Autor:
Carlos Álvarez Nebreda. Búsqueda
documental: Diego García Climent, Marina Aparicio Velasco y Ruth María Sánchez Albarrán. Área
informática: David González Martín.
Área administrativa: María José Ibáñez
Colás. Diseño y maquetación: Carolina
Ramos Marín y Fotografía: Fernando
Bermejero.
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1 Portada del libro de los 100 años de historia
El
libro en su índice presenta 6 capítulos, en el primero trata sobre Los Sangradores y
el Fuero Juzgo de Eurico.
Las primeras
enseñanzas universitarias (s. XIII al XV). Cofradías, gremios y oficios.
Protomedicato, Protocirujanato y Protobarberato.
Sangradores, Comadronas y Practicantes.
La Enfermera y la primera escuela de enfermeras de España.
En
el segundo: la organización colegial en la segunda mitad del siglo XIX. En el
tercero: el asociacionismo corporativo entre 1902 y 1929. En el cuarto: la aportación
del Colegio de Practicantes y Matronas de Salamanca, antes de la colegiación
obligatoria. En el quinto: la Colegiación Oficial y en el sexto: los Colegios
profesionales en la etapa democrática.
En
las palabras de su Presidenta Carmen
Sánchez Macarro, en la presentación del libro nos decía que el Colegio
Profesional de Enfermeras y Enfermeros de Salamanca, cumple cien años. Cien
años de lucha y esfuerzo por dignificar la profesión. Cien años en los que
nuestros ancestros, practicantes, matronas y enfermeras, en situaciones
complicadísimas, casi límites, sin medios de transporte para desplazarse entre
los distintos pueblos de la provincia, burros y bicicletas normalmente, sin más
salario en muchos casos que los alimentos que les aportaban los municipios o
familias a cambio de la asistencia sanitaria derivada de sus conocimientos, en
ausencia de centros sanitarios donde equipos de profesionales con moderno aparataje
pudieran en un momento determinado sacarles de un apuro, sin cobertura social
en los términos en los que hoy lo conocemos (desempleo, sanidad, pensiones,
etc.), sin apoyo legal en sus inicios, sin locales, sin teléfonos, ni fijos ni
móviles, en fin, en circunstancias que ninguno de los lectores les gustaría
revivir, estos compañeros sacaron fuerza de flaqueza, y no solo sacaron
adelante a sus familias, sino que se esforzaron por dignificar la profesión,
agrupándose inicialmente bajo distintas denominaciones, agrupaciones, asociaciones,
sociedades, colegios, etc., de ámbito municipal; editando medios de
comunicación profesional después; uniéndose a compañeros de otras provincias
que estaban en situaciones similares a la suya; elaborando estatutos y reglamentos
de funcionamiento y, por último, exigiendo a las autoridades políticas y
administrativas su oficialización que no llegó hasta 1929.
Las primeras
enfermeras formadas bajo el auspicio del Dr. Rubio y Gali en 1896, no podían
mirar a los médicos directamente a los ojos y, cuando pasaban con ellos visita,
no podían intervenir salvo que fueran requeridas para ello, y la respuesta
debería ser breve, a ser posible un sí o un no.
Hoy hablamos de
enfermeras que son decanas de facultad, doctoras, gerentes, directoras
generales, parlamentarias, consejeras de sanidad, alcaldesas. Un crecimiento
exponencial que hoy quiero poner en valor.
Los Sangradores y el
Fuero Juzgo de Eurico
El primer texto
legal, la primera referencia que conocemos de lo que acabó siendo una de las
actividades más desarrolladas y reconocidas por las denominadas profesiones
auxiliares a la médica, la sangría, está recogida en el Libro undécimo del Fuero
Juzgo de Eurico, que trata “de los enfermos, e de los físicos, e de los
mercaderos”. En su capítulo I trata “de los casos en los que los médicos y
cirujanos pueden exercer sus oficios con las mugeres”.
Es la primera
referencia de las que se tiene constancia documental reflejada en una norma
oficial sobre una actividad, la sangría, que acabó conformando un
oficio, el de Sangrador, cuyas
funciones fueron en el año 1857 asumidas por los practicantes, una vez
regularizados por D. Claudio Moyano Samaniego mediante la Ley de Instrucción Pública
de 9 de septiembre de 1857, en cuyo artículo 40 se establece la supresión de
ministrantes y cirujanos menores siendo asumidas sus funciones por los
practicantes.
Aunque no hay
unanimidad entre los distintos estudiosos e investigadores del citado código,
podríamos decir que una mayoría data esta obra en la época de los Visigodos,
cuando el Rey Eurico (c. 420 - 484) publicó el “Codex Euricianus”; también denominado
Código Eurico, que era una recopilación, a modo de cuerpo legal del derecho
visigodo publicado en el denominado Reino de Tolosa (Toulouse. Francia) y que abarcaba
una gran parte de la Península Ibérica. En él se hacía referencia a la función
de los sangradores en los siguientes términos:
“Nengun
físico debe sangrar, nen medicinar
moyer libre si
non estudiere ó so padre ó so madre delante
ó sos fiyos ó
sos hermanos, ó sos tios, ó otros sos parientes:
fueras ende si
la dolor la cocha mocho, asi que non podan
atender aquelos
parientes..…”.
FOTO 2 El libro
de los Jueces o Fuero Juzgo. Eurico
La importancia
de este código, el primero que redactó un monarca de estirpe germánica, y que
sirvió de base para futuros fueros, como la Lex Sálica, la Lex Burgundionum, o la
Lex Baiuwariorum (de los salios, borgoñones y bávaros, respectivamente), radica
en que recoge el derecho de la práctica, de lo cotidiano.
Las primeras enseñanzas
universitarias
La introducción
en España de las enseñanzas universitarias se produce durante el reinado de
Alfonso VIII de Castilla que crea la Universidad de Palencia entre los años
1208 y 1212, no existiendo certeza sobre la fecha de su fundación, que ocurrió aprovechando
la existencia de las escuelas episcopales. Fundamentalmente sus enseñanzas
versaban sobre artes, teología y ciencias jurídicas. Sin embargo su existencia
fue efímera, tras el fallecimiento de Alfonso VIII en el año 1214, la
universidad entró en crisis y, tras no pocos intentos de mantenerla activa por
parte del Monarca Fernando III de Castilla, e incluso por la protección del
Papa Honorio III y la mediación del Papa Urbano IV, que le dio los mismos
privilegios con los que contaba la Universidad de París, esta no pudo superar
la crisis y dejó de impartir enseñanzas en el año 1263.
La Universidad de Salamanca es la quinta
universidad más antigua de Europa y la primera de España que se mantiene en activo,
después de las de Bolonia, Oxford, Cambridge y París.
Fue la primera
institución educativa europea que obtuvo el título de Universidad por Real
Cédula de Alfonso X El Sabio, el 9 de noviembre de 1252, ratificada
posteriormente por el Papa Alejandro IV mediante la “licentia ubique docendi”
en el año 1255. Inicialmente se impartieron enseñanzas de derecho, medicina,
lógica, gramática y música. Salamanca es la primera universidad en la que se
imparten enseñanzas de Medicina.
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3 Porras ilustrado y examen para cirujanos latinos y romancistas
En el ámbito
español, a partir de 1254 aparece el título de Medicina, siendo la primera en
tenerlo, el Estudio General de Salamanca, siguiéndola Coimbra (1308, trasladada
desde el Estudio General de Lisboa de 1290), Universidad de Valladolid (en
1241), Alcalá de Henares (1293, refundada por Cisneros en 1499), Lérida (1300),
la Sapienza (Roma, 1303), Aviñón (1303), Orleans (1306), la Universidad
Carolina (Praga, 1348), la Sertoriana (Huesca, 1353), la Jagellónica (Cracovia,
Polonia, 1363), Viena (1365), Universidad de Pécs (Pécs, Hungría, 1367), Heidelberg
(1386), Colonia (1368) y, ya al final del periodo medieval, Lovaina (1425) y
Upsala (1477). La Medicina gozaba de un gran prestigio la Escuela Médica
Salernitana, con raíces árabes, que provenía del siglo IX; y en 1220 empezó a
rivalizar con ella la Facultad de Medicina de Montpellier.
Cofradías, gremios y
oficios
Entre los siglos
XII y XV, las ciudades europeas se ven envueltas en un nuevo sistema de
organización mercantil que transforma completamente su sistema organizativo y
productivo. Fruto de estos cambios, las grandes urbes se ven obligadas a
cambiar su sistema de organización urbana, tanto en el terreno económico como
en el social y organizativo. El trabajo se dignifica, se establecen divisiones
sociales en función del prestigio o poder que genera la actividad. A modo de
ejemplo, en Valencia esta división social tenía distintos nombres, la “ma
major”, que la integraban médicos, abogados, grandes propietarios y
comerciantes; la “ma mitjana” que la conformaban las denominadas clases medias,
mercaderes, artesanos, etc., y la “ma menuda” compuesta por tenderos u oficios
menores.
Surge la
necesidad de agruparse, de asociarse. Lo que es imposible de alcanzar a nivel
individual, existe la posibilidad de conseguirlo a nivel colectivo, y los
gremios y cofradías son instrumentos que facilitan ese fin.
Lo primero es la
existencia del oficio, que es la práctica laboral diferenciada con la que se
identifican, por ser común a un grupo de productores. Se introduce una
participación genérica en los artesanos que es reconocida por la legislación
foral e incorporada a las ordenanzas municipales por los monarcas cristianos en
la Baja Edad Media. Los propios artesanos se denominan a sí mismo por la
profesión que ejercen en el momento. Esta regulación o incorporación al ordenamiento
jurídico municipal, no es todavía un reconocimiento como tales organizaciones
profesionales, pero este no tardará en llegar, sancionando definitivamente la participación
corporativa y su creciente incidencia en el tejido institucional y económico de
las ciudades.
Las cofradías son congregaciones o hermandades que
forman algunos devotos, con autorización competente para ejercitarse en obras
de piedad. A iniciativa de la iglesia, nacen y se desarrollan cofradías que
agrupan a individuos de un mismo oficio. Estas cofradías por lo general se
ponen bajo la advocación de un patrón, solían fundar un hospital y realizaban
distintas obras asistenciales y benéficas entre sus miembros, pero también hacían
obras asistenciales a pobres y peregrinos.
El gremio es una corporación formada por los
maestros, oficiales y aprendices de una misma profesión u oficio, regida por ordenanzas
o estatutos especiales. Así, el gremio de los herreros, panaderos, cantineros,
etc., tomaron cuerpo cuando en la Edad Media las ciudades empezaron a tener
importancia en la historia.
En este
contexto, surgen órdenes de carácter militar, religioso y seglar que centraban
gran parte de sus esfuerzos a cuidar a los necesitados, a los menesterosos.
Así, surgen en torno a las hermandades militares los Caballeros Hospitalarios
de San Juan de Jerusalén, fundada en Italia en el siglo XI, y que tenían como
objetivo la difusión de la caridad cristiana. Esta orden posteriormente
modificó su denominación por la de Caballeros de Roda, y por último por la de
Caballeros de Malta.
Algunos autores
señalan que la orden más antigua es la de los Caballeros de San Lázaro de
Jerusalén, que se dedicaba a la asistencia a peregrinos que acudían a visitar
los santos lugares.
En el ámbito de
las órdenes religiosas quizá la más destacada fue la de San Francisco de Asís
(1182 - 1226) que llegó a fundar tres órdenes, la de los Frailes Menores, la de
las Clarisas Pobres y la de los Terciarios. En esta última figuraba Santa
Isabel de Hungría, hija de la Casa Real que destinó su riqueza a los pobres,
construyendo hospitales. Estas mismas autoras, hacen referencia como órdenes
seglares más relevantes y que hicieron una gran contribución a la enfermería
dado que cuidaban a los enfermos, a los pobres, a los abandonados y a los
huérfanos en sus propias comunidades, a los Hermanos Hospitalarios de San
Antonio, las Beguinas de Flandes y las Hermanas del Hotel Dieu de París. Estas
últimas, eran hermanas que ejercían de enfermeras y pasaban la vida en las
salas del hospital, solo salían cuando había que visitar enfermos.
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4 Premática para el examen de médicos y cirujanos, 1617. Doctrina moderna para
los Sangradores, 1724
Las Cofradías
Las
Cofradías son instrumentos utilizados por fieles, normalmente católicos, que
tienen en común la veneración de Santos o Vírgenes.
“La
Cofradía surge como acuerdo mutuo entre los hombres, sin intervención de
poderes extraños, ni intromisiones de los mismos, y sí sólo con la aprobación
de la Iglesia”.
Distintos
estudiosos que profundizan sobre el origen de las cofradías llegan incluso a
ubicarlas con el mismo nacimiento de Cristo. En el Canon 298 del Código de
Derecho Canónico, se recoge lo siguiente: «Existen en la Iglesia
asociaciones en las que los fieles, clérigos o laicos, o clérigos junto con
laicos, trabajando unidos, buscan fomentar una vida más perfecta, promover el
culto público o la doctrina cristiana, o realizar otras actividades de
apostolado, a saber, iniciativas para la evangelización, el ejercicio de obras
de piedad o de caridad y la animación con espíritu cristiano del orden temporal”.
Como puede
observarse, es la relación existente entre el trabajo, la unión, la fe
cristiana y las obras de caridad, la que justifica la creación de este tipo de
organizaciones. Como recoge el profesor Ventosa, sobre esa base se proyecta “el
amparo en los casos de indigencia o dolencia a los cofrades, llegando incluso a
contemplar el ingreso hospitalario no solo a los cofrades sino también a sus
familiares e incluso sirvientes”.
Estas cofradías se
crean en función de necesidades distintas. Las que se dedican a la asistencia a
enfermos son las que más nos interesan en este trabajo y por tanto damos una
especial relevancia a las Cofradías Hospitalarias que atendían a enfermos o peregrinos
en asilos, lazaretos, o casas de acogida de distinto tipo. Quizá una de las
primeras cofradías hospitalarias destinada para la atención de los peregrinos
fue la fundada en Jerusalén en 1048 por mercaderes de Amalf, pero también las
había con un objetivo benéfico social atendiendo a presos, llevando comida a
los hambrientos, etc., lo que de alguna manera sirvió como base, al menos conceptual,
a los montepíos y socorros mutuos que siglos más tarde crearon los colegios
profesionales para atender a las viudas e hijos de las profesiones auxiliares a
la médica.
En Palencia se
crea el Hospital de San Antolín, fundado hacia el año 1148 y que prolongó su
actividad ininterrumpidamente hasta 1977. Disponía de un reglamento o
constitución, que sirvió de guía para gestionar dicho hospital, escrito en 1397
y posteriormente reeditado o actualizado en 1560.
En Salamanca se
crea el Hospital del Estudio el 30 de marzo de 1413, siendo Rey de Castilla
Juan II, y lo hace a petición del rector y del claustro. El Rey dona a la
universidad una casa en la Rúa Nueva, (hoy calle de Los Libreros), donde se
edifica el primer hospital del estudio, siendo el Obispo Lope de Barrientos
quien ejerce el mecenazgo. En 1483, la Universidad compra casas que lindaban
con el hospital ampliando así su superficie y servicios quedando concluida en
el año 1492. Su función fundamental era el hospedaje de estudiantes y
necesitados.
Sobre como
empiezan a organizarse las clases sanitarias a través de las cofradías, existe
documentación concreta a partir de la Edad Media. Así, el profesor Albarracín,
citando al doctor Sánchez Granjel recoge lo siguiente: “antes de finalizar el
siglo XIV se constituye en León una Cofradía de cirujanos aprobada por el Rey
Juan I en 1392, si bien con anterioridad un Colegio con “examinadores”.
Este mismo autor recoge también que es en el siglo XV cuando cobran efectividad
los Colegios Profesionales liberales poniendo como ejemplo que, en Barcelona,
en el año 1408 se crea una Cofradía de Barberos
y Cirujanos elevada en el año 1445 por Alfonso V a la categoría de Colegio;
en 1443 se aprueban las constituciones del Colegio de Cirujanos de Valencia; en
Zaragoza desde 1455, y en Huesca, la cofradía de San Lucas y los santos médicos
de San Cosme y San Damián que agrupa, desde 1480 a “físicos”, cirujanos y
especieros”.
Se tiene también
constancia documental de que en el año 1354 se publican las Ordenanzas de Pedro
IV de Aragón, (escritas por Bernardo de Cabrera en 34 capítulos) en las que se
especifica por primera vez el mandato de embarque del cirujano y médico con las
herramientas necesarias para el ejercicio a bordo de los navíos.
FOTO 5
Instrucción de enfermeros para aplicar los remedios
Con respecto al
papel jugado por Barberos y Sangradores en Iberoamérica, nuevamente Raúl Expósito González, reconocido investigador
de la profesión enfermera, residente en Puertollano, presentó un magnífico
trabajo en el Congreso de Historia de la Enfermería de 2007 en el que
textualmente se recoge:
“En España, durante
gran parte de la Edad Media médicos y cirujanos eran considerados “físicos” hasta
que por medio del Fuero Real de 1225 los médicos pasaron a denominarse
exclusivamente físicos y los cirujanos “maestros de llagas”.
Estos “maestros cirujanos” de toga larga estudiaban en los Colegios de
Cirugía, eran clericales y conocedores del latín, lengua en que estaban
escritos los grandes tratados médicos y por ello son conocidos como cirujanos
latinos. Por debajo de estos se encontraban los cirujanos romancistas o de ropa
corta, no hablaban el latín y con frecuencia eran iletrados.
La pasantía al
lado de un cirujano aprobado o en un hospital era el único modo de aprender el
oficio. Más abajo en el escalafón se encontraban los cirujanos–barberos
relegados a las cirugías menores tales como sacar muelas, poner ventosas,
realizar sangrías que venían siendo desempeñadas por los barberos de la
Península desde antes de la cristiandad, funciones que continuaron
desarrollando tras la entrada del cristianismo en España”.
Pero
también se unían en cofradías para formar cuerpo y así poder realizar una mayor
presión ante las autoridades para la regulación de la profesión, y evitar en
gran medida el intrusismo de charlatanes, curanderos y visionarios.
Así,
médicos, cirujanos, barberos, boticarios y veterinarios se congregaron bajo el patronazgo
de los Santos Cosme y Damian durante los siglos XVI y XVII, que pasaron a
denominarse: Cofradía de Barberos y Cirujanos, Cofradía de Nuestra Señora de la
Concepción y Santos Mártires San Cosme y San Damian, Cofradía de San Cosme y
San Damian, y Cofradía de los Santos Mártires de los Señores San Cosme y San
Damian. En un momento dado, estas cofradías llegaron incluso a examinar a los
que querían avanzar en esta profesión de cirujanos.
Se tiene
constancia documental que en el año 1339, las denominadas «Hermandades de
mareantes» se establecieron en la costa cantábrica y perduraron hasta 1868,
constituyendo cofradías de auxilio a los enfermos. Estas cofradías tenían sus propios
cirujanos-sangradores. También en el siglo XII se tiene constancia documental
de la fundación en París de la Cofradía de San Cosme, un gremio de cirujanos.
Los Gremios
El
origen de los gremios en España está íntimamente ligado al desarrollo
industrial en el siglo XVI, si bien existen antecedentes que datan incluso del
siglo XI. Se entiende como tal la unión de distintos profesionales o artesanos
de una misma actividad para la defensa de sus intereses comunes.
Las
condiciones sobre su sistema organizativo fueron cambiando con el paso de los
tiempos. En un principio era obligatorio asociarse para poder realizar
cualquier tipo de actividad relacionada con un gremio específico.
Esto
en la práctica representaba un interés mutuo para los profesionales y para la organización municipal,
dado que permitían establecer un cierto orden en la política de precios y
control de la calidad de los productos que ofrecían.
Aunque su ámbito
era local, sorprendía su alto grado de organización, disponían de estatutos propios
de constitución y funcionamiento, no solo la estructura jerárquica
correspondiente sino también el tipo de contrato que debía establecerse, los
distintos periodos de aprendizaje, e incluso en caso de fallecimiento del
maestro, criterios para que pudiera heredar y/o explotar la viuda o hijos el
negocio, horarios, festivos, etc.
Se
tiene constancia que, en Valencia, los oficios mecánicos fueron adquiriendo una
importancia política y económica de cierta consideración una vez que Pedro III
firmó un privilegio en 1283 autorizando a los cuerpos de artes y oficios para que
pudieran elegir anualmente, el día de Navidad, “quatro prohombres con facultad
de ordenar, convocar y celebrar juntas entre los de u mismo arte para el mejor
régimen de la industria y beneficio de la ciudad”.
A
decir de unos de los profesionales que más han profundizado en la historia de
la enfermería, el profesor Ventosa, “El sistema gremial tendía a convertir
en soberano más bien al productor experto y especializado que al consumidor.
Esta fue una de las fuentes de la ideología del profesionalismo que emergió en
el siglo XIX”.
Los Oficios
La
Real Academia define oficio en su tercera acepción como “Profesión de algún
arte mecánica”. El oficio se relaciona con un trabajo de tipo físico, mecánico,
manual, al que se llega desde la destreza, desde la práctica, desde la
enseñanza del maestro al aprendiz con escasa o nula carga lectiva.
FOTO 6 La Real Escuela
de Enfermeras de Santa Isabel de Hungría en el año 1896
La
existencia de los oficios es consustancial al desarrollo del ser humano, pues
se hacía preciso dotarse de herramientas y medios para la subsistencia, para la
supervivencia. Puede decirse que desde la aparición del Homo Sapiens, el hombre
ya empezó a utilizar herramientas muy rudimentarias que poco a poco se fueron
perfeccionando hasta convertirse en oficios y más tarde en profesión. Gracias a
la escenificación a través de las pinturas rupestres y de otras manifestaciones
de características similares, tenemos conocimiento de la utilización de
herramientas por parte del hombre para la caza, o su forma de vida en las
cuevas.
Conocemos
también la utilización del bronce, el hierro, el marfil, la piedra para la
construcción de vasijas, armas y herramientas para la labranza o la caza.
Lo mismo ocurre
en el desarrollo de los cuidados básicos del hombre para su mejor desarrollo. A
modo de ejemplo, Homero ya
mencionaba el oficio de barbero en
el siglo VIII a.C. Juvenal también hace referencia a él en el siglo I, oficio que
con el paso del tiempo y sobre todo en la Edad Media, compartía esa función con
la de cirujano, pues no solo se encargaban de rasurar sino que también extraían
muelas, aplicaban ventosas, extraían sangre a través de sanguijuelas o mediante
rudimentarios bisturíes.
Al hacer referencia
a los gremios y a las cofradías en el apartado anterior, se ha especificado con
más detalle su sistema de organización y relación con las autoridades
administrativas municipales, pero lo que hoy no se discute en el ámbito de los
que hacemos de la enfermería motivo de estudio e investigación, es que la
profesión enfermera, tal y como hoy la entendemos, fue un oficio que con el
paso de los años transitó a profesión, siendo quizá los dos acontecimiento más relevantes
y demostrativos de lo anteriormente expuesto, su entrada en la universidad en
el año 1977, y el reconocimiento legal como profesión sanitaria titulada a
través de la Ley de Ordenación de las Profesiones Sanitarias en el año 2004.
Protomedicato,
Protocirujanato y Protobarberato
Al
unirse las dos Coronas de Castilla y Aragón, los Reyes Católicos realizan un
tremendo esfuerzo por reordenar toda la normativa existente y reguladora del
ejercicio de las profesiones sanitarias. Con ello consiguen un doble objetivo,
por un lado, regulan una profesión de indudable valor estratégico desde el
punto de vista humanista y científico, y por otro, protegen a la población de
charlatanes, visionarios e intrusos.
El Protomedicato tiene su amparo legal en
la Ley de 30 de marzo de 1477 que recopila otros intentos reguladores existentes,
como es el caso de las Leyes de Toro creadas en el año 1371, donde los médicos
ejercían con documentos que les otorgaba la Cancillería Real, o el Tribunal de
Alcaldes Mayores y Examinadores que en 1422 creara el monarca Juan II también
en Castilla para examinar a aquellos que pretendieran ejercer el arte de la
medicina y de la cirugía. La Ley de 30 de marzo de 1477 se ve complementada y
desarrollada por las Ordenanzas de 1491 y 1498 fechadas en la Real Vega de
Granada y de Alcalá.
El Real Tribunal
del Protomedicato se crea en Castilla, en España, y se extiende a México, Perú
y Argentina a lo largo del siglo XVI hasta su supresión en el siglo XIX.
Podríamos asegurar que su máxima era evitar que los intrusos ejercieran la medicina
y la cirugía.
Los Reyes
Católicos mandaron establecer este tipo de institución por todos sus
territorios, por lo que se conoce “la nueva España”, y se tiene constancia de
que en México el 13 de enero de 1525, el ayuntamiento de la capital publica la
primera norma al respecto en la que textualmente se recoge:
“Que ninguna
persona que no sea médico o cirujano examinado e tenga título, no sea osado de
curar en medicina ni cirujía so pena de sesenta pesos de oro, porque hay
algunos que por no saber lo que hacen, además de les llevar su hacienda les matan”.
En esta misma
capital en 1575 se creó la Cátedra Prima de Medicina, que llevaba consigo la
presidencia del Tribunal del Protomedicato. En 1630 se crea el Tribunal del
Protomedicato de la Nueva España guardando como antecedente la disposición
contenida en el Libro V, Título VI, Ley 1 de la recopilación de las Leyes de
las Indias.
El Protomedicato
El
Real Tribunal de Protomedicato era el cuerpo técnico responsable de la
vigilancia y control del ejercicio de los médicos y de todos los oficios que
guardaban relación con los aspectos sanitarios del reino. Examinaban,
enjuiciaban causas civiles y criminales por los excesos cometidos en el
ejercicio de sus oficios, velaban por el correcto ejercicio de la profesión, disponían
quienes deberían ser los médicos de la Corona, velaban también por la formación
de los profesionales y luchaban contra el intrusismo.
FOTO
7 La alimentación de régimen. La enfermera moderna
Sus
funciones se extendían a físicos, médicos, boticarios, cirujanos, ensalmadores,
especieros, y demás oficios que guarden relación con la salud de los moradores:
“Mandamos,
que los Protomédicos y Alcaldes Examinadores Mayores, que de Nos tuvieren
poder, lo sean en todos nuestros Reynos y Señoríos que agoran son ó fueren de
aquí adelante, para exâminar los Físicos y Cirujanos, y ensalmadores, y
Boticarios, y especieros, y herbolarios, y otras personas que en todo ó en
parte usaren en estos officios, y en officios á ellos y á cada uno dellos annexo
y connexô, ansi hombres como mugeres, de qualquier ley, estado, preeminencia y
dignidad que sean; para que si los hallaren idóneos y pertenecientes, les den
cartas de exámen y aprobación y licencia para que usen de los dichos officios,
libre y desembargadamente, sin pena ni calumnia alguna; y que los que hallaren
que no son tales para poder usar de los dichos oficios, ó de alguno dellos, los
manden y defiendan que no usen dellos”.
Los Reyes Católicos
se marcan un doble objetivo, por un lado, proteger a la población de
charlatanes y visionarios, y por otro, ordenar las profesiones sanitarias de la
época dotándolas de órganos superior en competencias formativas y examinadoras,
interviniendoen asuntos de mala praxis e intrusismo y asesorandotambién a las
autoridades políticas y judiciales.
Así, aprobaron
la Ley de 30 de marzo de 1477 por la que se establece el Real Protomedicato y
Junta Superior Gubernativa de Medicina, tribunal formado por los protomédicos y
examinadores, que reconocía la suficiencia de quienes aspiraban a ser médicos,
concediendo las licencias necesarias para el ejercicio de la práctica
asistencial, convirtiéndose también en un órgano consultivo de la Casa Real.
El Protomedicato
fue un órgano que colisionó desde sus inicios con las autoridades
universitarias que impartían enseñanzas relacionadas con las ciencias del arte
de curar, siendo eliminado y restaurado en distintas ocasiones. Así, inició su
actividad, como ya se ha dicho en el año 1477, desapareciendo oficialmente en
el año 1822; fue abolido en el año 1799 y restablecido nuevamente en el año
1801; posteriormente fue nuevamente abolido en el año 1804 y restaurado por la
regencia de las cortes de Cádiz en 1811; Fernando VII lo suprimió de nuevo en
1814; y por último fue restablecido durante el trienio liberal (1820 - 1823),
celebrando su última sesión el 28 de marzo de 1822.
Se tiene
constancia de que los reyes españoles implantaron este modelo de reconocimiento
de la suficiencia de quienes aspiraban a ser médicos, cirujanos, boticarios y
parteras, concediendo las correspondientes licencias para el ejercicio profesional
y convirtiéndose de hecho en un órgano consultivo en la recién descubierta
América. Así, se implantó en México en el año 1527 y perduró en el tiempo hasta
1831, fecha en la que se publica la Ley de Cesación del Tribunal del Protomedicato
y la creación de la Facultad de Medicina del Distrito Federal. (Manuel Solórzano,
Jesús Rubio y Raúl Expósito, 2009).
Barberos y
sangradores compartieron funciones durante siglos, lo que generó no pocas
demandas de intrusismo entre ellos e incluso entre los propios cirujanos, lo
que obligó a las autoridades a regular sus funciones y dirimir distintos
pleitos que concluyeron en sentencias. Sirva como ejemplo que la función de la
sangría fue también de los barberos en el siglo XIII, que en el Reino de
Castilla y según el Código “Las Siete Partidas” del Rey Alfonso X el Sabio,
figuran con el nombre de Alfajemes, quienes junto con los Barberos deberían
afeitar y sangrar en lugares apartados y no en las plazas y en las calles. El
28 de marzo de 1822 bajo el reinado de Fernando VII elProtomedicato
desapareció.
El Protocirujanato
La
distinción entre médicos y cirujanos no estuvo exenta de problemas, sus
disputas tienen orígenes remotos, pero a criterio de varios autores, fue en el
siglo XVIII cuando cirujanos de reconocido prestigio y peso político en la
corona, iniciaron la creación de los Colegios de Cirugía al objeto de controlar
la
enseñanza de los cirujanos y el acceso a la profesión de cirujano, cosa que
incomodó a los miembros del Real Protomedicato, que siempre consideraron a los
médicos “puros” con un nivel superior al de los cirujanos.
El respaldo
legislativo de los colegios se inició bajo el reinado de Fernando VI, cuando se
crea en Cádiz, en el año 1748, el Real Colegio de Cirugía de la Armada, siendo
uno de los más significados promotores, el doctor Pedro Virgili i Berllver, cirujano
militar que inició su actividad en los hospitales de Tarragona, Valencia y
Cádiz; posteriormente, y ya bajo el reinado de Carlos III, se crea el Real
Colegio de Cirugía de Barcelona, impulsado también por el doctor Virgili en el
año 1760, cuyo fin era cubrir la necesidad de cirujanos para el ejército.
Veinte años después, mediante Real Cédula de 1780, ratificada en 1783 por
Carlos III, se establece el Real Colegio de Cirugía de San Carlos de Madrid.
El texto recoge
lo siguiente: “Que habiendo entendido desde mi ingreso al trono el decadente
estado de la cirugía en estos mis Reinos, …, tuve a bien mandar erigir una
Escuela Real de Cirugía en la ciudad de Barcelona, …, para que de este modo se
formasen al mismo tiempo cirujanos hábiles para la dotación de los Regimientos,
…, como el establecido en Cádiz con reglamento provisional… expedido en el
anterior Reynado, con el objeto de que la Marina estubiese surtida de cirujanos
hábiles”.
FOTO 8 La Voz de
los Ministrantes. La Lanceta
Es importante
esta regulación para la profesión enfermera dado que sangradores,
flebotomianos, cirujanos menores y comadronas, deberían ser formados,
examinados y autorizados para su ejercicio profesional una vez fuera aprobado
por el Protomedicato o por el Protocirujanato.
A finales del
siglo XVI existían dos tipos de cirujanos, los llamados latinistas que obtenían
sus conocimientos en la universidad y sus enseñanzas se formalizaban en latín,
y los cirujanos romancistas que se caracterizaban por recibir sus enseñanzas en
castellano, formalizaban sus conocimientos fuera del ámbito universitario a
través, fundamentalmente, de la práctica diaria arropados por las enseñanzas de
cirujanos examinados, razón por la que también se les denomina cirujanos
empiristas.
Pero los
cirujanos romancistas no eran todos iguales, estaban los propiamente
denominados romancistas que solo se dedicaban a las operaciones quirúrgicas y
los cirujanos barberos que se dedicaban a operaciones quirúrgicas de menor
envergadura así como a realizar sangrías y arreglar pelos y barbas, siendo
denominados sangradores aquellos que se dedicaban a la realización de sangrías
una vez examinados por un médico o cirujano titulado.
En el año 1617
en la Villa de Madrid, y siendo Rey Felipe III, se publica una Real Pragmática
de 7 de noviembre por la que se ordena que los cirujanos deban ser examinados
en el Protomedicato, y en el año 1664, se establece también por Real
Pragmática, en este caso de Felipe IV fechada en la ciudad de Valladolid el 9
de enero por la que se regula el examen de los médicos y cirujanos romancistas,
y los requisitos que debe reunir el tribunal examinador.
El Rey Felipe V
en 1717 establece una Real Cédula en la ciudad de Madrid fechada el 2 de enero,
por la que se aprueba el plan formativo de los Sangradores, esta Real Cédula
pero fechada el día 29 está recogida en el libro en el libro titulado “La
Instrucción del Practicante”, cuyo autor es Ricardo Le Preux, primer
cirujano de la Casa Real.
En
esta Real Cédula se limita a tres el número de veces que podrán examinarse los
cirujanos (en los que ha de comprenderse el de Sangrador) en el Tribunal del
Protocirujanato y, los examinados residentes en Madrid que quieran dedicarse a
esta profesión de la Cirugía, deberán, para poder presentarse a examen, “….oir
un curso completo en el Colegio Real de San Carlos, asistiendo á las lecciones
teóricas prácticas que se den en él”, además de los requisitos exigidos de
haber practicado en un hospital al menos tres años o cuatro, en caso de ser
cirujano o sangrador aprobados, todo ello certificado por el Cirujano Mayor del
Hospital. Los de fuera de Madrid deberán haber asistido a un curso completo de
anatomía práctica y oído por espacio de dos años los tratados quirúrgicos que
se explican en las Escuelas o Academias de Cirugía del Reino.
El Protobarberato
A
decir de algunos estudiosos e investigadores de la profesión enfermera, “la
figura del barbero como predecesor del profesional de la Enfermería ha sido muy
importante. Sin embargo, no se le ha tenido la consideración que merece en el
estudio de la Historia de la Enfermería”.
Eran
unos profesionales que ejercían una actividad curadora, pero que estaban fuera
de la regulación del Tribunal del Protomedicato. Su función, además de las
propias de la barbería, eran la de realizar sangrías, sanguijuelas, sajaban,
ponían ventosas, sacaban muelas, etc.
“El Barbero es otras de las denominaciones
claves dentro del contexto de las profesiones sanitarias. Ya en 1500 funcionaba
el Protobarberato como institución independiente del Protomedicato”.
En el año 1500
se legisló por Pragmática Sanción de los Reyes Católicos dictada en Segovia el
9 de abril de 1500, otro órgano examinador, el Protobarberato, entidad
independiente del Protomedicato, estableciendo los exámenes a barberos, y la
pena “de los que sin requisito pusieran tienda para sangrar, y hacer las
demas operaciones que se expresan”.
De la Pragmática
extraemos este párrafo como significativo del intento regulador de los Reyes: “Mandamos, que los Barberos y
Exâminadores mayores de aquí adelante no consientan ni den lugar que ningún
barbero, ni otra persona alguna pueda poner tienda para sajar ni sangrar, ni
echar sangüijuelas ni ventosas, ni sacar dientes ni muelas, sin ser exâminado
primeramente por los dichos nuestros Barberos mayores personalmente, so pena que
cualquiera que usare las cosas suso dichas, ó de cualquiera dellas sin ser
exâminado, como dicho es, sea inhábil perpetuamente para usar de dicho oficio y
mas pague dos mil maravedís de pena para nuestra Cámara,y mil maravedís para
los dichos nuestros Barberos mayores; y del mismo hecho haya perdido y pierda
la tienda que así tuviere puesta; pero que cualquiera que quisiere afeytar de
navaja ó tixera, sin ser axâminado y sin su licencia; pero mandamos, que no
pueda usar ni use del Arte de la Flobotomía, ni sangrar ni sajar, ni sacar diente
ni muela sin ser axâminado, como dicho es, so la dicha pena…”.
FOTO 9 Alfonso XIII. (Fotografía: La Razón). La Asamblea de
practicantes de 1902
Sin embargo,
existía ya constancia documental de su existencia cuando se redactaron Las
Partidas de Alfonso X entre los años 1256 y 1265 con el nombre de “Alfajeme”.
Un siglo
después, en el año 1310, aparece una Cofradía de Barberos y Cirujanos en la
Comunidad Valenciana, recogiendo sus estatutos que el examen para la obtención
de la capacitación para ejercer, consistiría en un ejercicio teórico y otro
práctico.
En Barcelona en
el año 1408 existía otra cofradía de cirujanos y barberos, la cual fue elevada
a la categoría de Colegio en el año 1485 por el Rey Alfonso V de Trastámara,
llamado el Magnánimo.
El importante
papel jugado por los barberos como unos profesionales más en el complejo
entramado de oficios que intervienen en la salud de los ciudadanos, está
recogido en distintas citas publicadas por autores de reconocido prestigio en
el campo de la investigación sobre los orígenes de la enfermería. Se recogen a
continuación algunas de ellas:
“Por otro lado, y algo posterior en el tiempo, cobra entidad propia
el cuerpo de Barberos-Sangradores, rama desgajada de los cirujanos menores; y
que se dedican más concretamente a determinadas actividades técnicas como
sangrías, curas, extracciones de piezas dentarias… Suelen ser seglares que recorren
las distintas ciudades ofreciendo sus servicios”.
“A decir de algunos autores los barberos sangradores y los sangradores
flebotomianos fueron quizá los profesionales más característicos de la práctica
empírica de la medicina en la España Moderna. Su ejercicio estuvo asociado a la
vigencia de la técnica delegada de la medicina, la sangría, que diera lugar a
sesudos enfrentamientos entre defensores y detractores de sus indicaciones y
eficacia terapéutica”.
FOTO 10 El libro: Las Carreras Auxiliares Médicas
Sin embargo, con
la aparición de la Congregación de Cirujanos y Sangradores y su incorporación a
la Hermandad de San Cosme y San Damián, estos se fueron haciendo fuertes frente
a los Barberos, interponiendo continuas demandas por intrusismo ante el Consejo
de Estado que les fueron quitando competencias a los Barberos y dándoselas a
los Sangradores.
Los Barberos
llegaron a tener una Sociedad de Socorros Mutuos de peluqueros y barberos
residentes en Madrid en el año 1876 y que fue revisada y actualizada en el año
1879.
Agradecimientos:
Carmen Sánchez Macarro
Carlos Álvarez Nebreda
Raúl Expósito González
Colegio de Enfermería
de Salamanca
Fotografías:
Han
sido obtenidas del propio libro de los cien años: de Álvarez Nebreda, Carlos
C.: Siervas de María, Ministras de los enfermos. Centenario del primer
programa formativo oficial
para enfermeras (1915-1917). Ed.
Colegio Oficial de Enfermeras de Madrid. Madrid 1915, con la
autorización del fotógrafo Fernando Berenjeno. Las fotos de las páginas 37, 38,
39, 78, 79, 81, 83, 86, 104, 105 y 106 han sido obtenidas de: Puerto Sarmiento,
Javier y del Castillo García, Benito: “La mujer en la publicidad farmacéutica
durante la primera mitad del siglo XX.” Ed. Instituto de Comunicación Científica.
Manuel Solórzano Sánchez
Graduado en
Enfermería. Servicio de Traumatología. Hospital Universitario Donostia de San Sebastián.
OSI- Donostialdea. Osakidetza- Servicio Vasco de Salud
Insignia de Oro
de la Sociedad Española de Enfermería Oftalmológica 2010. SEEOF
Miembro de
Enfermería Avanza
Miembro de Eusko
Ikaskuntza / Sociedad de Estudios Vascos
Miembro de la
Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería
Miembro de la
Red Cubana de Historia de la Enfermería
Miembro
Consultivo de la Asociación Histórico Filosófica del Cuidado y la Enfermería en
México AHFICEN, A.C.
Miembro no
numerario de la Real Sociedad Vascongada de Amigos del País. (RSBAP)