La
frecuencia de las hemorragias arteriales graves, desde el comienzo de la
guerra, ha llevado a los cirujanos a practicar la transfusión sanguínea en
numerosísimos casos. Pero las técnicas usuales no tenían nada de sencillas.
Exigían circunstancias de calma, de tiempo y de personal, difíciles de reunir
en las urgencias de la línea de batalla.
De
ahí que las transfusiones directas según los métodos Carrel, Tuffier, Guillot y Dehelly, no fueran empleadas sino por contados operadores.
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1 Un cirujano practicando la transfusión de la sangre por el antiguo método
Y
como el uso de los tubos de plata parafinados no facilitaran grandemente la
transfusión, hiciéronse diversas tentativas para mejorar la técnica, debiéndose
mencionarse entre ellas las de Blechmann,
Di Chiara y Rosenthal.
Un
cirujano francés, M. Jeanbrau, tuvo
la fortuna de hallar la solución más sencilla y práctica, partiendo de los dos
principios siguientes. Utilizar la sangre venosa fácil de ser procurada al
nivel de las venas del antebrazo, hacer incoagulable la sangre durante la
entera operación, adicionándole citrato de sosa.
El
Dr. Jeanbrau ha llegado a establecer
una técnica simple, rápida e inofensiva para el donante, al alcance de cualquier
cirujano por su extrema sencillez, y en absoluto precisa en cuanto permite
medir exactamente la cantidad de sangre transfusionada.
Hácese
la operación con ayuda de un recipiente de cristal de forma cilíndrica, y de
500 centímetros cúbicos de cabida. El recipiente termina en uno de sus extremos
por un afilado pico en ángulo recto, cuyo orificio terminal se encuentra
cortado en bisel.
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2 Transfusión de la sangre por el nuevo método Jeanbrau
Este
pico se halla destinado a penetrar directamente en la vena. En el otro extremo
cierra el aparato un tapón de caucho, al que se adapta un tubo de la misma
materia, provisto de aspirador, análogamente a lo que ocurre en el
termocauterio.
Es
muy importante esterilizar bien el recipiente de cristal, lavándolo después
interiormente con una pequeña cantidad de la solución de citrato de sosa al 10
por 100, también esterilizada.
Inmediatamente
se echan en el vaso de 25 a 30 centímetros cúbicos de dicha solución, si han de
extraerse 500 de sangre, y 15 si son sólo 250.
Los
500 centímetros cúbicos de sangre son recogidos en tres minutos
aproximadamente, e inyectados en otro tanto tiempo.
Cuando
la cantidad de sangre mencionada parece insuficiente, se puede elevar hasta 750
centímetros cúbicos, tratándose de un donante robusto.
Para
evitar todo riesgo de coagulación, ha de verterse de vez en cuando algunas
gotas de solución citratada en las incisiones, lo que permite operar en un
verdadero campo anticoagulante.
No
hemos de entrar en detalles técnicos que se opondrían al carácter meramente
informativo de estas líneas.
Basten
las ilustraciones adjuntas para dar idea del invento del Dr. Jeanbrau,
añadiendo que el autor lleva practicadas hasta ahora más de sesenta
transfusiones con excelente éxito. A. R.
BIBLIOGRAFÍA
Mundo
Gráfico, 10 de abril de 1918, página 13
AUTOR:
Manuel Solórzano Sánchez
Graduado en
Enfermería. Servicio de Traumatología. Hospital Universitario Donostia de San Sebastián. OSI- Donostialdea. Osakidetza-
Servicio Vasco de Salud
Insignia de Oro de
la Sociedad Española de Enfermería Oftalmológica 2010. SEEOF
Miembro de
Enfermería Avanza
Miembro de Eusko
Ikaskuntza / Sociedad de Estudios Vascos
Miembro de la
Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería
Miembro de la
Red Cubana de Historia de la Enfermería
Miembro
Consultivo de la Asociación Histórico Filosófica del Cuidado y la Enfermería en
México AHFICEN, A.C.
Miembro no
numerario de la Real Sociedad Vascongada de Amigos del País. (RSBAP)
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