Autora: Coraima Pérez Alemán
Centro:
Facultad
de Ciencias de la Salud. Alumna del segundo curso de Grado en Enfermería
2016-2017. Sede Lanzarote. Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.
Tutora:
María Luz Fika Hernando. Profesora
titular. Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.
FOTO 1 Coraima Pérez Alemán, en
el medio con dos compañeras
Introducción
Un hospital o nosocomio
es un establecimiento sanitario dedicado a la atención y a la asistencia de
enfermos, mediante la práctica profesional de médicos, enfermeros y personal
auxiliar, así como los servicios técnicos, durante 24 horas, 365 días del año y
disponiendo de tecnología, aparatología, instrumental y farmacología adecuadas.
Su significado ha variado en el tiempo y en el espacio.
Desde la antigüedad la humanidad ha sido
testigo del deseo y la necesidad de los hospitales para el beneficio de la
sociedad, así mismo, de investigar, analizar y justificar el procedimiento para
llegar a una conclusión.
Objetivos
Conocer el
motivo por el que se llevó a cabo la construcción de los hospitales.
Obtener una
visión general de la evolución histórica de los hospitales.
Explorar los beneficios que traen consigo la organización y construcción
de un centro hospitalario.
Los Hospitales en la Alta Edad Media, la Época Oscura. 500 – 1000 D.C.
La Iglesia y los obispos
asumieron la responsabilidad de ampliar las instituciones dedicadas a la
caridad y al cuidado de los enfermos. Ya en el siglo IV hay testimonios de la
existencia de casas para enfermos, forasteros, pobres y ancianos.
Las habitaciones originarias en
las casas para la hospitalidad y el cuidado de los enfermos se denominaban “diakonia’’,
denotando esta nominación una estrecha asociación entre el cuidado de los
enfermos pobres en hogares privados y las actividades del diaconado, convirtiéndose
el término diacono en sinónimo de director de hospital o de enfermería.
FOTO 2 Religiosas Sala de la Viruela Hôtel de Dieu 1718. Biblioteca Nacional de
Francia. Gran Sala del
Hospital de los Caballeros de San Juan, grabado 1650. Museum and Library of the
Orer of St. John, Londres
Una de las pretensiones del
cristianismo fue que todos cuantos necesitasen ayuda la recibieran. Con el
crecimiento de las congregaciones se hizo necesario expandir los servicios
sociales de la Iglesia. Como resultado de ello, las diakonias resultaron
insuficientes y hubo que añadir nuevas habitaciones, salas y edificios.
Estos centros incluían
alojamientos para los forasteros (centros de hospitalidad); hospitales para los
enfermos, dementes y leprosos; hogares para los ancianos; casas de caridad;
asilos para niños abandonados y huérfanos, mutilados y deformes; habitaciones
para enfermeros y médicos, y oficinas.
Con el tiempo, las diversas
divisiones especiales de estas instituciones adoptaron nombres propios:
xedonochia o alojamiento para albergar a los extranjeros o los viajeros;
nosocomia, relativo a los pabellones o habitaciones destinados a los enfermos;
brephotrophia, lugar de asilo consignado a los niños abandonados;
orphanotrophia, asilo para huérfanos; gerontokomia hogares para ancianos;
cherotrophia hogares para viudas y ptochotrophiao casa de caridad para los
pobres.
En esta época, no encontramos
referencias sobre la instrucción formal de las mujeres y hombres que
participaban en el trabajo de enfermería; posteriormente se formaron órdenes de
enfermería dentro de la Iglesia para servir en los hospitales, ya con unas
reglas y disciplina.
Los Hospitales Medievales
En la actualidad todavía perduran
3 hospitales medievales construidos fuera de los muros monásticos: El
Hôtel-Dieu de Lyon, el Hôtel-Dieu de París y el Hospital del Santo Spirito de
Roma.
Los primeros hospitales se
establecieron como xenodochias o casas de caridad para atender a los necesitados
y desvalidos tanto como a los enfermos.
FOTO 3 Sala de un Hospital
Medieval. Aparecen los hospitales en los laterales de las iglesias y catedrales
El Hôtel-Dieu de Lyon fue fundado en el año 542 D.C., fue regentado
por grupos laicos. Realizaban diversos trabajos caritativos aparte de los
propios de la enfermería y estaba diseñado para acoger a peregrinos, huérfanos,
pobres, débiles y enfermos. Sus primeras enfermeras fueron mujeres laicas
reclutadas entre penitentes (mujeres pecadoras) y viudas. Con el tiempo, los
hombres, se incorporaron al trabajo de enfermería.
En el Hôtel-Dieu de París las condiciones de hospitalización eran
pésimas. El número de camas era muy insuficiente en proporción con las necesidades
(2.547 enfermos en un hospital de 1.219 camas). A pesar de las constantes
medidas tomadas para asegurar una buena alimentación a los hospitalizados,
aquellas eran incumplidas muy a menudo. Las dietas eran insuficientes, las
instalaciones sanitarias escasas, mal iluminadas y lejanas de las salas.
Los enfermos contagiosos no eran
aislados. Las operaciones quirúrgicas eran practicadas en las mismas salas, en
presencia de los demás pacientes. Por otro lado, el número de médicos era muy
reducido, en 1626 había solo uno, tres en 1638, entre 1656 y 1714 se aumentó a
4, 6 y 7. A
partir de 1651 disponía de un número variable de médicos y auxiliares, entre 2
y 7. Mientras que el número de cirujanos era mucho mayor, sin embargo, su
mayoría eran estudiantes.
FOTO 4 Hôtel-Dieu de Lyon
El Crecimiento de los Hospitales en la Baja Edad Media. 1000 – 1500
D.C.
Durante la Baja Edad Media el
Papa Inocencio III apoyó el desarrollo de hospitales en las ciudades europeas.
Los hospitales pasaron de forma amistosa del control eclesiástico al seglar.
Aumentó rápidamente el número de hospitales, cuyo tamaño variaba
ostensiblemente.
Varios factores contribuyeron a
la demanda de más hospitales: los hospitales existentes se habían organizado
como orfanatos, hostales para viajeros y enfermos y casa de caridad; las
enfermedades contagiosas eran incontrolables; la vida urbana se había
desarrollado de forma acelerada, y las condiciones de hacinamiento en que se
vivía contribuían a propagar las enfermedades.
En general, los hospitales se
edificaban para cuidar a los enfermos pobres. Las salas eran muy espaciosas, y
la intimidad solía obtenerse mediante el uso de cubículos. Las estructuras eran
por lo general de gran belleza, al haber sido construidas en un momento en que
la edificación pública tenía que ser una obra de arte. Los más grandes
adoptaban una forma arquitectónica similar a la de las iglesias de la época.
Las prácticas de administración e
higiene variaban de un hospital a otro. Estas instituciones sanitarias eran
lugares donde mantener, y no curar, a los pacientes. El concepto de curación
evolucionó lentamente y no se generalizó hasta finales del siglo XIX.
Los cuidados de enfermería,
enfocados básicamente a la custodia del paciente, se dispensaban las 24 horas del
día, aunque la dotación de personal de enfermería siempre fue insuficiente.
FOTO 5 Debajo de estas pasarelas
hay pasillos largos, aparentemente interminables, que tienen una sensación
bastante inquietante
El St. Thomas Hospital fue fundado en 1213 por Ricardo, prior de
Bermondsey. Esta institución se hizo famosa en el siglo XIX cuando Florence Nightingale estableció allí la
Primera
Escuela de Enfermería. Debido a su estratégica situación en medio de un
área densamente poblada de Londres, el St. Thomas Hospital se convirtió en el hospital
para los enfermos, refugio para los pobres y hostal para los viajeros y
peregrinos.
No se admitían a los leprosos,
que eran enviados al cercano Lock Hospital. Contaba con una sala de “impuros”
para las enfermedades contagiosas, un pabellón para hombres y otros para
mujeres; también se admitían a los niños. Además existía una sala de partos
para mujeres solteras, donada por el famoso Richard Whittington.
FOTO 6 St. Thomas Hospital fue
fundado en 1213
Los Hospitales y los Reformadores en el período oscuro de la Enfermería
y el amanecer de los tiempos modernos
Mientras se emprendían guerras
por creencias religiosas, los enfermos y los pobres permanecían desatendidos.
La gente se quedó sin los hospitales y posadas de los que habían dependido
durante muchos años, decayendo así el servicio público. En esta época, ni los
gobernantes ni los médicos se preocuparon lo más mínimo por elevar la
enfermería o mejorar las condiciones de los hospitales.
Tras la Reforma Protestante, las
actividades caritativas fueron asumidas por las distintas sectas religiosas o
delegadas a las autoridades seglares. Los hospitales de las ciudades eran
semejantes a las prisiones, paredes desnudas, habitaciones oscuras, ventanas
pequeñas por las que no penetraba la luz y salas lúgubres en las que se
amontonaban cincuenta o cien pacientes, privados de toda comodidad e incluso de
las necesidades más básicas.
Rara vez se separaba a los
individuos según su enfermedad. “No era extraño que se acogiera a los enfermos
en camas ya ocupadas por otros pacientes; los muertos y los delirantes,
posiblemente juntos, al lado de los que todavía vivían y conservaban la razón”.
Las camas estaban tan próximas
entre sí que la limpieza se hacía casi imposible. En consecuencia, debajo de
ellas se podía encontrar todo tipo de inmundicias. El aseo de los enfermos ni
se intentaba; las sangrías y las purgas eran los tratamientos habituales para
cualquier dolencia. Para dirigirlos se nombraba a hombres civiles, que
mantenían la autoridad lejos del alcance de las mujeres (matronas), las cuales
eran las encargadas de la ayuda seglar (la enfermería de la época).
Así, las mujeres perdieron el
control de la enfermería. No tenían voz en la dirección de los hospitales ni en
la organización sanitaria, puesto que estas mujeres eran la escoria de la
sociedad, personas alcoholizadas y analfabetas.
FOTO 7 Ciertos hospitales, como
el Hospital Mental Camarillo aquí fotografiado, estaban hacinados por lo que
los pacientes hacían cola para dormir sentado. Alternativamente, algunos creían
que la privación del sueño podría ayudar en el tratamiento de la depresión
Entre los últimos años del siglo
XVIII y comienzos del siglo XIX los objetivos de la medicina remodelaron las
pautas de los hospitales, desde la admisión del enfermo hasta su salida de la
institución por alta o por fallecimiento.
Se pasó de considerar la
enfermedad como una carga inevitable a la búsqueda de su control y eliminación.
En las salas de los hospitales se
comenzó a practicar de modo sistemático la llamada medicina de observación.
Este hecho fue posible gracias a la presencia cada vez mayor de médicos y
cirujanos en los hospitales europeos. Con ellos, los hospitales pasaron también
a ser instituciones docentes.
A lo largo del siglo XIX entran
en los hospitales los quirófanos, el laboratorio químico y el microbiológico,
las aulas, si el hospital es docente, y poco a poco el departamento de
fisiopatología y patología experimental. Sin embargo, el hospital del siglo XIX
siguió destinado, sobre todo, a observar la enfermedad y la miseria de las
clases bajas, es decir, de quienes no podían acudir a un médico privado.
El enfermo iba de ordinario al
hospital convencido de que allí recibiría un diagnóstico excelente, realizado
por los mejores médicos, un tratamiento limitado a las precarias posibilidades
económicas de los presupuestos de beneficencia, o una cuidada necropsia si,
como ocurría a menudo, su proceso patológico acababa en la muerte.
Siendo todo lo contrario, además
de ser atendido y tratado, el enfermo del hospital se veía obligado a prestar
su cuerpo viviente para la enseñanza clínica, y su cadáver para la enseñanza
anatómica.
Es decir que, el ingreso de un
paciente en el hospital era una suerte de anuncio de su muerte. No había
ventilación, las camas eran de maderas, donde las sábanas rara vez eran
renovadas y los pacientes nunca eran lavados.
A finales del siglo XIX muchos hospitales seguían
siendo establecimientos a los que sólo acudían los pobres que no tenían ningún
tipo de recurso. Pero en las primeras décadas del siglo XX la situación cambió
radicalmente.
Por primera vez en la historia, los hospitales fueron
utilizados para diagnosticar y tratar a los enfermos de todas las clases
sociales.
Los Hospitales en el Siglo XX hasta la actualidad
Desde 1870 a 1945 el proceso de
medicalización en el que entró la sociedad occidental influyó decisivamente en
la configuración de los hospitales. Hacia 1900 los enfermos de clases medias y
altas buscaron y pagaron por ser asistidos en los mismos.
La asistencia hospitalaria estaba
dotada por médicos y enfermeros competentes, de laboratorios clínicos y de
otros elementos diagnósticos.
Los hospitales mostraron un
crecimiento considerable de la asistencia especializada, con la decidida
incorporación de la medicina científica y tecnológicamente más avanzada. Y los
servicios diagnósticos y terapéuticos se expandieron.
Gracias a los procedimientos diagnósticos y
terapéuticos cada vez más sofisticados, mejoró enormemente la capacidad del
personal hospitalario para ajustar sus diagnósticos. Los hospitales se
concentraron cada vez más en el tratamiento de las enfermedades, sobre todo en
aquellas que comportaban un alto riesgo para la vida y que requerían una
asistencia técnica sofisticada.
Para el cuidado del paciente, los hospitales
incorporaron cada vez más, nuevas generaciones de enfermeras, formadas mediante
estudios y programas educativos basados en el modelo establecido por Florence Nightingale.
En la actualidad el Hospital
dispone de numerosos recursos de enorme complejidad que se engloban bajo la
denominación de servicios especiales de diagnóstico y tratamiento como la
Radiología, Patología, Fisiatría, etc.
El cuidado de los pacientes se
perfeccionó y evolucionó desde una perspectiva técnica a una visión más amplia,
integral y holística, centrándose en la persona en lugar de la enfermedad de ésta, permitiendo así que los
pacientes participen en sus cuidados, siendo así los profesionales, componentes
humanizadores de la asistencia.
Finalmente se incorporan los
equipos de cocina, lavandería, eléctricos, sistemas computados y otros que
contribuyen al progreso.
FOTO 8 Sala de Hospital, los enfermos, los enfermeros y las escupideras en
el medio del pasillo
Como podemos comprobar, estos antecedentes demuestran que los hospitales actuales son
el resultado de un proceso histórico global en el que ha intervenido un
conjunto de valores culturales, políticos, económicos, religiosos, científicos,
éticos y epidemiológicos, condicionando todo ello a la aparición de
nuevos roles, nuevos paradigmas y nuevas responsabilidades que tratan de dar
respuestas mejoradas a las constantes demandas de los pacientes, garantizando
cuidados de calidad.
Si algo es seguro y se puede comprobar es que
desde la antigüedad el ser humano tuvo la iniciativa hacia el interés de la
experimentación médica y su necesidad por un espacio donde practicarla.
Fotografías
Foto 3
Foto 4
Foto 5
https://soundlandscapes.wordpress.com/2013/03/19/hotel-dieu-the-oldest-hospital-in-paris/
Foto 6
Foto 7
Foto 8
Bibliografía
M. Patricia Donahue. Historia de la
enfermería. Barcelona. Ediciones Doyma. Edición Elsevier Doyma, S.A. 1988
Cecilio Eseverri Chaverri. Historia de la
enfermería española e hispanoamericana. Madrid. Ediciones Siruela. Ed.
Universitas, S.A. 1995
Jesús Conde Herranz. 6 Nov 2013
[Citado 02 Dic 2016]. Disponible en: http://es.slideshare.net/galileo-16/historia-hospitalaria-modificado
Wikipedia. La enciclopedia libre.
[Internet]; [Actualizado 02 Dic 2016; citado 04 Dic 2016]. Disponible en: https://es.wikipedia.org/wiki/Hospital
Manuel Solórzano Sánchez
Graduado en Enfermería. Servicio
de Traumatología. Hospital Universitario Donostia de San Sebastián. OSI-
Donostialdea. Osakidetza- Servicio Vasco de Salud
Insignia de Oro de la Sociedad
Española de Enfermería Oftalmológica 2010. SEEOF
Miembro de Enfermería Avanza
Miembro de Eusko Ikaskuntza /
Sociedad de Estudios Vascos
Miembro de la Red Iberoamericana
de Historia de la Enfermería
Miembro de la Red Cubana de
Historia de la Enfermería
Miembro Consultivo de la
Asociación Histórico Filosófica del Cuidado y la Enfermería en México AHFICEN,
A.C.
Miembro no numerario de la Real
Sociedad Vascongada de Amigos del País. (RSBAP)
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