Nuevo Sistema para el levantamiento de los soldados heridos en batalla
Inventado por el Doctor militar Nicasio Landa y Álvarez de Carvallo
Foto 1 mandil de socorro inventado por el doctor Nicasio Landa. Fotografía de Panorama Universal. El Mundo Militar. Año VII. Número 289. Páginas 2, 21 de mayo de 1865
De acuerdo con la Conferencia Internacional de Ginebra de 1863, la Cruz Roja Española se fundó el 6 de julio de 1864 mediante una Real Orden de la Reina Isabel II. Bajo los auspicios de la Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén fue declarada Sociedad de Utilidad Pública.
La fundación de la delegación de la Cruz Roja Internacional y posteriormente de la Cruz Roja Española corrió a cargo del médico militar Nicasio Landa, junto con Joaquín Agulló, conde de Ripalda. Nicasio Landa fue conocido como el “Henry Dunant español”. Nacido en Pamplona y médico de profesión, Landa jugó un papel destacado en la lucha contra la epidemia de cólera que asoló España entre los años 1854 y 1855. Además de médico cirujano, fue un gran estratega de sanidad militar e inventor del denominado “Mandil Landa” o “Mandil de socorro”, una especie de camilla formada por un lienzo, una vara de madera y unas correas que permitía trasladar a los soldados heridos con más agilidad, lo que supuso un gran avance para la época en el traslado de los soldados heridos. Posteriormente, el “Mandil Landa” fue utilizado por todas las sedes de la Cruz Roja en el mundo.
El ilustrado facultativo militar que, con tanto celo como acierto, dejó oír su voz en la Conferencia Internacional de Ginebra para investigar los medios de auxiliar a la administración militar en el socorro de los soldados heridos en campaña, ha tenido la atención de remitirnos el folleto que acaba de publicar en Pamplona, para dar a conocer el nuevo sistema inventado por él para el levantamiento de los soldados heridos en el campo de batalla.
Infatigable en el estudio, y poseído de un amor a la humanidad que le hace digno del sagrado magisterio que ejerce, ha probado que no hay obstáculos que no venzan una voluntad perseverante y una inteligencia clara, y fija su atención en el punto más defectuoso que existía al tratar de socorrer al infeliz soldado que tenía la desgracias de caer herido; ha logrado, a nuestro parecer, idear un medio cómodo y pronto de alzarle del sitio peligroso en que le deja innoble la bala enemiga o el acero del contrario.
En las sesiones de aquella conferencia internacional, debida a otro folleto que se hizo célebre por su elocuente estilo y objeto altamente caritativo, y en el que estuvo feliz H. Dunant al titularle Recuerdo de Solferino, se fijó, como no podía menos, que desde el instante que el soldado cae herido, es un objeto sagrado que todos deben respetar, y a quien la nación a que pertenece debe socorrer prontamente por decoro propio, y hasta por conveniencia e interés político.
Pero si ene general debe tenderse una mano bienhechora a cuantos tienen la desgracia de quedar fuera de combate, con más urgencia, como dice el señor Landa, debe acudirse a socorrer la triste situación del que yace en la tierra, que riega su sangre, expuesto a los mil y mil horrores que con tan acertados colores pintó el iniciador de la conferencia.
Si la humanidad y la patria han de prestar eficaz auxilio al soldado herido, preciso es que se apresuren a alzarle del campo de batalla para llevarle a la ambulancia más cercana, para que allí la ciencia pueda restañar sus heridas y calmar su dolor.
Si esta es una verdad y un deber tan imprescindible, el señor Landa nota, qué a pesar de eso, la organización de este servicio deja algo que desear, tanto para los militares, como para los que se desvelan por el bien de la humanidad; mal que no es sólo peculiar de España, sino del que se lamentan también hombres tan autorizados como M. Legonest, que en una obra reciente, en que reúne la gran práctica de los médicos militares en las dos últimas guerras en que han tomado parte el ejército francés, consigna su opinión diciendo: que el levantamiento de los soldados heridos en el campo de batalla y su transporte a la ambulancia, es la parte más defectuosa del servicio sanitario de campaña, sabiendo cuantos médicos han asistido a los combates, que los soldados heridos sólo cuentan con el socorro de sus camaradas, que los llevan penosamente, cargando con ellos a las espaldas, en brazos o llevándoles sobre fusiles en un capote o una capa, de lo que, como consiguiente, resultan inconvenientes bien conocidos.
Foto 2 En la Guerra Carlista se utilizó por primera vez el “Mandil Landa”, según se recoge en la foto de la época, donde aparece su creador, el doctor militar Nicasio Landa
Extraño parecerá que cuando se ha perfeccionado tanto el material sanitario de transporte, lo mismo en Inglaterra que en Alemania, en Prusia qué en Francia, y en España como en América, se halle tan atrasado el primer medio que debiera haberse mejorado; pero el señor Landa explica esta aparente contradicción diciendo: que el problema del levantamiento de los soldados heridos tiene que satisfacer dos necesidades hasta cierto punto inconciliables, cuales son, conciliar la mayor comodidad con que deba ser conducido el soldado herido, y la rapidez con que debe ser transportado, y por lo tanto, es difícil hallar un aparato que llene estas condiciones, pues cuanto se gane en comodidad se perderá en rapidez, y cuanto más solido sea, menos ligero será.
Para conciliar estos inconvenientes, piensa este entendido profesor que es necesario dividirle en dos partes, como naturalmente lo está por la esencia misma de las operaciones que hay que practicar, y considerar como cosas diversas el levantamiento de los soldados heridos, y la retirada o alejamiento del campo de batalla, comprendiendo en el primer hecho su transporte desde el sitio o línea de combate a la ambulancia, y en el segundo su traslación de éste al hospital de sangre.
Hecha ya esta división, las exigencias de ambas operaciones son distintas, pues en el primer caso la rapidez será la condición sine qua non, y en el segundo la comodidad. Sentado este principio, los aparatos que se empleen para el levantamiento serán ligeros, para que no se necesiten hombres destinados a llevarlos exprofeso, mientras que en los que se usen para el transporte pueden utilizarse los más complicados, entrando en su formación hombres y caballerías.
Bajo este supuesto, los medios que hoy se emplean no son a propósito para levantar los heridos, pues ni los carruajes ni las artolas pueden llegar a la línea de combate, y las camillas sólo pueden socorrer a unos pocos.
Para probar esta conclusión, dice el señor Landa, con el recto criterio que le caracteriza, hasta calcular el número de camillas que se necesitan en las grandes batallas de nuestros días, donde se acrecienta el número de soldados heridos en proporción de las masas combatientes que juegan en ella, el alcance de los proyectiles, y el empleo de la bayoneta.
Según Vaidy, un ejército de 100.000 hombres, tendrá por lo menos 12.000 soldados heridos en una batalla afortunada, calculando Bertherand la pérdida de una quinta parte de la fuerza, y aún hasta la cuarta, como sucedió al general federal Sedwigch, que en la batalla de Chancellorsville, en las alturas de Fredericksburgo, perdió entre 5.000 a 20.000 hombres con que las asaltara.
Ateniéndonos, añade, al computo más favorable, resulta que habrían de llevarse 12.000 camillas, que necesitarían para su transporte a 24.000 hombres; pero aún suponiendo que cada camilla pudiera transportar sucesivamente a tres heridos, tendríamos 4.000 camillas y 8.000 hombres, con más de 2.000 para cubrir las bajas naturales.
De todo lo cual resulta, que en un ejército de 100.000 hombres se necesitan 10.000 camilleros desarmados para transportar a los soldados heridos que resulten de la lucha, o de lo contrario, quedarán en el campo de batalla las tres cuartas partes de los soldados heridos. Cosa harto triste en verdad para el que tenga un corazón sensible, y funesta bajo todos los conceptos.
Pasando a ocuparse de los demás medios que se usan para levantar a los soldados heridos, no halla en las lanzas, fusiles, mochilas, capotes o camisas de lienzo, las condiciones de prontitud que se necesitan, cuando el cuadro de batallón se forma en veinte minutos, y reflexionando sobre el medio más adecuado de lograr el máximun de velocidad, sin que ni un hombre se halle empleado especialmente en el transporte, ideó el que hoy representamos en otro lugar de este artículo y se lo debemos a la bondad de su inventor.
Foto 3 Soldados levantando a un herido del campo de batalla, según el método inventado por el doctor Nicasio Landa. Fotografía de Panorama Universal. El Mundo Militar. Año VII. Número 289. Páginas 4, 21 de mayo de 1865
Partiendo del principio de que el más rápido de retirar a los soldados heridos es llevarlos en brazos; cogiendo dos compañeros al soldado herido, uno por debajo d ellos brazos y el otro por las piernas, el “Mandil de socorro” del doctor Nicasio Landa, adopta este impulso natural, disminuyendo la molestia del paciente, aliviando la carga a los conductores y evitando se aparten de las filas más que los dos que necesariamente le han de llevar.
Redúcese, a un cuadrilongo de lienzo fuerte o de lona, de 62 centímetros de ancho por 110 de largo; por la parte superior se prolonga en dos piernas triangulares de 90 centímetros de largo, qué cruzando desde los hombros sobre la espalada del portador, se atan entre sí por medio de una hebilla sobre la cintura, cayendo el cuadrilongo por delante a modo de mandil hasta media pierna. En su lado o borde superior hay un jaretón por donde ha de pasar una vara resistente de 90 centímetros de longitud, y cuando el otro portador colocado delante y de espaldas al primero, toma con ambas manos extendidas hacia atrás los dos extremos de la vara, queda formando un plano inclinado de lienzo, semejante a una silla, donde puede echarse el soldado herido apoyando la cabeza en el pecho del primer conductor y dejando colgar las piernas por entre los brazos y cuerpo del segundo, quedando libres las dos manos de éste; porque una correa que cruza por detrás de su cuello y debajo de los dos brazos, sujeta los extremos de la vara en los anillos que terminan sus dos puntas.
Foto 4 Enfermeros voluntarios suizos de la Cruz roja después de la batalla de Solferino por la unificación italiana. Grabado de 1863
Este aparato, que pesa una libra sin el palo y la correa, en nada estorba al que la lleva, y pudiendo hasta hacer uso de sus armas cuando no conduce soldados heridos, y aún en este caso puede llevar el fusil o carabina colgada del hombro. La ligereza con que se arma es grande, pues el movimiento de pasar la vara por el jaretón es tan instantáneo como el de envainar un sable, y la conducción no es fatigosa para los que llevan al soldado herido, ni este va molesto, ni corre riesgo alguno, pues, aunque vaya desmayado no puede caerse, por sujetarle los brazos del primer conductor. Las fracturas de los miembros inferiores, son las únicas que pudieran agravarse por la posición del herido; pero esto se evita aplicando las gotieras de hoja de lata en plano inclinado que usan los sanitarios austriacos.
Como fácilmente puede comprenderse, el aparato del señor Nicasio Landa no corre riesgo de descomponerse, pues todo lo más que podría suceder sería que se perdiera la vara, y puede sustituirse con el palo para armar la tienda y la carabina del soldado herido; porque aunque también puede perderse la correa, puede pasarse muy bien sin ella. Su precio de 12 reales al por menor, que aún podría ser algo más bajo haciéndose el mandil de bramante grueso tejido en forma de red, da un 95 por 100 de economía sobre las camillas, reduciéndose también su peso y volumen.
Foto 5 Camilleros y sanitarios de la Cruz Roja de 1873
Por último, para que el “Mandil de socorro” de los buenos resultados para lo que ha sido inventado, es preciso que los encargados de levantar a los soldados heridos lo lleven puesto constantemente tan luego como pueda sospecharse que se prepara el combate, pues arrollando la falda a la cintura, para nada les molesta; el mismo soldado que lleve el mandil, llevará también el palo sobre la mochila, que le podrá servir para armar su tienda-saco, y la correa tirante a la cintura.
Cuando haya que levantar a algún soldado herido, el que lleve el mandil se unirá a otro a quien dará la correa y ambos obrarán del modo siguiente: el primer auxiliar pasará la vara por el jaretón, y puesto de rodillas en tierra y con el cuerpo doblado hacia delante, junto a la cabeza del soldado herido, tenderá el mandil por debajo de la espalda de éste, ayudado del segundo, hasta que la cabeza del soldado herido esté junto a la barba y el pliegue de las piernas con los muslos sobre la vara; el segundo auxiliar, con el tirante puesto sobre el cuello de atrás a adelante, se coloca de espaldas al primero, entre las piernas del soldado herido y en cuclillas, y llevando las manos atrás, toma la vara por sus extremos, sujetándolos en los lazos del tirante, mientras el primero toma con ambas manos el borde exterior de cada lado del mandil por la mitad de su longitud; ambos se levantan a un mismo tiempo, dando la voz el primero, y quedan en la posición de firmes, rompiendo después la marcha a la ambulancia al paso ordinario; si los auxiliares llevan armas podrán suspenderlas del hombro, siendo más cómodo para el primero llevarla al revés, o sea con la culata atrás y el cañón al frente, la boca del fusil adelante y el porta-fusil a la espalda.
Tal es el invento de nuestro compatriota don Nicasio Landa, que nos complacemos en dar a conocer, en la seguridad de qué adoptado por la superioridad, marcará un nuevo progreso en el servicio sanitario de nuestro ejército, y probará el adelanto científico en España, de aquella España que en no muy remotos tiempos sirvió de norma a la táctica y organización de los ejércitos europeos.
Foto 6 Camilleros y Sanitarios en la Batalla de Solferino. Óleo de 1862
Bibliografía
Panorama Universal. El Mundo Militar. Año VII. Número 289. Páginas 2 y 3. Domingo día 21 de mayo de 1865
La dama Enfermera. Enfermería y Cruz Roja. Vidas Paralelas. Publicado el día 19 de marzo de 2009
http://enfeps.blogspot.com/2009/03/la-dama-enfermera.html
Orígenes de la Asociación de la Cruz Roja. Publicado el domingo día 22 de diciembre de 2013
http://enfeps.blogspot.com.es/2013/12/origenes-de-la-asociacion-de-la-cruz.html
Carta de Nicasio Landa desde Ginebra a la Asamblea Española de Socorros 1870. Publicado el miércoles día 8 de julio de 2020
https://enfeps.blogspot.com/2020/07/carta-de-nicasio-landa-desde-ginebra-la_8.html
Foto 7 Grabado con camilleros durante la Guerra Carlista, transportando a los soldados heridos.
Agradecimiento
Francisco Glicerio Conde Mora
Enciclopedia Wikipedia
Manuel Solórzano Sánchez. Grado en Enfermería
https://es.wikipedia.org/wiki/Manuel_Sol%C3%B3rzano_S%C3%A1nchez
Día 20 de octubre de 2022, jueves
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La Voz de Enfermería en la Enciclopedia Auñamendi
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Foto 8 Grabado de la Cruz Roja. La caridad en la Guerra, grabado de Gurrola, 1874
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Manuel Solórzano Su Legado Enfermero. Publicado el lunes día 4 de septiembre de 2023
https://enfeps.blogspot.com/2023/09/manuel-solorzano-su-legado-enfermero.html
Noticias de Gipuzkoa domingo 14 de abril de 2024. Mí décimo tercer libro.
Una Gota de Leche para los niños donostiarras
https://www.noticiasdegipuzkoa.eus/donostia/2024/04/14/gota-leche-ninos-donostiarras-8108257.html
Manuel Solórzano: curioso y defensor de su profesión
Manuel Solórzano Sánchez
Graduado en Enfermería. Enfermero Jubilado
Insignia de Oro de la Sociedad Española de Enfermería Oftalmológica 2010. SEEOF
Premio a la Difusión y Comunicación Enfermera del Colegio de Enfermería de Gipuzkoa 2010
Miembro de Enfermería Avanza
Miembro de Eusko Ikaskuntza / Sociedad de Estudios Vascos
Miembro de la Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería
Miembro de la Red Cubana de Historia de la Enfermería
Miembro Consultivo de la Asociación Histórico Filosófica del Cuidado y la Enfermería en México AHFICEN, A.C.
Miembro Supernumerario de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País. (RSBAP)
Académico de número de la Academia de Ciencias de Enfermería de Bizkaia – Bizkaiko Erizaintza Zientzien Akademia. ACEB – BEZA
Comisión de Historia de la Enfermería del Colegio Oficial de Enfermería de Gipuzkoa / Gipuzkoako Erizaintza Elkargo Ofiziala
Insignia de Oro del Colegio Oficial de Enfermería de Gipuzkoa. Años 2019 y 2022
Sello de Correos de Ficción. 21 de julio de 2020 y 31 de diciembre de 2022
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