“Hablo – contaba Sampedro- con la experiencia de una muy grave estancia en la cama de un hospital y una permanencia de tres meses, las veinticuatro horas de cada día, como acompañante de una enferma hasta que falleció. Esta última dolorosa experiencia supuso mi constante convivencia con todas las enfermeras, llegando a conocerlas y a verlas en acción como sin duda no las veis los médicos, pues para mi, no eran meras técnicas ni colaboradoras, sino compañía, esperanza, alivio, seguridad y confianza”.
“Cuando se está aislado en una habitación horas y horas, viendo cambiar la luz en la ventana, el abrirse la puerta ofrecía sorpresas muy distintas. Si era el médico, siempre le acompañaba la incertidumbre inicial: ¿traía buenas o malas noticias? ¿Cómo evolucionaba el caso?. Si era la enfermera su aportación era siempre positiva: la hora de la medicina, o de la tensión, o la temperatura, el alimento o la bebida, el comentario animador.... El mero hecho de verla moverse por la habitación era una garantía de seguridad, de amparo. Un suspiro de alivio se nos escapaba a mi enferma y a mi al abrirse aquella puerta”.
“Y es que la enfermera aportaba un gran ramo de valores humanos, de los que ahora tanto se mencionan y tan poco se aplican: ternura, comprensión, compañía para la soledad, sosiego para la inquietud, tranquilidad. Con el tiempo, alguna enfermera pasó a otros servicios.... Pero de pronto abrió nuestra puerta, sin obligación alguna, sólo para preguntar y para demostrarnos el interés directo que habían llegado a tomarse. Y más de una vez, en los pasillos, me manifestaron con emoción ese interés refiriéndose a la persona que yo acompañaba”.
“Para terminar, mi admiración no se limita a esos valores humanos sino además a los profesionales y a la técnica. (...). Mis enfermeras, pues las quiero llamar así, hicieron siempre frente a ese reto con la mayor seguridad y eficacia”.
“En fin, abandoné el hospital tronchado por la inevitable desgracia, pero admirado y lleno de cariño hacia un grupo profesional tan digno y tan lleno de generosa humanidad, que no sólo cumplía con su deber, sino que lo hacía con sentimientos cordiales. Por eso ahora aprovecho la ocasión para sumarme al homenaje y para proclamar la trascendencia de la función desempeñada por las enfermeras y la eficacia con que la realizan”.
José Luis Sampedro (Barcelona, 1917) es economista y escritor. Catedrático de Estructura Económica en la UCM (1955-1969). Ha sido subdirector (1962-1969) y asesor (1979-1981) del Banco Exterior de España, y senador por designación real (1977-1979). Entre sus obras destacan, Principios prácticos de localización industrial (1957), Realidad económica y análisis estructural (1959), Conciencia del subdesarrollo (1973), Las fuerzas económicas de nuestro tiempo (1967) e Inflación: una versión completa (1976). En el plano literario, es autor de Congreso en Estocolmo, 1952; El río que nos lleva, 1962; El caballo desnudo, 1970; Octubre, octubre, 1982; La sonrisa etrusca, 1985; La vieja sirena, 1990; Real sitio, 1993; La estatua de Adolfo Espejo, 1994; Fronteras, 1995; La caja de las postales, 1997; Monte Sinaí, 1998; El amante lesbiano, 2000 y La senda del Drago, 2006. Es miembro de la Real Academia desde 1990 y está considerado uno de los valores más sólidos de su generación.
Gracias José Luis Sampedro, por tu forma de expresarte y darnos una inyección de ética y moral en estos tiempos de crisis.
Manuel Solórzano Sánchez
Enfermero Hospital Donostia. Osakidetza /SVS
Vocal del País Vasco de la SEEOF
Miembro de Eusko Ikaskuntza
Miembro de la Sociedad Vasca de Cuidados Paliativos
Miembro Comité de Redacción de la Revista Ética de los Cuidados
M. Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería
masolorzano@telefonica.net
“Cuando se está aislado en una habitación horas y horas, viendo cambiar la luz en la ventana, el abrirse la puerta ofrecía sorpresas muy distintas. Si era el médico, siempre le acompañaba la incertidumbre inicial: ¿traía buenas o malas noticias? ¿Cómo evolucionaba el caso?. Si era la enfermera su aportación era siempre positiva: la hora de la medicina, o de la tensión, o la temperatura, el alimento o la bebida, el comentario animador.... El mero hecho de verla moverse por la habitación era una garantía de seguridad, de amparo. Un suspiro de alivio se nos escapaba a mi enferma y a mi al abrirse aquella puerta”.
“Y es que la enfermera aportaba un gran ramo de valores humanos, de los que ahora tanto se mencionan y tan poco se aplican: ternura, comprensión, compañía para la soledad, sosiego para la inquietud, tranquilidad. Con el tiempo, alguna enfermera pasó a otros servicios.... Pero de pronto abrió nuestra puerta, sin obligación alguna, sólo para preguntar y para demostrarnos el interés directo que habían llegado a tomarse. Y más de una vez, en los pasillos, me manifestaron con emoción ese interés refiriéndose a la persona que yo acompañaba”.
“Para terminar, mi admiración no se limita a esos valores humanos sino además a los profesionales y a la técnica. (...). Mis enfermeras, pues las quiero llamar así, hicieron siempre frente a ese reto con la mayor seguridad y eficacia”.
“En fin, abandoné el hospital tronchado por la inevitable desgracia, pero admirado y lleno de cariño hacia un grupo profesional tan digno y tan lleno de generosa humanidad, que no sólo cumplía con su deber, sino que lo hacía con sentimientos cordiales. Por eso ahora aprovecho la ocasión para sumarme al homenaje y para proclamar la trascendencia de la función desempeñada por las enfermeras y la eficacia con que la realizan”.
José Luis Sampedro (Barcelona, 1917) es economista y escritor. Catedrático de Estructura Económica en la UCM (1955-1969). Ha sido subdirector (1962-1969) y asesor (1979-1981) del Banco Exterior de España, y senador por designación real (1977-1979). Entre sus obras destacan, Principios prácticos de localización industrial (1957), Realidad económica y análisis estructural (1959), Conciencia del subdesarrollo (1973), Las fuerzas económicas de nuestro tiempo (1967) e Inflación: una versión completa (1976). En el plano literario, es autor de Congreso en Estocolmo, 1952; El río que nos lleva, 1962; El caballo desnudo, 1970; Octubre, octubre, 1982; La sonrisa etrusca, 1985; La vieja sirena, 1990; Real sitio, 1993; La estatua de Adolfo Espejo, 1994; Fronteras, 1995; La caja de las postales, 1997; Monte Sinaí, 1998; El amante lesbiano, 2000 y La senda del Drago, 2006. Es miembro de la Real Academia desde 1990 y está considerado uno de los valores más sólidos de su generación.
Gracias José Luis Sampedro, por tu forma de expresarte y darnos una inyección de ética y moral en estos tiempos de crisis.
Manuel Solórzano Sánchez
Enfermero Hospital Donostia. Osakidetza /SVS
Vocal del País Vasco de la SEEOF
Miembro de Eusko Ikaskuntza
Miembro de la Sociedad Vasca de Cuidados Paliativos
Miembro Comité de Redacción de la Revista Ética de los Cuidados
M. Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería
masolorzano@telefonica.net
13 comentarios:
¿En qué medio publicó ésto?
Gracias. Elías
Gracias Señor Sampedro. Las enfermeras somos algo más que meras técnicas y usted lo ha expresado de la mejor manera que se puede hacer, desde su interior. Por eso le vuelvo a dar las GRACIAS.
Muchísimas Gracias, SEÑOR Sampedro. Señor, con mayúsculas porque pocos señores que valoren esta profesión, como usted acaba de hacer, quedan. Me ha emocionado, sinceramente, porque yo empecé a hacer esta carrera en una etapa de mi vida en la que andaba perdida y no sabía qué quería hacer hasta que vi, por circunstancias personales, que se estaba perdiendo la humanización de esta profesión tan bella, vocacional, porque hay que valer para estar ahí frente a todo lo que nos encontramos, ¿me equivoco acaso?.
Así que decidí hacerla y durante todo el proceso, hasta conseguir el título, la vida me ha puesto a prueba, fallecieron mi madre y mis 3 abuelos a finales de la carrera, dándome ésto todavía más fuerzas para seguir adelante con el proyecto de aportar, desde la humildad, lo poco que pueda a este encanto de "trabajo", ¡tan gratificante! y que le hace a uno ser mejor PERSONA cada día, y que las fuerzas para poder llevarlo a cabo nos las dan ustedes: pacientes y familiares de pacientes, con estos gesto como el que usted acaba de tener con nuestra profesión, así que de nuevo, GRACIAS, MUCHAS GRACIAS por colaborar en que sigamos siendo mejores personas día a día.
Una Enfermera primeriza...
Señor Sampedro, la semana pasada en unas jornadas sobre Atencion Primaria una compañera enfermera puso una reseña de su articulo sobre nuestra profesion y queria darle las gracias pues me senti muy aludida ya que en la estancia que usted describe yo era una de las enfermeras que cuidaba de esa persona tan especial para usted, es mas era la que estaba de guardia el dia que fallecio, que si no recuerdo mal creo que era un domingo de hace bastantes años y para mi en concreto conocerlo personalmente tambien fue una experiencia muy gratificante. Ahora trabajo en otro ambito pero cuando se oyen declaraciones de esta indole es cuando uno cree que la profesion es algo mas que a lo que estamos acostumbrados en estos tiempos tan dificiles.
MUCHAS GRACIAS Señor Sampedro.
Gracias Señor Sampedro, gracias por transmitir lo que es la enfermería… gracias por haber hecho que me mocionara al recordar… por que estudié enfermería? La enfermería se siente... se lleva dentro... y la gente como usted, hacen que ESTO VALGA LA PENA!!!
GRACIAS SEÑOR SANPEDRO,yo soy ENFERMERA,y reconozco a una buena persona de lejos.En estos tiempos en los que dar las gracias és tan difícil usted me recuerda los difíciles comienzos de mis estudios(DEJE A MI MADRE TERMINAL DE CANCER)para que me viera con estudios terminados y no pudo ser...fallecio en Mayo de primer curso...En cada cara de mujer de 45 años enferma la veo a ella y así me consuelo...DOY GRACIAS al médico amigo que descubrió la GRAN ENFERMERA QUE LLEVAVA OCULTA pués no púde elegir mejor profesión-después de 36 años,y con todo lo pasado...cuando me quedan 8 para jubilarme,me dá pena y volvería a empezar para no perderme a personas como usted u otras anónimas que nos agradecen y reconocen nuestra labor sólo con una sonrisa ó nos cogen la mano cuando tienen miedo...."--QUE DIOS LE BENDIGA MUCHOS AÑOS Y NOS DELEITE CON SUS LIBROS--GRACIAS SEÑOR SPEDRO-- buena amiga
Gracias Señor Sanpedro por sus libros. Soy médico y estoy de acuerdo con usted que las enfermeras y enfermeros son muchisimos que meros técnicos
Señor Sampedro:en los libros suyos que he leido he visto reflejada su gran humanidad, ahora con este articulo, me convenzo de que es un gran hombre, no hay muchas personas que valoren el trabajo de la enfermería, por suerte cada vez son más.
A lo largo de mis 38 años de profesión he estado también en situacines como la que usted relata, y han sido no solo compañeras mías, sino incondicionales con mi marido y mis hijos en momentos muy duros...
Gracias , de corazón, sus palabras animan a seguir siempre adelante
Muchisimas gracias por ese reconocimiento,con eso nos damos una inyeccion de ánimo y nos sentimos valoradas para seguir con nuestra labor,la Enfermeria es algo mas que tecnicas y tareas,recuerdo mis comienzos y me emociono.gracias de nuevo
Me alegra que personajes de esta categoría personal y profesional miren, admiren y hagan público estas vivencias ligadas a las profesionales enfermeras, en un momento en que se cuestiona y se recorta todo lo público.
Agradecer que he llegado a ello por el trabajo de una estudiante de primero de enfermería a las que desde las escuelas educamos en el compromiso personal y profesional.
Esperamos seguir así y que los recortes no nos lleven al desmantelamiento de la sanidad pública y con ella a una visión de los profesionales como meros ejecutores de técnicas y procesos mercantilistas.
Gracias por sus palabras alentadores!
Carmina
MUCHAS GRACIAS POR VIVIR EN CONCIENCIA, PUES TU ENERGIA HACE CRECER LA DE TODOS. MERCY
Es lo más bonito que he escuchado en tiempo. Son éstas cosas las que merecen la pena y te hacen sentirte orgullosa de ser enfermera. Gracias
Gracias por hacer ver q una palabra amable puede cambiar algunas situaciones difíciles
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