lunes, 31 de mayo de 2010

UN SIGLO DE LA GOTA DE LECHE LOGROÑO

El libro está realizado por Mª Inmaculada Cerrillo Rubio, doctora en Historia del Arte por la Universidad Autónoma de Madrid y Profesora de Artes Plásticas y Diseño, especialidad Historia del Arte. Investigadora agregada del Instituto de Estudios Riojanos. Ha desarrollado su labor docente en la Universidad de León y en las Escuelas de Arte de Logroño. Roberto Germán Fandiño Pérez, doctor en Historia Contemporánea por la Universidad de Zaragoza e investigador agregado del Instituto de Estudios Riojanos. Y por último mi amigo Francisco Javier Iruzubieta Barragán, Licenciado en Humanidades y D.E.A. por la Universidad de La Rioja y Diplomado Universitario en Enfermería por la Universidad de Zaragoza. En la actualidad es investigador agregado del Instituto de Estudios Riojanos y Profesor de la Escuela Universitaria de Enfermería del Servicio Riojano de Salud, adscrita a la Universidad de La Rioja. Su actividad investigadora se ha centrado en la historia de la salud y de los sistemas sanitarios, está en la fase final de su tesis doctoral que estudia la atención social y sanitaria municipal de Logroño en el siglo XX. Es autor de diversas publicaciones y artículos y ha colaborado en varias obras colectivas. Entre sus publicaciones destaca “La Casa de Socorro de Logroño, 1923-1936: origen y desarrollo” y su último artículo en la revista Berceo” La pandemia gripal de 1918 en la ciudad de Logroño”.
FOTO 001 Portada del libro
Consta de 185 páginas y está distribuido además del prólogo, de la primera parte El edificio: de Laboratorio Municipal a Gota de Leche (Mª Inmaculada Cerrillo Rubio), la segunda parte Los Usos del edificio: la sanidad (Francisco Javier Iruzubieta Barragán), y la tercera parte Los protagonistas: jóvenes en la historia de una ciudad (1923-1989) (Roberto Germán Fandiño Pérez). Esta editado por el Ayuntamiento de Logroño, el Instituto de Estudios Riojanos y por el Gobierno de La Rioja.
FOTO 002 Rafael Enseñat. Vacunación y entrega de leche a los niños logroñeses
Haré un pequeño resumen de la segunda parte sobre todo de La Sanidad. El siglo XIX fue el marco temporal de unos cambios ideológicos que fueron fructificando, bien entrado el siglo XX, en una organización sanitaria y benéfica reflejo de los avances científicos del momento. Las estructuras sanitarias del XIX son prácticamente inexistentes, y las asociaciones benéfico-sanitarias carecen de la necesaria continuidad y están encauzadas a solventar problemas o crisis puntuales, el Estado actúa “cuando la mortalidad epidémica es asoladora; cuando hay que sacar a los muertos de las ciudades y poblados”.

El concepto de beneficencia en la España del último tercio del siglo XIX se podría definir como el conjunto de prestaciones, entendiendo éstas como la asistencia médica, ayuda alimentaria y otras, que el Estado y los particulares debían a aquellos económicamente incapaces de procurársela. La asistencia sanitaria era deplorable, especialmente si de las clases más desfavorecidas se trataba, podríamos hablar de una asistencia de primera para los ricos y de tercera para los pobres. La asistencia sanitaria benéfica era considerada una gracia que se concedía a los menesterosos dentro de un panorama asistencial en el que la falta de infraestructuras y la inexistencia de una mínima política sanitaria estaban condicionadas por la corrupción y la inmoralidad que caracterizaba a la Restauración.
FOTO 003 Rafael Enseñat. Aula de niñas de la Junta de Protección de menores a la hora de la merienda
El higienismo en Europa y en España se va configurando como una corriente, como un proyecto científico, político y social y alumbrando un pensamiento que se explica en un desarrollo legislativo que configura la génesis de instituciones o estructuras benéfico-sanitarias municipales o provinciales que se inician en las primeras décadas del siglo XX en Logroño (Gota de leche, Casa de Socorro, Asistencia Pública Domiciliaria, etc.).

Las condiciones higiénicas en las que se encontraba la ciudad eran propicias para la propagación de enfermedades infecciosas que encontraban un caldo de cultivo ideal en las deficientes condiciones higiénicas de la urbe. Varios son los ejemplos de brotes epidémicos, pero sobre todo el de 1906 de viruela.

El Alcalde promulga en el mes de junio del mismo año el siguiente BANDO:

HAGO SABER: Que viniendo observando que los pocos casos de viruela que se registran recaen en individuos no vacunados, para prevenir el contagio y desterrar tan perniciosa dolencia, se recuerda al vecindario la obligación impuesta por la ley, de vacunarse y revacunarse todo individuo desde la primera infancia hasta la edad de 20 años, advirtiendo que, el que por incuria deje de practicar la vacunación, será castigado con arreglo a lo que dispone el artículo 396, caso 3º del Código Penal y otras disposiciones recientes sobre la viruela.

La Alcaldía, en cumplimiento de lo que las leyes ordenan, e interesada en la salud de sus administrados, además de las grandes medidas profilácticas que se vienen practicando, y otras que se tomarán, si, por desgracia tomase incremento la epidemia variolosa, ha dispuesto lo siguiente:

1º En los días 28, 29 y 30 del corriente, de siete a nueve de la mañana se vacunará directamente de la ternera en el Instituto Higiénico de la calle de los Baños, a cuantos voluntariamente se presenten o lleven una papeleta que se facilitará en la Secretaría Municipal desde hoy y días sucesivos durante las horas de oficina.
FOTO 004 Investigación de las causas y efectos de la vacuna antivariólica
2º Cuándo en una casa ocurra un caso de viruela, los dependientes de mi autoridad exigirán a todos sus moradores el certificado de estar vacunados o revacunados, imponiendo la multa correspondiente a los que no presentaron el certificado. Los médicos de las respectivas familias facilitarán gratis a sus clientes estos certificados extendidos en papel sencillo según lo dispone el Real Decreto sobre viruela de 13 de enero de 1903.

3º Los dueños, administradores o encargados de fincas urbanas procederán sin demora a la limpieza de patios, cuadras, establos y locales insalubres y al blanqueo de habitaciones, especialmente bohardillas, desvanes, sitios bajos y en general de todas aquellas viviendas ocupadas proletarios y menesterosos. Los contraventores a esta disposición serán multados por infringir el artículo 837 de las Ordenanzas Municipales. La Comisión Municipal de Sanidad girará visitas domiciliarias para comprobar el cumplimiento de esta disposición.

4º Queda prohibida en las viviendas la cría de gallinas, pavos, conejos y otros animales domésticos, a menos que los locales reúnan las condiciones que señala el artículo 916 de las referidas Ordenanzas.

5º Así mismo se recuerda a los dueños y administradores de casas, la obligación de dar parte a la Inspección de Higiene de los cuartos desalquilados para proceder a la desinfección antes de ser ocupados por el nuevo inquilino, según así lo previene el artículo 13 del Real Decreto de 31 de octubre de 1901, estando dispuesto a proceder contra los que faltaren a esta obligación con el rigor que prescribe el artículo 16 del mismo Real Decreto.

6º Todos los vecinos, sin necesidad de dar nombres, están autorizados “Y LA ALCALDÍA AGRADECERÁ” para denunciar de palabra o por escrito ante la Autoridad Municipal, a sus dependientes o a la Inspección de Higiene, cuántas faltas observen en perjuicio de la salud pública, por la que todos estamos igualmente interesados.

LO QUE SE HACE PÚBLICO POR NEDIO DE ESTE BANDO, A LOS EFECTOS DE LA HIGIENE Y SALUBRIDAD DEL VECINDARIO
LOGROÑO, 27 de junio de 1906”

FOTO 005 Placa de cerámica de Talavera a la entrada del edificio de La Gota de Leche de Gijón. Fue mandada colocar por el doctor Avelino González en 1927
Ante la preocupación por la situación higiénica de la ciudad, también se refleja en el Reglamento de Higiene de la Capital y la Provincia de 1915. En el informe establecía la situación de las enfermedades infecciosas como la viruela, el sarampión y la escarlatina de las que se habían producido brotes epidémicos en los últimos meses, así mismo, destacaba casos aislados de fiebre tifoidea, difteria y tuberculosis. Se califica de forma muy dura la presencia de casos de viruela, “es vergonzosa su existencia para un pueblo culto”, teniendo en cuenta que la vacunación era una forma efectiva de control de esta enfermedad, y se insiste en el cumplimiento del R.D. de 1903 sobre el control de enfermedades infecciosas:

“… castigando con mano dura a quien no declare el caso de viruela que a su conocimiento llegue (dueño de la casa, médico, practicante, etc.) a quien la padezca sin haber sido vacunado o revacunado (si es mayor de 10 años); a quien quebrante el aislamiento antes de la caída de costras y de tomar los baños antisépticos; a quien oculte ropas del enfermo para no ser desinfectadas; a quien después de hacer esto, no las lave en los sitios que manden las ordenanzas municipales, …”
FOTO 006 Viruela
Esta preocupación se expresa también con respecto a otros problemas de tipo infeccioso:

“… dé las órdenes oportunas para que en las escuelas de uno y otro sexo no se admitan niños que sufran catarro ocular, nasal y laríngeo; precursor del sarampión; o bien angina o molestias al deglutir síntomas premonitorios de escarlatina; así como que se rechace todo niño que habiendo sufrido estas enfermedades no presente certificado del médico que le ha asistido expresando que tomó baños antisépticos una vez curado, y que su asistencia a la escuela no implica riesgo alguno de contagio para los demás alumnos …”

Por otra parte se insta al ayuntamiento a establecer medidas que eviten situaciones de insalubridad en las viviendas de las personas necesitadas de la ciudad:

Y como el hacinamiento es causa de reproducción de enfermedades infecciosas y de focos constantes y las habitaciones de la gente menesterosa son en Logroño el ideal de moradas de antihigiénicas, según hemos podido comprobar por razón de cargo, rogamos a V.E. que, además de lo que precede, haga presente este punto al Excelentísimo Ayuntamiento para que atienda en lo que sea posible no solo a obligar a los propietarios a corregir los males actuales de esas habitaciones, sino a pensar tal corporación en construcciones de casas para la clase de personas a que nos referimos”.

Otro aspecto destacable en la infancia era el papel protector que jugaba la lactancia materna en algunos procesos infecciosos. Está lactancia además de alimentar, proporcionaba protección al lactante al reforzar el sistema inmunológico de éste gracias a la transferencia de anticuerpos con la leche materna. Este hecho podría explicar la mayor incidencia de procesos como el sarampión, escarlatina, paperas o difteria que triplicaban o incluso, cuadriplicaban las causas de muerte en el grupo de niños de uno a cuatro años frente a los menores de un año.
FOTO 007 Portada de la cartilla higiénica
La lactancia ejercía un papel preventivo ante muchas enfermedades infecciosas, siendo especialmente crítico el momento del destete y la introducción de una alimentación suplementaria, muchas veces al margen de las más elementales normas de higiene alimentaria, desencadenando graves procesos diarreicos y enteritis en los dos primeros años de vida. Existía una clara toma de conciencia del problema como refleja la memoria del médico Emilio Casas y Arriola, premiada por la Academia de Higiene de Cataluña en 1896. Las conclusiones a las que llega Emilio de la higiene y la lactancia son: la importancia de la lactancia materna como opción más adecuada en la alimentación de los más pequeños y plantea otras alternativas cuando la situación de enfermedad o de incapacidad de la madre para amamantar a su hijo la hiciesen inviable. Describe la lactancia mercenaria por medio de una nodriza, siempre que puede ejercerse un seguimiento sobre el cumplimiento de su cometido, la lactancia con leche de cabra y la lactancia con biberón:

“La lactancia por biberón, efectuada con las reglas higiénicas convenientes y escrupulosa asepsis del instrumento, sustituye muy bien la lactancia natural”.

Las “gotas de leche” se plantearon desde su inicio como la piedra angular sobre la que pivotaban una serie de acciones que iban mucho más allá que del simple, pero no menos importante, suministro lácteo. En la Goute de lait de Fécamp se desplegaba una destacada acción de educación sanitaria informando sobre el modo de alimentar en los primeros años de vida, se impulsaba la lactancia materna como el mejor modo de alimentación y, en el caso de que esta última no fuera posible o suficiente, se facilitaban alternativas con leche de vaca maternizada. Junto con estas acciones que podríamos denominar alimenticias, se propugnaba un control semanal en el que, junto con un control médico, se evaluaba la evolución de la talla y el peso de los niños. La vocación de esta primera gota de leche era claramente social, impregnada de un carácter universal con especial atención a las clases más desfavorecidas.
FOTO 008 La Gota de Leche de San Sebastián
Las condiciones que debían reunir las mujeres aspirantes a nodrizas eran:
el tener una salud contrastada, que fueran mujeres robustas, jóvenes, madres de más de un hijo y de menos de seis para garantizar la riqueza de la leche, que no hubiese abortado, que sus seños fueran anchos y de pezones prominentes, que no tuvieran mal olor de aliento y que sus propios hijos hubiesen sido concebidos dentro de un matrimonio legítimo y cristiano”, según lo publicaba José Ignacio de Arana Amurrio en su libro Historias curiosas de la Medicina.

Según la Ley de Roussel en Francia, en su artículo 1º decía:
Todo niño de menos de dos años, colocado en nodriza mediante salario, o para destetarlo o cuidarlo fuera del domicilio de sus padres, es, por este solo hecho, objeto de una vigilancia de la Autoridad Pública que tiene por fin proteger su vida y su salud”.

Estos problemas se aprecian en Logroño como lo refleja un informe de la Junta Provincial de Protección a la Infancia redactado en 1921:
“(…) hemos de citar una de las amas llamada J. S., esposa de B. R., que tiene a la niña A. S. de 14 meses y por no tener ella leche, cría a la niña con leche de cabra o vaca. La niña tiene 1.200 gramos menos del peso correspondiente. Hacemos gracia de otros casos, como muestra basta un botón, y al citar este caso nuestro propósito no es otro que el señalar la necesidad de que se efectúen unas revisiones periódicas a las amas por un médico cuando vengan a cobrar sus premios trimestrales”.
FOTO 009 Boceto de Daniel Zuloaga para la realización del mural de la institución segoviana La Gota de Leche, hacia 1913
El avance que se produce en relación al higienismo de los lactantes logroñeses queda patente en la cartilla higiénica publicada por Cayetano Melguizo, médico titular del Excelentísimo Ayuntamiento de Logroño 1913.

La Gota de Leche acompañó a lo largo del siglo XX el devenir de la población logroñesa. Sin duda fue una aportación altamente beneficiosa por cuanto supuso un cambio radical en la atención de los lactantes de Logroño que veían vigilada su salud y completada su alimentación desde una institución municipal. Si bien en un primer momento los beneficiados eran los ciudadanos más desprotegidos, prácticamente desde sus inicios llegaron a gran parte de la población que no podía atender adecuadamente la alimentación de sus hijos bien por razones laborales (madres trabajadoras) o por enfermedad de las progenitoras.

Esta institución se sumó a las distintas mejoras sociales y sanitarias que se incorporaron en el siglo XX al servicio de la ciudadanía e impulsó de forma positiva la salud de los más pequeños. Su contribución al control de las enfermedades digestivas, fundamentalmente los procesos diarreicos, que azotaron de forma muy virulenta en las primeras décadas del siglo y que se expresaba con elevadas tasas de mortalidad muy especialmente en el primer año de vida.

El análisis de las listas de pobres, desde 1891, año de aprobación del Reglamento para la Asistencia Facultativa de los Enfermos Pobres hasta los años setenta del siglo XX, nos permite visualizar la evolución de la magnitud de las necesidades de la población más desfavorecida de la ciudad. Los recursos humanos que desde el Ayuntamiento se dedicaban a la asistencia sanitaria de los pobres en 1891 eran de tres médicos que atendían a 300 familias pobres, un farmacéutico que atendía a 1027 familias pobres y dos veterinarios que realizaban labores de inspección de carnes. Esta situación de plantilla no varía hasta 1896, momento en el que se incorporan dos farmacéuticos con los que la asistencia de las familias pobres se repartiría entre los tres a 342 cada uno.

Hasta 1902 no se incorporan “practicantes” a esta labor asistencial de los pobres de la ciudad, formando la plantilla tantos como médicos existían y con la responsabilidad asistencial del mismo número de familias que los médicos tenían asignadas. En los siguientes años se produce un progresivo ajuste de plantilla de acuerdo con las necesidades de los habitantes censados como pobres, en 1916 nos encontraremos con esta relación:
FOTO 010 Relación de sanitarios, familias pobres atendidas y salario percibido, 1916
En cualquier caso la presión asistencial era alta debido a un excesivo número de familias inscritas en la lista de pobres para la asistencia médica y suministro gratuito de medicamentos. Esta situación parece estar en el ánimo de la Comisión de Beneficencia y Sanidad que plantea mejorar el servicio descargando el trabajo de los médicos, para ello establece la necesidad de revisar la lista y estudiar con detenimiento los informes de solicitud que presentaban las familias.
FOTO 011 Alteraciones en la nutrición de los lactantes y total de niños atendidos en el Dispensario de Higiene Infantil de Logroño (1967-1974)

La Gota de Leche estaba sometida a la vigilancia de la Junta de Protección a la Infancia Municipal.

Capítulo XVIII: Asistencia domiciliaria de los enfermos pobres y la especialidad higiene de la infancia y de las embarazadas o paridas pobres

Artículo 514. El inspector municipal de sanidad tendrá bajo su dependencia, el personal adscrito a los servicios municipales de sanidad y beneficencia y presidirá la comisión de señoras agregada a la junta de sanidad para la acción complementaria de la vigilancia de la asistencia domiciliaria a enfermos pobres, propaganda de la higiene durante la lactancia, higiene de párvulos, protección de las embarazadas y paridas pobres y demás cuidados análogos.
FOTO 012 La Gota de Leche de Albacete
Capítulo XIX: Vigilancia higiénica de hospitales, asilos y otros establecimientos benéficos municipales o particulares.

Artículo 518. La Gota de Leche y las casas cunas del Niño Jesús, municipales y de Santa Rosa, de beneficencia particular, sin perjuicio del reglamento por que se rigen, quedan sujetas a la vigilancia de la Junta de Protección a la Infancia Municipal de este mismo ramo”.

AGRADECIMIENTOS
Mª Inmaculada Cerrillo Rubio

Roberto Germán Fandiño Pérez
Francisco Javier Iruzubieta Barragán
Ayuntamiento de Logroño
Instituto de Estudios Riojanos
Gobierno de La Rioja

FOTOS
Escaneadas del propio libro, y de Internet

Manuel Solórzano Sánchez
Enfermero Servicio de Oftalmología
Hospital Donostia de San Sebastián. Osakidetza /SVS
Director de la Revista de la Sociedad Española de Enfermería Oftalmológica
Vocal del País Vasco de la Sociedad Española de Enfermería Oftalmológica
Miembro de Eusko Ikaskuntza
Miembro de la Sociedad Vasca de Cuidados Paliativos
Miembro del Comité de Redacción de la Revista Ética de los Cuidados
Miembro de la Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería
masolorzano@telefonica.net

martes, 25 de mayo de 2010

VII Jornadas Gallegas de Enfermería Nefrológica

El próximo 28 de mayo de 2010, se celebra en el Auditorio de la Casa de Cultufra de Burela, las "VII JORNADAS GALLEGAS DE ENFERMERÍA NEFROLÓGICA", bajo el lema "Avanzando en el conocimiento de la enfermedad renal".

La organización ha preparado un programa científico que nos ofrece un espacio de reflexión y debate sobre el papel de la enfermería en nefrología y en el que también tendrán cabida diversas experiencias profesionales en forma de comunicaciones científicas y posters.

Está solicitada su acreditación por el Sistema Acreditador de la Formación Continuada de la Comunidad Autónoma de Galicia.


Os animamos a que todos los interesados podais asistir.

Para más información "pincha" en los siguientes enlaces:

PROGRAMA

BOLETÍN de INSRIPCIÓN



domingo, 23 de mayo de 2010

CATÁLOGO DE PUBLICACIONES ENFERMERAS 1864 1977

Con éste título comienza el tercer libro de Carlos Álvarez Nebreda, que tuvo la amabilidad de presentarlo en sociedad en San Sebastián, en la “Jornada Gastronómica de Historia de la Enfermería”, en marzo de este año:
http://enfeps.blogspot.com/2010/03/jornada-gastronomica-de-historia-de-la.html

FOTO 001 Portada del Libro de Carlos Álvarez
Como dicen de él, es un autor prolijo que en los últimos años, ha centrado gran parte de su actividad en documentar la historia de la profesión enfermera. De toda su obra, este es el tercer libro que dedica a este fin. El primero fue un compendio legislativo denominado “Código enfermero español siglo XX: compendio legislativo”, el segundo fue el “Catálogo Bibliográfico de Publicaciones Enfermeras - 1541 – 1978”.
http://enfeps.blogspot.com/2008/08/catlogo-bibliogrfico-de-publicaciones.html

Carlos nos cuenta que tiene en marcha dos nuevas publicaciones, que las tiene ya muy avanzadas, y con las que pretende cerrar esta especie de periplo documental sobre la enfermería. Paralelamente el Colegio Oficial de Enfermería de Madrid, está realizando una fuerte apuesta por todo lo relacionado con la historia de la profesión enfermera, primero con la apuesta en marcha de la que probablemente sea la mejor y mayor biblioteca con documentación antigua enfermera, hoy en fase de digitalización, y después, con el establecimiento de un convenio de colaboración con la Fundación Teresa Miralles Sangro integrando gran parte de sus fondos con los ya existentes en el Colegio. La publicación de esta nueva obra relacionada con la historia de la profesión es una constatación de lo anteriormente expuesto.

El libro tiene 268 páginas, en las que hay que resaltar la presentación realizada por el Dr. José Lasarte Calderay, y dice así: “El periodismo de los auxiliares sanitarios (practicantes, matronas y enfermeras) … fue considerado como un instrumento para crear conciencia profesional y para informar sobre los problemas que estos colectivos tenían planteados. Sin embargo existe una sequía de estudios historiográficos que alumbren e informen sobre el origen, desarrollo y problemas para la supervivencia de estas revistas, que en la actualidad constituyen unas fuentes documentales difíciles de localizar, sobre todo en lo que respecta a colecciones completas”.
FOTO 002 Sangrador y barbero. 1792
El prólogo está realizado por el Consejero de Salud y Bienestar Social. Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, Fernando Lamata Cotanda. En el nos dice que aquellos compañeros de hace 150, 80 o 30 años que escribieron lo que pensaban en palabras que hoy podemos entender, nunca intuyeron que hoy en día tuviésemos interés en conocer sus ideas. Lo que seguramente no imaginaban es que Carlos Álvarez lo haría posible. Nadie les había hablado todavía de él. Los humanos nos distinguimos de otros animales y de otros seres vivos del planeta en que podemos formar palabras. Las palabras nos sirven para construir ideas y para pensar. Las palabras además, nos sirven para comunicarnos entre nosotros. Seguramente, esa capacidad permitió a los seres humanos avanzar en la búsqueda de soluciones para la supervivencia, en la cooperación, en la especialización, en hacer mejor los oficios y, como consecuencia, ser la especie dominante de este pequeño planeta, y cubrirlo con sus civilizaciones.

Tomaron conciencia de la enfermedad, de su posible recuperación, y también de la muerte y de su irreversibilidad. Pudieron pensar en las causas de las cosas y las consecuencias. Y fueron guardando en la memoria la experiencia acumulada. A diferencia de otros animales, que también acumulan memoria de la experiencia en su vida, los humanos podían aprender de la experiencia de otros. Podían contar a otros lo que sabían gracias a la palabra hablada, lo podían comunicar de manera compleja y detallada, podían guardar su “relato” en la memoria y transmitirlo de padres a hijos, de maestros a alumnos. Por eso los humanos fueron ensayando formas de comportamiento más eficaces y seguras. Fueron construyendo pautas de conducta, tabúes, códigos de comportamiento, mandamientos de la ley, que les ayudaban a dirigir sus vidas para mejorar su propia supervivencia y la del grupo. Es lo que llamamos la evolución cultural o social.

La construcción de herramientas, el dominio del fuego, las técnicas de caza y, más tarde, la domesticación de los animales y la agricultura, se pudieron aprender y perfeccionar en ese largo tiempo, También los sanadores fueron acumulando experiencia y pudieron buscar soluciones más eficaces para aliviar el dolor y evitar la muerte.

Se sucedieron los inviernos y los veranos, y hace apenas 5000 años empezaron a registrarse símbolos en soportes duraderos, piedras, metales, pergaminos, papiros. Los humanos inventaron signos para trasladar sus palabras y sus pensamientos en estructuras cuneiformes, jeroglíficos y alfabetos con sus respectivas gramáticas y así, las diversas lenguas, fueron dejando testimonio para las generaciones futuras.
FOTO 003 Carlos Álvarez y Manuel Solórzano
Carlos Álvarez ha buscado las palabras de compañeros y compañeras de profesión, recogidas en publicaciones periódicas, para contarnos cómo trabajaron, qué precauciones tuvieron, y cómo resolvieron los problemas que se les iban planteando.

Carlos Álvarez es un enamorado de la enfermería y de las palabras y de la historia. Y ha sido capaz de ir recopilando en anteriores trabajos toda la normativa que ha configurado el desarrollo de la profesión enfermera en el siglo XX, y también un completo catálogo bibliográfico de publicaciones enfermeras.

De esta forma, los que ahora estamos aquí, los que podemos acceder a los libros de Carlos Álvarez y consultarlos, así podemos basarnos en aquellas experiencias para realizar mejor nuestro trabajo. Podemos seguir haciendo profesión enfermera, Podemos seguir construyendo juntos una mejor atención sanitaria. Podemos hacer un mundo mejor. Este es el enorme valor de los trabajos de historia en cualquier campo. Este es el mérito singular del trabajo de este enfermero ejemplar.
FOTO 004 Revistas del libro
La presentación del libro corre a cargo del Presidente del Colegio Oficial de Enfermería de Madrid, Pedro Bejarano Soleto. Se congratula de presentar esta nueva obra de un colegiado madrileño que, en este caso, pone a disposición de los estudiosos e investigadores de la profesión enfermera, un número importante de revistas y periódicos de ministrantes, practicantes, matronas, enfermeras, podólogos y fisioterapeutas, muchos de los cuales se sabía de su existencia por referencias indirectas, pero no se disponía de sus ejemplares para poderlos estudiar en profundidad y así aproximarnos de manera más objetiva a la realidad de nuestra profesión en el último siglo y medio.

El Colegio de Enfermería de Madrid. Cien años de historia. Publicado el miércoles día 07 de octubre de 2009
http://enfeps.blogspot.com/2009/10/el-colegio-de-enfermeria-de-madrid-cien.html

Gracias a esta importante recopilación de publicaciones periódicas, hoy podemos conocer la génesis de los colegios profesionales tal y como hoy los conocemos, los acuerdos producidos en diferentes asambleas de practicantes, matronas y enfermeras, los estatutos de los montepíos, reglamentos de funcionamiento, legislación, planes de estudios y sobre todo, y quizá lo más importante, la opinión de los profesionales, sus inquietudes, estrategias, reivindicaciones, medidas de presión, etc. Lo que nos permite conocer la evolución y desarrollo de la profesión desde 1862 hasta nuestra entrada en la universidad, hace ya más de treinta años.

En la introducción, Carlos nos decía que: Quién le iba a decir a Claudio Moyano y Samaniego (1809-1890), Ministro de Instrucción Pública bajo el reinado de Isabel II, que cuando oficializó la figura del Practicante (1) como elemento integrador de las denominadas profesiones auxiliares médicas, sobre todo en el arte quirúrgico, (sangradores, flebotomianos, ministrantes y cirujanos menores), que esta figura acabaría recibiendo su instrucción en las universidades con profesores de su propia disciplina.

(1) Ley de Instrucción Pública de 9 de septiembre de 1857. En su artículo 40 suprime las enseñanzas de Cirujano Menor o Ministrante, estableciendo que un reglamento determinará los conocimientos prácticos que se han de exigir a los que aspiren al título de Practicante y, en su artículo 41, a los que aspiren al título de Matrona o partera.
http://personal.us.es/alporu/historia/ley_moyano_texto.htm
FOTO 005 La Ley de Instrucción Pública o Ley Moyano
Quién le iba a decir al Dr. Federico Rubio y Gali (1827-1902), fundador de la Real Escuela de Enfermeras de Santa Isabel de Hungría en 1896, primera de las Escuelas de Enfermería de España, que esas alumnas a las que para iniciar sus estudios se las exigía saber leer y escribir y las cuatro reglas de sumar, restar, multiplicar y partir, además de no tocar moneda, mantener soltería, etc., que acabarían cursando unas enseñanzas equiparables, en lo académico a otras disciplinas como la lengua, el derecho e incluso la medicina.
FOTO 006 Sello Conmemorativo del Dr. Federico Rubio y Gali
Quién le iba a decir a Joaquín Ruíz-Gimenez Cortés (1913-2009), Ministro de Educación Nacional durante la dictadura del General Franco, que cuando en 1953 unificó a los Practicantes, Enfermeras y Matronas en una sola titulación, Ayudante Técnico Sanitario (A.T.S), que estos técnicos y ayudantes de los médicos más próximos a la formación profesional que a las enseñanzas universitarias, se les abrirán, apenas cincuenta años después, las puertas de la universidad y con ellas las del acceso a la investigación en condiciones de igualdad con respecto a otras disciplinas.

Decreto de 4 de diciembre de 1953, sobre la unificación de estudios de Practicantes, Enfermeras y Matronas, regulando los estudios de Ayudante Técnico Sanitario (A.T.S.), y creando además, las Especialidades en Enfermería y la creación de la Comisión Central.
FOTO 007 Alumnas de la Escuela de Enfermería de Jaén con el Decano Fermín Palma García
Y por último, quién le iba a decir a Iñigo Clavero Lataillade (1929-2002), Ministro de Educación y Ciencia en el primer gobierno de Adolfo Suárez que, cuando formalizó la incorporación de los estudios de Enfermería en la universidad en el año 1977, estas enfermeras acabarán pudiendo acceder al doctorado a través de su propia disciplina, la Enfermería. Real Decreto 2128/1977 de 23 de julio, relativo a la conversión de las Escuelas de Ayudantes Técnicos Sanitarios (A.T.S.) en Escuelas Universitarias de Enfermería.

En la obra titulada “Catálogo Bibliográfico de Publicaciones Enfermeras - 1541 – 1978”, se dieron a conocer 1.038 obras de diferentes autores, sobre las denominaciones que tuvimos los que hoy entramos en lo que se denomina profesión enfermera. Hemos tenido muchos nombres como por ejemplo: sangradores, flebotomianos, parteras, comadres, sajadores, barberos, cirujanos menores, ministrantes, dentistas, practicantes, callistas, enfermeras (de la Real escuela de Enfermeras de Santa Isabel de Hungría y otras de la misma época), podólogos, fisioterapeutas, matronas, Ayudantes Técnicos Sanitarios y por último, nuevamente enfermeras.

En esta tercera obra es una especie de complemento a las anteriores. Con ella se pretende profundizar en un espacio, el de las publicaciones periódicas, en el que parece haber un cierto consenso entre los estudiosos de la historia de la enfermería, en la línea de que se ha trabajado poco, a pesar de que es éste un vehículo importantísimo de transmisión de conocimiento, dado que en ellas se exponían los problemas, inquietudes, reivindicaciones, acuerdos, diferencias, constitución de instituciones, asociaciones, legislación, fotografías e incluso “clases magistrales”, impartidas normalmente por doctores, que nos permite acercarnos más y mejor a la realidad de la profesión en cada momento.

En esta obra se presentan 190 periódicos y revistas de los cuales se han podido localizar 86 títulos, con un total de 3.819 números. El estudio y análisis de estos números localizados nos ha permitido conocer, entre otras cosas, la existencia de 104 periódicos y revistas que todavía no se han podido localizar pero que Carlos se encuentra en fase de búsqueda.
FOTO 008 Revistas del libro
La obra básicamente consta de dos partes, la primera, en la que figuran todas las revistas localizadas que se presentan con una foto de la primera portada localizada y su correspondiente ficha técnica y una segunda parte en la que figuran las revistas referidas o citadas en estos 3.819 números localizados y estudiados.

Han sido muchas las dificultades que ha encontrado en el camino, entre las que se destacan como más relevantes, la identificación del título con la profesión. Así, títulos como “Objetivos”, “El Cauterio”, “Firmes”, “Divulgación Sanitaria” o “Canarias Paramédica” son publicaciones en las que participa de forma importante la enfermería y a cuya identificación no se llega a través del título de publicación, que como puede observarse no tiene nada que ver con su identificación, lo que a nadie se le escapa que es una importante dificultad añadida.

Hay otro tipo de publicaciones que se han incorporado al catálogo. Aunque no son específicas de enfermería, son órganos de expresión de las denominadas “clases sanitarias” y por tanto los practicantes y matronas participan en los diferentes comités editoriales junto con médicos, veterinarios, farmacéuticos y odontólogos, teniendo una sección específica para “La Clase”. Casi todas ellas tenían por denominación “Federación de las Clases Sanitarias” o “Federación Sanitaria”.

Y por último Carlos, incorpora una revista que se edita en Venezuela, pero que se editó a iniciativa y siendo directora de la Escuela Nacional de Enfermeras de Caracas Aurora Mas Gaminde, enfermera colegiada en Madrid que junto con Manolita Ricart y Monserrat Ripol arribaron en aquellas tierras dejando una importante impronta de la profesión enfermera.
FOTO 009 Raúl Expósito González. Puertollano, Ciudad Real
Para terminar Carlos quiere agradecer a muchas personas y compañeros de profesión, a instituciones, Colegios Profesionales, Bibliotecas, etc, pero tiene que hacer una mención especial a nuestro compañero y excelente amigo Raúl Expósito González quién, desde Puertollano en Ciudad Real, está realizando una más que considerable labor investigadora que, como se podrá comprobar en diferentes notas a pie de página y citas bibliográficas, gran parte de la localización de las publicaciones del siglo XIX se deben a su denodado tesón y exquisito método científico aplicado a la búsqueda y análisis de los documentos por él localizados y publicados. Raúl tiene publicado en: Apuntes Históricos sobre el origen del Colegio de Enfermería de Ciudad Real. Publicado el 31 de Enero de 2009
http://enfeps.blogspot.com/2009/01/apuntes-historicos-sobre-el-origen-del.html

Gracias Carlos por todo tu trabajo, por tus publicaciones y por contar con tu amistad. También agradecer al Colegio Oficial de Enfermería de Madrid y a su Presidente Pedro Bejarano Soleto y a su Junta de Gobierno, por apoyar los proyectos Carlos Álvarez. Dar las gracias por la incorporación de Carlos a formar parte del desarrollo de su apuesta por una gran biblioteca, potente, pujante, moderna, con una importante colección de fondos antiguos, ya digitalizados gran parte de ellos, y que en breve se pondrán a disposición de todos los enfermeros, así como el desarrollo y puesta en escena del “Museo de la Enfermería” que, junto con la Fundación María Teresa Miralles Sangro se está implementando en la sede colegial.
María Teresa Miralles SangroLa Enfermería a través de los sellos”. Publicado el día 24 de enero de 2009
http://enfeps.blogspot.com/2009/01/la-enfermera-travs-de-los-sellos.html

AGRADECIMIENTOS
Carlos Álvarez Nebreda

Colegio Oficial de Enfermería de Madrid
Raúl Expósito González
Fundación María Teresa Miralles Sangro

FOTOS
Escaneadas del propio libro, y de Internet

Manuel Solórzano Sánchez
Enfermero Servicio de Oftalmología
Hospital Donostia de San Sebastián. Osakidetza /SVS
Director de la Revista de la Sociedad Española de Enfermería Oftalmológica
Vocal del País Vasco de la Sociedad Española de Enfermería Oftalmológica
Miembro de Eusko Ikaskuntza
Miembro de la Sociedad Vasca de Cuidados Paliativos
Miembro del Comité de Redacción de la Revista Ética de los Cuidados
Miembro de la Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería
masolorzano@telefonica.net

jueves, 20 de mayo de 2010

JORNADAS DE INVESTIGACIÓN EN ENFERMERÍA SATSE-OURENSE


En el marco del campus universitario de Ourense, en el salón de actos del Politécnico perteneciente a la Universidad de Vigo, el día 12 de mayo, día emblemático por excelencia en conmemoración de la enfemera inglesa y universal Florence Nightingale se celebraron las primeras Jornadas de Investigación de enfermería. Organizadas por el Sindicato de Enfermería SATSE, la Fundación para el Desarrollo de la Enfermería (FUDEN) y la colaboración de la Universidad de Vigo, el Concello de Ourense y el Complexo Hospitalario de Ourense contaron con la participación de más de trescientas enfermeras venidas tanto de la provincia de Ourense como del resto de la Comunidad Gallega.


El lema escogido fue Investigación, innovación y desarrollo profesional, tres aspectos destacados y necesarios para el avance de la profesión enfermera.

En el apartado de comunicaciones se presentaron las siguientes:

- Implicación del personal de enfermería en el registro de la Historia Clínica Elena Yáñez González. Eva Tizón Bouza
-Proceso de Medicación en unidades de críticos: estudio descriptivo. Flora Fernández Romero, María Emilia Añel Álvarez, Ana Becerra Varela, Antonio Vázquez Pérez, María Isabel Iglesias Otero, Ángel Alfredo Martínez Ques.
- Papel de la enfermería en la cooperación internacional. Mª Victoria Núñez Fernández. Elvita Arias León
-Prevención de la infección por VIH y otras infecciones de transmisión durante la adolescencia a través de un programa de educación para la salud: Galia. Eva Tizón Bouza. María Sainz Martin. Antonio Merino Bernardino. Nieves Cáceres Álvarez.
Virginia Ceballos. Laura Monsalve Lorente. Mª Verónica Jimeno Jiménez. Paula Cajide Lavandeira. Lucia Alonso Fernández.
-Superando Retos, la humanización de las nuevas tecnologías. María Luisa Ruiz
- Creación de un Servicio de Atención telefónica no urgente con la integración de personal de enfermería. Jaime Rodríguez Mosquera. Natalia Rodríguez Arias
- Producción científica de la enfermería gallega. Eva Tizón Bouza. José María Rumbo Prieto
- Enfermería escolar, una necesidad latente, un reto para el profesional. Teresa Pazos Huete. Ana Belén Vázquez González. Alejandra Losada Díaz. María Cándida Pérez Gonzalves. Leocadio Castells Conejero.
- Competencias profesionales en Cuidados Intensivos. Hugo Babarro Cid. Belén González Núñez. Yolanda García Fernández, Olalla Liceras Pascual. Begoña Varela González. María Isabel Iglesias Otero. Ángel Alfredo Martínez Ques.
- Abordaje de la onicocriptosis en la consulta de atención primaria Elena Yáñez González. Abian Mosquera Fernández. Eva Tizón Bouza. Joan Lluch Fruns. María Vale Carrodeguas. Carmen Bouza Viver

Las mesas de comunicaciones estuvieron moderadas por Leocadio Castells Conejero y Elva Arias León


El premio a la mejor comunicación oral, fue a parar al trabajo titulado: Implicación del personal de enfermería en el registro de la Historia Clínica Elena Yáñez González. Eva Tizón Bouza. Eva es la "blogguer" responsable de este blog ENFERMERÍA AVANZA"

En el apartado de ponencias contaron con Mª Cristina Martin-Crespo del departamento de Investigación FUDEN de Madrid que abrió la jornada con su ponencia: El departamento de investigación de FUDEN como herrramienta de trabajo.
Daniel García Vázquez. Enfermero del Complexo hospitalario de Ourense que amenizo con su disertación critica títulada: Investigación y enfermería: ni contigo ni sin tí.
A continuación intervino Ángel Alfredo Martínez Ques, Director de la revista Ética de los Cuidados que expuso en su conferencia las Ultimas Barreras para la investigación Enfermera.

En la conferencia de clausura intervino Luis Arantón Areosa, jefe de servicio de Integración Asistencial del Servizo Galego de Saúde, que disertó sobre investigación y enfermería.
Cabe destacar la alta participación e implicación de las enfermeras gallegas y ourensanas por el conocimiento, la investigación y el desarrollo profesional que se manifiesta año tras año en la concurrencia masiva a actos de contenido científico y de interés para la enfermería.



Solo resta felicitar a los premiados, a los ponentes y a los autores de la comunicaciones por sus magníficos trabajos, agradecer a las instituciones y personas que han colaborado, con mención especial a los miembros de los Comités organizador y científico que han trabajado arduamente para conseguir los objetivos planteados, y a todos ellos darles la enhorabuena, por haber hecho posible la realización de este evento del que deseamos tenga su continuación muy pronto.

domingo, 16 de mayo de 2010

Isabel Cendala y Gómez. Primera Enfermera de Salud Pública de México

Doña Isabel Cendala y Gómez, la enfermera de la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna e Isabel como pionera de la enfermería

La conmovedora aventura del Dr. Francisco Xavier Balmis e Isabel Cendala y Gómez y la expedición que propagó la primera vacuna que consiguió librar al mundo de la mortal viruela.

En la España de aquel momento, la miseria, las enfermedades y el hambre daban al traste definitivamente con cuatro siglos de gloria. El gran imperio construido por los Reyes Católicos, Carlos I y Felipe II llevaba más de dos siglos desmoronándose en manos de sus sucesores, y el cambio de los Austrias a los Borbones no había ayudado en absoluto.
FOTO 001 Vacuna de la viruela
Carlos IV delegaba el gobierno de sus reinos en unos y otros ministros que, a pesar de sus buenas intenciones, daban palos de ciego ante las quejumbrosas voces del pueblo.

El conde de Floridablanca, fiel a sus pensamientos ilustrados, intentó un reparto más equitativo de los bienes, sometiendo a los dos estamentos más poderosos. Para ello, la nobleza, en su testar, tendría que suprimir los mayorazgos y la Iglesia empezar a sufrir el principio de una clara desamortización. Medidas que le preocuparon sumamente cuando en 1789 llegaron las noticias del estallido de la Revolución Francesa con la detención de Luis XVI.

Ya con Godoy en el poder España se afrancesó. El imperio era grande y después de los servicios a la Corona española de Malaspina y Humboldt aún quedaban muchas tierras inexploradas, fauna y flora sin catalogar y remedios que encontrar para paliar las mortales enfermedades que asolaban a los pueblos.

Los principales problemas de salud llegaron al Nuevo Mundo con los emigrantes procedentes de Europa. La escarlatina, la difteria, la gripe, la fiebre tiroidea, el tifus, la tuberculosis, la fiebre amarilla y otras enfermedades transmisibles ocasionaron epidemias que se convirtieron en una pesadilla constante. El escorbuto y la pelagra, los trastornos prevalentes de nutrición, eran reflejo de la carencia de alimentos adecuados, especialmente entre las clases más pobres. Una de cada cinco personas padecía la viruela, que se demostró como una enfermedad tremenda y temida.

El temor creció hasta tal punto que se emprendieron experimentos con inoculación. La mayoría de los médicos se oponía, pero el clero más ilustrado los apoyaba. La oposición se debía aparentemente al factor de riesgo inherente a la inoculación, en ocasiones producía la muerte.

El proceso de la inoculación representó el comienzo de la medicina preventiva o, más específicamente, de la inmunología. Un método modificado llamado vacuna sustituyó al uso de la inoculación del virus de la viruela.
FOTO 002 Vacuna de la viruela
La naturaleza de la enfermedad siguió siendo un enigma. De hecho, pocas personas comprendían el funcionamiento de las prácticas que se utilizaban contra las enfermedades y las plagas. Los “hombres instruidos” daban consejo sobre el “cuidado a los enfermos” y los “cuidados quirúrgicos”. Así muchos profanos ejercían de médicos sin haber recibido nunca una titulación médica formal. Los médicos coloniales tenían en general una formación mediocre. Según algunas fuentes, el título de “doctor” ni siquiera se usó en las colonias antes de 1769. Fue una época de pocos médicos y muchos charlatanes oportunistas.

Andrews nos decía: los puritanos sabían poco de medicina y la practicaban menos aún. Tragaban dosis de pócimas extrañas y repugnantes, llevaban encima talismanes y amuletos, encontraban consuelo y alivio en remedios internos y externos que no podían tener ninguna influencia sobre las causas de los males y, cuando todo lo demás fallaba, se rendían a la piedad y voluntad de Dios. La cirugía era una cuestión de arrancar dientes y enmendar huesos, y aunque se realizaban autopsias, no tenemos noticia de la destreza del médico. El arte de la curación, como el de la enfermería y la partería, quedaba a menudo en manos de las mujeres…

Los hombres que practicaban la curación solían ser de origen humilde y se ganaban la vida principalmente con la agricultura o la ganadería. Algunos eran tanto sacerdotes como médicos. Había un cierto número de médicos con una preparación normal, pero ni uno sólo sabía más que lo elemental de la medicina.
FOTO 003 Francisco Xavier Balmis Cirujano Real
Francisco Xavier Balmis, acudió entonces al Consejo de Indias a presentar un proyecto digno de ser sufragado por la Corona española para su gloria. Mientras, como rectora del Hospicio de La Coruña, Isabel de Cendala sufría las consecuencias de la desamortización de bienes “en manos muertas” pertenecientes a hospitales, casas de misericordia y hospicios regentados por comunidades religiosas.

Precisamente en este momento de nuestra historia es cuando el destino quiso que un hombre beneficiado por las reformas del gobierno topase con una mujer que, a la contra, se veía perjudicada.

Nos cuenta Isabel Cendala como se vivía en el Hospicio de la Coruña: como cada mañana, caminé a tientas. Entre la penumbra y al palpo, crucé sigilosamente por entre dos de los cien catres que allí había. Estaban tan hacinados que apenas dejaban un angosto pasillo por el que cruzar de un lado a otro, y es que ya hacía demasiado tiempo que a nuestra lista de carencias se le había sumado la falta de espacio.
FOTO 004 Casa de Expósitos de La Coruña (Fundación Francisco X Balmis)
Alzándome levemente el delantal, procuré que el crujir de su tela no despertase a mis ángeles durmientes antes de tiempo, y muy despacio me acerqué a las ventanas. Allí, y desde el mismo día en que ingresaban, mi particular ejército de inocentes ánimas aceptaba su lamentable posición luchando contra la adversidad. Después de eso, todo sueño sería posible, o al menos aquello era lo que yo les había prometido.

Intuían que no les sería fácil, pero la ilusión les servía de acicate para combatir los instantes de decaimiento con una esbozada sonrisa dibujada en los labios. Aquello, como todo lo verdaderamente valioso, no nos costaba una sola moneda. Y es que en nuestro hogar podrían faltar viandas, leña y medicamentos, pero de alegría andábamos bien sobrados y evitábamos como al diablo cualquier viso de tristeza o compasión.

Encontraron a una mujer en la playa muerta y sus hijos estaban apretados a ella, para mantener el calor, me acerqué despacio para poder ver la posible causa de su muerte, le busqué el chancro del mal gálico (sífilis) en su vagina y no me costó encontrarlo porque la llaga era descomunal. Definitivamente, aquella mujer había muerto desangrada por el mal parto y la debilidad con la que debió afrontarlo. Sacada la conclusión, procedí a tapar su desnudez bajándole las faldas para terminar cerrándole los párpados.

Al pequeño que llevaba conmigo al hospicio, cuando cruzamos el zaguán le empezaron a flaquear las fuerzas, la madre Sagrario le dio una galleta, que se la arrancó para engullirla. Descalzo como estaba, pude apreciar cómo los sabañones amoratados de sus pies le habían descarnado los finos dedos. Cuando andaba cojeaba. Le dije, si me acompañas, te daré en los pies unas friegas con las mondas de patata y la cebolla que ha sobrado de la sopa. Ya verás cómo te aliviarán.

En aquel pozo olvidado de la sociedad, la única que no había hecho votos era yo. Mis conocimientos de enfermería y contabilidad me habían dado la oportunidad de trabajar en aquella inclusa apenas quedé viuda. Era la única mujer que allí no llevaba hábitos, pero eso no hizo que mis compañeras me despreciaran, muy al contrario, la madre superiora las había convencido de que Dios me había llevado allí para suplir sus carencias y poder enfrentarnos con sabios argumentos a la desamortización a la que nos querían someter.

El jornal era tan miserable como las paredes que nos rodeaban, pero yo por aquel entonces necesitaba olvidar mis penas lo más rápidamente posible al tiempo que encontraba un techo en el que cobijarme y un sustento. Para ello, no encontré mejor solución que mantenerme ocupada hasta la extenuación.

Desde el día que ingresé como rectora había visto salir y entrar al mismo número de niños. Los primeros llegaban en brazos de párrocos tan celosos de los secretos de confesión que en ellos depositaron, que hubiese sido imposible sonsacarles el nombre de sus progenitoras; eso cuando no los encontrábamos en el regazo mugriento de un cesto alevosamente olvidado en nuestro torno después de oír el ligero tañer de la campanilla del refrectorio.

Aquellos hijos de la pobreza y la desvergüenza eran las cabezas de turco que en muchas ocasiones pagaban con su vida la miserable cuna en la que habían nacido. Envidiaba su ingenuidad a pesar de sus desdichas. Con frecuencia, procuraba arrancarles sonoras carcajadas tumbándolos a todos en fila india y simulando tocar el piano sobre sus cosquillosos estómagos.

De rodillas le froté los pies con aquellos remedios caseros que tan bien conocía por no ser demasiado costosos. Mientras, él tragaba sin apenas respirar y como si fuese un manjar aquel mejunje de cebollas, patata y pan duro que el colindante hospital de la Caridad nos había mandado fruto de sus sobras.

Al levantarme lo observé con más detenimiento. A primera vista no hallé ni rastro de los males que solían acuciar a los pequeños. No tenía pústulas, aftas en su boca, calvas producidas por la temida tiña, fiebre o más dolor que el de la tristeza de su alma.

La andrajosa camisa descubría la desnudez de una desnutrida piel adherida a las costillas. Las legañas de sus ojos parecían lágrimas de pus, y su pelo negro, un emplasto de brea incapaz de albergar a un miserable piojo. Tendría unos seis años, labios carnosos, la nariz afilada y unos pómulos demasiado prominentes como para ser los de un niño tan pequeño.

Le pregunté ¿quieres dormir en una cama? Pareció no escucharme, estaba absorto mirando el cuenco vacío. Antes de acostarte te tengo que cambiar y terminar de asearte. Al bañarle descubrí su blanca piel tatuada de mugre que según le iba limpiando iba desapareciendo junto al olor a queso rancio de su piel. Busqué en el cesto donde almacenábamos las ropas de la caridad una camisola aproximadamente de su tamaño y le puse los únicos calcetines agujereados que encontré. Nada más acostarlo se durmió.
Al olor del desayuno, los niños se despabilaron por completo asaltando a las dos monjas que sobre una gran bandeja traían las viandas. Era lógico el entusiasmo, ya que tan sólo un día al mes el panadero nos honraba con aquellos bollos preñados aún humeantes.

Estando tranquilamente leyendo el libro “La práctica política y económica de expósitos” de Tomás Montalvo, apareció a importunarme un señor con uniforme, cuellos y puños anchos de un rojo intenso, casaca azul marino, elegantes botas negras con doble vuelta en su desembocadura. Los brocados, botonaduras, galones e insignias lo catalogaban como cirujano médico. Comprendí que no estaba allí por casualidad, aquel hombre sabía muy bien con quién hablaba, no era así en mi caso.
FOTO 005 Eduard Jenner vacunando
Le hablé de las malas condiciones en que se encontraban los niños expósitos, el que conseguía cumplir los ocho años tenía que trabajar para pagar su comida, una comida miserable. Los niños salen al amanecer de la inclusa para cumplir con un jornal de doce horas diarias. La mayoría llegan de noche cerrada, con el estómago crujiéndoles y las manos desolladas para caer exhaustos en sus catres y poder descansar unas horas antes de comenzar de nuevo. ¿Y todo para qué? No espere respuesta, para dedicar dos terceras partes de su jornal a su propia manutención. Ya veis, a cambio el erario público apenas les da un jergón cuajado de chinches para descansar. ¿Qué sucede con el sobrante? Estamos obligadas a guardarlo en nuestras arcas para entregárselo el día que definitivamente nos dejen. Sería aceptable si al menos pudiesen soportarlo con salud, pero están malnutridos y sólo tres de cada diez superan la década de vida.

Estando hablando vino corriendo un hombre vestido de enfermero gritando el nombre del cirujano, era la primera vez que lo escuché Francisco Xavier Balmis, dirigiendo a Isabel le dijo: yo también sufro el agobio de los que me rodean. El tiempo apremia y no me es posible dilatar más esta conversación. Iré directamente al grano. No estoy aquí por casualidad, pregunté a las monjas y me indicaron dónde encontraros. Yo le contesté vos me diréis. Sacó un libro del bolsillo interior de la chupa y me lo tendió. Sólo tuve tiempo de leer el título en voz alta. “Tratado histórico y práctico de la vacuna de la viruela”.

De repente recordé el nombre del descubridor y no pude más que demostrarle mi escepticismo. Os lo agradezco, pero hace tiempo que leí el tratado del doctor Eduard Jenner y no me creo que pueda prevenir tan fácilmente esta temida enfermedad. Se contagia sólo por el contacto, asesina en apenas una semana desde el primer síntoma y es muy sañuda por el dolor que causa, las calenturas que da y el empeño que tiene en tatuar su recuerdo en la piel de todo el que consigue sobrevivirla a través de las cicatrices que dejan sus miles de purulentos granos por dentro y fuera del cuerpo. Creo que la teoría de Jenner es una oda a la esperanza que a muchos les llega tarde.

Balmis le contestó: No es que lo crea, es una teoría probada. Solamente hacía falta que alguien se detuviese a observar y éste resultó ser Jenner. Fue el primero en darse cuenta de que las ordeñadoras de algunos pueblos del condado de Gloucester en Inglaterra, por alguna extraña razón y sin temor alguno, en cuanto se enteraban de que había una epidemia de viruela en un pueblo cercano se presentaban voluntarias para cuidar enfermos. Y es que jamás se contagiaban al haber pasado la enfermedad que aparte de unas manchas como quemaduras en las muñecas, dedos, axilas y cerca de las articulaciones, después de supurar se secaban y caían dejando una diminuta cicatriz. El Cowpox virus.
FOTO 006 Niños expósitos
Después de mucho observar, Jenner llegó a la conclusión que sólo el pus que mana de las pústulas azuladas de las ubres de las vacas en contacto con las agrietadas manos de las mujeres que las estrujaban a diario pudo haberlas hecho inmunes a la viruela, y lo más curioso es que después de experimentar con el mismo pus de los caballos o de las cabras, sólo el de las vacas resultó ser efectivo. No seáis escéptica. Cosas más raras se han visto. He estado en Nueva España investigando y os sorprenderíais del poder que unas sencillas infusiones o emplastos pueden tener sobre ciertas enfermedades.

El caso es que hace siete años que Jenner vacunó al primer niño sano con el pus de una mujer contagiada de Cowpox. Se llamaba James Phips, y como era de esperar sólo le salieron unas pequeñas pústulas que no le causaron ningún mal. Después le inoculó pus de viruela humana y tampoco enfermó. Anomalías de la naturaleza, yo también soy inmune y no sé porqué, le decía Isabel. De repente lo pensé, había pasado mi infancia ordeñando vacas en el caserío de mis abuelos, porque cuando quedé viuda y madre huera en sólo un mes, la acaricié una y mil veces y no la padecí.

Estuve junto a mi marido y mi hijo en todo momento, aplicándoles todos los remedios que conozco. Los sangré, purgué, les sometí a una dieta a base de caldo, infusiones y atole. Les apliqué calor, linimentos o sahumerios de azufre, fumaria o adelfa, pero eso y nada fue lo mismo porque según un barbero sufrían de viruela hemorrágica; la más asesina de todas las que él conocía. Ni siquiera pude aliviarlos de las jaquecas, dolores de huesos y calenturas.
FOTO 007 Torno giratorio de madera para entregar niños de forma anónima
Tragué saliva para contener la impotencia. Cómo un cúmulo de pesadillas infinitas, esas llagas purulentas se reproducían día a día cubriéndoles el cuerpo y las entrañas. Durante esos once días, relegada a los pies de sus camas pasaba las horas leyendo todo lo que cayó en mis manos sobre aquel mal. Supe de la tal lady Mary Montagu, de Jenner e incluso de unas curanderas que en un pueblo llamado Jadraque, muy cerca de Guadalajara, infectaban a los niños levemente de viruela para protegerlos de la mortal enfermedad a cambio de una moneda de plata. Pero para mi desesperanza ya era tarde; de nada servía ahora comprar un poco de viruela que los preservase de la enfermedad.

De todos modos, sabiendo esto, no podéis negaros a lo que estoy dispuesto a pediros. Creo que no hay nadie más capacitada para colaborar con la mayor empresa filantrópica de nuestros tiempos. Quiero que vengas conmigo, porque necesito seguir con su labor cruzando a otros continentes.

Cuando fui para hablar con el Dr. Balmis, éste se había ido a Madrid con sus niños expósitos. Me encontré con sus sobrinos Antonio Pastor Balmis, practicante y su hermano Francisco Pastor Balmis enfermero, eran los hijos de su hermana Micaela.

Cuando viajamos a Santiago de Compostela para buscar niños sanos para embarcarlos hacia nuevas tierras a Isabel le entraron muchas dudas después de haberse leído y releído el libro y memorizarlo, y no sabía a quién preguntar esas dudas. Se animó y se lo exteriorizó a Francisco preguntándole: Decidme, Francisco, ¿por qué tenemos que transmitir la vacuna de brazo en brazo? Sé que transportar vacas en un barco es voluminoso y demasiado costoso como para no servirnos de alimento. Supongo que conseguir especimenes que porten la enfermedad es aún más difícil, pero…

¿Por qué sólo con niños? ¿No hay otra manera de conservar la linfa? Francisco el enfermero se regodeó, la hay, empapando la linfa portadora en hilas de algodón o guardándola entre cristales sellados con cera; pero después de haberlo intentado en muchas ocasiones, se ha comprobado que con demasiada frecuencia el calor y la humedad de otras latitudes la corrompen y eso, señora mía, es algo que mi tío no se puede permitir.

No cabía duda de que aquel joven, aparte del cariño que un sobrino podía tener por su tío, confiaba plenamente en el jefe de la expedición como profesional. Balmis estaba a punto de cumplir los cincuenta años. Desde muy niño había observado trabajar a los hombres de su familia como cirujanos-barberos y su vocación por la práctica de la medicina ya enraizaba en su corazón apenas cumplidos los diez. A los diecisiete años ingresó en el Hospital Militar de Alicante para ampliar los conocimientos que había recibido de una forma casi innata observando el quehacer diario de los hombres de su familia, primero de su abuelo y después de su padre.

Para que le nombraran cirujano de cámara de su Majestad, y el por qué le eligió el Consejo de Indias como director de la “Real Expedición de la vacuna contra la viruela” fue gracias a los insignes miembros como Antonio Gimbernat, Leonardo Galli o Ignacio Lacaba. Además mi tío (Balmis) acaba de traducir del francés al español el “Tratado histórico de la vacuna de Jacques Louis Moreau de la Sarthe”, y al leerlo el monarca (Carlos IV) no quiso a otro para salvar a su hija.

Francisco Piguillen en Cataluña y Jauregui en Madrid habían sido los primeros en divulgar y vacunar contra la viruela por toda España. Conseguimos en la provincia cinco niños más los doce de La Coruña hacían diecisiete niños sin vacunar.

Después de tener a los niños, Balmis se sinceró con Isabel y le pidió que le siguiese en la empresa que iba a comenzar, salían al amanecer. Se lo suplicó y le dijo: Isabel, vos sois la mujer que necesito para que vele por los niños. Os he observado y sé que los sabéis tratar. No os engaño, las condiciones del viaje no serán del todo placenteras, serás la única mujer que viaje con todos los demás hombres y niños, pero precisamente por eso creo que os necesitamos más. El sueldo no será alto, pero estará justamente equiparado con los cuarenta reales de vellón que yo cobro, los veinte de mi segundo, los doce de los practicantes y los diez de los enfermeros. ¿Os parecería bien cobrar ocho?
FOTO 008 Eduard Jenner vacunando
Estaréis rodeada de hombres de mar, de la medicina y de niños, pero sé que eso no os angustia en absoluto porque a esta tierra sólo os ata el recuerdo del dolor (perdió marido e hijo por la viruela). ¡Venid con nosotros! ¡Conoceréis nuevas tierras al tiempo que con vuestros “cuidados” colaboraréis con la mayor expedición que España ha organizado desde la de Malaspina!

Mañana….. Apenas tendré tiempo para empacar, despedirme de las monjas y de mis niños. Y además… ¿Qué hay de mis credenciales? Balmis cogiéndome de las manos me dijo: Os juro que no os arrepentiréis. Por el resto no habéis de preocuparos porque a excepción de sus pertenencias más personales, los hatillos de los niños ya están dispuestos a los pies de sus camas. Nervioso, se rebuscó en el bolsillo interior de la casaca y con pulso ligeramente tembloroso sacó mi pasaporte. Aquí os entrego las credenciales firmadas a vuestro nombre. Las hermanas del hospicio os esperan esta noche en el refectorio para despedirse de vos. Son meros trámites que me he permitido ejecutar sin vuestro permiso por el acuciar del tiempo. De un modo u otro, mañana os espero a las ocho de la mañana en el puerto con los niños.

Yo me limitaré a deciros que las oportunidades en la vida sólo se presentan una vez. No la desaprovechéis. ¡Pensadlo, doña Isabel, porque si todo sale bien, vos probablemente seréis recordada por los anales de la historia! Aquel hombre sin duda sabía cómo convencer sin perder un minuto divagando.

Allí estaba la corbeta María Pita, propiedad de los astilleros Tabanera y sobrinos. ¡Al menos el recuerdo de otra mujer viajaría conmigo! Poco antes de salir, a cada niño se le dio un fardo que contenía: dos pares de zapatos, seis camisa, un sombrero que en aquel momento lo llevaban calado, tres pantalones con sus respectivas chaquetas de lienzo y otro pantalón más de paño para los días más fríos. Para el aseo personal, tres pañuelos de cuello, otros tres de nariz y un peine; y para comer, un vaso, plato y un juego completo de cubiertos. Era el mejor regalo que les podían hacer, ellos lo cuidarían muy bien durante todo el viaje. Todo iba numerado con el número asignado a cada niño. Los menores tenían tres años y los mayores nueve. Entre todos éramos como sesenta almas.
FOTO 009 Corbeta María Pita
A los veintidós niños y a mí, nos enseñaron el agujero donde íbamos a dormir; a excepción de unos arcones atornillados al suelo, no había más mobiliario que unos sacos vacíos pendidos del techo, y pregunté, ¿los catres donde están? El joven me miró sorprendido al tiempo que se dirigía a uno de los sacos, descolgó una de las anillas y la colgó en otro clavo, no son catres, son coys. En estas hamacas dormiréis bien y el balanceo de la corbeta os acunará. Además, cuentan con la ventaja deque no tienen chinches. ¿Y piojos? Preguntó Benito despellejándose el cuero cabelludo de la nuca a base de rascarse. El grumete Juanillo se sonrió y les contestó, ésos, que yo sepa, no anidan en los colchones. Al terminar nos llevó a popa a enseñarnos dónde se hacía de vientre. Un madero atornillado haría las veces de letrina. Isabel pensaba ¿cómo iba yo a utilizar aquello a plena luz del día y rodeada de hombres? Preferí no quejarme al respecto sospechando que aquél no sería el único inconveniente con el que toparía por mi condición femenina. Me haría con un cubo y sanseacabó.

Para matar el tiempo me armé con una cuchilla dispuesta a afeitar la cabeza a todos los niños para terminar con la infesta de parásitos, cuando la voz de Balmis me obligó a dejarlo para más tarde.

Quería presentarme a todo su equipo, como los niños, ellos también iban uniformados según su condición.

Antonio Gutiérrez Robledo y Manuel Julián Grajales eran los médicos cirujanos. Los practicantes su sobrino Francisco Pastor Balmis y Rafael Lozano Pérez. Tras ellos y según el escalafón los enfermeros, Basilio Bolaños, Pedro Ortega y su sobrino y hermano de Paco, Antonio Pastor Balmis.

Yo hacía horas que me había percatado de que mi presencia en aquel barco no era por todos bienvenida, pero preferí no darme por aludida. Una vieja tradición marina decía que para tener una buena travesía, no debían entrar en los barcos ni sombrillas, ni sotanas, ni mujeres.

Antes de zarpar tuvimos que ir a buscar a una taberna al segundo de a bordo, era José Salvany y Lleopart cirujano del Real sitio de Aranjuez. Una de las premisas más importantes que dijo el capitán al empezar a navegar era que había que respetar y cumplir las estrictas reglas. Y una de las más importantes era respetar escrupulosamente el racionamiento de agua que por hombre y día toca.

El 30 de noviembre de 1903 la corbeta María Pita zarpó del Puerto español de la Coruña con su grupo para realizar “La Real Expedición Filantrópica de la Vacuna”, para difundir la vacunación contra la viruela en los territorios españoles de ultramar. Llegaron a Veracruz, México a principios de 1804, terminando el viaje el 8 de mayo de 1804. En esta fecha se separa la expedición en dos grupos, hasta el 7 de septiembre que llega Balmis a Madrid. Llevó en una época que no había refrigeración y otras ventajas que hoy día existen la linfa inoculándola a niños excluseros de un Hospicio de La Coruña. Esos niños fueron los portadores iniciales de la vacuna de la viruela: vacunados de forma secuencial, de brazo a brazo, cada 9-10 días, sirvieron como una cadena viva de transmisión. Otros niños de los países donde la expedición se detenía también llegaron a formar parte de dicha cadena. El viaje alrededor del mundo duró casi cuatro años y puede ser considerado como la primera campaña global de vacunación.

Don Antonio López y Silanes, patrocinador de la Sociedad Médica Hispano-Mexicana patrocinó la edición del libro “Los Viajes de Balmis”, publicado por el Dr. Francisco Fernández de Castilla en su tercera edición, se encuentra en el prologo un preámbulo de Alejandro de Humbolt y que dice así:

Así este viaje de Balmis será memorable en los anales de la historia. Los indígenas vieron entonces por primera vez que aquellos mismos navíos que encerraban instrumentos de destrucción y la muerte, llevaban a la humanidad el germen del alivio y el consuelo”.

El director solo no hubiera podido realizar esta Expedición de dimensiones mundiales. Necesitaba un grupo de sanitarios (ayudantes, enfermeros y practicantes) que trabajasen sin descanso, que se dejaran la vida en la consecución del objetivo, que no escatimasen esfuerzos para lograr los fines y que fueran personalidades íntegras, comprometidas, trabajadoras y vocacionadas por la salud pública. Además el grupo estaba formado por una mujer, que es considerada la primera enfermera de la historia de la medicina hispana. Esta mujer cuidaba, acompañaba, entretenía, serenaba, etc. a los niños en las largas travesías marítimas. Primero en el Atlántico y después en el Pacífico.

Balmis valoró su trabajo con estas palabras:
«La Enfermera y Rectora Isabel Sendales y Gómez que con el excesivo trabajo y rigor de los diferentes climas que hemos recorrido, perdió enteramente su salud, infatigable noche y día, ha derramado todas las ternuras de la más sensible Madre sobre los 26 angelitos que tiene a su cuidado, del mismo modo que lo hizo desde La Coruña y en todos los viajes y los ha asistido enteramente en sus continuadas enfermedades».
FOTO 010 Portada del libro de Enrique Alfonso “Y llegó la vida”

Isabel Cendala y Gómez. Enfermera y Rectora del Hospicio de La Coruña
A su cargo tuvo el “Cuidado y Atención de los niños”. Su gran labor será elogiada por el Dr. Balmis en diferentes documentos y es considerada como la Primera Enfermera de Salud Pública de México

El incierto apellido de la Enfermera y Rectora del Hospicio de La Coruña
Todas las fuentes coinciden en que la Rectora de la Casa de Expósitos de La Coruña se llamaba Isabel y de forma mayoritaria convienen que su segundo apellido era Gómez. Sobre su primer apellido, sin embargo, se viene manteniendo desde hace 200 años una notable confusión, a la que sin duda empezó a contribuir el propio Balmis. La llama Dña. Isabel Sendala y Gómez, en Carta de Balmis al Marqués de Someruelos, Capitán General de la Isla de Cuba, fechada en La Habana el 26 de mayo de 1804. La llama Dña. Isabel Zendala y Gómez, en Informe de Balmis fechado en Acapulco el 5 de febrero de 1805. La llama Dña. Ysabel Gomez Sandalla, en el Informe de Balmis, fechado en Sevilla el 6 de diciembre de 1809. Otros 4 documentos de la época, la denominan Isabel Cendala y Gómez (1804 y 1805), Isabel Cendalla y Gómez (1809), Isabel Sendalla (1810). Por lo que encontramos en vida de la Rectora 6 interpretaciones diferentes de su apellido en la variada documentación relativa a la REFV.

El Reglamento del Gran Hospital de Santiago y de la Casa de Expósitos, contempla las funciones de la Rectora encargada de ésta última como: Vigilaría constantemente el departamento de su cargo, cuidando de que reine en él el mayor orden, así como del aseo y limpieza de las habitaciones y expósitos y reconocerá a estos para ver si están limpios y bien aliñados. Manipulará las ropas de los expósitos que le serán entregadas con el sello correspondiente por el Director, y cuidará de su lavado y repaso. También incluye entre los perfiles del personal que: Las enfermeras o mozas de sala acreditaran ante el Director su buena vida y costumbres, ser menores de 40 años y de constitución robusta. Se dará preferencia a las solteras o viudas.

Durante el arduo proceso de captación de niños en Galicia, que tuvieran entre 3 y 9 años, fueran sanos y no hubieran padecido las viruelas naturales, Balmis debió pensar en la necesidad de una figura femenina para su cuidado durante el viaje, o tal vez al conocer a la Rectora intuyó que una mujer de su experiencia garantizaría una mejor atención de estos. La Rectora debió mostrar una gran fortaleza de carácter para aceptar tamaña responsabilidad y se dispuso a contribuir al éxito de la aventura.

Comisionada pues para “inculcar confianza y repartir cariño maternal entre los infantes”, se la nombra a propuesta de Balmis y de Ignacio Carrillo, presidente del Hospital de la Caridad, con fecha 14 de octubre de 1803 y en calidad de enfermera de la REFV: “Conformandose el Rey con la propuesta de Vm. y del Director de la expedición destinada a propagar en Yndias la inoculacion de la vacuna, permite S.M. que la Rectora de la Casa de Expósitos de esa Ciudad sea comprehendida en la misma expedición en la clase en Enfermera con el sueldo y aiuda de costa señalada á los Enfermeros, para que cuide durante la navegacion de la asistencia y aséo de los Niños, que haian de embarcarse, y cese la repugnancia, que se experimenta en algunos Padres de fiar sus hijos al cuidado de aquellos sin el alivio de una Muger de providad. Con esta fecha paso el aviso correspondiente al Ministerio de hacienda para que la Rectora reciva en esa Ciudad la aiuda que costa de tres mil rs. con destino á su havilitación, y para el abono en Yndias del sueldo de quinientos ps. annuales, contados desde el dia que embarque, y la mitad á su regreso, que deberá ser de cuenta del Erario; y á Vm. lo participa de Rl. Ordenes para la inteligencia de la Junta de caridad, de que es Presidente y noticia de la Ynteresada”.

Existe un total desconocimiento de sus datos personales, edad, estado civil, etc. En diversos documentos se cita, no obstante, que uno de los niños vacuníferos era hijo suyo. Cuando la expedición parte rumbo a Filipinas, “de los 22 niños que salieron de La Coruña quedaban al cargo del Virrey 21 pues el otro restante quedó interinamente con su madre la Rectora de la Casa de Expósitos de La Coruña”, puede ser Benito al que creen su hijo, ya que es el que más cuidados y cariños le demanda. En documento del AGN de 17 de marzo de 1809 relativo al destino y protección que se ha de dar a los niños empleados en la expedición: “…Y por último es su Real Voluntad que al hijo de la Rectora de la Expedición Dª Isabel Cendalla y Gómez se le pase y abone en esas Casas Reales desde 1º de agosto de 1804 aquella cantidad que hubiere tenido de costo en el Hospicio de Pobres uno de los destinados a él, respecto a no haber disfrutado auxilio alguno en ese tiempo del Real Erario, y que se le continúe por ahora y hasta tanto que se halle con la colocación o destino a que su inclinación le llame y quiera su madre, cuyo zelo y extraordinarios servicios contraídos en la Expedición han sido muy satisfactorios a S.M…”. Diferentes autores citan que el niño, Benito Vélez, era adoptado. Todo hace pensar que era una mujer sola con un único hijo a su cargo, situación que podía justificar el adherirse a la Expedición sin dejar nada atrás.

Tal vez fuera viuda. Efectivamente, se la califica de mujer de probidad, es decir, honrada. Esto no sería creíble en el caso de haber tenido el hijo fuera del matrimonio. Debió ser una mujer de gran categoría. La Casa de Expósitos y el Hospital de la Caridad eran las dos grandes obras de beneficencia de Galicia. El Presidente de la Junta del Hospital de la Caridad era don Ignacio Carrillo, en la misma categoría estaba Doña Isabel. Su prestigio constituiría un plus para convencer (superar la repugnancia) a los padres remisos a confiar a sus hijos al cuidado de los enfermeros “sin el alivio de una mujer de providad”.
FOTO 011 Portada del libro Ángeles Custodios de Almudena de Arteaga
La participación de la Rectora de la Casa de Expósitos en REFV fue ejemplar, controlaba todo lo relacionado con los niños, por lo que fue un gran apoyo para el feliz desenlace de la expedición vacunal. En junio de 1805 Balmis informa en Manila que: “La Rectora de esta Real Expedición me ha hecho presente que en atención a la dilatada navegación, que se debe emprender para nuestro regreso, necesitan los 26 jóvenes que han servido para trasmitir la Vacuna a estas Yslas de algunas ropas y utensilios para mantenerlos con el aseo y limpieza correspondiente; lo que pongo en consideración de V.m. para que de cuenta de la Real Hacienda se les habilite de todo lo que fuere de absoluta necesidad conforme a la soberana voluntad de su Majestad”.

Hay que advertir que dedicarse al cuidado de los niños contenía aspectos muy diversos. En primer lugar los derivados del viaje en sí mismo, mareos, vómitos, gastroenteritis, parásitos, accidentes ordinarios en las navegaciones. Las condiciones climáticas también influían en la salud, se pasó del invierno húmedo gallego al calor extremo en zonas tropicales, “son tan crueles y duras las penalidades que sufren los niños durante la travesía desde la península hasta el Caribe”. A esto hay que añadir la extrema atención que requería la vigilancia de las sucesivas inoculaciones que se iban practicando. Observar que no se mezclaran los inoculados con el resto para que no se contagiaran, evitar que se manipularan las pústulas, conseguir una buena transmisión del fluido vacunal. Doña Isabel cuidó en todo momento de que las operaciones fueran lo más limpias posible.

La tarea de los expedicionarios fue muy elogiada, en varias ocasiones se agradeció a Balmis y al resto de miembros “el buen desempeño de su Comisión en Nueva España, y se les encargaba que si algo hubiesen dexado por hacer lo perfeccionasen a su regreso de Filipinas”. Pero es Balmis, que se prodigaba poco en elogios, quien resalta especialmente la actitud y dedicación de Doña Isabel, “La enfermera y Rectora que con el excesivo trabajo y rigor de los diferentes climas que hemos recorrido, perdió enteramente su salud, infatigable noche y día ha derramado todas las ternuras de la más sensible Madre sobre los 26 angelitos que tiene a su cuidado, del mismo modo que lo hizo desde La Coruña y en todos los viajes y los ha asistido enteramente en sus continuadas enfermedades”, en informe de Balmis, Macao (1806).
FOTO 012 Escultura de Acisclo Manzano inaugurada en A Coruña (30-11-2003) como homenaje a la Expedición

Figura enigmática, Doña Isabel es uno de los pilares de la expedición. Cuidó de los “galleguitos” desde La Coruña hasta la capital novohispana y a los niños mexicanos que partieron desde Acapulco rumbo a Filipinas. Estuvo en el archipiélago hasta que volvió nuevamente la Expedición Vacunal a Nueva España. Al volver de las Islas Filipinas, la rectora rompió con los lazos que la vinculaban a la Península y se estableció en Puebla de los Ángeles donde desaparece para la historia de la ciencia española.

Doña Isabel, la enfermera de la Real Expedición Filantrópica de la vacuna
El entorno de la Expedición por su carácter de gesta pionera se presta a la fabulación. El papel de Balmis cuya vida personal parece envuelta en el misterio, su carácter personal, una mezcla de determinación, intransigencia, fortaleza, minuciosidad, siempre abierto a porfiar, resulta sin duda atractivo para una narración. No lo es menos la figura de la Rectora. Más desconocida, más misteriosa, única mujer en la expedición, es un personaje ideal para inventarle atributos, para imaginarle una vida. Por el momento contamos con 3 versiones noveladas de la Expedición que guardan un punto en común, la ampliación de la figura de Doña Isabel, confiriéndole un protagonismo mayor que el encontrado en libros o artículos históricos.
FOTO 013 Eduard Jenner vacunando
En una primera novela bastante bien documentada, Doña Isabel de Cendales y Gómez, es presentada como una atenta colaboradora, pendiente de detalles hacia Balmis, ejerce su rol de enfermera y sólo en un momento de la acción un Balmis excepcionalmente contento le dirige un cumplido: “¡Yo no sé en qué están pensando los hombres jóvenes!”. Otra más reciente, presenta a un Balmis romancero con una novia de juventud, varias cuitas amorosas en México, un fugaz y tardío matrimonio con una alicantina y finalmente un gran amor secreto: Doña Isabel de Cendala y Gómez. A lo largo del viaje narrado por Balmis en primera persona, se nos presenta una Isabel “alta, céltica, labios delgados, nariz afilada, gesto adusto, pelo amarillo-rojizo, ni bella ni fea”, que va aumentando su protagonismo a base de profesionalidad y capacidad de mediación entre el conflictivo Balmis y otros personajes. Éste empieza a descubrir su “belleza madura y serena, de dulces facciones, sonriente, que guarda un secreto”. Tras desvelarse que uno de los niños de la expedición es hijo de ella, Balmis lo toma muy mal pero luego la entiende, aumenta la intensidad de la relación que se carga de erotismo al calor de La Habana. Al final de su vida Balmis recibirá una larga carta en la que una Isabel ya fallecida le reconoce como el gran amor de su vida, Balmis descansa emocionado tras saberse correspondido.

Finalmente, una última versión de la vida de Doña Isabel Sendales y Gómez, con fuerte lanzamiento publicitario, comentario en JAMA incluido, relata la vida de 2 mujeres, Alma e Isabel. La primera, escritora contemporánea, en medio de una crisis vital encuentra en la segunda, sobre la que decide escribir un libro, su fuente de inspiración. Isabel es aquí una mujer que padeció las viruelas, hecho que marcó su vida y determinó tras una prematura viudez, su labor en la Casa de Expósitos. Abnegada y excelente profesional, el cuidado de los niños, su seguimiento tras finalizar la REFV centran el relato. Doña Isabel escribe un diario de la expedición, narra cuentos a los niños para quitarles miedos, y llega a aprender la técnica inoculatoria. Una mujer ejemplar, testigo privilegiada de una gran aventura. Cortejada fugazmente por un contramaestre, su relación con Balmis es de colaboración profesional, se profesan un mutuo respeto, ella sabe que el tiene esposa en Madrid. Se encontraran un par de veces en México donde Balmis vuelve años después de la expedición. Ella trabaja como enfermera y cuidadora, aplica remedios a los enfermos. La esencia de la historia es la vitalidad del universo femenino, “nuestras vidas no sólo nos pertenecen a nosotros mismos, sino también a quienes nos aman.

FOTO 014 Jean-Baptiste-Simeón Chardin, LA ENFERMERA ATENTA, ca. 1738. Tela National Gallery of Art, Washington D.C. (Colección Samuel H. Kres, 1952)

La enfermera atenta presta una especial importancia a las necesidades, deseos y bienestar de los pacientes. La enfermera es diligente, observadora y receptiva en el proceso de los cuidados.

Isabel como pionera de la enfermería
Se trataba de una profesional. Sus condiciones salariales eran precisas. En La Coruña cobraría tres mil reales con destino a su habilitación. En Indias cobraría 500 pesos anuales, contados desde el día en que se embarcase. Al regreso cobraría 250 pesos anuales. Cabe añadir a los méritos ya expuestos la escasa mortalidad que padecieron los niños durante los diversos trayectos. Demostró tanto su entrega física (excesivo trabajo, sufrimiento del rigor de los climas, infatigable noche y día) como psíquica (derramado todas las ternuras de la más sensible madre, asistido en sus continuas enfermedades en todos los viajes). Las valoraciones que se hicieron de ella, todas realizadas por varones, son elocuentes “ha perdido la salud, demostrado gran temple, constancia y bondad, ha disfrutado de un sueldo cortísimo”. Sin restar mérito al resto de practicantes y enfermeros, Doña Isabel constituye un símbolo por su singularidad. Ha sido definida como “enfermera abnegada y patriota”, como “la primera ATS de la Historia” o como “la primera enfermera de la historia de la medicina hispana”.

Escultura de Acisclo Manzano inaugurada en A Coruña (30-11-2003) como homenaje a la Expedición
Su reconocimiento, no obstante, ha sido muy escaso. Su presencia en la literatura científica se limita a media docena de artículos o comunicaciones a congresos.

En México, Miguel Bustamante, un relevante impulsor de la medicina preventiva y social de aquél país, reivindicó hace 30 años su figura considerándola “la primera enfermera de la historia de la salud pública”. Gracias a su influencia y desde 1975 se otorga anualmente por la Presidencia de la República, el premio nacional “Isabel Cendala y Gómez” dedicado a premiar la labor de un profesional de la enfermería. Asimismo, la Escuela de Enfermería de San Martín de Texmelucan en el estado de Puebla, lleva su nombre. Contrasta esta visibilidad con la nula reivindicación efectuada en España. Si exceptuamos algún trabajo presentado en congresos de historia o la perspectiva coruñesa de Nieto Antúnez, que tras influir para dedicarle una calle a su nombre en La Coruña, la llama “Primera Enfermera Internacional” y denuncia su olvido lamentándose de que ningún centro sanitario lleve su nombre, no hay mucho más. El colectivo de enfermería y particularmente aquellos que ejercen el rol de vacunadores podrían encontrar en Doña Isabel un ejemplo, rescatar su memoria es recuperar el rastro de miles de anónimos inoculadores.

Isabel Cendalla y Gómez, Enfermera y Rectora del Hospicio de La Coruña: ¡Pensadlo, doña Isabel, porque si todo sale bien, vos probablemente seréis recordada por los anales de la historia!

AGRADECIMIENTOS
Koldo Santisteban Cimarro

BIBLIOGRAFÍA
Y llegó la vida…..Estampas del descubrimiento y difusión de la vacuna antivariólica. Enrique Alfonso. Colección Austral. Espasa Calpe. Volumen extra nº 964. 1950

Los Viajes de Balmis. Dr. Francisco Fernández de Castilla (3ª edición)

Historia de la Enfermería. M. Patricia Donahue. Harcout. 1999

Francisco Xavier Balmis. Benefactor de la Humanidad. D. Carlos Canseco, Presidente Rotary Internacional 1984-1985. Discurso pronunciado el día 10 de mayo de 2003, en el acto académico celebrado en el salón de grados de la Facultad de Medicina de la Universidad Miguel Hernández, con motivo de la presentación de la FUNDACIÓN DR. BALMIS ROTARY CLUB ALICANTE, e inicio de los actos de conmemoración del bicentenario de la Expedición Filantrópica de la Vacuna

Comic La Expedición Filantrópica de la viruela

Doña Isabel, la enfermera de la Real Expedición Filantrópica de la vacuna
http://www.vacunas.org/index.php?option=com_content&task=view&id=6941&Itemid=380&limit=1&limitstart=5

El legado de la Real Expedición Filantrópica de la vacuna (1803-1810): Las Juntas de vacuna. Susana María Ramírez Martín. Dra. Historia de América

En el nombre de los niños: la Real Expedición Filantrópica de la vacuna (1803-1806). Emilio Balaguer Perigüell y Rosa Ballester Añón

Balmis y los niños de la vacuna. Luis Blanco Laserna. El rompecabezas

Ángeles Custodios de Almudena de Arteaga. Ediciones B. Marzo 2010

FOTOGRAFÍAS
Escaneadas de los diferentes libros consultados y de Internet.

Manuel Solórzano Sánchez
Enfermero Servicio de Oftalmología
Hospital Donostia de San Sebastián. Osakidetza /SVS
Director de la Revista de la Sociedad Española de Enfermería Oftalmológica
Vocal del País Vasco de la Sociedad Española de Enfermería Oftalmológica
Miembro de Eusko Ikaskuntza
Miembro de la Sociedad Vasca de Cuidados Paliativos
Miembro del Comité de Redacción de la Revista Ética de los Cuidados
Miembro de la Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería
masolorzano@telefonica.net