Desde finales del siglo XIX hasta
la primera mitad del siglo XX, la tuberculosis llegó a ser la primera causa de
muerte en Gipuzkoa. En San Sebastián, uno de cada diez muertos fallecía por la
enfermedad. Se combatía a la enfermedad con la detección precoz de los enfermos
en los dispensarios antituberculosos y el aislamiento de los mismos en los
sanatorios.
FOTO 1 Sanatorio Nuestra Señora
de las Mercedes
El Sanatorio de Ametzagaña
o de Nuestra Señora de las Mercedes de Uba (Loyola)
El problema de la tuberculosis
preocupaba grandemente a la ciencia médica a principios de siglo. Miles de
pacientes sufrían el terrible mal y muchos de ellos terminaban sus días
víctimas de lo que se llamaba la tisis o peste blanca. Se investigaba para
atajar la enfermedad, para evitar los contagios, para frenar a lo que entonces
se calificaba de auténtica plaga maligna y en muchísimos casos mortal. Los
sanatorios eran imprescindibles y las poblaciones, procuraban crearlos y mantenerlos.
En San Sebastián, coincidiendo
con la celebración del II Congreso Español Internacional de la Tuberculosis; se
inauguró el 15 de septiembre de 1912 el sanatorio construido en el monte
Ametzagaña del barrio de Loyola. Se creó como preventorio antituberculoso y fue
inaugurado por los reyes, también se construyó el puente y la carretera que dan
acceso al mismo. El comité local de la lucha contra la tuberculosis veía así
coronados sus esfuerzos en los que intervinieron de una manera eficaz y decisiva
todos sus miembros, los señores y médicos Ramón
Castañeda, Ramón Moraiz, Manuel Bago, Mariano Echauz, Luis Alzúa,
José Elósegui (Alcalde), Manuel Celaya, Tomás Maíz, Manuel Vidaur,
Tomás Acha, Manuel Pérez Icazategui, Juan
José Gurruchaga, Emiliano Eizaguirre,
Luis Saiz, etc...
Este Congreso sirvió para ser el
precursor de la Fiesta de La Flor,
imitación de otra nación. Actuaron de Presidente y Secretario Sr. Ramón
Castañeda, Sr. Cortazar, y Sr. Luis Alzúa, a raíz de aquel gran éxito, se
constituyó una Junta Local que creo el Sanatorio
de Nuestra Señora de las Mercedes, y con posterioridad en 1913, fue creado
el Dispensario Antituberculoso del
Dr. Emiliano Eizaguirre.
FOTO 2 II Congreso Español
Internacional de la Tuberculosis; 1912
Además a San Sebastián le cabe el
honor de implantar por primera vez en España La Fiesta de la Flor, la primera que se realiza el día 21 de
Diciembre de 1912 por iniciativa de la junta de tuberculosis y llevando la
iniciativa el alcalde de San Sebastián José Elósegui (pasaría luego a
celebrarse el 15 de agosto).
El nuevo sanatorio estaba
levantado en uno de los lugares más hermosos de los alrededores de San
Sebastián, dominando desde la altura el valle de Loyola. Disfrutaba no sólo de
unas vistas deliciosas sino de sol, aire y luz en abundancia. La construcción
se había realizado siguiendo las últimas normas médicas para esta clase de
establecimientos y así en los dos pisos superiores rodeaban al edificio una
magnífica galería descubierta en la cual los enfermos podían tomar baños de
sol. Su orientación era tal que en determinados momentos del día daba el sol en
las cuatro fachadas. Los planos y dirección de la obra fueron del arquitecto Juan José Gurruchaga.
A las 11 de la mañana, llegaron
los Reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia acompañados de su
séquito, siendo recibidos en la plazoleta situada a la entrada por el alcalde
de San Sebastián, Marino Tabuyo y el
comité organizador del Congreso contra la Tuberculosis. El párroco de Alza, en
cuya demarcación estaba enclavado el sanatorio, Melitón Pagola, bendijo el nuevo edificio. En uno de los costados
de la explanada se había levantado un altar, dando frente al edificio y con la
espalda en uno de los macizos del monte. Estaba adornado con profusión de
flores y plantas y lo coronaba una imagen de la Virgen de las Mercedes, bajo
cuya advocación estaba el sanatorio. Dijo la misa el citado párroco, ayudado
por los congresistas médicos Manuel
Pérez Icazategui y Manuel Vidaur.
Durante la misa, la Banda del Regimiento de Sicilia interpretó diversas piezas
religiosas. En la galería del piso principal se situaron los reyes y
autoridades (1).
FOTO 3 Dr. Emiliano Eizaguirre en
La Fiesta de la Raza. San Sebastián. Las Autoridades y el Cuerpo Consular en la
Sesión Solemne. 12 de octubre de 1914
Cartilla
Antituberculosa Dr. Emiliano Eizaguirre 1912
Causas del contagio de la tuberculosis y medios
de evitarlo. Por Emiliano Eizaguirre. Doctor
en Medicina. Campaña antituberculosa patrocinada por la Excelentísima
Diputación Provincial de Guipúzcoa. San Sebastián. Imprenta de “La Voz de
Guipúzkoa” de 1912
Causas del contagio de la tuberculosis
y medios de evitarlo
LA
TUBERCULOSIS
Plaga la más terrible que sufre el género humano,
azote del que no se libra ningún país, que no respeta edades, ni clase social
alguna y la más mortífera de cuantas enfermedades contagiosas existen, es
motivada por un microbio que lo descubrió Koch y que por eso lleva su nombre, y
es de tal modo contagiosa que supera al cólera, viruela y otras enfermedades
tan temidas por el género humano.
La única causa de esta enfermedad es el bacilo de
Koch; este bichito mil veces menor que la cabeza de un pequeño alfiler, lo
contienen todos los tuberculosos y ellos son los que con sus esputos, con el
pus de sus úlceras, con sus deposiciones, contagian a los individuos sanos,
pues es tan enorme el número de microbios tuberculosos que contienen esas
materias que es difícil librarse del contagio si previamente no son destruidas.
FOTO 4 Cartilla
Antituberculosa del Dr. Emiliano Eizaguirre 1912. Escupideras
De entre esas materias que expulsan los
tuberculosos la más temible es “el
esputo”, en primer lugar, por ser más frecuente la tuberculosis de los
pulmones y además porque hay esputos que contienen la enorme cantidad de 300
millones de bacilos de Koch, que suponiendo que un enfermo escupa una vez por
hora, en 24 horas habrá expulsado 7.200 millones de microbios mortíferos que
nos asedian, y aunque con nuestras energías podamos destruir la mayoría, no
somos potentes para tan exorbitante número y vencidos en la lucha nos hacemos
tuberculosos yendo a sumarnos la mayoría de las veces al número de víctimas que
sufre la humanidad por tan terrible azote.
También las úlceras que supuran y las
deposiciones de un tuberculoso con lesiones en el intestino son capaces de
contagiarnos, pero no tan fácilmente por ser menos frecuentes y porque no
tienen las facilidades como el esputo, pues las úlceras son curadas por
determinadas personas que ponen ciertos cuidados aconsejados generalmente, y
las deposiciones son recogidas y expulsadas a sitios convenientes.
El esputo es, pues, el que más fácilmente nos
contagia por su número y porque continuamente nos asedia, pues debido a la
falta de cultura del pueblo, es cosa corriente que cualquier persona escupa en
el suelo, ese esputo se seca y es convertido en polvo, y al barrer, al andar
levantamos ese polvo, se mezcla con el aire que respiramos, y a nuestros
pulmones va, y de encontrar facilidades allí se queda, fructifica y convierte
aquella persona en un tuberculoso.
Esta forma, la más general del contagio, no es la
única; personas un poco más delicadas no escupen en el suelo, lo hacen en su
pañuelo, y como es un tejido que absorbe tan fácilmente el agua que contiene el
esputo, se seca éste fácilmente y al cogerlo, las manos de aquella persona
están repletas de microbios tuberculosos; os saludan, os dan cualquier
alimento, cualquier objeto, y ver cómo sin saberlo os ponen en peligros del
contagio. Ese mismo pañuelo al secarse por completo el esputo, a cualquier
movimiento que con él se haga al sacarlo del bolsillo, expulsa al aire millones
de bacilos de Koch y ese aire será respirado por vosotros.
¿No es horrible las múltiples y fáciles
condiciones de contagio que motiva el esputo de un tuberculoso? ¿pués por qué
no recoger ese esputo y destruirlo?. Si ese esputo es recogido en una
escupidera, si esa escupidera es recogida por una persona que conoce sus
peligros y, teniendo como tenemos medios, es destruido el bacilo de Koch que
contienen, habremos destruido la causa y por lo tanto habremos evitado el
contagio de la tuberculosis y con ello habremos salvado a la humanidad de su
terrible azote.
La tuberculosis no tan sólo la padece el género
humano, es frecuente en muchos animales y he aquí cómo por mediación de los
animales domésticos podemos hacernos tuberculosos.
Dos animales son los que más fácilmente pueden
contagiarnos la tuberculosis, la vaca y el cerdo. De estos animales comemos sus
carnes, que de ser tuberculosas contienen el bacilo de Koch. Evitemos el
contagio de estos animales, destruyamos sus carnes si son tuberculosas y nos
habremos librado de una de las formas del contagio de la tuberculosis.
La vaca nos da más facilidades de contagio. Su
leche es ingerida por la mayoría de las personas, si tuberculosa es la vaca
bacilos de Koch puede contener su leche y si la bebemos he aquí otra forma de
contagio.
Si prohibimos la venta de leche de animales
tuberculosos, o de no poderlo hacer, esa leche es hervida en un cazo, tapado
durante tres minutos antes de beberla, habremos matado todos los bacilos de
Koch que pueda contener y nos habremos salvado de esta forma de contagio.
Para
resumir: el bacilo de Koch es la
única causa de la tuberculosis. ¿Lo contiene el pus de las úlceras de un
tuberculoso? pues hirvamos o quememos todos los objetos que son manchados por
él; ¿lo contienen sus deposiciones? hagamos lo mismo; ¿lo contiene su esputo?
recojámoslo y destruyámoslo; ¿lo contiene las carnes de animales tuberculosos?
no las comamos; ¿lo contiene la leche de la vaca tuberculosa? hirvámosla antes
de beberla.
He aquí los puntos capitales para evitar la
tuberculosis, y estando al alcance de nuestras fuerzas, pongámoslos en práctica
y habremos evitado el contagio de la tuberculosis, única causa de la aparición
de dicha enfermedad.
FOTO 5 Sanatorio Nuestra Señora de las
Mercedes
¿Como
se contagia la tuberculosis?
La tuberculosis se contagia porque los bacilos
tuberculosos penetran en nuestro organismo:
1º. Al respirar el polvo en que queda convertido
el esputo de un tuberculoso.
2º. Al aspirar las gotitas pequeñísimas de esputo
que los tuberculosos esparcen a su alrededor al toser o al hablar.
3º. Por ingerir alimentos de animales
tuberculosos o contaminados por una persona que lo sea.
4º. Por penetrar el bacilo de Koch en las
pequeñas heridas de la piel o de las mucosas.
¿Como
puede evitarse el contagio de la tuberculosis?
La tuberculosis es la enfermedad contagiosa que
más fácilmente se puede evitar por ser conocidas las formas del contagio; así
es que cualquier persona, por débil o pobre que sea, lo evitará siempre que
guarde las reglas que a continuación se exponen:
1ª. Toda persona, esté sana o enferma, debe
procurar escupir en tal forma, que sus esputos no sean un peligro para nadie,
porque en nada puede conocerse, de buenas a primeras, si un esputo es o no
tuberculoso.
Para lograrlo no
escupáis en el suelo de los locales cerrados (incluyendo en ellos los
coches, tranvías y vagones de ferrocarriles), ni en el suelo de las calles
concurridas, porque si lo hacéis, el esputo se convierte en polvo al secarse; y
al levantarse por las corrientes de aire, o al barrer o al andar, se mezcla con
el aire que respiramos.
Escupir
en las escupideras que existan
en las habitaciones, y si sois
tuberculosos llevar escupidera de bolsillo y escupir en ella. Si os veis en
la necesidad de escupir en la calle
hacerlo en el arroyo, nunca en las aceras, pues éstas no son regadas tan
fácilmente; además, que en ellas transita más gente y en las suelas de los
zapatos puede adherirse el esputo.
No
escupáis en el pañuelo, porque
al cogerlo tenéis las manos manchadas por esputo, y si tocáis a otra persona le
impregnáis con él. Además, como en el pañuelo se seca muy fácilmente el esputo,
al sacarlo del bolsillo deja en el aire el polvo en que se convierte, y ya
comprenderéis que si sois tuberculosos podéis contagiar a los demás y hasta
vosotros mismos podéis agravaros.
Para lograr seguir todas estas reglas, es
necesario colocar escupideras que se puedan lavar fácilmente y llenarlas de un
líquido que deberá cambiarse con frecuencia, y si escupen tuberculosos lo mejor
es hervir el líquido y la escupidera. Si sabéis que sois tuberculosos escupir
siempre en vuestra escupidera de bolsillo y encargaros de lavarla vosotros
mismos (en sitios donde no se laven ropas ni utensilios para alimentos) con
agua corriente, y de poderlo hacer, meter la escupidera en un cacharro que
tengáis para tal uso, ponerlo al fuego con agua y hacer hervir durante tres
minutos por lo menos.
2ª. Al toser expulsáis pequeñas partículas de
esputo; pues para evitar que otra persona las aspire, poneros las manos delante
de la boca cuando lo hagáis, y si no lo hacen las personas que estén con
vosotros, volveros la cara hacia el lado opuesto, cuando tosan.
3ª. En el polvo de vuestras habitaciones puede
haber bacilos de Koch aunque no escupáis ni seáis tuberculosos por haber sido
llevados adheridos a las suelas de vuestros zapatos, o por haber penetrado de
la calle polvo contaminado; pues para evitar respirar ese polvo o el que se
adhiere a las paredes, ropas o muebles, no consintáis que se haga limpieza en
seco, sino mojando el suelo, o de lo contrario, empleando aparatos que al mismo
tiempo que barren absorben el polvo, pero nunca puede compararse con la
limpieza húmeda, que puede realizarse cuando el pavimento es de mosaico o de
linoleum.
Si las circunstancias os impiden guardar esta
regla, advertid a las personas que hagan la limpieza del peligro de respirar el
polvo, decidles que levanten lo menos posible y que respiren por las narices,
pues de esa manera el polvo no llega tan fácilmente a los pulmones porque se
queda adherido a las paredes de los múltiples recodos que tienen las fosas
nasales.
4ª. Debéis tener mucha limpieza con las prendas
de vestir, pues en ellas se deposita mucho polvo.
5ª. Los vestidos, cama y ropa blanca, así como la
vajilla y todos los utensilios que han pertenecido a los tuberculosos, no deben
de ser usados por otras personas hasta después de haber sufrido una
desinfección perfecta.
6ª. No os metáis en la boca lapiceros, pipas,
cepillos de dientes, cucharas, tenedores, mondadientes, ni vasos que los haya
usado otra persona, pues como no tenéis la garantía de que no sea tuberculosa,
corréis el riesgo de contagiaros la enfermedad. Todos estos objetos usados por
otra persona deberán ser lavados con agua caliente abundante, y si tenéis la
convicción de que es tuberculosa, hacerlos hervir.
7ª. No bebáis directamente de las botellas, pues
dejáis en los bordes la saliva que será mezclada con el líquido; y ya que a
vosotros os daría repugnancia y comprendéis el posible contagio de la
tuberculosis, no lo hagáis.
FOTO 6 Fiesta de la Flor Valladolid 1914. San
Sebastián 1912 y 1918
8ª. Lavaros bien y con frecuencia las manos,
sobre todo antes de comer, así como las uñas, dientes, boca en general, cara,
bigote y barba.
9ª. No os metáis los dedos en la boca ni en la
nariz, ni rascaros la cara, ni morderos las uñas, ni os pellizquéis los granos;
y si tenéis alguna herida, protegerla convenientemente, pues si tenéis las
manos manchadas por el polvo que contiene el bacilo de Koch, podéis hacer que
penetre en vuestro organismo.
10ª. No consintáis que un niño se lleve las manos
a la boca, ni objeto alguno, como chupetes, trozos de pan o galletas, que los
tienen como entretenimiento; y tan pronto se hallan en el suelo como en las
manos de cualquier persona, o como en la boca del niño.
11ª. No consintáis que besen a los niños personas
extrañas y menos si sabéis que son tuberculosas. familiarmente puede besarse a
los niños en la frente.
12ª. En la preparación, conservación así como en
la ingestión de los alimentos se tendrá la mayor limpieza posible, sobre todo
si han de ser comidos en crudo y procurar que las moscas no se pongan en
contacto con ellos.
13ª. Antes de comer la carne o beber la leche han
de ser sometidas a gran temperatura sobre todo la leche, que debe hervirse en
un cacharro cerrado durante tres minutos (2).
MÁXIMAS
La tuberculosis es una enfermedad muy contagiosa.
La tuberculosis se puede evitar.
La tuberculosis es producida por el bacilo de
Koch.
El bacilo de Koch se encuentra en los esputos de
los tuberculosos pulmonares.
El bacilo de Koch se encuentra en el pus de las
úlceras de los tuberculosos.
El bacilo de Koch lo tienen las carnes de vaca y
cerdo que son tuberculosas.
El bacilo de Koch lo tiene la leche de las vacas
tuberculosas.
Si un tuberculoso escupe en el suelo os puede
hacer coger su enfermedad.
El esputo de un tuberculoso puede contener 300
millones de bacilos de Koch.
Al secarse el esputo queda convertido en polvo.
Si respiráis ese polvo os podéis hacer
tuberculosos.
Si un tuberculoso respira ese polvo se agrava su
enfermedad.
Si un tuberculoso escupe en su pañuelo en él deja
los bacilos de Koch.
Si tocáis ese pañuelo o las manos de los que lo
han tocado, cogéis esos bichitos que motivan la tuberculosis.
No escupáis en el suelo.
No escupáis en el pañuelo.
No toquéis las cosas manchadas por el pus de un
tuberculoso.
No toquéis el pañuelo de otra persona.
Si lo hacéis lavaros bien las manos.
No comáis carnes de animales si no sabéis su
procedencia.
No bebáis la leche sin haberla hervido durante
tres minutos en un cazo tapado.
Escupir en las escupideras.
Si sois tuberculosos escupir en vuestra
escupidera de bolsillo que deberéis llevar continuamente.
Si escupís en la calle hacerlo en el arroyo,
nunca en las aceras.
Todo tuberculoso que sabiendo que padece tal
enfermedad no guarde todas estas reglas para evitar el contagio, incurre en un
delito de moral.
Si toda la humanidad guardara estas reglas, se
evitaría el contagio de la tuberculosis, y por lo tanto, desaparecería dicha
enfermedad.
JURAMENTO
Juramento que realizaban los
médicos que sacaban su plaza en los Sanatorios del Patronato Nacional
Antituberculoso (PNA), cuando cogían su plaza, desde 1941 hasta 1975.
Nº
Registro de Personal..............................
Don..................................................
Juro
servir a España con absoluta lealtad al Jefe del Estado, estricta fidelidad a
los principios básicos del Movimiento Nacional y demás Leyes Fundamentales del
Reino, poniendo el máximo celo y voluntad en el cumplimiento de las
obligaciones del cargo de Médico. para el que he sido nombrado.
Y para que
conste, firmo la presente declaración en.............
........................a.......................................
(fecha en
letra)
................................................................
Se hizo
hasta 1975.
EL SÍMBOLO CONTRA LA LUCHA DE LA TUBERCULOSIS
LA CRUZ DE LORENA
En la Conferencia Internacional
de la Tuberculosis, llevada a cabo en Berlín en e1 año 1902, por sugerencia de
Dr. Gilbert Sersirón, secretario general de la Federación de Asociaciones
Francesas contra la Tuberculosis, propuso adoptar la Cruz de Lorena de doble
barra como insignia internacional de la lucha contra la tuberculosis, la
antigua Cruz de Lorena.
La doble cruz data del siglo IX,
época en la que se usó como emblema de la rama oriental de la Iglesia
cristiana. Hoy es insignia de la Iglesia griega u ortodoxa. En el siglo XI
Godofredo de Bullón, Príncipe de Lorena, primer rey cristiano de Jerusalén, y
jefe de la primera cruzada, adoptó la doble cruz como estandarte de su reinado,
y a su regreso de Francia la puso como enseña de la Casa de Lorena.
FOTO 7 La Cruz de Lorena
El Consejo de la Unidad
Internacional Contra la Tuberculosis (UICT) recomendó, en el Congreso
Internacional de Roma de 1928, adoptar como símbolo de la lucha mundial
antituberculosa la Cruz de Lorena de doble barra.
LA LUCHA CONTRA LA TUBERCULOSIS EN ESPAÑA 1917
En España existen muchísimas
personas que, desde que las lavaron al nacer, no han bañado su cuerpo. Ello es
signo de suciedad, rutina e ignorancia. El baño es tónico por excelencia, y,
además de limpiar la piel de sus naturales excrecencias, la deja en condiciones
de eliminar venenos y toxinas y absorber el rico oxígeno.
Bien se me alcanza que las clases
menesterosas no disponen fácilmente de baño: pero en la más humilde vivienda
existe un cubo y una esponja, para hacer abluciones, siquiera una vez por
semana.
Las enfermedades contagiosas como
la fiebre tifoidea, la tuberculosis, la viruela, el sarampión, la difteria, el
carbunco y otras, son enfermedades perfectamente evitables, o, cuando menos,
poseemos medios para prevenirlas en muchas ocasiones.
De todas esas enfermedades, la
más terrible, la que más víctimas ocasiona y más difícil se cura es la
tuberculosis, la terrible tisis que en las familias pobres hace, más grandes
estragos, por la imposibilidad en que se hallan de hacer frente largo tiempo al
implacable mal.
FOTO 8 Cartel de la Lucha
Antituberculosa de España. Cedida la imagen por el Museo de San Telmo de San
Sebastián
INSTRUCCIONES PARA EVITAR LA TUBERCULOSIS EN
ESPAÑA
1ª.- La tuberculosis es evitable y curable.
2ª.- La tuberculosis mata cada
año en España más de setenta y cinco mil
personas, y, de éstas, más de la mitad son alcoholizadas.
3ª.- El germen de tan terrible
mal es un bacilo que flota en el aire que respiramos y procede de los enfermos
tuberculosos, que los arrojan a millones
en sus esputos, que, al desecarse, se pulverizan, incorporándose a la
atmósfera y pasando a nuestros pulmones en el momento de aspirar el aire.
4ª.- El bacilo penetra en los
pulmones de todos, sanos y enfermos, pero sólo
se desarrolla en los sujetos mal alimentados, en los alcohólicos, en los que habitan viviendas con escasa luz,
sucias y sin ventilación. En individuos de vida morigerada y bien alimentados,
el bacilo se esteriliza y no ocasiona mal alguno.
5ª.- Revela gran ignorancia creer
que el alcohol aumenta las fuerzas, pues precisamente es todo lo contrario.
6ª.- De cada 100 alcohólicos,
mueren tuberculosos 88, y los 12 restantes mueren por el espantoso delirium tremens, o acaban en el
manicomio.
7ª.- Es crimen de lesa humanidad
arrojar los esputos en el suelo, especialmente en el de casa o en el taller,
pues cada esputo puede ocasionar millares de tuberculosos.
8ª.- Tan terrible plaga acabaría
por extinguirse si los enfermos arrojasen sus esputos en escupideras; el suelo
de fábricas y talleres debería estar sembrado
de escupideras, y el barrido debe hacerse siempre con paños húmedos.
9ª.- Si lo que gasta el obrero en
bebidas alcohólicas lo emplease en mejorar su alimentación y la de su familia,
poco tendría que temer de esta y otras enfermedades que hacen presa preferente
en los débiles y viciosos.
10ª.- El obrero no debe olvidar
nunca la aterradora y exacta frase de Landoucy:
El
alcoholismo hace la cama a la tuberculosis (4).
Limpieza, sol y aire
En estas tres palabras se halla
el gran secreto de la salud de los pobres. Esos preciosos elementos los puso
Dios al alcance de todos, de ricos y pobres, y con ellos se triunfa de muchas
infecciones que tantas vidas cortan en flor.
Cierto que curamos hoy difícilmente
la tuberculosis; pero poseemos medios para evitarla, y lo mismo decimos de
otras enfermedades (4).
AGRADECIMIENTO
Javier González
Caballero. Enfermero del Trabajo
BIBLIOGRAFÍA
1.- Diario Vasco del 13 de
Septiembre de 1.987
2.- Cartilla Antituberculosa Dr. Emiliano Eizaguirre 1912. Campaña
antituberculosa patrocinada por la Excelentísima Diputación Provincial de
Guipúzcoa. San Sebastián. Imprenta de “La Voz de Guipúzcoa” de 1912
3.- Historia y antecedentes del
Hospital de Amara. Amarako Ospitalearen historia eta aurrekariak. Manuel
Solórzano Sánchez. 5 de marzo de 1999
4.- Cartilla Higiénica del Obrero
y su Familia. José González Castro. Inspector regional del Trabajo. Obra
Laureada por la Sociedad Española de Higiene. Madrid 1917
Manuel Solórzano Sánchez
Diplomado en Enfermería. Servicio
de Traumatología. Hospital Universitario Donostia de San Sebastián. OSI-
Donostialdea. Osakidetza- Servicio Vasco de Salud
Insignia de Oro de la Sociedad
Española de Enfermería Oftalmológica 2010. SEEOF
Miembro de Enfermería Avanza
Miembro de Eusko Ikaskuntza /
Sociedad de Estudios Vascos
Miembro de la Red Iberoamericana
de Historia de la Enfermería
Miembro de la Red Cubana de
Historia de la Enfermería
Miembro Consultivo de la
Asociación Histórico Filosófica del Cuidado y la Enfermería en México AHFICEN,
A.C.
Miembro no numerario de la Real
Sociedad Vascongada de Amigos del País. (RSBAP)
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