martes, 1 de diciembre de 2020

Doctor Claudio Delgado Amestoy 1843 - 1916

 

Donostiarra y Gran figura de la Salud Pública Cubana

 

Foto 1 Doctor Claudio Delgado Amestoy

 

Su nombre lo ostenta una calle del Barrio de Gros de San Sebastián

 

Médico e Investigador de origen español. Único colaborador del doctor Carlos Juan Finlay y Barrés.

 

Claudio nació en San Sebastián, Gipuzkoa, País Vasco, el 8 de noviembre de 1843, hijo de Manuel Delgado y Catalina Amestoy. Muy niño quedó huérfano, por lo que su madrina, Claudia Echegaray, le costeó la enseñanza primaria, de teneduría de libros, violín, pintura e idioma francés (1).

 

Fallecida su protectora viajó a Cuba en 1857 y con muchos sacrificios logró graduarse de Bachiller en Artes en el Instituto de Segunda Enseñanza de La Habana en 1868 y de Bachiller en 1873, Licenciado en Medicina en 1874 y Doctor en Medicina, cinco años después en 1879 en la Real y Literaria Universidad de La Habana (1).

 

El Doctor don Claudio Delgado y Amestoy es un guipuzcoano, natural de San Sebastián que estudio en la Facultad de la Habana e hizo su carrera con notas de sobresaliente en todo, desde el grado de bachiller en artes, que también estudio aquí (5).

 

Foto 2 Doctor Claudio Delgado Amestoy y Doctor Carlos Juan Finlay y Barrés

 

Desde el año 1874 es licenciado en Medicina y Cirugía con dispensa del pago de derechos: tal había sido su carrera y tantos los premios ganados en oposiciones. El archivo de la Universidad registra la hoja de servicios más hermosa y completa que pueda presentarse. El año 1879 curso el Doctorado. Fue Médico Director del Hospital de Higiene, Casa Quinta de San Antonio, se llamaba entonces (5).

 

En la labor asistencial logró tener una considerable clientela y llegó a ser el médico de confianza de muchas familias, de las que fue, además de un consejero indiscutible, el hombre a cuyo buen juicio y discreción se confiaban los problemas más íntimos y delicados (4).

 

Ejerció intensamente la profesión, tanto la medicina interna como la cirugía. En 1885 ejecutó la segunda operación de perineorrafia de Emmet en Cuba, la que presentó ante la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana en su trabajo “Algunas palabras referentes a un caso de perineorrafia y en la misma institución presentó la tercera operación de Doyen ejecutada en la Isla, “Fibroma intersticial subperitoneal del útero. Láparo-histerectomía completa. Curación” (1893) (1).

 

Fue el iniciador de las transfusiones sanguíneas en Cuba en 1878 y con el Dr. Carlos J. Finlay comenzó los estudios bacteriológicos en tiempos de la colonia, no siendo pocos los trabajos sobre el tema publicados en colaboración: “Cultivos de sangre y otros productos de fiebre amarilla”, 1886, “Colonias de tetrágenos sembrados por mosquitos, 1887, “Del micrococo tetrágeno de la fiebre amarilla” (1888), entre otros.

 

Sus prioridades en Cuba incluyen también los estudios de hematología: “Reseña de los progresos realizados hasta el día en el conteo de glóbulos rojos de la sangre, (1881) y “Recuento de glóbulos rojos” (1885).

 

Su colaboración en las investigaciones del doctor Finlay sobre fiebre amarilla fue notable y su nombre aparece como coautor de 18 de los trabajos del sabio.

 

La extensa cultura científica que poseyó le permitió incursionar en temas alejados de su quehacer: “Instrucciones para el establecimiento de la ostricultura en nuestro litoral” (1884), “Las condiciones potables del agua del Mariel” (1885), “Fragmentos de un aerolito caído recientemente en esta Isla, 1886, y otros (1).

 

En 1888 colabora en el descubrimiento de la fiebre amarilla con el Dr. Finlay. Así se ha reconocido que los fundadores en Cuba de la Bacteriología fueron desde el año 1885 los Dr. Carlos Finlay, camagüeyano, y el Dr. Claudio Delgado, donostiarra. La primera sala de asepsia y antisepsia establecida en Cuba en el Hospital de Higiene, se debe al Dr. Delgado y fue este doctor donostiarra el primero que practicó en Cuba la transfusión de sangre (3).

 

De todos modos, además de la colaboración con el Dr. Finlay, su trabajo fue tenaz para la extirpación de la fiebre amarilla o vómito negro. Ambos investigadores, Finlay y Delgado sufrieron la rechifla de sus colegas médicos que les llamaban los “mosquiteros” entre los años 1891 y 1898. Así y todo, los dos sabios continuaban sus trabajos. El Dr. Finlay le habla cariñosamente en sus cartas a Delgado de “nuestro mosquito”, el de la fiebre. El reconocimiento del descubrimiento ocurrió en 1901. En el discurso de Finlay en el banquete que se le ofreció cuenta de cómo él y Delgado descubrieron un grueso diamante con apariencia de piedra tosca y grosera encontrada en un campo yermo y desconocido (3).

 

Sólo el Dr. Delgado fue el que entendió, creyó y cooperó sabia y diligentemente a la obra admirable del Dr. Finlay. De los demás sólo obtuvieron desvíos y hasta dicterios poco correctos.

 

Era ya popular el mote de mosquiteros con que se designaba a los dos eminentes médicos; y dice la prestigiosa escritora Eva Canel: «En la Habana yo he oído a médicos distinguidísimos llamar chiflados a los mosquiteros, por los años de 1891 a 1898» (4).

 

Foto 3 Litografía de San Sebastián de 1843, cuando nace Claudio Delgado Amestoy. KMK. Donostiando 5 de marzo de 2018

 

El Dr. Carrera Jústiz copia del Dr. Lee, de Filadelfia, el siguiente párrafo que confirma las manifestaciones anteriores: «Como en los viejos días nosotros mataríamos a nuestros profetas y apedrearíamos a los que nos traen mensajes de la verdad divina. El Dr. Finlay y su firme amigo y colaborador, el Dr. Delgado, único que lo acompañó en esa crisis, eran estigmatizados como monomaníacos por los médicos y hombres de ciencia de la Habana».

 

Y añade el Dr. Carrera Jústiz: «Así fue, en efecto, y esa misma o parecida era sobre este asunto la actitud del Dr. Sternberg, famoso bacteriólogo, jefe de la Sanidad marítima de los Estados Unidos, quien había permanecido en la Habana varios años estudiando la fiebre amarilla, pero considerando fantástica la teoría del Dr. Finlay y sólo aceptó su certeza cuando los doctores Reed y Lazear, ambos del cuerpo americano de Sanidad, probaron heroicamente que tenía razón el ilustre investigador camagüeyano (4).

 

Ya entonces el Dr. Sternberg dispuso como jefe de Sanidad que se entrase de lleno en la comprobación y aplicación de la teoría del doctor Finlay, para el saneamiento de la Habana, a la sazón ocupada militarmente por el Gobierno de los Estados Unidos (4).

 

Tal vez no dejó de contribuir a esas órdenes del Dr. Sternberg, la probabilidad de que viniese de Liverpool a la Habana una Comisión de médicos ingleses que habían anunciado su propósito de comprobar aquellas teorías del Dr. Finlay y se habría entonces anticipado Inglaterra en esa cooperación de inmenso bien para la “Humanidad” (4).

 

En 1903 presentó al Congreso Médico Internacional de Madrid un informe relativo al descubrimiento del mosquito portador de la fiebre amarilla. Colaboró activamente en las revistas cubanas Anales, Crónica médico-quirúrgica de La Habana y Revista de Ciencias Médicas (3).

 

Su nombre lo ostenta una calle del Barrio de Gros de San Sebastián (3).

 

Foto 4 Calle del Doctor Claudio Delgado en el Barrio de Gros en San Sebastián

 

En el Congreso Médico Internacional celebrado en 1903 en Madrid presento un trabajo relativo a los descubrimientos que en la Habana se habían realizado sobre la fiebre amarilla. Este trabajo lo hizo a petición del Dr. Santos Fernández, que representaba a Cuba: el Dr. Delgado se trasladó a Madrid desde Gijón con ese objetivo y después de conocido el trabajo del Dr. Delgado tuvo este que dar una conferencia a petición de todos, iniciada la petición por el Dr. Verdes Montenegro. La prensa en general repitió los merecidos elogios que en el Congreso habían realizado sobre el Dr. Claudio Delgado y al regreso de éste a Gijón, el Protomedicato, las Sociedades y los particulares más distinguidos, le dieron un banquete en los Campos Eliseos para celebrar su triunfo entre los sabios del mundo que habían concurrido al Congreso español (5).

 

En Gijón se le rogo que diese otra conferencia: la tesis fue sobre tuberculosis y no hay para que decir cuál sería el éxito. Recuerdo un versito de Adellac que hizo reír mucho:

 

Al Doctor Claudio Delgado

Dieron banquete en Gijón.

—Es delgado?— se dijeron—

Pues lo haremos gordinflón (5).

 

Por su parte, el Dr. Santos Fernández en la sesión extraordinaria que celebró la Academia de Ciencias el día 10 de Septiembre de 1915 expresaba: «Ilustre Finlay: en el seno de la corporación sólo tenías entonces como único asociado, un verdadero carácter, el Dr. D. Claudio Delgado, que al pie de tu féretro, llora con ternura la desaparición del compañero a quien, cual ocurre rara vez, ni le ha disputado nunca un átomo de gloria, sino que muy al contrario se la ha discernido por entero sin merma alguna» (4).

 

Ocupó numerosos e importantes cargos: Médico Director del Hospital y Quinta de Higiene, donde realizó muy encomiable labor y fue uno de los iniciadores de la asepsia y la antisepsia en Cuba. De esta época es su importante monografía “Memoria sobre la higiene de la prostitución en Cuba y su reglamentación” (1887); Secretario General Fundador de la Sociedad de Estudios Clínicos de La Habana, en la que también ocupó el cargo de miembro de la Sección de Clínica Experimental de su Comisión de Fiebre Amarilla y dirigió su revista; Académico de número de la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana, en la que ingresó con la monografía “Investigaciones del doctor Ferran sobre el cólera” (1885) y fue director de su revista Anales; archivero y bibliotecario de la Sociedad Antropológica de la Isla de Cuba y representó al país en numerosos congresos médicos extranjeros (1).

 

Fallecimiento

La muerte de su entrañable amigo y maestro, el doctor Carlos J. Finlay, el 20 de agosto de 1915, unida al padecimiento de una pertinaz enteritis crónica, rebelde a todo tratamiento y que lo afectaba desde hacía algún tiempo, fue minando cada vez más su existencia. Al amanecer de un domingo, contó que había soñado que viajaba a través de tierras vascas, y que ello le proporcionaba el alivio final a su enfermedad.

 

Por ello en junio de 1916 embarcó hacia España ―dejando en La Habana a su esposa y su hijo―. Apenas llegado, viajó por tierra hacia su País Vasco, pero debido a una intensa bronconeumonía tuvo que detenerse en la villa de Infiesto ―50 km al sureste de la ciudad portuaria de Gijón y 335 km al oeste de su ciudad natal, San Sebastián―.

 

Falleció en la villa de Infiesto, en Asturias (norte de España), el 13 de julio de 1916, a los 72 años, víctima de una bronconeumonía. Su viuda y su hijo escribieron al embajador español en La Habana para solicitar la exhumación y el traslado de los restos de Delgado Amestoy, hecho que se hizo efectivo ocho años más tarde, el 6 de octubre de 1924. Desde entonces descansa en la segunda bóveda del cuadro 8 del cuartel noroeste en el Cementerio de Colón, en La Habana, Cuba (1 y 3).

 

El doctor Ramón Claudio Delgado Amestoy, quien colaboró con Finlay durante 20 años consecutivos y a su lado soportó las burlas y diatribas de muchos de sus colegas; el fiel amigo de quien no pocas veces el propio sabio manifestó que de no haber sido por él “no habría llegado a feliz término su descubrimiento”; el hombre de ciencia mitad español y mitad cubano que dedicó lo mejor de sus energías a la prosperidad de la Medicina en la época que le tocó vivir, merece un lugar muy bien ganado en el espacio destinado a los protagonistas de grandes hazañas en la historia de la ciencia médica (4).

 

Foto 5 Calle del Doctor Claudio Delgado hacia la Avenida de Navarra en el Barrio de Gros en San Sebastián

 

En la Revista Euskal – Erria, Revista Vascongada nos traslada y cuenta su historia como “Glorias Donostiarras” y dice así:

 

El Doctor don Claudio Delgado Amestoy

 

Nuestra Ciudad querida se honra con los hijos ilustres que en todos tiempos han engrandecido su nombre en todas las ramas de la ciencia, del arte, de la nobleza, del heroísmo; constituyendo sus hechos gloriosos la inmarcesible estela que circunda fulgurante nuestro heráldico escudo (6).

 

Entre esos hijos ilustres merece un lugar preeminente el insigne doctor Delgado Amestoy, faro rutilante de la Ciencia, bienhechor constante de la Humanidad (4 y 6).

 

Porque, como decía muy bien un diario local: «el doctor Delgado era de los nuestros, un donostiarra a quien los donostiarras no conocían».

 

Sí, era donostiarra, no sólo por su nacimiento, sino también por el intenso amor que profesó toda su vida a esta Ciudad predilecta, amor profundo, vehemente, que no lograron entibiar ni los triunfos brillantes obtenidos en su carrera, ni los honores, prestigios, influencias sociales, ni la posición envidiable, consecuencia obligada de una vida laboriosa e inteligente (6).

 

Don Ramón Claudio Delgado Amestoy nació en San Sebastián a las nueve de la noche del día 8 de noviembre de 1843, siendo bautizado en la iglesia parroquial de Santa María. Aunque no hemos podido comprobarlo en forma documentada, creemos poder afirmar que nació en el 4.º piso de la casa, de la calle Mayor número 9 de San Sebastián.

 

Lo que sí nos consta es que le sirvió de madrina aquella bondadosa dama Claudia, hija de Don José Vicente Echegaray, el obligado autor de villancicos y letrillas para las comparsas, el tuntunero que comentó en su basca-tibia, las alegrías y tristezas de la vieja Donostia de las murallas.

 

Se ve, pues, que el doctor Delgado no sólo nació en San Sebastián, sino que procedía de familia genuina y castizamente donostiarra, de familia y amistades en que se rendía ese fervoroso culto a nuestra Ciudad idolatrada, que se ve palpitar más tarde en toda la vida del ilustre y sabio médico (6).

 

Tenía un hermano, Nazario, respetable sacerdote que fue beneficiado de Santa María, y murió en el extranjero (creemos que en Rusia), adonde fue encargado de la educación de los hijos de una familia opulenta y de rancia aristocracia.

 

Siendo de tierna edad quedaron huérfanos, y ambos hermanos fueron recogidos por la antes mencionada dama Claudia, residiendo en la habitación que ésta ocupaba en el primer piso de la calle del 31 de Agosto, número 31 de San Sebastián.

 

Claudio concurrió de niño a la escuela llamada del Chofre, que regentaba el Señor Barrenechea, quien era más conocido por el familiar mote de maisu chikiya.

 

Era aún joven Claudio Delgado cuando decidió trasladarse a la Habana, embarcándose en uno de aquellos veleros, de aquellos bergantines, corbetas y goletas, con los que tan familiarizados estaban los donostiarras de aquel tiempo (6).

 

Al dirigirse a la Gran Antilla, entraba en sus planes el dedicarse al comercio; pero hombre de extraordinaria voluntad y de inclinación resuelta a todo trabajo de investigación y estudio, desistió de sus primeros propósitos para dedicarse de lleno a adquirir los conocimientos y la carrera en que debía alcanzar más tarde justa y merecida celebridad.

 

Gracias a su esfuerzo personal consiguió terminar brillantemente la suspirada carrera «con notas de sobresaliente en todo», dice la prestigiosa escritora Eva Canel.

 

El 20 de junio de 1868, cuando contaba 25 años, se hizo Bachiller en Artes en el Instituto provincial de la Habana, y durante los seis años siguientes cursó Medicina en la Universidad de la citada capital, recibiendo el título de Licenciado el 20 de noviembre de 1874.

 

«Desde el año 1874, dice Eva Canel, es Licenciado en Medicina y Cirugía con dispensa del pago de derechos: tal había sido su carrera y tantos los premios ganados en oposiciones. El archivo de la Universidad registra la hoja de servicios más hermosa que pueda presentarse» (6).

 

«Fue un estudiante excepcional, añade otro de sus biógrafos, y entre otros premios obtuvo los de Historia Natural, Anatomía, Patología General e Higiene Privada».

 

Foto 6 San Sebastián en 1916 año del fallecimiento del Doctor Claudio Delgado

 

Hay, pues, perfecta unanimidad en reconocer la aplicación y aprovechamiento con que llevó a cabo sus estudios, y las altas dotes de inteligencia y talento que reveló en todos los cursos (6).

 

Esta es la vida y el recuerdo de un gran hombre, de un gran médico y de un gran donostiarra.

 

Agradecimiento

1.- Este trabajo me ha llegado gracias a la compañera cubana doña María del Carmen Amaro Cano

2, 3, 4, 5 y 6.- Esteban Durán León, por todo el material que me ha pasado del Doctor Claudio Delgado

 

Bibliografía

1.- Autor del trabajo: Dr. Gregorio Delgado García. Historiador Oficial del Ministerio de Salud Pública de Cuba.

1.- Dr. Gregorio Delgado García. Doctor Claudio Delgado, gran figura de la Sanidad Pública Cubana. Cuaderno de Historia de la Salud Pública número 108. Apéndice II. La Habana. Cuba

1.- Le Roy Cassá J. Homenaje al doctor Claudio Delgado y Amestoy. Revista Médica Cir. Habana. La Habana. Cuba, 1916; 21 (16): 341 - 5

1.- Martínez Fortún O. Dr. Claudio Delgado y su aportación al estudio de la fiebre amarilla. Emp. Cons. Artes Gráficas. La Habana, 1967. Página 125

1.- Picaza Pino S. Colaboradores de Finlay. Doctor Ramón Claudio Delgado y Amestoy. Anal Academia de Ciencias Médicas ed Fis Nat Habana. La Habana. 1941 - 42; 80 (2): 16 – 28

2.- Fernández y Hernández, Juan Santos (1916): «Vida y trabajos del Dr. Claudio Delgado, colaborador en el descubrimiento de la profilaxis de la fiebre amarilla», artículo publicado en la revista Anales de la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana, tomo 53, páginas 452 - 490. La Habana, 1916

3.- Ramón Claudio Delgado Amestoy. Enciclopedia Auñamendi - Auñamendi Eusko Entziklopedia – Fondo Bernardo Estornés Lasa

4.- Notas biográficas del Dr. Ramón Claudio Delgado Amestoy redactadas a partir de los trabajos “Noviembre 8 de 1843. Natalicio del doctor Ramón Claudio Delgado Amestoy”, del Lic. José Antonio López Espinosa, publicado en Universidad Virtual de Salud de Cuba, disponible en su versión original y completa en:

http://uvs.sld.cu/noviembre-8-de-1843-natalicio-del-doctor-ramon-claudio-delgado-amestoy y “Glorias Donostiarras. El Dr. D. Claudio Delgado Amestoy”, de J. Bengoechea, disponible en su versión original y completa en:

http://meta.gipuzkoakultura.net/bitstream/10690/71500/1/AM_316810.pdf

5.- Lo que viene de la Isla de Cuba. Eva Canel. Páginas 412 a la 442

6.- Revista Euskal – Erria, Revista Vascongada, páginas 290 – 504. J. Bengoechea

 

Foto 3 Donostiando 5 de marzo de 2018. Ion Urrestarazu

http://donostiando.blogspot.com/2018/03/san-sebastian-el-ano-1846.html

 

Manuel Solórzano Sánchez

Graduado en Enfermería. Osakidetza, Hospital Universitario Donostia, Gipuzkoa

Insignia de Oro de la Sociedad Española de Enfermería Oftalmológica 2010. SEEOF

Miembro de Enfermería Avanza

Miembro de Eusko Ikaskuntza / Sociedad de Estudios Vascos

Miembro de la Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería

Miembro de la Red Cubana de Historia de la Enfermería

Miembro Consultivo de la Asociación Histórico Filosófica del Cuidado y la Enfermería en México AHFICEN, A.C.

Miembro no numerario de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País. (RSBAP)

Académico de número de la Academia de Ciencias de Enfermería de Bizkaia – Bizkaiko Erizaintza Zientzien Akademia. ACEB – BEZA

Insignia de Oro del Colegio Oficial de Enfermería de Gipuzkoa 2019

Sello de Correos de Ficción. 21 de julio de 2020

masolorzano@telefonica.net

 

 

 

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