jueves, 18 de mayo de 2023

LAS HIJAS DE LA CARIDAD PIAMONTESAS EN LA GUERRA DE CRIMEA 1855

 

En enero de 1855 las religiosas del Reino de Cerdeña partieron al frente desde Turín

 

La Guerra de Crimea, corría el año 1855 y el pequeño Reino de Cerdeña, derrotado unos años antes por Austria en la Primera Guerra de la Independencia, decidió entrar en el juego de la gran política exterior. El rey Vittorio Emanuele II de Saboya, siguiendo el consejo de su ministro de mayor confianza, Camillo de Cavour, Conde de Cavour, envió una fuerza expedicionaria al Mar Negro junto con británicos y franceses, en apoyo de un titubeante imperio otomano contra el expansionismo ruso (1).

 

Foto 1 Hijas de la Caridad atendiendo al soldado herido en la Batalla de Cernaia del pintor soldado Gerolamo Induno

 

Para glorificar la empresa, el rey también quería una propaganda adecuada. De ahí que se encargara al pintor-soldado Gerolamo Induno de un cuadro épico, “La batalla de Cernaia”, para ensalzar una gesta de la que Crimea había sido testigo. La poderosa pintura de Induno se expuso en 1859 en la ciudad de Milán recién conquistada por los austriacos.

 

Una inmensa multitud inflamada por los ideales del Risorgimento pasó frente a ella en respetuoso silencio. Era arte, pero, sobre todo, una proclama política. Una mirada más cercana a la pintura en medio de soldados, caballos, cañones, polvo, permite descubrir las ropas de dos monjas que cuidan de un soldado herido. Visten túnica gris y una gran cofia blanca típica de las Hijas de la Caridad de la época. Las dos monjas son tan protagonistas de la escena como lo son los militares. El homenaje no es casual. Ellas simbolizaron el esfuerzo al unísono de un país que aspiraba a la unidad nacional y la modernidad, también los católicos (1).

 

La Guerra de Crimea de 1855 representó una dura prueba para el ejército sardo-piamontés que se midió, a la par de los ejércitos francés e inglés, contra el enemigo ruso. Pero también fue difícil para las Hijas de la Caridad. Abandonaron Turín por recomendación de su padre espiritual, el beato Marco Antonio Durando, hermano del general Giovanni Durando que comandaba una de las dos divisiones sardo-piamontesas en Crimea. Aquellas valientes Hermanas Vicencianas partieron de la parroquia de San Salvario para ocuparse de los soldados heridos en la guerra.

 

Un documento de la historia oficial de la congregación recoge los hechos: “El gobierno pidió a las Hijas de la Caridad que siguieran al Cuerpo Expedicionario de 15.000 soldados enviados a luchar contra Rusia en Crimea. Sor Cordero, ecónoma provincial, se ofreció para esta peligrosa misión y llegó hasta las orillas del Bósforo con 70 Hermanas para curar allí a los soldados heridos y especialmente a los infectados y afectados por el cólera que estaba acabando con la tropa. Varias Hermanas perdieron allí su vida, cuidando a los soldados enfermos y heridos” (1).

 

No fue una decisión fácil. En el libro “Florence Nightingale e Italia”, editado por la Orden de Profesionales de la Enfermería leemos que “en la sesión del Consejo Provincial del 22 de febrero de 1855 se decidió enviar algunas monjas. El Superior General, el padre Étienne, presente en el encuentro, destacó la importancia de la misión y la necesidad de que la elección de las candidatas sea prudente debido a la delicada tarea que les ha sido encomendada y que exige reserva, prudencia, discreción y capacidad para no mezclarse con la política.

 

Todas las Hermanas tenían que estar a la altura de la tarea asignada. El padre Étienne destacó la importancia de que las ambulancias contaran con una Hermana Sirviente y que un miembro del Consejo Provincial formara parte de la expedición; pidió formar un pequeño Consejo para decidir y actuar según el espíritu de Dios en todas las circunstancias imprevistas y para las que no era posible consultar a los superiores”.

 

Fue una misión difícil en una tierra extranjera y en medio de una guerra. La asistencia a los pobres, enfermos y soldados heridos fue la vocación de estas religiosas cuya historia hunde sus raíces en el año 1600 en París (1).

 

Las Hermanas Vicencianas habían sido las primeras en lanzarse al mundo. Como siempre recuerda la historia oficial de la congregación, “Luisa de Marillac y Vicente de Paul, fundaron la innovadora comunidad no “religiosa” de las Hijas de la Caridad. San Vicente no quería clausura para ellas, no quería votos, vestido, reja o locutorio. Tenían que vivir con sencillez. No quería una capilla. Eligió para ellas una casa similar a la de los pobres”.

 

En 1837, llegaron a Turín y allí atendían a los enfermos en sus casas. Desde 1839 también en su propio hospital. Las que el pintor soldado Induno inmortalizó en el lienzo fueron precisamente dos de las setenta y seis Hijas de la Caridad que llegaron a Crimea con las tropas en apoyo de 400 enfermeras y 100 médicos militares. Vestían un traje largo gris y una capa blanca, y coordinaban el trabajo de los enfermeros en los hospitales actuando como los jefes de enfermeras de un hospital moderno. Supervisaban la distribución de alimentos, la lavandería, la cocina, la limpieza y las medicinas y el orden de los utensilios.

 

Foto 2 Hijas de la Caridad con los Cazadores del Ejército piamontes del pintor soldado Gerolamo Induno

 

Las monjas piamontesas no estaban solas. Los soldados franceses también habían solicitado su compañía y su servicio. Los rusos intentaron organizar algo similar para sus tropas: “La aparición de las Hermanas de la Caridad al frente, -leemos en La Civiltà Cattolica (1858)-, produjo un efecto increíble en Rusia. Al principio suscitó asombro y, como no querían quedar por debajo de los franceses en nada, los rusos empezaron a pensar en cómo imitarlo”.

 

Los británicos, entonces, al no poder contar con monjas católicas, pidieron ayuda a las Damas de la Caridad de Londres, las Care of Sick Gentlewomen. Así, partió de Inglaterra un grupo de enfermeras laicas dirigidas por Florence Nightingale, que se harían famosas en esta guerra, aunque en su grupo Florence llevó en el primer grupo 10 Hijas de la Caridad (4 de noviembre de 1854) y en el segundo grupo 15 Hermanas de la Caridad (2 de diciembre de 1854). De las cuales llevó entre los dos grupos de enfermeras a Crimea 60 protestantes y 25 católicas. El Times escribió un artículo famoso sobre ella, “La dama con la linterna”, porque iba con ella a los campos de batalla para recuperar a los soldados heridos (1).

 

El papel de Florence Nightingale en la innovación de la Enfermería fue crucial. Su figura de profesional y de mujer que había atendido a todos los soldados heridos, independientemente de su nacionalidad, se considera una inspiración para el nacimiento de la Cruz Roja Internacional poco después gracias al suizo Henry Dunant. Pero sería poco generoso anular el ejemplo de las religiosas católicas.

 

En su libro, “Notes of nursing” que se convirtió en un superventas mundial, Nightingale escribió sobre las Hermanas Piamontesas: “Mi opinión, basada en mi experiencia personal, es que la mujer italiana tiene una especial aptitud para cuidar a los enfermos. Tengo esta opinión de haber visto trabajar a las monjas italianas de San Vicente de Paúl junto a las tropas sardas en Crimea. La superiora de las monjas italianas en Crimea es una de las mujeres más distinguidas que he conocido en nuestra vocación”.

 

Este es quizás el acto de homenaje más hermoso a Sor Cordero y sus Hermanas católicas. También se encontró un despacho del 17 de diciembre de 1855 firmado por el general Durando que dice: “Miss Nightingale visitó los hospitales piamonteses en el Bósforo y quedó admirada con su sistema. Tuvo una gran relación con las religiosas a las que tenía en gran estima”.

 

Finalmente, en el quincenal Las Misiones Católicas (1880) sobre las vicentinas francesas: “En los hospitales y farmacias, después de los franceses, las Hermanas aceptan a los enfermos de cualquier nación y religión a la que pertenezcan, sin distinción. Tienen la bendición de los turcos, que les tienen el más profundo respeto. Durante la Guerra de Crimea, treinta monjas murieron en hospitales y ambulancias donde atendían a nuestros soldados heridos. Tanta admiración despertó en los británicos, que desde ese momento les autorizaron a viajar libremente por sus países. La cofia blanca de San Vicente de Paúl es el único uniforme que puede circular impunemente en Inglaterra”.

 

Después de la guerra, las tropas regresaron a su tierra natal. La empresa había sido muy sangrienta. Incluso más que las balas, el cólera había hecho estragos entre los soldados. Las Hijas de la Caridad volvieron al convento-hospital de Turín para atender a los pobres y enfermos (1).

 

Pero la memoria de la empresa de Crimea no se perdió. El Conde de Cavour lo mencionó en un discurso parlamentario: “La supresión de las Hermanas de la Caridad sería el máximo de los errores. Considero a esta institución como una de las que más honran la religión, el catolicismo y la civilización misma. He vivido muchos años en países protestantes, he tenido relaciones con los hombres más liberales pertenecientes a esa religión, y los he oído repetidamente envidiar mucho al catolicismo por la institución de las Hermanas de la Caridad”.

 

Y años más tarde, en febrero de 1868, cuando el Parlamento italiano discutía de nuevo la eliminación de las Hermanas de la Caridad de los hospitales, el ex general La Marmora se opuso: “Quienes las vieron prestar sus servicios en Crimea en los campos de batalla y en los hospitales, no pueden olvidar el valor y la perseverancia de estas buenas mujeres, que exponían su vida para sacar de las líneas enemigas a un soldado herido y después sacrificaban noches y noches de sueño para velar junto a su lecho. Viendo lo que han hecho y lo que hacen, sería una auténtica ingratitud expulsar a estas religiosas”. Francesco Grignetti. Periodista de la «La Stampa» (1).

 

Foto 3 El regreso del soldado herido del pintor soldado Gerolamo Induno

 

LAS HIJAS DE LA CARIDAD EN LOS CAMPOS DE BATALLA (1836 - 1863)

 

Las Hijas de la Caridad en los Campos de Batalla durante el período de 1836 a 1863; lo primero que hay que tener en cuenta es lo que pensaba San Vicente de Paúl acerca del servicio que tendrían que dar las Hijas de la Caridad que él había fundado y que les recomendaba lo que tenían que cumplir (2).

 

En una conferencia del 18 de octubre de 1655, cuyo título era «Sobre el fin de la Compañía», les dijo entre otras cosas:

 

«…Por tanto, el fin al que debéis tender es honrar a Nuestro Señor Jesucristo, sirviéndole en los niños para honrar su infancia, en los pobres necesitados como en el Nombre de Jesús y como a esas pobres gentes a las que asististeis cuando vinieron a refugiarse en París por causa de las guerras. Así es como tenéis que estar dispuestas a servir a los pobres en todos los sitios a donde os envíen: al ejército, como habéis hecho cuando os han llamado allá, a los pobres criminales y en cualquier otro lugar en donde podáis asistir a los pobres, ya que es ese vuestro fin.

 

Así es como habéis de portaros para ser buenas Hijas de la Caridad, para ir adonde Dios quiera; si es a África, a África, al ejército, a las Indias, adonde os pidan, ¡enhorabuena!; sois Hijas de la Caridad y hay que ir. Nunca os lo recomendaré bastante, Hermanas mías, pues ése es el fin de vuestra Compañía» (2)

 

Después de haber estado en los campos de batalla en vida de San Vicente, las Hijas de la Caridad estaban dispuestas, dos siglos después, a ir a ellos.

 

Foto 4 Soldados heridos en la Batalla de Cernaia. Grabado 1855

 

Las aprobaciones oficiales de la Compañía de las Hijas de la Caridad pusieron el gobierno y dirección de la misma Cofradía en manos de Vicente de Paúl, de por vida, y, a su muerte, en las de sus sucesores los Generales de la Congregación de la Misión. El Superior General de esta Congregación de la Misión, en la época que estamos considerando, era el Padre Etienne, al que oirán ustedes nombrar varias veces. La Superiora General era Sor Montcellet.

 

1.- Las Hijas de la Caridad en Argelia después del desembarco de los franceses en aquel país, en 1830.

 

En 1836, después del desastre del primer asedio de Constantina, a petición del Coronel Lamoriciére, seis Hermanas fueron al Hospital de Bon para hacerse cargo del cuidado de los soldados heridos y enfermos. Allí permanecieron poco tiempo.

 

Oficialmente, y a petición del Arzobispo de Argel, no llegaron al país hasta 1842. Posteriormente, se encargaron, entre otros, de cuatro Hospitales militares, pero durante el período considerado, sólo lo hicieron del de Argel, abierto en 1854.

 

Foto 5 Florence Nightingale recibiendo a los Heridos en el Hospital de Scutari

 

2.- Las Hijas de la Caridad en Crimea durante la guerra

 

Las hostilidades ruso-turcas empezaron el 23 de octubre de 1853, pero las flotas inglesa y francesa se hallaban en los Dardanelos desde el 27 de junio. El 23 de marzo de 1854, Inglaterra y Francia declararon la guerra a Rusia. El Reino de Piamonte y Cerdeña se unió a la contienda el 26 de enero de 1855.

 

Las Hijas de la Caridad estaban en Turquía desde 1839. En 1854, eran unas 150 las que residían en Constantinopla y sus alrededores. Para poder dedicar mayor número de Hermanas al cuidado de los soldados heridos, se cerraron las escuelas. En un primer momento, fueron las Hermanas a los Hospitales de El Pireo, Gallípoli, Varna. En un relato de los hechos, el Padre Doumerq, Sacerdote de la Misión, dice:

 

«…En cuanto a la estancia de las Hermanas en dichos hospitales, no recordaré sino una cosa: el efecto moral producido por su presencia. Fue inmenso. Los enfermeros, diezmados ya por la plaga del cólera, no se atrevían a acercarse a los enfermos, pero en cuanto vieron a las Hermanas desembarcar y dirigirse al hospital con el rostro sereno y alegre, todo el mundo se sintió fortalecido. Ese mismo hecho se ha ido produciendo por todas partes…» (2).

 

En aquellos tres hospitales no habían de permanecer mucho tiempo: sólo unos meses; en efecto, las tropas que acampaban en las ciudades vecinas, se hallaban de momento ante Sebastopol y los enfermos habían sido evacuados a Constantinopla (2).

 

Tan pronto como les avisaban de la llegada de un barco, Sor Lesueur (que había fundado la misión de Constantinopla) enviaba a dos Hermanas a bordo con provisiones y cuanto fuera necesario para proporcionar los primeros auxilios a los enfermos o soldados heridos, ya que el desembarco requería mucho tiempo. Esta medida era tanto más importante cuanto que aquellos hombres hacinados en los barcos, habían tenido ya mucho que sufrir durante la travesía y llegaban en un estado de debilidad grande.

 

Foto 6 Embarque de los enfermos y heridos en el puerto de Balaklava en la Guerra de Crimea. Litografía de William Simpson

 

Además, las Hermanas católicas visitaban también con frecuencia a los presos, ya fueran franceses detenidos por delitos o faltas contra la disciplina militar, rusos o polacos hechos prisioneros en los combates cerca de Sebastopol. Unos estaban en las cárceles de la ciudad; otros, en viejos barcos anclados en el puerto. Por todas partes se les dispensaba a las Hermanas la misma acogida, porque por todas partes también ellas se presentaban para aliviar las miserias que encontraban. A veces, llegaban a conseguir la libertad condicional de los enfermos para poder transportarlos a los hospitales y cuidarlos allí hasta su completa curación. Los cuidados prestados a los presos enemigos causaron el mejor efecto. «A Dios sea dada toda la gloria», fue la conclusión que sacaba Sor Lesueur en una carta dirigida al Padre Etienne (2).

 

Como quiera que los heridos llegaban en gran número a Constantinopla, a la vez que el cólera hacía su aparición en el ejército, se establecieron en la capital unas doce ambulancias. Venían a representar —oscilando según la intensidad de los combates— de 7 a 8.000 soldados. A los pocos días de su instalación, se declaró un incendio en una de esas ambulancias, y las Hermanas, ayudadas por los enfermeros y personal empleado, se ingeniaron para salvar a todos los heridos. En tal ocasión, el General Canrobert escribió a la Superiora General una carta de agradecimiento.

 

Foto 7 Hijas de la Caridad atendiendo a los pobres

 

En julio de 1855, la Administración pedía que las Hermanas volvieran a hacerse cargo del Hospital de Varna porque el General en Jefe, había dado órdenes de dirigir hacia aquella ciudad varios convoyes de heridos. Diez Hermanas de la Caridad marcharon hacia allá en dos tandas. Pero la situación se hizo crítica por la enfermedad y aun el fallecimiento de varias Hermanas, y el Ministerio de la Guerra pidió al Padre Etienne un refuerzo de quince Hermanas más. Aquella petición llegó a los Superiores en el momento en que se estaba celebrando una tanda de Ejercicios Espirituales en la Casa Madre de la calle del Bac, en París; y no sólo quince, sino un número mayor de Hermanas se agolparon a la puerta del despacho de la Madre General para pedir con insistencia la dicha de ir a ayudar a las Hermanas de Oriente. Varios grupos numerosos de Hermanas partieron, a tal efecto (2).

 

Después de la firma del Tratado de París, el 30 de marzo de 1856, todas las autoridades escribieron para expresar su gratitud. Durante aquella guerra, fallecieron 33 Hermanas de la Caridad: 10 piamontesas y 23 francesas. El General Espinasse fue a visitar a Sor Lesueur para poner en su conocimiento que se le había concedido una condecoración. Ella dio las gracias, pero puntualizó que, más que una cruz de guerra, prefería que le ayudasen a abrir un hospital para los pobres de los que nadie se ocupa, que no tienen ni cancillerías ni consulados para atenderlos (2).

 

3.- Las relaciones de Miss Nightingale con la compañía de las Hijas de la Caridad

 

Cuando el gobierno inglés, estimulado por la opinión pública, decidió dedicar al servicio de las ambulancias de su ejército de Oriente, un Cuerpo de Enfermeras, puso los ojos, para dirigir a dichas enfermeras, a Florence Nightingale. Aquella señora que hacía tiempo se hallaba en Londres al frente de las obras benéficas anglicanas, aceptó llena de abnegación la difícil tarea que se le ofrecía. Reunió a unas treinta y ocho señoras y señoritas y se embarcó con ellas rumbo a Oriente, en el mes de octubre de 1854.

 

Foto 8 Florence Nightingale en el Hospital Scutari, 1855

 

Al dirigirse a Marsella donde debían embarcar, pasó por París y Florence Nightingale quiso aprovechar esta ocasión para conocer más de cerca la Obra que realizaban en los Hospitales las Hijas de la Caridad; estudiar sus reglamentos e iniciarse en su forma de vida. Provista de una carta de la Reina Victoria y recomendada por el Embajador de Inglaterra en Francia, fue a ver al Padre Etienne y le pidió su autorización para que ella y sus compañeras enfermeras pasasen unos días en algún establecimiento dirigido por las Hijas de la Caridad.

 

El Padre Etienne no juzgó oportuna esta solución, pero llevó a Florence Nightingale a la Casa Madre. Y allí le dio a leer las Reglas de las Hijas de la Caridad, pudo visitar los diferentes oficios, examinarlo todo a su gusto. Los días siguientes pudo visitar el Orfanato de la calle Oudinot, el Hospital Necker y la Casa de la calle de Reuilly. Por todas partes se pusieron gustosamente a su disposición para darle cuantos informes pudo necesitar. Una vez terminadas sus visitas, fue a dar las gracias al Padre Etienne y tuvo con él una larga conversación (2).

 

Con su comunidad de enfermeras, Florence tomó la dirección con la ambulancia a Escutari, con la que permaneció hasta que tuvo que volverse enferma a Londres. Con Sor Lesueur mantuvo relaciones muy cordiales: tenía tanta confianza en ella y la estimaba tanto, que cuando se marchó le entregó las abundantes provisiones de que disponía, sabiendo que no podía dejar en mejores manos lo que deseaba aplicar para el alivio de los pobres y necesitados (2).

 

Foto 9 Hijas de la Caridad atendiendo al soldado herido en la Batalla de Cernaia del pintor soldado Gerolamo Induno

 

Agradecimiento:

Francisco Glicerio Conde Mora

 

Bibliografía

1.- La guerra de Crimea de las Hijas de la Caridad. 03 septiembre 2022

https://www.osservatoreromano.va/es/news/2022-09/dcm-008/la-guerra-de-crimea-br-de-las-hijas-de-la-caridad.html

 

2.- Las Hijas de la Caridad en los campos de batalla (1836 - 1863). Renèe Lelandais. Año publicación 1989. Fuente: Ecos de la Compañía, 1989

https://vincentians.com/es/las-hijas-de-la-caridad-en-los-campos-de-batalla-1836-1863/

 

3.- La amiga del soldado herido. FLORENCE NIGHTINGALE. Jesús Rubio Pilarte y Manuel Solórzano Sánchez. Publicado el lunes día 06 de diciembre de 2010

http://enfeps.blogspot.com/2010/12/la-amiga-del-soldado-herido.html

 

4.- Florence Nightingale. Manuel Solórzano Sánchez. Publicado el viernes día 3 de agosto de 2012

http://enfeps.blogspot.com.es/2012/08/florence-nightingale.html

 

5.- Florence Nightingale. Mujer Inmortal. Raúl Expósito González, Jesús Rubio Pilarte y Manuel Solórzano Sánchez. Publicado el lunes 19 de mayo de 2014

http://enfeps.blogspot.com.es/2014/05/florence-nightingale-mujer-inmortal.html

 

6.- Alexis Soyer: El colaborador de Florence Nightingale en Crimea. Jesús Rubio Pilarte y Manuel Solórzano Sánchez. Publicado el viernes día 23 de enero de 2015

http://enfeps.blogspot.com.es/2015/01/alexis-soyer-el-colaborador-de-florence.html

 

Foto 10 Hijas de la Caridad atendiendo al soldado herido en la Batalla de Cernaia del pintor soldado Gerolamo Induno

 

7.- Florence Nightingale. Bicentenario 1820 – 2020. Florence Nigthingale en la prensa española. La Esperanza periódico Monárquico 1855. Polémica en la prensa escrita entre católicos y protestantes. Manuel Solórzano Sánchez. Publicado el jueves día 2 de enero de 2020

https://enfeps.blogspot.com/2020/01/florence-nigthingale-bicentenario-1820.html

 

8.- Florence Nightingale en la revista española HOLA”. Manuel Solórzano Sánchez. Publicado el lunes día 27 de enero de 2020

https://enfeps.blogspot.com/2020/01/florence-nightingale-en-la-revista.html

 

9.- La amiga del Soldado Herido en Crimea. Florence Nightingale. Manuel Solórzano Sánchez. Publicado el miércoles día 12 de febrero de 2020

https://enfeps.blogspot.com/2020/02/la-amiga-del-soldado-herido-en-crimea.html

 

10.- La Dama de la Linterna. 1984. Florence Nightingale por Néstor Luján. Manuel Solórzano Sánchez. Publicado el viernes día 16 de septiembre de 2022

https://enfeps.blogspot.com/2022/09/1984-la-dama-de-la-linterna-florence.html

 

Enciclopedia Wikipedia

Manuel Solórzano Sánchez. Grado en Enfermería

Manuel Solórzano Sánchez - Wikipedia, la enciclopedia libre

https://es.wikipedia.org/wiki/Manuel_Sol%C3%B3rzano_S%C3%A1nchez

Día 20 de octubre de 2022, jueves

 

Manuel Solórzano Sánchez. Entziklopedia en Euskera

https://eu.wikipedia.org/wiki/Manuel_Sol%C3%B3rzano_S%C3%A1nchez#Ibilbidea

Día 27 de octubre de 2022, jueves

 

Foto 11 Carta del campamento del pintor soldado Gerolamo Induno

 

Manuel Solórzano Sánchez

Graduado en Enfermería. Enfermero Jubilado

Insignia de Oro de la Sociedad Española de Enfermería Oftalmológica 2010. SEEOF

Premio a la Difusión y Comunicación Enfermera del Colegio de Enfermería de Gipuzkoa 2010

Miembro de Enfermería Avanza

Miembro de Eusko Ikaskuntza / Sociedad de Estudios Vascos

Miembro de la Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería

Miembro de la Red Cubana de Historia de la Enfermería

Miembro Consultivo de la Asociación Histórico Filosófica del Cuidado y la Enfermería en México AHFICEN, A.C.

Miembro no numerario de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País. (RSBAP)

Académico de número de la Academia de Ciencias de Enfermería de Bizkaia – Bizkaiko Erizaintza Zientzien Akademia. ACEB – BEZA

Insignia de Oro del Colegio Oficial de Enfermería de Gipuzkoa. Años 2019 y 2022

Sello de Correos de Ficción. 21 de julio de 2020

Sello de Correos. 31 de diciembre de 2022

masolorzano@telefonica.net

 

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