Desde antaño se erigieron Hospitales en San Sebastián, estos
piadosos monumentos de humanidad que desconoció la anciana jurisprudencia
romana, pueblo por otra parte tan ilustrado, y tan sensible a las miserias de
ciudadanos infelices y menesterosos y cuyo primer origen en el Oriente atribuyó
el Emperador Justiniano a Fabiola,
matrona romana (Epitaphium Fabiolae. Libro.3; Epistola 6), habiéndose ido
levantando después semejantes establecimientos con el nombre de nosocomios, gerunthocomios, orphanotrofios,
según las necesidades de los desvalidos que en ellos se recogían.
Extramuros de San
Sebastián, en el barrio de San Martín, hay memoria de que antiguamente hubo un Hospital
de San Lázaro (Una alusión a los “montes de los malatos, del señor San Martín”,
o sea, a los montes de los leprosos del Hospital de San Martín, se contiene en
el tomo Y, folio 353 del Archivo de San Millán, situado ahora en el Archivo
Municipal de San Sebastián). En la revista Novedades, de San Sebastián, correspondiente
al 13 de noviembre de 1910, se publica una fotografía del antiguo arco de la
puerta de ese hospital, para pobres llagados de úlceras, y que sin duda estuvo
bajo la dirección de los caballeros de la orden del mismo San Lázaro.
FOTO 1 Arco que aparece en
las excavaciones para la construcción de la casa nº 92 de la Calle San Martín.
Arco de la antiquísima capilla de San Lázaro que perteneció a la puerta de la
capilla del Hospital de San Lázaro, correspondiente al Patronato de Caballeros
de dicha Orden, sacro militar que fue instituida en Jerusalén por los Cruzados
en 1119, y que se dedicó al cuidado de los enfermos leprosos y ulcerosos. Revista
Novedades 13 de noviembre de 1910
Este Hospital se quemó en
1512, con ocasión del sitio de la plaza por el Duque de Borbón, y se trató de
reedificarle a solicitud de un tal Fr. Martín de los Santos. La Reina Doña
Juana expidió en 1535 una cédula que se erigiese otro hospital en el mismo
barrio de San Martín. Además dio otra cédula la misma reina en Valladolid a 29
de enero de 1538 en que permitía se levantase un hospital junto a la iglesia de
Santa Catalina y al par del astillero donde se fabricaban navíos, habiendo de
construirse dicho hospital en distancia de 480 pasos de la muralla, y habiendo
de ser el edificio de argamasa y no de cal y canto, para poderle derribar
prontamente si era necesario para la defensa de la plaza sin que el rey hiciese
otro resarcimiento que de los 50.000 maravedís de que antes se había hecho
merced a la ciudad.
Dicho hospital de Santa
Catalina, llamado también de San Antonio Abad, ya se refirió antes haberse
demolido de orden del rey el año 1719, juntamente con la iglesia de Santa
Catalina. Por una Real Cédula de Felipe II de 18 de enero de 1592, consta haber
habido también en San Sebastián un hospital de peregrinos y encargaba el Rey a
la ciudad fuesen recogidos en él los enfermos de la armada surta en Pasajes, en
que añade el Monarca: reciviré Yo
particular servicio de más de que siendo la obra tan pía, y los Hospitales, y las
rentas de ellos constituidas para estos casos los debriades vosotros hacer:
avisarmeis de cómo se cumple, y el número de enfermos que hubiese, qué suerte
de gente, y con que enfermedades.
El Hospital de San Sebastián volvió a reedificarse el año 1675. La Real Casa de Misericordia de San
Sebastián se fundó bajo la protección de Felipe V, declarada por cédula de 5 de
mayo de 1714.
Por el médico Ordoñez, sabemos que en 1761 había en
San Sebastián, 4 médicos, 10 cirujanos, 3 boticarios y que el Hospital se llama
de la Misericordia, con capacidad para 130 personas; estaba atendido por 1
médico, 1 cirujano, varios sirvientes y enfermeros, y los 3 boticarios, que
proporcionaban gratuitamente la medicación.
En 1814 aparecen al
servicio de la ciudad el médico José
Passaman y el cirujano Miguel Martín
y José Zubicotea. En 1820 a los sanitarios
anteriores se unen el segundo médico Miguel
de la Cámara y el del cirujano
extramural Manuel Cayetano Bitriain.
Según José de Oyanarte (1770), médico de la ciudad de San Sebastián,
aconseja a quienes viven en contacto con los enfermos aunque muy pocos salen
bien parados. Las primeras prédicas van contra las matronas o actuales comadronas, pues muchas veces son ignorantes y
osadas, con las funestas conseqüencias que se siguen. Por algo su colega Juan Lorenzo de Ostolaza, Maestro
Cirujano de Azcoitia, se permitió enviar un memorial a las Juntas de 1765,
celebradas en Zumaya, suplicando “una ordenanza para el examen y aprobación de
Comadres”. En 1818 se tiene que examinar en el arte obstetricia María Antonia Martín, vecina de San
Sebastián, ante Miguel Martín
cirujano y subdelegado de Sanidad, la Diputación reunida en Azpeitia en 1818,
protesta y no acata.
En 1865 aparece en la
ciudad de San Sebastián un señor con vestido galonado en oro, y nada menos que
con los siguientes títulos: “El Señor
Robati, Caballero de la Espuela de Oro, Honorario por la Santidad de Benedicto
XIII, Chímico y Botanista, Cirujano privilegiado de Luis XV, Médico de la
Familia del Duque de Villars, Gobernador de Provenza, y de otros Señores de la
Corte de Francia”. Fabulosos títulos que nada añadían a su carencia de
conocimientos y no impidieron su desastroso final, lapidariamente descrito con
estas palabras: “Fue la Corte de Madrid
el término de su Tuna, y su Ospital Real el de su vida y embustes”,
arremete contra curanderos y algebristas y también contra algún sacerdote
olvidados de su dignidad.
Termina diciendo Oyanarte
que: Los enfermeros han de ser “caritativos, afables, vigilantes, activos,
observadores y obedientes al Artífice”. Recomienda el sosiego y la paz
para los enfermos, que se ven perturbados porque “luego que enferma una persona, acude, como moscas a la miel a
visitarla, una caterba de mugeres” y en lugar de aliviar al paciente, “la verdad es que van a cumplir con el mundo
y a quebrar al doliente la cabeza, y aumentarle el mal, con su importuna
conversación”, si es que no tratan de convencerle de que contra la opinión
del médico, de lo que padece es de “mal
de Madre o mal de Urdalla, si es hombre y si es mujer de mal de aojo”.
En 1832 las Hijas de la Caridad sustituyen a las
amas de gobierno que hasta entonces llevaban el cuidado de las casas y/o
hospitales. En 1834 en octubre, aparece el cólera que parece ser entró por los
puertos del litoral (1).
FOTO 2 Escudos de Gipuzkoa: FIDELISSIMA BARDULIA
NUNQUAM SUPERATA
Ignacio Mª Barriola Irigoyen en su libro sobre la
Medicina Donostiarra a comienzos del siglo XIX, nos contaba la diferencia caracterológica
entre los dos grandes grupos de donostiarras: “los várdulos y los gascones”,
esquematización que define muy bien las dispares personalidades que, juntas o
separadas, se dan en los antiguos vecinos de esta ciudad (2).
El gascón vive asentado al
pie de Urgull, dentro de las murallas, fuera en la provincia están los
várdulos.
Situémonos mentalmente en
un claro atardecer de 1813. El lugar en donde ahora estamos, es el extremo
occidental de la muralla, junto al baluarte de San Felipe y cerca de la “Huerta
del General”. La mole saliente del Hornabeque de San Carlos atrae nuestra
atención, así como el paseo de los donostiarras con sus frondosas acacias. El
frontón, que se alza un poco más hacia la Zurriola, está vacío, o quizá juegan
en él aun a “perratxas” algunos “mukitzus” del Muelle, como los bautizará más
tarde Marcelino Soroa (3).
El domingo, era de verse
este paseo ahora solitario. Pues que la diferencia en el tiempo es escasa, nos
lo va a describir 25 años más tarde el cirujano de la Legión británica y
consumado artista de la pluma y del pincel, Henry Wilkinson, el enamorado de las puestas de sol donostiarras,
que ablandan su corazón “con debilidad casi femenina”, según propia confesión. Su
relato dice así: “Las arenas del primer término del grabado, hace dos años
estaban cubiertas de largas avenidas de nobles árboles bajo cuya fresca sombra
las fascinantes y expresivas hijas de San Sebastián solían pasearse con sus
sombreros de verano....” (4).
FOTO 3 “Hamarretako”. “Tipos
Vascos”. Pintor: Ignacio Zuloaga Zabaleta. Dibujo en tela de 124 x 149 cm. Colección Bellas
Artes
En el acta del
Ayuntamiento de San Sebastián Sesión 15-IX-1813 relata que después del incendio
que destruyó San Sebastián algunos señores entre ellos Vicente Ibarguren que además de txistulari, fue Alcayde de la
Cárcel: en efecto, hasta el 31 de Agosto era Alcayde José Ignacio de Elizalde, que murió victima de los ingleses; como
Ibarguren debió perder su casa en el incendio, y algunos en análogas
circunstancias fueron admitidos a vivir en el antiguo edificio de la Compañía,
o sea de los Jesuitas, a la sazón Cárcel, leemos que en la Sesión Municipal del
15 de Septiembre, Ibarguren solicita se le nombre Alcayde y se le conceda
habitación.
Pero el Ayuntamiento que
accede al primer extremo, nada puede hacer en cuanto al segundo, por estar el
edificio “ocupado por prisioneros franceses heridos” y le prometen concedérsela
cuando se desocupe.
Nos acercamos a la Puerta
de Tierra, que pronto va a cerrarse; entre las 7, como en invierno, y las 10
como en verano. Terminado el ruidoso concierto, la ciudad se sume en absoluta
calma, sólo turbada por algunas voces intempestivas, al rumor de una lluvia,
pertinaz, o algunos otros aldabonazos de más seria significación: la llamada al
médico, a Juana María Martínez, “la
partera”, al preste que administre los Sacramentos, al notario o al
turno de guardia de incendios. Estos particulares aldabonazos serán la
comidilla de la tertulias de mañana (5).
FOTO 4 Enfermeras de San
Sebastián
BIBLIOGRAFÍA
1.- San Sebastián. Curso
breve sobre la vida y milagros de una ciudad.
2.- La Medicina
Donostiarra a comienzos del Siglo XIX. Ignacio Mª Barriola Irigoyen.
3.- Alcain. Colección de Artículos. Páginas 56, 89, 123.
4.- Wilkinson. Sketches & Music páginas 43 a 46.
5.- Referencias
de un sacerdote guipuzcoano, el padre Oraian, al mundo de las prácticas
sanitarias nos hablan de la primera partera de San Sebastián, Juana María
Martínez. 1883
AUTOR:
Manuel Solórzano Sánchez
Diplomado
en Enfermería. Servicio de Traumatología. Hospital Universitario Donostia de
San Sebastián. OSI- Donostialdea. Osakidetza- Servicio Vasco de Salud
Insignia
de Oro de la Sociedad Española de Enfermería Oftalmológica 2010. SEEOF
Miembro
de Enfermería Avanza
Miembro
de Eusko Ikaskuntza / Sociedad de Estudios Vascos
Miembro
de la Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería
Miembro
de la Red Cubana de Historia de la Enfermería
Miembro
Consultivo de la Asociación Histórico Filosófica del Cuidado y la Enfermería en
México AHFICEN, A.C.
Miembro
no numerario de la Real Sociedad Vascongada de Amigos del País. (RSBAP)
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