AUTORA:
Gabriella Córdoba Delgado
Centro:
Facultad
de Ciencias de la Salud. Alumna del segundo curso de Grado en Enfermería 2018.
Unidad Docente de Lanzarote. Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Cursó
sus estudios de bachillerato en el IES César Manrique, Arrecife.
Tutora: María Luz
Fika Hernando. Profesora titular. Universidad de Las Palmas de Gran Canaria
FOTO 1 Portada del trabajo. Gabriella Córdoba Delgado
TRABAJO
Muchos se
preguntarán quién fue Irena Sendler
y es porque hasta hace apenas 20 años no se dio a conocer su historia.
Irena Sendler es el nombre de la enfermera que durante el Holocausto,
salvó a cerca de 2.500 niños del gueto de la capital de Varsovia, por lo que
fue bautizada como “La Madre de los niños del Holocausto”.
Nace el día
15 de febrero de 1910 en Otwock, a unos 23 km de Varsovia, hija del Dr. Stanislaw Krzyżanowski, reconocido por
su labor social y activista del partido socialista polaco, lo que tuvo una gran
influencia sobre Irena. Su padre muere cuando ella solo tenía 7 años a
consecuencia del tifus contagiado por los judíos que trataba y que otros
médicos se habían negado a atender. La lección que su padre le dio en su lecho
de muerte queda resumida en la siguiente frase: “Si ves a alguien que se está
ahogando debes tratar de salvarlo aun cuando no sepas nadar”, es por
eso qué Irena en su historia personal siempre respetó y amó al prójimo sin
distinciones de ningún tipo.
Como agradecimiento a su padre, los líderes judíos
facilitaron a Irena los estudios de literatura polaca, época en la que hizo
frente a los criterios discriminatorios en la selección de alumnado donde los
judíos tenían complicaciones para ingresar en la universidad. Por ello fue
vetada para la realización de cualquier estudio universitario durante tres
años.
Irena entró a formar parte del Partido Socialista Polaco y
pasó a ser parte de la administración superior del Departamento de Bienestar
Social de Varsovia desde donde se dirigían todos los comedores comunitarios.
Ante la reciente invasión del territorio polaco por parte
del ejército alemán en 1939, los comedores comunitarios pasaron a tener un
papel más importante ampliando así su labor de ayuda social; no solamente
proveían de alimentos, sino que aumentaron sus competencias a la asistencia
financiera, textil y farmacéutica, hecho que motiva a Irena a inclinarse por la
enfermería.
FOTO 2 Irena Sendler vestida de enfermera y una foto de
joven
En el año 1942, los alemanes designan un área para alojar
a los judíos que vivían en Varsovia, conocido en la actualidad por el nombre de
“El
Gueto de Varsovia”, donde sólo se podía esperar una muerte segura.
Convivían medio millón de habitantes, casi el 30 % de la población de Varsovia,
fue tapiado para impedir las fugas, muriendo cien mil personas, en el año y
medio en que estuvo habilitado, a causa del hambre y por enfermedades
contagiosas como el tifus.
A pesar de que Irina creció en la religión católica
siempre tuvo simpatía por los judíos que podía llegar a ayudar a pesar del
peligro que ello conllevaba, pero aun así decidió unirse al Consejo para la
Ayuda de Judíos, conocido como “Zegota”, como miembro del cuerpo sanitario para
encargarse de paliar los casos de enfermedades contagiosas. Ante la amenaza de
una epidemia de tifus, los alemanes fueron permisivos con las personas que
entraban en el gueto para intentar frenar la enfermedad.
Irena vive el terror de tal situación, dadas las condiciones
infrahumanas en que estaban obligados a vivir y a la falta de libertad,
actuando en todo momento para aliviar, en la medida de sus posibilidades, tal
situación.
Además de ayudar a otras enfermeras no judías a
introducirse en el gueto, Irena
pronto se dio cuenta de que aquel espacio estaba controlado y vigilado las 24 horas
del día, proponiéndose buscar la manera de sacar del gueto al menos a los más
pequeños. Era una decisión terrible para las madres que debían desprenderse de
sus hijos, pero era la única manera de salvar sus vidas. Muchos de aquellos
padres terminarían falleciendo en los campos de concentración, a los cuales
serán enviados tras el cierre del Gueto.
FOTO 3 Recorte de periódico donde relata que Irena
Sendler, rescató 2.500 niños judíos del Gueto de Varsovia
Utilizó multitud de argucias para sacarlos de allí, desde
bolsos, cestos de basuras, bolsas de arpilleras, maletines de herramientas,
ataúdes, camillas de ambulancias o como la niña Elzbieta Ficowsha que fue sacada en un cajón de madera con
agujeros, para que pudiera respirar, con tan sólo 7 meses.
Durante año y medio, Irena
con prudencia y un gran coraje fue rescatando a niños judíos, consiguiendo
salvar un total de 2.500 vidas.
El caso más conocido fue el de la mencionada Elzbieta
Ficowska. Sus padres habían muerto en el gueto y solo le pudieron dejar como
recuerdo una pequeña cuchara grabada con su
nombre para que ésta no perdiera el recuerdo de sus raíces. Al quedar
huérfana, la niña pasó a ser criada por una conocida de Irena.
Irena se encargaba de llevar un exhaustivo registro de
todos los niños incluyendo en él su lugar de procedencia y su verdadera
identidad, con la esperanza de que con la llegada de la paz todos los niños pudieran
recuperar sus verdaderas identidades, conocieran sus historias y pudieran sobre
todo buscar a sus familiares. Este registro lo mantenía dentro de una botella
de cristal que siempre llevaba con ella o lo enterraba en el jardín de una
conocida para evitar que lo encontraran en caso de que ella falleciera.
FOTO 4 Portada y contraportada del libro de Tilar J.
Mazzeo “Los niños de Irena”
Con el tiempo, los alemanes fueron conscientes de las
actividades que realizaba Irena, siendo traicionada, y detenida por la Gestapo
el 20 de octubre de 1943 y conducida a la famosa cárcel de Pawiak, donde sufrió
todo tipo de torturas. Según comentaba la propia Irena: “Yo aún llevo las marcas en mi cuerpo que esos superhombres alemanes me
hicieron. Yo fui condenada a muerte”. Durante las torturas le rompieron los
pies y las piernas, pero no lograron que ella revelase el paradero de los niños
que había escondido ni siquiera la identidad de sus colaboradores. Tras ser
condenada, Irina logró escapar gracias a la ayuda de un soldado polaco que
había sido sobornado por la organización en la que trabajaba ésta. Al día
siguiente el nombre de aquel soldado aparecería en las listas de los polacos
muertos.
Irena cambió su identidad y hasta el final de la guerra
continuó con su labor bajo un nombre falso, trabajando en organizaciones para
el bienestar social, ayudando a la creación de casas para ancianos, orfanatos y
un servicio de emergencia para niños. Una vez terminada la guerra desenterró
las listas con los nombres de los niños y la entregó al Comité de Salvamento
judío, aunque lamentablemente la mayoría de las familias de los niños habían
muerto en los campos de exterminio.
La identidad de Irena
Sendler no vino a ser descubierta hasta el año 1999 por un grupo de
estudiantes de Kansas cuando estaban realizando un estudio sobre el Holocausto
judío. Durante su investigación, se toparon por casualidad con el nombre de una
mujer polaca y un dato junto al mismo: Irena Sendler junto a la cifra de 2.500
niños del gueto de Varsovia que fueron salvados por ella durante la ocupación
nazi.
FOTO 5 Irena
Sendler “La Madre de los niños del Holocausto”.
Salía a la luz medio siglo después la imagen de una
ancianita a la que muchos de aquellos niños que rescató, ahora convertidos en
adultos, reconocieron en los medios de comunicación. La historia de esta
maravillosa mujer fue la historia de una persona valiente y con unos valores
puros. Al margen de ideales políticos y religiosos, Irena se jugó la vida para
salvar a seres inocentes de una muerte más que asegurada.
Tras décadas de vida anónima, cuando su fotografía fue
publicada en los periódicos y reconocida por todos aquellos niños, la Orden del Águila Blanca de Polonia, le
concedió el título de Justa entre las
Naciones de organización Yad Vashem de Jerusalén y también fue propuesta su
candidatura para optar al Premio Nobel de la Paz.
Irena Sendler fallecería en Varsovia, el 12 de mayo de 2008 a la edad
de 98 años (1).
Su equipo
Tenía a su cargo a veinticuatro mujeres y solamente a un
hombre. Hicieron unos tres mil documentos falsos para las familias judías.
Irena utilizaba el pseudónimo de “Jolanta”
y caminaba por las calles del gueto llevando un brazalete con la estrella de
David como símbolo de solidaridad y así pasar desapercibida. También adiestró a
un perro para que, al pasar los controles de salida, ladrase de forma furiosa a
los soldados alemanes tratando de impedir el registro del carro que salía del
gueto con uno o varios niños.
Irena usaba también una iglesia que tenía dos puertas,
una daba al gueto y otra a la ciudad. Los niños entraban judíos y mal vestidos
y salían por la otra puerta bien vestidos y católicos.
El rescate de cada uno de los niños necesitaba la ayuda
de al menos 10 personas; estos niños eran transportados a unidades de servicios
humanitarios y luego llevados a lugares seguros. Posteriormente se les colocaba
en casas, orfanatos y conventos; Irena decía: “Envié a la mayoría de los niños a establecimientos religiosos, porque
sabía que podía contar con las Hermanas”. También contó con gran apoyo para
ubicar a los niños más mayores y nunca nadie se negó a aceptarlos.
¿Qué fue de los niños huérfanos?
Los niños que estaban con familias católicas siguieron
con ellas, pero los que no tenían familia adoptiva ingresaron en diferentes
orfanatos para posteriormente ser enviados a Palestina y ser adoptados por
familias que se habían asentado en ese territorio.
Una vez acabada la II Guerra Mundial, Polonia quedó
dentro del bloque comunista encabezado por la U.R.R.S.S. La historia de Irena
quedó oculta, pues lo que había pasado con los judíos polacos estaba prohibido
comentarlo. A ello, hay que unir que Irena era militante socialista, lo que
provocó que continuamente fuera hostigada por la policía secreta polaca, lo que
le provocó el parto prematuro de su hijo Andrzej,
quien fallecería a las dos semanas posteriores a su nacimiento. Tuvo otros dos
hijos: Janina y Adam que sufrieron diversas dolencias (2).
Reconocimientos
Los niños solo conocían a Irena por su nombre en clave
“Jolanta”. Pero años más tarde cuando su foto salió en un periódico luego de
ser premiada por sus acciones humanitarias durante la guerra, un hombre la
llamó por teléfono y le dijo: “Recuerdo su cara, usted es quien me sacó del Gueto”.
Y así comenzó a recibir muchas llamadas y reconocimientos (3).
En 1965 la institución de Yad Vashem de Jerusalén le
otorgó el título de “Justa entre las
naciones”, siendo ese el Ente para el recuerdo de los Mártires y Héroes del
Holocausto, y se la nombró “Ciudadana Honoraria
de Israel”.
Con lo que realmente se dio a conocer su historia fue en
1999, con la obra teatral “La vida en un Tarro”, a través de
esta obra fue que logró ser reconocida por todos aquellos niños que salvó.
Irena, teniendo entonces noventa años y postrada en una
silla de ruedas, fue muy visitada destacando por su prudencia, amabilidad y
sabiduría. La gente salía impactada por su personalidad (2).
En noviembre de 2003 el presidente de la República
Aleksander Kwasniewski, le otorgó la más alta distinción civil de Polonia
cuando la nombró “Dama de la Orden del
Águila Blanca”. Irena fue acompañada por sus familiares y por Elzbieta Ficowska, “la
niña de la cuchara de plata”.
FOTO 6 Irena Sendler
Pero Irena Sendler nunca pensó que recibiría homenaje
alguno por sacar a 2.500 niños judíos del gueto, ni por soportar las torturas que
los nazis le infligieron o pasar décadas hostigada por el régimen comunista que
precedió a la guerra. Según ella, “esos actos fueron la justificación de mi
existencia en la tierra, y no un
título para recibir la gloria”. En referencia a las visitas incesantes que
recibía, expresó: “Estoy muy cansada;
esto es demasiado para mí”.
En el año 2007 el gobierno de Polonia la presentó como candidata
para el premio Nobel de la Paz. Esta iniciativa fue del presidente Lech
Kaczynski y contó con el apoyo oficial del Estado de Israel y de la
Organización de Supervivientes del Holocausto residentes de Israel. Las
autoridades de Auschwitz expresaron su apoyo a esta candidatura, ya que
consideraron que Irena Sendler fue
una de las últimas heroínas vivas de su generación, y que demostró una fuerza,
una convicción y un valor extraordinario frente a un mal de una naturaleza
inimaginable. Finalmente, el galardón le fue concedido a Al Gore (3).
El autor de “Irena
Sendler, una Nobel de la Paz sin Nobel de la Paz”, de nombre Edmundo Favanas Escuer, comentó: “Es
una vergüenza, que este premio se dé a numerosos políticos como Al Gore, Abana,
Henry Kissinger, Jimmy Carter, Isaac Rabin, Shimon Peres, Menachem Beguín,
Anwar El Sadat, etc., y sin embargo otros muchos personajes que sí han luchado
por los derechos humanos se queden sin él, como es el caso de Irena Sendler.
Elecciones como las anteriormente mencionadas, son las que producen la mala
imagen de estos premios de la Paz. Irena
Sendler es una auténtica Premio Nobel de la Paz, aunque prefirieron dárselo a
un político irrelevante. La institución noruega no se lo ha dado, pero sí
los ciudadanos que conocemos su historia”.
FOTO 7 Irena Sendler. Su frase, su razón de vivir
Cabe destacar las frases que Irena pronunció para
justificar su actuación: “La razón por la
cual rescaté a los niños tiene su origen
en mi hogar, en mi infancia. Fui educada en la creencia de que una persona
necesitada debe ser ayudada de corazón, sin mirar su religión o su nacionalidad”.
No se consideraba una heroína y nunca se adjudicó crédito alguno a sus
acciones, decía “podría haber hecho más,
este lamento me seguirá hasta el día de mi muerte”. Irena nunca esperó
reconocimientos “Yo no hice nada
especial, solo hice lo que debía, nada más. Cada niño que salvé es la
justificación de mi existencia en la Tierra y no un título de gloria” (2).
Su vida fue llevada a la pequeña pantalla, gracias a la
C.B.S., con el título The Courageous
Heart of Irena Sendler, cuyo papel principal fue interpretado por la
ganadora de un Oscar, Anna Paquin
(3).
Edmundo Favanas Escuer usó la siguiente frase para concluir su artículo y que
incluiré para finalizar esta historia también:
“Esta historia va
dedicada a los miles y miles de cooperantes voluntarios que dan su trabajo para
salvar a millones de personas pobres por todo el mundo. Son una luz que alumbra
un mundo envuelto en el materialismo más obsceno”.
FOTO
8 Irena Sendler, con el tarro de cristal donde llevaba su lista de niños y el
brazalete judio para despistar a los soldados alemanes. Dibujo de Isabel Ruiz
Ruiz
Bibliografía
1.- Ferrer Valero, Sandra. El ángel de Varsovia, Irena
Sendler (1910 - 2008) [Internet]. Mujeresenlahistoria.com. 2018 [visitado 22
January 2018]. Disponible en:
2.- Edmundo
Favanas Escuer. Irena Sendler, una Nobel de la Paz sin el Nobel de la Paz [Internet]. Nuevatribuna.
2018 [visitado 22 January 2018]. Disponible en:
3.-
Irena Sendler [Internet]. Es.wikipedia.org. 2018 [visitado 22 January 2018].
Disponible en:
Referencia Bibliográfica
Llamas A. Esencia de líder. Ed: Grijalbo. México 2016
Agradecimiento
Sandra Ferrer Valero. Periodista y amante de la Historia
Manuel Solórzano Sánchez
Graduado en
Enfermería. Servicio de Traumatología. Hospital Universitario Donostia de San
Sebastián. OSI- Donostialdea. Osakidetza- Servicio Vasco de Salud
Insignia de Oro
de la Sociedad Española de Enfermería Oftalmológica 2010. SEEOF
Miembro de
Enfermería Avanza
Miembro de Eusko
Ikaskuntza / Sociedad de Estudios Vascos
Miembro de la
Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería
Miembro de la
Red Cubana de Historia de la Enfermería
Miembro
Consultivo de la Asociación Histórico Filosófica del Cuidado y la Enfermería en
México AHFICEN, A.C.
Miembro no
numerario de la Real Sociedad Vascongada de Amigos del País. (RSBAP)
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