Foto 1 Cartel original de la Cruz Roja de Howard
Chandler Christy de la Primera Guerra Mundial “¡El espíritu de América!”, año 1917
Primera Guerra Mundial
La Primera Guerra Mundial creó una gran demanda
de enfermeras en todos los países implicados y exigió un enorme esfuerzo a los
profesionales sanitarios del mundo entero. Los países en guerra pronto se
enfrentaron a una carencia extrema de médicos, enfermeras, material sanitario y
demás recursos para un adecuado cuidado de la salud y de los soldados heridos
en combate (1).
Al estallar la guerra, la Cruz Roja Americana
envió unidades de médicos y enfermeras para ayudar a Francia, Austria, Serbia y
Rusia. Cuando Estados Unidos entró en la guerra en abril de 1917, el Servicio
de Enfermeras de la Cruz Roja Americana se convirtió en la reserva del Ejército
y la Marina. Bajo la hábil dirección de Jane Delano, sirvió como organización
de abastecimiento y reclutamiento y equipó a las enfermeras destinadas a los
servicios de ultramar (1).
Se
inscribieron más de 20.000 enfermeras en el servicio militar y como enfermeras
voluntarias. Muchas de estas enfermeras de la Cruz Roja permanecieron en Europa
y Asia después de la guerra para colaborar en los programas de formación de
socorro en los países afectados.
Las
autoridades gubernamentales americanas ordenaron enviar a Francia solamente a
las enfermeras que estuviesen preparadas. Conforme avanzaba la guerra, se fue viendo
que era evidente que el número de enfermeras era insuficiente para atender a la
vez todas las necesidades civiles y militares.
Los
portavoces civiles, así como los médicos hospitalarios recomendaron
encarecidamente que se recortaran drásticamente todos los requisitos de
admisión y graduación en las Escuelas de Enfermeras y que se dejaran de lado
los requisitos legales.
Las
enfermeras Adelaide Nutting, Annie Goodrich y Lillian Wald se reunieron el 24
de junio de 1917 y formaron el “Comité de Enfermeras de Emergencia Nacional”.
El propósito declarado de este comité era desarrollar “los métodos más
apropiados para hacer frente a los problemas actuales en relación con el
cuidado de los enfermos y soldados heridos en los hospitales y en los hogares,
los problemas educativos de las enfermeras y las emergencias extraordinarias
que según vayan surgiendo”. Consejo Nacional de Defensa de los Estados Unidos
de América, 1917 (1).
Las
enfermeras no estaban preparadas para hacer frente a la cantidad de cuidados
que se necesitaban realizar cuando comenzó la Primera Guerra Mundial en 1914,
por lo que tuvieron que transformar radicalmente su forma organizarse, de
seguir unos estudios y de trabajar para adaptarse a las características del
conflicto armado.
En
Europa, las mujeres enfermeras tenían una conciencia de valor social, dando importancia
a su profesión. Apareció una figura importante llamadas enfermeras voluntarias,
o enfermeras VAD (Destacamento de Voluntarios de Ayuda); aquellas que
presentaban un certificado médico y alguna carta de referencia y, después de
pasar una entrevista, empezaban a colaborar y ayudar directamente en los campos
de batalla, atendiendo a los soldados heridos en combate. “No tenían unas
funciones definidas, y era difícil distinguirlas de las enfermeras
profesionales, pero fueron una pieza fundamental dentro de la enfermería en la
Primera Guerra Mundial” (2).
Apareció
el mito de la enfermera gentil y joven, que a menudo era voluntaria y miembro
no entrenada del VAD (Destacamento de Voluntarias de Ayuda), vestida con su
uniforme blanco e inmaculado, era universalmente admirada (4).
Foto
2 Cartel de la Enfermera de la Cruz Roja en la Primera Guerra Mundial,
recibiendo a los soldados heridos con los brazos abiertos, 1914 - 1918
El
trabajo de las enfermeras en la Gran Guerra
La
labor diaria que desempeñaban las enfermeras durante el conflicto bélico fue el
de aplicar los cuidados básicos de enfermería a los soldados heridos que
llegaban a los hospitales; además de proporcionar la alimentación, seguir las
pautas de los cirujanos y generar un espacio lo más cómodo posible para los soldados.
La
Primera Guerra Mundial trajo la aplicación de los últimos avances
científicos a la contienda y un elevado número de nuevos ingenios y armas más
letales hicieron su aparición a lo largo de los cuatro años que duró el
conflicto. Tanques, ametralladoras y gases venenosos de fosfeno y mostaza
causaron heridas a unos niveles desconocidos hasta entonces y los efectos
psicológicos de una contienda tan larga provocaron terribles secuelas en
millones de soldados (3).
Los
cuidados de las enfermeras contribuyeron a la mejora de la salud de los
soldados, a través de la aplicación de medidas de higiene en las intervenciones
sobre las heridas, con la aplicación de nuevos medicamentos, como la Solución
Dakin, en base al ácido bórico diluido, y el hipoclorito de sodio; a paliar el
dolor con clorhídrico de cocaína como anestésico local y cloroformo como
sedante y anestésico general en cirugía. Igualmente, la incorporación de las
transfusiones sanguíneas representó la aplicación de nuevas técnicas de trabajo
que exigía que las enfermeras estuviesen mejor preparadas.
La
Primera Guerra Mundial además trajo la movilización de un importante
número de enfermeras para cubrir todas las necesidades de la contienda, muchas
de ellas voluntarias, que trabajaron tanto en la retaguardia como en los hospitales
de campaña o en tiendas de campañas improvisadas, que se trasladaban según
evolucionaba el frente de batalla. Todo ello significó la necesidad de una
planificación rigurosa, rápida y eficaz, que se tradujo en el aumento
considerable de las vidas salvadas.
La
enfermería británica experimentó grandes cambios en esta época de guerra. El
principal cuerpo de Enfermeras era el Servicio de Enfermería Militar
Imperial de la Reina Alexandra (QAIMNS), fundado en 1902, en la época
de la Guerra de los Bóeres y contaba al inicio de la Guerra con 300 enfermeras;
al finalizar la contienda eran más de 10.000 las enfermeras que formaban parte
del mismo (3 y 4).
Además,
otras organizaciones formadas anteriormente tenían como propósito principal el
cuidado de los miembros de las fuerzas armadas, como por ejemplo el “Cuerpo
de Caballería de Enfermería de Primeros Auxilios” creado en 1907 (4).
Debido
a que el ejército británico se oponía resueltamente a las enfermeras militares,
con excepción de las de QAIMNS, las primeras voluntarias británicas estaban
obligadas a servir con las fuerzas francesas y belgas. Muchas de ellas
pertenecían a familias de la aristocracia o eran sus sirvientas. Las mujeres
poderosas que dirigían grandes familias y grandes propiedades estaban bien
entrenadas en administración y no tuvieron problemas en hacerse cargo de un
hospital militar. Su confianza en sus propias capacidades era impactante (4).
Hacía
falta muchas mujeres y se comenzó a invitar a las mujeres a servir en una
variedad de funciones, entre las que se contaba la enfermería. Miles de jóvenes
de hogares de clase media con poca experiencia en empleo doméstico, sin mucha
educación relevante y en total ignorancia del cuerpo masculino, se ofrecieron
como voluntarias y pronto fueron colocadas en funciones en los hospitales
militares.
Foto
3 Cartel de la Cruz Roja Belga publicado en Gran Bretaña para estimular las
donaciones a esta asociación. En la imagen vemos a una enfermera alada
atendiendo a un soldado herido en el campo de batalla. Belgian Red Cross. Charles
Buchel, Johnson, Riddle & Co., Ltd., 1915
En
muchos casos, no fueron recibidas con amabilidad. Las enfermeras profesionales,
que luchaban por algún tipo de reconocimiento y formación apropiada, temían que
esa enorme invasión de voluntarias no calificadas socavara sus esfuerzos. Las
integrantes del VAD, que estaban muy mal remuneradas, tenían principalmente la
función del aseo doméstico, la limpieza de pisos, el cambio de sábanas y el
vaciado de bacinillas, pero sólo en etapas posteriores de la guerra se les
permitió que cambiaran vendajes o administraran medicamentos (4).
La
Cruz Roja experimentó cambios sustanciales durante estos años de guerra,
fue fundada en Suiza en 1863 por Henry Dunant, y tuvo unos inicios
difíciles, constituyéndose el Comité Internacional de la Cruz Roja como órgano
encargado de dar forma a una institución que pudiera intervenir en los
conflictos bélicos de forma neutral para los bandos contendientes. Durante la Primera
Guerra Mundial la institución experimentó unos cambios sin precedentes. A
finales de 1914 tenía unos 1.200 trabajadores y durante los años siguientes
llegó a contar con más de 3.000 colaboradores, haciéndose más compleja su
organización administrativa: a finales de 1914 se creó la Agencia
Internacional de Prisioneros de Guerra y se fueron fundando servicios
nacionales conforme los países iban incorporándose a la contienda (3).
La
imagen y los uniformes conspicuos de la Cruz Roja eran románticos, pero el
trabajo en sí mismo era agotador, no tenía descanso y en ocasiones resultaba
repugnante. Las relaciones entre las enfermeras profesionales y las asistentes
voluntarias, se reducía a una rígida e inquebrantable disciplina. Los contratos
de las VAD podían modificarse incluso por romper las regulaciones más leves. El
clima de la vida hospitalaria era severo y muchas VAD, tuvieron que enfrentar la
tensión en las relaciones con sus padres y otros familiares. La retaguardia
durante la Gran Guerra estaba muy lejos de los frentes donde en las batallas se
peleaban (4).
“Las Madonnas de Pervyse”
Mairi
Chisholm (1896 - 1981) y Elsie Knocker (1884 - 1978)
Durante
la Primera Guerra Mundial, en el frente belga, dos mujeres emprendieron
una lucha intensa por salvar la vida de miles de soldados heridos y enfermos.
La pasión por las motocicletas, algo poco habitual en mujeres de finales del
siglo XIX, las unió en una aventura que marcaría sus vidas para siempre. La
prensa las recordó como las «Damas de Pervyse», localidad en la que
fijaron su centro de operaciones; fueron condecoradas una y otra vez por
Inglaterra y Bélgica; sus rostros fueron inmortalizados una y otra vez siendo
las mujeres más fotografiadas en el frente de la Gran Guerra. La historia de Elsie
y Mairi, dos mujeres que se enfrentaron a la muerte, al hambre y la
desesperanza de un conflicto que se llevó por delante a miles de almas (5).
El
25 de septiembre de 1914, Elsie Knocker y Mairi Gooden-Chilsom se
embarcaron rumbo a Bélgica, país que había sido ocupado por las tropas alemanas
poco después del inicio de la Primera Guerra Mundial. Una curiosa afición común
las había unido tiempo atrás. Elsie y Mairi eran unas apasionadas de las
motocicletas y se habían conocido en una de las muchas carreras que se
celebraban entre Hampshire y Dorset. Pero más allá de su afición a los
vehículos de dos ruedas, Elsie y Mairi venían de mundos muy distintos. Para
empezar, les alejaba una amplia diferencia de edad Elsie tenía 30 años y Mairi
18.
Foto
4 Elsie Knocker y Mairi Chisholm en 1915
Elsie
Knocker, más tarde baronesa de T'Serclaes, de soltera Elizabeth
Blackall Shapter nació el 29 de julio de 1884 en Exeter, Devon en Inglaterra y
falleció a los 93 años el 26 de abril de 1978 en Ashtead, Surrey en Inglaterra.
Fue la menor de cinco hijos del Doctor Thomas Lewis y Charlotte
Shapter (de soltera Bayly). Durante su infancia adoptó el apodo de “Elsie”.
Quedó huérfana a una edad temprana. Su madre murió cuando ella tenía cuatro
años y su padre murió de tuberculosis dos años después. Posteriormente fue
adoptada por Lewis Edward Upcott, profesor del Marlborough College, y su
esposa Emily, quienes la enviaron a educarse primero en la escuela de
chicas en Saint Nicholas en Folkestone, Kent y en 1903 sus padres adoptivos a
los que llamó siempre tíos la enviaron al Colegio en el exclusivo Château Lutry
en Suiza (5). Con la edad de 12 años Elsie sufría el rechazo de sus compañeras
en el Colegio por ser adoptada.
De
vuelta a Inglaterra y después de formarse en el Children's Hip Hospital de Sevenoaks,
se casó con veinte años con Leslie Duke Knocker el 5 de abril de 1906,
con quien tuvo un hijo, Kenneth Duke, un año después. Su marido trabajaba
en un Banco en Londres y tenía diez años más que ella. Poco tiempo después la
pareja se trasladó a Singapur donde uno de los hermanos de Leslie le había
conseguido un trabajo en la China Mutual Insurance Company. Pero el
matrimonio fracasó y, poco después de divorciarse, comenzó a formarse como partera
en el Hospital Queen Charlotte uno de los hospitales de maternidad más antiguos
de Europa, fundado en Londres en 1739. Dado que al estar divorciada era un
estatus mal visto en la Inglaterra eduardiana, Elsie Knocker inventó el mito de
que su marido había muerto en Java, dejándola viuda (5 y 6).
Sin
embargo, ser divorciada / viuda y madre soltera no permaneció a Elsie Knocker
alejada de sus pasiones. Cuando Elsie conoció a Mairi y al resto de personas
con las que compartiría su vida durante la Primera Guerra Mundial se inventaría
otro pasado haciéndose pasar por una mujer viuda. Ya que ella se consideraba
una mujer independiente gracias a su herencia paterna.
Foto
5 Mairi Chisholm y Elsie Knocker atendiendo a un soldado belga herido en su “Poste
de Secours Anglais” en “Pervyse”, Bélgica. 6 de agosto de1917
Pero
antes de que estallara la Gran Guerra, Elsie empezaría una nueva vida como
partera en el Queen Charlotte’s Hospital de Londres mientras su hijo permanecía
con los Upcotts en Marlborough. En julio de 1913 se reencontró con los suyos y
vivió una de las épocas más felices de su vida. Con parte de la herencia que
había recibido de un tío suyo, Elsie decidió hacer algo poco habitual en una
mujer, se convirtió en una apasionada entusiasta de las motos y se compró una
motocicleta y un sidecar, cumpliendo uno de sus sueños, poder disfrutar de la
velocidad que le permitían estos nuevos artilugios colocando a su pequeño
Kenneth en el asiento del sidecar. Elsie se unió al Gypsy Motor Cycle Club y
exprimió la vida al máximo, hasta que la guerra estalló.
Cuando
conducía su moto llevaba una falda de cuero verde oscuro y un abrigo largo de
cuero abotonado hasta el final con un cinturón “para mantener todo junto”
diseñado por Dunhill. Se gano el nombre de “Gypsy” debido a su amor por la
carretera y su membresía en el Gypsy Motorcycle Club. Poseía varias
motocicletas, incluida una Scott, una Douglas y una Chater-Lea con sidecar que
viajaría con ella al frente occidental (5 y 6).
Cuando
se declaró la Gran Guerra en 1914, Elsie Knocker le escribió a su amiga
y compañera fanática de las motocicletas, Mairi Chisholm, que había “trabajo
por hacer”, y sugirió que fuera a Londres para convertirse en
motociclistas del Cuerpo de Emergencia de Mujeres. Cuando Chisholm fue
elegida para unirse al Cuerpo de Ambulancia Voladora de Héctor Munro,
pudo convencer a Munro de que aceptara a Elsie Knocker también, ya que tenía
cierta formación como enfermera, era una excelente mecánica y chófer y hablaba
francés y alemán. Esto significó que Knocker tuvo que cancelar una “prueba de
confiabilidad rígida para damas” con “muchas curvas cerradas” a lo largo de 120
millas de la campiña de Hampshire y Dorset. El día antes de su embarque,
escribió en su diario: “Mañana por la noche a esta hora estaré en Bélgica, en
medio de todos los terrores de la guerra”.
Foto
6 Elsie Knocker y Mairi Chisholm afuera de su “Poste de
Secours Anglais” en “Pervyse”, Bélgica. Abril de 1917. The Illustrated War
A
primera hora de la tarde del 25 de septiembre de 1914, Elsie Knocker, Mairi
Chisholm y las demás voluntarias, entre las que se encontraban Lady Dorothie
Feilding y May Sinclair siguieron al Doctor Munro por la
pasarela del SS Princess Clementine en Ostende, Flandes Occidental. Mientras
visitaban la ciudad de Nazaret a 12 kilómetros al suroeste de Gante, donde
inicialmente estaba acuartelado el cuerpo de enfermeras, Elsie Knocker fue
testigo de las consecuencias de una masacre cuando se encontró con 26 policías
militares belgas que habían sido fusiladas y mutiladas por los alemanes (6).
A
finales de octubre, el cuerpo de enfermeras se trasladó a Furnes, en la Bélgica
desocupada, cerca de Dunkerque, donde las mujeres trabajaron incansablemente
recogiendo a los soldados heridos a mitad de camino desde el frente y
llevándolos de regreso a su hospital de campaña en la retaguardia. Elsie Knocker
y Mairi Chisholm pronto se dieron cuenta de que podían salvar más vidas
tratando a los soldados heridos directamente en el frente.
En
noviembre, las dos decidieron abandonar el cuerpo de enfermeras y establecer su
propio puesto de avituallamiento cinco millas al este en una ciudad llamada “Pervyse”,
al norte de Ypres, a sólo cien metros de las trincheras. En esta ciudad, en un
sótano vacío al que llamaron “Poste de Secours Anglais”, “Puesto
de primeros auxilios británico”, las dos pasarían los siguientes tres
años y medio ayudando a los soldados heridos en el sector belga. Elsie Knocker
brindó la mayor parte de la atención sanitaria, mientras Mairi Chisholm
transportaba a los soldados heridos, a menudo en condiciones terribles y bajo
fuego enemigo, a una base hospitalaria a 15 millas de distancia en ambulancia
(6).
Foto
7 Knocker y Chisholm posan en las ruinas de una iglesia en Pervyse, Bélgica,
para “Illustrated War News”, el 22 de abril de 1917
Se
vieron obligadas a recaudar sus propios fondos. Con donaciones consiguieron
reforzar el sótano con hormigón y colocar una puerta de acero, suministrada por
Harrods. Gracias a su perseverancia, Elsie Knocker logró que las dos fueran
enviadas oficialmente a la guarnición belga estacionada allí. Equipadas con
cámaras, ambas mujeres se fotografiaron no sólo entre sí, sino también gran
parte del sufrimiento que las rodeaba.
En
enero de 1915, fueron recompensados por su valiente trabajo en el frente cuando
ambas fueron condecoradas por el rey Alberto I de Bélgica con la Orden de
Leopoldo II, Cruz de Caballero (con palma) (6).
En
enero de 1916, Elsie Knocker se volvió a casar con el barón Harold de
T'Serclaes, piloto del Cuerpo de Vuelo Belga y un devoto católico romano.
La recién formada baronesa escribió sobre su matrimonio: “Gran parte de mí se
dedicó a mi trabajo que supongo que me dejé llevar fácilmente por una marea de
glamour y frivolidad bienvenida. Tal vez tenía el deseo de ir a la deriva por
una vez, no de luchar. Era agradable imaginar que todo saldría bien, y después
de quince meses arriesgando mi vida en el frente, el matrimonio parecía un
riesgo comparativamente pequeño. Quería que alguien me quitara parte de la
carga de encima y pensé que bueno “Sería para Kenneth” tener un padre. Después
de una luna de miel relámpago, casi no nos volvimos a ver. Yo estaba demasiado
ocupada en Pervyse y mi marido tuvo que regresar a su escuadrón” (6).
Entre
1916 a 1918 Elsie Knocker y Mairi Chisholm participaron en
múltiples rescates en el campo de batalla, incluso llevando a los hombres
caídos y heridos sobre sus espaldas a su puesto de primeros auxilios. Después
de que ella y Mairi Chisholm rescataran a un piloto alemán herido en “Tierra de
Nadie”, ambas mujeres recibieron la Medalla Militar Británica y fueron
nombradas Oficiales de la Más Venerable Orden de San Juan de Jerusalén.
Foto
8 Elsie Knocker y Mairi Chisholm con su ambulancia de la Wolseley Red Cross. National
Portrait Gallery, London
La
voluntaria del cuerpo May Sinclair dijo de Elsie Knocker: “Tenía una
inclinación irresistible hacia el mayor peligro posible”. A medida que se
corrió la voz de sus hazañas, comenzó a recibir visitas de periodistas,
fotógrafos y personalidades importantes, convirtiéndose en una de las mujeres
más fotografiadas de la guerra. Ambas mujeres fueron gaseadas durante la
ofensiva alemana en marzo de 1918 y tuvieron que regresar a casa. Ambas
presenciaron el resto de la guerra en Gran Bretaña como miembros de la recién
formada Royal Air Force femenina (6).
En
1919, el matrimonio de Knocker con el barón se había desmoronado cuando tanto
él como la Iglesia Católica Romana descubrieron la verdad sobre su matrimonio
anterior. Para Mairi Chisholm, este engaño acabó con su amistad. Las dos apenas
volvieron a hablar. Como parte del acuerdo, a Elsie Knocker se le permitió
seguir siendo baronesa sólo de nombre.
En
1939, al estallar la Segunda Guerra Mundial, la baronesa se unió a la Fuerza
Aérea Auxiliar Femenina (WAAF) como aviadora de segunda clase, convirtiéndose
en oficial en febrero de 1940. Trabajando con el Comando de Cazas de la RAF,
ascendió al rango de Oficial de escuadrón en marzo de 1942.
La
tragedia ocurrió el 3 de julio de 1942 con la muerte de su hijo, el comandante
de ala Kenneth Duke Knocker, que murió cuando su avión fue derribado
sobre Groningen. Dejó la RAF en octubre de 1942, tras la muerte de su hijo y
porque necesitaba cuidar de su anciano padre adoptivo.
Después
de la Segunda Guerra Mundial, la baronesa participó en la recaudación de fondos
para la Asociación RAF y el Fondo Benevolente.
Vivió
en Earl Haig Homesen Park Lane, Ashtead, Surrey, aproximadamente desde 1926
hasta su muerte. Allí tenía una casa unifamiliar en las afueras de la finca, a
la que se llegaba por un tramo de escaleras desde Park Lane, y llamada
'Pervyse'.
El
26 de abril de 1978 moría, a los 93 años, de neumonía y demencia
senil. Ella no se volvió a casar nunca más.
Mairi
Lambert Gooden Chisholm, nació el 26 de febrero de 1896 en Escocia
y falleció el 22 de agosto de 1981 a los 85 años en Perth, Escocia, conocida
como Mairi Chisholm, fue una enfermera y conductora de ambulancia escocesa en
la Primera Guerra Mundial. Era hija del capitán Roderick Gooden-Chisholm,
jefe del Clan Chisholm, un clan escocés de las Tierras Altas y de Margaret
Fraser. La infancia de Mairi estuvo llena de alegría y ciertos lujos como
bicicletas y caballos para ella y su querido hermano, Ualiean. Su
familia era rica de forma independiente y poseía una plantación en Trinidad.
Cuando cumplió los cuatro años se trasladó a vivir con su familia a Dorset. En
esta ciudad Mairi y Ualiean fueron educados por una gobernanta hasta que fueron
enviados a la escuela. En 1906, la familia creció con la llegada de la pequeña Lucy
y un año después Mairi empezaba sus estudios en Redmoor y después al Saint
Katharine’s School (5 y 7).
Cuando
Mairi se reencontró con su hermano unos años después, lejos de divertirse con
entretenimientos dignos de una señorita, ambos disfrutaban de actividades
masculinas, entre ellas, hurgar en las tripas de una motocicleta. Mientras que
a su padre no le importaba que Mairi se dedicara a montar aquellos cacharros,
su madre se desesperaba creyendo que su hija iba a arruinar su futuro.
Foto
9 Elsie Knocker y Mairi Chisholm, enfermeras condecoradas, 1914
Uailean,
propietario de una motocicleta Royal Enfield de 425 cc, competía en rallyes y
en las pruebas de velocidad de Bournemouth. Por aquella época, y en contra de
los deseos de su esposa, su padre le compró una motocicleta Douglas. Mairi
Chisholm pasó muchas horas en los establos familiares desmontando las motocicletas
y reparándolas. Tenía sólo 18 años cuando, mientras recorría las calles de Hampshirey
en Dorset, conoció a Elsie Knocker, de treinta años, divorciada y madre
de un hijo pequeño. Se hicieron amigas rápidamente y pronto comenzaron a
competir juntas en pruebas de motocicletas y sidecars.
Pero
la felicidad de Mairi junto a su hermano Uailean también terminó pronto. Sus
padres hacía poco que habían comprado una hacienda en Trinidad y se trasladaron
allí a vivir con la pequeña Lucy reclamando también la presencia de su hijo (5
y 7).
En
el otoño de 1913, Mairi había conocido a una mujer a la que se la conocía como
la «gitana», que disputaba carreras de motos. Era Elsie Knocker. Así que cuando
la guerra estalló, hacía muy poco tiempo que ambas se habían conocido. Pero su
amistad, fundada en la pasión por las motos, había arraigado con fuerza y así
permanecería durante la dura etapa de la Gran Guerra.
Cuando
se declaró la guerra en 1914, Elsie Knocker le escribió unas palabras a Mairi Chisholm
que cambiaría su vida para siempre: que había “hay trabajo por hacer” y
sugirió que fuera a Londres para unirse al convertirse en la Women’s
Emergency Corps que había fundado Evelina Haverfield junto con otras
mujeres sufragistas. Mairi Chisholm viajó en moto desde Dorset hasta Londres.
Foto
10 Elsie y Mairie en Londres trabajando como mensajeras en moto. National
Portrait Gallery, London
Aunque
su padre apoyó su deseo de ir a la guerra, la madre de Mairi se opuso
totalmente, negándose incluso a dejarle a su hija una maleta para empacar sus
cosas. Pero la joven se escapó y partió en su motocicleta, recorriendo todo el
camino desde Dorset a Londres, una distancia de aproximadamente 100 millas,
donde se encontró con Elsie (8).
Foto
11 Elsie y Mairi con el gato Chink, en el exterior del puesto de socorro en
Pervyse, 1917. National Portrait Gallery, London
Fue
mientras conducía su motocicleta haciendo de mensajera cuando la observó el médico
británico Héctor Munro y la invitó a unirse al Flying Ambulance Corps,
una unidad que se estaba preparando para cuidar y tratar a los soldados heridos
en el frente belga. El médico lo describe en una entrevista de junio de 1976: “Munro
quedó profundamente impresionado por mi capacidad para montar en moto y me
invitó a pertenecer al Cuerpo de Emergencia de Mujeres y le dijo: “¿Te gustaría
ir a Flandes?” y le contesté, “Sí, me encantaría” (7).
Mairi
no se lo pensó dos veces y también incorporó a Elsie en el proyecto, quien,
además de ser una consumada motociclista, también era enfermera y mecánica y
hablaba francés y alemán (8). El 25 de septiembre de 1914, Elsie y Mairi se
embarcaron en un barco rumbo a Bélgica. Junto a ellas y el doctor Munro
viajaban otras voluntarias como Dorothie Feilding y May Sinclair,
llegando a Ostende en Flandes Occidental (8). Inicialmente acuarteladas en Gante,
la unidad se trasladó a Veurne a finales de octubre, donde las mujeres
trabajaron incansablemente, recogiendo a los soldados heridos a medio camino
del frente y transportándolos en ambulancias de regreso a su hospital de
campaña en la retaguardia. Una vez que se acabaron las camas, los soldados heridos
quedaron tendidos en el suelo o apoyados contra la pared. A medida que los
muertos se acumulaban, les dijeron a las dos enfermeras que los llevaran a la
morgue (7).
Foto
12 Elsie Knocker y Mairi Chisholm con su ambulancia de la Wolseley Red Cross. National
Portrait Gallery, London
En
agosto de 1914, la aldea agrícola de Pervyse estaba en primera línea y
fue atacada con dureza, dejándola completamente destruida. Casi todos los
habitantes abandonaron la aldea, y los demasiado tercos para no escapar, no
sobrevivieron mucho. En los cuatro años que duró la guerra las únicas personas
que habitaron en el pueblo fueron los soldados belgas, y dos mujeres
británicas: Mairi Chisholm y Elsie Knocker. Dirigieron su propio
puesto de primeros auxilios en Pervyse, sobreviviendo a intensos bombardeos,
disparos de francotiradores y ataques con gas (9).
Mairi
Chisholm escribió en su diario en 1914: “Nadie puede entenderlo, a menos que
haya visto las filas de hombres muertos dispuestos. Se ven hombres con las
mandíbulas arrancadas y los brazos y piernas mutilados” (7).
«Uno
ve las escenas más horribles imaginables, hombres con las mandíbulas
desgarradas, brazos y piernas mutilados, y cuando entras en la habitación una
se horroriza por el sufrimiento, que es espantoso. Nunca hubiera podido creer
que tendría que soportar todo esto» (9).
Foto
13 Elsie Knocker, Mairi Chisholm y Joseph, un soldado
belga, trabajando en su pequeño huerto en la trasera del puesto de socorro en
Pervyse, 1917. National Portrait Gallery, London
“Había
tantos cadáveres, muertos, moribundos, con heridas leves o conmocionantes,
tirados en el suelo, que era difícil caminar sin pisarlos”. «Dos niños
pequeños con una carretilla de mano llevaron a los muertos al vertedero. Cuando
nuestras ambulancias llegaban con una carga nueva, teníamos que ponernos manos
a la obra apartando a los muertos para dejar espacio a los vivos» (9).
Mairi
Chisholm y Elsie Knocker pronto llegaron a la conclusión de que podrían salvar muchas
más vidas tratando a los soldados heridos directamente en el campo de batalla.
En
noviembre, decidieron abandonar el cuerpo del Doctor Héctor Munro y decidieron
establecer su propio puesto de avituallamiento a ocho kilómetros al este, en
una ciudad llamada Pervyse, al norte de Ypres, a sólo cien metros de las trincheras.
Aquí, en un sótano vacío al que llamaron el “Poste de Secours Anglais” o
el “Puesto Británico de Primeros Auxilios”; las dos pasarían los
siguientes tres años y medio atendiendo a los soldados heridos (7).
Durante
los siguientes tres años y medio, ayudaron a los soldados heridos; Elsie se
centró en brindar atención sanitaria como enfermera y junto con su compañera
transportaban a los heridos a un hospital a 24 kilómetros de distancia, a
menudo en condiciones terribles y normalmente bajo fuego enemigo (8).
Foto
14 Mairi Chisholm en Pervyse con soldados belgas, cargando a un soldado herido
en una de las ambulacias de la Wolseley Red Cross,
1917. National Portrait Gallery, London
Como
dejaron el Cuerpo de Ambulancias, la pareja, conocida como “Las Madonnas de
Pervyse”, ya no estaban afiliadas a la Cruz Roja Belga trabajando completamente
como agentes libres y tuvieron que apoyar su trabajo, recaudando sus propios
fondos para financiar su puesto de primeros auxilios (8). El puesto de Pervyse
no estaba vinculado a ninguna organización internacional por lo que fueron
ellas mismas las que tuvieron que buscar los recursos necesarios. En varias
ocasiones viajaron a Inglaterra donde daban conferencias explicando su labor en
el frente y recogiendo todo tipo de donativos en dinero y especies para poder
no sólo curar, sino también vestir y alimentar a los soldados heridos y
enfermos.
Foto
15 Elsie Knocker, Mairi Chisholm, las heroínas de Pervyse, en el magazine “Home
Chat” del 11 de abril de 1918
Con
las donaciones que consiguieron, les permitieron reforzar el sótano donde
trabajaban con los soldados heridos con hormigón y colocaron una puerta de
acero (8). Gracias a su perseverancia, Elsie Knocker consiguió que las dos
fueran enviadas oficialmente a la guarnición belga estacionada allí (7).
Elsie
y Mairi hicieron una labor inmensa en el frente de batalla, pero también
tuvieron tiempo para pasarlo bien organizando veladas con los soldados y
fotografiando el que se había convertido en su mundo. Un mundo al que llegaron
infinidad de periodistas que querían retratar y conocer a las que fueron
bautizadas como las «Damas de Pervyse» o los «Ángeles de Pervyse».
Además de ser las mujeres más inmortalizadas en el frente durante la Primera
Guerra Mundial, fueron también de las más condecoradas (5 y 7).
En
enero de 1915, ambas fueron condecorados por el rey Alberto I de Bélgica con la
Orden de Leopoldo II, Cruz de Caballero (con palma), en reconocimiento a su
valentía en el frente (7 y 8).
También
recibieron la Medalla Militar Británica y ambas fueron nombradas Oficiales de
la Muy Venerable Orden de San Juan de Jerusalén. Mairi Chisholm también fue
condecorada con la Medalla Reina Isabel de Bélgica y las medallas de la campaña
británica, incluida la Estrella de 1914.
En
1916, Mairi Chisholm se comprometió con un piloto de la Royal Naval Air llamado
Jack Petrie, quien murió un año después durante una práctica de vuelo. Su
trabajo abarcaba a atender a todos los soldados heridos, sin importar de qué
lado estuvieran (8).
Foto
16 Elsie Knocker y Mairi Chisholm con su ambulancia de la Wolseley Red Cross.
National Portrait Gallery, London
Fue
el rescate de un piloto alemán herido en tierra de nadie lo que le valió a
Elsie y Mairi la Medalla Militar en 1917. Mairi recibió la Estrella de 1914 en
1917, y ambas mujeres fueron nombradas Oficiales de la Muy Venerable Orden de
San Juan de Jerusalén en 1918.
En
1918, ambas mujeres se vieron gravemente afectadas por un bombardeo masivo y ataques
con gases en su improvisado hospital de campaña. Chisholm se recuperó lo
suficiente como para regresar al frente, antes de verse obligada a abandonar su
puesto apenas unos meses antes del final de la guerra. Regresó a Gran Bretaña,
donde tanto ella como Elsie Knocker presenciaron el resto de la guerra como
miembros de la recién formada Royal Air Force femenina (7).
Foto
17 Mairi Chisholm y Elsie Knocker afuera de su “Poste de Secours Anglais” en
“Pervyse”, Bélgica. Imperial War Museum
Tras
el final de la guerra, las dos enfermeras continuaron siendo homenajeadas por
el público y la prensa. Finalmente, tomaron caminos separados cuando Mairi Chisholm
descubrió la verdad sobre el divorcio de Knocker de su primer marido. Las dos
apenas se volvieron a hablar. La guerra había pasado factura a la salud de
Chisholm. Había sido envenenada, contrajo septicemia y tenía el corazón débil. Sin
embargo, siguió viviendo su vida a un ritmo rápido. Después de su breve paso
por el WRAF, se dedicó al automovilismo. En una ocasión, estaba programada para
participar en una carrera en Brooklands, pero tuvo que retirarse debido a un
desmayo la noche anterior.
Por
consejo de los médicos, Mairi Chisholm regresó a Nairn, donde se esperaba que
llevaría una vida más tranquila. Allí se convirtió en una exitosa criadora de
aves de corral con su amiga de la infancia, May Davidson, en la finca de la
familia Davidson. En la década de 1930 trasladaron su negocio a Jersey.
Su
último traslado fue a Cnoc an Fhurain, Rhugarbh, Barcaldine, Argyll, donde
ella, May, “Bird” Partridge y “John” Johnstone, dirigieron una granja avícola
durante décadas. En sus últimos años pasó mucho tiempo correspondiendo con la
Sociedad Clan Chisholm, que se fundó en 1972. Mairi Chisholm murió el 22
de agosto de 1981 de cáncer de pulmón, a los 85 años, en el Hospital de
Perth (7).
Ella,
junto con su amiga Elsie Knocker, ganó numerosas medallas por su valentía y por
salvar las vidas de miles de soldados en el Frente Occidental en Bélgica.
Apodadas “Las Madonnas de Pervyse” por la prensa, las dos estaban entre
las mujeres más fotografiadas de la Gran Guerra (7).
Foto
18 Las enfermeras Elsie Knocker y Mairi Chisholm afuera de su puesto de ayuda
con sacos de arena en Pervyse, Bélgica. Fotografía de Ernest Brooks coloreada. Julio
de 1917. Imperial War Museum
Bibliografía
1.-
Primera Guerra Mundial. Historia de la Enfermería. M. Patricia Donahue.
Ediciones Mosby. Páginas 397 – 398
2.-
La enfermería en la Gran Guerra: las novedades del frente.
https://www.enfermeria21.com/diario-dicen/la-enfermeria-en-la-gran-guerra-las-novedades-del-frente-ddimport-055072/
3.-
La enfermería en la I Guerra Mundial
https://diarioenfermero.es/la-enfermeria-en-la-guerra-mundial/
4.-
Las batallas que enfrentaron las enfermeras de la Primera Guerra Mundial
https://www.bbc.com/mundo/noticias/2014/04/140404_primera_guerra_mundial_enfermeras_finde_men
5.-
Las damas de Pervyse, Elsie Knocker (1884 - 1978) y Mairi Chisholm (1896 - 1981).
Sandra Ferrer Valero. Este artículo se publicó en el blog Mujeres en la
Historia de Sandra Ferrer Valero el 7 de julio de 2017.
https://www.mujeresenlahistoria.com/
6.-
Elsie Knocker. Wikipedia
https://en-m-wikipedia-org.translate.goog/wiki/Elsie_Knocker?_x_tr_sl=en&_x_tr_tl=es&_x_tr_hl=es&_x_tr_pto=sc
7.-
Mairi Chisholm. Wikipedia
https://en-m-wikipedia-org.translate.goog/wiki/Mairi_Chisholm?_x_tr_sl=en&_x_tr_tl=es&_x_tr_hl=es&_x_tr_pto=sc
8.-
Medallas Militares - Elsie Knocker y Mairi Chisholm
https://www-joyvspicer-com.translate.goog/joy-blog/2021/3/28/history-military-medal-recipients-elsie-knocker-and-mairi-chisholm?_x_tr_sl=en&_x_tr_tl=es&_x_tr_hl=es&_x_tr_pto=sc
9.-
Elsie y Mairi
https://virginiagasull.com/nicole/index.php/2019/05/29/elsie-y-mairi/
Foto
19 Las enfermeras Mairi Chisholm y Elsie Knocker, les encantaban las
motocicletas y fueron pioneras en la atención sanitaria en primera línea. En la
foto conducen un sidecar en Pervyse, el 7 de septiembre de 1917
Enciclopedia Wikipedia
Manuel Solórzano Sánchez. Grado en Enfermería
https://es.wikipedia.org/wiki/Manuel_Sol%C3%B3rzano_S%C3%A1nchez
Día 20 de
octubre de 2022, jueves
Manuel Solórzano Sánchez. Entziklopedia en Euskera
https://eu.wikipedia.org/wiki/Manuel_Sol%C3%B3rzano_S%C3%A1nchez#Ibilbidea
Día 27 de octubre de 2022, jueves
El legado del enfermero Manuel Solórzano. Antton Iparraguirre. Artículo del Diario Vasco de San Sebastián. Lunes, 7
de agosto de 2023
https://www.diariovasco.com/gipuzkoa/historia/legado-enfermero-manuel-solorzano-enfermeria-gipuzkoa-donostia-blog-manuel-solorzano-20230807210304-nt.html
Manuel
Solórzano Su Legado Enfermero. Publicado el lunes día
4 de septiembre de 2023
https://enfeps.blogspot.com/2023/09/manuel-solorzano-su-legado-enfermero.html
Manuel
Solórzano Sánchez
Graduado en Enfermería. Enfermero Jubilado
Insignia de Oro de la Sociedad
Española de Enfermería Oftalmológica 2010. SEEOF
Premio a la Difusión y
Comunicación Enfermera del
Colegio de Enfermería de Gipuzkoa 2010
Miembro de Enfermería Avanza
Miembro de Eusko Ikaskuntza / Sociedad de
Estudios Vascos
Miembro de la Red Iberoamericana de Historia de
la Enfermería
Miembro de la Red Cubana de Historia de la
Enfermería
Miembro Consultivo de la Asociación Histórico
Filosófica del Cuidado y la Enfermería en México AHFICEN, A.C.
Miembro no numerario de la Real Sociedad
Bascongada de los Amigos del País. (RSBAP)
Académico de número de
la Academia de Ciencias de Enfermería de Bizkaia – Bizkaiko Erizaintza Zientzien Akademia. ACEB – BEZA
Comisión
de Historia de la Enfermería del Colegio Oficial de Enfermería de Gipuzkoa /
Gipuzkoako Erizaintza Elkargo Ofiziala
Insignia de Oro del Colegio Oficial de
Enfermería de Gipuzkoa. Años 2019 y 2022
Sello de Correos de Ficción. 21 de julio de 2020
Sello de Correos. 31 de diciembre de 2022
masolorzano@telefonica.net