos y basado en el castigo. Estaba convencida de que lo que debería hacerse era enseñarles para que se valieran por sí mismos mediante un adiestramiento práctico que les permitiera desarrollar destrezas manuales.

Pero el tema de la infancia no sería abordado hasta el siglo XX, concretamente, sería el historiador francés Philippe Ariès el primero en estudiar la noción de la infancia en su libro El niño y la vida familiar en el Antiguo Régimen, publicado en 1960. En dicha obra, analizaría los cambios que se habían ido produciendo en la actitud de los adultos con respecto a la infancia, relacionándolo con la historia social y la historia de la educación. Ariès especificaría que la educación era esencial para ayudar a construir la identidad infantil y que a través de ésta, se establecerían las fronteras entre la etapa infantil y la vida adulta, considerando que las escuelas tendrían un papel crucial en la preparación de la infancia para ayudarles a enfrentarse a los problemas que se les presenten a lo largo de la vida.

Posteriormente, el pensador social estadounidense Lloyd DeMause, conocido por sus trabajos en psicohistoria, publicaría en 1982 el libro Historia de la Infancia en el que estudiaría que la historia de la infancia estaría asociada a las formas de crianza y por tanto, a las relaciones de padres e hijos. En esta línea, a través de su teoría psicogenética, propondría que las características de la sociedad en cada época serían el resultado de la aproximación entre padres e hijos estableciendo seis tipos de relaciones paterno-filiales: 1 Infanticidio (antigüedad-siglo IV); 2 Abandono (siglos IV-XIII); 3 Ambivalencia (siglos XIV-XVII); 4 Intrusión (siglo XVIII); 5 Socialización (siglo XIX mediados del siglo XX); 6 Ayuda (se inicia a mediados del siglo XX). Por tanto, puede decirse que ambas obras fueron pioneras en el abordaje de la infancia y aún cuando han recibido numerosas críticas, son permanentemente citadas por los investigadores, Ariès por plantear la noción de infancia y DeMause por estudiar las relaciones padres e hijos. (Antonio Zoila Santiago (2007) “Los niños en la historia. Los enfoques historiográficos de la infancia”. Takwá nº 11-12, Pp. 31-50).

Puede decirse como señala Esteban Rodríguez Ocaña, que el descubrimiento de la infancia es un concepto moderno en el que los diferentes autores entremezclan aspectos económicos, preocupaciones raciales, cambios sentimentales, y políticos. El interés específico por esta área de población guarda una estrecha relación con los cambios y trasformaciones de la edad contemporánea en la que comienza a plantearse el problema histórico que representa en la transición demográfica la mortalidad infantil. Así, las primeras muestras de interés por la infancia se reflejaron en la institucionalización del abandono con la creación de las Casas de la Misericordia en la Edad Moderna, pero la preocupación por la salud infantil no se iniciaría hasta el siglo XX, momento en que los países industrializados de la mano de la recién iniciada práctica médica pediátrica, iniciarían las primeras campañas higiénicas preventivas. (Esteban Rodríguez Ocaña (2003) “La salud infantil, asunto ejemplar en la historiografía contemporánea”. DYNAMIS, Acta Hisp. Med. Sci. Hist. Illus, 23, Pp. 27-3).

En España, las primeras referencias a la salud de la infancia pueden encontrarse en el que fue considerado como el primer tratado de pediatría en castellano, la obra del médico turolense Jerónimo Soriano publicada en 1600 bajo el título Método y orden de curar las enfermedades de los niños. Pero sin lugar a dudas, un hecho histórico en la asistencia sanitaria de la población infantil en nuestro país sería la inauguración del primer hospital infantil el dieciocho de enero de 1877, el Hospital del Niño Jesús en Madrid. La noticia se recogía en la Gaceta de Madrid de quince de enero de 1877 al día siguiente de la apertura de dicho establecimiento, exponiéndose las características de sus dependencias, que contaba con seis enfermerías, un número de treinta y cinco camas, especificándose además el nombre de la primera niña enferma. Por otra parte, se recoge el horario en que quedaría abierta la consulta pública para niños enfermos en ese hospital, desde las nueve de la mañana a las cuatro de la tarde.

A finales del siglo XIX y principios del siglo XX, la mortalidad infantil en España era muy elevada consecuencia de las crisis epidémicas como el cólera, cuya virulencia llevaría a pérdidas de la población entre el 15 y el 7 por mil en 1853-1856 y 1885. Además de ésta, otras enfermedades como la viruela, el sarampión, las gastroenteropatías y la tuberculosis, serían las responsables de la gran incidencia de muertes en este grupo de población. La mitad de los niños nacidos antes de 1890 moría antes de cumplir los diez años generalmente por causas de tipo infeccioso. (Alberto Sanz Gimeno (2002) “La caída de la mortalidad en la infancia en la España interior, 1860-1960. Un análisis de las causas de muerte”. Cuadernos de Historia Contemporánea, vol. 24, Pp. 151- 188). Una de las primeras medidas para reducir la mortalidad infantil fue la creación de los Consultorios y Gotas de Leche, la primera de ellas en Madrid en 1904 por Rafael Ulecia y Cardona, seguida de la que inauguraría en Barcelona, Vidal y Solares fundador a su vez del hospital de Niños pobres en dicha ciudad. A partir de este momento, y hasta 1928, se contabilizarían en España entre cuarenta y cuarenta y cinco consultorios.

El verdadero interés por la Infancia en nuestro país quedaría reflejado en la primera Ley de Protección de la Infancia de 1904 que en su Artículo 1º, exponía lo siguiente:
Quedan sujetos a la protección que esta Ley determina los niños menores de 10 años. La protección comprende la salud física y moral del niño, la vigilancia de los que han sido entregados a la lactancia ó estén en Casas Cunas, Escuela, Taller, Asilo, etc., y cuanto directa ó indirectamente pueda referirse a la vida de los niños durante ese período”. Ley de Protección de la Infancia de 12 de agosto de 1904, publicada en la Gaceta de Madrid el 17 de agosto.

Igualmente, en dicha Ley se refleja la creación del Consejo Superior de Protección de la Infancia bajo la presidencia del Ministro de la Gobernación, las Juntas Provinciales, presididas por el Gobernador y las Juntas locales por el Alcalde. El nueve de marzo de 1906 a través de una Real Orden del Ministerio de la Gobernación se aprobaría la constitución de las primeras Juntas provinciales entre las que se encontraban las de Santander y Tarragona. El Reglamento para el desarrollo de la Ley de Protección de la Infancia no sería efectivo hasta la publicación del Real Decreto de 26 de enero de 1908 especificándose en el mismo en que consistiría dicha protección, y las distintas funciones, ampliándose la acción tutelar del Estado a los niños mayores de diez años.

Sin duda se iban dando algunos pasos para ayudar a los niños y a las madres de manera que pudieran criar a sus hijos bajo los preceptos higiénico-sanitarios y fueran desechando antiguas prácticas que resultaban nocivas para la salud de sus hijos. En esta línea, se repartirían cartillas higiénicas, como la que publicaría Rafael Ulecia de la Gota de Leche de Madrid en la que figuraba un ficha del recién nacido con una tabla, así como una serie de recomendaciones a las madres relativas a la alimentación, las vacunas, la higiene, hábitos de sueño, síntomas de enfermedades más frecuentes e incluso algunos datos de mortalidad infantil. También se repartieron folletos populares, se impartieron conferencias, así como algunos testimonios escritos como el que aparecen la Gaceta médica de Cataluña en 1914 escrito por Trinidad Saiz de Llavería bajo el título “La ignorancia de la mujer en los conocimientos de higiene y Puericultura como primera causa de la mortalidad infantil”, en el que la autora criticaría la actitud de algunas madres que no querían amamantar a sus hijos y decidían entregarlos a las nodrizas, condenando además el uso de la lactancia artificial. (Carmen Colmenar Orzaes (2006) “La protección de la primera infancia en España en el primer tercio del siglo XX”. History of Education & Children´s Literature. Edizione Universita di Mazerata. Italy, Pp. 167-189).
FOTO 005 Enfermeras

El Real Decreto de 12 de abril de 1910 establecería el Reglamento sobre Puericultura y Primera Infancia mediante el que se crearía el Instituto Nacional de Maternología y Puericultura, entre sus fines, se encontraría la fundación de una Escuela de Niñeras Enfermeras donde las jóvenes pudieran aprender a alimentar y cuidar de los niños higiénicamente y adquirir conocimientos prácticos de economía doméstica y hospitalaria además de la preparación de alimentos y confección de envolturas. Sin embargo, y como se especifica en la Real Orden de mayo de 1923, dificultades económicas no permitieron que la labor de este Instituto se desarrollara en toda su magnitud, por lo que a propuesta del Consejo Superior de la Infancia se aprobaría la creación de la Escuela Nacional de Puericultura y Laboratorio de Investigaciones, cuya misión sería la instrucción de todas las personas que pudieran intervenir en los grandes problemas de protección del niño, la mujer embarazada y los lactantes. Entre el personal que debería recibir instrucción se encontrarían las enfermeras sanitarias, previa especialización de las mismas en la Escuela de Maternidad. El 17 de noviembre del mismo año se establecían las bases para la constitución de la Escuela, entre sus fines, el apartado b) especificaría:

Formar las enfermeras visitadoras para niños, que serán elegidas previa la selección que el Reglamento preceptuará entre aquellas jóvenes que posean los títulos de bachiller o maestra nacional”.

A pesar de haber pasado cuatro años de la creación de la Escuela Nacional de Puericultura, no sería hasta 1926 cuando se publicaría el Reglamento que permitiera ponerla en marcha, teniendo en cuenta que éste se aprobaría con carácter provisional. En el mismo, se contemplaba la formación de las Enfermeras visitadoras quienes deberían realizar dos cursillos de cinco meses para obtener el título.

Es interesante tener en cuenta que entre las setenta lecciones del primer Programa de Estudios para la formación de Enfermeras de 1915, la única referencia a los niños se establecería en la lección veintiséis, y guarda relación con los cuidados al recién nacido, los tipos de lactancia, la asfixia del recién nacido y la Eclampsia. A pesar de ser éste el Programa Oficial, en el Plan de Estudios para enfermeras titulares de la Escuela de Santa Madrona, con dos años de duración, concretamente el que concierne al Curso 1927-1928, se contempla la enseñanza teórico-práctica de Puericultura e Infancia en el segundo curso durante dos meses. Igualmente, la Escuela de Enfermeras de la “Casa de Salud Valdecilla” contemplaba la formación en Pediatría, pero teniendo en cuenta que la formación en esta Escuela era de tres años ésta materia se impartía en el tercer curso. (Programa de la Escuela de Enfermeras “Casa de Salud Valdecilla” (1929 y 1934).

Durante el período de la II República (1931-1936), la mortalidad infantil seguía siendo un problema de gran magnitud en nuestro país, aunque se habían llevado a cabo numerosos intentos por controlarla, prueba de ello, son los datos relativos a la mortalidad del año 1930 que reflejaba el Ministro de la Gobernación Miguel Maura en la Gaceta de Madrid de 14 de octubre de 1931. En la misma, exponía que aún siendo los más bajos de la historia demográfica española, arrojaban una cifra de ciento diecisiete fallecidos menores de un año por cada mil nacidos vivos, números que duplicaban los de las naciones europeas que tenían un sistema sanitario y médico más avanzado. Con el fin de poner solución a esta situación se crearía la Sección de Higiene Infantil dependiente de la Dirección General de Sanidad, lo que permitiría la instauración de los Institutos Provinciales de Higiene que deberían contar con servicios de higiene infantil, consultas de higiene prenatal, y de higiene escolar.

Además, en este período, bajo la Dirección del Dr. José Mª Diestro, se llevarían a cabo una serie de modificaciones estatutarias en la Escuela Nacional de Puericultura orientándose su función en un triple aspecto, como Escuela Técnica y de orientación profesional; Instituto de Higiene Infantil y Centro de Investigación científica. Un nuevo Decreto de 19 de septiembre de 1935 establecería el Reglamento para la mencionada Escuela, en mismo, se haría referencia a las Visitadoras Puericultoras, en cuya formación se incluían las disciplinas de Eugenesia y Puericultura intrauterina; Puericultura de la primera y segunda infancia, Puericultura Social y laboratorio aplicado a la Puericultura.

Al finalizar la Guerra Civil (1936-1939), la Escuela Nacional de Puericultura se convertiría en una herramienta esencial para la política del nuevo régimen bajo el lema “Al servicio de España y del niño español”. La creación del Seguro Obligatorio de Enfermedad en 1944 contribuyó a las mejoras de la salud infantil gestionando ciento ochenta y cinco consultorios de pediatría-puericultura.(E. Rodríguez Ocaña y E. Perdiguero (2006) “Ciencia y persuasión social en la medicalización de la infancia en España, siglos XIX-XX”. Historia. Ciências, Saúde. Manguinhos. Rio de Janeiro, vol. 13, nº 2, Pp. 313-314). Pero los responsables políticos consideraban que la incultura de las madres en materia de salud y sobre todo de puericultura, eran las principales causas de las enfermedades y las muertes de sus hijos. A través de la Orden ministerial de 16 de junio de 1947 se aprobaría el Reglamento de las Escuelas de Puericultura en el que se contemplaban dos tipos de Grado de enseñanza, para médicos y el femenino, en este último se situaban las enfermeras puericultoras. (Josep Bernabeu Mestre y Encarna Gascón Pérez (1999) Historia de la Enfermería de Salud Pública en España (1860-1977), Universidad de Alicante. Alicante, Pp. 50-53).

Como ya expondríamos con anterioridad, la adhesión de España a la OMS en 1952 conllevaría cambios trascendentales en la política sanitaria en nuestro país, una de ellas, la promulgación de la Ley de Especialidades Médicas en 1955 entre las que se encontraría la Especialidad de Puericultura y Pediatría. En relación a la Enfermería, tras la creación de la titulación de Ayudante Técnico Sanitario por Decreto de 4 de diciembre de 1953, se establecía un Plan de Estudios de tres años de duración, en el tercer curso, se impartirían quince horas de formación en Puericultura e Higiene de la Infancia. Posteriormente, en octubre de 1964, se establecería la Especialidad de Pediatría y Puericultura para Ayudantes Técnicos Sanitarios especificándose que estos estudios tendrán dos años de duración, sólo podrían cursarse en régimen de internado, tendrían un carácter eminentemente práctico, y se formarían en Clínicas de Pediatría.

A través de la Orden de 25 de febrero de 1966, se aprobaría el programa de la Especialidad, y meses después, en mayo de 1966 se iniciaría la Especialidad en la Escuela de ATS femeninos de la Universidad de Sevilla. En 1967, la pondría en marcha la Universidad de Santiago, seguida de la Escuela de A.T.S. femeninos de “Salus Infirmorum” de Cádiz en 1970; la de la Facultad de Medicina de la Universidad de Zaragoza en 1971; la Cruz Roja de Madrid en 1972. A lo largo del año 1974 se crearía la Especialidad en las Escuelas de Ayudantes Técnicos Sanitarios femeninos de la Facultad de Medicina de Barcelona, la Casa de Santa Cristina y Escuela oficial de Matronas de Madrid, la de la Facultad de Medicina de la U. Complutense de Madrid; en la Clínica Infantil del Niño Jesús de Sabadell, como ampliación a los estudios de ATS “Epione”. En el año 1976, comenzaría a impartirse la Especialidad en las Escuelas de ATS femeninos del Hospital General de la Diputación de Soria y del Hospital General y Clínico de Tenerife de la Universidad de la Laguna. La última Escuela en la que se autoriza la puesta en marcha de la Especialidad de Pediatría y Puericultura es en la de ATS femeninos de la Facultad de Medicina de Córdoba en 1978, un año después de aprobarse la integración de los estudios en la Universidad.

Desde los años cincuenta, hasta los años ochenta, los cuidados de Enfermería a la población infantil se desarrollarían en los centros hospitalarios, dentro de las Unidades Pediátricas de hospitalización, las áreas de Urgencias, y los Cuidados Intensivos Neonatales y Pediátricos. Esta situación no tendría ningún cambio para la Enfermería a pesar de que tras la aprobación de los nuevos estudios universitarios de Diplomado en Enfermería en 1977, en las directrices de su Plan de Estudios se contemplaba la asignatura de materno-infantil en el segundo curso. Pero la verdadera trasformación en el campo asistencial con respecto a la atención a la infancia vendría de la mano de la promulgación de la Ley General de Sanidad de 1986 por la que se crearían en las Áreas Básicas de Salud los Centros de Salud y las Consultas de Enfermería Pediátrica.
FOTO 006 Enfermeras y matronas, Maternidad de San Sebastián 1933

Los nuevos estudios de Diplomado en Enfermería habían dejado en suspenso la Especialidad en Pediatría creada con el Ayudante Técnico Sanitario, abriéndose nuevas expectativas tras la aprobación del Real Decreto de Especialidades de 1987. Sin embargo, este nunca llegó a desarrollarse excepto para la Enfermería Obstétrico- Ginecológica (Matrona). La vieja reivindicación del desarrollo de las Especialidades no sería una realidad hasta casi veintidós años después, el veintidós de abril de 2005, en el mismo, se contempla la Especialidad de Enfermería Pediátrica que finalmente sería una realidad tras su aprobación el diecisiete de junio de 2010.
En el campo docente, la promulgación del Real Decreto de 1999 por el se modificarían los Planes de Estudios de D.U.E. establecería un total de catorce créditos teóricos para la asignatura de Materno-Infantil, en ésta última, deberían tratarse los aspectos relativos al crecimiento y desarrollo del niño sano hasta la adolescencia, alteraciones más frecuentes en esta etapa de la vida, y cuidados de enfermería en las distintas alteraciones de las necesidades del niño. En la actualidad, las directrices generales de los nuevos planes de estudios de Grado en Enfermería, y en concreto entre los créditos de ciencias de la Enfermería, con respecto a la Enfermería Infantil, se especifican las siguientes competencias que el alumno debe alcanzar:

Conocer los aspectos específicos de los cuidados del neonato. Identificar las características de las diferentes etapas de la infancia y la adolescencia y los factores que condicionan el patrón normal de crecimiento y desarrollo. Conocer los problemas de salud más frecuentes en la infancia e identificar sus manifestaciones. Analizar los datos de valoración del niño, identificando los problemas de enfermería y las complicaciones que puedan presentarse. Aplicar las técnicas que integren el cuidado de enfermería, estableciendo una relación terapéutica con los niños y los cuidadores. Seleccionar las intervenciones dirigidas al niño sano y enfermo, así como las derivadas de los métodos de diagnóstico y tratamiento. Ser capaz de proporcionar educación para la salud a los padres o cuidadores primarios”.

CONCLUSIÓN
La actual crisis económica mundial está obligando a los distintos gobiernos a reajustar sus políticas y tratar de frenar los terribles efectos de la misma en todos los ámbitos de la sociedad. El mundo se enfrenta ahora a la ruptura de los esquemas que durante décadas resultaron válidos, pero que en la actualidad se muestran ineficaces ante la nueva realidad. Los profesionales de la Enfermería conscientes de estos cambios y de su responsabilidad en el cuidado de la salud, entendiendo ésta como algo más complejo que el acceso a los servicios de salud, celebran este Día Internacional de Enfermería bajo el lema “Resolver la desigualdad: aumentar el acceso a la equidad”. La mortalidad infantil sigue siendo un problema de gran magnitud en algunas zonas como en Asia cuyas cifras alcanzan el 46%, en Porto Alegre, Brasil, en 1980, se constató que la mortalidad infantil en las familias pobres era el doble que en las ricas, en China, donde la relación rural-urbana de la prevalencia de niños de menos de cinco años con escasez de peso es de 4,5 a 1 y en las regiones en desarrollo, la prevalencia de escasez de peso en los niños menores de cinco años es mayor en las familias pobres.

La Enfermería Pediátrica seguirá trabajando por la salud infantil, tanto en el área especializada como en Atención Primaria, por la promoción, la prevención y la educación sanitaria, ante las desviaciones de salud, o ayudando a los propios niños, a los adolescentes y sus familias a enfrentarse a las distintas situaciones, incluso las más difíciles, como la pérdida de la vida. Los cuidados de Enfermería Pediátrica deben dirigirse especialmente al control de la obesidad o los problemas de salud mental que sufren un 10% de la población infantil como los trastornos de déficit de atención con hiperactividad (TDAH), o los síntomas depresivos. En Estados Unidos, entre el 10 y el 15% de los niños y adolescentes sufren algún tipo de síntoma depresivo y, a nivel europeo, se estima que un 14% de la población tiene algún tipo de síntoma depresivo a lo largo de su vida. (Juan Riera Roca (2010) “El Instituto de Salud Mental Infantil y Juvenil a cerca de la psiquiatría a los niños”. Salud i Força, Periódico de divulgación sanitaria independiente de las Islas Baleares. Disponible en: http://www.salut.org/post/88622) y (Juan Carlos Álvarez Ruiz et al. (2008). Los problemas de salud infantil. Tendencias en los países desarrollados. Esplugues de Llobregat: Hospital Sant Joan de Déu).

Sin duda, hemos hecho un largo recorrido de un siglo marcado por rápidos e innumerables cambios desde que Florence Nightingale sentara las bases de la moderna Enfermería. A pesar todas las circunstancias que han concurrido, la profesión enfermera en España aborda el futuro con ilusión y esperanza, nunca como ahora el reto está en nuestras manos, contamos con todas los instrumentos para este siglo XXI sea el de la consolidación, después de todo, y como dijo Nightingale:

Lo importante no es lo que nos hace el destino sino lo que nosotros hacemos con él

AUTORES
Jesús Rubio Pilarte

Enfermero y sociólogo. Profesor de la E. U. de Enfermería de Donostia. EHU/UPV
Miembro no numerario de La RSBAP
jrubiop20@enfermundi.com

Manuel Solórzano Sánchez
Enfermero Servicio de Oftalmología
Hospital Donostia de San Sebastián. Osakidetza /SVS
Vocal del País Vasco de la SEEOF
Miembro de Eusko Ikaskuntza
Miembro de la Sociedad Vasca de Cuidados Paliativos
Miembro Comité de Redacción de la Revista Ética de los Cuidados
M. Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería
Miembro no numerario de La RSBAP
masolorzano@telefonica.net

sábado, 9 de julio de 2011

ENFERMERIA AVANZA CUMPLE 4 AÑOS

Era Julio de 2007 cuando empezábamos la andadura de este blog ENFERMERÍA AVANZA, y tras 4 años de trabajo, tanto en el blog como en el foro, seguimos con ganas de dar mucha más guerra.


!!FELICIDADES A TODOS!!