13 DE SEPTIEMBRE DE 1936
Definición
Un
Hospital de sangre, es un Hospital provisional que se sitúa en un punto
conveniente cerca del sitio donde se da una acción bélica, y donde se recibe
muchas veces a los heridos de uno y otro bando. También se denominan así a
algunos Hospitales Militares, aunque se hallen dentro de la población.
El
origen de estos establecimientos fue la necesidad reconocida de auxiliar pronta
y eficazmente a los heridos de una acción que por falta de hospitales morían en
gran número y sin socorro ni auxilio alguno. Estos hospitales ambulantes tienen
en la guerra un carácter tan sagrado que aún en los momentos de más calor y
efervescencia han sido respetados. Se han salvado muchos heridos desde la
creación de estos hospitales y es admirable el cuadro que presentan en los
momentos en que a ellos se conduce a los heridos de una acción.
FOTO
1 El Hotel contemplado desde la bahía, pudiera confundirse con un
transatlántico que ha encallado en las arenas de La Concha (foto Internet)
Pertenecieron
posteriormente estos establecimientos a la administración militar que debe
cuidar de que se hallen bien servidos y a la altura que la caridad y la
civilización reclaman, dotados convenientemente del necesario número de
médicos, cirujanos, ayudantes y enfermeros, con sacerdotes bastantes para el
socorro moral de los enfermos.
Las
condiciones locales de estos establecimientos deben acomodarse a la misión y
destino que se les da no pudiéndolas graduar ni señalar de un modo general y
absoluto entrando por mucho las condiciones del país donde se establecen, el
número de enfermos que pueden llegar a recibir, el tiempo que han de durar y un
sin número de circunstancias especiales que solamente la previsión y el tacto
de la misma administración militar pueden graduar.
Pequeña Historia del
Hotel de Londres e Inglaterra
En
1867 el solar que había sido del estado lo compró dos años antes Jacobo Félix León quién lo vendió a los
médicos Manuel Matheu Fort y Juan José Balda Corta. En 1869 el Barón de Fossard de Lillebonne alquiló
el edificio del Hotel Londres, abriendo un casino, y cuando en 1872 el Rey Amadeo visitó San Sebastián se
alojó en este palacete-hotel, que durante la Segunda Guerra Carlista fue destinado
a Hospital de Sangre (1).
FOTO
2 Alfonso XIII en el Hospital de Sangre en el Palacio de Miramar de San
Sebastián, 1922
“Durante la Segunda Guerra Carlista el
edificio del Hotel de Londres se destinó a Hospital
de Sangre y el 2 de diciembre de 1875, un incendio destruyó la parte alta
del inmueble. Hubo que trasladar a los heridos a las casas vecinas. El general
Trillo, jefe de las fuerzas terrestres, y el contralmirante Polo de Besabe,
acudieron con las bombas de agua de la escuadra para apagar el fuego” (3).
Fue
después, a la vez que Casino, hotel, primero con el nombre de Cursaal y luego
con el de Inglés, siendo vendido en 1902 a un empresario francés, M. Eduard Dupouy, hombre emprendedor
que había abierto una fonda en la calle de Aldamar y que años más tarde dio el
gran salto adquiriendo la lujosa residencia que había levantado el financiero
Fesser en el centro de la ciudad, en la Avenida de la Libertad. En 1902 Eduard
Dupouy, compró el edificio de La Concha trasladando allí el establecimiento que
desde esa fecha se llama “Hotel de
Londres e Inglaterra”. El primitivo hotel sufrió a lo largo de los años
diversas modificaciones, una de las más importantes en 1915 al ensanchar el
Ayuntamiento la calle Easo, a la que daba una de las fachadas del edificio.
Entonces se levantaron dos pisos más, se construyó una pequeña cúpula o
cimborrio terminado en un pararrayos y en el interior se mejoraron las
instalaciones y servicios.
La
ciudad iba a más y los días de la Primera Guerra Mundial y de la postguerra convirtieron
a San Sebastián en un centro balneario y turístico de primera magnitud. Un río
de oro entraba en la ciudad y el Hotel resultaba pequeño para aquella creciente
clientela que llegaba de Europa y América (1).
FOTO
3 Enfermeras de San Sebastián. Mayo 1937
El
nuevo propietario, José Urbistondo,
compró las dos villas que había junto al edificio, pagando por ellas 750.000
pesetas y amplió el Hotel que, a partir de 1930 ocupó una superficie de 1.583 metros cuadros.
En 1972 se volvieron a reformar las habitaciones modernizándolas, haciéndolas
más confortables, llevándose a cabo la penúltima reforma en el año 1978,
cambiando la estructura de los salones e instalándose en lo que había sido el
gran comedor, con capacidad para 400 personas, la sala de juegos del Casino,
recientemente autorizado (2).
En el momento en
que se cumplen 79 años del inicio de la Guerra Civil en aquel verano de 1936,
merecería la pena detenerse en aquellos 58 días de guerra que Donostia padeció
hasta su caída el 13 de septiembre.
El 17 de julio
fue una larga noche, se presentía el alzamiento. Ya por la tarde, una
representación política visitó al Gobernador civil, Jesús Artola, ávida de informaciones aclaratorias sobre los rumores
procedentes de África. La respuesta tranquilizadora pero indecisa del
gobernador obtuvo el efecto contrario sumado a una policía municipal dividida
que dejó de operar en las calles dando paso a la movilización civil.
La rápida
organización de las milicias y un excesivo entusiasmo se acompañó de un escaso
y rudimentario armamento. En este escenario, el vacío de poder político
sustituido por la Junta de Autoridades y la dudosa lealtad de las tropas
acantonadas en Loyola convirtieron nuestras calles en un hervidero de civiles
armados, proclamas y detenciones de personas sospechosas de apoyar la
sublevación. Paralelamente a estos movimientos falangistas y requetés se
organizaban para la lucha en reuniones clandestinas en el Buen Pastor y
Carmelitas (2).
FOTO 4 Carteles
de apoyo a los Hospitales de Sangre en la Guerra Civil Española. Cartel de
Ferran Teixido para una tómbola benéfica promilicias y Hospitales de Sangre.
Barcelona 1937
La organización
de la defensa recaería en el comandante de Estado Mayor Augusto Pérez Garmendia, desplazado desde Biarritz, donde se
encontraba de vacaciones.
La noche del 18
de julio será recordada por la tensión provocada por las noticias procedentes
de la sublevada Pamplona al mando del general Mola. Anarquistas y comunistas
bien informados por los “topos” introducidos en los círculos falangistas
donostiarras fueron los primeros en erigir las primeras barricadas de la calle
Larramendi.
Los veraneantes,
además del cuerpo diplomático, no pudieron sino acantonarse en los hoteles a la
espera de una evacuación que se ejecutaría por tierra y mar gracias a la acción
de los consulados, siendo los de Italia y Alemania los más activos.
Ese mismo día
los diputados del PNV Manuel de Irujo
y José Mª Lasarte harán pública, a
través de los micrófonos de Radio San Sebastián, su condena de la incipiente
rebelión y su adhesión al legítimo Gobierno de la República.
Con la mirada
puesta en los cuarteles de Loyola y la dudosa lealtad de León Carrasco, Gobernador militar de Guipúzcoa, el Teniente Coronel
Vallespín fue convocado a Donostia.
La llegada del rebelde Vallespín, escoltado por vehículos blindados, fue
recibida con disparos desde el boulevard. La respuesta de las ametralladoras
dispuestas en Igentea no se hizo esperar. Este primer enfrentamiento y las
primeras víctimas serían el preludio de los 58 días de guerra en Donostia.
FOTO 5
Enfermeras de San Sebastián. Mayo 1937
El 19 de julio,
coincidiendo con el desembarco en el muelle de los primeros milicianos
gallegos, se organizó la columna militar para la reconquista de Vitoria.
A pesar de
requerimiento de León Carrasco, Loyola no se sumó a los preparativos,
manteniendo Vallespín un férreo control sobre los regimientos acuartelados.
Dos días
después, mientras un nutrido grupo de milicianos partía hacia Vitoria, dos
columnas se lanzaron desde los cuarteles de Loyola para la toma militar de
Donostia. Vallespín declaró el estado de guerra y el regimiento de artillería
nº 3, armado con obuses Schneider de 155 mm, morteros y armamento ligero tomó, las
colinas de Ametzagaña mientras las columnas avanzaban por el Urumea, calle Prim
y Urbieta.
Las barricadas
erigidas en Amara Zaharra, feudo de los anarquistas, y la calle Larramendi en
particular, fueron los protagonistas de los combates ese día frente a la
artillería pesada que desde Loyola, Egia y parque de Amara, castigaban
duramente la ciudad.
Entre disparos
llegó la Pastoral desde Vitoria y Pamplona condenando la República y
bendiciendo la sublevación.
El 22 de julio
se vio marcado por la llegada providencial a la estación de Amara de milicianos
procedentes de la columna de Vitoria, requeridos con urgencia para defender
Donostia de las tropas sublevadas.
Su llegada y el
repliegue de los militares coincidirá con la toma de los edificios, El Casino
(Ayuntamiento), Gobierno militar, Edificio Equitativa y el Hotel Mª Cristina
por parte de falangistas, guardias civiles y tiradores de elite llegados a
Donostia días antes del alzamiento coincidiendo con su preparación olímpica en
Bidebieta.
FOTO 6 Enfermeras y practicantes Hospital de Sangre de San Sebastián, 1937
El terror y la
inseguridad tomaron la ciudad. Se disparaba desde balcones y azoteas mientras
los edificios ocupados por los sublevados actuaban como fortines y baluartes de
los puntos más estratégicos de la ciudad. Ante esta situación de alarma, se
decidió tomar al asalto el Gobierno militar, el Casino y el Náutico. Tras la
sangrienta toma del Náutico y el Gobierno Militar, el objetivo se tornó al
Casino.
Si pasean cerca
de él podrán remarcar los impactos más evidentes en el Boulevard, ya que fue
ahí mismo donde se produjo el ataque más duro. Aquellos que participaron en el
asalto, milicianos, miqueletes y guardias civiles leales a la República, se
batieron con armas cortas y algunos fusiles frente a ametralladoras y una verja
convertida en parapeto.
El día 23 pasará
a la historia de Donostia por los hechos acaecidos en el Hotel Mª Cristina.
Éste fue ocupado por cerca de 54 guardias civiles sublevados, guardias de
asalto, militares y falangistas armados con abundante material de guerra y
munición. Hostigados desde la calle Oquendo con parte del material requisado en
el Casino, se esperaba una defensa contundente del edificio. Sin embargo, pocos
imaginaron aquel día que utilizarían como parapetos a civiles, posicionándolos
en las ventanas y en la verja que rodeaba el hotel. Huelga decir que la mayoría
fue víctima del fuego cruzado. Ante la amenaza de incendiar el hotel, los
sublevados se rindieron (2).
La capitulación
no estuvo exenta de tensión y la posibilidad de ejecuciones sumarísimas de los
rebeldes por parte de milicianos fue impedida “in-extremis” por el comandante
leal de la Guardia Civil, Mauricio
García Ezcurra.
Una vez
neutralizado el foco del Mª Cristina, los esfuerzos se centraron en el asedio a
los cuarteles de Loyola, sumándose a éste el bombardeo por parte de un avión
republicano. Si bien los combates más encarnizados se libraron entre los muros
de Polloe y el alto de Ametzagaña, no debemos olvidar los combates en el barrio
de Gros.
La fugaz
aparición del acorazado alemán “Deutschland” frente a la bahía y su
amenazante potencia de fuego no hizo sino aumentar la inquietud y temor a un
bombardeo naval.
El día 27 de
julio, los cuarteles de Loyola, castigados desde el Alto de Amara por un obús
de 270 mm
desplazado desde Hondarribia, negociaron su rendición. La capitulación de los
cuarteles y el festejo por todo lo alto en Donostia fue sólo ensombrecido por
la huida del máximo responsable de la sublevación militar, el teniente coronel
Vallespín. Como acto de represalia, el 28 de julio fue ejecutado en Amara el
coronel Carrasco, Gobernador militar
de Guipúzcoa.
Las milicias
requisaron el Hotel Central y organizaron brigadas de cocineros y camareros que
llegaron a servir hasta 6.000 comidas diarias. Las escuelas de Atotxa, Franciscanos,
Escuelas de Amara, la sede de la CNT en la calle Larramendi y la creación de un
Hospital de Sangre en el suntuoso Hotel de Londres dan una medida de la
movilización popular. Ejemplo de ello es el servicio de 40 zapateros en la
incautada fábrica Tello y los 50 peluqueros afiliados a la UGT, que ofrecieron
sus servicios a cientos de milicianos. Destacar también a los arrantzales
donostiarras que distribuyeron gratuitamente antxoas y sardinas en un momento
en que comenzó a escasear la comida (2).
El 29 de julio,
los cruceros España y Cervera cumpliendo las órdenes del general Mola (Desde
Cabo Busto hasta el Bidasoa puede hacer fuego sobre la costa donde lo estime
pertinente con el fin de sembrar el pánico entre los habitantes de aquella
región), proceden al bombardeo de Donostia.
Como acto de
represalia se produjeron detenciones masivas llenando las cárceles de Ondarreta
y Palacio del Kursaal. Esta represalia fue consumada con el asalto de
milicianos a la cárcel de Ondarreta y la ejecución en el Paseo Nuevo de 53
personas de las cuales 41 eran militares.
Los primeros
días de agosto estarán marcados por la división ideológica de las milicias y el
escaseo de armas y municiones.
A partir del 12
de agosto la aviación sublevada tomará como objetivo Donostia y Pasaia. El
pánico se apoderó de la población.
La mañana
siguiente, 6 aviones facciosos procedentes de La Rioja bombardearon la ciudad
estallando las bombas en la calle San Jerónimo, plaza Centenario, Embeltrán,
Urbieta, Urdaneta y San Marcial con el resultado de 1 muerto y 31 heridos (2).
FOTO 7 Enfermeras
de San Sebastián. Abril 1937
Esa misma tarde
se reanudó el bombardeo con el lanzamiento de 6 bombas sobre las mismas calles
y, en especial, sobre el Hospital de Sangre sito en el hotel de Londres.
Por si el
castigo no era suficiente, 4 días después a las 8 de la mañana los “cruceros
España y Cervera” lanzaron 150 salvas con proyectiles de 200 y 300 kgr. sobre
la ciudad, destruyendo, entre otros, el Asilo de Zorroaga y la Maternidad de
Aldaconea, amén de los obuses caídos en la calle Eguia, Ronda, Aguirre Miramón,
Usandizaga, Aldapeta, Añorga y Paseo de la Concha (2).
En una atmósfera
de ciudad sitiada, el 6 de septiembre estuvo marcado por los preparativos de
evacuación de Donostia, a pesar de la voluntad de resistencia de grupos
anarquistas, y la ejecución en Polloe del arquitecto donostiarra José Manuel Aizpúrua, jefe de prensa y
propaganda, además de Jefe provincial y miembro del Consejo nacional de
Falange.
El 13 de
septiembre, una ciudad desierta fue tomada por una compañía con 25 soldados del
Tercio de Lacar al mando del capitán Ureta,
que ni fueron 40 ni todos de Artajona, consumándose así la caída de San
Sebastián (2).
Según nos relata
un testigo. “Cerca de mí (Hotel de
Londres) han estallado los obuses lanzados por el crucero “Cervera” y el
“España” en el inicio de la guerra civil del 36 y presencié el fin del dominio
del Frente Popular en la ciudad, con la entrada del capitán Ureta y sus
cuarenta requetés de Artajona, en el mediodía del 13 de septiembre de 1936.
Seguí las evoluciones de un extraño avión que por fin aterrizó en la playa de
La Concha y en el que viajaba León Degrelle, el colaboracionista belga de
escapada de su patria al término de la guerra mundial” (3).
Con 1813 “in
memoriam” y la mirada puesta en el incendio de Irún, las milicias del PNV
acuarteladas en San Bartolomé fueron las últimas en abandonar Donostia,
permaneciendo hasta el último momento en sus puestos de vigilancia y con el
objetivo de mantener el orden y proteger los monumentos y edificios más
representativos de Donostia (2).
De una población
de 85.510, según el último censo de diciembre de 1934, quedaron en Donostia
unos 39.000 habitantes en septiembre de 1936. El éxodo masivo de la población,
entre 45.000 y 50.000 personas según el periódico falangista Unidad, se
realizó ante el miedo de represalias y las violaciones atribuidas a las tropas
mercenarias marroquíes del general Mola. El éxodo de barrios obreros como Amara
(85 %) y Eguía (76 %) contrasta con el 16 % de personas huidas del centro de la
ciudad, feudo derechista.
La feroz
represión que siguió a la caída fue acompañada de un castigo a los familiares
huidos y la preparación de “paseos”
efectuados por pelotones falangistas en lugares a menudo alejados del centro de
la ciudad.
Ejecuciones
arbitrarias y masivas sumieron a la población donostiarra en un terror absoluto
durante los meses posteriores a su caída, sembrando de muertos las cunetas de
nuestros barrios y pueblos.
Con el cínico
objetivo de no “ensuciar” la nueva imagen de una ciudad cosmopolita, Donostia
recuperaría la frivolidad de un inmejorable y lujoso balcón en retaguardia.
Burgueses, intelectuales, políticos y diplomáticos afectos al nuevo régimen se
convertirían en protagonistas de la vida social donostiarra (2).
El resultado lo
tienen en el censo que se realizó en 1937: 90.000 habitantes, es decir, un
aumento de cerca del 100 % de población respecto al 13 de septiembre. Este
aumento de población vino acompañado por la confiscación y posterior ocupación
de viviendas (2).
FOTO
8 Hotel de Londres e Inglaterra de noche
FRENTE
POPULAR. DIARIO DE LA REPÚBLICA
Información
Local. Detalles del criminal bombardeo faccioso
Se
producen destrozos en algunas viviendas, mueren cinco personas y otras varias
sufren heridas diversas.
El ataque de la mañana
del 14 de agosto de 1936
Los
destrozos causados por el bombardeo de ayer fueron, efectivamente,
considerables. A la caza de unos objetivos que no llegaron a precisar y
conseguir, los aviones facciosos no repararon en causar daños, algunos
irreparables, en la población civil. Lo bárbaro de tales procedimientos,
desdeñados por crueles hasta por los pueblos menos civilizados, causó general
indignación en el vecindario: una indignación rayana en el odio y la execración
más definitiva. Con actos como el de ayer, la causa facciosa no logra sino
acrecentar el ímpetu de la resistencia civil y el abismo, ya insondable, que
media entre los seres humanos de corazón cultivado y propicio a la clemencia y
los que lo tienen duro como el granito, incapaces de comprender toda la
corriente afectiva (4).
Uno
de los proyectiles arrojados por los aviones –que eran seis y procedentes, con
seguridad, del aeródromo de Recajo (Logroño)- fue a parar al patio que forma la
casa número 7 de la calle de San Jerónimo y las señaladas con los números 14 y
10 de la de Embeltrán, causando daños en varios pisos de todas ellas. En el
tercero del inmueble aludido de la calle San Jerónimo habita la viuda de Sotés,
anciana imposibilitada, que corrió serio peligro. En aquel momento ayudaba a la
venerable viejecita a ponerse las medias la joven de su familia Cándida
Ruesgas, estudiante de Magisterio. Al ruido de los motores, ambas corrieron a
ponerse a cubierto de una posible agresión. Lo hicieron con el tiempo justo,
porque instantes después caía sobre la casa uno de los proyectiles lanzados
desde los aviones facciosos, causando destrozos en una chimenea, que se
incendió, y en la vivienda de la pobre familia (4).
Queda
dicho que la bomba causó abundantes destrozos en ambas casas. Para abreviar
esta información, que se haría interminable, diremos que en el cuarto derecha
del número 16 de Embeltrán habita la viuda de Arabaolaza, cuyo hijo, muchacho
de unos 17 años, dormía en aquellos instantes; vistióse de cualquier manera,
asomándose a una ventana de su cuarto que da al patio del bar Iruña; un
instante después sobrevenía la explosión, causando abundantes daños en los
muebles y enseres pero saliendo del trance el muchacho sin un leve rasguño (4).
Otro
proyectil fue a caer junto a la casa número 54 de la calle de Urbieta, lugar
donde se halla un establecimiento de comestibles de Carrasquedo. Produjo un
hoyo de unos dos metros cuadrados por uno y medio de profundidad. El cascote
desprendido a consecuencia del golpe alcanzó a varios vecinos que se habían
refugiado en la bodega del establecimiento, puesto que el hoy de referencia
había dejado al descubierto la bodega. La tienda de Carrasquedo, como
consecuencia de los destrozos ocasionados por la bomba, queda en comunicación
con otra adyacente, que fue cordelería y ha sido desalojada recientemente.
La
bomba caída sobre la casa número 6 de la Plaza del Centenario pudo ocasionar
una verdadera catástrofe. Penetró por el sexto piso y atravesando el quinto, el
cuarto, el tercero y el segundo, fue a estrellarse, sin estallar en el primero,
que habitan los señores de Campane. Este proyectil, que causó los naturales
destrozos, fue trasladado a la CNT.
En
la misma Plaza cayó otra bomba, sobre la casa número 1, propiedad de los
señores Zappino, alcanzando al quinto izquierda, piso ocupado por la viuda de
Barcáiztegui e hijos. La bomba penetró por el ángulo noroeste del marco del
lucero sobre la cocina del piso alto de servicio, destrozando una mesa de
mármol sobre la que cayó, con lanzamiento de una chimenea a la terraza del
inmueble inmediato y desperfectos en otras dos chimeneas. Los muebles y enseres
no sufrieron desperfecto alguno, aunque todas las estancias se llenaron de
cascote (4).
A
causa de haberse incautado el Frene Popular de la torrecilla superior de la
casa, por si podría utilizarse la terraza para tomar posiciones contra los
“pacos” traidores, días pasados fueron evacuados los pisos cuarto y quinto de
esta casa, habitadas ordinariamente por las familias de Barcaiztegui y
Lemoniez.
Mayores
desperfectos causó la bomba caída sobre la casa número 9 de la calle Amara, de
reciente construcción, propiedad del industrial señor Landart. El artefacto
cayó de refilón, destrozando habitaciones de los pisos cuarto y quinto. En uno
de estos pisos habita una familia de compañeros tabaqueros. También cayó otra
bomba en la calle de Urdaneta número 18, inmueble en cuya parte baja se
encuentra la Escuela de la Sagrada Familia. Como se sabe, una de las naves de
la Casa de Socorro corresponde a esta calle. De consiguiente, los aviadores
facciosos no tuvieron en cuenta que aún dentro de la más cruda lucha, los
establecimientos sanitarios tienen privilegio de inmunidad. Y no debe olvidarse
que sobre la parte alta de la Casa de Socorro existe pintada una cruz roja
gigantesca, que desde los aparatos, aunque estos volaran a gran altura, se
debía apreciar perfectamente (4).
FOTO
9 Enfermeras de San Sebastián. Abril 1938
Este
proyectil, que se estrelló sin estallar, en el primer piso, después de haber
atravesado los restantes, fue recogido por el Cuerpo de Bomberos. Todavía
cayeron otras bombas en la parte trasera de la iglesia de Santa María, en la
bahía de la Concha, en los cuarteles de Loyola y acaso en algún otro lugar. A consecuencia
de todas estas bombas recibieron asistencia en la Casa de Socorro varias
personas.
Una
de ellas, que ofrecía mayor gravedad, fue trasladada al Hospital Civil de
Manteo. Se trata de Josefa Munárriz Uranga, de 32 años, soltera, natural de San
Sebastián y habitante en la calle del 31 de Agosto (4).
He
aquí los nombres de otros heridos:
Manuel
Sierra, de 34 años, jornalero, contusión en el antebrazo izquierdo. Manuel
Usandizaga, de 47; heridas de mano y pie izquierdo. Los dos, pronóstico
reservado. Juan Garallos, de 5 años: herida punzante en la cabeza. Leve.
Guadalupe Terrazas, de 24 años: heridas contusas en ambas piernas. Leve, salvo
complicaciones. Las lesiones que presentaba Josefa Munárriz, en el pecho,
producidas por metralla, no tenía, afortunadamente, profundidad; no siendo, por
consiguiente, lo graves que se pudo estimar en un principio.
El Bombardeo de la tarde
Por
la tarde volvieron a volar los aviones, arrojando seis bombas, dos de las
cuales cayeron en las cercanías del retrete del parque de Amara, sin que
produjera desgracias. Otras dos cayeron en el número 4 de la calle de Urbieta:
una, al patio y la otra, atravesando los pisos quinto y cuarto, fue a alojarse
al siguiente, causando grandes destrozos pero ninguna desgracia personal. Otra
bomba, por su trayectoria, debía estar destinada a la redacción de FRENTE
POPULAR y talleres de este diario.
Cayó
en el número 32 de la calle de Garibay, medianera con la de nuestro periódico.
De la potencialidad del explosivo, aparte los enormes daños causados, dará una
idea el hecho de que encontrándonos en esa hora en la Redacción varios
periodistas, la fuerza percutora del explosivo nos desplazó a todos del lugar
en que nos encontrábamos, enviándonos a varios metros de distancia.
La
bomba, al caer debió tropezar en una esquina de la terraza del sexto pido donde
se advierte arrancado un pedazo de la misma; y después fue a hacer explosión
sobre el balcón del piso cuarto, habitación de don Bernardo Beristain. La
metralla penetró en el interior del piso destrozando la techumbre y todos los
muebles que había en cuatro habitaciones, que presentan un tremendo desorden.
Asímismo destrozó el suelo estableciéndose comunicación con el piso inferior,
el tercero, que habita el notario don Fernando Fernández Sabater, donde también
quedaron destrozadas las cuatro habitaciones de la misma rasante del piso
superior.
En
el domicilio de don Bernardo Beristain se encontraba su esposa, que tuvo la
inmensa suerte de haberse recluido en las habitaciones que dan a la calle Garibay
a lo que debió la vida. También en el piso inferior se encontraba el notario
con su padre, señor de avanzada edad y por hallarse en las habitaciones
exteriores pudieron salvar sus vidas.
En la calle San Marcial
En
su insana trayectoria los aviadores dejaron caer otra bomba en la calle de San
Marcial en la casa del bar la Espiga. El explosivo penetró por el tejado del
edificio, horadó los tres pisos superiores, atravesó una cuna con colchón, en
la que afortunadamente no había nadie, haciendo explosión y quedando la
espoleta sobre una cama de las habitaciones del piso primero, donde fue
recogida por los bomberos.
En
el momento que se señaló la presencia de los aviones doña María Zabalegui
Errazquin, dueña de la carnicería que existe en la calle de San Marcial se
prestó inmediatamente a que en el establecimiento penetrara el público que se
encontraba por aquellos lugares, para así librarse del bombardeo; pero madre de
siete hijos y no viendo en aquellos momentos a ninguno a su lado se lanzó a la
calle en su afán de recogerlos.
En
esos momentos caía la metralla sobre la calle de San Marcial y la pobre señora
fue alcanzada por un casco que le destrozó el vientre y la región dorsal
produciéndole la muerte casi instantáneamente. Casi no tuvo tiempo de salir del
establecimiento, en la entrada le sorprendió la muerte.
Lo más Criminal
Los
asesinos remataron su hazaña lanzando una bomba contra el Hospital de Sangre establecido en el Hotel de Londres. No precisaron absolutamente el tiro y el
explosivo fue a caer sobre el balcón central de la casa del señor Elorza, en la
calle de Easo esquina a la de San Marcial.
El
explosivo arrancó de cuajo la repisa balaustrada de piedra del balcón y la
barandada y en la piedra beroqueña de la base del edificio produjo enormes
destrozos. También quedó completamente destruida la puerta de acceso a la casa
número uno y la muestra de la fotografía inmediata del señor Pedrosa.
En
este lugar de la población, si los aviadores facciosos fracasaron en su intento
de rematar a los heridos, hicieron desgraciadamente, carne en un montón de
infelices vecinos. Derribados por la metralla fueron recogidas una infinidad de
personas, la mayoría de las cuales presentaban heridas de gravedad. Uno de los
casos más terribles es el de Plácida San
Juan y su hija Encarnación Gorbea,
de 42 y 16 años de edad respectivamente.
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10 Frente Popular, Diario de La República 14 de agosto de 1936. Cartel de rifa
benéfica de la CNT para la ayuda a los Hospitales de Sangre
Esta
familia que habita en la calle de Fuenterrabía número 22 y en la que hay otros
cuatro hijos sintió inquietud por éstos al advertirse la presencia de los
aviones. Plácida San Juan con el impulso irrefrenable que guía los actos de las
madres se lanzó a la calle acompañada de su hija para buscar a los otros hijos
que se encontraban en la playa. Cuando llegaban a la altura de la calle Easo
hacía explosión la bomba lanzada contra el Hotel de Londres. Los cascos de la
metralla alcanzaron a la pobre madre matándola instantáneamente e hiriendo gravísimamente
a la hija, que fallecía horas después en el hospital. Los efectos de la
explosión fueron tan tremendos que a un paisano que se encontraba a la puerta
de la farmacia Carrasco situada en la calle de Easo, esquina a la de Pí y
Margall, a más de cien metros de distancia del lugar de la explosión le alcanzó
un casco de metralla produciéndole una herida en un brazo. También alcanzaron
los efectos de la metralla a dos hombres cuyos nombres no hemos podido conocer
todavía, causándoles la muerte (4).
Los Heridos
Inmediatamente
de producirse el bárbaro atentado los elementos sanitarios que se encuentran en
el Hotel de Londres y los enviados con toda diligencia por la Comisaría de
Sanidad que se encuentra establecida en el Hotel del Príncipe, acudieron a
prestar su asistencia a las víctimas.
En
diversos lugares fue prestada asistencia a las víctimas.
En
el Hospital de Sangre del Hotel de
Londres de San Sebastián:
Venancio
García, de19 años, asturiano residente en San Sebastián, sufre heridas incisas
en las regiones frontal y palmar derecha.
Santiago
Argobaniz, de 32 años de Vitoria, herida incisa en la región palmar izquierda.
Santiago
Ruiz, de Santander, 23 años, herida de metralla en el muslo izquierdo.
Eduardo
Olazagutia, de Vitoria, 23 años herida incisa con desgarre en el cuero
cabelludo.
Mariano
Díaz, de Madrid de 29 años, herida incisa en la región palmar.
Angel
Larrauri, de 23 años de San Sebastián, herida incisa en la rodilla.
Santos
Ibáñez de 20 años de Vitoria, herida de metralla en el tercio inferior de la
pierna izquierda.
Ramón
Castresán de 20 años, de San Sebastián, herida de metralla en el muslo
izquierdo y otra en la región plantar.
Manuel
Murguía de 17 años, de San Sebastián, herida de metralla en el hombro y brazo
derechos.
Venancio
Ortega de 29 años, de San Sebastián, herida con desgarre de tejidos en la
región facial derecha, en sedal con orificio de entrada y salida en el hombro
derecho.
En
el Hospital Civil de San Antonio Abad
Han
sido curados los siguientes heridos a parte de los fallecidos:
Josefa
Munáriz de 32 años de San Sebastián, herida de metralla en la mano derecha.
María
Leturiondo Eguía de 36 años de Villabona, herida de metralla en el tobillo
derecho, siendo preciso amputarle la pierna. Además heridas de metralla en la
espalda, muslo y brazo.
Gregorio
Sánchez Iglesias, de 32 años, de Casar de Monte, Cáveres, y vecino de Rentería,
herida de metralla en la rodilla y que resultó herido estando en la Concha.
Moraleja, herida en la rodilla con fractura con minuta.
Higinio
Martín Iglesias de 28 años de San Sebastián, herida en la rodilla con fractura
con minuta.
Julián
Ortíz Saéz de 73 años, herida en el abdomen y excitación nerviosa.
Y
la joven Gorbea a que antes nos referimos que ingresó en estado preagónico con
enormes destrozos en manos y piernas.
En
la Clínica de San Ignacio
Han
ingresado en esta clínica Enrique Ituarte, que tiene heridas con desgarro en la
mano izquierda, que precisa la amputación de un dedo y dos grandes heridas con
desgarro en la pierna izquierda. Juan Echeverría, tío del anterior, heridas de
metralla en las piernas. Los dos resultaron heridos cuando salían de la
fotografía del señor Pedroa en la calle de Easo.
Otros heridos
También
han sido asistidos en otros Centros José María Zubiaurre, herido de metralla en
la región glútea izquierda.
Ramón
Bordenave, de 39 años, sereno de la Avenida, con herida de metralla en el codo
con fractura del húmero y heridas contusas en las piernas.
José
Aoja, de Mondragón, de 29 años, con herida de metralla en el pie izquierdo.
Pedro
Nieva, de San Sebastián, de 28 años, herida de metralla en la pierna izquierda.
Esteban
Fernández, de 50 años, herida de metralla en el muslo izquierdo.
Juan
Echave, de 28 años, herida en el pie izquierdo.
Concha
Alustiza, de 17 años, herida en la pierna izquierda.
Juan
Alvarez, de 18 años, herida contusa en el brazo derecho.
Y
otros muchos curados en sus casas.
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11 Enfermeras de San Sebastián y milicianos 1937
La actuación de los
Bomberos
Inmediatamente
que se produjeron los vandálicos hechos, comenzó a actuar el Cuerpo de
bomberos, que ha realizado los siguientes servicios:
En
la casa número 32 de la calle Garibay, fue apuntalado el piso y derribado la
parte que pudiera ofrecer peligro para el vecindario. En la calle Moraza, en
lugar inmediato a la linternería de Torres recogieron una bomba que no había
llegado a hacer explosión.
En
la calle de San Marcial, casa del bar “La Espiga”, recogieron en el piso
primero, sobre una cama, la espoleta que allí hizo explosión y reconocieron y
pusieron en condiciones de seguridad los pisos siniestrados.
Otra
bomba que tampoco hizo explosión y fue recogida por los bomberos, cayó en los
altos de Amara, a pocos metros de distancia de la vivienda de doña María Tresa
Fortea, viuda de aquel gran republicano que nos arrebataron los asesinos
fascistas Manuel Andrés Casaus. Otra bomba que tampoco llegó a hacer explosión,
cayó en la huerta de los señores Echave, también en los altos de Amara.
Las
demás bombas lanzadas en Amara, calle Embeltrán, iglesia de Santa María, calle
de Urdaneta y otras, causaron grandes destrozos pero afortunadamente no hubo
víctimas que lamentar (4).
FOTO
12 Enfermeras y milicianos en la antigua Maternidad 1936 (Hoy Nazaret)
Repercusión del
Bombardeo de San Sebastián en Bilbao
Enorme
indignación en Bilbao por el bombardeo de San Sebastián.
Apenas
conocida en esta villa la noticia del bombardeo de San Sebastián por la
aviación fascista, numeroso público desfiló por los periódicos para inquirir
noticias y por los centros oficiales y las redacciones detalles de lo sucedido.
Conforme
se han ido conociendo detalles de esta agresión que viola en sus bases
fundamentales el derecho de gentes y todos los sentimientos de humanidad, la
indignación del pueblo bilbaíno ha ido creciendo de manera amplísima.
A
los sentimientos de camaradería con los guipuzcoanos que de manera tan firme
defienden los postulados de izquierda, se unía el fraternal de las dos
poblaciones hermanas.
En
los cuatros políticos y sindicales, en la calle, cafés, teatros, en todos los
puntos ha sido el criminal suceso motivo casi único de las conversaciones.
Puede
afirmarse, sin hipérbole, que Bilbao ha vibrado hoy de manera latente y
continuada y que los hechos vandálicos realizados por los facciosos en San
Sebastián han apretado más aun, si cabe, los lazos de hermandad vizcaína y
guipuzcoana y el afán de vencer rápida y ampliamente a la facción, para que
rinda cuenta de sus odiosa vilezas.
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13 Enfermeras de San Sebastián cuidando a un herido 1936
En Pasajes
Tres
milicianos de esa filiación prestaban servicio de vigilancia y ellos fueron las
víctimas de la cobarde agresión. Cogidos de lleno en el área de expansión de
una de las bombas, uno de ellos llamado Pedro Azurmendi, natural de Pasajes y
perteneciente a la Federación de Sindicatos Unicos, quedó muerto en el acto,
con el cuerpo horriblemente destrozado. Sus compañeros Pablo Gorospe y Jesús
Arregui sufrieron heridas de gravedad, siendo curado el primero en Rentería y
el segundo trasladado urgentemente al Hospital
de Sangre del Hotel de Londres.
En
tanto que el aparato faccioso consumaba su triste hazaña, otro de los aviones
enfilando hacia Pasajes de San Juan dejaba caer, una tras otra hasta ocho
bombas en el casco y alrededores de aquel puerto (5).
Tres
artefactos explosivos se hundieron en la bahía sin causar daños, otro estalló
en el llamado cementerio inglés, encima de las escuelas Viteri, otro a unos
cincuenta metros del caserío “Larrabide” y otro en las proximidades de
“Garchegui” donde tienen su cuartel las Milicias Vascas. Esta última bomba
alcanzó a tres milicianos que se encontraban de permiso, recogiendo mariscos en
la playa. Uno de ellos resultó ileso, pero los otros fueron dos víctimas más
para unir a la lista de las inmoladas por la barbarie facciosa. Fueron
trasladados uno a Lezo, donde llegó ya cadáver, y el otro al Hospital Civil de
San Sebastián, donde falleció a las cuatro de la tarde.
Se
llaman las víctimas de esta agresión Constantino Vázquez Lago, de 31 años de
edad, natural de Pontevedra, era soltero, de profesión redero y trabajaba en la
Casa Arcelus. Estaba afiliado al Avance Marino. La otra víctima fue Juan
Milleiro de 29 años, casado, natural de Redondela, era contramaestre del
“Iziar”, de la Casa Zuloaga y vivía en Trincherpe.
Realizado
su criminal propósito los aviones facciosos se perdieron en el espacio con
dirección a la frontera (5).
FOTO
14 Enfermeras de San Sebastián 1937
Según
nos relata en Recuerdos del Hotel Londres. “Pero
mi destino fue cambiado momentáneamente en los azarosos días de 1936. Las
autoridades del Frente Popular, que mandaban en San Sebastián en los primeros
días de la Guerra Civil, ocuparon el Hotel para destinarlo a Hospital de Sangre. Fueron momentos
difíciles. Los primeros días había todavía clientes en el hotel sorprendidos
por la guerra, y comenzaron a llegar los heridos. Había un cierto desbarajuste,
por lo menos aparente, y por allí circulaban enfermeras, practicantes, médicos,
camilleros, etc. Y algunos clientes que quedaban.
Había una mujer, creo
que era capitana de la milicia, que mandaba mucho y de los médicos recuerdo a
los doctores Bastos, Bago, Eizaguirre, San Emeterio, Otaño… El personal del
hotel se había ido yendo, quedando únicamente Paulino Rueda, segundo maître;
Andrés Azaldegui, jefe de cocina; Antonio Paredes y su mujer Genara Elorz,
peluqueros y manicura; Amparito Larrinoa, telefonista y los botones Julio y
José Mari Ozcáriz y me parece que uno de los maleteros, Esteban Maeztu. Con la
entrada de las tropas volvió el hotel a su destino y los años que duró la
guerra trabajó intensamente acogiendo a viejos clientes que venían a la zona
nacional procedentes de la republicana” (3).
FOTOGRAFÍAS
De
Internet. Carteles de la guerra civil
Fotos
cedidas por la Familia Labayen Berdonces.
AGRADECIMIENTOS
Angélica
Orallo
Idoia
Arrebola
Hotel
de Londres e Inglaterra
Familia
Labayen Berdonces
BIBLIOGRAFÍA
1.-
Hospitalidad. Un lujo singular. Juan María Peña
2.-
Noticias de Gipuzkoa. 13 de septiembre de 2006
3.-
Libro “Recuerdos del Hotel de Londres y de Inglaterra. 1987
4.-
Frente Popular. Diario de la República. Redacción, Oficina y Talleres en la
Calle Garibay nº 34. Teléfonos: 14.621 y 14.634. San Sebastián, 14 de Agosto de
1936
5.-
Frente Popular. Diario de la República. Redacción, Oficina y Talleres en la
Calle Garibay nº 34. Teléfonos: 14.621 y 14.634. San Sebastián, miércoles 2 de
Septiembre de 1936
AUTOR:
Manuel Solórzano Sánchez
Diplomado
en Enfermería. Servicio de Traumatología. Hospital
Universitario Donostia de San Sebastián. OSI- Donostialdea. Osakidetza- Servicio
Vasco de Salud
Insignia
de Oro de la Sociedad Española de Enfermería Oftalmológica 2010. SEEOF
Miembro
de Enfermería Avanza
Miembro
de Eusko Ikaskuntza / Sociedad de Estudios Vascos
Miembro
de la Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería
Miembro
de la Red Cubana de Historia de la Enfermería
Miembro
Consultivo de la Asociación Histórico Filosófica del Cuidado y la Enfermería en
México AHFICEN, A.C.
Miembro
no numerario de la Real Sociedad Vascongada de Amigos del País. (RSBAP)
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