domingo, 28 de abril de 2013

LA FIGURA DE LA MATRONA EN LOS TEXTOS SAGRADOS



UNA VISIÓN HISTORIOGRÁFICA

AUTORAS:
Catalina Fajardo Flores y Ana Belén Gabarre Asín, matronas del Hospital San Pedro de Logroño – La Rioja. Este trabajo lo presentaron como comunicación en el I Congreso Internacional Virtual de Matronas del 1 al 15 de junio de 2011, organizado por Matronas en Red.

Catalina Fajardo Flores. Diplomada Universitaria en Enfermería. Escuela Universitaria de Enfermería Antonio Coello Cuadrado, Logroño, La Rioja. Universidad de La Rioja. Especialista en Enfermería Obstétrico Ginecológica (Matrona). Matrona de la Unidad de Partos del Complejo Hospitalario San Millán- San Pedro, de Logroño. Su correo es: catidue@hotmail.com

Ana Belén Gabarre Asín. Diplomada Universitaria en Enfermería en la Universidad de La Rioja. Especialista en Enfermería Obstétrica y Ginecológica. En la Unidad Docente del Complejo Universitario de Albacete. Matrona de la Unidad de Partos del Complejo Hospitalario San Millán- San Pedro, de Logroño. Su correo es: belengaba@hotmail.com

FOTO AUTORAS

INTRODUCCIÓN
El oficio y la profesión de Matrona, al igual que la administración de cuidados materno- infantiles, se remonta al principio de los tiempos, tal y como consta en testimonios escritos, iconográficos, restos materiales, etc.

Los documentos y obras historiográficas en las que nos podemos basar para reconstruir la historia de las Matronas, tienen contenidos variados desde la aparición de la escritura: religioso (Antiguo Testamento, Evangelios Apócrifos, …), docente (tratados y manuales docentes ideados para la formación de la matrona), legislativos (leyes y decretos que intentan regular el trabajo de la matrona a lo largo de los siglos), administrativos (contratos de trabajo, que especifican las tareas a desarrollar por la partera) 1- 2- 3- 11- 12

La figura de la partera siempre ha existido, (desde los pueblos más antiguos, egipcios, griegos, romanos, hebreos, hasta nuestros días), pero con diferentes nombres. Esas parteras de la antigüedad eran mujeres autodidactas, que no tenían ninguna preparación, entrenamiento, o educación especial. Ejercían el arte de la obstetricia siguiendo las normas empíricas recibidas por la tradición oral a través de las parteras más antiguas y experimentadas, y de su propia experiencia.1- 2- 3- 4- 11- 12

OBJETIVO
Conocer las referencias historiográficas de la figura de la matrona en diversos Textos Sagrados.

MÉTODO
En este artículo se va a hacer una revisión historiográfica del Antiguo Testamento, en el que se hace referencia a la Partera en los libros del Génesis y del Éxodo, además del Protoevangelio de Santiago y del Protoevangelio Pseudo Mateo, en los que se recogen reseñas sobre la Matrona en el nacimiento tanto de la Virgen María como de Jesús.

DESARROLLO
Exposición de las citas en las que se hace referencia a la figura de la Matrona en los Textos Sagrados revisados.

ANTIGUO TESTAMENTO
Dentro del Antiguo Testamento, en el libro del Génesis, se recoge el nombre de la primera matrona conocida de la historia, a la que se sitúa en Palestina:Débora, la nodriza de Rebeca, murió y fue sepultada en las inmediaciones de Betel, debajo de una encina” (Génesis 35, 8). Débora fue nodriza de Rebeca, la mujer de Isaac y madre de Jacob y Esaú, a la que ayudó en sus partos y a lo largo de toda su vida.8- 11.

La figura de las comadronas es de cardinal importancia en la asistencia, acompañamiento y soporte de las mujeres en el trance del parto, ya que el origen del dolor durante el parto, según los Textos Sagrados, proviene del castigo impuesto a Eva por su desobediencia a Dios: “Multiplicaré los sufrimientos de tus embarazos; darás a luz a tus hijos con dolor”. (Génesis 3, 16).8

También en el Génesis se describe el parto complicado de Raquel, mujer de Jacob, que falleció en el parto, y el nacimiento de Benjamín. Partieron de Betel, y cuando aún faltaba un trecho hasta Éfrata, Raquel tuvo un mal parto. Sucedió que, en medio de los apuros del parto, le dijo la comadrona: «¡Animo, que también este es hijo!» Entonces ella, al exhalar el alma, cuando moría, le llamó Ben Oní; pero su padre le llamó Benjamín”. (Génesis 35, 16- 18). En este fragmento se hace referencia a la primera muerte materna durante el parto de la historia, además de describirse como la comadrona, con un tacto vaginal, descubre el sexo del bebé ya que se trataba de una presentación de nalgas.2- 4- 8- 11- 12

En otra cita del Génesis, se recoge el nacimiento de los gemelos de Tamar, nuera de Judá, y se describen las maniobras que la partera hace en este parto. Y ocurrió que, durante el parto, uno de ellos sacó la mano, y la partera le agarró y le ató una cinta escarlata a la mano, diciendo: «Este ha salido primero.» Pero entonces retiró él la mano, y fue su hermano el que salió. Ella dijo: «¡Cómo te has abierto brecha!» Y le llamó Peres. Detrás salió su hermano, que llevaba en la mano la cinta escarlata, y le llamó Zéraj” (Génesis 38, 28-30). De esta cita se concluye que la comadrona estaba presente y activa en el parto y era consciente del embarazo gemelar, además de ser capaz de enfrentarse a una presentación complicada. Ella dio fe del nacimiento de ambos gemelos, dejando claro quién era el primogénito. La supervivencia de los dos recién nacidos indica la competencia de la comadrona, que se abstuvo de tirar o amputar el brazo prolapsado.2- 4- 8- 11- 12

En el libro del Éxodo, se recoge la forma de parir de las hebreas sobre dos piedras, y que las comadronas eran mujeres en edad reproductiva. Incluso se cita el nombre de dos parteras: Sifrá y Púa, “El rey de Egipto dio también orden a las parteras de las hebreas, una de las cuales se llamaba Sifrá, y la otra Puá, diciéndoles: «Cuando asistáis a las hebreas, observad bien las dos piedras: si es niño, hacedle morir; si es niña dejadla con vida.» Pero las parteras temían a Dios, y no hicieron lo que les había mandado el rey de Egipto, sino que dejaban con vida a los niños. Llamó el rey de Egipto a las parteras y les dijo: «¿Por qué habéis hecho esto y dejáis con vida a los niños?» Respondieron las parteras al Faraón: «Es que las hebreas no son como las egipcias. Son más robustas, y antes que llegue la partera, ya han dado a luz.» Y Dios favoreció a las parteras. El pueblo se multiplicó y se hizo muy poderoso. Y por haber temido las parteras a Dios, les concedió numerosa prole. “(Éxodo 1, 15- 21).2- 4- 8- 11- 12

En otra cita del Libro del Éxodo también se alude a las comadronas diciendo que “ellas asistirán a la parturienta y remontarán su moral”. (Éxodo 18).8

EVANGELIOS APÓCRIFOS
El término “apócrifo” fue adoptado por la Iglesia para designar los libros cuyo autor era desconocido, en los cuales desarrollaban temas ambiguos, que aun presentándose con carácter sagrado, no tenían solidez en su doctrina e incluían elementos contradictorios a la verdad revelada. Esto hizo que estos libros fueran considerados como “sospechosos” y en general poco recomendables.

El “Protoevangelio de Santiago” (Siglo II) es el escrito apócrifo ortodoxo más antiguo que se conserva íntegro y que más ha influido en las narraciones sobre la vida de María y de la infancia de Cristo. Este escrito realizado por un desconocido, se atribuyó a Santiago el Menor, con el fin de que alcanzara popularidad y prestigio.

En el Protoevangelio de Santiago se recoge el nacimiento de María: Los meses de Ana se fueron cumpliendo, hasta llegar al noveno mes y dio a luz, cual fue la alegría de Ana, cuando sintió el primer llanto, y sin preocuparse del normal instante de dolor físico del parto, preguntó a la partera: ¿Qué he parido? La partera contestó: Una niña, la tomo en sus brazos, la acarició tiernamente, entonces Ana expresó: “Mi alma se ha glorificado en este día”. Y reclinó a la niña en la cuna. Habiéndose transcurrido el tiempo marcado por la ley, Ana se purificó, dio el pecho a la niña y le puso por nombre Miriam (María) (Protoevangelio de Santiago, XI, 5, 2).9

FOTO 002 Imagen 1: Nacimiento de la Virgen María. Giotto. Capilla Scrovegni. Padua. (Italia).Siglo XIV.5

Respecto al nacimiento de Jesús en el Protoevangelio de Santiago está escrito:
Y he aquí que una mujer descendió de la montaña, y me preguntó: ¿Dónde vas? Y yo repuse: En busca de una partera judía. Y ella me interrogó: ¿Eres de la raza de Israel? Y yo le contesté: Sí. Y ella replicó: ¿Quién es la mujer que pare en la gruta? Y yo le dije: Es mi desposada. Y ella me dijo: ¿No es tu esposa? Y yo le dije: Es María, educada en el templo del Señor, y que se me dio por mujer, pero sin serlo, pues ha concebido del Espíritu Santo. Y la partera le dijo: ¿Es verdad lo que me cuentas? Y José le dijo: Ven a verlo. Y la partera le siguió.

Y llegaron al lugar en que estaba la gruta, y he aquí que una nube luminosa la cubría. Y la partera exclamó: Mi alma ha sido exaltada en este día, porque mis ojos han visto prodigios anunciadores de que un Salvador le ha nacido a Israel. Y la nube se retiró en seguida de la gruta, y apareció en ella una luz tan grande, que nuestros ojos no podían soportarla. Y esta luz disminuyó poco a poco, hasta que el niño apareció, y tomó el pecho de su madre María. Y la partera exclamó: Gran día es hoy para mí, porque he visto un espectáculo nuevo.

Y la partera salió de la gruta, y encontró a Salomé, y le dijo: Salomé, Salomé, voy a contarte la maravilla extraordinaria, presenciada por mí, de una virgen que ha parido de un modo contrario a la naturaleza. Y Salomé repuso: Por la vida del Señor mi Dios, que, si no pongo mi dedo en su vientre, y lo escruto, no creeré que una virgen haya parido.

Y la comadrona entró, y dijo a María: Disponte a dejar que ésta haga algo contigo, porque no es un debate insignificante el que ambas hemos entablado a cuenta tuya. Y Salomé, firme en verificar su comprobación, puso su dedo en el vientre de María, después de lo cual lanzó un alarido, exclamando: Castigada es mi incredulidad impía, porque he tentado al Dios viviente, y he aquí que mi mano es consumida por el fuego, y de mí se separa.

Y se arrodilló ante el Señor, diciendo: ¡Oh Dios de mis padres, acuérdate de que pertenezco a la raza de Abraham, de Isaac y de Jacob! No me des en espectáculo a los hijos de Israel, y devuélveme a mis pobres, porque bien sabes, Señor, que en tu nombre les prestaba mis cuidados, y que mi salario lo recibía de ti.

Y he aquí que un ángel del Señor se le apareció, diciendo: Salomé, Salomé, el Señor ha atendido tu súplica. Aproxímate al niño, tómalo en tus brazos, y él será para ti salud y alegría.

Y Salomé se acercó al recién nacido, y lo incorporó, diciendo: Quiero posternarme ante él, porque un gran rey ha nacido para Israel. E inmediatamente fue curada, y salió justificada de la gruta. Y se dejó oír una voz, que decía: Salomé, Salomé, no publiques los prodigios que has visto, antes de que el niño haya entrado en Jerusalén”. (Protoevangelio de Santiago, Cap. 17- 22).9

FOTO 003 Imagen 2. Capitel románico de la galería porticada de la Iglesia de la Asunción de Duratón, Segovia. (España). 1203 (Siglo XIII). Escena neotestamentaria de influencia apócrifa. En el capitel se representa a la Virgen asistida por dos comadronas en el momento del parto (Salomé y Zelomí) y se muestra al Niño junto a las cabezas del buey y la mula.6

FOTO 004 Imagen 3: La partera Salomé muestra su brazo paralizado Friso de la Cátedra del Obispo Maximiliano de Ravena (Italia). Siglo VI.7

Esta escena con las comadronas solo se halla en los escritos apócrifos como el Pseudo Mateo y el Protoevangelio de Santiago. Se cuenta en esos apócrifos que la partera Salomé no creyendo que María seguía siendo virgen después del parto, decide comprobarlo por ella misma, palpando a María. Por su incredulidad su mano queda paralizada al instante, siendo después curada por el niño Jesús. La partera, maravillada por el milagro, decide ser la partera de Jesús de por vida.

Sobre este mismo hecho, en el Protoevangelio Pseudo Mateo se recoge:
Te he traído dos comadronas, Zelomí y Salomé, mas no osan entrar en la gruta a causa de esta luz demasiado viva. Y María, oyéndola, sonrió. Pero José le dijo: No sonrías, antes sé prudente, por si tienes necesidad de algún remedio. Entonces hizo entrar a una de ellas. Y Zelomí, habiendo entrado, dijo a María: Permíteme que te toque. Y, habiéndolo permitido María, la comadrona dio un gran grito y dijo: Señor, Señor, ten piedad de mí. He aquí lo que yo nunca he oído, ni supuesto, pues sus pechos están llenos de leche, y ha parido un niño, y continúa virgen. El nacimiento no ha sido maculado por ninguna efusión de sangre, y el parto se ha producido sin dolor. Virgen ha concebido, virgen ha parido, y virgen permanece.

Oyendo estas palabras, la otra comadrona, llamada Salomé, dijo: Yo no puedo creer eso que oigo, a no asegurarme por mí misma. Y Salomé, entrando, dijo a María: Permíteme tocarte, y asegurarme de que lo que ha dicho Zelomí es verdad. Y, como María le diese permiso, Salomé adelantó la mano. Y al tocarla, súbitamente su mano se secó, y de dolor se puso a llorar amargamente, y a desesperarse, y a gritar: Señor, tú sabes que siempre te he temido, que he atendido a los pobres sin pedir nada en cambio, que nada he admitido de la viuda o del huérfano, y que nunca he despachado a un menesteroso con las manos vacías. Y he aquí que hoy me veo desgraciada por mi incredulidad, y por dudar de vuestra virgen.

Y, hablando ella así, un joven de gran belleza apareció a su lado, y le dijo: Aproxímate al niño, adóralo, tócalo con tu mano, y él te curará, porque es el Salvador del mundo y de cuantos esperan en él. Y tan pronto como ella se acercó al niño, y lo adoró, y tocó los lienzos en que estaba envuelto, su mano fue curada” (Peudo Mateo, Caps. 3-5).10

FOTO 005 Textos sagrados

CONCLUSIÓN
Como conclusión sólo decir que estas citas vienen a confirmar que la profesión de matrona ha existido desde el inicio de los tiempos, pues siempre la mujer ha solicitado ayuda de otras mujeres con mayor experiencia para llevar a buen fin su maternidad.

Además, en el caso de las parteras hebreas, gracias a los textos sagrados podemos reconstruir su historia y constatar que tenían un elevado reconocimiento social, gracias a su arte (ya que se requerían habilidad, paciencia y condiciones naturales para ser parteras), y a su ciencia (ya que precisaban conocimientos contrastados y derivados de la experiencia), pilares ambos del oficio de partera en esa época.


BIBLIOGRAFÍA
1.- Cabré, M. y Ortiz, T. Sanadoras, matronas y medicas en Europa .Siglos XII-XX. Ed. Icaria. Barcelona, 2001.
2.- Cruz y Hermida, J., Las Matronas en la historia desde la mitología a nuestros días, Plaza Ed., Madrid, 2007.
3.- De la Fuente, P., Imágenes con Historia: Gestación, parto y lactancia, Ed. Lab. FERRING, Madrid, 2007.
4.- García, M. y García, A. C. Las funciones de la matrona en el mundo antiguo y medieval. Una mirada desde la historia. Revista Matronas Profesión. 2005. 6 (1): 11- 18.
5.- Imagen 1: Nacimiento de la Virgen María. Giotto. Capilla Scrovegni. Padua. (Italia). Siglo XIV.
6.- Imagen 2. Capitel románico de la galería porticada de la Iglesia de la Asunción de Duratón, Segovia. (España). Año 1203 (Siglo XIII). Escena neotestamentaria de influencia apócrifa, en la que se representa a la Virgen asistida por dos comadronas en el momento del parto (Salomé y Zelomí).
7.- Imagen 3: La partera Salomé muestra su brazo paralizado. Friso de la Cátedra del Obispo Maximiliano de Rávena (Italia). Siglo VI.
8.- La Santa Biblia; Antiguo Testamento (Génesis y Éxodo).
9.- Protoevangelio de Santiago.
10.- Protoevangelio Pseudo Mateo.
11.- Rodríguez Rozalén, M. A., Manual práctico para Matronas, Aran Ed., Madrid, 1999.
12.- Towler, J., Bramall, J., Comadronas en la historia y en la sociedad, Ed. Masson, Barcelona, 1997.


AGRADECIMIENTOS
Colegio Oficial de Enfermería de La Rioja
Pedro Vidal Hernández
AYER Y HOY DE LA ENFERMERÍA EN LA RIOJA.2012
Catalina Fajardo Flores
Ana Belén Gabarre
Matronas de la Unidad de Partos del Complejo Hospitalario San Millán - San Pedro, de Logroño


COLABORADORES:
Raúl Expósito González
Enfermero. Servicio de Salud de Castilla – La Mancha. Ciudad Real. Experto en Barberos, Ministrantes y Sangradores

Jesús Rubio Pilarte
Enfermero y sociólogo. Profesor de la E. U. de Enfermería de Donostia. EHU/UPV
Miembro no numerario de La RSBAP

Manuel Solórzano Sánchez
Enfermero Hospital Universitario Donostia de San Sebastián. Osakidetza /SVS
M. Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería
Miembro no numerario de La RSBAP

1 comentario:

Anónimo dijo...

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