viernes, 7 de abril de 2017

FRANCISCO FERNÁNDEZ SOSA. BIOGRAFÍA DE UN ENFERMERO CANARIO



AUTOR: Néstor Guerra González
Alumno de segundo curso de Grado en Enfermería, 2016-2017. Facultad de Ciencias de la Salud. Sede Lanzarote. Universidad de Las Palmas de Gran Canaria
Tutora: María Luz Fika Hernando. Profesora titular. Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.

FOTO 1 Néstor Guerra González

Francisco Hernández Sosa, comenzó los estudios de enfermería a finales de los años 70, comenzando su labor asistencial en 1980. Mientras cursaba el Curso de Orientación Universitaria (COU), en el que, según relata, estaba obteniendo buenas calificaciones para estudiar medicina, se le planteó la opción de estudiar enfermería, hecho que tampoco le desagradaba por lo que decidió embarcarse en esta bonita aventura.

Durante el proceso de aprendizaje realizó una ingente cantidad de prácticas semanales, incluidos los sábados y domingos, lo que le aportó una gran confianza en sí mismo cara a su futuro profesional.

Comenzó su andadura en el Centro de Salud de Gáldar, en el Servicio de Urgencias, donde se empleó en curar heridas, canalizar vías o realizar múltiples suturas, ya que el mencionado centro daba cobertura a toda la zona norte de la isla, labor muy agradecida por el médico del Centro de Salud.

A pesar de que las suturas eran realizadas por los médicos residentes, durante su aprendizaje en el Hospital Insular, Francisco no desaprovechó ninguna oportunidad, lo que contribuyó a afianzar sus conocimientos y su seguridad.

Como era habitual en la época, ante la falta de profesionales, estuvo pluriempleado, prestando sus servicios en Telde, Gáldar, Valleseco y Santa María de Guía, lugar en el que desempeña su profesión en la actualidad. Añade que, además de cubrir estas plazas, también fue Enfermero de Empresa en San Nicolás de Tolentino, reconociendo haber cubierto cinco plazas al mismo tiempo, lo que nos lleva a cuestionarnos cómo podía hacerlo.

La respuesta es sencilla: todos sus compañeros se encontraban en igual situación por lo que realizando cambios entre unos y otros, lograban sustituirse y mantener los puestos de trabajo.

Cuando finalizó su trabajo en Gáldar comenzó su labor en el Hospital de San Roque de Santa María de Guía, institución en la que lleva 37 años desarrollando su tarea sanitaria. Tuvo que abandonar la plaza de Valleseco, en la que era el encargado de la administración de las vacunas y del programa de hipertensión arterial por incompatibilidad, teniendo que elegir entre continuar o desplazarse al Hospital de San Roque, decidiéndose por esta institución al ser receptora de múltiples urgencias, provenientes, en su mayoría, de casas aseguradas relacionadas con el Ayuntamiento, los cuerpos de seguridad y los trabajadores, en general.

Esta actividad, según narra, no le permitía descansar ni desconectar del trabajo ya que los turnos eran de 24 horas. Ante esta frenética praxis, Francisco decidió establecerse por cuenta propia abriendo una consulta privada, lo que supuso que se hiciera consciente de que a partir de ese momento se convertía en el único responsable de sus actos, sin poder recurrir a: “no, no, es que el médico me dijo que hiciera…” o eso de “no, no, porque no había material, se pidió y aún no nos lo han facilitado”.

A pesar de haber sufrido alguna mala experiencia, como la que experimentó al administrar un antibiótico a un paciente, entrando éste en paro cardiaco por alergia al mismo, relata que disfrutó mucho de esta etapa y que además ganó mucho dinero, sin olvidar de recomendarnos la importancia de tener claras cuáles son nuestras funciones y de conocer cuáles deben ser nuestras actuaciones ante diversas situaciones.

Francisco tuvo que adaptarse a la evolución de la profesión y en un principio se negó a realizar los formulismo establecidos para convalidar su título de Ayudante Técnico Sanitario (A.T.S.) por el de Grado en Enfermería, ya que, según su opinión, al ser un gremio pequeño no se adquieren derechos, comparando o realizando un símil con los profesores de EGB, que, bajo su punto de vista, los defienden porque son más numerosos, a través de las huelgas, siendo atendidas sus reclamaciones, y no comprendiendo el por qué éstos no tuvieron que revalidar sus estudios cuando se incorporaron a la universidad.

FOTO 2 Material utilizado en los años 70 - 80

Estos agravios fueron los que mantuvieron a Francisco como A.T.S. durante un período de tiempo, hasta que convalidó su título recientemente, por el mero hecho de actualizarlo, puesto que económicamente no le ocasionaba ninguna repercusión.

Le preguntamos sobre las diferencias que ve en la profesión enfermera desde sus comienzos hasta la actualidad.

Bajo su punto de vista la diferencia en lo referente a la seguridad y la confianza en uno mismo es abismal, a pesar de que, como ya comentamos, él se formó con una gran confianza en mismo, que con el paso del tiempo se fue afianzando de tal manera, que el desarrollo posterior de su profesión lo pudo realizar con serenidad y una cierta suficiencia, lo que le permitió llevar a cabo sus tareas de la mejor manera posible.

En lo referente al personal Francisco dice que antes no había muchos enfermeros, en cambio, ahora parece que hay demasiados. Con esto quiere decir que los recursos humanos, desde sus comienzos hasta la actualidad, han mejorado enormemente, porque antiguamente las auxiliares eran muy escasas y se veían apurados para poder realizarlo todo.

Sin embargo, hoy disponemos de técnicos, auxiliares, celadores y un amplio abanico de profesionales, suficientes para desempeñar la profesión con mayor seguridad y poder ofertar un mejor trato al paciente. Incluso comenta que el día en que falta alguna auxiliar o algún enfermero los echa en falta porque no es lo mismo trabajar con todo el personal necesario que con menos.

Por otro lado, en cuanto a los recursos, relata que en el Hospital de San Roque nunca echaron nada en falta y que incluso veía desmesurada algunas situaciones en las que si necesitaban un medicamento, llamaban a Las Palmas de Gran Canaria y mandaban un taxi para que lo trasladase hasta Santa María de Guía aunque solamente fuera una caja de pastillas, siendo probable que el coste del transporte fuese más caro que el remedio. Por tanto, en el tema de recursos cuenta no tener ninguna queja al respecto.

Por último, otra diferencia que comentó fue la relativa a la atención sanitaria, la cual, él considera y cree que debe ser la misma se atienda al paciente donde se le atienda, tanto en un servicio de urgencias como en una empresa.

Para Francisco, los enfermeros son indispensables. Entiende que el médico es necesario, pero si falta la enfermería se paraliza la vida asistencial, resaltando la importancia del contacto directo con el paciente, algo inherente a nuestra profesión. Habilidad desarrollada con la experiencia que nos permite brindar un trato correcto y eficaz a los enfermos, porque cuando perdemos nuestra seguridad y confianza, ello repercute en una mala praxis.

A modo de ejemplo utiliza la canalización de una vía:
 “Si tengo que canalizar una vía pero resulta que voy y no la canalizo. Pongamos que la culpa no es nuestra, ¿por qué? pues porque es una persona muy complicada, no colabora, tiene que haber otra persona manteniéndolo para que se esté quieto; pero si no canalizas a la primera y no canalizas a la segunda, la tercera es muy posible que tampoco lo hagas. Por lo tanto, yo cuando pincho una vez, pincho dos veces y no canalizo, me da lo mismo el compañero que tenga al lado, como si tiene 20 años menos que yo, lo llamo y le digo que lo intente él porque yo ya me estoy poniendo nervioso y sé que puedo fallar una tercera vez y para mí sería doloroso. Doloroso para el paciente, lógicamente, a nivel físico pero para mí doloroso a nivel emocional”.

Queda claro que para este enfermero lo único importante es el beneficio del paciente, más allá de su orgullo profesional. En algunas ocasiones ha sido requerido por sus compañeros para solucionar algún problema y, en otras, no ha tenido más remedio que ser él el peticionario de ayuda.

Opina que desde el punto de vista del paciente, sin duda el más importante y el que no debemos perder nunca de vista, debería existir una asignatura en la curricula que versase sobre el trato con el enfermo y la familia, siendo tratada esta última con un cuidado primordial y ante la inseguridad, de cualquier situación, consultar con otros compañeros o con el supervisor.

Aprender a ser flexibles, ponernos en el lugar de los familiares y tratar de entender que no siempre hay que aplicar, drásticamente, las normas.

FOTO 3 Material utilizado en los años 70 - 80

También relata el sentimiento que experimentamos cuando aparecen denuncias en los juzgados, bien por errores cometidos por los profesionales, la familia o el propio Sistema, hechos que repercuten en el enfermo situándole en una especie de alerta ante el desconocimiento del origen y de lo que ha sucedido. Hechos que nos remiten a ser más humanos.

Resume su vida profesional como pluriempleado con un único objetivo: ganar mucho dinero. En la actualidad, próximo a la jubilación, reconoce que sus últimos años en activo han sido de paz y tranquilidad.

Recalca que a lo largo de su vida laboral solo ha estado en dos ocasiones de baja laboral. Una hace ya un tiempo y otra en la actualidad por problemas de espalda.

No obstante, comenta, como a pesar de esa tranquilidad siempre te queda unaespinita” por algunos errores cometidos en el trabajo, como cuando suturó a una persona en la parte distal de la pierna porque se había caído, produciéndose un corte contra el suelo. A pesar de ser muy escrupuloso y realizar un lavado previo a la sutura, pero el drenaje no lo colocó suficientemente profundo (al menos él lo considera así), hecho que le produjo, al paciente, un grave problema durante meses.

Finalizando la biografía, Francisco hace hincapié en lo mucho que aprendió de algunos médicos con los que trabajó como el Dr. Enrique Blanco, un hombre que, en sus palabras sabía de todo y aunque no quisieras aprender, con él lo hacías porque por ejemplo, si tenían que ir al quirófano en medio de la operación les preguntaba que nervio es este o que arteria es aquella.

Otro hombre del que hace mención es el Dr. Santiago Bonilla, anestesista, al que dice que nunca le vio fallar una epidural, definiéndolo comoun manitas”. Persona a la que recurrieron, en diversas ocasiones, cuando no podían canalizar una vía, entonces el Dr. Bonilla utilizaba un sistema de mangueras elásticas, que iba colocando desde la zona proximal del brazo hasta la distal, apareciendo la vena lista para su canalización.

Igualmente, narra el sistema utilizado, por el mismo médico, para extraer los anillos en personas con las manos muy inflamadas o en los muertos, consistente en la utilización de hilo de seda y un lubricante.

Pero, a pesar de su reconocimiento a estas dos personas, incide en que aprendió de todos sus compañeros, de los que sabían más que él y de los que sabían menos, porque todos nos enseñan algo diferente.

Manuel Solórzano Sánchez
Graduado en Enfermería. Servicio de Traumatología. Hospital Universitario Donostia de San Sebastián. OSI- Donostialdea. Osakidetza- Servicio Vasco de Salud
Insignia de Oro de la Sociedad Española de Enfermería Oftalmológica 2010. SEEOF
Miembro de Enfermería Avanza
Miembro de Eusko Ikaskuntza / Sociedad de Estudios Vascos
Miembro de la Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería
Miembro de la Red Cubana de Historia de la Enfermería
Miembro Consultivo de la Asociación Histórico Filosófica del Cuidado y la Enfermería en México AHFICEN, A.C.
Miembro no numerario de la Real Sociedad Vascongada de Amigos del País. (RSBAP)

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