Fernando Pérez Camacho, Capitán
enfermero del Cuerpo de Militar de Sanidad (Escala de Oficiales. Hoy en día
esta en situación de Retirado), procedente del Ejército del Aire desde 1984. Ingreso
por oposición en el Cuerpo de Sanidad del Ejército del Aire en abril de 1984.
Correo: nandopc@telefonica.net
FOTO 001 Fernando Pérez Camacho.
Logo de la UMAAD. AEROEVAC Skopje, Macedonia
DESTINOS:
Polígono
de Tiro Aéreo de Caudé en Teruel.
Base Aérea
de Getafe en Madrid.
Hospital
del Aire en Madrid.
Hospital
Central de la Defensa en Madrid.
UMAAD
Madrid en la Base Aérea de Torrejón (Madrid) como Capitán 2º Jefe de la Unidad.
Pase a la
situación de Capitán Enfermero Retirado en diciembre de 2010.
OTRAS
ACTIVIDADES:
Pasamos
a ser Cuerpos Comunes, 1995.
Miembro
y fundador de Aeroevacuaciones Médicas.
Destinado
en la Base Aérea de Aviano (Italia) en 1995.
Destinado
en la Base Aérea de Bagram (Afganistán) en 2002.
OTROS
MÉRITOS:
Medalla al
Mérito Aeronáutico con distintivo blanco.
Mención
Honorífica.
Varios
escritos de felicitaciones por Aeroevacuaciones Médicas.
FOTO
002 Recepción que tuvimos con S.M. el Rey para felicitarnos por
Aeroevacuaciones Médicas
Desde
la participación de España en todo tipo de misiones internacionales a nivel de
asistencia médica, como cuerpo de Sanidad, son numerosos los profesionales
militares de enfermería dispuestos a abandonar su puesto habitual de trabajo
(generalmente hospitales militares) siempre que se les necesite y desplazarse a
miles de kilómetros para ejercer su profesión, en la gran mayoría de las
ocasiones, en unas condiciones límite.
Fernando
Pérez Camacho, Capitán enfermero del Cuerpo de Militar de Sanidad (Escala de
Oficiales. Hoy en día esta retirado), procedente del Ejército del Aire desde
1984, es uno de esos profesionales; y Afganistán uno de sus últimos destinos.
Un país algo más grande que Francia, con más de veinte millones de habitantes,
donde la comida, el agua y los servicios de salud escasean o son inexistentes.
Unidad Médica de Apoyo al Despliegue (UMAD
y/o UMAAD)
UMAD. Unidad Médica de
Apoyo al Despliegue, hoy llamada UMAAD: Unidad Médica Aérea de Apoyo al
Despliegue. Y hay dos en España: UMAAD Madrid y UMAAD Zaragoza.
La
UMAAD siempre está preparada para un despliegue inmediato allí donde se la
necesite y que cuenta con los últimos avances tecnológicos tanto en Logística
como en Medios Médicos y Enfermeros.
FOTO
003 Imposición de la Medalla al Mérito Aeronáutico. La Medalla. Y Bagram
Enfermeros españoles en Afganistán
Tras
los atentados del 11 de septiembre contra el World Trader Center de Nueva York
(Estados Unidos), y la consecuente constitución de la fuerza de coalición de
lucha contra el terrorismo bajo el epígrafe de “Libertad Duradera”, Afganistán
se convirtió en uno de los primeros países a los que los Estados miembros de
esta coalición, entre ellos España, enviaron tropas en misión pacificadora
(destacamentos de sanidad, seguridad y logística).
A
nivel sanitario, España envió la Unidad Médica de Apoyo al Despliegue (UMAD),
compuesta por profesionales sanitarios voluntarios (mujeres y hombres) del
Hospital del Aire, principalmente, y del Hospital Central de la Defensa:
cirujanos, traumatólogos, anestesistas, intensivistas, ginecólogos, pediatras,
profesionales de enfermería y Tropa Profesional de Sanidad.
Entre
esos profesionales de enfermería se encontraba Fernando Pérez Camacho, quien
estuvo en Afganistán durante los meses de mayo y junio de 2002. Cuentan además
para su logística y seguridad con otro grupo de hombres y mujeres que se
encargan de ello. Es el EADA (Escuadrón de Apoyo al Despliegue Aéreo). Dada la
duración de la misión y la dureza de la situación a la que los profesionales
sanitarios debían hacer frente día a día, se llevaron a cabo varias rotaciones,
con una duración media cada una de ellas entre 45 y 60 días, de equipos médicos
y de enfermería.
FOTO
004 Mujer Afghana con la típica Burka que asiste a nuestra consulta en Bagram
A
nivel de enfermería, había seis enfermeros por cada rotación. Unos
profesionales que no sólo cubrían las necesidades de la UMAD sino que también
estaban al servicio del Grupo de Aeroevacuaciones Médicas (UMAER) instalado en
la zona por el Ejército del Aire español. Lo que significa que estaban
preparados tanto para, en un momento dado, hacer un traslado como para atender
las demandas de asistencia a las fuerzas de coalición como de asistencia en
ayuda humanitaria a todo el pueblo afgano.
Un
pueblo que ha sufrido de tanta inestabilidad y conflictos durante su historia
moderna, así como de terremotos y sequías, que su economía e infraestructura
están en ruinas y muchos afganos viven como refugiados. Según la UNICEF, uno de
cada dos niños sufre de malnutrición. Redd Barna, una institución no
gubernamental cuya traducción al español es “Salven a los niños”, asegura que
el 25% de la población infantil afgana no llegará a la edad adolescente. Son
precisamente los niños los que dejan mayor huella en los profesionales de la
UMAD. Quizá porque son conscientes de que lo que allí hacen, en un elevado
porcentaje, “es pan para hoy y hambre para mañana”, según relata Pérez Camacho.
Los miembros de esta Unidad llegan allí a solucionar un problema puntual.
En
este sentido, Fernando, este enfermero reconoce que “es inmensa la sensación de impotencia que te invade cuando ves como
críos que han llegado deshidratados, a los que les has puesto suero o les has
curado y tratado varias infecciones y han pegado un cambio espectacular vuelven
al mismo sitio de donde llegaron, con las mismas deplorables condiciones de
vida...”
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005 Realizando curetaje a una mujer con ojo izquierdo en Ptisis Bulbi por
posible infección intraocular (¿?) y abundantes secreciones
UMAD
Los
profesionales de la UMAD, establecida en una base aérea instalada en la Base
Aérea de BAGRAM a unos 40
kilómetros al noroeste de Kabul, la capital de
Afganistán, comparte el asentamiento además de con el resto de tropas
españolas, con soldados americanos, italianos, franceses, ingleses, noruegos y
polacos.
La
jornada de los enfermeros destacados en la UMAD comienza a las siete de la
mañana con el toque de diana (no hay que olvidar que se trata de un
destacamento militar aunque su cometido sea la asistencia sanitaria). Tras el
aseo propio y normal y un pequeño desayuno, toman el relevo al profesional que
se ha quedado de guardia y, mientras un grupo se encarga de las consultas y la
cirugía programadas, otro grupo de profesionales sale a realizar las consultas
externas. Y es que, los miembros de la UMAD, entre ellos los seis profesionales
de enfermería de cada rotación, no actúan únicamente en el hospital de campaña
sino que también prestan asistencia sanitaria en dos aldeas próximas: Jan-Kadam
y Moradkhwaya (familiarmente llamadas por los profesionales españoles Móstoles
y Moratalaz).
FOTO
006 Hospital de Moradkaya
Una
asistencia que es tanto clínica como quirúrgica. Según explica Fernando Pérez,
durante sus visitas a las aldeas se trasladan al hospital de campaña todos
aquellos casos que requieran de cirugía, para ser operados. Y que, “unos días
será para los hombres y otro para las mujeres y los niños”, las mujeres vistas
por una oficial médico, por supuesto.
Afganistán
es uno de los países más misóginos del mundo. Y Pérez Camacho afirma que
reconocerlo sin presenciarlo no despierta la misma sensación. Y es que, quizá,
una de las cosas que más le impactó es ver cómo, a pesar de que los talibanes
ya no dominan el país, siguen vigentes sus leyes que dan origen a panoramas tan
dantescos como que uno se encuentre por un camino a una mujer con su burka
trabajando en el campo y a su marido en el borde de la carretera sentado
mirando, o en el caso de los nómadas que, como todo el territorio afgano está
minado, sea la mujer la que dirija la marcha, seguida del burro y finalmente
del hombre.
Además
de pasar consulta diaria a toda la población afgana que lo requiere, así como a
los miembros de las fuerzas de coalición, la UMAD tiene un servicio de
urgencias de 24 horas.
FOTO
007 Hospital de Moradkaya. Casa donde pasaban consulta en Jan-Kadam
Enfermería
Los
profesionales de enfermería que forman parte de estas unidades se olvidan de si
en España están trabajando en un servicio de oftalmología (como es el caso de Fernando
Pérez Camacho), de anestesia, de digestivo, cardiología o de rehabilitación, a
casi 7.000 kilómetros
de sus hogares hacen “un poco de todo”. Como explica este enfermero, “tan
pronto atiendes una infección en una pierna como un dolor de tripas o una
conjuntivitis.
“Es
verdad que a nivel de enfermería aún no han llegado las especialidades pero, yo
espero que lo hagan pronto porque sería ideal poder contar con profesionales de
especialidades muy diferenciadas y a la vez complementadas”. En este sentido,
Fernando Pérez, con experiencia en este tipo de misiones, cree que el papel de
la enfermería en éstas tenderá a una especialización cada vez mayor.
Una
especialización que, sin embargo, no acabará con la situación que vive el
pueblo afgano porque el principal problema es que no hay recursos. “No hay
nada. Una persona puede necesitar un simple antibiótico para su curación pero
como no hay suficientes antibióticos para mantener o intentar realizar una
determinada cura, si en dos días esa persona no mejora, se la envía a casa y se
la desahucia”, cuenta Pérez Camacho de cómo funciona la sanidad afgana.
En
este sentido, este enfermero explica que los afganos les consideran un poco
como sus dioses, sus salvadores. Algo que, en ocasiones, les lleva incluso a
pedir cosas imposibles, “imposibles de realizar incluso en España” u otros
países desarrollados, aclara este enfermero. Aunque, también afirma que no es
menos cierto que, en la gran mayoría de las ocasiones, si se hubiera dispuesto
de infraestructura o se hubiera podido trasladar al enfermo a España el
desenlace final hubiera sido bien distinto.
FOTO
008 Hospital de Charikar. Venta libre de medicamentos en el “mercadillo. Niñas
afghanas
En
ocasiones este traslado sí es posible, como es el caso del niño BASHIR y cuya
recuperación pudieron seguir sus padres y los miembros de la UMAD desde
Moradhhwaya, a través de videoconferencia. Pero otras veces, las más numerosas,
el esfuerzo no puede ir más allá de llevar al hospital de Charikar (otra aldea)
los medicamentos que desde España se han enviado en exceso a la UMAD y pueden
ayudar a cubrir las necesidades de este precario centro hospitalario, o derivar
al hospital de Kabul bolsas de sangre próximas a caducar.
Este
profesional cree que “todo tendría solución” pero también reconoce que son
temas que a él se le escapan de las manos. En este sentido, afirma que se
necesitarían dos generaciones para que la actual situación de Afganistán
cambiase realmente, habría que poner muchos medios, estar muy pendiente de todo
lo que se hiciese y culturizar a todo el pueblo (allí están viviendo en el año
1382 y perfectamente se puede pensar que es la Edad Media).
También
hay que empezar por enseñarles medidas preventivas, por enseñarles cosas muy
básicas como el tratamiento de las aguas. Es a partir de estas cosas tan
básicas desde donde habría que empezar a construir otro tipo de sociedad. Desde
hace años, las armas rigen el destino de este pueblo. “Si se pudieran dedicar los recursos existentes a otro tipo de acciones
que no fuese paliar los problemas que esta situación ocasionan... Si se
pudieran enviar médicos, enfermeros, ingenieros, maestros...”
FOTO
009 Consulta de Jan-kadam dando instrucciones de posología del medicamento
De película
Aunque
la situación en el país durante la estancia de Pérez Camacho era de paz, éste
recuerda que, al día siguiente de su llegada hubo un atentado en Kabul y, no
hubo día, durante los dos meses que permaneció allí en el que no hubiese algún
altercado. Eso, sin olvidar el constante estruendo originado por las incesantes
explosiones de minas, no siempre en respuesta a explosiones controladas; o la
orquesta de tiros, en las afueras del perímetro de la base aérea, que algunas
noches acompañaba las horas de vigilia. Sin olvidar que están en una Base con
servicio H-24 y los aviones y helicópteros no dejan de aterrizar y despegar
(estando la pista a unos escasos 75 metros de las tiendas de campaña).
Durante
los dos meses que este enfermero estuvo en Afganistán, como muy tarde, a las
19.30 h. anochecía (previamente también con el consiguiente “acto militar de
arriada de la bandera”) y a partir de esa hora se entraba en “black out”. “No
se podía tener ningún tipo de luz. Para moverte –explica- tenías que valerte de
una pequeña linternita y preferiblemente de luz azul para no ser blanco de
ningún comando que pudiera intentar atacar la base”. Eso, y el sin fin de veces
que le advirtieron: “no cojas nada del
suelo que no se te haya caído”, forman parte de los souvenirs que su
inconsciente grabó en su memoria y que, como otros muchos momentos de esta
experiencia, no podrá borrar jamás de su recuerdo. Y es que, cuando se llega a
una misión de estas características, “todos te recuerdan que, aunque
situaciones como la citada anteriormente es lo habitual, no se trata de una
película”.
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010 Entrada a consulta de Jan-Kadam con otras dos Enfermeras Militares
En
este sentido, este enfermero afirma que “es muy importante el aspecto
psicológico que se mantenga. Hay que alcanzar un punto de equilibrio entre no
obsesionarte demasiado con la situación de riesgo que va implícita en este tipo
de misiones, ni bajar la guardia, relajarte y pensar que no pasa nada. No sólo
por los esporádicos tiros, sino también por las minas que pueden estallar en
las zonas más insospechadas”. Todas las precauciones son pocas.
Por
este motivo, entre otros, los profesionales de enfermería que forman parte de
esta Unidad, y generalmente son miembros del Grupo de Aeroevacuaciones Médicas
del Ejército del Aire, cuentan con una formación previa que les ayuda, no sólo
a resistir psicológicamente este tipo de situaciones, sino a resolver de manera
óptima y eficaz su labor asistencial en “unas circunstancias diametralmente
opuestas a las que vivimos aquí, a todos los niveles”.
Unas
circunstancias, además, agravadas no sólo por los cambios bruscos de
temperatura (de los 55 ºC,
en verano, a los 22 ºC
bajo cero de invierno), las tormentas de arena, un clima seco, un abismo
cultural que hace pensar que se ha vuelto a la Edad Media,... sino también por
el hecho de que en este tipo de destacamentos se autoriza portar armas para el
desarrollo de la misión. Hay disparos, explosiones; careces de intimidad; comes
diariamente comida enlatada, en una tienda/restaurante con 65 personas; duermes
en otra tienda con ocho ó diez compañeros más; realizas tu aseo diario en una
ducha conjunta, etc.”. Y un día sí y otro también presencias situaciones
límite.
Una
de las cosas que quizá más le hayan llamado la atención a Pérez Camacho es la
frialdad que se observa en las familias. Este profesional recuerda cómo, quince
días antes de regresar a España atendieron a un niño al que le había estallado
una mina y hubo que amputarle las dos piernas. Días antes, habían atendido a
“otro niño que, tras un accidente en el que se quemó las dos piernas, en el
hospital de Kabul le habían vendado éstas y le habían enviado a casa porque no
tenía solución; cuando le quitamos las vendas vimos que las heridas estaban
altamente infectadas y de ellas salían gusanos de un considerable tamaño. Eso
es muy habitual allí”.
FOTO
011 Kabul. Con dos niñas y junto a otro gran Enfermero y amigo Miguel Ángel de
los Reyes. Al fondo personal que nos daba seguridad del EADA (grandes
profesionales)
Solidaridad
Sin
embargo, este profesional, curtido ya en experiencias de estas características,
insiste que, “independientemente de la mala situación que te acompaña, hay algo
maravilloso”. Esa maravilla de la que habla Pérez Camacho es la solidaridad que
surge entre la gente que está allí. “Surge
una solidaridad grandísima. No sólo para los ratos de relax que son mínimos,
sino para los ratos de trabajo. En un momento dado si yo no sé algo, sé que
puedo contar con mi compañero, que no me va a poner ninguna pega sino que se va
a desvivir por ayudarme. Como magnífica es, también, la relación que surge
entre el médico y el profesional de enfermería”, y de éstos con el resto
del personal del EADA, afirma este enfermero.
“Allí
te das cuenta de muchas cosas que aquí –en España- no valoras. Aquí vamos más a
nuestro aire. Sabemos que estamos un número determinado de horas trabajando
junto a otras personas y más que compañeros a veces parece que solo somos
“coincidentes”.
Cuando
llega la hora, adiós. Yo me voy. Hasta mañana. Ya haces tu vida. Allí no. “Allí
estás 24 horas junto a tus compañeros. Entonces si aquí es buena la relación,
imagínate allí. Allí la relación se multiplica por veinte. Eso es lo mejor de
esta experiencia. Esa solidaridad.
FOTO
012 Con gente del poblado de Moradkwaya
Ese
compañerismo. Esa amistad. Estamos acostumbrados a que aquí tenemos de todo y
nos quejamos. No conocemos la necesidad realmente. Entonces, cuando vives
aquello, cuando ves cómo vive aquella gente, cuando ves los conceptos de la
sanidad y de la vida que tiene el pueblo afgano, cuando ves que la gente tiene
asumido que tiene que tener seis o siete hijos porque lo normal es que se le
mueran la mitad... Te replanteas el verdadero significado y valor de las cosas,
y cuántas de esas cosas te has dejado en el camino”. Algunas, afortunadamente,
recuperables pero otras, lamentablemente, no.
Ese
sentimiento tan profundo, como él mismo lo define, y la satisfacción de quién,
en palabras de Alejandro Dumas, es más feliz que los felices, aquél que puede
hacer feliz a los demás, es lo que le hace afirmar que “todo el mundo debería pasar una vez en su vida por un sitio de estos,
porque si esa solidaridad que tenemos allí entre nosotros la tuviese todo el
género humano a nivel mundial todo sería muy distinto”.
COMENTARIO
El
25% de la población infantil afgana no llegará a la edad adolescente.
Afganistán
es uno de los países más misóginos del mundo.
“Cuando
le quitamos las vendas vimos que las heridas estaban altamente infectadas y de
ellas salían gusanos de un considerable tamaño”.
“Oyes
disparos, explosiones; careces de intimidad; te alimentas de comida enlatada,
etc., pero merece la pena vivirlo, desde nuestra profesión enfermera”.
Fernando Pérez Camacho es, además de
Capitán Enfermero, Presidente Honorífico de la Sociedad Española de Enfermería
Oftalmológica.
Tuve
la suerte y el honor de recibir de mi buen amigo y de sus propias manos la
Primera Insignia de Oro de la Sociedad Española de Enfermería Oftalmológica en
el año 2010.
Todavía
me acuerdo de tus palabras: “Creo que el
premio es más que merecido, y para mí un gran orgullo entregárselo a él, como
compañero y mejor amigo. Así pues el premio lo entrego con todo mi cariño y de
todo corazón a Manuel Solórzano Sánchez”, me emocionaron, viniendo de mi
gran amigo Fernando.
FOTO
013 Fernando Pérez Camacho y Manuel Solórzano Sánchez
Fernando
se acuerda y nos cuenta del magnífico trabajo realizado y la gran labor que
dejaron allí en Afganistán; y siempre a las órdenes no de un superior, sino de
un gran compañero y amigo, su Jefe el Teniente Coronel Agustín Conde Arias-Camisón. Y destacar la espléndida labor de los
médicos y enfermeros/as que allí estaban y en especial al Capitán Enfermero Juan Manuel López González, que fue su
soporte y un fiel amigo, que le dio todo su apoyo y su gran ayuda, en
Afganistán. También tu otro amigo que destacó en su corazón, Miguel Ángel de
los Reyes.
Fernando
también quiere destacar con letras muy grandes “el gran espíritu de servicio y el
gran compañerismo que existe entre ellos y que alcanza su máximo exponente al
salir en cualquier Misión”.
CONCLUSIÓN
Un
proverbio árabe dice “que la generosidad
consiste en dar antes de que se pida”. No creo que ninguna otra frase pueda
resumir mejor a Fernando, como
persona y como profesional. Muy pocas personas son capaces de prestar los
mejores cuidados en las condiciones más difíciles arriesgando la propia vida, y
mi amigo Fernando es una de ellas. Me impacta su implicación personal en la
atención a la población afgana, su relato de las duras condiciones económicas y
sociales en las que tienen que vivir, y en las que las personas más débiles,
los ancianos, los niños y especialmente las mujeres, son las que más sufren. Haber
podido prestar ayuda a esas personas, no hace sino aumentar mi admiración hacia
este gran profesional.
También
su labor en la Sociedad Española de Enfermería Oftalmológica ha sido sumamente
importante, que fue la puerta a través de la que penetró en mi vida.
Tengo
que reconocer, que desde que le conocí siempre ha estado dispuesto a dar sin
esperar nada a cambio y ahora que un accidente le ha apartado de esa primera
línea de atención, que tanto amaba, quiero aprovechar la ocasión para hacer un
pequeño reconocimiento a su trayectoria profesional y personal, así como
transmitirle todo mi apoyo, mi afecto y mi cariño. Siempre me tendrás a tu
lado.
Y
para finalizar, otro proverbio, esta vez chino, “dice que la experiencia del pasado, si no cae en el olvido, sirve de
guía para el futuro”. Espero que este pequeño recordatorio de la labor
desempeñada por un gran hombre, Fernando
Pérez Camacho, pueda inspirar a las generaciones venideras de enfermeras y
enfermeros.
¡Ánimo Fernando! y muchísimas gracias por tu
ejemplo.
Gracias Fernando, enfermeros como tú
cambiarían el mundo.
Manuel Solórzano Sánchez
Enfermero.
Hospital Universitario Donostia de San Sebastián. Osakidetza /SVS
Colegiado
1.372. Ilustre Colegio de Enfermería de Gipuzkoa
Miembro
de Enfermería Avanza
Miembro de Eusko Ikaskuntza / Sociedad de Estudios Vascos
Miembro de la Red Iberoamericana de Historia de la
Enfermería
Miembro de la Red Cubana de Historia de la Enfermería
Miembro Consultivo de la Asociación Histórico Filosófica del
Cuidado y la Enfermería en México AHFICEN, A.C.
Miembro no numerario de la Real Sociedad Vascongada de
Amigos del País. (RSBAP)
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