Aprovechando
la circunstancia de celebrarse en Madrid el 28 de mayo el Congreso Médico
Internacional, se inaugurará el Hospital Modelo construido bajo la dirección
del ilustre doctor en Medicina don Eduardo
Castillo de Piñeyro, y con las rentas del legado que para tan plausible
fin, dejó la filantrópica dama, señora doña Adela Balboa.
Ocupa
el Hospital una superficie de 1.200 metros cuadrados, y está situado en la
parte más elevada de Madrid, en los Cuatro caminos (1).
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1 Fachada principal del Hospital. Revista Nuevo Mundo del 1 de abril de 1903,
página 16
Su
aislamiento es completo; su emplazamiento inmejorable; alcantarillado perfecto,
agua abundante, y se halla construido con arreglo a los últimos adelantos que
la ciencia médica exige para esta clase de establecimientos.
El
sistema adoptado es el tan generalizado ya de pabellones aislados, pero con la
novedad de las comunicaciones subterráneas que une unos a otros todos los
edificios, subterráneos de perfecta higiene, sin humedad, con plétora de luz,
por donde se han de hacer los servicios, tendiéndose sobre el pavimento, que es
de asfalto, carriles metálicos, por donde irán carretillas, estufas con los
alimentos para llevarlos en montaplatos a propósito de las distintas salas de
enfermos (1).
Consta
el Hospital de una casa de administración y de los pabellones aislados,
completándose la obra con otros edificios destinados a sala de autopsias,
depósito de cadáveres, laboratorio histológico y cocheras para el servicio de
ambulancias.
Tiene,
además, un horno de cremación para consumir en él desperdicios, algodones y
gasas de curas, etcétera (1).
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2 Director del hospital Eduardo Castillo de Piñeyro. Altar mayor de la capilla.
Un pabellón. Revista Nuevo Mundo del 1 de abril de 1903, página 16
Circunda
al terreno elegante verja, y amplios jardines hermosean aquella estancia,
aromatizando el ambiente eucaliptus, pinos y toda clase de árboles y plantas
higiénicas.
Cada
enfermo tiene junto a su cama un inodoro de novísimo sistema con vaso y cacerola
automáticos de carga y descarga. Las paredes están pintadas de esmalte color
blanco azulado, el suelo es de piedra Garchiy, es decir, cemento de cristal
piedra inalterable, inatacables hasta por los ácidos más enérgicos, reuniendo
así todas las condiciones de limpieza e integridad.
Hay
otro edificio destinado a ginecología, a las mujeres enfermas de la matriz,
donde están las salas de operaciones (1).
Este
es un pabellón verdaderamente ideal; sus habitaciones son aisladas, es decir,
cada enfermo tendrá su habitación, también con paredes huecas para los efectos
de la temperatura, dirección y alejamiento o desaparición de gritos lastimosos
y de conversaciones ociosas.
Hay
en este pabellón dos salas de operaciones; una para operaciones sépticas y otra
para las asépticas, con habitaciones contiguas para desinfección de médicos y
de instrumentos y arsenal de los mismos.
La
verdadera sala de operaciones es objeto de todos los plácemes.
Es
una rotonda con luz cenital, con ventana al Norte, tiene un pasillo – galería
para que se pueda, sin entrar en la sala, presenciar las operaciones; paredes
al esmalte blanco azulado, suelo de cristal, servicio de caloríferos y
ventiladores, todo perfeccionado para que respondan a todas las necesidades que
puedan surgir durante una operación.
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3 Doña Mercedes Rayo, Profesora en
partos que asistió a la Princesa de Asturias en el nacimiento ayudada por el
doctor Ledesma, médico de cámara de
S. A. la Princesa de Asturias. Revista Nuevo Mundo del 11 de marzo de 1903, página
10
Tiene
dos locales contiguos para ser transportados los recién operados, e
incomunicados por completo, teniendo a su lado otro cuartito para la Hermana
Enfermera, afín de vigilar, cuidar y atender al enfermo (1).
La
inauguración se verificará el 28 del mes actual. M. Soriano
CONGRESO INTERNACIONAL MÉDICO
Médico de cámara y
Profesora en partos
Al
nuevo infante de España Fernando, María, Antonio, Alfonso, Carlos, Victoriano y
Federico le trajo al mundo Doña Mercedes
Rayo, Profesora en partos que asistió a la Princesa de Asturias en el
nacimiento ayudada por el doctor Ledesma,
médico de cámara de S. A. la Princesa de Asturias (2).
CONGRESO INTERNACIONAL
Inaugurado
este importante congreso científico, que es el décimo catorce de su especie, el
23 de abril, continúa sus sesiones hasta el día 30, despertando vivísimo
interés los temas debatidos, en que se dilucidan asuntos capitalísimos de la
ciencia médica y de aquellos ramos del saber que con ella se relacionan (4).
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4 Congreso Médico Hispano Americano, mesa presidencial. Revista Nuevo Mundo del
6 de mayo de 1903, página 14 (3)
Abrió
el congreso el presidente del Consejo de Ministros señor Silvela, quién concedió la palabra al doctor Calleja, presidente del congreso y de la mesa, leyendo el ilustre
decano de la Facultad de Medicina, el discurso de apertura, tratando de las
hermosas conquistas de la ciencia médica, siendo muy aplaudido. También fue por
el suyo, escrito en francés, el secretario de dicho congreso el señor Fernández Caro.
Resumió
los discursos el señor Silvela, dando fin a la solemne ceremonia de
inauguración, que resultó una fiesta brillantísima a la que asistieron los
reyes, bajo cuyo patronato se celebra esta importante asamblea científica (4).
La
inauguración se verificó en el Teatro Real, celebrándose después las sesiones
en el Palacio de Museos y Bibliotecas, distribuido el Congreso por secciones
que ascienden a 16, comprendiendo Anatomía, Fisiología, Patología general,
Terapéutica y Farmacia, Patología interna, Neuropatías, Pediatría,
Dermatología, Cirugía General, Oftalmología, Otorrinolaringología, Odontología,
Obstetricia, Medicina militar y naval, Higiene y Medicina legal.
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5 Congreso Internacional Médico. Revista Nuevo Mundo del 29 de abril de 1903,
páginas 12, 13 y 14
Estas
secciones además se hallan subdivididas en aquellas ramificaciones que guardan
más analogía con el enunciado general a que pertenecen de suerte que no hay
conocimiento ni aplicación de la ciencia médica que no tenga representación en
este Congreso.
El
número de congresistas asciende a varios miles, contándose entre tan
distinguido concurso casi todas las eminencias científicas del mundo de la Medicina
y Cirugía.
No
ha habido nación civilizada que no envió a este Congreso numerosos
representantes. La que más contingente ofrece es Francia que envía 826,
siguiendo luego Alemania con 776, Italia con 335, Rusia con 299, Austria con
258, Inglaterra con 233, Estados Unidos con 193; no faltando a tan nobilísimo
certamen de la inteligencia, aunque con inferior número que el apuntado de
representantes, la República Argentina, Australia, Bélgica, Bosnia, Brasil,
Bulgaria, Colombia, Cuba, Dinamarca, Egipto, Grecia, Haití, Japón, Luxemburgo,
Méjico, Noruega, Países Bajos, Perú, Santo Domingo, Portugal, Rumanía, Servia,
Suecia, Turquía, Suiza, Uruguay y Venezuela (4).
Los
temas, memorias y comunicaciones presentados en este Congreso llegan a dos mil,
cifra que indica por si sola cuanta importancia reviste este torneo del
espíritu, en que intervienen sabios como Brouradel, Maragliano, Cornil,
Bergmann, Santini, entre los extranjeros y Aguilar, Hernández y Albarrán entre
los que hablan la lengua española, de cuyas personalidades publicamos en estas
páginas sus retratos.
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6 Aspecto de la Sala del Teatro Real en el XIV Congreso Internacional de
Medicina. Revista Nuevo Mundo del 29 de abril de 1903, páginas 12, 13 y 14
Los
congresistas han sido muy festejados por todos, tanto por los reyes como por
las sociedades y academias. La recepción dispensada por la familia Real a los
congresistas en los salones del Palacio de Oriente, resultó lucidísima.
Recibidos en el regio alcázar por la comisión, compuesta de los doctores
Ulecia, Benavente, Recasens, Tolosa Latour y Decref, fueron ocupando los
congresistas el salón que les estaba destinado de antemano, agrupándose por
nacionalidades (4).
Muchos
de los más ilustres congresistas extranjeros han dado conferencias en la
facultad de Medicina y en otros Centros docentes, habiendo sido escuchados con
religiosa admiración, revelando cuán justa es la fama de que vienen precedidos.
Días
pasados visitaron los congresistas el Hospital Militar de Carabanchel, haciendo
grandes elogios de este establecimiento benéfico. No cabe duda que este
Congreso significa grandes progresos para la Medicina en general (4).
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7 Fiesta del Congreso Médico Internacional en el Teatro Moderno. Revista Nuevo
Mundo del 6 de mayo de 1903, página 14 (3)
LA GALERA DE ALCALÁ DE HENARES MADRID 1903
Idea
es muy general, injustamente extendida, aquella que nos presenta la Penitenciaria que para mujeres existe
en el cercano pueblo de Alcalá de Henares, cual inmundo caserón en todo
semejante al que para vergüenza de los madrileños se alza en la calle de
Quiñones, con destino a las reclusas (5).
Nada
más lejos de la verdad. La “Galera”
es una prisión modelo, admiración de propios y extraños, el prototipo de lo que
debe ser un local destinado a albergar por espacio de muchos años a las
desgraciadas mujeres que si delinquieron es cierto, tampoco lo es menos que al
expiar su delito se ven privadas del don hermoso de la libertad.
Tan
solo es esto lo que manda la ley. No es otra cosa lo que exige la sociedad ultrajada.
El miembro gangrenado debe separarse del tronco, más no es preciso arrojar la
parte que se amputa al fango de un estercolero.
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8 La Galera de Alcalá de Henares de Madrid, puerta de entrada, director general
de penales y director de la Galera. Revista Nuevo Mundo del 8 de julio de 1903,
páginas 19 y 20
Se
llega a la “Galera” y al contemplar su fachada, cuesta trabajo el acostumbrarse
al negro pensamiento de que tras aquellas blancas paredes, tras de las verjas
floridas, tras del entoldado y risueño vestíbulo, con lindas macetas adornado,
se oculta el crimen y el oprobio, la traición y la infamia (5).
A
la puerta del caserón, un interesante grupo de Hermanas de la Caridad recibió
el sábado 27 de junio la visita de inspección que a las penitenciarías
establecidas en el pueblo giraba el joven y celoso director de Penales.
Acompañábamos
al conde de San Simón unos cuantos periodistas. Como iris de paz y fuente de
consuelo a los humanos dolores, las blancas tocas monjiles prestaban al cuadro
una dulce poesía.
Penetramos
en el establecimiento. Nada de guardias severas, nada de enmohecidos portones
ni chirriar de cadenas. Los rastrillos que dan acceso al penal son unas bonitas
puertas que sin dejar de ser sólidas tienen la nota simpática de alejar del
alma las tétricas imaginaciones que sugieren al visitante de otras
penitenciarías, los formidables cerrojos y los sucios murallones.
Mucho
sentimos el no disponer de espacio suficiente en los estrechos límites de una
información periodística, para seguir paso a paso contando al que leyere las
agradables impresiones que recibimos en nuestra visita a la “Galera” (5).
Cuidados
patios llenos de luz y de vida, espaciosos y ventilados dormitorios con el
suelo de ladrillo encerado, con blancos lechos y en las ventanas colgaduras de
almidonada muselina, jardines perfumados, amplio salón de taller, comedores
hermosos, limpísimas cocinas…, aquello no parece una prisión; semeja más bien a
un hotel en el campo, las galerías de un establecimiento balneario. La capilla
es preciosa, la enfermería modelo, como no hemos visto otra, ninguna.
Concede
el reglamento que las presas que tengan hijos menores de siete años y huérfanos
de padre, puedan tener a su lado a los inocentes pequeñuelos. Y nada más tierno
y conmovedor que ver a aquellos niños sin ventura, en el departamento destinado
al efecto. Tienen sus cunitas blancas como la nieve, sus juguetes, su escuela.
En
las horas en que no están con ellos sus desgraciadas madres, las buenas
Hermanas los entretienen, los cuidan, tratando a los hijos de las reclusas con
todo el delicado mimo con que se agasaja en el mundo a los nenes que son ricos,
a los nenes que en la vida, cuando sean hombres, podrán llevar la cabeza muy
alta, porque sus madres no robaron ni asesinaron tampoco…
Parte
el alma de dolor la contemplación de tal espectáculo. Presenciamos escenas
tiernísimas. El conde de San Simón, que giraba su visita enterándose de todo
minuciosamente, complacido en extremo al observar por todas partes delicadeza y
aseo, detúvose a hablar con los hijos de las presas. Y acariciando a uno de
ellos puso en sus manos una monead de un duro (5).
¡Una
peseta gorda! exclamó el chiquillo loco de contento, en voz tan alta y agrada y
tan espontáneamente que nos hizo reír a todos.
Poco
duró esta alegre impresión. En la enfermería hubimos de contemplar un cuadro,
que a muchos de los presentes se nos aguaron los ojos. Una mujer joven y guapa
miraba amorosamente a un niño enfermito. Triste y callada como la muerte,
parecía la sombra del dolor. El niño agonizaba. La que le llevó en su seno,
aquella mujer que se veía junto al lecho, era una condenada a la pena de
catorce años por el delito de homicidio. Y apenas llevaba uno de expiación (5).
Mucho
llamó mi atención una achacosa anciana que andaba trabajosamente, de extraña
manera vestida, con cintas y colgajos, medallas y colorines. Me acerqué a
hablarla. Me dijo que se llamaba Ana
Cortés y que tenía cuatro duros
de años (ochenta). Sufre cadena perpetua por el delito de parricidio, y lleva
en la “Galera” veinte y dos años.
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9 La Galera. Taller de juguetes y ferrería en el penal de hombres. Enfermería
de La Galera. Reclusas en el lavadero. Revista Nuevo Mundo del 8 de julio de
1903, páginas 19 y 20
Cuentáse
que esta octogenaria, cuyas facultades mentales están desequilibradas, mató a
un hijo suyo por equivocación. Quiso herir, para robarle después, a un huésped
que tenía en su casa. Le sorprendió en el sueño y asesinóle traidoramente. Un
error le hizo dirigirse a la cama que ocupaba su hijo en vez de ir a aquella en
que dormí el huésped. Cuando se dio cuenta de la equivocación, ya era tarde.
Había matado a la carne de su carne, al ser de su ser (5).
Con
otras muchas reclusas hube de conversar. El relato de sus crímenes sin duda
podrían ser espeluznantes asuntos para tragedias y dramas.
Las
mujeres condenadas por el crimen de Conesa; Isabel Lucas, la protagonista del
horroroso asesinato cometido hace pocos años en la calle Mayor, y muchas otras
asesinas que un tiempo fueron la nota del día, hoy purgan en la “Galera” sus
monstruosos delitos.
También
visitamos el penal de hombres, que sin llegar a ser la prisión modelo, ni mucho
menos, de que hemos hablado, no tiene en general, deficiencias de bulto.
Trescientos noventa y dos hombres, encierra el Presidio de Alcalá y doscientas
doce mujeres en la penitenciaría la “Galera” (5).
No
es de justicia que terminemos estas líneas de información sin felicitar
calurosamente al director de Penales señor Conde de San Simón; al director del
Presidio que también es el de la “Galera” señor don Pedro Bruyell, el
administrador señor Cano y los sacerdotes señores Guijarro y Díaz Marta. Todos
ellos contribuyen al excelente estado en que se encuentran las prisiones
descritas; más la gloria principal pertenece de derecho a las diez y ocho
Hermanas de la Caridad que con su santo celo desempeñan el sagrado ministerio
de enseñar a las delincuentes el camino que conduce al arrepentimiento y a la
redención. Fotos Goñi. Reportero Enrique Sa del Rey (5).
Bibliografía
1.-
Revista Nuevo Mundo del 1 de abril de 1903, página 16
2.-
Revista Nuevo Mundo del 11 de marzo de 1903, página 10
3.-
Revista Nuevo Mundo del 6 de mayo de 1903, página 14
4.-
Revista Nuevo Mundo del 29 de abril de 1903, páginas 12, 13 y 14
5.-
Revista Nuevo Mundo del 8 de julio de 1903, páginas 19 y 20
AUTOR:
Manuel Solórzano Sánchez
Graduado en
Enfermería. Servicio de Traumatología. Hospital Universitario Donostia de San
Sebastián. OSI- Donostialdea. Osakidetza- Servicio Vasco de Salud
Insignia de Oro de
la Sociedad Española de Enfermería Oftalmológica 2010. SEEOF
Miembro de
Enfermería Avanza
Miembro de Eusko
Ikaskuntza / Sociedad de Estudios Vascos
Miembro de la
Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería
Miembro de la
Red Cubana de Historia de la Enfermería
Miembro
Consultivo de la Asociación Histórico Filosófica del Cuidado y la Enfermería en
México AHFICEN, A.C.
Miembro no
numerario de la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País. (RSBAP)
1 comentario:
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