AUTOR:
Néstor Guerra González
Alumno
de segundo curso de Grado en Enfermería, 2016-2017. Facultad de Ciencias de la
Salud. Sede Lanzarote. Universidad de Las Palmas de Gran Canaria
Tutora:
María Luz Fika Hernando. Profesora
titular. Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.
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1 Néstor Guerra
González
Francisco Hernández Sosa, comenzó
los estudios de enfermería a finales de los años 70, comenzando su labor
asistencial en 1980. Mientras cursaba el Curso de Orientación Universitaria
(COU), en el que, según relata, estaba obteniendo buenas calificaciones para
estudiar medicina, se le planteó la opción de estudiar enfermería, hecho que
tampoco le desagradaba por lo que decidió embarcarse en esta bonita aventura.
Durante el proceso de aprendizaje realizó una ingente cantidad de prácticas
semanales, incluidos los sábados y domingos, lo que le aportó una gran
confianza en sí mismo cara a su futuro profesional.
Comenzó su andadura en el Centro de
Salud de Gáldar, en el Servicio de Urgencias, donde se empleó en curar
heridas, canalizar vías o realizar múltiples suturas, ya que el mencionado
centro daba cobertura a toda la zona norte de la isla, labor muy agradecida por
el médico del Centro de Salud.
A pesar de que las suturas eran realizadas por los médicos residentes,
durante su aprendizaje en el Hospital
Insular, Francisco no desaprovechó ninguna oportunidad, lo que contribuyó a
afianzar sus conocimientos y su seguridad.
Como era habitual en la época, ante la falta de profesionales, estuvo
pluriempleado, prestando sus servicios en Telde, Gáldar, Valleseco y Santa
María de Guía, lugar en el que desempeña su profesión en la actualidad. Añade
que, además de cubrir estas plazas, también fue Enfermero de Empresa en San Nicolás de Tolentino, reconociendo
haber cubierto cinco plazas al mismo tiempo, lo que nos lleva a cuestionarnos
cómo podía hacerlo.
La respuesta es sencilla: todos sus compañeros se encontraban en igual
situación por lo que realizando cambios entre unos y otros, lograban
sustituirse y mantener los puestos de trabajo.
Cuando finalizó su trabajo en Gáldar comenzó
su labor en el Hospital de San Roque de Santa María
de Guía, institución en la que lleva 37 años desarrollando su tarea sanitaria.
Tuvo que abandonar la plaza de Valleseco, en la que era el encargado de la
administración de las vacunas y del programa de hipertensión arterial por
incompatibilidad, teniendo que elegir entre continuar o desplazarse al Hospital
de San Roque, decidiéndose por esta institución al ser receptora de múltiples
urgencias, provenientes, en su mayoría, de casas aseguradas relacionadas con el
Ayuntamiento, los cuerpos de seguridad y los trabajadores, en general.
Esta actividad, según narra, no le permitía descansar ni desconectar del
trabajo ya que los turnos eran de 24 horas. Ante esta frenética praxis,
Francisco decidió establecerse por cuenta propia abriendo una consulta privada,
lo que supuso que se hiciera consciente de que a partir de ese momento se
convertía en el único responsable de sus actos, sin poder recurrir a: “no, no,
es que el médico me dijo que hiciera…” o eso de “no, no, porque no había
material, se pidió y aún no nos lo han facilitado”.
A pesar de haber sufrido alguna mala experiencia, como la que experimentó
al administrar un antibiótico a un paciente, entrando éste en paro cardiaco por
alergia al mismo, relata que disfrutó mucho de esta etapa y que además ganó mucho
dinero, sin olvidar de recomendarnos la importancia de tener claras cuáles son
nuestras funciones y de conocer cuáles deben ser nuestras actuaciones ante
diversas situaciones.
Francisco tuvo que adaptarse a la evolución de la profesión y en un principio
se negó a realizar los formulismo establecidos para convalidar su título de
Ayudante Técnico Sanitario (A.T.S.) por el de Grado en Enfermería, ya que,
según su opinión, al ser un gremio pequeño no se adquieren derechos, comparando
o realizando un símil con los profesores de EGB, que, bajo su punto de vista,
los defienden porque son más numerosos, a través de las huelgas, siendo
atendidas sus reclamaciones, y no comprendiendo el por qué éstos no tuvieron
que revalidar sus estudios cuando se incorporaron a la universidad.
FOTO 2 Material utilizado en los años 70 - 80
Estos agravios fueron los que mantuvieron a Francisco como A.T.S. durante
un período de tiempo, hasta que convalidó su título recientemente, por el mero
hecho de actualizarlo, puesto que económicamente no le ocasionaba ninguna
repercusión.
Le preguntamos sobre las diferencias
que ve en la profesión enfermera desde sus comienzos hasta la actualidad.
Bajo su punto de vista la diferencia en lo referente a la seguridad y la
confianza en uno mismo es abismal, a pesar
de que, como ya comentamos,
él se formó con una
gran confianza en sí mismo,
que con el paso del tiempo se fue afianzando de tal
manera, que el desarrollo posterior de su profesión lo pudo realizar con
serenidad y una cierta suficiencia, lo que le permitió llevar a cabo sus tareas
de la mejor manera posible.
En lo referente al personal
Francisco dice que antes no había
muchos enfermeros, en cambio, ahora parece que hay demasiados. Con esto quiere
decir que los recursos humanos, desde sus comienzos hasta la actualidad, han
mejorado enormemente, porque antiguamente las auxiliares eran muy escasas y se veían
apurados para poder realizarlo todo.
Sin embargo, hoy disponemos de
técnicos, auxiliares, celadores y un amplio abanico de profesionales,
suficientes para desempeñar la profesión con mayor seguridad y poder ofertar un mejor trato al paciente. Incluso
comenta que el día
en que falta alguna
auxiliar o algún enfermero
los echa en falta porque no es lo mismo trabajar con todo el personal necesario que con menos.
Por otro lado, en cuanto a los recursos, relata que en el Hospital
de San Roque nunca echaron
nada en falta y que incluso veía desmesurada algunas situaciones en las que si
necesitaban un medicamento, llamaban
a Las Palmas de Gran Canaria y mandaban un taxi para que lo trasladase hasta Santa María
de Guía aunque solamente fuera una caja de pastillas, siendo probable que el
coste del transporte fuese más caro que el remedio. Por tanto, en el tema de
recursos cuenta no tener ninguna queja al respecto.
Por último, otra diferencia que comentó fue la relativa a la atención
sanitaria, la cual, él considera y cree que debe ser la misma
se atienda al paciente donde
se le atienda, tanto en un servicio de urgencias como en una empresa.
Para Francisco, los enfermeros son indispensables. Entiende que el médico
es necesario, pero si falta la enfermería se paraliza la vida asistencial,
resaltando la importancia del contacto directo con el paciente, algo inherente
a nuestra profesión. Habilidad desarrollada con la experiencia que nos permite
brindar un trato correcto y eficaz a los enfermos, porque cuando perdemos nuestra
seguridad y confianza, ello repercute en una mala praxis.
A modo de ejemplo utiliza la canalización de una vía:
“Si
tengo que canalizar
una vía pero resulta que voy y no la canalizo. Pongamos que la culpa no es nuestra, ¿por qué? pues
porque es una persona muy complicada, no colabora, tiene que haber otra persona manteniéndolo para que se esté quieto; pero si tú no canalizas a la primera y no canalizas a la segunda,
la tercera es muy posible
que tampoco lo hagas. Por lo tanto,
yo cuando pincho una vez, pincho dos veces y no canalizo, me da lo mismo el compañero que tenga al lado,
como si tiene 20 años menos que yo, lo llamo y le digo que lo intente él porque yo ya me estoy
poniendo nervioso y sé que puedo fallar una tercera vez y para mí sería doloroso.
Doloroso para el paciente, lógicamente, a nivel físico pero para mí doloroso a
nivel emocional”.
Queda claro que para este enfermero lo único importante es el beneficio del
paciente, más allá de su orgullo profesional. En algunas ocasiones ha sido
requerido por sus compañeros para solucionar algún problema y, en otras, no ha
tenido más remedio que ser él el peticionario de ayuda.
Opina que desde el punto de vista del paciente, sin duda el más importante
y el que no debemos perder nunca de vista, debería existir una asignatura en la
curricula que versase sobre el trato con el enfermo y la familia, siendo
tratada esta última con un cuidado primordial y ante la inseguridad, de
cualquier situación, consultar con otros compañeros o con el supervisor.
Aprender a ser flexibles, ponernos en el lugar de los familiares y tratar
de entender que no siempre hay que aplicar, drásticamente, las normas.
FOTO 3 Material utilizado en los años 70 - 80
También relata el sentimiento que experimentamos cuando aparecen denuncias
en los juzgados, bien por
errores cometidos por los profesionales, la familia o el propio Sistema, hechos
que repercuten en el enfermo situándole en una especie de alerta ante el
desconocimiento del origen y de lo que ha sucedido. Hechos que nos remiten a
ser más humanos.
Resume su vida profesional como
pluriempleado con un único objetivo: ganar mucho dinero. En la actualidad,
próximo a la jubilación, reconoce que sus últimos años en activo han sido de
paz y tranquilidad.
Recalca que a lo largo de su vida laboral solo ha estado en dos ocasiones
de baja laboral. Una hace ya un tiempo y otra en la actualidad por problemas de
espalda.
No obstante, comenta, como a pesar de esa tranquilidad siempre te queda una “espinita”
por algunos errores cometidos en el trabajo, como cuando suturó a una persona en la parte
distal de la pierna porque
se había caído, produciéndose un
corte contra el suelo. A pesar de ser muy escrupuloso y realizar un lavado
previo a la sutura, pero el drenaje
no lo colocó suficientemente profundo
(al menos él lo considera así), hecho que le
produjo, al paciente, un grave problema
durante meses.
Finalizando la biografía, Francisco hace hincapié en lo mucho que aprendió de algunos
médicos con los que trabajó como el
Dr. Enrique Blanco, un hombre que,
en sus palabras sabía de todo y
aunque no quisieras aprender, con él lo hacías
porque por ejemplo, si tenían que ir al quirófano en medio de la
operación les preguntaba que nervio es este o que arteria
es aquella.
Otro hombre del que hace mención es el
Dr. Santiago Bonilla, anestesista, al que dice que nunca le vio fallar una epidural, definiéndolo como “un
manitas”. Persona a la que recurrieron, en diversas ocasiones, cuando no podían
canalizar una vía, entonces el Dr. Bonilla utilizaba un sistema de mangueras
elásticas, que iba colocando desde la
zona proximal del brazo hasta la distal, apareciendo la vena lista para su
canalización.
Igualmente, narra el sistema utilizado, por el mismo médico, para extraer
los anillos en personas con las manos muy inflamadas o en los muertos, consistente
en la utilización de hilo de seda y un lubricante.
Pero,
a pesar de su reconocimiento a estas dos personas, incide en que aprendió de
todos sus compañeros, de los que sabían más
que él y de los que sabían menos, porque todos nos enseñan algo diferente.
Manuel Solórzano
Sánchez
Graduado
en Enfermería. Servicio de Traumatología. Hospital Universitario Donostia de
San Sebastián. OSI- Donostialdea. Osakidetza- Servicio Vasco de Salud
Insignia
de Oro de la Sociedad Española de Enfermería Oftalmológica 2010. SEEOF
Miembro
de Enfermería Avanza
Miembro
de Eusko Ikaskuntza / Sociedad de Estudios Vascos
Miembro
de la Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería
Miembro
de la Red Cubana de Historia de la Enfermería
Miembro
Consultivo de la Asociación Histórico Filosófica del Cuidado y la Enfermería en
México AHFICEN, A.C.
Miembro
no numerario de la Real Sociedad Vascongada de Amigos del País. (RSBAP)
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