FOTO 1 Miryam
Jauregi Cousillas. Trabajo Fin de Carrera
AUTORA:
Miryam Jauregi Cousillas. Graduada en Enfermería (2012 - 2016) en UPV. Grado
Superior en Higiene Bucodental, en CESA (2010-2012). Está trabajando en la
actualidad en el Ambulatorio de Nuestra Señora del Koro, en Gros. Y en la
D.Y.A. Ha trabajado en la OSI Donostialdea en la U.C.I., radiología, en el
Paciente Crónico del Hospital de Amara y cómo voluntaria con las Hermanas de la
Caridad de la Cruz Roja, centro de la 3ª edad en México, de mayo a julio de
2016. Es Buceador 1 Estrella FEDAS-CMAS (B-1E). Actualmente preparándome para el
B-2E.
Directora del trabajo de Fin de Grado: Mª Isabel Elorza Puyadena
TRABAJO FIN DE CARRERA
Resumen
Este trabajo describe el papel de diferentes personajes
que han participado en el cuidado de sus congéneres a lo largo de la historia
mexicana, desde la época prehispánica hasta la actualidad en zonas rurales
rodeada de una cultura aun hoy indígena, en el que se reflejan diferentes
funciones en torno a rituales mortuorios de los mismos. Para comprender este
pensamiento tan diferente al europeo, se retrocederá hasta finales del imperio
azteca donde se registran varios de los mayores sacrificios humanos, fruto del
pensamiento tan integrado que tienen acerca de la dualidad vida-muerte,
creencias y tradiciones sobre el Inframundo, la Santa Muerte, el Día de Muertos…
y así entender la influencia que tuvo la conquista española en estos aspectos y
más aún el efecto de la colonización dando lugar a un mestizaje en un amplio
sentido, pero sobre todo en relación a la muerte y los cuidadores partícipes de
estos acontecimientos. Se concluirá con una visión en el presente de la
participación de la enfermería comunitaria en áreas rurales donde aún la
cultura conserva su carácter más genuino, sin apenas influencias modernas.
FOTO 2 La Santa Muerte
Introducción
Los Estados Unidos Mexicanos o cómo la mayoría lo conoce,
México, es un país situado en Norteamérica (1, 2).
Geográficamente se encuentra haciendo frontera al norte
con Estados Unidos de América, al sur con Guatemala y Belize, al este con el
Golfo de México y el Caribe y al oeste con el Océano Pacífico (3).
La esperanza de vida según las últimas estadísticas del
2014, se aproxima a los 75 años.
Actualmente es uno de los países latinoamericanos con una
alta población indígena, que mantienen aún los usos y costumbres propias, y
como no, la manera de comunicarse. En México hay 6.695.228 personas que hablan
alguna de las 89 lenguas indígenas que existen (4). Este aspecto es de suma
importancia, pues, a la hora de prestar unos cuidados asistenciales, muchos de
los indígenas se niegan a recibir dichos cuidados en caso de que el profesional
no comprenda la lengua nativa.
Cuando fui aceptada para el programa de intercambio
UPV-AL a México, concretamente a Heroica
Puebla de Zaragoza (Estado situado próximo a la capital) para una estancia
de seis meses, nada me hacía pensar en el gran cambio de vida que me esperaba.
Mi experiencia comenzaría desde Agosto del 2014 hasta Enero del 2015.
La llegada al país me supuso un conglomerado de contrastes…
clima, comida, olores, vestimenta, ritmos, mercados callejeros… para eso iba
preparada y cualquiera de ellos merecería dedicarles un apartado pero me
centraré en el que más poderosamente llamó mi atención: La Muerte.
Comprobé que la gente mexicana es muy abierta y aceptan
de buen grado al extranjero. Aceptaron sin ningún tipo de reparo mi
participación en costumbres y celebraciones propias. Participé de forma activa
en la fiesta de los quince años (momento en el que las niñas toman oficialmente
el papel de mujer y por ello, se organiza una fiesta para presentarlas en
sociedad), en el alumbrado del árbol de Navidad (momento más esperado en los
pueblos porque dan inicio a las fiestas navideñas), en los espectáculos
realizados por los voladores (bailes que ofrecen al Dios Tláloc, para atraer a la lluvia y que las cosechas sean
fructíferas), el Día de los Muertos (lo que en nuestra cultura entendemos como
Día de los Difuntos), y un sinfín de acontecimientos.
Es a éste último suceso al que le voy a dedicar este
trabajo de fin de carrera.
Durante mi estancia cómo alumna de intercambio de
enfermería UPV-AL viví éste evento de una manera superficial, me faltó tiempo
para profundizar en este tema que me generaba gran curiosidad e inquietud. Fue
entonces cuando vi en éste trabajo la oportunidad de indagar con juicio crítico
en todo ello.
Debido a las muchas muertes prematuras que ha habido en
mi familia, el tema de la muerte aun no siendo tabú, si está lleno de una gran
carga de dolor y tristeza, irremediablemente lo vas respirando y desde que
tengo uso de razón, es lo que recuerdo en mi entorno más cercano.
Es posiblemente la manera colorista, lúdica y de
aceptación con la que envuelven los mexicanos el ritual de la muerte, lo que me
resultó tan chocante cómo atractiva.
Para entender la filosofía de vida y muerte que tienen
los mexicanos, he necesitado remontarme hasta la época prehispánica para
conocer el origen de la mayoría de las creencias y rituales, que han llegado a
nuestros días. Es por ello, que comenzaré por el significado de la muerte en el
mundo maya pues fue una de las culturas más poderosas en la zona de Yucatán y
que más avivó los rituales entorno a la muerte.
Hasta el siglo XV, América era desconocida en el Viejo
Mundo. Fue Cristóbal Colón quien financiado por la Corona Castellana se topó
por equivocación con un nuevo continente: América (5).
A la llegada de los españoles al Nuevo Mundo, el
territorio que hoy comprende México, estaba poblado por un conglomerado de
culturas que a modo de un gran puzle componía su región: Mexicas o Aztecas,
Mayas, Tlaxcaltecas…
FOTO 3 Dioses aztecas
Los relatos de las costumbres ancestrales de estos
pueblos han llegado a nosotros a través de dos vías: la más pequeña e inacabada
es la arqueológica que sigue a día de hoy ofreciéndonos nuevos descubrimientos,
y la más extensa a través de escritos de sacerdotes y religiosos que llegaron a
América con la misión de evangelizar. A modo de los modernos periodistas o
cronistas recopilaron todo cuanto a su paso observaban o les contaban. Hay que
tener en cuenta que a diferencia de la tropa de mayoría analfabeta eran los
misioneros los únicos poseedores de la suficiente preparación con conocimientos
de lectura y escritura. No sin olvidar que en dichas crónicas no sería todo
real, pues existía una dificultad lingüística que pudo hacer que la traducción
literal no fuese del todo exacta, por no citar la mentalidad del hombre europeo
del siglo XVI, estos entendían como religión demoniaca y salvaje la practicada
por los indígenas en la que encaminada por chamanes (curandero - sacerdote) se
realizaban sacrificios humanos y rendían culto a fuerzas malignas y demonios.
La imparcialidad de los cronistas es dudosa desde todo punto de vista pero de
gran importancia para poder hacer una valoración lo más justa posible (6).
De lo que no cabe duda es de la forma en que se vive y
festeja el Día de Muertos en la actualidad, una forma de afrontar y superar el
duelo de una pérdida única y peculiar. Trataré de explicar las consecuencias
del mestizaje que a través de medio siglo han ido evolucionando entorno a los
rituales mortuorios en los que participan una serie de cuidadores tradicionales
(herbolarias, chamanes, Ticitls…) y modernos (enfermeras), siempre guardando su
esencia, la forma en como todos los estratos sociales en mayor o menor medida
viven, respetan y perpetúan estos rituales.
Durante todo éste trayecto, haré un compendio de ideas
entrelazando el tema que nos ocupa, es decir, “la muerte y el papel de enfermería” en el México actual.
Dado que el concepto actual de enfermería en la época
prehispánica era inexistente, me decido por orientar la búsqueda de información
hacia los diferentes personajes tanto hombres como mujeres, curanderas/os,
chamanes, herbolarias, parteras etc., que cumplían la función del cuidado de la
salud de su comunidad y el papel en el cumplimiento de los rituales entorno a
la muerte y como han ido evolucionando hasta nuestros días, en los que todavía
algunos de ellos tienen un lugar y una función que desempeñar, y de qué manera
las enfermeras son partícipes en rituales mortuorios sobre todo en el área
comunitaria, donde en la mayoría de los casos, tienen que amoldarse a las
exigencias nativas.
Objetivos
Describir los rituales mortuorios en México.
Investigar el origen prehispánico de estas formas de
expresión.
Indagar acerca de la influencia hispánica en dichas
culturas y desarrollo posterior.
Plantear costumbres y ritos ancestrales en los que
participa la enfermera en contacto con la población indígena actual.
Enunciar la clasificación de cuidadores más
representativos y las funciones de los mismos en ritos mortuorios en la
actualidad.
Exponer la importancia de la transculturalidad en la
cultura mexicana.
Metodología
Este trabajo de fin de carrera de Enfermería trata sobre
una revisión bibliográfica. Para ello, he recogido una serie de datos, para lo que
he hecho uso de diferentes fuentes que han sido las siguientes: por un lado,
bases de datos como Dialnet, Scielo, PubMed…por tener una estrecha relación con
las ciencias de la salud y un amplio abanico de artículos sobre la enfermería
ya sean en castellano (las más frecuentes) o en inglés. Por otro lado libros,
revistas electrónicas y documentos en PDF publicados hasta hoy en día, con el
fin de revisar la información encontrada.
Finalmente la inestimable participación de dos profesoras
de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla de la Facultad de Enfermería,
la Maestra Lilia Arvea Jefa de
Departamento de la BUAP y Odilia Bustos
Jefa Estatal de Enfermería de los Servicios de Salud del Estado de Puebla, con
las que me puse en contacto pues fueron parte de mi profesorado durante mi
formación en México facilitándome documentos y aportándome sus experiencias
personales acerca del papel de la enfermera en cuidados postmortem, valiéndonos
para ello del correo electrónico.
FOTO 4 Escudo de la Benemérita Universidad Autónoma de
Puebla. Facultad de Enfermería. México
Para cumplimentar los objetivos planteados, he necesitado
buscar bibliografías de varias fuentes con diferentes puntos de vista, para
poder así enriquecer y contrastar la información y mostrar de este modo un
carácter de imparcialidad a pesar de todas las controversias con las que me he
encontrado a lo largo de todo el proceso.
Además, para tratar de acotar la búsqueda y ser lo más
actual posible, fijé artículos publicados en los últimos diez años, sin
embargo, tras la escasa información, me vi obligada a eliminar este parámetro
dejando de establecer fechas determinadas.
Si bien es cierto que los relatos escuchados durante mi
estancia en México, me resultaban peculiares y captaban mi atención con gran
facilidad, a la hora de exponerlos en este trabajo he comprobado la diferencia
narrativa existente entre las fuentes arqueológicas, que las he considerado más
objetivas, y las escrituras de sacerdotes y religiosos, la mayoría españoles y
victoriosos que marcan una forma carente de rigor científico.
Para la realización de la búsqueda de información, he
utilizado ciertas palabras clave con las que he ido avanzando en la realización
del trabajo, tales como: rituales mortuorios mexicanos, día de muertos,
cuidadores prehispánico, enfermería zona rural México, conquista españoles.
La
muerte en el antiguo México
Para entender éste tema tan complejo cómo la muerte, es
importante situarse en el contexto histórico. Para ello, deberá hacerse notar
el punto de ruptura que supuso la conquista española. Se diferenciará la
cultura anterior a la llegada de los españoles, sin ningún tipo de influencia
occidental y la posterior, donde en sucesivas etapas fueron perdiendo pureza y
adquiriendo el mestizaje característico.
Se iniciará éste recorrido por el México prehispánico
recordando el conglomerado de las diferentes culturas que habitaban en sus
territorios y la zona de influencia: Olmeca, Maya, Teotihuacana, Zapoteca,
Tolteca, Mixteca, Tarasca y Mexica.
De todas ellas, la cultura mexica fue el grupo dominante
y es el más documentado, hay referencias tanto en sus creencias y costumbres frente
a la muerte como con respecto a la vida, ya que para el indígena prehispánico
esta idea era dual, única e indivisible.
Es en este punto donde la sociedad mexica integró la
muerte en su ciclo cósmico como una circunstancia más del devenir: al morir se renace; esta es la idea
básica y de ella se desprende la concepción de permanencia, de existencia,
porque la muerte no marca un fin, al contrario, es fuente de eternidad. Esta
idea abre paso a la inmortalidad.
Los antiguos mexicanos eran grandes observadores del
cielo y de la tierra. Poseían conocimientos astrológicos muy adelantados a los
europeos y gestionaban las cosechas y los ciclos de la naturaleza con gran
precisión y respeto, y de esta observancia hicieron culto y religión; y si la
naturaleza no tiene ni principio ni fin, sino que es cíclica y el día es
consecuencia de la noche y viceversa, no se entiende la muerte sino como parte
de la vida.
Esto no es nada nuevo para los cristianos, pero existe
una gran diferencia, mientras que en el concepto de vida después de la muerte
según el cristianismo, existe un cielo como recompensa al que acceden solo los
buenos y un infierno como castigo eterno para los malos, esto genera sin duda
un miedo atroz a la muerte (7).
Los pueblos indígenas, no contemplaban este concepto
liberándoles de este miedo. Pero también creían en la inmortalidad y por ello
practicaban ritos y adoraban a deidades que representaban la vida y la muerte
para tener una mejor vida en el más allá o simplemente para venerar a los
dioses y así agradecerles el tiempo vivido en esta tierra (8).
FOTO 5 Xochipilli
En la época prehispánica, el hecho de morir, era el paso
final para llegar al Mictlán, un
término que los españoles lo tradujeron como el infierno, sin embargo, teniendo
en cuenta la gran diferencia que existían entre el concepto de infierno para
los españoles y los mexicanos, se entiende mejor si lo traducimos como Inframundo, ya que para los mexicanos
terminar en este lugar no era el mismo lugar terrorífico que describían los
cristianos europeos (8).
Según los aztecas, una vez que el individuo moría,
tardaba cuatro días en que su alma llegase al Mictlán, donde allí se
presentaría a los dioses cuidadores del inframundo y lo mandasen a recorrer un
camino de duras pruebas a lo largo de cuatro años. El motivo por el cual es
necesario pasar estas pruebas, era que finalizadas éstas, los dioses Mictecacíhuatl (en la actualidad
conocida cómo Santa Muerte o Catrina)
y Mictlantecuhtli supiesen en qué
nivel de los nueve del inframundo iban a ser llevados. Aunque siempre cabía la
posibilidad de que el lugar del difunto no fuese el Mictlán.
Dependiendo de qué tipo de muerte hubiera tenido, éste
podía ser destinado al mundo del dios con el que más estaba relacionado. Por
ejemplo, si esa persona moría debido al agua, éste iba al paraíso de Tláloc, Dios de las lluvias; si eran
muertos en guerras, en sacrificios humanos o en partos, llegaban al paraíso del
Sol donde se encontrarían con Huitzilopochtli, Dios de la guerra (9).
Por lo tanto, aunque después de la vida venía la muerte y
con ello un nuevo ciclo de vida, el objetivo era llegar a algún paraíso, el
Mictlán se veía como segunda opción, por eso el modo en el que uno moría era
muy importante para ellos.
Se han hallado numerosos documentos hoy recogidos en el
Museo Nacional de Arqueología de la Ciudad de México, que demuestran que en el
Templo Mayor, situado en el centro del D.F. de México, hubo numerosas muertes
bien sea por sacrificios humanos o por el juego de la pelota, el cual también
finalizaba con el mismo ritual. El hallazgo de tantos restos humanos se cree
que responde a la creencia de que este templo era el punto central donde unía
sus dos mundos, el Mictlán o Inframundo con sus nueve niveles y el mundo
celeste con trece niveles (10).
Estudios forenses de alto rigor científico demuestran que
los sacrificios humanos eran muy habituales en la tradición ritual de las
culturas mesoamericanas. En éste contexto, haremos destacar la importancia de
los chamanes en la ejecución de dichos rituales. Los chamanes eran personajes
de alto rango dentro de la cultura mexica, estaban considerados cómo vínculo
entre dioses y humanos. Eran la mano ejecutora de los sacrificios humanos con
el fin de satisfacer las necesidades de los dioses, de esta forma, aplacaban su
ira obteniendo bienestar, salud, buenas cosechas. Era así cómo entendían que
para obtener estos beneficios era preciso apaciguar la insaciable sed de sangre
de las deidades, de ahí la necesidad de los ingentes sacrificios humanos
realizados a lo largo de la época prehispánica (11).
Una de las múltiples formas de satisfacer a los dioses se
realizaba a través del Juego de la Pelota. Éste, era el modo más común de
recrearse y esperado por la sociedad mexica. Mediante éste deporte ritual, se
aseguraba un equilibrio en la naturaleza. Se trataba de pasar una pelota de
hule o caucho del tamaño de una cabeza con un peso de tres kilos y medio
aproximadamente por unos aros de piedra situados a gran altura, únicamente a
base de golpes realizados con todo el cuerpo excepto con las manos. Para éste
acontecimiento, se solían utilizar prisioneros de guerra. Se dividían en dos
grupos y luchaban como rivales. A pesar de toda la recopilación de información
en base a este juego, aun no hay una teoría clara pero todo indica que eran los
ganadores los que se sacrificaban para adorar a los dioses y como ofrenda se
les ofrecía la cabeza y el corazón de dichos participantes victoriosos (12).
Como se ha mencionado anteriormente, la forma en que uno
muriese, para la cultura azteca, era de gran importancia y que un prisionero de
guerra moría en un acto ofrecido para deleitar a los dioses, era un modo de
aumentar su prestigio y ganar un mejor puesto en el más allá. En la mayoría de
los casos, los cuidados rituales ante la muerte eran evidentes, por ejemplo los
realizados por los aztecas en enterramientos para sus difuntos.
FOTO 6 El día de los muertos y la mitología azteca
Era costumbre amortajarlos de manera especial en función
de la jerarquía y de la muerte que habían tenido. Además, se les ponía una
piedra preciosa (jade u obsidiana) en la boca representando al corazón, los
colocaban en posición fetal, con las piernas recogidas. Era una representación
del inicio a una nueva forma de vida, ya que tenían conocimientos de anatomía y
sabían que ésta era la postura que adoptaba el feto en el vientre materno.
Además, para simbolizar la placenta colocaban los cadáveres en bolsas de cuero
(13).
El curandero era el personaje principal para llevar a
cabo estos rituales. A la hora de enterrar a alguien se realizaban cánticos y
rezos, durante los cuatro primeros días. Para el desarrollo de los ritos, se
situaban junto al chamán por orden jerárquico el hombre más anciano de la
familia, seguido por el resto de los hombres y a continuación la esposa (si
precedía) y el resto de las mujeres. Todos ellos, colaboraban en cierta medida
en el enterramiento del difunto.
Se le concedía gran importante al ajuar funerario que
consistía en objetos con dos características principales: por un lado útiles
personales del difunto, y por otro, objetos que le sirviesen para poder pasar
las duras pruebas de cuatro años sin dificultad, como ropa para evitar el
cortante viento de las montañas, un palo para defenderse de los peligrosos
animales que pudieran atacarle, etc. (14).
Una vez finalizado el enterramiento sembraban nopales o
arbustos espinosos sobre las tumbas o hacían un cercadillo con ramas gruesas
para protegerlos de las fieras y de las aves de rapiña.
No es fácil determinar una fecha exacta de cuando se
originó la enfermería como tal en México, sin embargo, gracias a los numerosos
estudios e investigaciones realizadas por parte de arqueólogos y antropólogos
especializados en la época prehispánica, se sabe que existieron unos códices
donde se especificaba las tareas de cada persona relacionada con la sanidad de
la época. El códice Bediano del año
1552 escrito por Martin de la Cruz, nativo de los nauthtl, es el que mejor se
conserva pues desgraciadamente con la conquista, hubo importantes pérdidas de
documentos. En él se narra cómo fue el cuidado de la salud y enfermedad de la
población indígena prehispánica, el papel fundamental de cada persona
especializada en el cuidado de la población. (15).
Existían numerosas especialidades, entre ellas, las Tlamatqui-ticitl, que se encargaban del
cuidado de las embarazadas, en el puerperio y también de los recién nacidos
(16). Las funciones de estas mujeres, además del cuidado de la madre como de su
hijo para garantizar la salud de ambos, era también la de prestar sus cuidados
ante la muerte de cualquiera de ellos. Si la madre moría al dar a luz, la
partera reunía a los allegados de la fallecida y todos comenzaban con gritos y
lamentos para que el resto de los integrantes de la comunidad tuvieran
conocimiento del suceso. Además tenían la creencia que si nacían gemelos, era
función de la Tlamatqui-ticitl elegir al más fuerte de los dos y sacrificar al
otro. O bien, cuando presentaba “taras”
físicas o problemas de nacimiento, también se sacrificaba al recién nacido (9).
Uno de los múltiples cometidos que caracteriza a estas
parteras consistía en enterrar el cordón umbilical después de incinerarlo cómo
ofrenda a la tierra y así proporcionarle buena salud al recién nacido. Si era
niña, el cordón umbilical era enterrado en el hogar y si era niño, en el campo
de batalla (17).
Otro personaje sanitario con el que nos encontramos en
esta época es la Ticitl. Esta sería
la equivalente en España a la enfermera.
Sin embargo, es de destacar, que ya en la civilización azteca, eran tanto
hombres como mujeres las que tenían conocimientos de la herbolaria o las
consideradas brujas o curanderas en la Edad Media en el Mundo Occidental.
Conocían los efectos de las plantas, la dosificación, las funciones, y tenían
el poder de administrar a quienes lo requiriesen. Además, las Ticitl,
realizaban lavados intestinales, curas mediante fricciones, colocaban férulas e
incluso ponían en práctica las técnicas con sanguijuelas para limpiar la sangre
de ciertas enfermedades, práctica que mantiene gran importancia en zonas
rurales. A diferencia del Viejo Mundo, que contaba con siglos de evolución, en
el que eran escasas las mujeres las encargadas para estos menesteres y eran
únicamente los hombres los que contaban con el poder de llevar a cabo estas
funciones y además, sus nociones acerca de la herbolaria eran notoriamente
inferiores en comparación a la sociedad mexicana antigua (18).
Como ejemplo del adelanto sanitario social que poseían,
se destaca que ya en la época de los aztecas, en el reinado de Moctezuma (1398 - 1469), se contaba con
un hospital, el Tuihuacan para veteranos de guerra inválidos o los heridos en
combate, donde se practicaba la enfermería militar. Es de reseñar el sistema de
saneamiento e higiene que poseían cómo método preventivo hacia la aparición de
enfermedades, creando puntos de recogida de basuras a las afueras de las mismas
donde diariamente se incineraban. También desarrollaron sistemas de
clasificación de los residuos humanos que se recolectaban y se utilizaban cómo
abono. (19).
FOTO 7 Tlaxcaltecas
Estas prácticas fueron de gran asombro para los
conquistadores a su llegada al Nuevo Mundo pues a pesar de considerarlos
culturas primitivas, estaban más avanzados en estas cuestiones.
Poder
de los españoles en el territorio mesoamericano
La
conquista
En febrero de 1519, Hernán
Cortés motivado por la búsqueda de oro y gloria, desembarca con once barcos
con aproximadamente 100 marineros, 530 soldados, un médico, algunos carpinteros
y algunos cientos de nativos cubanos y africanos en las costas mexicanas en la
península de Yucatán. Allí, los españoles se encuentran con el “pueblo maya”, a
quien Cortés los derrota sin dificultad alguna y donde estos mismos les hacen
numerosos regalos, entre ellos 20 mujeres y grandes cantidades de oro (20).
Los españoles continúan explorando el norte del
territorio y llegan a lo que hoy es la ciudad de Veracruz, en junio de 1519.
Aquí Cortes funda la ciudad de Villa Rica de la Vera Cruz. Siguiendo la
exploración del territorio mexicano, los españoles llegan a Cempoal, donde
habita el “pueblo de los totonacos”, quienes informan a Cortes de la existencia
de una gran ciudad con riquezas inimaginables llamada Tenochtitlán. Éste, inmediatamente pone rumbo a la capital azteca.
Durante el recorrido los españoles se topan con tlaxcaltecas, un pueblo vasallo de los
aztecas con quienes no tienen buena relación. El español, sabe aprovechar esta
situación y convencer a los tlaxcaltecas para unirse a él y atacar a los
aztecas, así pues, el Conquistador consigue disponer de 3.000 guerreros
tlaxcaltecas en sus filas (21).
El 12 de Octubre de 1519 los españoles y aliados
tlaxcaltecas entran en Cholula y masacran a sus habitantes por ser aliados de
los aztecas, dicha acción causa terror entre los habitantes de Mesoamérica, el
emperador azteca Moctezuma decide acatar las demandas de Cortes (21).
El líder azteca recibe a los españoles y a sus aliados en
su palacio real, les obsequia con oro y regalos. Sin embargo, esto no es
suficiente y posteriormente hace prisionero al emperador azteca. Moctezuma
muere. Le sucede su hijo Cuauhtémoc.
Son tres largos años los que los conquistadores españoles junto con los aliados
tlaxcaltecas necesitan para tomar la ciudad de Tenochtitlán, hoy conocido cómo Distrito Federal de México. A
partir de este logro, los españoles tienen la libertad de seguir adentrándose
en territorio mexicano sin ninguna resistencia (22, 23).
Colonización
Consolidada la conquista mexicana y asegurar la futura
exploración del territorio mexicano, el siguiente paso es la “colonización
cristiana o evangelización” del territorio conquistado, antes de ser una
gobernación colonial.
Cuando los españoles observan lo que consideran “atrocidades religiosas” de la cultura
azteca, (sacrificios humanos, inmolaciones en masa), se ven en la necesidad de
evangelizar al pueblo conquistado, ya que a pesar de todas las masacres
realizadas por los españoles, quedan atemorizados por los espectáculos de
muerte de carácter ritual que se realizan por todo el territorio.
Prácticamente todas las muertes entre la sociedad azteca,
son motivo de festejo con un carácter culto-religioso. Dependiendo de quién sea
el fallecido, el enterramiento es más sencillo o más lujoso (13).
Ya este hecho, no es bien visto entre los españoles pues
no comprenden el motivo de festejo ante una muerte, el sacrificar a inocentes
ante el fallecimiento de un personaje de alta cuna, el “supuesto” contacto que
tienen con los innumerables dioses aztecas, etc.
FOTO 8 Este panel de piedra caliza conmemora las batallas
y la vida de Bird Jaguar IV. Fue el rey de Yaxchilán, uno de los muchos reinos
mayas que se extiende a lo largo de lo que ahora es México, Guatemala, Belice y
partes de Honduras y el Salvador. En este panel, Bird Jaguar es representado
preparándose para la batalla, con una de sus esposas. La inscripción nos dice
que este evento tuvo lugar en el año 755. Museo Británico
El choque cultural es inmenso pues el modo de entender,
de festejar, eran completamente diferentes a los comprendidos por los
españoles. Por ello, son ciertos rituales los que impactan a la sociedad
occidental, no se recordaba en Europa sacrificios humanos y mucho menos de la
manera en que los mexicas lo hacían.
Numerosos estudios demuestran que durante el año, son varias veces las que
llevaban a cabo este tipo de rituales. Sin embargo, no es hasta 1486 que
sacrificaron la vida de 20.000 personas a lo largo de cuatro días de festejo
por la consagración del Templo Mayor situado en Teotihuacán, actual D.F. de
México (24).
Relatos recogidos por hombres de Cortés relatan “Y estaban todas las paredes de aquel
adoratorio tan bañado y negro de costras de sangre, y el suelo, que todo hedía
muy malamente. (...). Y allí tenían un tambor muy grande en demasía, que cuando
le tañían el sonido dél era tan triste y de tal manera como dicen instrumento
de los infiernos, (...). En aquella placeta tenían tantas cosas muy diabólicas
de ver, muchos corazones de indios que habían quemado, y todo cuajado de sangre”.
En otra de las citaciones por estos hombres, se contabilizan más de 130.000
cráneos a modo de decoración del templo de Tenochtitlán (23).
Los dioses aztecas, con formas de bestias y enormes
dragones, impactan y asustan a los españoles, que les recuerdan a figuras
malignas y malvadas del cristianismo como demonios y al mismo Satanás. Una vez
conquistado el territorio, eliminan el culto azteca, derribando sus templos y
haciéndole creer que esas figuras a quienes ellos veneran, son las
personificaciones del mal.
Los españoles, deciden suprimir ritos y sacrificios
humanos propios de la cultura azteca, puesto que el valor más inestimable para
la religión cristiana, es la vida y no pueden permitir que se lleven a cabo
estas atrocidades en unas tierras ya entonces en proceso de evangelización.
Cabe destacar una de las supresiones que ordenó la iglesia católica: dejarán de
realizar ofrendas a los dioses en memoria del fallecido y de los antepasados
que yacen muertos, ritual que comenzaba en abril según el historiador Fray
Bernardino de Sahagún (13).
La aceptación de Cristo, es bien recibida por la
población mexica, el Dios padre no exige la vida de los seres humanos, un único
dios en quien creer, un dios que no hace distinción de rico, pobre o esclavo,
en contraparte de los numerosos y temerosos dioses aztecas. Pocos años después
arriban numerosas órdenes de misioneros llegados de España, religiosos y
aventureros, éstos son la clave de la colonización de México. Los primeros en
llegar son los Franciscanos en 1523, después los Dominicos en 1526 y los
Agustinos en 1527. Posteriormente en 1572 llegarían los Jesuitas (23, 25).
Los misioneros por su parte, son muy bien vistos y
recibidos por la población indígena de todo el territorio de Mesoamérica, pues
los nativos, sienten simpatía por estos hombres descalzos, solitarios y
humildes, que comparten la misma pobreza, la coherencia y la entrega
desinteresada de sus vidas. Junto con los misioneros en aldeas perdidas en
zonas abruptas, llegan las primeras construcciones de los españoles, las
iglesias. Cada aldea contaría con una iglesia con la llegada de los misioneros
(23, 25).
A su vez, comienzan a crear hospitales para el cuidado de
los españoles. Pero no fue hasta 1531 cuando deciden fundar el Hospital Real de
los Naturales. Éste sería el primero dirigido al cuidado de los nativos, hecho
que favorece mucho pues desde la conquista hasta 1545 los nativos indígenas
sufren tres epidemias diferentes (viruela,
sarampión y la peste), que dejan la población mermada, pues aproximadamente solo
sobrevive un tercio de los indígenas (26).
Es de destacar, que puesto que sus funciones principales
están enfocadas a los mexicas, también se les permite la práctica de cuidados a
aquellos que ya habían adquirido conocimientos médicos y costumbres del viejo
mundo. Es de esta manera cómo a pesar de encontrarse en un entorno cristiano
los cuidados resultan un compendio de saberes indígenas y colonos (27).
Por los registros encontrados, se sabe que este hospital
disponía de ocho salas de enfermería y ya contaban con triajes para pasar a los
enfermos a salas diferentes en función de la enfermedad y gravedad (28, 29).
Celebración
y Muerte
Como se ha mencionado anteriormente, las creencias y
tradiciones han ido variando a consecuencia de la unión de lazos entre los
españoles y los mexicanos, lo que ha dado a un mestizaje en muchos sentidos.
En México tienen un dicho “hay que vivir de muerte para aprender a vivir, y hay que morir de vida
para aprender a morir”. Esto refleja la clara dualidad con la que viven los
mexicanos, es decir, que la vida está unida a la muerte y viceversa. Este
concepto, a pesar de los siglos y de la colonización española, siempre se ha
mantenido. Para expresar éste concepto; tienen una manera muy especial de
hacerlo y es mediante el festejo del día de muertos. Fecha dedicada a rendir
culto y respeto a los antepasados.
México está considerado como un país que toma la muerte
como cuestión de alegría y festejo para los difuntos. De hecho la muerte, está
representada con un cráneo o un esqueleto y siempre con una sonrisa, este
personaje es la llamada “Catrina”. Ésta, representaría a la diosa del inframundo
Mictecacíhuatl, la encargada de cuidar de todos los fallecidos junto con su
esposo el “Catrín” o el dios azteca Mictlantecuhtli (30).
Cuando se acercan las fechas del Día de Muertos, se
realizan multitud de actuaciones en las ciudades en relación a la Catrina y el
Catrín: representaciones en el teatro, cuenta cuentos para niños en las plazas
mayores, decoraciones en taxis, autobuses, escuelas, etc. (31).
En la actualidad, muy a pesar de los conquistadores, las
fechas en que se festeja el día de muertos, no coincide con exactitud a las
celebradas por los españoles. Aun así, este festejo ha sido motivo suficiente
para que estos días se consideren como días de fiesta nacional el 1 y el 2 de
noviembre en donde los comercios no abren y la gente se dedica a transformar su
hogar en un lugar de festejo y reencuentro (32).
Los días 1 y 2 de noviembre son los más representativos,
ya que en estos días se juntan tres conceptos principales: por un lado la
llegada de los muertitos, por otro lado la de los muertos adultos y por otro
lado, la reunión familiar. Al ser el día 2 el último, es a éste al que se le
llama Día de Muertos como tal, aunque el festín del Día de Muertos abarque
varios días que se detallarán a continuación. Según las creencias mexicanas,
una vez al año, todos los muertos hacen un viaje desde el inframundo hasta la
tierra para visitar a sus seres queridos aún vivos y esto es motivo de fiesta y
alegría pues ese día se reúne otra vez la familia.
A pesar de ello, no todos los espíritus llegan a la vez,
por eso, esta celebración dura hasta cuatro días. Es de tener en cuenta que
dependiendo de la región que estemos tratando, los días pueden variar con días
de diferencia. La experiencia que yo viví en las regiones de Puebla
y Michoacán
corresponden con las siguientes fechas: el 28 de octubre es el día de los
ahogados; el 29 de octubre los accidentados y los olvidados; el 30 de octubre
llegan las almas de niños que murieron sin ser bautizados; el día 31 de
octubre, es el día de los chiquitos o lo que es lo mismo, el día de los niños;
el día 1 el día de los muertos grandes o adultos; y el día 2 retiran el altar
(33).
FOTO 9 Dibujos de nobles
mayas en un mural de Chinchen Itzá. México
Este es un tipo de cuidado colectivo para las personas
ante una situación de duelo. Es de esta manera con la que hacen frente a la
pérdida de su ser querido y son estos ritos los que les ayudan a superar esta
fase de dolor.
Fray
Diego de Durán, a su llegada en
la época del descubrimiento, narra cómo los indígenas hacen una serie de
altares con ofrendas durante dos meses, el mes de julio para los niños y el mes
de agosto para los adultos. Con las prohibiciones de los españoles hacia estas
prácticas, los indígenas mismos son los que comenzaron a modificar estas
tradiciones celebrándolas por dos días coincidiendo con el día de Difuntos y de
Todos los Santos. Según Durán, es la manera que tuvieron para continuar con sus
costumbres sin que a ojos de los españoles sea notorio este hecho. Por lo que
los españoles no logran borrar las creencias de los naturales más si conseguir
un mestizaje (34).
En la actualidad, uno de los momentos en los que se puede
observar el mestizaje cultural del que previamente estábamos hablando, es que a
pesar de que por norma general, en cada hogar se encargan de realizar un altar
para “los suyos”, previo a estas fechas, en las plazas principales de ciudades
y pueblos, en calles mayores como pueden ser avenidas o en los alrededores de
las iglesias, numerosas personas son las que salen a la calle para decorarlas
con altares coloridos, grandes y elocuentes y demostrar así este homenaje en
colectividad. Éstos, suelen estar dedicados a personajes ilustres de la
comunidad que han sido importantes a lo largo de la historia y ya fallecidos.
Para el mexicano, esta tradición milenaria cubre en gran parte esa necesidad
espiritual de honrar y recordar a sus antepasados. Es un acontecimiento
autóctono y único que se celebra de forma individual y colectiva (31).
Los altares reciben diversas ofrendas dependiendo a quien
vaya dirigido. A pesar de ello, la base de todo altar está conformada por
flores, velas, alimentos, bebida e imágenes tanto religiosas como de los
difuntos. Con el paso del tiempo y la influencia de la cultura hispánica, el
modo de realizar un altar ha cambiado. El original, es decir, el prehispánico
consta de tres niveles en forma de pirámide, la cual está cubierta por un
material similar al papel que era teñido y picado de diferentes colores. Que
sea de tres niveles tiene su justificación y es que el primer nivel representa
al mundo de los dioses, el segundo nivel el de adorar la tierra que con la
conquista se ha transformado en purgatorio y el tercer nivel al inframundo. El
hecho de que tenga forma de pirámide tiene sentido y ya que representa el ascenso
hacia los dioses celestes.
En cuanto a los altares de tres niveles, el modo de
empleo sería el siguiente: en el primer nivel, o el nivel más elevado y
estrecho, se coloca la imagen del difunto (en la época prehispánica tallaban
figuras bien en madera o en cera representando al fallecido); en el segundo
nivel se coloca la comida favorita del difunto, agua (para mitigar la sed del
fallecido tras el largo viaje desde el mundo de los muertos) y copal (incienso
que sirve para limpiar y purificar las energías del lugar, además de santificar
el ambiente y guiar a las ánimas) en pequeñas vasijas de barro. Si es en
representación a un adulto se le suele colocar chupitos con bebidas alcohólicas
originarias como el tequila, el mezcal o el pulque. Si se trata de un niño, se
suelen colocar juguetes; y en el tercer y en la base del último nivel, las
flores, follaje y calaveras de azúcar (en la época prehispánica eran cráneos
los que se colocaban, generalmente provenientes de sacrificios humanos y sirve
como recordatorio de que la muerte está siempre presente). Las flores, aunque
son intercaladas, la principal es la Cempazúchitl
de tonos vivos y amarillos que representan al sol lo que ayuda de guía a
los espíritus (33).
Aun así, en el trascurso de esta festividad, podemos
encontrarnos con altares de diferentes niveles. Aunque bien es cierto que el de
tres es el más común, también podemos encontrar altares más sencillos de dos
niveles (cielo y tierra) o incluso de siete. Este último sería el más detallado
y la explicación a estos siete niveles es que son los niveles que hay que
ascender para que el difunto llegue hasta al mundo de los dioses (32).
Hoy en día en estos altares podemos encontrar imágenes de
santos, Cristo, cruces, alimentos que no existían en América. Estas
modificaciones fueron dándose con el paso del tiempo, pues la evangelización
consiguió penetrar en las costumbres indígenas sin olvidar rituales propios que
caracterizaban a estos individuos. Así es como incluso en festejos de origen
nahua existan objetos de origen cristiano procedentes de la monarquía
hispánica. La cruz es un elemento que vino con la evangelización de los
españoles. Ésta, siempre va a ir en el nivel más alto y puede ser bien un
objeto o marcado con sal (35).
FOTO 10 Celebración del día de muertos
Algo que también trataron de cambiar los colonos fue el
significado de las velas. Los mexicas colocaban velas desde el lugar donde los
difuntos estaban enterrados hasta la casa para que iluminaran su camino y no se
perdiesen. Sin embargo, los colonos, obligaron a colocar velas en el altar
representando los siete pecados capitales. Actualmente, se llevan a cabo las
dos posturas (35).
Existen numerosas leyendas que relatan cómo existió gente
que murió por no haber montado el altar con sus ofrendas. Se tiene la
convicción de que como se ha explicado anteriormente, los muertos regresan a la
tierra una vez al año. Ellos piensan que allí los esperan y por eso van
contentos. Una vez que tienen hora de regresar al inframundo, si han sido bien
recibidos, la casa quedará bendecida. De lo contrario, como dice el refrán: “el espíritu se enfadará y de un susto te
matará”.
Nadie quiere encontrarse en disputas con un espíritu y
por esta razón que todos aun siendo por seguridad aunque la gran mayoría no se
cuestione este aspecto ya que su convicción y creencia es mayor, fabrican su
propio altar gustosamente. También en el tema de la muerte, la mujer tiene su
propio escenario. En las zonas indígenas, cuando una mujer muere, se realizan
cuatro festejos y cuando es un hombre el que muere, se realizan tres. Cada
festejo representa una fuerza y creen que la mujer al tener la capacidad de dar
a luz, tiene una fuerza más. Estos festejos tienen diversas fases, sin embargo,
la más importante, es cuando el curandero, llamado Owiluame al ritmo de dos
lanzas que chocan entre sí, le canta al muerto y le dice que no moleste a sus
familiares.
Una vez que el curandero ha finalizado su danza, se
procede a colocar al muerto en una caja de madera antes de ser enterrado. Su
cabeza es dirigida hacia el oriente; sus pies, al poniente. Cuando se termina
de enterrar, simbólicamente, cada participante le echa tres veces tierra si es
hombre y cuatro si es mujer. Al final, se le coloca una cruz de madera y tres
piedras. Como se puede observar, esta tradición a pesar de tener un origen
prehispánico, se mezclan varios rituales propios de la cultura hispánica, como
por ejemplo, el enterrarlos en cajas de madera, o el colocar una cruz.
Otro de los detalles del mestizaje a recalcar es que
antiguamente, en la época prehispánica, por norma general el modo en que
enterraban a sus difuntos era en posición fetal y lo más próximo al hogar. En
la actualidad, todos los difuntos son enterrados en posición horizontal y en
cajas de madera, como lo ordenaron los colonos. Lo que si se mantiene en las
zonas rurales es que los cuerpos tratan de ser enterrados cerca de la casa
familiar, mientras que en la ciudad se sigue un patrón más occidental, en donde
se entierran próximos a la casa del señor, la iglesia y sus panteones. Además,
los indígenas mantienen ciertas costumbres como el de maquillar al difunto con
colores vivos, el más destacado es el rojo. Este detalle, aún se conserva
representado en pinturas de templos aztecas, vasijas, etc. (36).
Papel de la enfermería en un entorno mortuorio
Si bien es cierto que la formación profesional como
enfermera en México es aún reciente, siempre han existido personas lo
suficientemente capacitadas para llevar a cabo la mayoría de las tareas que
desempeñaría una enfermera en la actualidad.
A lo largo de los siglos, remontándonos en la época
prehispánica o incluso antes, en la Mesoamérica, siempre han estado presentes
personajes fundamentales en el desarrollo y cuidado de las personas. Con el
paso del tiempo, éstas, han ido formándose de generación en generación en base
a la experiencia.
En el México actual, coexisten dos áreas que han ido
desarrollándose de forma muy diversa: la zona rural y la zona urbana.
El área urbana, ha ido absorbiendo tendencias
occidentales hasta tal punto que en cuanto a los cuidados sanitarios se
refiere, apenas hay diferencia con los realizados en España. Si algo cabe
destacar, es que en incluso los movimientos más modernos como pueden ser en
ámbitos hospitalarios, la influencia de la religión católica es muy evidente.
Durante mi estancia de prácticas hospitalarias, pude comprobar como cuando un
paciente moría, las enfermeras del área de servicio rezaban una oración por la
persona fallecida y cuando el celador se lo llevaba al depósito, otro rezo era
el que se escuchaba de camino al ascensor.
FOTO 11 Nacimiento. Tlamatqui-ticitl 1953. Diego Rivera,
mural. Hospital de la Raza, México
Sin embargo, es en el área rural donde a pesar de los esfuerzos
por cristianizar a los indígenas, es notorio el uso y costumbres ancestrales.
Como ya se ha ido mencionando a lo largo del trabajo, el aprendizaje de los
cometidos de los cuidadores, como los atuendos de los difuntos, objetos
sentimentales y útiles que se sitúan en el ataúd, oraciones y plegarias, sigue
un linaje es así que se transmite de forma oral y presencial.
Poco hay transcrito acerca de las enfermeras comunitarias
ya que muchas de ellas a pesar de haberse formado en la ciudad, proceden de aldeas
y pequeños pueblos de origen azteca, por lo que se han criado en un entorno de
cuidados indígenas. Éstas, acuden a las comunidades con un mestizaje en cuanto
a los conocimientos se refiere y es así cuando a la hora de actuar ante una
muerte, saben en qué rituales participar y de qué forma efectuarlos. Por
ejemplo, previa autorización de la familia, pueden encabezar los rezos de
despedida.
La población indígena es reacia tanto a los tratamientos
de la medicina moderna como a los profesionales sanitarios aceptando únicamente
a sus propios cuidadores y farmacopea ancestral, y a sus diferentes cuidadores
tradicionales tales como: herbolarias, parteras, sanadores.
Este sistema es perfectamente válido y con excelentes
resultados, por ello, las autoridades sanitarias lo promueven y le dedican
pleno seguimiento. En la actualidad existen 9 hospitales y 385 unidades de
salud exclusivamente para la población indígena respetando sus creencias y
tradiciones con un criterio holístico (28). En dichos centros sanitarios,
ejercen sus funciones personales indígenas como parteras, herbolari@, hueser@,
sobador, ventosero, curandero, etc. expertos en cuidados tradicionales
conocedores de varias lenguas indígenas.
Otro punto interesante es la formación que reciben los
estudiantes de enfermería en la Universidad para interactuar de forma
respetuosa con las culturas rurales, dotándoles de los recursos necesarios para
comportarse adecuadamente ante situaciones de muerte en comunidades indígenas.
Algunos centros de enseñanza basados en el Modelo de Enfermería de Leininger,
donde tratan de educar profesionales transculturales, es decir, personal de
enfermería formada en conocimientos de la cultura propia del paciente, en este
caso en la cultura indígena mexicana, para poder brindar así unos cuidados
culturales con un juicio interno/propio, dicho de otra manera, basándose en un
juicio clínico y basado en la evidencia científica. De esta forma, se obtendrán
unos cuidados en donde se asegura un adecuado procedimiento (juicio interno) y
de una forma cultural moldeada propia para el paciente. Un ejemplo evidente, es
cuando una enfermera de ciudad ha de participar en el amortajamiento de un niño
en una aldea con creencias indígenas, sabe que su deber es pedir permiso a la
familia para vestirlo con una determinada vestimenta. En el interior de Puebla,
tienen como costumbre utilizar hábitos religiosos predominando el color blanco
(29).
Es fundamental que la familia indígena sienta el apoyo y
el respeto por parte del profesional. Si por algún casual, presintieran que la
enfermera que les va a atender, no cree en sus rituales, o trata de imponer sus
conocimientos urbanos, directamente se le vetará de sus actuaciones. Hay en
zonas rurales, donde incluso les exigen hablar la lengua nativa de la aldea.
Los mexicanos creen en la dualidad, y bajo esta perspectiva se encuentra el
cuerpo y el alma, pues ambos han de estar unidos. Cuando una persona muere, el
alma se queda sin lugar en donde seguir habitando. Este ciclo, finaliza cuando
pasan los primeros cuatro días en donde el alma comienza su travesía. En este
corto periodo de transición, aun el alma se encuentra en la tierra por lo que
suele ser función de la enfermera dibujar sobre el suelo una cruz con arena,
sal y flores representando de forma simbólica un cuerpo donde poder albergar el
alma por cuatro días. Pasados estos días, los familiares “levantan la cruz” y
lo entierran junto con el cuerpo en el cementerio.
FOTO 12 Partera indígena en Chenalhó
Otra de las funciones fundamentales en los cuidados
postmortem que tiene la enfermería comunitaria es el de vestir al difunto. Ha
de vestirlo con la ropa que más le abrigue y que más le guste. El motivo es que
la travesía que tiene que realizar es muy dura pues se encuentra con grandes
temporales, ráfagas de viento cortantes, etc. y para poder soportarlo es
necesario que viaje bien abrigado.
Además, una de las peculiaridades con las que los visten
es que antes de comenzar, le explica susurrándole al oído que va a ser vestido.
En sus creencias, durante los cuatro primeros días, el alma aún siguen en la
tierra por lo que aun escucha y por lo tanto uno puede ponerse en contacto con
el difunto. Al quedarse rígido, la tarea de vestirlo se vuelve una tarea ardua por
lo que si se le habla con dulzura, el difunto se relaja y es más fácil
vestirlo.
Siempre se ha caracterizado a la enfermera por ser la
persona que más cerca está de la familia y más aún durante el proceso de una
muerte. El hecho es que para seguir con los preparativos tradicionales al
enterramiento, la enfermera debe tener un acercamiento cálido con la familia y
pedirle con respeto ciertos utensilios que han de aportarle para el fallecido.
Además de la ropa de abrigo, ha de hacerse con
huaraches tradicionales que son un tipo de calzado para protegerlo de
piedras y espinas del camino, una vara para protegerse de los animales, una
cuerda para escalar obstáculos, una vela para alumbrar su camino, agua y comida
para que aguante el recorrido y dinero para pagar una valsa que le hará cruzar
un rio en el más allá (39).
Una vez que la enfermera se haga con todo este material,
lo coloca en el féretro y ya con el permiso de la familia, puede ser enterrado
(39). La muerte de un bebé merece un capítulo aparte pues bien antes o después
de nacer, la enfermera tiene la capacidad de bautizarlo. De esta forma, en el
ámbito cristiano se garantiza la entrada en el Paraíso del alma del bebé. Hay
que recordar que es algo parecido a lo que los aztecas hacían cuando moría un bebé,
pues le rezaban para que llegara al dios de la guerra, junto con las madres que
murieron dando a luz o junto con los guerreros que murieron en combate (40).
FOTO 13 Asistiendo a un enfermo. Hospital de Jesús
Conviene destacar el contraste relevante existente en la
forma de atender la circunstancia de la muerte en las zonas rurales bien
diferenciada de las urbes más modernas. Si bien en las primeras la muerte de un
miembro de la comunidad es atendida por personal sanitario y cuidadores
tradicionales sin ningún tipo de enfrentamiento ni rivalidad, cada uno sabiendo
qué espacio le corresponde y respetándose mutuamente. Es en estas zonas rurales
donde todavía se conservan rituales ancestrales de origen pagano fusionados con
las tradiciones europeas que introdujeron los conquistadores para así poder
implantar el cristianismo en dichos pueblos. También participa la familia y la
colectividad en los ritos y costumbres que acompañan a este evento.
La muerte en la ciudad tiene rasgos bien diferenciados.
Como sucede en cualquier ciudad de Europa, en las ciudades de México,
generalmente, el éxitus y cada vez con más frecuencia sucede en los centros
hospitalarios, donde única y exclusivamente son atendidos por personal sanitario,
exento de cualquier tipo de rituales tradicionales, aunque todavía se conserva
un halo de religiosidad ya inexistente en el entorno español. Es en este punto
donde la enfermera tiene un papel fundamental a la hora de llevar a cabo el
amortajamiento, pues, es la encargada de retirar vías, sondas y drenajes,
sellar la boca, lavar el cuerpo y secarlo, cerrar orificios, aspiración de
secreciones si procede (41).
FOTO 14 Pintura de una partera mexicana
La familia pasara a reunirse con el fallecido en la sala
del tanatorio pertinente. El grupo de allegados tendrá como papel exclusivo el
acompañamiento en el duelo de una forma más íntima (42).
Todas estas prácticas y comportamientos entorno a la
muerte en el ámbito rural, lenta, pero progresivamente van desapareciendo
llegando a lo que hoy hemos dado en llamar el fenómeno de la Globalización, que
en este como en otros tantos aspectos culturales, hace que perdamos las
características que conforman nuestra propia identidad.
Discusión
Cuando me decidí abordar este tema, no contemplé la
posibilidad de que la información fuera escasa o contradictoria, pero eso no
podía echarme para atrás.
Llegando al punto en que tenía que describir las tareas
ejercidas por las enfermeras comunitarias en relación a la muerte, me faltó
información acerca de cómo obtienen los conocimientos necesarios para abordar
la complejidad que supone enfrentarse a una población indígena que te es ajena
y con los conocimientos exactos de esa población en concreto, de la que tienes
que ganar su confianza.
FOTO 15 Profesionalizar a parteras rurales, forma parte
de la estrategia integral para disminuir la mortalidad materna. Parteras
rurales mexicanas
Hay que reseñar que en las facultades la formación es
genérica y no abarca con detalle todas las características que hace de cada
grupo único.
La falta de documentación, dificulta el acceso de las
enfermeras a los amplios conocimientos de las Ticitl, ya que la formación de
estas últimas es de forma oral y presencial, casi siempre de madres a hijas. La
carencia de registros o documentos de funciones específicas de estas cuidadoras
entorno a la muerte, imposibilita en gran medida la trasmisión de estos
conocimientos a las enfermeras. Es por esto, que considero que sería
beneficioso llevar a cabo un estudio con los pasos necesarios para posibilitar
que estos conocimientos se convirtieran en estudios reglados aprovechando todo
el potencial de estas mujeres.
Llama la atención que a pesar los pocos registros que
tenemos acerca de los conocimientos y el funcionamiento de los cuidadores
indígenas, estén tan extendidos por todo el territorio mexicano debido a sus
buenos resultados, aunque autores como Jaime Tomás defienden la teoría de que
la medicina indígena se practica a nivel estatal más por criterios económicos
ya que sus productos naturales resultan más baratos que los medicamentos y
dedicada a una población marginal que no tiene acceso a la sanidad pública y es
reacia a las prácticas modernas, que por motivos deontológicos y sociales, esto
sin duda podría tener una parte de verdad pero no deja de ser paradójico: algo
que parece no tener una finalidad estrictamente justa se convierte en un medio
válido para una gran parte de la población más desfavorecida que por decisión
propia o impuesta consiguen ser atendidos en lo que a sanidad se refiere, de
forma satisfactoria respetando sus métodos ancestrales y valiéndose de personal
de su entera confianza.
FOTO 16 Enfermera mexicana en la actualidad
Ciertamente toda la población festeja el día de muertos,
ya sea en aldeas, pueblos o ciudades, ya que es una tradición milenaria
enraizada en su cultura a pesar de los matices occidentales con que
inevitablemente ha ido evolucionando. Sin embargo, puede comprobarse como la
población más rural por permanecer más auténtica, lejos de la influencia
occidental, lo viven de una forma más legítima sin apenas recortes en sus
creencias, no así los individuos de ciudad, más occidentalizados, donde han
perdido parte de la superstición que envuelven estas creencias y se han quedado
con la esencia, es decir, con la creencia de que cada año el espíritu de su ser
querido regresará.
Es por ello, que en un juego contradictorio siguen
montando sus altares con toda la parafernalia que les caracteriza.
Conclusiones
A la hora de realizar este trabajo, una de las mayores
dificultades con las que me he encontrado, ha sido la falta de información
contrastada y científica de las funciones de enfermería. En gran parte, debido
a que la enseñanza de esta materia en las zonas rurales se realiza de forma
oral y presencial siguiendo la tradición. No utilizan soportes materiales como
libros, CD’s, PDF u otros, y no parece, por lo menos de momento, que esto vaya
a cambiar; para los mexicanos los resultados son válidos y satisfactorios.
Tanto es así, que muchas de las especialidades modernas,
tienen su homólogo tradicional, por ejemplo, comadrona-ticitl,
farmacéutico-herbolario, traumatólogo-huesero, masajista-sobador.
A pesar de que la profesión de enfermería como
actualmente la reconocemos, data de comienzos del siglo XX, existen registros
anteriores a la conquista española de la presencia de personajes que cubrían
las tareas que hoy se le asignan a la enfermera, con las variantes lógicas que
a través del tiempo. Este personaje respondía al nombre de Ticitl.
La cultura tradicional está muy localizada en las zonas
rurales, pero en los ámbitos urbanos coexiste de forma respetuosa y saludable
con la cultura moderna.
Para ello, es de gran ayuda que las enfermeras a pesar de
formarse en la universidad con los sistemas más modernos, técnicos y
científicos, también reciben formación tradicional en cuanto a herboristería y
cuidados naturales heredados de su cultura ancestral, los ponen en práctica
cuando llegan a ejercer como profesionales, de forma perfectamente compatible y
con excelentes resultados.
El Sistema Sanitario Mexicano atiende las necesidades de
la población indígena respetando su cultura y tradiciones de forma eficaz y
positiva. Para ello, le dedica recursos materiales, económicos y humanos.
También es de destacar el choque que supone la forma en
que los mexicanos viven la muerte. Mientras que para el católico europeo la
muerte es algo trágico, vestido de luctuosidad y dolor; para el mexicano la
muerte carece de esta intensidad, claro que para ellos la muerte significa
dolor pero la firme creencia del regreso del espíritu de sus seres queridos a
visitarlos les hace vivir esta situación más positiva.
Aunque es un fenómeno que se repite en el choque de otras
culturas, es de destacar, en este caso el mestizaje tanto de raza como de
tradiciones y formas de entender la vida y la muerte es el resultado de una
fusión de toda una cultura ancestral con la conquista española. La
supervivencia de tradiciones nativas milenarias con los dogmas cristianos,
conviven en perfecta armonía.
FOTO 17 Miryam Jauregi Cousillas y Manuel Solórzano Sánchez
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Bibliografía Manuel Solórzano: Enfermería
Avanza
100
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Publicado el domingo día 16 de mayo de 2010
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Fiebre Amarilla en México. Publicado el domingo
día 23 de octubre de 2011
Antecedentes
históricos de las parteras en México.
Publicado el martes día 3 de julio de 2012
Fotos: Encontradas en internet y en el Museo Británico
Manuel
Solórzano Sánchez
Graduado en Enfermería. Servicio de Traumatología.
Hospital Universitario Donostia de San Sebastián. OSI- Donostialdea.
Osakidetza- Servicio Vasco de Salud
Insignia de Oro de la Sociedad Española de Enfermería
Oftalmológica 2010. SEEOF
Miembro de Enfermería Avanza
Miembro de Eusko Ikaskuntza / Sociedad de Estudios Vascos
Miembro de la Red Iberoamericana de Historia de la
Enfermería
Miembro de la Red Cubana de Historia de la Enfermería
Miembro Consultivo de la Asociación Histórico Filosófica
del Cuidado y la Enfermería en México AHFICEN, A.C.
Miembro no numerario de la Real Sociedad Vascongada de
Amigos del País. (RSBAP)
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