lunes, 16 de abril de 2018

SANATORIO DEL TEIDE O SANATORIO FANTASMA


Tuberculosis del siglo XIX y XX

AUTORA: Zeneida Ortiz Cejudo
Centro: Facultad de Ciencias de la Salud. Alumna del segundo curso de Grado en Enfermería 2018. Unidad Docente de Lanzarote. Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Cursó sus estudios de Educación Infantil en el C. E. I. P. Guenia y la Educación primaria y secundaria en el Colegio Santa María de Los Volcanes – Nazaret. El bachiller en el IES César Manrique. Voluntariado en el Hospital Insular de Lanzarote, durante mi educación secundaria.
Tutora: María Luz Fika Hernando. Profesora titular. Universidad de Las Palmas de Gran Canaria

FOTO 1 Portada del trabajo. Zeneida Ortiz Cejudo

TRABAJO
En siglos pasados siempre se asoció la tuberculosis a la pobreza, la promiscuidad y la ignorancia, y a la que, generalmente, no se le daba mucha importancia. No obstante, en el momento en el que se demostró que podía trasmitirse y, por consiguiente, afectar a las clases dirigentes, la medicina de la época buscó soluciones a partir de los escasos conocimientos que tenían sobre la enfermedad. Aparecieron, entonces, los Sanatorios de los que pudieron beneficiarse las clases más pudientes.

A principios de la revolución industrial, las condiciones de vida no eran favorables. Por ello, el tratamiento sanatorial se basó en una alimentación sana, incluso sobrealimentación, aire puro y reposo prolongado.

Se fueron construyendo varios sanatorios por el mundo de preferencia de altura, ya que habían observado que la tuberculosis era menos prevalente en las montañas. También se construyeron en dichos lugares, porque era donde se pensaban que el aire era más puro y porque estaba alejado de las ciudades. Durante este periodo de tiempo, los progresos sanitarios se medían según el número de camas sanatoriales que poseía cada país. El movimiento sanatorial se extendió primeramente en Europa y posteriormente en el resto del mundo.

FOTO 2 Sanatorio del Teide

En el siglo XX, la medicina científica hizo un estudio de los enfermos que habían recibido una cura sanatorial, y se observó que más de la mitad había muerto antes de los 5 años. Además, algunos países no acogían a los enfermos que se encontraban en fase avanzada, creándose la Ley de Medicina Preventiva, la cual sólo permitía el reposo sanatorial a aquellas personas afectadas de forma mínima y moderada, ya que en los casos avanzados se daba un mal pronóstico y no merecía la pena gastar los escasos recursos de los que se disponían para su tratamiento.

Las curas sanatoriales no tuvieron mucho éxito en el tratamiento de los enfermos, pero se obtuvieron algunos beneficios que aún perduran en nuestros días. En los sanatorios comenzaron los primeros programas de terapia ocupacional, la rehabilitación laboral y las terapias en grupo.

El movimiento sanatorial agrupó a los primeros equipos profesionales, y a partir de estos se crearon las primeras asociaciones antituberculosas, primero de carácter nacional y posteriormente internacionales. Así, en 1899 se realizó el Primer Congreso Internacional de Tuberculosis en Berlín, en el cuál se concluyó que: “En general, un buen aire para respirar, sin la pestilencia agobiadora y malsana de los gases engendrados por la quema de carburantes de todas clases y de combustibles de alumbrado; libre de materias nauseabundas, del hacinamiento de las casas y de aire viciado; en fin, un aire globalmente desprovisto de condiciones malsanas, constituirá la única solución posible para mitigar el azote de la tuberculosis”.

FOTO 3 Sanatorio del Teide con el Teide al fondo nevado. Foto Abrahan Martín

Estudios climatológicos en Canarias
Los estudios realizados por médicos y científicos sobre el clima, las condiciones atmosféricas, zonas montañosas, etc., para la cura de enfermedades respiratorias, en concreto la tuberculosis, supone el inicio del turismo en Canarias.

Los médicos recomendaban las “Islas” para la curación y reposo de la enfermedad. Por tanto, los viajeros que llegaban a Canarias en ese entonces, estaban atraídos por su “clima curativo”. Estos turistas, la mayoría enfermos, solían ser periodistas, políticos, científicos…, que escribían artículos contando su buena experiencia en las islas.

El doctor británico James Clark fue el primer médico que visitó Canarias y tomó especial interés por el clima de la Orotava y Vilaflor, ya que consideró que eran las zonas donde se encontraba el clima ideal para la curación de la tuberculosis. Clark recomendó el clima de Tenerife a sus pacientes y dio a conocer su experiencia en el libro “The sanative influence ofclimate” en 1829.

Posteriormente, los médicos de la isla empiezan a interesarse por su clima. El Dr. Guigou Costa escribió, en 1892, “Climatología de las Islas Canarias”. El Dr. Tomás Zerolo Herrera redactó “Climaterapia de la Tuberculosis pulmonar en la Península, Baleares y Canarias”, con este libro consiguió el premio de la Real Academia de Medicina de Barcelona. Y, por último, Tomás Hernández Rodríguez de la Orotava, que ejercía la medicina en Cuba, propagó las teorías del Dr. Zerolo en la prensa cubana y recomendó el traslado de los pacientes a las Cañadas del Teide.

Durante 1910, “Las Cañadas del Teide” fueron conocidas como uno de los mejores lugares para la curación de la tuberculosis. Esto se consiguió tras varios estudios sobre la acción de la luz solar en las enfermedades respiratorias. Científicos como los Dres Pannwitz, Douglas, Nemberg, Barcroft, Scroter y Zuntz, llegaron a la conclusión de que las radiaciones solares de las Cañadas eran de una magnitud única debido a su aire tan puro que estaba libre de vapores y la luz solar siempre era directa, lo que lo convertía en el lugar ideal para la cura de las enfermedades respiratorias. Por todo esto, se desplazaron a las Cañadas del Teide muchos pacientes con estas patologías siguiendo las recomendaciones de sus médicos.

Sanatorio del Teide
En 1883 se produjo el primer intento de construir un Santuario, por Nicolás Benítez, que pretendía la construcción de Hoteles para enfermos en Puerto de la Cruz. Años más tarde, en 1906, se formó en Puerto de la Cruz una sociedad anónima con capital alemán, cuyo objetivo era crear en las Cañadas un santuario para tuberculosos. Este proyecto fue un fracaso, ya que las autoridades no querían atraer a estos enfermos a la isla.

Desde el momento en el que el Dr. Zerolo recomendara a los pacientes trasladarse a Vilaflor o a Las Cañadas para curar la tuberculosis, grandes masas de enfermos acudieron a dichos lugares. Los enfermos habitaban allí desde primavera hasta principio de otoño en pequeñas chozas, construidas por ellos mismos, hechas con piedras y ramas. Para disminuir las incomodidades, las autoridades sanitarias montaron unas casetas. Este campamento recibió el nombre “casetas de los Alemanes” y fue lo que impulsó a construir un Sanatorio de interés mundial.

A pesar de la creación de distintas “sociedades” o “juntas”, sólo se construyó la primera fase, entre los años 30 y 40, que consistía en la vivienda del médico, un garaje y establos. Las demás fases no se llegaron a realizarse por la falta de apoyo de diversas Instituciones, a pesar de la demanda de la población que quería que se acabara la construcción ya que había más de un centenar de tuberculosos que vivían en chozas en unas condiciones pésimas.

FOTO 4 Sanatorio del Teide. Foto Isla de Tenerife

La idea de retomar las obras quedó abandonada debido a los avances médicos, ya que observaron que la tuberculosis había disminuido porque los enfermos se encontraban alejados de la sociedad por tanto se rompía la cadena de transmisión del microorganismo. Las obras se pararon de forma radical cuando declararon en 1954 Parque Nacional a las “Las Cañadas del Teide”.

En la actualidad, no quedan restos de las pequeñas chozas de piedra y ramas en las que habitaban los enfermos, pudiéndose observar, únicamente, la vivienda del médico, cuya construcción está totalmente abandonada.

BIBLIOGRAFÍA
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Manuel Solórzano Sánchez
Graduado en Enfermería. Servicio de Traumatología. Hospital Universitario Donostia de San Sebastián. OSI- Donostialdea. Osakidetza- Servicio Vasco de Salud
Insignia de Oro de la Sociedad Española de Enfermería Oftalmológica 2010. SEEOF
Miembro de Enfermería Avanza
Miembro de Eusko Ikaskuntza / Sociedad de Estudios Vascos
Miembro de la Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería
Miembro de la Red Cubana de Historia de la Enfermería
Miembro Consultivo de la Asociación Histórico Filosófica del Cuidado y la Enfermería en México AHFICEN, A.C.
Miembro no numerario de la Real Sociedad Vascongada de Amigos del País. (RSBAP)

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