NUEVA CLÍNICA OPERATORIA VILLA SAN IGNACIO
Las Clínicas en San Sebastián
En el primer tercio, largo, del siglo XX en nuestro país se
caracterizó por la creación de Clínicas privadas. Era la época del auge de la
clientela privada en la que el cirujano general con cierto prestigio, de
ordinario adquirido en Centros hospitalarios, y con deseos de independizarse
veía posible el tener Clínica propia con la colaboración de amigos
especialistas (1).
FOTO 1 Clínica Villa San Ignacio
1906
En Donostia – San Sebastián hubo
muchísimas Clínicas, todas ellas eran quirúrgicas (operatorias), no médicas,
aunque algunas tenían alguna especialidad.
La Clínica San José que estaba en la falda de Ulía junto a “Altuna
Enea” estaba dedicada a cirugía pulmonar, su dueño era el Dr. Emiliano
Eizaguirre. La Clínica San
Ignacio del Dr. Benigno Oreja, que en principio se dedicaba a la urología y
hubo otra de los doctores Salvador Bravo y José
Labayen, Villa Luz, que se
dedicaban a las enfermedades de los pulmones y del corazón.
Las demás Clínicas: San Antonio, Martín Santos, Las Mercedes,
El Coro, Dr. Egaña, Dr. Leremboure
o Perpetuo Socorro, etc. estaban
dedicadas a cirugía general, digestivo, traumatología, oftalmología y otorrino.
Los ingresos médicos se hacían en
el Hospital San Antonio Abad u
Hospital Civil, sobre todo de las enfermedades de fiebres tifoideas, paludismo
y tuberculosis. Las demás enfermedades se trataban en las propias casas.
FOTO 2 Panorama Sanitario 1900 -
1960
En Donostia y alrededores
existieron varios Sanatorios
Antituberculosos, ya que había mucha hambre y miseria que favorecían a la
propagación de dichas enfermedades y sobre todo de la terrible epidemia de
tuberculosis o “peste blanca” que mató a muchísima gente.
Había que dedicarle algunas
líneas a esta terrible enfermedad la tuberculosis o peste blanca que durante
más de un siglo fue el azote de la humanidad, porque hasta la aparición de las
hidrazidas del ácido isonicolicico y después de la estreptomicina, sobre todo
de ésta última, no había ningún medicamento que fuera eficaz a tan terrible
plaga creada por el bacilo de Kock. El tratamiento consistía en comer bien,
respirar aire puro y descansar; por eso los Sanatorios estaban en las afueras
de las ciudades: Sanatorio Nuestra Señora de las Mercedes en Loyola, Sanatorio
de Andazarrate, Sanatorio Nuestra Señora del Pilar en Ohiartzun, etc.
FOTO 3 Clínica San Ignacio
Los que no iban a un Sanatorio,
los mandaban a curarse a un caserío a comer bien, descansar y respirar aire
puro. La estreptomicina acabó con la tuberculosis y con los Sanatorios hasta el
advenimiento de otra terrible enfermedad: el Sida, hasta su aparición fueron
unos años sin apenas casos nuevos de tuberculosis (1).
A mí personalmente me impactó
mucho esta terrible enfermedad: la tuberculosis, ya que en la familia de mi
madre, murieron tres hermanos y el padre y como único remedio, el médico les
hizo salir de su casa en la Parte Vieja donostiarra donde vivían y trasladarse
a Aldapa Berri en Eguía que en aquel entonces era un extrarradio muy soleado de
San Sebastián (1).
CLÍNICA SAN IGNACIO
Muchas de las especialidades
médicas quirúrgicas, empezaron en esta pionera Clínica de San Ignacio. Aquí
está escrita su historia.
Inauguración Oficial de la Clínica Operatoria en “Villa San Ignacio”,
el 23 de Septiembre de 1906
Verificóse el domingo 23 de septiembre de 1906 con gran solemnidad el
acto de inauguración oficial de la Clínica Operatoria que los eminentes
doctores Hilario Gaiztarro Eceiza, Benigno Oreja, Ramón Castañeda Otermin, Mariano
Antín y Miguel Vidaur han
construido a sus expensas en la “Villa San Ignacio”, de Ategorrieta.
Por la mañana se celebró en el oratorio de la referida Clínica,
después de bendecido, una solemne misa, durante la cual, la capilla de la
parroquia de San Vicente interpretó preciosos motetes (2).
FOTO 4 Motete
El motete (del francés motet, y éste de mot: ‘palabra,
mote’) es una composición polifónica nacida en el siglo XIII para ser cantado
en las iglesias, sus temas son comúnmente bíblicos. Hasta el siglo XVII seguía
siendo una de las formas musicales más importantes de la música polifónica.
Asistieron a la ceremonia religiosa numerosas y distinguidas damas de
la alta sociedad y las
“Hermanas de la Esperanza” “Congregación Sagrada Familia de Burdeos” que han de prestar servicio en dicho benéfico establecimiento sanatorio (2).
“Hermanas de la Esperanza” “Congregación Sagrada Familia de Burdeos” que han de prestar servicio en dicho benéfico establecimiento sanatorio (2).
La inauguración oficial de la Clínica Operatoria verificóse a las
cuatro de la tarde. Para dicha hora hallábanse ya en la terraza del precioso
edificio los gobernadores civil y militar, señor barón de la Torre y general
Pavía, el alcalde, señor marqués de Roca-Verde (Ramón Elorza), el presidente de
la Diputación señor Lili, gran número de notabilidades médicas, cuyos nombres
nos abstenemos de publicar por temor a incurrir en omisiones enojosas, y varias
distinguidas personas invitadas a tan solemne acto (2).
Minutos después de las cuatro llegaron a la Clínica Operatoria los
Reyes e Infantes y personal palatino. Ocupaban el primer carruaje la Reina
Cristina y los Infantes Teresa, Fernando y Carlos. Seguíanles en otro coche, la
Marquesa de Navarrés, condesa de Mirasol y duque de Sotomayor. En otro carruaje
iban los Reyes don Alfonso y doña Victoria, aquél con uniforme de almirante. Y
detrás de este carruaje iba otro ocupado por la duquesa der San Carlos y el
ayudante del Rey, señor Suances. Los carruajes subieron hasta la terraza del
edificio.
FOTO 5 De pie de izquierda a derecha: Miguel Vidaur, Benigno Oreja y
Mariano Antín. Sentados: Leopoldo Ramoneda y Ramón Castañeda, doctores de la
Clínica San Ignacio
Allí fueron recibidas las reales personas por los doctores Hilario
Gaiztarro, Benigno Oreja, Ramón Castañeda, Mariano Antín y Miguel Vidaur, y por
cuantas personas habíanse allí congregado.
Seguidamente visitaron los Reyes e Infantes todas las dependencias y
departamentos del edificio, dirigiendo a los doctores que les acompañaban
numerosas preguntas referentes a los aparatos, enfermedades, etcétera, que han
de someterse a curación en dicha Clínica. Los Reyes e Infantes hicieron grandes
elogios de la suntuosidad y exquisito gusto con que se había hecho la
instalación y distribución del edificio. Terminado el examen de todo el
edificio, fueron las reales personas obsequiadas con un delicado lunch.
También las Reinas e Infanta Teresa fueron obsequiadas con preciosos
ramos de flores. Terminado el lunch
emprendieron las reales personas el regreso, despidiéndose cariñosamente de los
doctores a cuyo cargo se halla el establecimiento referido y les felicitaron
calurosamente por haber realizado un pensamiento tan altruista y humanitario
cual es el de instalar un centro donde poder combatir con mayores
probabilidades de éxito las enfermedades que aquejan a la humanidad (2).
FOTO 6 Dr. Luis Urrutia. Dr. Ramón Castañeda
Por nuestra parte, considerando el gran beneficio que con dicha
institución ha de proporcionarse a San Sebastián, sólo nos resta felicitar a
los autores de tan beneficiosa idea y estamos seguros de que a nuestro aplauso
se unirá seguramente el de todo el pueblo amante de la salud y de la vida.
Por la importancia que la referida Clínica tiene y por lo mucho que
interesa al vecindario de esta localidad, a continuación publicamos una ligera
reseña de lo que es el edificio y de cuanto con él se relaciona, en la
seguridad de que ha de interesarle a nuestros lectores de esta nuestra revista
Bascongada Euskal Erria (2).
En todas las dependencias del edificio se ha instalado calefacción de
agua con arreglo a los adelantos modernos, habiéndose encargado de ejecutar tan
delicada obra el conocido instalador de calefacciones de agua don Francisco
Liska, cuyos aparatos permiten mantener en las habitaciones una temperatura
agradabilísima.
La Clínica Operatoria de la
“Villa San Ignacio”, está exclusivamente destinada a enfermos que padecen de
afecciones quirúrgicas y que, por lo tanto, han de ser sometidos para su
curación a una intervención operatoria, y se encuentra dirigida por cinco
cirujanos que cultivan distintas especialidades.
Son éstas, la cirugía general, a cargo del señor Hilario Gaiztarro; la
de oídos, nariz y garganta, a cargo de los señores Ramón Castañeda y Mariano
Antín; la de ojos, del señor Miguel Vidaur, y la de matriz y vías urinarias,
del señor Benigno Oreja (2).
El edificio admirablemente orientado y lindante con la carretera de
Ategorrieta, es continuación de los bonitos chalets que en aquel paraje van
cada año construyéndose, estando por lo tanto situado en las mejores
condiciones prácticas por su buena aireación, abundante sol y rodeado
completamente por un suntuoso jardín.
FOTO 7 Dr. Benigno Oreja. Dr. Miguel Vidaur
Consta de planta baja, donde están admirablemente dispuestos, un
hermoso foyer con recibidor ricamente
amueblado; a la derecha e izquierda están, la cocina con sus dependencias,
amplia bodega y local apropiado para suministrar calefacción, a todas las
habitaciones de la casa.
El local para lavar ropa, cuarto de plancha y de los criados,
completan con un magnífico garaje esta primera planta del edificio. Ancha
escalera, da acceso al primer piso, que como el segundo le caracteriza la
amplitud de las habitaciones y pasillos con abundante cubicación y aireación
(2).
Aquí se encuentran aparte de los cuartos para los enfermos, una
magnífica sala de operaciones, iluminada por luz cenital y oblicua. La instalación
eléctrica abundante e intensa que en ella existe; permite operar de noche en
casos apropiados, con las mismas facilidades que de día.
Contiene dos lavabos con agua esterilizada caliente y fría, modelo de
última invención, una mesa de operaciones metálica con todos los aditamentos
necesarios, para poder ejecutar toda clase de intervenciones quirúrgicas.
FOTO 8 Clínica San Ignacio
El suelo es de mármol y las paredes de azulejo blanco, todo ello
fácilmente lavable. Comunicando con la misma, existe una magnífica sala de
esterilización, que la casa Felicoteaux de París se ha encargado de instalar a
la altura de lo que se acostumbra en los más modernos sanatorios de Europa. Todo
el material de cura se esteriliza en seco por medio de una estufa de aire caliente,
modelo Poupinel durante 23 minutos a la temperatura de 160º. Y los instrumentos
por medio de la ebullición en el aparato Callón.
Una monja exclusivamente encargada de estas operaciones, garantiza el
buen éxito de las intervenciones que allí puedan llevarse a efecto. En el mismo
piso se encuentra una sala de consulta para las afecciones otorrinolaringológicas
y para los enfermos de cirugía general y afecciones genito-urinarias (2).
Las tres constituyen modelo acabado de esta clase de departamentos,
llamando sobre todo la atención, el arsenal quirúrgico, que dotado de los
aparatos más modernos de exploración da a dichos gabinetes, un carácter
científico, muy en armonía con el esfuerzo e ilustración que les caracteriza a
los organizadores de tan suntuoso edificio. Amplios retretes con higiénicos
cuartos de baño, completan esta segunda parte del edificio.
El piso segundo, también provisto de magníficos cuartos para los
enfermos, contiene una suntuosa capilla con su correspondiente sacristía. Un
hermoso laboratorio, provisto de dos microscopios de la casa Trois y todos los
utensilios necesarios para análisis bacteriológicos y cortes
anatomo-patológicos, más una gran biblioteca, ricamente repleta de obras de
cirugía, completan aquel vasto local (2 y 3).
Por último, en el tercer piso es donde las monjas encargadas de la
asistencia de los enfermos de la casa cuentan con amplias habitaciones para
hacer su vida en comunidad.
FOTO 9 Aparato de
Rayos X. Clínica San Ignacio
La clínica de “San Ignacio” en
San Sebastián
En nuestro constante deseo de ofrecer a los lectores informaciones
útiles y de cierto renombre, procuramos visitar días pasados la Clínica
operatoria de “San Ignacio” situada en la villa de tal nombre, en Ategorrieta,
que a la vez, es una Casa de Salud, que por su instalación y condiciones, da el
resultado merecido a los mil dispendios y sacrificios que la sociedad
propietaria se impuso para conseguir sus loables propósitos (4).
En edificio a propósito, situado en inmejorables condiciones, tanto
higiénicas, como de ventilación y luz, resguardado de los vientos más
peligrosos y molestos que de continuo azotan a San Sebastián, la elección de
los autores de la idea, no pudo ser más acertada.
Dicho establecimiento fundado hace cuatro años vino a satisfacer una
demanda imperiosa de la capital y de la provincia, pues se dejaba sentir la
necesidad de ella, por que, los enfermos encuentran siempre mejor y más
acondicionado tratamiento en una casa de salud, que no en la suya, donde a
veces por excesivo cariño, por solicitud de la familia, se falta a preceptos de
indudable conveniencia para el mejor tratamiento (4).
Solo visitando la notable instalación de la clínica, se puede llegar
al convencimiento del valor y la importancia que encierra el trabajo extraordinariamente
higiénico que los médicos directores se han impuesto. Responde a las mayores
exigencias del enfermo rico y escrupuloso; y por el lado contrario hace
convivir la pobreza con el mismo método curativo que la opulencia,
proporcionando, en otro orden de cosas, análogas y grandes comodidades.
FOTO 10 El Pueblo Vasco y La Voz de Guipúzcoa del 24 de septiembre de
1906
Tiene establecidos cuartos de primera, segunda y tercera clase a
precios sumamente módicos y los enfermos cuando lo deseen, pueden llamar al
médico en cuyas manos encomendaron la curación al iniciarse la enfermedad.
La sociedad propietaria de la Clínica de Ategorrieta, antes que a nada
omite gastos, supo proveerse de un inmenso y bien surtido material quirúrgico,
donde se coleccionan los más modernos adelantos que la ciencia recomienda.
Esta instalación y el mobiliario y otros enseres análogos, son
admirables en “Villa San Ignacio”;
todo con arreglo a quien pone su voluntad en servir bien al público y su
inteligencia en mostrar que San Sebastián en este orden de cosas, tan necesario
no va a la zaga de otras capitales que gozan de tanta fama (4).
Atienden a la clínica, que se encuentra rodeada de un frondoso y
poético jardín, doctores tan conocidos y afamados como los señores Leopoldo Ramoneda encargado de la
Cirugía general; Benigno Oreja, vías
urinarias y enfermedades de la matriz; Ramón
Castañeda y Mariano Antín
garganta, nariz y oídos; y Miguel Vidaur
enfermedades de los ojos (4).
Estamos seguros, de que el éxito más brillante acompañará a la empresa
y al felicitarles por tan deseada instalación, nos felicitamos también
nosotros, compartiendo así el orgullo de una mejora tan importante para San
Sebastián como la de la Clínica de Ategorrieta de la “Villa San Ignacio”, tan
conocida entre los donostiarras por su pintoresca situación (4).
El 24 de
enero de 1926, en la Academia médico-quirúrgica Diserta el Dr. Agustín Uzcanga, acerca de “La analgesia en el parto normal”, tomando parte en la discusión
sus colegas señores Arrillaga, Oreja, Ayestarán, Bergareche y Usandizaga (5).
FOTO 11 XXV
Aniversario de la Clínica San Ignacio. Fotógrafo Velasco
CLÍNICA SAN IGNACIO
XXV ANIVERSARIO
1906 - 1931
Motivo de este Folleto
La agradable circunstancia de cumplirse los 25 años de existencia de
la Clínica San Ignacio, es el motivo
para que la Dirección y el Cuerpo Médico de la misma dirijan un saludo cariñoso
a sus compañeros, los médicos españoles. Esta ocasión y este folleto servirán
en parte, para informar el espíritu que orienta a la Clínica San Ignacio y al
mismo tiempo los medios y elementos con que cuenta para actuar en la lucha
contra la enfermedad (6).
Damos en estas páginas, un bosquejo de las orientaciones y evoluciones
sucesivas que ha seguido esta Institución, que no son a la postre otra cosa,
que la adaptación a las necesidades del Cuerpo Médico Español, de los progresos
y variaciones de criterio que en los últimos tiempos ha sufrido la medicina
mundial. Con este objeto, y dejando a un lado la información gráfica del
folleto (corroboradora solamente de alguna de las ideas que en él se exponen),
se escriben unos artículos de la Dirección, relatando la historia de la Clínica
San Ignacio y el criterio médico de la misma y después, breves notas sueltas
redactadas por cada especialista, en las cuales dan su sello particular los
distintos sectores que coadyuvan a la obra de conjunto (6).
Origen y Evolución de la
Clínica San Ignacio
El verano del año 1905 tres jóvenes médicos, los doctores Mariano Antín, Miguel Vidaur y Benigno
Oreja, recién establecidos, que cultivaban especialidades eminentemente
quirúrgicas, concibieron la idea de agruparse y crear un centro quirúrgico,
donde pudieran ejercer sus respectivas especialidades.
Era difícil empresa porque en aquel tiempo, todavía la cirugía, poco
desarrollada, era abarcada en el país por un solo hombre, el malogrado
prematuramente y nunca bien llorado, doctor Hilario Gaiztarro.
Sus grandes dotes quirúrgicas, el conocimiento profundo que de la
región tenía, su honorabilidad, modestia y afabilidad, aparte haber sido el
primero que en el país supo recoger las nuevas auras de la cirugía
contemporánea, hacían su cooperación absolutamente indispensable, si el nuevo
centro había de tener vitalidad en el porvenir.
Aquel generoso corazón, no necesitó imperiosas requisitorias para
comenzar la obra, antes al contrario, entusiasmado con el proyecto, se ofreció
hasta subvenir con su solo peculio, los dispendios que el edificio y su
contenido pudieran necesitar, si hiciera falta.
Había en la capital por la misma época, otro compañero eminente, de
gran prestigio, prototipo de dignidad profesional, el bueno y caballeroso
doctor J. Ramón Castañeda, cuya
cooperación se estimó indispensable y en efecto, al primer requerimiento, se
sumó gustoso a formar parte del cuerpo facultativo del nuevo Establecimiento
(6).
Estos cinco compañeros constituyeron la primera Sociedad que había que
edificar el primer Sanatorio Quirúrgico de Guipúzcoa, bajo los auspicios y
advocación del glorioso Santo del país, con cuyo nombre fue bautizado, San
Ignacio.
Bajo la acertada dirección de aquél gran cirujano general, el
entusiasmo y laboriosidad de todos los compañeros dieron pronto fama y realce a
la nueva institución, hasta que el destino quiso arrebatar de su seno, en el
año 1909, al querido jefe y maestro.
El doctor Leopoldo Ramoneda,
a la sazón regentaba en París una de las salas del Hospital Inglés, y requerido
para sustituirle, cumplió sus veces hasta el año 1914, que abandonó la clínica
por propia conveniencia (6).
FOTO 12 Clínica Villa San Ignacio. Fotógrafo Velasco
Ya unos meses antes, el amigo entrañable de siempre que, desde la
fundación de la casa, mostró por ella especial predilección, el gran doctor Luis Urrutia Guerezta, que hasta
entonces sólo hacía la parte médica de su especialidad, quiso ser el primer
especialista español de aparato digestivo que abordarse la terapéutica
quirúrgica de la misma, y con este fin solicitó de sus compañeros el ingreso en
la Sociedad como colaborador activo y socio comanditario. De todos es bien
conocida su brillante labor y el renombre que con su asombrosa e infatigable
tenacidad llegó a adquirir la Clínica
San Ignacio.
Por otra parte, el prestigio de los demás compañeros, particularmente
la especialidad de Urología, atraían la atención de numerosos enfermos de
dentro y fuera de la región, y pronto resultó insuficiente la disposición del
edificio primitivo.
Los doctores Luis Urrutia y
Benigno Oreja se decidieron a
perfeccionar y ampliar el edificio, y previo convenio con los demás compañeros,
quedaron éstos exclusivos propietarios del mismo, reformándolo en términos
tales, que gastaron en la ampliación y nueva organización de servicios, la
importante suma de un millón de pesetas (6).
Nueve años después, el doctor Luis Urrutia quiso repartir sus
actividades quirúrgicas entre Madrid y la Clínica
San Ignacio, trabajando en ésta exclusivamente de Junio a Octubre, pero
antes se había preocupado de que su puesto quedara provisto por persona idónea
y competente, lo que no le fue difícil, pues entre sus alumnos pronto se
destacó el que sin vacilación había de ostentar enhiesta y sin mengua alguna,
la gloriosa tradición que en la especialidad del aparato digestivo creó el
llorado maestro. El doctor Julián Bergareche,
en efecto, es el que actualmente se ocupa de esta especialidad.
Llegamos, por fin, al último periodo; al actual, que conmemoramos hoy
al haber transcurrido los primeros veinticinco años de su existencia. No era
tarea fácil poder conseguir, dada la extensión y heterogeneidad del contenido
de la Cirugía moderna, abarcar en una institución privada, los distintos
sectores que integrasen con la debida competencia, las distintas especialidades
(6).
FOTO 13 La Constancia 24 de septiembre de 1906. Revista Novedades nº
90, 12 de marzo de 1911
El lector, en las breves páginas que siguen, se podrá formar idea de
la distribución del trabajo de la casa y las personas que la integran, pero no
podemos pasar por alto sin subrayar, la novedad para España, de que así como
nuestra clínica fue la primera donde se implantó la práctica de la especialidad
del aparato digestivo en sus dos aspectos médico y quirúrgico practicada por un
mismo individuo, así también podemos ofrecer con orgullo el que la neurología
esté regentada, también por vez primera, por un compañero que ha adquirido
sólida base quirúrgica en los servicios de De Martel, en París, y sobre todo
con Foersier,
en Breslau, en Alemania, donde mereció singular predilección del ilustre
maestro, por sus dotes excepcionales.
Otra de las preocupaciones que nos aguijoneaba desde que la ortopedia
moderna ha adquirido en la Europa central, después de la Gran Guerra, su gran
esplendor y relieve social de primer orden, por sus íntimas conexiones con los
problemas más vivientes en el aspecto económico social, era implantar en
nuestra casa aquello que fuese reflejo fiel de este progreso, y creemos haber
cumplido este deber, haciendo que dos jóvenes compañeros, los doctores Francisco Arriola y José Elósegui, nada más terminar en
España sus estudios universitarios, eligieran como centro de cultura
ortopédica, las gloriosas escuelas vienesas de Lorenz-Böhler-Spitzi, las
alemanas de Göccht-Biesalski en Berlín, y Langue en Munich, durante
dos años, repartiéndose el trabajo cultural ordenada y equitativamente, para en
el tercero terminar su formación en la de Putti en Bolonia, Galeazzi
en Milán, y en Francia con una prolongada estancia en las distintas escuelas Berck-Plage.
Un rico arsenal con taller apropiado para la confección de las
distintas piezas que tanta admiración causan, las prótesis actuales, estando
encargado de su ejecución mecánica el señor Götze, hacen que consideremos sin jactancia la instalación de este
servicio como uno de los mejores y más completos que existen en nuestra nación
(6).
Tampoco es frecuente en nuestras Clínicas privadas y desgraciadamente
ni en muchos de nuestros Hospitales, procurar estén provistos de un buen
laboratorio, sobre todo en la sección de anatomía patológica, y por esto nos
hemos cuidado de llenar cumplidamente esta laguna, al buscar y encontrar la
colaboración de uno de los más distinguidos anatomopatólogos del país, el
doctor Antonio Llombart, de la
escuela de Río Hortega.
Al frente de la sección radiológica, está un compañero que en buena
lid demostró sus aptitudes en la materia, el doctor Sebastián Córdoba, y por último, un ayudante, el doctor Luis Garmendia, probo, inteligente y
laborioso, estrechamente compenetrado con sus compañeros y con hábitos
quirúrgicos para llevar a cabo con perfección las intervenciones que la
urgencia pudiera reclamar; es el encargado de la visita nocturna diaria y las
guardias permanentes que las contingencias de la enfermería reclamasen.
Tampoco hemos olvidado la colaboración indispensable con los
internistas, siendo íntimas las relaciones que sostiene el cuerpo médico de la
casa con sus compañeros de San Sebastián, ciudades y pueblos limítrofes. En
nuestra casa encuentran siempre una acogida atenta y un trato cordial. A todo
el cuerpo médico español le agradecemos desde estas líneas, la cooperación y
ayuda que siempre ha prestado a nuestra clínica, al buscar en ella y en sus
médicos, solución a los problemas de sus enfermos (6).
Completan el personal de la casa dos practicantes Ángel Jiménez Pérez y José
Montes Baraibar; el Capellán y treinta y cinco monjas Hermanas de la Esperanza, que procuran con solicitud y cariño
cristiano, hacer lo más dulce posible la estancia en la casa, que puede
albergar hasta cincuenta enfermos.
La Dirección no ha querido olvidar la asistencia de gentes menesterosas,
y así ha dispuesto ocho camas, cuatro para los respectivos sexos, donde por
pequeña cantidad en calidad de estancias, pero sin emolumentos para el
cirujano, pueden recibir con solicitud y cariño los cuidados necesarios para el
tratamiento de sus males. Este es el esquema y resumen del esfuerzo que una
institución privada ha ejecutado durante veinticinco años en este hermoso y
generoso país (6).
Criterio Médico imperante en la
Clínica San Ignacio
Una característica muy marcada tiene la medicina actual y es, la
existencia de especialistas. En cada una de ellas se plantean los problemas
médicos de índole general, con particularidades muy señaladas, propias de la
base anatómica y de las funciones fisiológicas que llenan en el individuo los
órganos que comprende la especialidad y que plantean problemas de índole
diagnóstica y terapéutica, variables en cada una de las especialidades.
Una limitación de las potencias del cerebro humano y un mayor
perfeccionamiento de la técnica, ha obligado a esta división del trabajo.
FOTO 14 Revista Bascongada Eukal Erria. Segundo
semestre 1906. 1/07/1906
página 1 y 295
Pasado este primer periodo de fragmentación de la medicina, surge una
nueva época, en la cual se aspiran a resolver todos los problemas que cada enfermo
plantea, con cuantos medios se disponen y de aquí que aparezcan como creaciones
de esta nueva evolución, el radiólogo y el laboratorista. La idea filosófica
que obliga al médico a recurrir a ellos, no es otra que el convencimiento de
que ante cada enfermo, se deben emplear los mismos métodos y resolver los
mismos problemas que se emplean en la experimentación biológica (6).
¡Cuan lejos estamos hoy día de aquel primitivo cirujano, mano armada
de un cerebro médico que le orientaba y aconsejaba! Hoy día, por evolución
lógica, ha tomado el cerebro el bisturí (en los casos que deba preferirlo a la
droga) y se aconseja en sus dudas, por el laboratorio y por la radiación.
Guiados por estas ideas directrices, la Clínica San Ignacio encarna el ejemplo clásico, de una división en
especialidades y de una cirugía de especialidades, como puede verse en el
cuadro médico de la misma: Gastroenterología, urología, neurocirugía,
otorrinolaringología, oftalmología, ginecología, ortopedia, pediatría,
nutrición, sección de laboratorio y sección de rayos X. (Radiología y
Radioterapia).
La necesidad de una complejidad tan grande, como se desprende de los
renglones anteriores, nace, de que la Clínica
San Ignacio responde en sus significación a un “Hospital moderno de pago” y
como tal, necesita tener sus servicios montados con tanta perfección y esmero
como pueda tenerlo cualquier institución hospitalaria; pues al fin y al cabo,
el enfermo rico tiene derecho a ser atendido con igual esmero y a ser estudiado
con tantos auxiliares como lo es el enfermo pobre de un hospital.
Sirven pues, de modelo y le inspiran a la dirección de la Clínica San Ignacio las instituciones
hospitalarias de las grandes clínicas norteamericanas y alemanas.
FOTO 15 Vestíbulo y Sala de Operaciones Aséptica. Clínica San Ignacio
Otra razón de índole elevada, es la que le obliga a la Clínica San
Ignacio a colocarse a tan gran nivel y es, la personalidad científica de los
médicos que la componen que han sabido en el transcurso de estos 25 años,
incorporar a la medicina española nuevos motivos de orgullo y nuevos lauros
científicos.
Para conseguir tales fines, necesita la clínica una organización tan
perfecta de laboratorios, de servicios anatomopatológicos y radio diagnósticos.
Quizá interese al público médico conocer la esencia motivadora del
progreso de la clínica que es, una unidad directiva provista de claridad
comprensiva y que concede una discreta autonomía a cada sección, una vez está
convencida de la buena formación técnica y científica del individuo que la
dirige.
Sacrificios económicos, ideal de progreso y entusiasmo en la obra,
todos han sido factores coadyuvantes para plasmar en la realidad actual la
sencilla y humilde clínica, que hace 25 años creó en Guipúzcoa un grupo de
médicos entusiastas (6).
Sección Gastroenterología
La obra extraordinaria del doctor Luis
Urrutia, realizada casi totalmente en nuestra clínica, si constituye el
modelo insuperable al que hemos de procurar ajustar siempre nuestra labor, no
se ha de tomar, dada su misma condición científica, por una meta definitiva,
sino como una base firmísima sobre la que hemos de apoyarnos sus discípulos
para continuar su obra en la medida de nuestras fuerzas.
FOTO 16 Sala de Esterilización. Clínica San Ignacio. Fotógrafo Velasco
Por si fuera poco el caudal de experiencia que nos legó Luis Urrutia,
he contado, además gracias a él y al doctor Benigno Oreja, no sólo con un rico
arsenal de instrumental exploratorio y quirúrgico, sino lo que es aún más
eficaz, con la colaboración inestimable por competente y devota, de quienes
fueron durante años conmigo asistentes y discípulos del mismo maestro, los
doctores Jesús Batanero y Luis Garmendia.
La idea acariciada hace largo tiempo por nuestro director, el doctor Benigno Oreja, de abrir en la clínica
nuevos servicios de especialidades está ya realizada; y no pasa día en que no
vea yo tangible la utilidad de ver compartidas mis tareas con unos compañeros
que me resuelven a satisfacción cuantos problemas de diagnóstico y tratamiento
surgen en mis enfermos por el lado de sistema nervioso o urinario, ginecológico
o de la estática vertebral.
Una de las aportaciones más importantes de Luis Urrutia a la cirugía española, fue su interpretación biológica
de los problemas quirúrgicos, su empeño de buscar la disminución del riesgo
operatorio no sólo en la perfección de la técnica sino en el diagnóstico
precoz, en la preparación adecuada del enfermo y en una vigilancia exquisita
del curso operatorio.
El estudio de la capacidad vital de los enfermos, problema reducido
antes a los recursos de la clínica, se ha completado actualmente con la
exploración físico-química hasta hacerse imprescindible; y todas las
complicaciones que se derivan del schock y de la desintegración celular
operatorias, a saber; la acidosis, la insuficiencia hepática y renal y algunos
síndromes erróneamente atribuidos a trastornos mecánicos del curso
gastrointestinal, sólo pueden ser denunciados y eficazmente tratados con el
concurso del laboratorio.
FOTO 17 Sala de Operaciones, Sépticas. Sala de Instrumental. Clínica
San Ignacio
Moynhian decía hacia el año
1911 que tan difícil es establecer la relación exacta entre los signos precoces
de las enfermedades y los hallazgos de autopsias como el conocer por el examen
de las ruinas de una abadía los hábitos domésticos de los monjes que la
habitaron; y que había que oponer por tanto a los argumentos anatomopatológicos
basados en las autopsias, las alteraciones orgánicas encontradas en las
operaciones, “the pathologie of the
living”. Años más tarde, en el Congreso de Cirugía alemana del año 1923, Aschoff, al final de su comunicación “princeps” sobre la ortología y patología
de las vías biliares, quiso hacer público reconocimiento de la contribución
importante de la cirugía al progreso de la anatomía patológica in vivo.
Claro es que sin la histología, la anatomía patológica quirúrgica es
incompleta y deficiente, y aventurada toda conclusión que no lleve el
referéndum microscópico. Si hasta hace un año nuestro laboratorio ha podido
subvenir mal que bien a las exigencias clínicas, en lo que se refiere a las
investigaciones hematológicas, serológicas y fisicoquímicas, el problema del
diagnóstico anatomopatológico sólo lo podíamos resolver con grandes
dificultades y limitaciones, dada la distancia a que nos encontramos de todo
centro universitario (6).
En la actualidad, este problema importantísimo del laboratorio lo
hemos resuelto por completo, gracias a la munificencia de la dirección y al
concurso del doctor Antonio Llombart,
que ha renunciado a los lauros académicos para ayudarnos a resolver los
problemas de la práctica diaria y a realzar nuestra modesta contribución al
progreso de la Clínica. Dr. Julián Bergareche.
FOTOS 18 Sala de Trabajos Ortopédicos. Clínica San Ignacio. Fotógrafo
Velasco
Cirugía Ortopédica y
Traumatología
La ortopedia dedica atención preferente a las disfunciones mecánicas
del tronco, extremidades y a los trastornos en el aparato del sostén y
movimiento, lo que equivale a Patología de la estática y dinámica del cuerpo
humano (6).
Es de la Biología y no de la Cirugía de donde hemos recibido nuestras
orientaciones básicas al hacernos ver los órganos de movimiento y sostén del
hombre, como un sistema de órganos, como un aparato.
La operación cruenta no es para nosotros el punto central, como para
los cirujanos, es uno de tantos medios, ni siquiera el más importante. Con la
operación no realizamos, sino un acto preparatorio para iniciar el tratamiento.
Las palabras rendimiento, provecho, eficiencia, son las que dominan la
concepción ortopédica. Es preciso tener en cuenta qué función no equivale a
eficiencia, función significa actividad, eficiencia significa utilidad,
rendimiento. Función es fisiología, eficiencia es realidad.
La alteración de la función no implica necesariamente disminución de
eficacia en cuanto que el organismo dispone de muchos recursos de compensación.
Por el fin que se propone (la máxima eficiencia del individuo) es la Ortopedia
eminentemente social. Por esta razón erigida en especialidad a principios de
siglo principalmente por la labor de Hoffa
y Lorenz ha adquirido una
importancia extraordinaria en la guerra y en la postguerra (6).
La dirección de la Clínica San
Ignacio ha creído necesario establecer esta sección. Para ello ha
implantado un servicio de Ortopedia y Traumatología con un taller ortopédico a
cargo de Adolfo Göetze, mecánico
diplomado en la Universidad de Berlín.
Nosotros, formados principalmente en las Clínicas alemanas de Viena,
Berlín, Munich, Leizig y Dresden, actuamos generalmente inspirados en
concepciones mantenidas por estas escuelas (6).
No olvidamos a los italianos Putti y Galeazzi de quienes también hemos recibido enseñanzas útiles,
ni a los franceses maestros en tuberculosis osteoarticular.
En traumatología seguimos fielmente las técnicas de las escuelas de Boehler
y Magnus.
Doctores José Elósegui y Francisco Arriola.
La Neurocirugía
Una de las especialidades aún vírgenes en España era la neurocirugía,
mientras que en otros países que van a la vanguardia de la medicina, se
realizaba con perfección cada vez creciente (6).
El Doctor Benigno Oreja,
dándose cuenta de la existencia de esta laguna en la medicina española y
deseando que a la Clínica San Ignacio
no aventajara ninguna en modernidad y eficiencia, me aconsejó que completara mi
formación de neurólogo, aprendiendo la cirugía del sistema nervioso junto a los
mejores maestros europeos de Martel y
Foerster como en efecto lo hice.
La cirugía tiene muchas indicaciones en neurología; la ha
revolucionado por completo. Recuerdo que el profesor Foerster me dijo en una
ocasión ¿qué es la neurología sin cirugía?
Efectivamente, con la neurocirugía se enriquece notablemente el exiguo
arsenal terapéutico con que contamos en neurología, esta se hace mucho más
dinámica, más objetiva, se ahonda en la fisiopatología del sistema nervioso.
Deja de ser nuestra especialidad la neurología de “La Salpêtrière” de Charcot
y Dejerine,
en que los enfermos son como piezas de museo de gran interés iconográfico y
científico, pero a los que consigue curar rara vez (6).
El campo de la neurocirugía es muy basto, comprende afecciones como
los tumores de cerebro tenidas antes por incurables y en los que se consigue un
tanto por ciento elevado de curaciones; la mortalidad de estas operaciones es
sólo de un 10 por 100 en la Clínica de Cushing, en Boston. La
cirugía de la epilepsia, en la que Foerster
con una operación original obtiene brillantes resultados. La cirugía de la
Hidrocefalia congénita adquirida. La de los traumas de cabeza. Un interesante
capítulo es la cirugía medular: de las compresiones medulares (tumores,
aracnoiditis), redicotomías posteriores, cordotomías. Por último tenemos la
cirugía de los nervios periféricos y la del simpático. Esta cirugía requiere un
instrumental adecuado y una técnica especial (6).
FOTO 19 Ascensor de servicios para enfermos. Estadística Operatoria
año 1915
En la Clínica San Ignacio,
en colaboración con el doctor Garmendia y el resto del personal, hemos operado
varias afecciones del cerebro (tumores, aracnoiditis, paquimeningitis
hemorrágica, fracturas de cráneo) y un caso de tumor de médula perfectamente
extirpables. En algunos casos el resultado ha sido muy brillante y esperamos
que pronto llegue a convencerse el público médico y los enfermos que, en
neuropatología poseemos en la actualidad medios curativos equiparables a los de
otras especialidades en los que la cirugía es práctica corriente. Doctor Raimundo Bueno (6).
Sección Oftalmológica
Al celebrar el XXV aniversario de la fundación de la Clínica San
Ignacio, creo mi deber en primer lugar, satisfacer una deuda de reconocimiento
a su director el doctor Benigno Oreja,
compañero querido y personalidad sobresaliente de la Medicina Española. Estas
cualidades, hoy conocidas por todo el mundo médico, ya pudieron ser apreciadas por
nosotros en las primeras épocas de la clínica, debiéndose a su tenacidad y
constancia, que dicho organismo haya llegado a ser un establecimiento
hospitalario modelo (6).
En el breve espacio que nos conceden para tratar algún punto de la
especialidad, me ha parecido oportuno poder utilizar la experiencia adquirida
durante los treinta años que cultivamos la oftalmología, para reflejar un poco
nuestra personalidad, basada en el contingente de enfermos vistos en relación
con la formación de la catarata.
¿Hay algún medio en la actualidad, que impida su formación? Se han
publicado numerosísimos trabajos, los cuales pueden agruparse en cuatro grupos:
1º.-
En los que se emplea el yodo.
2º.-
Mercurio, ácido bórico y glicerina o thiolysina.
3º.-
Preparados hormonales.
4º.-
Rayos X y ultravioletas.
FOTO 20 Sala de Cistoscopia. Clínica San Ignacio. Fotógrafo Velasco
En el primer grupo tenemos Angeluci, empleando el yodo y el
rubidio, en corrientes galvánicas de 5 m. A. durante media hora, habiendo obtenido
mejorías visuales de un sexto a dos tercios en 13, 25, 29 y 30 sesiones; a
veces ha añadido dicho autor fricciones en la región temporal, con cloruro
amónico, licor amoníacal anisado, sacarina aromatizada con flores de naranja o
extractos de flores. Lavagna y Colangeli, emplean la
cura eléctrica, con yoduro sódico y cloruro cálcico, lo mismo que Doc.
Peter usa la misma solución en baños oculares, añadiendo inyecciones
subconjuntivales de cianuro de mercurio al uno por seis mil, y administra “per os” tintura de yodo en pequeñas
dosis; obtiene mejorías en todos los casos. Hildesheimer es muy
partidario del yodo y calcio, y dice haber obtenido aumento de visión en
ochenta casos; y ya a los catorce días se nota la mejoría (6).
Meyer-Steinegy, emplea un preparado denominado “Phakolisina”,
que consiste en una solución de albúmina de cristalino de animales, con yoduro
sódico, potásico y cloruro de sodio; obtuvo 49 % de mejorías, se estacionó la
catarata en 28 %, avanzó en 23 %. Svodoba con la “Phakolisina”,
observó de doce cataratas incipientes, que en tres hubo mejoría y en seis
avanzó el proceso. Castresana, de seis casos, obtuvo una mejoría. Borsch,
con duchas borosaliciladas; Smith Henry con inyecciones
subconjuntivales de cianuro de mercurio, y Weeks con glicerina y ácido bórico,
detienen la formación de la catarata (6).
Con preparados orgánicos trabajan Kerr, Hosford y Shepardson,
administran tiroidina, observando mejoría en diez casos, ninguna variación en
otros diez y progresión en otro. Accidentalmente Siegrist ha usado la “Euphakin”,
que contiene extracto de glándula genital, tiroidea y paratifoidea, con
resultados favorables. Salvati, ha ensayado extracto
pluriglandular, sin comprobar ninguna mejoría ni detención; lo mismo dice Endelmann.
Mi opinión particular la he formado después de haber aplicado los
tratamientos propuestos en varios cientos de casos, y comparándolos con los que
no han sido sometidos a ningún medio terapéutico.
He examinado las opacidades del cristalino, bajo la acción de los
midriáticos, y tomada la agudeza visual por trimestres, durante muchos años,
viendo en los dos grupos de mejorías, detenciones y avance de las opacidades,
es decir, que con el tratamiento y sin él, los resultados clínicos han sido
exactamente los mismos; creo, por lo tanto, completamente inútiles todas las
medicaciones que se aconsejan para impedir la formación de la catarata; ésta
comienza y se detiene por si sola, de modo que el atribuir la mejoría o la
detención a la influencia del medicamento, es a mi juicio completamente falso,
en el momento actual, teniendo aquí verdadera aplicación el “Post
hoc ergo procter hoc”.
Nuestra opinión sincera, es de que, solamente existe como medio seguro
para curar la catarata de un modo eficaz, la intervención quirúrgica. Dr. Miguel Vidaur.
Vías Urinarias
No creemos pecar de inmodestos, si empezamos por afirmar que la
Clínica San Ignacio es una de las que en España refleja con más fidelidad la
evolución y el desarrollo que esta especialidad ha alcanzado en lo que va de
siglo.
No es mi propósito, pues me vedan la falta de espacio y la
significación de lo que debe ser estas líneas, hacer un examen prolijo del rico
material con que hemos podido manipular durante estos veinticinco años, y sí
únicamente tratar de señalar aquello que pudiera tener algún interés, por haber
tenido la fortuna de tratar numerosos enfermos, pertenecientes a dos grupos
mesológicos de la especialidad; queremos referirnos a los prostáticos y a los
tuberculosos renales (6).
Los primeros son con mucho los que predominan en nuestra estadística,
pues llegan en el momento actual a pasar la respetable cifra de mil, pero
considerando que hace aproximadamente tres años, pudimos exponer nuestro
criterio y describir detalladamente la conducta terapéutica que con ellos empleamos
en la clínica, con motivo de la ponencia presentada al último Congreso
Hispano-Portugués de Urología, y pensando editar en breve plazo una monografía,
que será complemento de lo allí tratado, hemos creído más conveniente dedicar
estas páginas exclusivamente a la tuberculosis renal, enfermedad muy frecuente
en el País Vasco, y que por lo mismo considero de interés dar a conocer los
resultados de mi experiencia personal (6).
Mortalidad de la Nefrectomía
por Tuberculosis
Nuestra estadística comprende 320 operados, con 8 defunciones, o sea
2,4 %. Esta cifra de mortalidad, comprende solamente los acaecidos durante las
seis primeras semanas después de la operación.
Las causas fueron: por uremia, 4; por meningitis, 1; por tuberculosis
miliar, 1; por embolia, 1 y por íleo paralítico, 1.
Debo hacer constar que los 4 por uremia, ocurrieron en los operados
hace más de cinco años, lo que quiere decir que nuestros medios de exploración
funcional renal, no habían alcanzado la perfección y seguridad de la época
actual (6).
FOTO 21 Sala de Espera de la Clínica San Ignacio. Fotógrafo Velasco
Por dos veces hemos herido el peritoneo, a causa de las múltiples
adherencias de la grasa perirrenal, sin que este accidente haya tenido la más
mínima influencia en la marcha normal del curso post-operatorio.
En cambio, sin haber abierto el peritoneo y sin ninguna herida del
intestino, hemos perdido un operado con íleo paralítico; acaso influencias
tóxicas o nerviosas, determinadas por el traumatismo operatorio, pudieran
explicar la parálisis intestinal.
Casos de muerte tardía.- Este grupo es desgraciadamente mucho
más numeroso, pues no hay que olvidar que en una tan grave enfermedad como la
tuberculosis renal, la infección en el momento de la operación, rara vez está
limitada al riñón extirpado, sino que, casi siempre, están atacadas otras
partes del árbol urinario, y con mucha frecuencia existen focos fuera del
mismo, y no hay que esperar a que por el mero hecho de extirpar el riñón
enfermo, el sujeto va a quedar libre del peligro tuberculoso en el porvenir (6).
Nada, pues, nos debe sorprender que, numerosos de estos enfermos, a
pesar del éxito primero de la intervención, sucumban más tarde a la infección
bacilar.
En
nuestra estadística, hemos perdido 62 enfermos, un 19,3 %.
De
tuberculosis pulmonar, 11; un 17,7 %.
De
tuberculosis del segundo riñón, 8; un 12,9 %.
De
tuberculosis uro-genital, 5; un 8 %.
De
tuberculosis miliar y meningitis, 3; un 4,8 %.
De
enfermedades intercurrentes, 18; un 29 %.
De los restantes conocemos su fallecimiento, pero no hemos podido
averiguar con exactitud la causa de la defunción.
Del primero que antecede, no pretendemos hacer, deducciones y menos
afirmaciones concretas pues en materia de tuberculosis, es muy difícil y
temerario hablar de curación total y permanente (6).
FOTO 22 Sala de Radio –
Diagnóstico. Clínica San Ignacio. Fotógrafo Velasco
La desaparición de las molestias en el tracto urinario, el
restablecimiento total del estado general y la desaparición en la orina del
bacilo de Koch, tampoco autorizan para hablar de una curación radical y
definitiva, a no ser que la observación tenga un plazo superior a tres años, y
los focos que pudiera haber fuera de las vías urinarias, no den señales de
vida.
Difícil será encontrar una estadística que reúna estas condiciones, ni
creo que por no llenarlas pierdan de su valor las numerosas que a manera de la
nuestra se consignan en tratados y revistas.
No por esto quedará menos patente la gran conquista del siglo actual,
que puede formularse, hoy por hoy, en forma axiomática (6).
“La terapéutica racional y lógica de la tuberculosis renal, siempre
que las condiciones del enfermo lo permitan, es la nefrectomía”.
Quiero aprovechar esta ocasión, para hacer presente nuestro
reconocimiento a la inteligente y desinteresada contribución de nuestro buen
amigo el doctor Gil Clemente, pues
su sólida preparación en la especialidad y amor al trabajo, hacen sea de
importancia su labor en la Clínica. Dr. Benigno
Oreja.
FOTO 23 Sala de Otorrinolaringología. Clínica San Ignacio. Fotógrafo Velasco
Enfermedades del Oído
Teniendo el pabellón auricular una gran participación en las
percepciones acústicas, sobre todo para los sonidos graves, y como localizador
de la dirección del sonido según indica Kompagneetz, su cirugía reparadora
de un comienzo antiquísimo, se ha visto últimamente reforzada ante la necesidad
de corregir las nuevas y abundantes mutilaciones y deformaciones, que como
natural consecuencia dejó la gran guerra siendo en Italia Cesari, en Polonia Lobrzaniegski,
en Rusia Zebrowski, en Alemania Lenker, Katz, Kahler
y en Francia A. Noel, Jacques y Roig, quienes han
publicado una porción de interesantes trabajos dándonos a conocer distintos
métodos quirúrgicos de corrección, siendo Chenet quien recientemente ha mejorado
la técnica de Henning por medio de piezas protésicas habiéndola empleado
nosotros con resultados bastante buenos (6).
Los tratamientos de oído medio poco han avanzado, pues seguimos con
los rudos desinfectantes, con la cura seca, etc., y como cosa nueva tenemos la
monoterapia y el empleo de la vacunoterapia, pero nosotros compartimos la idea
de Tretrop
y únicamente empleamos este tratamiento en las inflamaciones del tejido blando,
no dándonos resultados brillantes cuando la infección es de una cavidad ósea
(6).
En las trepanaciones mastoideas y en las petro-mastoideas totales, se
puede decir que ha avanzado poco, a pesar de ser el caballo de batalla de la
cirugía otológica y de la gran cantidad de trabajos publicados sobre estos
temas, pues al mismo tiempo que seguimos empleando las distintas curas húmedas
y secas que se hacen interminables, hemos controlado el nuevo procedimiento de
la ambrina con resultados para todos los gustos, y el de la irrigación continua
de Borri en las mastoidectomías (6).
FOTO 24 Sala de Radioterapia. Fotógrafo Velasco
Con gran intensidad se han ocupado de corregir el mal estado auditivo
en que quedaban los radicalizados totales, siendo Heath en Inglaterra, Sohier
y Bujani en América, Neuman en Viena, Lermoiez Boulag y Hautant
en Francia quienes más se han ocupado empleando para ello la trepanación
petro-mastoidea conservadora, y aplicando Sourdiñe
su método de ático timpanotomía transmastoidea, así como con su método de
trepanación del canal semicircular externo en los otoesclerosos, quien ha dado
ha conocer estas nuevas técnicas con el objeto de dejarles una buena audición a
los trepanados y a los otoesclerosos (6).
En las tromboflebitis del seno lateral, se ha dado un gran avance
sobre todo en su diagnóstico con la introducción por Kindler de la prueba de Kueckennstedt, así como los datos
que la punción lumbar nos da de tensión, análisis citológico y bacteriológico
del líquido cefalo-raquídeo y la valiosa aportación de la radiología (Wittmaach, Kunge, Wagener, Spencer, Reverchon, Worms, Stenvers). Este último dato lo consideramos tan importante que no
operamos ningún enfermo sin antes obtener una placa radiográfica de su
mastoides que nos indique sus lesiones, el sitio donde éstas se encuentran más
pronunciadas y las relaciones que puedan tener con las meninges o con el seno
lateral, sirviéndonos estos datos grandemente en el acto operatorio (6).
FOTO 25 Un detalle de la Sala de Radioterapia. Clínica San Ignacio
Desde Helzmotlz que creó la
concepción auditiva, poco ha variado ésta, no así en cambio la fisiología
vestibular donde las experiencias d´Ewald,
Mach, Breuer, Minx, Barany, Magnus, Klein y Kuix, son cambiadas y refutadas
constantemente por otras nuevas, viviendo el laberinto en un constante cambio
de teorías; afortunadamente la cirugía del oído interno se practica con más
frecuencia y seguridad ya que esta parte del órgano auditivo es mucho más
accesible a cualquier intervención, debido al perfeccionado instrumental que
hoy día poseemos. Doctor Fernando Castañeda.
Enfermedades de la Faringe y
Laringe
Amigdalas.- Hace muchos años que viene siendo tema preferente
de discusión, el papel que desempeñan las amígdalas en un gran número de
afecciones, las más variadas y en especial las articulares, sirviendo de tema para
un trabajo de Worms y Le Mee, cuya finalidad es exponer con
detalle la teoría de la “infección focal” amigdalina, y mostrar toda la
importancia que le otorgan los prácticos del mundo entero.
La técnica quirúrgica también ha sido objeto de innumerables trabajos
y ponencias, especialmente en Francia, donde han llegado a decir, que el año
1930 han vivido bajo el signo de la amígdala. El procedimiento que cada día va
ganando más adeptos, es el de Sluder Ballanger, que con el máximo
de rapidez y simplicidad, realiza el ideal que no se alcanza con las otras
técnicas, una enucleación amigdalina total (6).
FOTO 26 Sala de Trabajo del Laboratorio. Clínica San Ignacio
Mencionemos un nuevo procedimiento conservador, el bisturí eléctrico,
según técnica de Fouquet. Merece
llamar la atención el tratamiento abortivo de los flemones periamigdalinos con
el bacteriófago, según método de Djiropoulos,
siempre más recomendable que el proceder de Erdelyi, que practica la extirpación total de las dos amígdalas,
bajo anestesia local.
Laringe.- Poco nuevo digno de mención; seguimos practicando los
mismos procedimientos mutilantes de Hemilaringectomía, Laringectomía, etc., y
aunque los resultados son mejores hoy día, no deben atribuirse a la
intervención, sino más bien a la precocidad del diagnóstico, en colaboración
estrecha con el laboratorio. Dr. Juan Eusebio
Polit Etxepare.
Enfermedades de las Fosas
Nasales
La patología de las fosas nasales, debido a la importancia de los
nuevos métodos técnicos de exploración, ha hecho rápidos y decisivos progresos;
indiquémoslos brevemente (6).
FOTO 27 Cuarto Particular de Trabajo del Jefe de Laboratorio Mariano
Antín
La radiografía con la precisión de su técnica, es un gran auxiliar
para el diagnóstico y tratamiento de las afecciones de las cavidades accesorias
de las fosas nasales, sobre todo en las sinusitis frontales. Por ella sabemos
las dimensiones de los senos y su inflamación o la ausencia de los mismos y la
participación del etmoides.
Hay que distinguir dos formas de sinusitis frontales: la aguda y la
subaguda; siendo el tratamiento diferente en ambas formas. En la primera, con
un tratamiento médico es suficiente en casi todos los casos para su curación;
se reduce a calmar el dolor con diversos analgésicos, aplicaciones húmedas
calientes o frías sobre la región, inhalaciones balsámicas y pulverizaciones, a
base de adrenalina y cocaína (6).
En esta forma, es ya un precepto la no intervención, y caso de tener
que intervenir en las formas complicadas, nos limitaremos solamente a lo más
estricto y necesario, evacuando el pus, absteniéndonos rigurosamente de todo
raspado, por estar expuestos a que se produzca una osteomielitis del frontal,
de consecuencias fatales.
En la forma subaguda, la intervención por vía nasal la consideramos
ciega, y por lo tanto, peligrosa; la vía exonasal es la regla, trepanando en la
región correspondiente a la protuberancia frontal lateral, un poco por debajo
de ella, a un centímetro de la línea media hacia fuera, raspando una vez
abierta la cavidad sus paredes, así como las células etmoidales anteriores, y
ensanchando el canal naso-frontal (6).
La diatermia es otro de los nuevos métodos empleados, dándonos buenos
resultados para el tratamiento de las bridas cicatriciales generalmente
postoperatorias, de las fosas nasales, y también de la sínfisis velofaríngea y
de algunos tumores. Finalmente, la precisión en la técnica para el tratamiento
de los tumores de las fosas nasales y cavidades accesorias por la
etmoidectomía, la transmaxilo-facial y la operación de Rouge, juntamente con la
radioterapia y curieterapia, la han llevado a ocupar el puesto que tiene hoy
día en la medicina. Doctor Mariano Antín.
FOTO 28 Capilla. Clínica
San Ignacio. Fotógrafo Velasco
Pediatría
Pediatría, rama de la medicina que se ocupa del niño enfermo, desde el
nacimiento hasta la pubertad, tiene a su cargo la primera, segunda y tercera
infancia. Por no estar limitada esta especialidad a un aparato, como sucede con
la mayoría de las otras, y dedicándose a la visión de todo el organismo
del niño, necesariamente ha de poseer una disciplina de trabajo más extensa,
más articulada, en que tendrán cabida no pocas de las otras especialidades (6).
Pero lo que caracteriza a la Pediatría, y es su orientación básica, es
la manera de enfocar la solución de sus problemas médicos. Siendo el niño un
organismo en crecimiento hasta llegar a su completo desarrollo, (desarrollo en
todos los órdenes, físico y psíquico o intelectual), cualquier estancamiento,
cualquier anormalidad en él, ha de tener su causa, bien en una enfermedad o en
un defecto cualquiera en un organismo en desarrollo, le afectan, produciendo la
detención o una anormalidad del mismo (6).
Nuestro gran fin, por lo tanto, es obtener una buena constitución, y
nuestros medios, todos los necesarios para llegar a es fin. En la primera
infancia el asunto que más debemos vigilar es la alimentación y su clase así
como el método seguido, que mantiene en unos casos el equilibrio normal y que
lo modifica en otros, buscando siempre el crear una buena base constitucional.
Estos conceptos, un poco obscuros, han sido emitidos por uno de los pediatras
más distinguidos, Finkestein. La
alimentación deficiente en cualquier orden produce por un lado trastornos
específicos (las enfermedades por carencia, cuyo capítulo aumenta de
día en día), y de otros trastornos no específicos, que influyen sobre el
desarrollo, alterándolo o haciéndolo deficiente, esto es, desviando la
constitución del individuo (6).
FOTO 29 Habitación de Primera Clase. Clínica San Ignacio
En la segunda infancia las infecciones, las enfermedades propias de ella, acechan al niño, y la
mayor o menor plenitud vital,
dependerá de su receptibilidad ante dichas infecciones.
En este periodo se incluyen los trastornos alérgicos, disminución grande
de las defensas orgánicas, y predisposición a otras enfermedades graves, de
tipo crónico, sobre todo la tuberculosis.
En la tercera infancia existen enfermedades de todo orden, pero son
para nosotros las más importantes, aquellas que se relacionan con la
constitución física del niño.
De esta breve exposición del concepto fundamental de la Pediatría,
sacaremos en seguida la conclusión de que necesitamos para nuestro trabajo, de
todas las especialidades, y son ellas las que, por así decirlo, lo redondean.
Las Clínicas Pediátricas que conozco, (en las cuales la Pediatría
tiene verdadera significación y llena una necesidad social), la Clínica
infantil de Strasburgo con Rhomer,
Woringer, la Clínica de Frankfurt
con Mitelheim y Shcar, la de Marburg con Frendenberg, la de Hamburgo con Strasburger, la de Berlín con Zerny, etc., son Clínicas que asientan en el recinto de un
hospital, con cabida de todas las especialidades, pues la Clínica Pediátrica
necesita de todas ellas para su normal desenvolvimiento. Es el Pediatra de
ordinario el que establece las indicaciones después de la visión de conjunto
del niño enfermo (6).
FOTO 30 Habitación de Segunda Clase. Clínica San Ignacio
Estas son las razones científicas que me unen a la Clínica San
Ignacio, por encontrar entre sus médicos la colaboración indispensable y que me
permiten ejercer la pediatría en los casos hospitalizables de un modo ideal, sólo comparable al grado de
perfección que se logra en los hospitales extranjeros. Doctor Juan Miguel Sansinenea Goñi.
Sección de Electrología y
Electroterapia
El servicio de electroradiología, hoy de absoluta necesidad tanto para
el diagnóstico como para el tratamiento, se ha ido desarrollando paulatinamente
según los progresos de esta especialidad y las necesidades de la Clínica en el
momento actual están cubiertas por completo, funcionando este servicio
totalmente compenetrado con los demás, pero conservando la debida autonomía en
cuanto a las técnicas (6).
Es en esta forma como es mayor el rendimiento de un servicio de esta
naturaleza, pues se le conserva el papel de auxiliar de todos los demás sin
coartar las iniciativas de quien asume su dirección.
Para el radiodiagnóstico contamos con un moderno aparato de 4 válvulas
y alto rendimiento. Las radioscopias se hacen directamente por los diversos
especialistas que hacen también la indicación para las radiografías, quedando
la preparación del enfermo y la técnica de las mismas a cargo del radiólogo que
luego colabora con el especialista en la interpretación de las placas. Unida
como se halla la sala de radiodiagnóstico con la sala de cistoscopia y próxima
a los demás servicios, la colaboración con todos es fácil y evidentes los
beneficios para el diagnóstico (6).
El servicio de radioterapia profunda está distribuido en tres salas
contiguas: sala de transformadores, sala de tratamiento y cabina de mandos
donde se hallan los cuadros eléctricos de distribución para todo servicio.
El aparato empleado, moderno y de gran potencia, consta de todos los
interruptores automáticos de seguridad, necesarios para haber eliminado
completamente los peligros de electrocución; la protección contra las
radiaciones directa y secundaria existe en toda la sala de tratamiento mediante
las adecuadas planchas de plomo que cubren las paredes, suelo y techo. Las
intensidades de radiación se controlan periódicamente mediante el ionómetro y
con la debida vigilancia se ha conseguido no haber tenido hasta la fecha ni un
solo accidente (6).
Siguiendo las normas de estricta colaboración que rigen en todos los
servicios, una vez hecho el diagnóstico por quien corresponda se hacen las
irradiaciones con absoluta libertad por el radiólogo, después de ponerse de
acuerdo con el clínico en cuanto a indicaciones y momento de irradiación
(preoperatoria o postoperatoria) y luego, juntos otra vez, siguen el curso del
enfermo.
Gracias a esto, se han podido evitar los criterios cerrados, respecto
a terapéutica meramente quirúrgica o radiológica, que muy corrientemente
imperan, y en todo momento se aplica en cada caso un criterio ecléctico, que es
lo más científico y naturalmente, lo más beneficioso.
Con esta organización, se consigue la máxima eficiencia tanto en
diagnóstico como en terapia, pues el radiólogo no puede poseer las diversas
técnicas de los especialistas (sondajes ureterales, punciones lumbares,
punciones de ventrículos, etc.,) como éstos las poseen, y por otra parte, éstos
no pueden dominar las técnicas de radiografía y los métodos de dosificación y
técnicas terapéuticas, cada día más complicadas, y que deben ser de absoluta
competencia del radiólogo, que responde de su correcta aplicación.
Para la fototerapia, disponemos de una lámpara Hanau, y para la
diatermia de tres aparatos, uno de ellos de ondas entretenidas, especialmente
adaptado para servicios quirúrgicos, (bisturí eléctrico), de gran uso
actualmente, y otro pequeño, especial, para elctrocoagulaciones vesicales (6).
Los dos aparatos para corrientes galvánicas y farádicas, son manejados
por el neurólogo, por ser quien los necesita para el diagnóstico. Como personal
auxiliar del radiólogo, actúan un electricista y varias Hermanas de la Esperanza, convenientemente instruidas, que se
encargan de la parte de laboratorio, de revelado y de las sesiones de
fototerapia y diatermia. Doctor Sebastián
Córdoba.
FOTO 31 Hermanas de la Esperanza.
Clínica San Ignacio
Sección de Laboratorio
La complejidad que tiene el problema diagnóstico, ha obligado al
médico en todo tiempo a buscar solución a sus dudas, y es el laboratorio en la
medicina moderna, quien representa la encarnación fiel de este sentimiento
clínico. Nace el laboratorio como consecuencia del científico deseo de ver
posibles alteraciones en los escreta del enfermo y aún en sus tejidos, por la
causa morbosa, deseo de interés puramente teórico hasta mitad del siglo XIX, y
que se plasma en espléndida realidad en la época presente (6).
De todos son bien conocidas las características del laboratorio, las
cuales podríamos resumirlas en estas breves frases:
Es el factor químico, médico y anatómico, limador de las fantasías e
hipótesis del clínico, que presta base precisa a sus opiniones y que proyecta
con su dato positivo serena tranquilidad ante las dudas del médico, y
finalmente, es el fiel consejero que relaciona en cada caso hechos
experimentales y médicos, sirviéndole al clínico de auxiliar sincero y
desinteresado (6).
Quien haya leído los artículos de nuestros compañeros, verá en ellos
con cuánta frecuencia se alude al laboratorio; alusiones que son otros tantos
argumentos probadores de las ideas que venimos escribiendo (6).
El laboratorio en la Clínica
San Ignacio, consta de las secciones corrientes en todos los hospitales:
una serológica, otra química, otra bacteriológica y otra anatomopatológica,
repartidas en las distintas salas que ocupa el mismo, y provista de los
aparatos y medios de investigación más perfectos y utilizados en la medicina
moderna.
Difícil es dar una expresión exacta del espíritu que nos anima, y que
procuramos esté basado en el concepto moral de las ideas que debe llenar el laboratorio
junto al clínico. Una estrecha colaboración y un constante darse cuenta de los
problemas que se quieren resolver en cada caso, es el papel que procuramos
llenar de ordinario, y en los casos de interés clínico ampliamos estas
investigaciones con objeto de que puedan ser publicadas y enriquecer la
bibliografía médica (6).
FOTO 32 Un detalle del Hospitalillo destinado a curar a gente sin
recursos
Sabido es, que en la práctica quirúrgica, el estudio de los preparados
anatomopatológicos descubre en muchas ocasiones detalles que justifican y
avaloran la historia clínica del enfermo.
Junto a estas actividades del laboratorio, desenvolvemos la
investigación en materias de biología médica y anatomopatológica, a las cuales
hemos dedicado todos los entusiasmos de nuestra vida científica, y que durante
nuestra formación en la escuela de Río Hortega y después en los años de
permanencia en el extranjero, nos hemos dado cuenta de los grandes problemas
que hoy día apasionan a los cultivadores de la ciencia de Galeno y Virchow.
Creemos que estas líneas que acabamos de escribir, darán una idea al
público médico de cómo se desenvuelven los servicios de laboratorio en la
Clínica San Ignacio. Doctor Antonio
Llombart.
Taller Ortopédico
Las curas ortopédicas exigen imperiosamente, unas veces como
fundamento, otras como complemento, la colaboración de un mecánico ortopédico,
de vasta y acreditada experiencia, que aparte de los miembros artificiales y de
todo cuanto se necesita para la terapia de las enfermedades y lesiones del
aparato locomotor, pueda producir los aparatos para la fisioterapia ortopédica
(6).
La sección de ortopedia cuenta para ello de un taller ad-hoc,
instalado en la Clínica, dirigido por Adolfo
Göetze, mecánico diplomado de la Clínica ortopédica de la Universidad de
Berlín.
El taller trabaja sobre bases rigurosamente científicas, (según
principios y métodos de la escuela alemana). El mecánico pone a disposición de
los médicos, todos sus conocimientos y competencia técnica en la construcción
de los aparatos, que le son sugeridos bajo sus indicaciones (6).
Toda producción está sometida al examen, prueba y control médicos,
para que ofrezca todas las garantías posibles de seguridad y buen
funcionamiento. La dirección médica asume, pues, la plena responsabilidad de la
producción del taller. Adolfo Göetze,
mecánico (6).
FOTO 33 Taller Ortopédico. Clínica San Ignacio. Fotógrafo Velasco
El 29 de febrero de 1932, y en la
Clínica de San Ignacio es operado por el Dr. Benigno Oreja, el redactor
deportivo de “La Voz de Guipúzcoa”, Pepe Murguía (7).
El 14 de
marzo de 1936, un camión atropella a dos jóvenes sirvientas de la Clínica de
San Ignacio, matando a Dolores Larumbe
e hiriendo gravemente a Carmen Ruiz (8).
El 15 de
septiembre de 1937, fallece en la Clínica de San Ignacio el general don Francisco Martín Llorente, competentísimo
estratega y crítico militar, que durante la primera Gran Guerra (1914-18)
popularizó en la Prensa española el seudónimo de «Armando Guerra» (9).
El 14 de julio de 1948, en la clínica de San Ignacio, el ministro español de Hacienda,
D. Joaquín Benjumea, es sometido
esta mañana a una delicada intervención quirúrgica, que efectúa
satisfactoriamente el doctor Benigno Oreja (10).
El 21 de
julio de 1948, en la Clínica de San Ignacio, el Dr. Benigno Oreja practica con
éxito esta mañana una delicada operación quirúrgica al presidente de la
Diputación, D. Agustín Brunet (11).
Con
motivo del Veinticinco Aniversario de la Fundación de la Clínica San Ignacio
Hemos recibido un folleto de la Clínica
de San Ignacio, editado con motivo de la celebración de las bodas de plata
de la misma. No vamos a hacer un elogio de la Clínica, que pudiera parecer un
reclamo. En España hay, y ha habido desde hace años, clínicas a la moderna, en
cuanto a medios de instalación y competencia de sus dirigentes. Pero, en
nuestro modo de ver, lo más interesante es la orientación que desde su
comienzo, hace veintiún años, se dio a su organización. Y, efectivamente, son
cuatro especialistas, los doctores Ramón Castañeda, Mariano Antín, Benigno
Oreja y Miguel Vidaur, quienes comenzaron allí a iniciar su labor. Más tarde se
unió a ellos una gran figura de la cirugía guipuzcoana, el doctor Hilario
Gaiztarro (12).
Pasan los años y la Clínica San
Ignacio no es una clínica más, de mejores o peores condiciones que otras,
no es sólo un centro quirúrgico al que acuden cientos de enfermos de toda
España, sino que además inicia una modalidad diferente entonces de todas las
demás de España.
Y así vemos al doctor Luis Urrutia, desaparecido tan inesperadamente,
el gran especialista de estómago, cómo inicia su labor quirúrgica cultivando la
especialidad del aparato digestivo, en sus aspectos médico y quirúrgico. Labor
secundada después y continuada ahora por el doctor Julián Bergareche,
completada también por el doctor Jesús Batanero en los menesteres del
Laboratorio (12).
Como especialidades quirúrgicas figuran en la Clínica: La
Otorrinolaringología, formada por los doctores Mariano Antín, Eusebio Polit y
Ramón Castañeda; la Oftalmología por el doctor Miguel Vidaur; la Cirugía ósea,
articular y Ortopedia, por los doctores J. Elósegui y Arriola; la Urología, por
el doctor Benigno Oreja, con la colaboración de los doctores Garmendia y Gil
Clemente; la Radiología por el doctor Sebastián Córdoba (12).
De reciente creación son también, la especialidad del sistema
nervioso, en su doble aspecto médico-quirúrgico, a cargo del doctor Raimundo
Bueno; la de Pediatría a cargo del doctor F. Sansinenea; la Endocrinología y
Nutrición a cargo del doctor Fernando Echauz, y el gran servicio de Laboratorio
Clínico e Histopatología, que dirige el doctor Antonio Llombart.
He aquí, pues, un tipo de clínica privada que posee la casi totalidad
de elementos que en la actualidad se exigen a los grandes centros médico-quirúrgicos,
al estilo de la clínica de los Mayo, y entre nosotros la organización de la
Casa de Salud de Valdecilla y el Instituto de Patología Médica del doctor
Gregorio Marañón, en el Hospital General de Madrid (12).
FOTO 34 Cocina y fregadero, la perspectiva es muy sabrosa. Clínica San
Ignacio
El esfuerzo, entusiasmo y desinterés que en todo ha puesto su
Director, su propietario doctor Benigno Oreja, han hecho que en el veinticinco
aniversario de su fundación pueda ver uno de sus ideales ya conseguido: la
formación completa de las especialidades. Pero ahora es cuando realmente
comenzará ésta su obra a dar los resultados apetecidos, cuando en el próximo
folleto veamos la labor realizada por este grupo de jóvenes, que sabrán dar
realce al impulso de su maestro doctor Benigno Oreja para que el nombre de la Clínica San Ignacio, y, sobre todo, de
la Medicina guipuzcoana ocupe el lugar que todos deseamos (12).
Doctor Fernando Echauz.
Los Bombardeos Aéreos
del 13 de agosto de 1936
El 17 de julio
de 1936 comienza la sublevación militar que desembocará en la cruenta guerra
civil de la cual, en estas fechas, se conmemora el 80 aniversario. En San
Sebastián la sublevación fracasará ante la imposibilidad de los sublevados de
hacerse con el control de la ciudad. Tras retirarse, y ser asediados en los
Cuarteles de Loyola, capitularán en la mañana del 28 de julio. Tras acabar con
la sublevación, las fuerzas del Frente Popular se reorganizarán en pos de hacer
frente a las fuerzas sublevadas que avanzan desde Navarra (13).
Mientras, en la ciudad, pasados los primeros acontecimientos, se
vivirá cierta normalidad. San Sebastián en aquel momento contaba con unos
80.000 habitantes, sin contar con los turistas que, a causa del conflicto, no
podían retornar a sus lugares de origen. Aquella extraña paz iba a desaparecer
a causa de un nuevo horror de la guerra moderna: el bombardeo aéreo
indiscriminado (13).
El primer bombardeo
En la mañana del
13 de agosto de 1936, 6 aviones —presuntamente italianos y procedentes de un aeródromo
en la Rioja— comenzaron a sobrevolar la ciudad a gran altura, abrieron las
compuertas y comenzaron a dejar caer la mortal carga. No se sabe el orden en
que cayeron las bombas ni las intenciones exactas del bombardeo, así que, de
momento, me limitaré a reseñar los lugares de impacto; más tarde hablaré de los
hipotéticos objetivos.
Los heridos que fueron atendidos en la Clínica de San Ignacio:
Enrique Ituarte. Heridas
con desgarro en la mano izquierda, haciendo precisa la amputación de un dedo, y
dos grandes heridas con desgarro en la pierna izquierda. Herido al salir del
fotógrafo Pedroa, en la calle Easo. Juan
Echeverría, tío del anterior. Heridas de metralla en las piernas. Al igual
que el anterior, herido al salir del fotógrafo Pedroa en la calle de Easo. Sin
llegar a precisar en qué “otros centros” médicos fueron asistidos, el diario
Frente Popular da la siguiente lista de heridos (13)
Manuel Celaya Cendoya, médico
San Sebastián puede vanagloriarse de que a principios del nuevo siglo,
fundó una de las Clínicas quirúrgicas que más renombre tuvieron en España por
su organización y por el equipo profesional de que constaba (14).
El prestigio de que gozaban ya en España, los Doctores Benigno Oreja e
Hilario Gaiztarro, los primeros especialistas en San Sebastián de Cirugía
Urinaria y Cirugía General, respectivamente, les movió a crear una Clínica
particular, mejor dicho, una policlínica, ya que incorporaron al Cuerpo de
Especialistas, a los doctores don Ramón Castañeda y don Mariano Antin, como otorrinolaringólogos
y al Doctor Miguel Vidaur, como oculista (14).
La Clínica de San Ignacio se inauguró el día 23 de septiembre de 1906
con asistencia de S.M. la Reina Victoria, las Autoridades Nacionales, ya que
estaban el Ministro de Jornada, Provinciales y Municipales, representantes del
Ejército y la Marina, y el Obispo de la Diócesis. Todos tuvieron palabras de
elogio, para el nuevo edificio, considerándolo como un adelanto científico, que
honraba a San Sebastián, a Guipúzcoa y por tanto a España. Más tarde vinieron
otras clínicas (14).
Clínica
San Ignacio Primera Clínica Privada de San Sebastián
Dr. Hilario Gaiztarro que pasó a la Clínica San Ignacio. Tampoco
conocí al Dr. Hilario Gaiztarro que murió en 1909 y del que puede decirse que
fue de los primeros cirujanos de Guipúzcoa, si no el primero dentro del
concepto presente de la cirugía. En una nota de nuestra revista fechada en 1921
dice de él el Dr. Francisco Apaolaza
que hace veinte años era el único en Guipúzcoa que operaba hernias
estranguladas, salvo un caso aislado de don Ramón Azcue. Luis Urrutia, al
presentar en 1922 una comunicación en la Academia acerca de la hidatosis dice
de Gaiztarro “por cuyas manos pasaba toda la cirugía de la región” (15).
Al frente del servicio de Radiodiagnóstico, único existente y de
aplicaciones eléctricas como la diatermina, estaba el Dr. Sebastián Córdoba,
que era también radiólogo en San Ignacio.
El Dr. Fernando Castañeda, hijo del fundador de San Ignacio, ocupó la
de otorrinolaringología; don Miguel Vidaur, cofundador de San Ignacio, era el
oftalmólogo (15).
FOTO 35 Cuartos de acumuladores para el Servicio de la Clínica San
Ignacio, por si sobreviene un accidente en la corriente eléctrica ordinaria.
Fotógrafo Velasco
Cuadernos
de Historia de la Medicina Vasca
EL 23 de septiembre de 1906 se inauguró la Primera Clínica privada de San Sebastián, la titulada Villa San Ignacio, fundada por los
doctores Benigno Oreja (urólogo), Ramón Castañeda y Mariano Antín (O.R.L.) y
Miguel Vidaur (oftalmólogo). Pronto se unieron a ellos el cirujano Dr. Hilario
Gaiztarro como ya se ha dicho y don Luis Urrutia, digestólogo. Al morir
Gaiztarro en 1909 ocupó su puesto el Dr. Ramoneda, ya citado también, durante
unos cinco años hasta que en 1914 inició Urrutia su etapa quirúrgica. El Dr.
Castañeda, especializado en Viena y París tuvo gran relación con en la época
muy afamado Dr. Moure de Burdeos, con quien intervino en algunos casos de la
Casa Real Española y concretamente en la operación practicada a don Alfonso
XIII y asistiendo al Infante don Jaime, afecto, como es bien conocido, de
sordomudez. También el Dr. Antín se había formado en 1903 con el mismo
especialista bordelés (16).
La Clínica desde sus comienzos y durante años se preció de ser
destacado centro científico de la medicina donostiarra. La categoría
profesional de su cuadro médico, la importancia y profusión de sus
intervenciones académicas y publicaciones, especialmente las de Urrutia, Oreja
y las de sus seguidores más tarde, sustentaban tan lógica pretensión (16).
Hace ya tiempo que se publicó una extensa biografía de Urrutia
(1878-1930) y recientemente me ocupé de relatar mis recuerdos personales de él
en los Cuadernos de Historia de la Medicina Vasca. Así pues no me
extiendo en noticias suyas, aunque bien se lo merece por su gran talla
científica como iniciador en estas actitudes de la especialidad completa de
digestivo en su doble vertiente médico quirúrgica y por el interés de sus
muchas publicaciones. Sé que están en gestación las que serán de todo punto
interesantes de Oreja y de la Clínica. La polifacética figura de don Benigno
(1880-1962), urólogo de prestigio reconocido en toda España, como presidente
del Colegio en varias ocasiones, organizador de actividades profesionales y
político comprometido con su ideología necesita es detallado estudio para ser
debidamente conocido. Y lo mismo digo de la Clínica, valiosa institución de la
ciudad en la que, al correr del tiempo, destacaron personalidades como don
Julián Bergareche, cuñado de Urrutia y continuador de su obra, humanista de
agudo ingenio y socarronería, gran conservador y charlista; o Sebastián
Córdoba, de los primeros radiólogos de la plaza; los otrorrinolaringólogos
Fernando Castañeda, hijo de uno de los fundadores, corto en palabras pero largo
en ciencia y afecto y el más campechano Dr. Polit; los traumatólogos Arriola y
Elósegui; el urólogo Gil Clemente ayudante de Benigno Oreja y titular de la
especialidad más tarde en nuestra Clínica; Ricardo Bueno iniciador de la
neurocirugía en San Sebastián; y el anatomopatólogo Dr. Llombart hoy único en
vida de todos los mencionados situados en los años anteriores a la guerra civil
y que la mayoría sobrevivieron (16).
La Medicina Donostiarra en el
Primer Tercio de este siglo
La primera Clínica establecida en Donostia por un grupo encabezado por
el doctor Benigno Oreja fue la de San Ignacio inaugurada el 23 de septiembre de
1906, que alcanzó merecido renombre en toda la geografía española. Fueron sus
promotores con el urólogo Oreja, Ramón Castañeda y Mariano Antín (O.R.L.) y el
oftalmólogo Miguel Vidaur. Algo más tarde se les unió Gaiztarro, primer
cirujano general conocido como tal en Guipúzcoa, “por cuyas manos según Urrutia
pasaba toda la cirugía de la región” fallecido poco después en 1909. Le
sucedió en la casa el también cirujano, oriundo francés, Dr. Ramoneda quien
para opositar a una cátedra de Quirúrgica en España, que no me consta que lo
hiciera, convalidó aquí su título examinándose en castellano de todas las
asignaturas de la carrera hecha en Francia. Con Luis Egaña como ayudante hizo
la cirugía digestiva unos cinco años hasta el comienzo de la etapa quirúrgica
de Urrutia (17).
El plantel de médicos fue creciendo y renovándose al pasar el tiempo.
Acabamos de ver ingresar a Urrutia, luego fue su cuñado Julián Bergareche,
socarrón, de gran ingenio, conversador y charlista a diferencia de su hermano
político taciturno y poco expresivo, a quien sustituyó al marchar don Luis a
Madrid, en 1924. Más tarde el radiólogo Sebastián Córdoba, Eusebio Polit
(O.R.L.), Luis Garmendia ayudante de los cirujanos y Carmen Unzueta la primera anestesista titulada de la
ciudad. Nombres posteriores a añadir a la lista son los de Ricardo Bueno,
neurocirujano, los traumatólogos José Elósegui y Patxi Arriola trabajando
juntos, Juan Miguel Sansinenea pediatra prematuramente fallecido y desde 1931
el anatomo-patólogo Antonio Llombart, expresamente contratado por la Clínica y
primer caso además en Donostia, venido de Valencia, que pasó luego al Hospital
Civil y más tarde al Oncológico antes de ocupar, por oposición, la cátedra de
la especialidad en Valladolid. Hombre simpático y trabajador, perito en la
materia, su vinculación a Guipúzcoa es tan notable que sigue viniendo cada
verano a su villa de Urnieta en las proximidades de la capital (17).
FOTO 36 Lavadero mecánico. Fachada a día de hoy, se ve en la piedra el
año de 1906. Clínica San Ignacio
Construido el edificio que ocupa esta clínica en uno de los puntos más
elevados y extremos de la población, en pleno campo, resguardado de los vientos
del Norte y Noroeste y con arreglo a las más exquisitas condiciones higiénicas,
es indudable que los medios y tratamientos aconsejados por la ciencia tienen
más útil y fácil aplicación que en los domicilios particulares. Cuanto a la
admirable distribución de los diferentes departamentos y comodidades de que
éstos están provistos, mejor y más elocuentemente que nosotros pudiéramos
hacerlo, hablan las fotografías que reproducimos (17).
Del cuidado del régimen interior del establecimiento se hallan
encargadas las Hermanitas de la
Esperanza y la asistencia médica corre a cargo de los especialistas señores
Ramoneda, Oreja, Castañeda, Antin y Vidaur, cuya competencia es tan conocida.
En la foto inferior aparecen los señores Vidaur, Antín, Zaragüeta, Urbina, Oreja,
Castañeda, Baldin y Ramoneda (17).
Constaba: de cuartos de 1ª clase, cuartos de 2ª clase, cuartos de 3ª
clase, ropero, sala de otología, laringología y oftalmología, sala de
esterilización, laboratorio y vestíbulo.
Cien
años del Colegio de Médicos de Gipuzkoa. Clínica “Villa San Ignacio”
Fue la primera que se inauguró, en 1906. Tuvo gran renombre por los
médicos que en ella ejercieron y la clientela que le era asidua. La prensa
local, la revista “Novedades”, destacaron reportajes con fotografías del interior
y del moderno aparataje técnico con que se la dotaba (18).
Fueron sus fundadores, D. Benigno Oreja, reputado urólogo en toda
España, organizador de muchas actividades profesionales y vinculado al Colegio
Médico en cargos directivos: Ramón Castañeda y Mariano Antín,
otorrinolaringólogos, y Miguel Vidaur, oculista. Enseguida se les unieron el
cirujano Gaiztarro y la gran figura Luis Urrutia, que como digestólogo tuvo
enorme reputación en todo el País. La temprana muerte de Hilario Gaiztarro,
hizo que le sustituyera el cirujano Ramoneda. No cabe duda que fueron Urrutia y
Oreja los que dieron brillo y fama a la Clínica San Ignacio.
FOTO 37 Aplicación del Salvarsán 606, por el Dr. Benigno Oreja, en la
Clínica San Ignacio. Revista Novedades. Año 1910. Fotos Urcabe
Cuando Urrutia abandona San Sebastián para ejercer en Madrid, ocupó su
puesto su cuñado el cirujano Julián Bergareche, hombre humanista, de agudo
ingenio y socarronería como le recuerda Barriola. Sebastián Córdoba, primer
radiólogo de la ciudad, trabajó en el centro. También ejercieron, Fernando
Castañeda como O.R.L. y lo mismo el Dr. Eusebio Polit. La traumatología estuvo
a cargo de los médicos Arriola y Elósegui. Sustituyó a Oreja el urólogo Gil
Clemente y Garmendia. Ricardo Bueno, iniciador de la neurocirugía y Antonio
Llombart, anatomo-patólogo, prestaron servicios en este centro, que publicaba
unos “Anales” interesantes. La Pediatría estuvo a cargo del Dr. F. Echauz. En
el Laboratorio estuvo, también, el Dr. Batanero (18).
CENTENARIO DE LA CLÍNICA SAN IGNACIO
Ahora convertida en centro residencial para mayores, celebró la
onomástica en el Kursaal, premiando a los trabajadores veteranos
El pasado 23 de septiembre fue el centenario de la clínica donostiarra
de San Ignacio, que fundaron en 1906 los médicos Oreja, Antín, Vidaur,
Castañeda y Gaiztarro. En estos cien años de historia han pasado por este
centro médico un gran número de donostiarras y guipuzcoanos. Fue pionero en
algunas técnicas quirúrgicas y referente de otros centros en Gipuzkoa (19).
A principio de los años 80 la crisis sanitaria afecta también a esta
entidad por lo que su director Ignacio Garbizu decide construir en los terrenos
anexos un edificio destinado a las personas mayores. En 1994 con la dirección
del médico Jesús Gómez Montoya también la clínica pasa a convertirse en centro
residencial. Entre ambos edificios albergan en la actualidad a 150 personas.
La fiesta del centenario se celebró el miércoles en una de las salas
del Kursaal. Pronunció una con conferencia sobre la dependencia el promotor y
director del portal de internet inforesidencias.com Joseph Martí. Estuvo
acompañado en la mesa presidencial por el diputado general Joxe Joan González
de Txabarri, la diputada para la Política Social Esther Larrañaga, el diputado
para la Fiscalidad Juan José Mujika, la concejala del ayuntamiento donostiarra
Susana García Chueca y el presidente de ambos centros para mayores Jesús Gómez
Montoya (19).
Compartían las primeras filas el gerente de la clínica Borja Gómez,
Pilar Mateo, gerente de Promaiorem Cantabria y los técnicos del departamento de
Política Social de la Diputación José Paños y Juantxo Sabadie. Recibieron el
premio por sus muchos años de trabajo en la clínica: Maite González, Itziar
Olaizola, Mercedes Larraz, Pilar Otaegui, José Luis Tejeria, María López, María
Angeles Sistiaga, María Josefa Sastre, Begoña Benes y Yolanda Unsain (19).
De la clínica de la Asunción de Tolosa: Iñigo Dendaluce, Miguel
Eizaguirre, José Agustín Aguirre y Josetxo Susperregi. Del centro sanitario
Virgen del Pilar: Peio Tomé y su esposa y Diego Martínez de Marañón. De otras
entidades: Juan Ramón Apezetxea (Adegi), el abogado Víctor Pérez, Jaime del Río
y Miguel Blanes (Ainse), Javier Elorza y su esposa (Aegon), Carolina Vizcaino,
Mónica Matheu y Leticia Calleja (Guna), Eduardo Elguea (construcciones Elguea),
Iñaki Elguea (Ite Arquitectos), los médicos Angel López de la Calle y Ana
Garbizu, Marta Maribent y Carlos Aramendi (ONG Pro Maiorem), María Jesús
Zapirain (presidenta Colegio Enfermería), José Antonio Malo (publicista) y José
Luis Martínez, José Luis Yarza y Javier Hernaez (Sunion Abogados).
Invitados de otras residencias: Belén Gutiérrez, Luis Miguel Bea y
Nelly Oreja (Aiten Etxe), Iñaki Aguirre (Aita Menni), Joseba Muñoz (Biharko) y
Miguel Agirrezabal y Consuelo Martínez (Zorroaga Fundazioa).
Trabajadores de la clínica San Ignacio y centro residencial Hermano
Gárate: Enrique Arriola y Arantxa Lamas (médicos), Pepi Garate, Loli Garde,
Mercedes Pintado, Nekane Tellería, Miren Etxeberria, Charo González, Coro
Benali, Mari Carmen Olaizola, Josefa González, Lourdes Puerto, Jesús Garmendia,
Clara Inés Leyton, Liliana Oreja, Arantxa Legorburu y José Ignacio Tellería.
Familiares de propietarios: Lili Usabiaga, Nieves Gómez Montoya,
Alfonso Nuñez, Marisa Gómez, Marcelo y Cristina, Marisol Usabiaga, Miren
Arantxa, Maite, Nerea y Juantxo.
FOTO 38 Habitación de Tercera Clase. Clínica San Ignacio
Los médicos que formaron parte del equipo que trabajó en la clínica
San Ignacio: Iñaki Mendiola, Jesús Ganzarain y su esposa y Jesús Bengoechea y
su esposa. De entidades bancarias y de ahorro: Luis Miguel Ruiz y Francisco
Imaz (Banco Sabadell), Carmen Fuentes y Beatriz Zaldua (Kutxa), José Mari
Blázquez y David Blázquez (Santander Central Hispano) y Francisco Mendizabal y
Telmo Marchesi (Caja de Ahorros de Navarra) (19).
También participaron los residentes de la villa residencial Hermano
Gárate y de la clínica San Ignacio: Teresa Rodríguez, Angeli Yerobi y su
hermano, Bitxori Santo Tomás acompañada de dos sobrinos, Mari Carmen Lacarra y
Angel Mota.
Flores
para las Reinas en la Clínica San Ignacio. 1906
No queremos despedir este año en que se ha celebrado el centenario de
la clínica San Ignacio sin recordar la inauguración de aquella Clínica
Operatoria Villa San Ignacio. Lo hacemos releyendo la crónica de su
inauguración, publicada en prosa antigua por La Voz de Guipúzcoa el 24 de
setiembre de 1906 (20).
«Conforme habíamos anunciado, verificose ayer con gran solemnidad el
acto de la inauguración oficial de la Clínica Operatoria que los eminentes
doctores Gaiztarro, Oreja, Castañeda, Antín y Vidaur han construido a sus
expensas en la villa San Ignacio de Ategorrieta. Por la mañana se celebró en el
precioso oratorio de la referida Clínica, después de bendecido, una solemne
misa, durante la cual, la capilla de música de la parroquia de San Vicente
interpretó preciosos motetes. Asistieron a la ceremonia religiosa numerosas y
distinguidas damas de la alta sociedad y las Hermanas de la Caridad que han de
prestar servicio en dicho benéfico establecimiento sanatorio».
FOTO 39 Hermanitas de La Esperanza desinfectando los instrumentos
operatorios. Vista exterior del edificio construido para la clínica. Capilla.
Convalecientes en la terraza. Clínica San Ignacio. Fotos Urcabe
« (...) Hallábanse ya en la terraza del precioso edificio los
gobernadores civil y militar, señores barón de la Torre y general Pavía, el
alcalde señor marqués de Roca-Verde, el presidente de la Diputación señor Lili,
gran número de notabilidades médicas, cuyos nombres nos abstenemos de publicar
por temor a incurrir en emisiones enojosas, y varias distinguidas personas
invitadas a tan solemne acto» (20).
«Momentos después de las cuatro llegaron a la Clínica Operatoria los
reyes e infantes y personal palatino, en varios carruajes. Ocupaban el primero
la reina Cristina y los infantes Teresa, Fernando y Carlos. Seguíanles en otro
coche, la marquesa de Navarrés, condesa de Mirasol y duque de Sotomayor. En
otro carruaje iban los reyes Alfonso y Victoria, aquél con uniforme de
almirante. (...) Las reinas e infanta vestían todas de riguroso luto» (20).
Visitaron «los reyes e infantes todas las dependencias y departamentos
del edificio, dirigiendo a los doctores que les acompañaban numerosas preguntas
referentes a los aparatos, enfermedades, etc., que han de someterse a curación
en dicha Clínica. Los reyes e infantes hicieron grandes elogios de la
suntuosidad y exquisito gusto con que se había hecho la instalación y
distribución del edificio».
«Terminado el examen de todo el edificio fueron obsequiadas las reales
personas con un delicado lunch. También las reinas e infanta Teresa fueron
obsequiadas con preciosos ramos de flores» (20).
FOTO 40 Cuarto de primera clase. Cuarto
de segunda clase. Cuarto de tercera clase. El ropero. Clínica San Ignacio. Fotos
Urcabe
CENTENARIO DE LA CLÍNICA SAN IGNACIO 1906 - 2016
Breve Historia de la Clínica
San Ignacio
Se cumple este año el centenario de la Clínica San Ignacio, primer
centro médico-quirúrgico privado de Guipúzcoa, fundada el 23 de septiembre de
1906 por los Doctores Benigno Oreja, Mariano Antín, Miguel Vidaur, Ramón
Castañeda e Hilario Gaiztarro. Dotada de un moderno aparataje técnico y
desarrolló una gran actividad asistencial recogida y publicada en los “Anales
de la Clínica San Ignacio” (21).
En 1919 quedan como únicos propietarios los Doctores Benigno Oreja y
Luis Urrutia hasta que éste último marcha a Madrid en 1924. La labor del Dr.
Benigno Oreja era reconocida en toda Europa, fue uno de los primeros urólogos
españoles, pionero de la uretrostomía perineal y la prostatectomía vía perineal
en dos tiempos; además fue uno de los introductores en España de la endoscopia
y precursor del empleo de la transfusión de sangre en Gipuzkoa (21).
Durante años la Clínica San Ignacio desarrolló su actividad siendo el
referente sanitario de toda la provincia. El incremento de la demanda hizo que
el primitivo edificio fuera ampliándose en diferentes fases.
A principios de los años ochenta, la grave crisis de la sanidad privada
afecta directamente a la Clínica San Ignacio. En este periodo es director D.
Ignacio Garbizu que, para afrontar las dificultades, decide construir en los
terrenos anexos un edificio destinado a la atención de las personas mayores.
Surge así la “Villa Residencial Hermano Garate” y se pone en marcha una idea
innovadora consistente en prestar servicios integrales a personas mayores en
apartamentos privados (21).
FOTO 41 Sala de otología, laringología y oftalmología. Sala de
esterilización. El laboratorio. El vestíbulo. Fotos Urcabe
A pesar de los esfuerzos realizados, no se pudo salir de la crisis por
lo que en 1994 y bajo la dirección del Dr. Gómez Montoya (Jesús), la Clínica
San Ignacio se transforma en “Centro Residencial” para personas mayores dependientes.
Se cierran los quirófanos y finaliza su actividad sanitaria (21).
Para llevar a cabo esta nueva ocupación se procedió a la reforma total
del interior del edificio, respetando su emblemática fachada. La última fase de
la reforma se está realizando en la actualidad con un nuevo diseño de los
jardines que se inaugurarán en otoño de este año coincidiendo con el resto de
las celebraciones del centenario (21).
En la actualidad (2016), la Clínica San Ignacio cuenta con 92 plazas
para la atención de las personas mayores con grandes dependencias, tanto
físicas como cognitivas. En la Villa Residencial Hermano Garate hay 37
apartamentos y 18 estudios, con posibilidad de prestar servicios a más de 100
personas mayores con un perfil mixto (21).
La entidad se ha expandido por la Comunidad Autónoma de Cantabria,
donde gestiona residencias, centros de día, apartamentos tutelados y servicios
de atención domiciliaria.
El objetivo de servir a la comunidad que presidió hace 100 años la
fundación de la Clínica San Ignacio sigue presente en la actualidad y, en ese
sentido, en 1999 la empresa fundó la ONG “Pro Maiorem”, cuyas acciones van
dirigidas a la mejora de la calidad de vida de nuestros mayores. José Ignacio Tellería (Director).
Clínica San Ignacio. Residencia San Ignacio. Villa Residencial Hermano Garate
(21).
DONOSTIARRAS
DE PRO
Dr. Juan Eusebio
Polit Etxepare
La Revista SAN SEBASTIAN abre una nueva página en la que al
transcurrir de los años, irán apareciendo los hombres que por sus méritos
merecen honrarla con su viva presencia (22).
FOTO 42 Dr. Juan Eusebio Polit Etxepare. San Sebastián,
Revista Anual Ilustrada. Número 29, 20 de enero de 1963
Alguien tenía que ser el iniciador, y aquí está el Dr. Juan Eusebio Polit Etxepare con el
atuendo de su profesión. De ascendencia vasco francesa, el Dr. Polit nació en
el año 1895 en la bella región hermana. A los cinco meses de su nacimiento lo
avecindaron en San Sebastián y, conforme crecía, aumentaba el cariño hacia
aquel pueblo que, paulatinamente, iba conociendo.
Comenzó sus estudios en las aulas primarias del Anciano y Noble
Colegio de los Marianistas —que a juicio del firmante, merecía ser puesto en un
punto bien visible a fin de que la juventud actual conociera la formidable tarea
que aquellos Hermanos realizaron para la orientación de sus padres— donde
obtuvo el título de Bachiller. En la Facultad vallisoletana cursó la carrera de
Medicina que culminó en el doctorado con todos los pronunciamientos favorables
(22).
Aficionado a la especialidad de Otorrino-Laringología, se
trasladó a diferentes clínicas y Centros de estudio extranjeros, hasta que
realizado con éxito el final de estudios, regresó a Donostia, que desde entonces
fue y sigue siendo el pueblo que él adora para abrir su consultorio como titular
de esta difícil especialidad en la que sigue laborando y conquistando el cariño
y la admiración de sus clientes.
El que suscribe estas líneas, recuerda la figura de un
fino atleta que brillaba en numerosos deportes, a un conversador inteligente y
a un amigo seguro y cordial, propietario de esa amable sonrisa que jamás falta
en sus labios.
Y a mi igual lo consideran los conocedores de la recta
ejecutoria moral y profesional del hombre y del Doctor. SABINO (22).
FOTO 43 Julián
Bergareche Maritorena. San Sebastián, Revista Anual Ilustrada. Número
35, 20 de enero de 1969
Julián Bergareche Maritorena
El doctor don Julián
Bergareche Maritorena nació en Irún el año 1893, en el seno de una
distinguida familia bidasotarra (23).
Pero casi la vida entera del ilustre clínico y hábil y experto cirujano
irundarra —hasta su fallecimiento el día 14 de octubre de 1968— transcurrió en
nuestra ciudad, en donde su figura era popular, dando a este adjetivo su más
noble significado.
Infinidad de
pacientes donostiarras, guipuzcoanos y de todas las regiones de España y hasta
de otras partes del mundo, fueron intervenidos en la Clínica de San Ignacio por
la Magnífica humanidad del clínico, cirujano y humanista, íntimo amigo y
confidente del doctor don Gregorio Marañón Posadillo, de eximia memoria.
El doctor
Bergareche era académico correspondiente de la Real Academia de la Historia y
miembro de la Comisión de Monumentos de Guipúzcoa, y últimamente miembro o Presidente Honorario de muchos Congresos de
Medicina. Colaborador asiduo de las más prestigiosas revistas profesionales de
España y fuera de España, diserto conferenciante, hombre bien al día de todas
las novedades científicas y literarias, don Julián poseía, además, el más
acendrado sentido de la justicia y dignidad humanas, en cuya defensa, como
hombre de bien, estaba dispuesto a dar la cara, arrastrando todas las
consecuencias (23).
El
doctor don Julián Bergareche era un personaje señero de la vida donostiarra y
guipuzcoana. Añadamos, para completar mejor este breve esbozo de su figura, y
como nota que añade mucho a su generosa manera de ser, que era miembro de honor
de la Sociedad Gastronómica de Guipúzcoa.
Descanse
en paz el ilustre hijo de Irún, donostiarra de adopción (23).
PRACTICANTES DE LA CLÍNICA DE SAN IGNACIO
Ángel Jiménez Pérez
Colegio de Practicantes número de colegiado 97.
Carnet nacional número 5.499
Asociado número 21.862
Natural de Fitero en la Provincia de Navarra, nació el día 21 de marzo
de 1915.
Fecha de colegiación 1 de marzo de 1938, se colegió con 22 años. El
título fue expedido con fecha 26 de enero de 1938
Universidad de Valladolid, título 157, folio 111. 24 de febrero de
1940.
Casado con Sabina Echevarria Ibarguren. Hijos: Mª Teresa, Ana Isabel y
Francisco Javier.
Trabajó en la Clínica San Ignacio desde su colegiación en 1938.
El 20 de agosto de 1970, Mariano Urquía Olaciregui secretario del
Colegio de Practicantes, certifica su especialidad “Cirujano – Callista”,
teniendo su gabinete en su domicilio calle Prim número 37 – 3º de San Sebastián.
Fue secretario del Ilustre Colegio de Practicantes en el año 1941 (24).
José Montes Baraibar
Colegio de Practicantes número de colegiado 108.
Carnet nacional número 1.850
Asociado número 21.900
Natural de San Sebastián, nació el 4 de junio de 1897.
Fecha de colegiación 1 de septiembre de 1923, se colegió con 26 años.
El título fue expedido con fecha 27 de junio de 1923
Universidad de Valladolid, título 174, folio 115. 16 de agosto de
1923.
Casado con: Concepción Teodora Astigarraga Elorza
Hijos: José Ignacio (Practicante), Juan María y María Victoria.
Trabajó en la Clínica San Ignacio desde su colegiación en 1923, en el
primer piso.
Además trabajó en la Casa de Socorro, cuando estaba en la calle
Urdaneta.
Se jubiló con 70 años el 30 de
agosto de 1967.
Fue vocal del Ilustre Colegio de
Practicantes, tomando posesión del cargo el 26 de agosto de 1946 (24 y 25).
FOTO 44 Ángel Jiménez Pérez y José Montes Baraibar
José Ignacio Montes Astigarraga, nació en San Sebastián el 15 de
marzo de 1931. (Pakea, calle Etxaide). Estudió y sacó su carrera de practicante
examinándose en la Facultad de Medicina de la Universidad de Valladolid.
Algunas veces sustituía a su padre en el trabajo en la Casa de Socorro. Se casó
con María Carmen Labourdette Bandres y tuvieron tres hijos: Edorta, Aitziber y
Ainhize.
Colegio Oficial de Enfermería de
Guipúzcoa. Expediente (8 de febrero de 2017) (24 y 25).
AGRADECIMIENTOS:
Nekane Flores Barroso, Amaia
Auzmendi Izarrola y José Luis Taulés.
Administrativos. Agiritegi Atala - Sección de Archivo. Donostiako Udala -
Ayuntamiento de San Sebastián
Luis Mari Aguirreolea Esteban. Practicante
José Ignacio Tellería,
Director. Clínica San Ignacio. Residencia San Ignacio. Villa Residencial
Hermano Garate
Enrique San José. Trabajador
Itziar Etxeberria, Esther Zabalo, Arantxa
Arzamendi. Biblioteca Municipal de San Sebastián. Liburutegi Nagusia. Alderdi Eder. Donostia – San
Sebastián
José María Urkia Etxabe. Médico. Catedrático Historia de la
Medicina
Ion Urrestarazu Parada. Documentalista
Elena Irazusta. Colegio
de Médicos de Gipuzkoa
Ainhize Montes Labourdette
María Carmen Labourdette Bandres
Colegio Oficial de Enfermería de Gipuzkoa
Colegio de Médicos de Gipuzkoa
FOTO 45 José Montes Baraibar y
José Ignacio Montes Astigarraga
BIBLIOGRAFÍA
1.- Luis Mari Aguirreolea Esteban. Practicante (Curso practicante 1948
– 1951)
2.- Inauguración Oficial de la
Clínica Operatoria en “Villa San Ignacio”, el 23 de septiembre de 1906. Revista Bascongada Eukal Erria. Segundo
semestre 1906. 1/07/1906
página 295
3.- Nueva Clínica Operatoria. La Voz de Guipúzcoa, 24 de septiembre de
1906
4.- Revista Novedades número 90,
del 12 de marzo de 1911
5.- Revista
San Sebastián. 24 de enero de 1926
6.- Clínica San Ignacio. XXV
Aniversario. 1906 – 1931. Artes gráficas Nerecán
7.- Revista San Sebastián, página
98. Año 1950
8.- Revista San Sebastián, página
96. Año 1958
9.- Revista San Sebastián, página
95. Año 1960
10.- Revista San Sebastián,
página 98. Año 1957
11.- Revista San Sebastián,
página 103. Año 1958
12.- Guipúzcoa Médica. Diciembre
1931. Año XVI. Número 187, páginas 92
a 94
13.- Ion Urrestarazu Parada.
Documentalista.
Frente Popular: diario de la República. 16 de Agosto de 1936. Pág. 1.
Frente Popular:
diario de la República. 17 de
Agosto de 1936. Pág. 4.
14.- Manuel Celaya Cendoya (Médico). Fragmentos de la Autobiografía de
un Nonagenario dedicados a una Nonagenaria. San Sebastián 1970
15.- Revista Novedades. Año 1921
FOTO 46 Clínica San Ignacio, mayo
2007
16.- Cuadernos de Historia de la Medicina Vasca
17.- Ignacio Mª Barriola. “La Medicina Donostiarra en el Primer Tercio
de este siglo”. Cuadernos de Historia de la Medicina Vasca. Número 5. Bilbao,
1987, páginas 20 a
22
18.- Cien Años del Colegio de Médicos. Profesor
José María Urkia Etxabe. Clínica Villa San Ignacio
19.- Centenario de la Clínica San Ignacio. Joti Díaz. Diario Vasco. 16
de diciembre de 2016
20.- Flores para las reinas en
San Ignacio 1906. Diario Vasco, 31 de diciembre de 2006
21.- Centenario de la Clínica San
Ignacio. 1906 – 2016. CSS San
Ignacio, S. A. Avenida de José Elósegui nº 43. 20013 San Sebastián. José Ignacio Tellería (Director).
Clínica San Ignacio. Residencia San Ignacio. Villa Residencial Hermano Garate
22.- Revista San Sebastián, página 17. 20 de enero de 1963. Año 1963
23.- Revista Anual Ilustrada San
Sebastián, página 47. Año 1969
24.- Expediente del Colegio
Oficial de Enfermería de Gipuzkoa. (8 de febrero de 2017)
25.- Ainhize Montes Labourdette
(Nieta e hija de practicantes de la Clínica de San Ignacio). Entrevista 2016 y
2017
FOTO 47 Clínica San Ignacio,
febrero 2017
AUTOR:
Manuel Solórzano Sánchez
Graduado en Enfermería. Servicio
de Traumatología. Hospital
Universitario Donostia de San Sebastián. OSI- Donostialdea. Osakidetza-
Servicio Vasco de Salud
Insignia de Oro de la Sociedad
Española de Enfermería Oftalmológica 2010. SEEOF
Miembro de Enfermería Avanza
Miembro de Eusko Ikaskuntza /
Sociedad de Estudios Vascos
Miembro de la Red Iberoamericana
de Historia de la Enfermería
Miembro de la Red Cubana de
Historia de la Enfermería
Miembro Consultivo de la
Asociación Histórico Filosófica del Cuidado y la Enfermería en México AHFICEN,
A.C.
Miembro no numerario de la Real
Sociedad Vascongada de Amigos del País. (RSBAP)
1 comentario:
Tienes algun articulo o fotos de la clinica del dr. Leremboure o perpetuo socorro y hermanos rodriguez del castillo??
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