sábado, 20 de abril de 2013

LA EPIDEMIA DE CÓLERA DE 1834 EN ÁLAVA



EL CÓLERA EN LAS TRANSFORMACIONES DEL SIGLO XIX EN ÁLAVA. LA EPIDEMIA DE 1834

Tesis defendida por el extraordinario enfermero alavés Manuel Ferreiro Ardións, hoy Doctor en Geografía e Historia por la Universidad del País Vasco, UPV/EHU, al que el tribunal le otorgó la nota de “Apto Cum Laude”. Este experto enfermero de la Historia de la Enfermería trabaja como enfermero asistencial en el Hospital Universitario de Álava. Además es licenciado en Geografía e Historia. Miembro con su compañero Juan Lezaun Valduvieco de la Comisión de Historia y Humanidades del Colegio de Enfermería de Álava. Profesor acreditado por el Servicio Estatal de Empleo para la formación en la Rama Sanitaria, Profesor contratado de Grado Medio de Auxiliar de Enfermería. Autor y coautor de más de una veintena de estudios referidos a la Historia de la profesión enfermera. Su correo: mferreiro@euskaltel.net

FOTO 001 El autor Manuel Ferreiro y la portada de su Tesis

El Director de su Tesis fue Antonio Rivera Blanco, Catedrático de Historia Contemporánea de la UPV/EHU. Y el tribunal estuvo compuesto por su presidente Pedro Carasa Soto, Catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Valladolid. Los vocales: Mª Estíbaliz Ruiz de Azúa Martínez de Ezquerecocha, Titular de universidad, acreditada Catedrática, de la Universidad Complutense de Madrid. José María Ortíz de Orruño Legarda, Profesor Titular de la UPV/EHU. Pedro Oliver Olmo, Profesor Titular de la Universidad de Castilla-La Mancha. Y Mercedes Arbaiza Vilallonga, Profesor Titular de la UPV/EHU.

FOTO 002 Tribunal de la Tesis de Manuel Ferreiro

En su presentación nos cuenta que “Las connotaciones de terror con las que relacionamos los procesos epidémicos catastróficos a lo largo de la historia tienden a valorarse casi exclusivamente en función de la mayor o menor dentellada que infringieron a las pirámides de población. Así, en Álava, la epidemia de cólera de 1855 es destacada en cualquier texto que aborde el siglo XIX provincial como elemento desestabilizador demográfico, económico o social a partir de las llamativas cifras de mortalidad que plasman los documentos, marginando por el contrario las epidemias de 1885 y 1834 por sus discretas cifras de devastación humana que conocemos. No se matiza, sin embargo, que los datos de 1834 fueron recopilados a posteriori en medio de una guerra, lo que desvirtúa cualquier mínimo parecido con la realidad; y en cuanto a la de 1885, en teoría y con las cifras clásicas la más virulenta, no se señala que su pecado para no entrar en la Historia fue saltarse Vitoria, lo que la convirtió en anónima documental a pesar del daño causado en los núcleos rurales y estimular, aún más, la emigración de fin de siglo hacia los incipientes reductos industriales y a la América mitificada”.

El término cólera como entidad patológica había sido sistematizado por Sydenham bajo la taxonomía de cholera morbus a finales del siglo XVII, englobando en ella manifestaciones clínicas de algunos procesos gastroentéricos abruptos de predominio estival; y por extensión, en el desconocimiento de los muy diversos agentes causales, asumía una misma identidad nosológica para aquellas formas clínicas que habían tenido cierta presencia en los manuales médicos europeos del XVI y el XVII a partir de los intercambios comerciales y la presencia europea en el sudeste asiático

El cólera es una enfermedad infecciosa cuyo reservorio es casi exclusivamente humano aunque puede sobrevivir bajo determinadas condiciones en otros medios de manera temporal, caso del agua, vector de transmisión que le otorga un gran poder de diseminación adquiriendo entonces comportamientos epidémicos. Su clínica es fundamentalmente gastroentérica, caracterizada por diarreas persistentes que causan deshidrataciones severas pudiendo llevar a la muerte de las personas infectadas en cuestión de horas o pocos días si no reciben un tratamiento adecuado. Hasta inicios del siglo XIX no se tiene constancia de que afectara a Europa, pero a partir de entonces se sucedieron varias epidemias cuyos testimonios de terror son equiparables a los que se asocian a la peste.

FOTO 003 Fig.1. Gaceta de Madrid nº 171. 1835

Álava sufrió a lo largo del siglo XIX tres epidemias de cólera, en 1834, 1855 y 1885, de las que ha trascendido fundamentalmente la de mediados de siglo verbigracia del magnífico estudio que de ella realizara un coetáneo de la misma, el cirujano municipal de Vitoria Gerónimo Roure, y de su eco en los trabajos sobre el cólera en la provincia que se harían en los años 80 y 90 del siglo XX. Sin embargo, la exaltación de la epidemia de 1855 por mejor conocida, oculta que las cifras de la epidemia anterior, la de 1834, son totalmente irreales ya que al desconocimiento de la enfermedad se unió la coincidencia en el tiempo con la Primera Guerra Carlista, lo que condicionó sobremanera la recogida de datos de aquella epidemia, siendo de hecho minimizada desde las cifras oficiales (Figura 1) y, por reflejo de ellas, en los estudios históricos y demográficos de la provincia que se harían posteriormente hasta la actualidad.

Partiendo de estas premisas, se ha procedido a realizar un acercamiento a la mortalidad atribuible al cólera de 1834 en Álava a partir de la mortalidad absoluta, tomando por ésta la que ha quedado registrada en los libros sacramentales. De su análisis preliminar quedan patentes dos elementos fundamentales: por un lado, la evidente sobremortalidad que sufrió la provincia ese año con respecto a las defunciones sacramentadas en el decenio 1830-1839 (Fig. 2) y, por otro, la concentración de esa sobremortalidad de 1834 en los meses coincidentes con la declaración oficial de cólera en Álava, de agosto a noviembre (Fig. 3).

FOTO 004 Fig. 2 y Fig. 3. Elaboración de Manuel Ferreiro

No obstante esta clara elevación de la mortalidad, dado que la epidemia aconteció en un contexto bélico, ha sido necesario analizar la influencia de la guerra en la provincia y la potencial situación de hambruna vivida para estudiar su impacto sobre la mortalidad ordinaria, tratando de aislar lo máximo posible la variable del cólera en 1834. El diseño estadístico ha relacionado la mortalidad del periodo agosto-noviembre de 1834 con la mortalidad media de ese periodo en el decenio 1830-1839, que engloba tanto años de mortalidad ordinaria como los años de la Primera Guerra Carlista, en todas las localidades alavesas de las que se cuenta registro sacramental de defunción (Se obtuvieron resultados de 442 parroquias que se corresponden con 405 localidades existentes en 1834 y 390 del nomenclátor actual de Álava, un 91,3 % del total).

Entre las conclusiones alcanzadas en este análisis estadístico, destaca en primer lugar que la crisis de mortalidad del año 1834 en Álava fue sustentada básicamente por el cólera, siendo responsable de un mínimo de 1.166 muertes en Álava entre los meses de agosto y noviembre de ese año, tres veces más de lo considerado con las cifras oficiales, y que 145 localidades alavesas, reiterando su carácter de mínimo, sufrieron la epidemia frente a las 38 conocidas hasta ahora, lo que supone la aparición del cólera aquel año en la práctica totalidad de los municipios alaveses (Fig. 4). Además, se evidencia que la duración de la epidemia fue mayor, iniciándose por lo menos en julio y perdurando casos en el mes de diciembre.

FOTO 005 Fig. 4. Elaboración de Manuel Ferreiro

Estas cifras, y su distribución en el tiempo y en el espacio, modifican por completo no sólo la crónica de aquella epidemia, sino que, además, exigen responder a nuevas cuestiones sobre la influencia del cólera en la evolución demográfica provincial que, con las cifras oficiales, se habían minusvalorado en los estudios previos a favor de la interpretación de la Guerra Carlista como causa explicativa, única y suficiente, de la generación hueca que se evidencia para los nacidos entre 1832 y 1842 según el censo de 1857.

Además de estas conclusiones de carácter cuantitativo se han obtenido otras a partir del análisis de las fuentes documentales desde perspectivas sociales, mentales y culturales. Así, cabe destacar que las medidas que se pusieron en marcha con la finalidad de frenar el avance de la enfermedad, prevenir su aparición o combatir sus efectos, en general resultaron del todo inútiles, pues la base teórica del Higienismo sobre la que apuntalaban toda acción antiepidémica era falsa respecto al cólera.

Esta base teórica, sustentada por una actualización de las constituciones medioambientales hipocráticas, defendía que todos los procesos morbosos epidémicos respondían a una alteración de las propiedades físicas y químicas de la atmósfera, que se veían influenciadas, entre otras, por las emanaciones pútridas desde el suelo, el agua o las concentraciones de algunos seres humanos en descomposición, caso de los cementerios, pero también de las cárceles o los hospitales.

FOTO 006 Litografía de la Calle de la Herrería de Vitoria.

Estas teorías se habían desarrollado a lo largo del siglo XVIII y generaron entre los ilustrados la necesidad de actuar sobre estos factores de riesgo, siendo en el caso alavés paradigmáticos los escritos del vitoriano Valentín de Foronda. No obstante, la traslación al plano real fue muy limitado, apenas perceptible en la renovación urbana de Vitoria a finales del XVIII y en el emblemático año de 1820 -además de las imposiciones francesas durante la ocupación-, pues la mera existencia de una estrategia para un adoctrinamiento higiénico-sanitario por parte de las élites ilustradas no fue suficiente para vencer las resistencias al cambio, haciéndose necesario la aparición de un suceso alienador que hiciera deseable el nuevo modelo. Los ilustrados esperaban a la peste, pero en su lugar hizo su presencia una epidemia desconocida que sin embargo no desmerecería a aquella en su impacto sobre la mentalidad popular, hasta el punto de confundirse en el lenguaje a ambas.

FOTO 007 Manuel Ferreiro defendiendo su Tesis

A lomos del cólera la estrategia adoctrinadora se abriría paso a lo largo del siglo XIX, siendo el caso alavés buen testimonio de su evolución. En los prolegómenos y durante la epidemia de 1834, discurso y acciones respondieron con fidelidad a los postulados antiepidémicos del Higienismo ilustrado, centrándose en intervenciones ambientales, sobre todo de carácter urbano y, en consideración al axioma de la inviolabilidad de la propiedad privada, público. Los hogares o las personas aparecen colectivizadas y sólo se señalan como elementos de riesgo desde la marginalidad: vagabundos, presos, enfermos; sin embargo, a partir de la experiencia del cólera de ese año el discurso irá cambiando y, del carácter eminentemente público del riesgo, se avanza hacia el reconocimiento de algunos espacios privados como guarida del mal. La habitación del pobre pasa a ser tema reiterado entre los médicos vitorianos de la segunda mitad del siglo XIX, de Roure a Apraiz, señalándola abiertamente como peligro sanitario y, por extensión, a sus moradores como sospechosos de criar al mal colérico como antaño se había dicho de los vagabundos y otros desheredados. La expansión de Vitoria hacia el sur, superando la colina medieval y los restos de sus murallas, responde, dentro de su multifactorialidad, a un deseo de segregación espacial como reacción al discurso higiénico-sanitario.

Así, en esa conversión del espacio jugará un papel decisivo la Medicina, en cuanto que a ella se le facultará como experta en salubridad urbana desde la primera epidemia de cólera. Y, desde la segunda, se le otorgará el derecho para allanar las moradas en nombre de la misma salubridad, permitiéndole avanzar a finales de siglo, ya bajo el amparo de la bacteria en lugar del miasma, hacía el último reducto físico, el propio cuerpo, en un paulatino proceso de medicalización de la sociedad. El cólera había encumbrado a la Clase médica como la peste medieval lo había hecho a la Clase sacerdotal.

CONCLUSIONES
Ante condiciones favorables, como sucedió en Europa durante el siglo XIX, el cólera es una enfermedad de fácil transmisión y diseminación que le permite expandirse de manera epidémica y pandémica. El relato de los coetáneos de aquellas epidemias, que podrían confundirse perfectamente con el de la peste negra, y el determinismo de las revisiones históricas contemporáneas insistiendo en la pervivencia, en la Europa del XIX, de unas intemporales condiciones higiénico-sanitarias prebacterianas que explican el cólera como algo casi inevitable, sitúan a aquellas epidemias en un contexto de apariencia lejano y totalmente superado hoy día. Y, si embargo, el cólera tiene plena vigencia y actualidad en amplias regiones del planeta constituyendo una amenaza potencial para el resto, de lo que deja constancia el hecho de que se incluye dentro del grupo de enfermedades de declaración obligatoria por la O.M.S.

Desde su redil en las llanuras y delta del Ganges en aquellas epidemias del ochocientos a la actualidad, el vibrión colérico ha colonizado de manera estable el sudeste asiático, y vastas zonas de América y África subtropical, en los que se presentan cíclicos brotes de carácter endémico.

El actual conocimiento de la fisiopatología y epidemiología del cólera permite corregir de forma eficiente los determinantes de salud implicados en su aparición y propagación en países con mínimas estructuras de desarrollo técnico y económico, si bien la fragilidad de estas medidas en algunas naciones les hacen susceptibles de padecer verdaderas epidemias en contextos de crisis -como los desastres naturales- y, en cualquier caso, no suponen una garantía de inmunidad ni siquiera en los países más desarrollados, pues resulta imposible poner fronteras al cólera.

Este conocimiento sobre el cólera tiene unos orígenes remotos, considerándose que algunas descripciones hipocráticas pudieran aludir al cólera del Índico, aunque sólo adquiere protagonismo en la literatura científica a partir de las invasiones europeas del siglo XIX.

Aunque Snow vinculó el cólera con el suministro de agua en 1849, ello apenas incidió en los mecanismos de profilaxis, siendo la fecha de corte para una lucha efectiva contra la enfermedad el descubrimiento del agente biológico causal en 1883, si bien la epidemia entonces en curso no se vio todavía beneficiada -como tampoco con la vacuna ensayada por Ferrán en 1885-, finalizando el siglo con esquemas de respuesta que, en lo básico y fundamental, llevaban desde la primera epidemia manifestándose como inútiles.

Efectivamente, desde la primera gran experiencia pan-europea con el cólera -en propiedad la segunda pandemia iniciada en 1829- se articuló una respuesta basada en las teorías higienistas prebacterianas que, útiles en otras enfermedades, no acertaron a atacar los elementos implicados en la cadena epidemiológica del cólera.

FOTO 008 Congreso Historia de la Enfermería Madrid, noviembre 2012

En Álava, la llegada de esta primera epidemia aconteció unos meses después de iniciarse la primera guerra carlista por lo que, dividida la provincia y rota la estructura administrativa, la información recogida sobre los efectos de la epidemia resultó muy reducida y parcial. A esa limitación se unirían los errores diagnósticos y el ocultamiento voluntario de casos, amén de los intereses económicos, políticos y militares para no declarar la epidemia en algunas zonas o en determinados momentos, que son constantes en los estudios sobre el cólera. Estas mismas limitaciones plasmaron una extensión geográfica de la epidemia por Álava muy reducida respecto a lo que conoceremos en los siguientes embates del cólera, minimizándose así la percepción del impacto de la epidemia tanto entre los cronistas del XIX como entre los investigadores más actuales.

Tal es así que incluso encuentro estudios demográficos del periodo que ni siquiera tienen en cuenta la epidemia colérica de 1834, y los que la señalan apenas lo hacen en la idea de un artefacto demográfico menor, reduciendo a la unicausalidad bélica del conflicto carlista la evidente depleción en las curvas demográficas de población, fecundidad o nupcialidad. Y sin embargo, la curva de mortalidad del decenio 1830-1839 ofrece un sobresaliente pico en el año 1834 claramente superior a la mortalidad media de los años bélicos; además, un 72,5% de la mortalidad de ese año se concentra en la segunda mitad del mismo, dentro de la temporalidad conocida de la epidemia de cólera, con un índice Dupâquier de 7,94 que representa una mortalidad de magnitud fuerte.

Con este punto de partida de nula confianza en las cifras manejadas hasta el momento, se planteó una revisión indirecta de la totalidad de las localidades alavesas a través de los registros parroquiales de defunciones, partiendo de la hipótesis de que la sobremortalidad acaecida durante parte del verano y otoño de 1834, ponderadas las acciones bélicas de importancia conocidas y minimizadas otras variables, como el hambre, debían obedecer a causas extraordinarias que, en ese periodo y estacionalidad, hubieron de estar necesariamente relacionadas con el cólera.

AUTORES
Raúl Expósito González
Enfermero. Servicio de Salud de Castilla – La Mancha. Ciudad Real. Experto en Barberos, Ministrantes y Sangradores

Jesús Rubio Pilarte
Enfermero y sociólogo. Profesor de la E. U. de Enfermería de Donostia. EHU/UPV
Miembro no numerario de La RSBAP

Manuel Solórzano Sánchez
Enfermero Servicio de Oftalmología
Hospital Universitario Donostia de San Sebastián. Osakidetza /SVS
Vocal del País Vasco de la SEEOF. Insignia de Oro de la SEEOF
Miembro de Eusko Ikaskuntza
Miembro de la Sociedad Vasca de Cuidados Paliativos
Miembro Comité de Redacción de la Revista Ética de los Cuidados
M. Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería
Miembro no numerario de La RSBAP

5 comentarios:

Anónimo dijo...

The information were very helpful for me, I've bookmarked this post, Please share more information about this
Thanks

Anónimo dijo...

Every weekend i used to pay a visit this web site, as i want enjoyment, as this this website conations truly
nice funny data too.

My site; Wholesale NFL Jerseys

Anónimo dijo...

Hello There. I found your blog using msn. This is a really well written article.
I'll make sure to bookmark it and come back to read more of your useful info. Thanks for the post. I'll definitely return.



Here is my web page: Louis Vuitton Outlet Online

Anónimo dijo...

Paragraph writing is also a fun, if you know after that
you can write or else it is complicated to write.

Take a look at my web-site ... Air Jordan Femme

Anónimo dijo...

It's awesome to pay a quick visit this web site and reading the views of all mates about this post, while I am also zealous of getting experience.

my blog post; Nike Air Jordan