sábado, 30 de marzo de 2019

LAS HERMANITAS DE LA ASUNCIÓN ENFERMERAS DE LOS POBRES A DOMICILIO 1929


ENFERMERAS DE LOS POBRES

ADVENIAT REGNUM TUUM    QUÉ VENGA TU REINO

FOTO 1 Portada del librito Las Hermanitas de la Asunción. Enfermeras de los pobres a domicilio. Imprenta Nerecan. Avenida de España nº 21. San Sebastián. 12 de enero de 1929

Origen
La Congregación de las Hermanitas de la Asunción, cuya Casa Madre está en París, 57 rue Violet (15ª) tuvo por fundador, en 1865, al Siervo de Dios, Padre Esteban Pernet.

Nació Esteban Pernet en 1824 en Vellexon (Haute-Saône), en Francia y fue uno de los discípulos predilectos de entre los primeros que tuvo el Padre Manuel d´Alzon, fundador de los Agustinos de la Asunción y desempeñó en esta Congregación el cargo de Asistente General.

Murió en París, en 1889, en olor de santidad. El proceso apostólico para la introducción de la causa de su beatificación se está tramitando en la Sagrada Congregación de Ritos.

Para la fundación de su Obra encontró al Siervo de Dios una eficaz colaboradora en la persona de la señorita Antonia Fage que fue luego la primera Superiora General de “Las Hermanitas de la Asunción, Enfermeras de los pobres” con el nombre de Madre María de Jesús.

Nacida en París, pasó su vida toda en aquella capital y murió allí mismo en 1883 dejando fama tanto de verdadera y sólida santidad, como de un especial atractivo que ejercía sobre las almas. “Últimamente se ha introducido también el proceso para la causa de su beatificación”.

De muy atrás venía la Providencia preparando con esmero a esas dos almas para la delicada misión de Fundadores. Así es que el Padre Pernet, que se ordenó en 1857, aunque estaba dedicado a la educación de la juventud en el Colegio de Niños, le sobraba tiempo para ocuparse de obras de caridad a favor de los obreros. Luego, al venir a París, encontró ante sí más ancho campo para desplegar su celo y se entregó de lleno a seguir los instintos de su corazón que le atraían hacia los pobres y los desheredados de la vida.

Cada día, al visitar los barrios obreros, pudo ver de cerca y palpar no tan solo la miseria material del pueblo, sino también y sobre todo sus llagas morales y religiosas y el abandono en que se encontraban en sus enfermedades.

Hondamente conmovido a la vista de esos sufrimientos que tantas veces exacerban los espíritus propensos a revolverse contra Dios y la sociedad, le vino al Siervo de Dios la idea de fundar una obra para socorrer a las familias obreras pobres de las grandes poblaciones.

La hora de Dios para la creación de esta obra se avecinaba…

Un día, celebrando el Siervo de Dios devotamente el Santo Sacrificio de la Misa, en el momento de la consagración de la Hostia sintíose de repente penetrado por el Espíritu divino iluminado con una luz muy clara sobre su misión: lograr que entrara en casa del obrero pobre y enfermo una Hermanita que cuidando al cuerpo irradiaría al propio tiempo en esos hogares desolados el sol bienhechor de la caridad de Cristo y contribuiría así a la regeneración cristiana de la familia obrera.

El lema de la nueva Congregación sería el de la Asunción su propia familia religiosa: Adveniat regnum tuum, vocación de “Enfermera de los pobres”, fundada en 1865.

Entonces dispuso la Divina Providencia que conociera a una señorita muy piadosa que se ocupaba también hacía años de varias obras de caridad especialmente de un orfelinato y se llamaba Antonia Fage.

Un detalle de interés que prueba la intervención divina en esta fundación es que Antonia Fage no sintió de pronto ningún atractivo para la vocación de Enfermera de los pobres, inspirándole, al contrario, una indecible repugnancia.

Sin embargo respondió a las propuestas del Siervo de Dios, cuando ya fue su confesor, poniéndose totalmente a su disposición y Dios Nuestro Señor, nunca remiso en premiar, no tardó en pagar su heroica docilidad librándola de toda duda sobre su vocación y dándole además el don de atraer a un sin número de almas y caldearlas de entusiasmo por aquella misión toda de amor y caridad: Ser la Enfermera de los pobres.

A la obra nueva, como sucede con toda obra de Dios, no le faltaron las pruebas, ni los obstáculos de todo género; nada le faltó: ni las calumnias de los enemigos, ni las críticas injustas, y que llegan más al alma, de los amigos…

FOTO 2 Contraportada del librito de Las Hermanitas de la Asunción. Enfermeras de los pobres a domicilio. Imprenta Nerecan. Avenida de España nº 21. San Sebastián. 12 de enero de 1929

Pero ambos Fundadores habían puesto en Dios solo toda su confianza y abrasados de celos por la gloria divina y la salvación de las almas fueron adelante, pusieron los cimientos de la nueva congregación a la cual, con delicada humildad y amor filial hacia la Madre de Dios, llamaron a la Congregación de las Hermanitas de la Asunción.

Decidieron que la Hermanita cuidaría sólo a los enfermos pobres “de balde, siempre de balde”, contando con la Providencia para proveer a su sustento.

Desde un principio dio la obra maravillosos resultados, prueba de que responde de lleno a una necesidad urgente en esta época de grandes aglomeraciones obreras sobre todo en nuestras populosas ciudades.

Otra prueba fehaciente de que Dios bendecía la Obra fue su rápido desarrollo, no solamente en París y sus suburbios, sino en toda Francia, en varios países de Europa y hasta allende los mares.

Tiene en efecto casas en Bélgica, Inglaterra, Irlanda, Italia, España, África, los Estados Unidos y en la América del Sur.

En Francia, además de la Casa Madre, tiene la Obra 37 casas: en Lyon, Marsella, Saint-Etienne, Lille, Amiens, Brest, Reims, Nevers, Clermont, Bourges, etc., y 11 casas en París y sus arrabales.

El Espíritu: “Alma de Carmelita y corazón de Misionera
La de las Hermanitas de la Asunción es una Congregación de votos simples de derecho pontificio. Las instituciones de derecho pontificio dependen de un modo inmediato y exclusivo de la Sede Apostólica en cuanto al régimen interno y a la disciplina. Se contraponen a las de derecho diocesano.

En 1901 aprobó el Papa León XIII definitivamente sus constituciones. Y sus sucesores en el solio pontificio, especialmente el Papa Pío X, de santa memoria, no han escatimado sus elogios ni han dejado de animar a las Hermanitas en el desempeño de su magnífico apostolado enfermero.

La Congregación tiene una Superiora General que la gobierna asesorada por seis asistentes.

Da una sólida formación a sus miembros: el postulado dura de 6 a 9 meses y el noviciado dos años.

Para una misión tan delicada como lo es la de Hermanita de la Asunción hacen falta almas de temple fraguadas en el amor de Dios y la práctica de las virtudes sobre todo de la divina caridad, esa caridad que según palabras del Apóstol se hace toda para todos… mezcla de humildad, de paciencia, de dulzura, de condescendencia, de fuerza, de valor, de santa osadía gracias a la cual la Hermanita desempeña con la sonrisa en los labios y el corazón alegre los, a veces repugnantes pero siempre meritorios y santificantes, quehaceres de enfermeras de los pobres miserables.

Con razón decía el Santo Fundador que sus religiosas habían de tener “alma de Carmelita y corazón de Misionera”, queriendo dar a entender que las Hermanitas de la Asunción debían de reunir una vida extremadamente activa con una vida interior intensa y no sobrepujada por las Contemplativas.

En junio de 1864 en la calle Vaneau se reúnen el Padre Pernet con Antonia Fage y las tres primeras Enfermeras profesionales de los pobres. Al año siguiente el 17 de julio se vuelve a reunir Antonia Fage con las primeras tres enfermeras en la calle St. Dominique, formando a las novicias Hermanitas en los cuidados a los enfermos. El tres de mayo de 1871 ante los acontecimientos que se viven en París, durante la guerra y la comuna, las Hermanitas de la Asunción, Enfermeras de los pobres se tienen que ocupar de algunos dispensarios de París.

Del 18 al 25 de agosto de 1876 se realizó la peregrinación nacional de Francia a Lourdes y las Hermanitas de la Asunción, Enfermeras de los pobres son las responsables de la acogida y del cuidado a los enfermos.

Entre junio y noviembre de 1880 fueron expulsados de Francia todos los religiosos y religiosas; entre ellos los Padres Asuncionistas y las religiosas Asuncionistas. En la primera guerra mundial, las Hermanitas de la Asunción, Enfermeras de los pobres organizaron y atendieron las ambulancias en muchas ciudades de Francia.

FOTO 3 Refectorio de Port-Royal des Champs. Grabado publicado por Port-Royal en el siglo XVII. Biblioteca Nacional de Francia

Para alimentar y reavivar continuamente esa vida de honda fe y continuo sacrificio, quiso que tuvieran 8 horas del día dedicados a ejercicios espirituales: Santa Misa, rezo en el coro del Oficio parvo, meditación por la mañana y por la tarde, dos ratos de lectura espiritual, rosario, examen particular y general y que cada noche antes de ir a descansar se reunieran las Hermanitas en la capilla para cantar la Salve en obsequio a María Socorro de Cristianos y refugio de pecadores.

Convencidas además de la impresión saludable que ejercen sobre las almas las hermosas ceremonias litúrgicas, procuran las Hermanitas dar el mayor realce a la liturgia romana y celebran con todo el fausto que les es posible las fiestas de la Iglesia.

Apostolado Especial: “La Regeneración cristiana de la familia obrera
Provista de una sólida formación tanto religiosa como técnica para la Asistencia y el Cuidado de los enfermos, pertrechada contra los peligros y escándalos de un mundo corruptor e incrédulo, sostenida por la gracia de Dios, abrasada de celo para extender por todas partes el Reino de su amor, la Hermanita de la Asunción se lanza a la conquista de las almas que es el blanco y fin de su santa vocación.

Cada vez que la obediencia la envía, va apresuradamente, pero modesta y recogida, arrimando al corazón su gran crucifijo, pasando las cuentas del rosario…, sube a las buhardillas destartaladas, baja a los sótanos húmedos y lóbregos y en todos lados parece el Ángel consolador que envía la Divina Providencia.

Aún allí donde ningún sacerdote se atrevería a presentarse, entra resuelta, la sonrisa en los labios, se acerca a los enfermos de cuerpo y alma, los desviados, los rebeldes, los mal acondicionados, a los desgraciados, a todos aquellos cuyo odio exacerbado por el dolor y la miseria se lo achacan a Dios y a nuestra sociedad egoísta y ávida de goces.

La acogida no es siempre muy amable. Qué más da. La Hermanita no se fija en ello. Sin más preliminares que la señal de la cruz y una breve pero fervorosa oración pone manos a la obra; primero los más urgentes cuidados para el propio enfermo, luego se ocupa de los niños y de la casa.

Ella barre, friega, limpia, arregla, reparte los donativos que otras almas caritativas le han entregado para sus pobres, prepara la comida; en resumidas cuentas hace las veces de la madre ausente o enferma.

Mientras desempeña estas humildes tareas la Hermanita responde, si hay lugar, suavemente pero con firmeza y santa osadía a las objeciones suscitadas contra la Religión, disipa los prejuicios, ilumina los entendimientos, anima a todos haciéndoles caer en la cuenta de que aun en medio de la pruebas de la vida hay siempre en el cielo un Padre que vela sobre nosotros, puesto que precisamente por ese Padre y sin más recompensa humana que la de hacer el bien está ella allí, prodigando sin medida su escondida y ardua labor.

No se puede resistir a la caridad: esa experiencia milenaria de la Iglesia se verifica cada día ante la Hermanita: su dulzura, su paciencia acaban siempre por dominar la ira y el odio obstinado… y ¡qué victorias!... Se cuentan por millares en los Anales de la Congregación; conversiones extraordinarias de pecadores encallecidos en el vicio, bautizos de adultos, matrimonios, Primeras Comuniones tardías, etc., verdadera Leyenda Aurea cuyos relatos llenan de gozo purísimo a las almas generosas enamoradas del apostolado.

Y ¿quién contará los tesoros de méritos acumulados por esas heroicas trabajadoras de Dios Nuestro Señor, ni la indecible alegría que sienten cuando, al volver de sus correrías apostólicas cual abejas diligentes cargadas de su dulce botín, se presentan ante el Divino Samaritano, cuya obra de misericordia continúan en el mundo, y depositan a sus pies las almas vueltas al sendero del bien, conquistadas para su amor…?

FOTO 4 Contraportada del librito de Las Hermanitas de la Asunción. Enfermeras de los pobres a domicilio. Ella barre, friega, limpia, arregla, reparte los donativos que otras almas caritativas le han entregado para sus pobres, prepara la comida; en resumidas cuentas hace las veces de la madre ausente o enferma. Imprenta Nerecan. Avenida de España nº 21. San Sebastián. 12 de enero de 1929

No echarán en olvido ni las Hermanitas de la Asunción, ni sus asociados: Damas Sirvientas del Pobre, Fraternidades, Hijas de Santa Mónica, el elogio que hizo de su labor, el Papa Pío X, de santa memoria, al pronunciar las siguientes palabras:

Haréis una obra hermosa, una obra santa, una obra que quiere Nuestro Señor. Tened valor, alegraos, pues trabajáis, no por los hombres, sino por Dios. Grande será vuestra recompensa en el cielo”.

Roma, fiesta de la Sagrada Familia, 12 de enero de 1929
Monseñor Gastón Vanneufville
Canónigo de Letrán, Protonotario Apostólico (1)

UNA GRAN FAMILIA: “ASUNCIONISTAS”

La familia de la Asunción está formada por 5 Congregaciones religiosas católicas, entre las que nos encontramos con 1 masculina y 4 femeninas, nacidas todas ellas en Francia en el siglo XIX, sus fundadores han mantenido una relación de amistad entre ellos.

De espiritualidad agustiniana, todas comparten un “espíritu de familia” y la misma devisa:
Adveniat Regnum Tuum” – “Qué venga tu Reina”.

Las Religiosas de la Asunción se fundan en 1839. Su Madre fundadora fue, Madre María Eugenia Milleret, que intuye que una Congregación Religiosa puede contribuir a un cambio radical en la sociedad a través de la educación impregnada por los valores y la visión del Reino de Dios. En esta época María Eugenia Milleret conoce al Padre Manuel d´Alzon, comenzando así una amistad admirable (2).

Agustinos de la Asunción, fundado en Nimes (Francia), en 1845 por el Padre Manuel d´Alzon. Trabajan en la extensión del Reino de Jesucristo, centrados especialmente en el campo de la educación de la fe, de los medios de comunicación, de la formación de seglares responsables. Dedican sus fuerzas también en las vocaciones cristianas, especialmente religiosas y sacerdotales, a través de actividades de carácter social y ecuménico (2).

Oblatas de la Asunción, ante la necesidad de una llamada a trabajar en los países balcánicos, el Padre Manuel d´Alzon, funda en 1865 a las Hermanas Oblatas de la Asunción. Enviadas primero a Oriente para trabajar por la unión de los cristianos, pronto de dedicarán a las misiones en el mundo entero. Desde 1883 se asocian estrechamente con Bayard Press. Sus tres líneas principales de acción son: evangelización, trabajo por la unidad de los cristianos y servicio a los más pobres. Al principio, dos religiosas de la Asunción, se dedicaron a la formación de novicias de las Oblatas, mientras que la futura superiora general, Madre Emmanuel María Correnson, se iniciaba en la vida religiosa cerca de la Madre María Eugenia (2).

La Congregación de las Hermanitas de la Asunción, Enfermeras de los pobres, se funda en 1865 y el Padre Esteban Pernet fue su fundador; Asuncionista, que había conocido al Padre Manuel d´Alzon 20 años antes, por mediación de la Madre María Eugenia, funda con Antonia Fage, que posteriormente fue la primera Madre Superiora General de las Hermanitas de la Asunción, con el nombre de Madre María de Jesús, funda las Hermanitas de la Asunción, Enfermeras de los pobres. Al descubrir la miseria de la clase obrera de su época, intuyó una forma de respuesta evangélica: mediante una presencia atenta, a través de gestos sencillos de servicio, ser testigos del amor del Padre entre los pobres con la Asistencia y el Cuidado de los enfermos pobres, los obreros y sus familias. Viviendo en comunidad, tienen la misión de anunciar a Jesucristo entre las familias de la clase obrera (2).

En 1896 el Padre Francisco Picard, Superior general de los Asuncionistas, junto a la Madre Isabelle de Clermont – Tonnerre fundan la quinta familia: las Orantes de la Asunción. Desde los orígenes hay una fraternal ayuda mutua entre las distintas familias, aun cuando cada una conserva su autonomía.

Un mismo espíritu, asumido y transmitido, hace que se reconozcan miembros de una misma familia. Su trabajo apostólico se centra en la contemplación; adhesión a la Iglesia; amor a la Virgen contemplada en su misterio de la Asunción (2).

FOTO 5 Antonia Fage fundadora y primera Madre Superiora General de las Hermanitas de la Asunción, Enfermeras de los pobres, con el nombre de Madre María de Jesús Padre fundador Esteban Pernet, Asuncionista. Librito de Las Hermanitas de la Asunción. Enfermeras de los pobres a domicilio, año 1929

Padre Esteban Pernet y Antonia Fage (Madre María de Jesús)
Las Hermanitas de la Asunción llegaron a San Sebastián el dos de mayo de 1882. Las Hermanas vinieron buscando asilo al ser expulsadas por Francia y San Sebastián les ofrecía un refugio seguro. Estuvieron conviviendo con las Hermanas de la Asunción que habían fundado el Colegio.

La Superiora sor Margarita, sor Catalina, sor Teresa y sor Epifanía, inaugurando el colegio el día 6 de octubre de 1882, con seis alumnas, cinco mediopensionistas y una interna. El Colegio estaba ubicado junto al camino real a Francia (3).

En 1883 la Madre Fundadora vino a San Sebastián para elegir el lugar más apropiado para la nueva construcción, que sobre planos había redactado el arquitecto francés Monsieur Sanson y lo edificarían los arquitectos donostiarras Manuel Echave y Ramón Cortázar. En sus comienzos fue un internado de élite para chicas.

En 1887 se organiza el gran pensionado para alumnas de pago y escuela gratuita para alumnas de barrios obreros.

Durante la IIª República y la guerra civil, el colegio estuvo abierto intermitentemente, hasta que se reabrió definitivamente en Junio de 1937 (3).

Padre Esteban Pernet
Francia conoce, en el siglo XIX, el principio de la industrialización. El desarrollo industrial y económico se realiza en detrimento de la vida humana. La población obrera aumenta en la ciudad. Esta concentración engendra pobreza y miseria.

En esta época nacen varias congregaciones religiosas para ayudar a los pobres. Se forman patronatos enfocados a las obras de caridad y a la educación religiosa de los jóvenes trabajadores.

En esta ciudad, en plena evolución, es donde tiene lugar un encuentro determinante para la fundación de una congregación religiosa con una misión particular “cerca de los pobres y de sus familias”, el encuentro en 1864 de dos personas seducidas por la preocupación de los pobres: Padre Esteban Pernet y Antonia Fage (4).

Esteban Pernet nació el 23 de julio de 1824 en Vellexon, un pequeño pueblo de Franche Comté (al este de Francia), en una familia cristiana, rural y muy modesta. Su padre era obrero agrícola y trabajaba como minero en los altos hornos de las minas de hierro. Su madre Magdeleine Cordelet era partera en el pueblo. Esteban era el segundo de siete hijos de los cuales solo cuatro sobrevivirán (5).

Desde niño, deseaba ser sacerdote. Su padre muere cuando sólo él tiene 14 años. Su personalidad fue modelada por su madre, una mujer sencilla muy querida en su pueblo. A pesar de la situación económica precaria en que vivían, su madre no puso obstáculo a su vocación y Esteban entra al seminario. Tiene una inteligencia viva y un temperamento simple. Después de su primer año de teología, deja el seminario para un tiempo de reflexión; tiene 20 años. Durante 4 años trabaja como preceptor en una escuela (5).

En 1848, como tantos otros jóvenes del medio rural, se ve obligado a emigrar a París para buscar trabajo. Vive las mismas dificultades de todos los que llegan a la gran ciudad, sin experiencia, sin amigos, con la nostalgia de su región. Desamparado, se enferma. Cada día va a “Nuestra Señora de las Victorias” para pedir la luz sobre su vocación. Sigue interrogándose sobre lo que Dios espera de él, hasta piensa en irse a países lejanos en misión (5).

Esteban Pernet era profesor en Nimes con niños de origen burgués y, a la vez se ocupaba de un patronato que agrupaba a 200 jóvenes del mundo obrero. Visita las familias y en ellas descubre “las miserias que el apenas conocía de nombre”. A partir de ese momento es cuando se plantea el camino a seguir, vuelve a la comunidad de los Asuncionistas, recorre los barrios más pobres y visita a los enfermos. Allí encuentra su camino que le conduce a encontrarse con Antonia Fage (4).

Antonia Fage, cambia de nombre Madre María de Jesús
Antonia Fage nace en París en 1824. Creció en pleno ambiente obrero parisino. Su madre era lencera. Huérfana a la edad de 13 años, fueron los vecinos quienes cuidaron de ella. Antonia trabajo en un taller de confección, no recibió educación cristiana; pero escucho la Palabra de Dios en la Iglesia. Dios “le habla a su corazón” (4 y 5).

Hacia los 18 años descubre la fuerza de la fe viva. Forma parte de las obras de caridad con la preocupación constante de la miseria que le rodea. En 1861, Antonia tiene 37 años y acepta dirigir un orfelinato de chicas, entrando en la Orden Tercera dominicana; pese a su débil apariencia es alegre y entusiasta (4).

La pobreza no me da miedo, no temo que la Providencia nos abandone”.

FOTO 6 En África. Última página del librito Las Hermanitas de la Asunción. Enfermeras de los pobres a domicilio. Imprenta Nerecan. Avenida de España nº 21. San Sebastián. 12 de enero de 1929

En 1864 se cruzan los caminos de Antonia Fage y Esteban Pernet. Se siente atraído por “su simplicidad, su franqueza, su generosidad en lo tocante a la gloria de Dios y al apostolado”.

Ha encontrado lo que buscaba: “una mujer y una mujer religiosa”.

Le pide que se ponga a la cabeza de un grupo de tres enfermeras. Ellas cuidarían gratuitamente a los enfermos y de esta manera trabajarían por la extensión del Reino de Dios entre los pobres.

En 1865 la intuición del Padre Esteban se consolida y empiezan a trabajar en los proyectos que les llevarían a la fundación de “Las Hermanitas de la Asunción, Enfermeras de los pobres”. Antonia, acepta este nuevo trabajo encantada: “Me siento con valor, con la gracia de Dios, para luchar y sufrir, aun si debo morir”.

Después de un tiempo de formación a la vida religiosa, se instala con sus nuevas compañeras en la calle San Dominico en París, en un barrio obrero elegido “por el número incalculable de pobres que en él viven” (4 y 5).

Bibliografía
1.- Las Hermanitas de la Asunción. Enfermeras de los pobres a domicilio. Imprenta Nerecan. Avenida de España nº 21 (Hoy en día, Avenida de la Libertad). San Sebastián. 12 de enero de 1929
2.- Asuncionistas: Una gran familia
3.- Historia de las Hermanas de la Asunción en San Sebastián
4.- Un encuentro y una misión
5.- Esteban Pernet, su vocación

AUTOR:
Manuel Solórzano Sánchez
Graduado en Enfermería. Servicio de Traumatología. Hospital Universitario Donostia de San Sebastián. OSI- Donostialdea. Osakidetza- Servicio Vasco de Salud
Insignia de Oro de la Sociedad Española de Enfermería Oftalmológica 2010. SEEOF
Miembro de Enfermería Avanza
Miembro de Eusko Ikaskuntza / Sociedad de Estudios Vascos
Miembro de la Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería
Miembro de la Red Cubana de Historia de la Enfermería
Miembro Consultivo de la Asociación Histórico Filosófica del Cuidado y la Enfermería en México AHFICEN, A.C.
Miembro no numerario de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País. (RSBAP)
Académico de número de la Academia de Ciencias de Enfermería de Bizkaia – Bizkaiko Erizaintza Zientzien Akademia. ACEB - BEZA