miércoles, 28 de diciembre de 2022

RAMÓN AZCUE E IRIBAR

 

Médico nacido en Orio (Gipuzkoa) el 18 de enero de 1841

 

Foto 1 Retrato de don Ramón Azcue e Iribar, 1917

 

Cincuenta años de vida profesional, cumplirá en el próximo mes de junio, nuestro compañero y amigo, el médico titular de la villa de Tolosa, don Ramón Azcue e Iribar. Por ley de edad es el decano de los médicos que ejercemos en Gipuzkoa y debido a su fuerte naturaleza, conserva íntegras, todas sus facultades físicas e intelectuales y a los 76 años de edad (1917), todavía visita a su numerosa y distinguida clientela (1).

 

Nació en la villa de Orio (Gipuzkoa) el 18 de enero de 1841 y después de cursar con brillantez la carrera en la Facultad de Medicina de Madrid, obtuvo el título de Licenciado en Medicina y Cirugía en 1867 y en el mismo año obtiene la plaza de médico titular de Ituren-Zubieta, de donde se trasladó a Urrestilla y más tarde a su pueblo natal donde ejerció hasta 1874, que vacante una de las plazas titulares de la villa de Tolosa, fue nombrado para desempeñarla, previo concurso, por presentar el mejor expediente de méritos y servicios entre todos los solicitantes.

 

La 2ª Guerra Carlista que asoló a esta hermosa región, fue causa de que en Tolosa se acumulasen gran número de heridos y el doctor Ramón Azcue, médico del Hospital de la antigua capital foral Tolosa, no tuviera un día de sosiego durante aquella luctuosa época por tener que dedicarse a la curación de miles de soldados heridos que por el referido Hospital iban pasando, prestando a la patria, desangrada por la guerra, los excelentes servicios que esos héroes anónimos llamados médicos, desempeñan en estos casos (1).

 

Subdelegado de Medicina; Inspector Municipal de Sanidad; Médico Forense; vocal del Colegio Médico; Presidente de la Junta de Médicos Asociados y otros que no recordamos, son cargos que ha desempeñado el doctor Ramón Azcue con el celo y rectitud en él acostumbrados, granjeándose las simpatías del vecindario y compañeros por sus acertadas medidas ante las enfermedades contagiosas; por la defensa del decoro profesional ante el intrusismo rutinario, por sus informes judiciales siempre reflejo de la justa causa que defendía.

 

No se ha especializado nuestro ilustre compañero en ninguna de las ramas en que hoy se divide nuestra ciencia; médico general lo mismo ha dominado el diagnóstico y tratamiento de las llamadas enfermedades médicas que en el referente a las quirúrgicas practicando toda clase de operaciones aun las consideradas como más difíciles siempre con éxito, siempre con brillantes resultados, siendo una que le consagró como verdadero cirujano, la extirpación total del maxilar inferior de una mujer con regeneración ósea completa, que permitió a la pobre operada vivir una porción de años después de intervención quirúrgica (1).

 

Y si esto constituía un triunfo en la época actual que el cirujano cuenta con los medios asépticos, hemostáticos y anestésicos que todos conocemos, lo es doblemente para nuestro querido compañero, operador en aquellos tiempos en que dichos elementos auxiliares apenas si eran conocidos.

 

La labor médico quirúrgica de don Ramón Azcue es digna de nuestros elogios y de que sea conocida en toda la región vascongada; al celebrarse el próximo mes sus bodas de oro profesionales cumplimos una obligación publicando con gusto su retrato y estas líneas biográficas, modesto homenaje al hombre honrado y trabajador infatigable que inclinado su cuerpo por el peso de los años y orlada su cabeza por la ceniza denunciadora del fuego de su vida, puede con orgullo exclamar: ¡He cumplido con mi deber, como médico y como ciudadano!

 

Hombres como el doctor Ramón Azcue, honran a la clase a la que pertenecemos y al tributar nuestra felicitación por tan fausto acontecimiento sólo deseamos que el descanso profesional sea el premio merecido al correcto compañero, al médico práctico que invirtió medio siglo de su vida en enaltecer la profesión, en estar al servicio de la humanidad enferma (1).

Dr. Francisco Pérez Cuadrado

 

HOMENAJE AL DOCTOR AZKUE EN LA VILLA DE TOLOSA

 

El día 11 del presente mes de octubre de 1917, celebró en la villa de Tolosa sus Bodas de Oro profesionales (1917), el anciano médico titular don Ramón Azcue e Iribar.

 

El día estaba desapacible; con viento huracanado y lluvia torrencial nos brindó la atmósfera a los expedicionarios, a pesar de lo cual allá fuimos en gran número a testimoniar nuestro afecto y nuestro cariño al venerable compañero que en estos últimos 50 años mantiene desplegaba la bandera de la ciencia y el trabajo (2).

 

Automóviles, tranvías y ferrocarril, llevaron a la antigua capital foral a los médicos, clientes y amigos del doctor Ramón Azcue e Iribar, y por estrecho sendero que serpenteaba una montaña, descendiendo de un caserío, vimos cabalgando sobre concienzudo jamelgo al veterano doctor Zubizarreta, calado hasta los huesos, en lucha con la lluvia, pero con la satisfacción como todos de ir a cumplir con un deber de compañero.

 

Tolosa presentaba el aspecto de las grandes solemnidades, y el hermoso salón de actos de la Casa Consistorial lleno de público distinguido, compuesto por senadores, diputados provinciales, concejales, alcaldes de los pueblos, médicos, sacerdotes y todo el vecindario (2).

 

Abierta la sesión, presidida por el alcalde don Canuto Soto, que tenía a su derecha al Presidente de la Asociación de Titulares don Manuel Bago Aguirre y a su izquierda al Presidente del Colegio Médico don Francisco Pérez Cuadrado, el señor Soto dio lectura al siguiente inspirado discurso:

 

Señores:

 

Al proyectar el Ayuntamiento de mi presidencia un homenaje al doctor señor don Ramón de Azcue e Iribar, presentía su grandeza, esperaba el júbilo con que la idea ha sido acogida y preveía la grandiosidad este acto. Y las esperanzas y las previsiones han sido cumplidamente colmadas por tantas personas de calidad que en este lugar se han congregado, animadas por el gran espíritu de veneración al ilustre médico. Gustosísimo agradezco a todos, en nombre de la Corporación Municipal de Tolosa, la solicitud y celo con que han acudido a este honroso acto (2).

 

Honroso he dicho y más que nunca impetraría los favores de la elocuencia para ensalzarlo, si mejor que labios humanos pudieran hacerlo, no lo ensalzasen y lo alabasen los hidalgos corazones que aquí se han reunido a rendir el pleito homenaje de admiración y de respeto a quien, por sus obras, es digno de toda ponderación y encomio.

 

Hoy, cuando los egoísmos imperan y la discordia ha tendido sus negras alas sobre todo los mares y sobre todo los continentes y ha arrancado el amor del corazón de los hombres para reemplazarlo con el odio a los hermanos, y la Humanidad atraviesa el período más crítico de cuantos recogió la Historia y sólo se escucha en el espacio las voces de todos los rencores y los rugidos de todos los odios, entre el abrumador concierto de los cañones que retumban y templos del Señor que se hunden, sobre los obeliscos caídos y los rotos capiteles, se eleva humilde, como flor mística de la caridad, este homenaje al cruzado de la paz y del amor (2).

 

Que esto ha sido el insigne don Ramón, y el amor y la paz han sido sus características notas. Lo mismo cuando una guerra cruel separaba los hermanos de los hermanos y frente la bandera de los padres se levantaba el gonfalón de los hijos, como en otras épocas aciagas en las que todos se unían y se estrechaban todos para combatir en común las crueles epidemias que asolaron nuestra querida villa en el último tercio de la pasada centuria, el insigne patriarca don Ramón de Azcue e Iribar, multiplicándose por su celo, acudía a todos aquellos lugares por el dolor arrasados, sin distinguir jamás de colores ni de banderías, y desechando las turbaciones que la naturaleza pone en el más esforzado pecho cuando su destino lo coloca frente a frente de los terribles emisarios de la muerte.

 

Todo su amor al trabajo, su temple de caballero cristiano han sido necesarios para seguir tan dignamente su gloriosa jornada. Si el diario combatir y las cuotidianas victorias en las silentes luchas que la vida ofrece, notas son que elevan y dignifican al hombre, bien merece el título de esforzado y de héroe el que ha transcurrido una vida profesional, harto larga y penosa, sin desfallecer nunca, si claudicar jamás (2).

 

La voz del deber ha sido y continúa siendo su guía, el amor al trabajo su estímulo, la nobleza y la dignidad su norte. Quien con tal equipaje camina por los escabrosos senderos de nuestra baja tierra, bien ha merecido la consideración de sus conciudadanos. A mostrársele hemos venido; si la grandiosidad de este acto resulta pequeña e inferior al homenaje que se le debe, súplanla los sentimientos, grandes también, de veneración y de amor que nos han reunido.

 

Seríamos injustos si en esta coyuntura no recordáramos la gran deuda de gratitud que nuestra villa de Tolosa tiene contraída con quien durante 43 años ha sido su médico titular. Ímproba y prolija labor sería recordar en este solemne acto los muchos servicios prestados por el homenajeado al Ayuntamiento, Casa Santa de Misericordia y Hospital. Reciba por todos ellos las más rendidas gracias en nombre y representación de esta villa le quiero consagrar y ya que circunstancias de tiempo han impedido la terminación de una placa en la que en indelebles caracteres el Ayuntamiento de Tolosa quiere perpetuar la memoria de este solemne acto y le entregará en su día, permita que me honre ofreciéndole este humilde obsequio que nuestra noble villa le dedica en testimonio de gratitud, y en testimonio también de este cincuentenario que será de feliz recordación para todos los amantes de Tolosa (2).

 

Foto 2 Don Ramón Azcue e Iribar. Guipúzcoa Médica Año II. Número 13. Mayo de 1917

 

Grandes aplausos acogieron las últimas frases del señor Soto, que se convirtieron en ovación al entregar al doctor Ramón Azcue el pergamino que le dedica el Ayuntamiento como testimonio de gratitud y respecto (2).

 

A continuación, el doctor Manuel Bago Aguirre en representación de la Asociación de Titulares pronunció con palabra clara y elocuente lo siguiente:

Señor Alcalde; Señores: el último de todos los presentes, debo ser el primero en recoger las sentidas frases que el M. N. Ayuntamiento de Tolosa acaba de dirigirnos por boca de su dignísimo Presidente.

 

Honrado en este solemne acto con la representación de los médicos titulares de Guipúzcoa, mis primeras palabras, muy breves, pues sobran estas cuando el corazón es el que habla, han de ser de gratitud para este gran pueblo tolosano, grande en todos los conceptos, pues su industria, por su historia y por su amor al trabajo y la cultura, que ha querido congregar en el día de hoy a las más alta representación de la intelectualidad vasca para rendir un homenaje de respeto y cariño al venerable decano de los Médicos titulares de esta provincia don Ramón Azcue e Iribar (2).

 

Tiene este acto excepcional importancia porque ha de repercutir seguramente en toda España, donde por desgracia ni sus gobiernos, ni sus corporaciones populares compuestas muchas de ellas por analfabetos y caciques han sabido dignificar hasta la fecha a ese héroe anónimo que se llama médico titular (2).

 

Vaya pues un aplauso sincero y entusiasta para este Ayuntamiento por su feliz iniciativa y un efusivo saludo para nuestro decano en nombre de todos sus compañeros por el merecido premio que recibe en las postrimerías de su vida profesional.

 

Tocó el turno en el uso de la palabra al doctor Francisco Pérez Cuadrado, dignísimo presidente del Colegio Médico de Guipúzcoa, quien con la facilidad que todos le reconocemos pronunció lo siguiente:

 

Señores: Un deber de compañerismo y otro no menor de gratitud, me obliga en estos momentos, en el nombre del Colegio Médico de Guipúzcoa, pronunciar estas breves palabras para dar las gracias a este ilustre Ayuntamiento de Tolosa por el homenaje que en honor de nuestro compañero y amigo don Ramón Azcue e Iribar estamos celebrando.

 

La vida del médico es un campo cultivado por su inteligencia, en el cual más son las espinas que las flores que se recogen; sus aspiraciones son la curación de los enfermos y para conseguirlo, pasa su juventud en las salas de disección y clínicas de los hospitales; obtenido el título, iguala a todas las clases sociales en la asistencia; roba al sueño las horas necesarias para el estudio; ilustra a los Ayuntamientos proponiendo medidas que garanticen la salud del vecindario; informa ante los tribunales para que la justicia resplandezca, arrancando más graves de la cárcel al desequilibrado que se le consideraba como delincuente; acompaña en sus dolores al ser humano desde su nacimiento hasta su muerte, y cuando en esta larga y continuada lucha cae rendido, obtiene como recompensa de sus servicios la ingratitud y como bienes que legar a sus hijos un hombre honrado santificado por el trabajo (2).

 

Y si ésta es en general la vida y terminación del médico, pensad conmigo lo que supone medio siglo de ejercicio profesional en un hombre tan pundonoroso y cumplidor de sus deberes como don Ramón Azcue e Iribar, y la satisfacción que nosotros experimentaremos al ver, en contra de lo que generalmente sucede, a un Ayuntamiento agradecido que glorifica a uno de sus médicos, dando con ello prueba de la cultura que siempre distingue al noble pueblo tolosano (2).

 

Yo, el último de los médicos de la provincia, tengo un grande honor en hacer públicos estos hechos; en desear que la salud acompañe al doctor Azcue para que podamos celebrar su centenario y en que las relaciones entre los ayuntamientos y sus médicos sean cada vez más íntimas para bien de la humanidad, del progreso de los pueblos y de la ciencia médica.

 

El Colegio Médico de Guipúzcoa se asocia de corazón a este homenaje, y para conmemorarlo, su Junta de Gobierno ha nombrado Colegiado de Mérito a don Ramón Azcue e Iribar, por su constancia profesional y dotes científicas indiscutibles.

 

Reciba el doctor Azcue, en nombre del Colegio Médico, mi más sincera enhorabuena.

 

Don Dionisio Urroz, médico titular de Ituren, pueblo navarro en el que ejerció por primera vez el homenajeado, dedicó en sentidas y elocuentes frases un lujoso pergamino que el Ayuntamiento de aquella vida ofrece al doctor Ramón Azcue e Iribar en testimonio de cariño y recuerdo (2).

 

Por último, el párroco de Tolosa don Patricio Orcáiztegui, amigo y cliente del doctor Azcue, recordó la época que en unión del señor Azcue cursó los estudios, su celo por los enfermos, sentimientos religiosos y dignidad con que había ejercido la medicina.

 

Todos los oradores fueron muy aplaudidos y a levantarse el señor Ramón Azcue e Iribar fue saludado por los reunidos con una ovación que duró varios segundos.

 

La emoción del doctor Azcue apenas le permite hablar, agradeciendo en frases muy sentidas el homenaje que se le tributa, su cariño hacia Tolosa, Ituren y su pueblo nativo Orio que estaba representado por el señor Alcalde, a sus compañeros de profesión, rogando a los Señores médicos Francisco Pérez Cuadrado y Manuel Bago Aguirre, transmitan a los organismos de que son representantes su profunda gratitud por su participación en el homenaje.

 

«Lo que más me honra, dice el señor Azcue, son los pergaminos con que me habéis honrado y que transmitiré a mis hijos como mi mayor tesoro; la emoción no me deja articular palabra; perdonadme; gracias, muchas gracias».

 

El secretario del Ayuntamiento de Tolosa dio lectura de telegramas, cartas y tarjetas mandadas por los que personalmente no habían podido asistir a la fiesta, adhiriéndose al homenaje (2).

 

Terminado el acto de la Casa Consistorial, el numeroso público se trasladó a las Escuelas Municipales donde se celebró el banquete, asistiendo 150 comensales.

 

El menú servido por la “Fonda Águeda” acreditó la fama de que disfruta, y a la hora del champagne y a instancias de la concurrencia brindaron elocuentemente los Doctores Enrique Añíbarro, Victoriano Juaristi Sagarzazu, el senador señor Rengifo y otros que no recordamos, leyendo el Dr. Doroteo Ciaurriz una carta redactada en vascuence por don Juan José Celaya San Miguel para su compañero el doctor Ramón Azcue.

 

La extensión que vamos a esta crónica nos impide ocuparnos de los elocuentes brindis en los cuales se recordó la conducta del Ayuntamiento de Eibar jubilando con todo el sueldo al malogrado médico don Vicente Aguirre Guisasola, el agradecimiento de todos por la iniciativa del municipio tolosano y la proposición del señor Sr. Rengifo pidiendo a los poderes públicos una condecoración que premie los servicios del doctor don Ramón Azcue e Iribar (2).

 

Los tamborileros de Tolosa amenizaron con música euskara el banquete en el cual reinó la alegría propia de un acontecimiento de esta naturaleza (2).

 

DON RAMÓN AZCUE E IRIBAR

 

En mayo de 1917 en la revista “Guipúzcoa Médica” le dedicó su portada al médico don Ramón Azcue e Iribar, médico titular de Tolosa, decano de los médicos en ejercicio, y en homenaje a sus cincuenta años de vida profesional. El doctor Azcue nació en Orio (Gipuzkoa) el 18 de enero de 1841 y se licenció en Medicina en Madrid en 1867. Ejerció la medicina rural en Ituren-Zubieta, Urrestilla, Orio y finalmente en Tolosa (3).

 

En la segunda Guerra Carlista trabajó en el Hospital de Tolosa ayudando a miles de heridos. Ocupó los cargos de Sub delegado de Medicina; Inspector Municipal de Sanidad; médico forense; vocal del Colegio Médico y Presidente de la Junta de Médicos Asociados. Practicó la Medicina Interna y la Cirugía, como era habitual en su tiempo, y se contaba una operación quirúrgica fuera de lo común como la extirpación total del maxilar inferior de una mujer con regeneración ósea completa. El Ayuntamiento de Tolosa le brindó un sonoro homenaje, el primero de este tipo que se hacía en Guipúzcoa, con participación también del Colegio Médico y la Asociación de Titulares (3).

 

El homenaje al doctor Azcue por parte del Ayuntamiento de Tolosa, presidido por su alcalde don Canuto Soto y con la presencia del Presidente del Colegio Médico doctor don Francisco Pérez Cuadrado y el Presidente de la Asociación de Médicos Titulares, se tradujo en una cerrada defensa de los médicos rurales, exponiéndose sus problemas: “los médicos tenemos en general dos enemigos, principalmente en los pueblos, son los clientes y los municipios, por supuesto los malos, que por desgracia abundan más que los buenos. Los malos clientes son exigentes, desconsiderados, morosos en el pago, criticones, incultos y en su trato social nos consideran en los pueblos como criados. Los malos Ayuntamientos son egoístas, informales, leguleyos y amparados por los políticos de oficio y caciques adinerados, faltan al cumplimiento de las leyes y por consiguiente al pago de los titulares”.

 

Se alaba la iniciativa del Ayuntamiento de Tolosa y de otros de Guipúzcoa, frente a actitudes negativas para con los médicos, de la mayor parte de Ayuntamientos españoles. Guipúzcoa, en este sentido era modélica en favor de sus médicos. “Tiene este acto excepcional importancia porque ha de repercutir seguramente en toda España, donde por desgracia mi sus gobiernos ni sus corporaciones populares compuestas muchas de ellas por analfabetos y caciques, han sabido dignificar hasta la fecha a ese héroe anónimo que se llama médico titular” (3).

 

Foto 3 «Epidemia colérica de 1885». Médicos que combatieron a la “Epidemia colérica de 1885. Manuel Martínez de pie, el primero de la izquierda. Fotógrafo de Cámara de SS. MM.

 

El acto se concluyó con las palabras del doctor Dionisio Urroz, médico de Ituren, pueblo navarro en donde comenzó su ejercicio el homenajeado, y del párroco de Tolosa, don Patricio Orcaiztegui. El banquete tuvo lugar en las Escuelas Municipales, asistieron 150 comensales y fue servido por la “Fonda Águeda”. Como dato curioso hay que señalar que Juan José Celaya redactó para su amigo y compañero doctor Azcue un breve texto en euskera, titulado: Nere adiskide eta lagun-zar On Pedro Azcue eta Iribar-i”, que reproduce la revista (3).

 

Bibliografía

1.- Guipúzcoa Médica Año II. Número 13. Páginas 210 - 213 de mayo de 1917

 

2.- Guipúzcoa Médica Año II. Número 18. Páginas 375 - 381 de octubre de 1917

 

3.- Don Ramón Azcue e Iribar. Libro Cien Años de Medicina en Guipúzcoa 1899 – 1999. José María Urkia Etxabe. Depósito Legal: SS-473/1999. Páginas 91 y 93

 

 

Enciclopedia Wikipedia

Manuel Solórzano Sánchez. Grado en Enfermería

Manuel Solórzano Sánchez - Wikipedia, la enciclopedia libre

https://es.wikipedia.org/wiki/Manuel_Sol%C3%B3rzano_S%C3%A1nchez

Día 20 de octubre de 2022, jueves

 

Entziklopedia en Euskera

https://eu.wikipedia.org/wiki/Manuel_Sol%C3%B3rzano_S%C3%A1nchez#Ibilbidea

Día 27 de octubre de 2022, jueves

 

Manuel Solórzano Sánchez

Graduado en Enfermería. Enfermero Jubilado

Insignia de Oro de la Sociedad Española de Enfermería Oftalmológica 2010. SEEOF

Miembro de Enfermería Avanza

Miembro de Eusko Ikaskuntza / Sociedad de Estudios Vascos

Miembro de la Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería

Miembro de la Red Cubana de Historia de la Enfermería

Miembro Consultivo de la Asociación Histórico Filosófica del Cuidado y la Enfermería en México AHFICEN, A.C.

Miembro no numerario de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País. (RSBAP)

Académico de número de la Academia de Ciencias de Enfermería de Bizkaia – Bizkaiko Erizaintza Zientzien Akademia. ACEB – BEZA

Insignia de Oro del Colegio Oficial de Enfermería de Gipuzkoa. Años 2019 y 2022

Sello de Correos de Ficción. 21 de julio de 2020

masolorzano@telefonica.net

 

 

 

 

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