jueves, 31 de julio de 2014

LA MUJER EN LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL



Durante siglos las mujeres fueron vistas como ciudadanos de segunda clase y a veces únicamente como propiedad a ser poseída y utilizada por sus maridos según a ellos les viniera en gana. Mientras estas ideas aún existen en algunas partes del mundo, las mujeres han ganado pasos significantes en términos de derechos de igualdad en los Estados Unidos, más notablemente en los 1800 y 1900, con actos como la decimonovena Enmienda y la Ley de Propiedad de la Mujer Casada del año 1800 (1)

FOTO 001 Mujeres trabajadoras en una fábrica de munición en Paris, 1916. (Foto: Topical Press Agency)

El derecho a la propiedad
Las mujeres tenían el derecho (muy limitado) a poseer propiedad desde la época de los antiguos griegos. En general, las mujeres así como también sus pertenencias, bienes y salarios se convertían en exclusiva propiedad de sus maridos luego de que se casaban. A partir de 1809, los Estados Unidos y Gran Bretaña comenzaron a pasar una serie de leyes llamadas Leyes de Propiedad de las Mujeres Casadas que permitían a las mujeres intervenir en la venta de sus propiedades. Los gobiernos estatales subsecuentemente pasaron sus propias leyes a través de los años 1800 y 1900 resguardando los derechos de propiedad de las mujeres, aunque estas leyes eran generalmente dependientes del estado marital y la raza (1).

El derecho a votar
En 1918, Gran Bretaña pasó la representación del Acto de la Gente que permitía a las mujeres que eran dueñas de casa, casadas con dueños de casa o poseían un título académico, el derecho a votar solo luego de cumplidos los 30 años de edad. Diez años más tarde (en 1928) las mujeres finalmente pudieron votar bajo las mismas condiciones que los hombres mediante el Acto Igualitario de Concesión. La primera convención de derechos de las mujeres en los Estados Unidos tuvo lugar en las Seneca Falls, Nueva York en 1848. Mientras ciertos estados pasaron leyes que daban a las mujeres el derecho a votar a partir de 1893, las mujeres no obtuvieron oficialmente el derecho a votar en los Estados Unidos, libre de restricciones y a nivel nacional, hasta 1920 con la ratificación de la decimonovena enmienda (1).

En España, la mujer en el siglo XIX estaba catalogada como sujeto no productivo y dentro de los baremos masculinos considerada inferior, y como a partir de la segunda mitad del siglo XIX el concepto empieza a cambiar en base a factores de tipo demográfico: el descenso de la nupcialidad y el incremento de la población femenina; a factores de tipo económico como el desarrollo industrial y necesidad de mano de obra barata y educativos que sitúan a la madre como educadora haciendo necesario que aumente el nivel de instrucción de las mujeres (2).

FOTO 002 Mujeres ejerciendo el voto

En España el fenómeno de incorporación de la mujer a la vida laboral se retrasará fundamentalmente debido al subdesarrollo industrial y a la influencia de la Iglesia católica. Va a ser el reinado del Alfonso XIII el que marca el inicio de la mujer española al mundo laboral, y a la sociedad de su tiempo con todo el problema de tipo sociológico que supone el sacar de su casa para llevarla a participar en la producción de la riqueza de la comunidad. Los factores que van a posibilitarlo serán en primer lugar de tipo demográfico: descenso de la nupcialidad y se eleva la edad de matrimonio. Todo ello dificulta el que la mujer se case y solucione así su futuro económico: es por esto que la mujer busca nuevos caminos que le permitan bastarse a sí misma (2).

La incorporación de la mujer al mundo laboral va a tener una serie de connotaciones específicas ya que entra a competir de una forma desventajosa con el varón, siendo considerada, junto con el niño, mano de obra barata, estas connotaciones son las siguientes: a) se le considera como elemento laboral sustitutivo, no competitivo; b) el peso de los roles sexuales, la excluye de los sectores más desarrollados; c) su falta de instrucción la limita a puestos auxiliares, esto se ve reforzado por la propia mujer que considera el trabajo como algo transitorio en espera del matrimonio, en la mayoría de los casos (2).

El principal problema con el que se encuentra la mujer es la desigualdad retributiva respecto al hombre, tanto en la media del salario nacional como en puestos iguales; a la mujer por el hecho de serlo se la pagará menos (2).

FOTO 003 Trabajadoras en la guerra (entre ellas las enfermeras), formando en el Palacio de Buckingham en Londres. 29 de junio 1918.

LA GUERRA COMO MOTOR DE CAMBIO SOCIAL

Llega la Primera Guerra Mundial
Mientras ellos se dejaban la vida en las trincheras, ellas se mataban a trabajar en la retaguardia. Y el mundo ya no volvió a ser el que había sido (3).

Entre su modo de vida y el nuestro hay enormes diferencias, pero ninguna tan monumental como la que separa a las mujeres de aquella época con las de hoy en día. La gran guerra significó para las mujeres el mayor salto y avance de todos los siglos. Cuando empezó la guerra, no eran más que madres, novias, amantes, esposas e hijas. Cuando terminó, habían demostrado que podían ser mucho más, que podían asumir tareas de las que hasta entonces sólo se suponía capaces a los varones y que podían llevarlas a cabo incluso mejor que ellos. No eran florecillas silvestres frágiles y bellas, sino seres humanos tan fuertes y resueltos a su modo como los artilleros de primera fila.

Si el escenario masculino de guerra fueron las espantosas trincheras, el femenino fueron los pueblos y las ciudades. Las exigencias bélicas vaciaron de hombres paulatinamente las poblaciones grandes y pequeñas, que siguieron funcionando en buena medida a las mujeres. Durante los períodos más críticos de la contienda, en las calles de las ciudades como París, Berlín o Londres sólo se veía a ancianos, niños y mujeres, las cuales, además de contribuir al esfuerzo de guerra, seguían encargadas del cuidado de los más débiles. Al hombre se le exigía luchar y morir, pero se les liberaba del resto de sus obligaciones cotidianas.

A la mujer, en cambio, se las cargaba con nuevas e inéditas responsabilidades, además de las que se les exigían de ella tradicionalmente.

FOTO 004 Enfermeras británicas en los jardines de Hanworth Hal Britanica 1915

La mentalidad de la época
Tras el trauma de la separación familiar que supuso la movilización general, la actitud de las mujeres en los diferentes países en guerra, fue diferente, entre ellas las francesas fueron las más activas. Tan sólo cuatro días después de la invasión alemana, el Primer Ministro Viviani, hizo una patética llamada a las mujeres exhortándolas a remplazar en el trabajo a los varones que se dirigían al campo de batalla. Además de los graves dramas personales que supone la separación forzosa: adioses, besos, promesas, lágrimas y pañuelos ondeando en las estaciones de ferrocarril y en los puertos, las mujeres se deslomaban vivas en los trabajos de las fábricas y reventadas llegaban a sus casas con la angustia de no saber nada de sus hombres, tenían que ocuparse de los niños para tratar de adaptarlos a una nueva realidad totalmente incierta, además de lo que les suponía la soledad, más trabajo, igual no había que comer y además el miedo por el ausente.

De repente todo cambió
Llovían todo tipo de decretos diariamente sobre una población totalmente angustiada: se suspendían las comunicaciones telefónicas civiles, se prohibían los bollos y los pasteles, se requisaban las bestias de carga, la harina, el vino; los trenes cambiaban sus rutas y sus horarios impredeciblemente, se prohibieron los bailes, los bares cerraban a las ocho y hasta las palomas fueron objeto de leyes que las trataban de controlar para que el enemigo no las utilizase como mensajeras.

La guerra necesitaba alimentarse y su formidable apetito desarticulaba a la sociedad. Las mujeres tenían que hacer frente a un nuevo problema, ya que con la marcha de los varones a la guerra se evaporaba la entrada de dinero sobretodo en las familias pobres. Para atender nominalmente esta necesidad, en Francia se fijó una subvención de 1,25 francos diarios, una cantidad miserable que no alcanzaba para nada.

La vida se endureció en todos los estamentos sociales de las naciones beligerantes pero, como es de rigor, fueron las clases bajas quienes más duramente sufrieron las consecuencias.

FOTO 005 Foto de grupo de un hospital de reserva alemán, donde aparece la enfermera Violeta Alicia Aplin. Hugh Hinde. Europeana. CC-BY-SA 3.0

Durante los años de guerra, las calamidades no dejaron de aumentar hasta el punto de que la vida se hizo casi insoportable. Sin embargo, las mujeres aguantaron, revelando un coraje insospechado y a menudo heroico.

Ese fue el caso de la enfermera británica Edith Cavell, hija mayor de un reverendo del este de Inglaterra, que hizo de su profesión un verdadero compromiso, que le costó la vida y fue ejecutado portando en su vestimenta el uniforme de enfermera. Cuando estalló la guerra tenía 50 años, se había forjado una reputación internacional a base de conferencias y cursos de especialización, trabajaba activamente en un hospital belga y dirigía una publicación llamada “La Enfermera”. (4)

FOTO 006 Edith Cavell, enfermera inglesa asesinada

El Sentido del deberEdith Cavell Louisa”. Publicado el día 16 de mayo de 2009 (5)

El caso de Edith Cavell
Al producirse la invasión alemana en Bélgica, Cavell montó una red de ocultación y fuga para los soldados aliados. Auxiliada por su aristocrático amigo, el Príncipe de Croy, les preparaba documentos falsos con nuevas identidades y los ocultaba en pisos francos de Bruselas, esperando el momento de ponerlos en manos de guías experimentados que los conducían a la frontera holandesa.

Varios centenares de soldados británicos, franceses y belgas consiguieron su libertad con ayuda de esta pequeña pero efectiva red, hasta que los alemanes la detuvieron. Fue interrogada durante tres días sin el menor resultado, pero al final la engañaron haciéndole creer que lo sabían todo y que una confesión completa ayudaría a sobreseer su caso (3).

Enfermeras heroicas
Tras ser juzgada por un tribunal militar, las estrictas leyes de guerra germana la acusaron de traidora, que no de espía, y la condenaron a morir fusilada. Varias naciones no beligerantes, entre ellas España, que se mostró particularmente activa en este caso, trataron de impedir la sentencia desde las esferas diplomáticas, pero a pesar del revuelo internacional los alemanes se atuvieron estrictamente a sus normas y la ejecutaron el 12 de octubre de 1915.

FOTO 007 Asesinato y ejecución de Edith Cavell

Fue un tremendo error de propaganda que más tarde lamentarían. Hoy hay en el mundo docenas de calles, colegios, Escuelas de Enfermería y monumentos que honran su memoria. El que se construyó en Londres incluye las palabras que Cavell pronunció la víspera de su ejecución: “Con el patriotismo no basta. Además hay que desprenderse de la amargura y del odio hacia los otros”.

Edith Cavell fue un paradigma del heroísmo que las Enfermeras de guerra desplegaron en todos los países beligerantes. Ellas eran quienes cuidaban a los gaseados, a los mutilados y a los enloquecidos por la situación en las trincheras. Y lo hicieron a menudo con riesgo de su vida, debido a su obligada permanencia cerca de los frentes y algunas en las propias trincheras. Los obuses cayeron más de una vez sobre los hospitales de campaña, convirtiendo en tragedia el drama cotidiano que en ellos se vivía. Cómo Edith hubo muchísimas enfermeras heroicas que dieron su vida en cumplimiento de su profesión enfermera. La Enfermería fue uno de los campos de batalla donde las mujeres se hicieron imprescindibles y fuertes.

Hacia 1916, casi todas las ambulancias eran conducidas por mujeres, así como los tranvías, los camiones urbanos y las operaciones telefónicas. Es difícil imaginar la vida rutinaria y agotadora de todas ellas, con el marido y los hijos en el frente, y tener que cuidar a los niños que les quedaban en casa y a los suegros mayores que estaban a su cargo, después de una jornada agotadora (3).

FOTO 008 Fotografías de la Primera Guerra Mundial británicas

Las industrias civiles, reconvertidas en factorías de guerra, absorbieron una gran cantidad de mano de obra barata femenina, sobre todo en los países aliados occidentales, donde las trabajadoras llegaron a producir el 40 % de los suministros bélicos. Aquellas manos que hasta entonces habían sido blancas y delicadas se encallecieron produciendo  cientos de millones de obuses y proyectiles, millares de automóviles y camiones y toda clase de implementos bélicos, desde cascos a cartucheras. Sin embargo, en las potencias orientales las mujeres se emplearon mayoritariamente en labores agrícolas: el trabajo no era menos pesado, pero las condiciones de vida eran preferibles porque en el campo, por regla general, se eludía el hambre que reinaba en las ciudades.

Tenían estas mujeres muchísimo coraje, para estar en las fábricas de armamento y en fabricar las monstruosas bombas. Por poner un ejemplo las trabajadoras de la industria armamentística británica en Nottinghamsire en 1917, además de trabajar muchísimas horas en condiciones deplorables tuvieron que manejar el TNT (trinitrotolueno); este explosivo teñía la piel y el cabello de amarillo y dejó estériles a miles de mujeres. El trabajo era sucio, extenuante y peligroso, sobre todo para las que manejaban el explosivo estrella de la época TNT y a quienes en Inglaterra les llamaban canarias, ya que quedaban amarillas, pero lo más grave era como actuaba lentamente en el interior de cada cuerpo: era un lento veneno interior que afectaba al sistema reproductivo, dejándolas estériles.

El 28 de mayo de 1918 se detecta en Fort Riley, Kansas en Estados Unidos, el primer caso de la mal llamada gripe española, una de las peores pandemias conocidas, que llevó a muchas mujeres a trabajar en los hospitales de campaña para atajarla.

FOTO 009 Mujeres trabajando con trinitrotolueno TNT

MISS EDITH CAVELL

Edith Cavell fue una enfermera que formó parte de la Cruz Roja durante la Primera Guerra Mundial. Su historia no habría trascendido, se habría quedado en la larga lista de mujeres que colaboraron durante la contienda a curar enfermos, si no fuera porque Edith Cavell fue ejecutada. El ejército alemán descubrió su doble vida. Y es que Edith no era sólo enfermera. Además de cuidar de los soldados heridos, los ayudaba a escapar de las zonas ocupadas por los alemanes. A pesar de la presión internacional, sobretodo de países neutrales, Alemania no dudó en terminar con su vida. Fue un gran error. Edith se convirtió entonces en un mito y un icono para la propaganda aliada.

Una muchacha solidaria
Edith Cavell nació el 4 de diciembre de 1865 en una localidad cercana a Norwich conocida como Swardestone. Edith era la mayor de cuatro hermanos. Su padre, un reverendo llamado Frederick Cavell, inculcó en sus hijos el amor al prójimo y la necesidad de ayudar a los más necesitados. Su familia ayudaba a los demás siempre que podía a pesar de no tener demasiados ingresos. Edith empezó a trabajar como institutriz hasta que se formó como enfermera en el Hospital de Londres de la mano de Eva Lucke, quien fue una reputada comadrona.

Comadrona en Bruselas
En 1907 consiguió un trabajo de comadrona en una escuela de enfermería en Bruselas. Desde entonces hasta el inicio de la Gran Guerra, Edith se volcó en su profesión de matrona y enfermera trabajando en distintos hospitales, enseñando en escuelas de enfermería y creando incluso una revista a la que tituló L'infirmière. Su profesionalidad la convirtió en esos años en una de las principales pioneras de la enfermería moderna. Pero su carrera, como la vida de muchas personas en el Viejo Continente, se vio sacudida bruscamente por el estallido de la Primera Guerra Mundial. Algo más que una enfermera Edith se encontraba en su Inglaterra natal visitando a su madre cuando en Europa se iniciaba un conflicto bélico que iba a tener magnitudes desconocidas hasta el momento. Volvió rápidamente a Bruselas donde su centro hospitalario había sido puesto bajo la dirección de la Cruz Roja. En noviembre de aquel mismo año de 1914, Bruselas caía en manos alemanas. Fue entonces cuando Edith no sólo dedicó sus esfuerzos en intentar salvar la vida de un gran número de soldados de todos los frentes, sino que decidió ayudar a los aliados a huir de la zona ocupada. Edith pudo salvar muchas vidas durante casi diez meses. Hasta que fue delatada.

FOTO 010 Ilustración de Jankouski. Homenaje a Edith Cavell

Una ejecución condenada
El 3 de agosto de 1915 fue detenida y trasladada a la prisión de Saint Gilles donde permaneció diez semanas, las dos últimas en régimen de aislamiento. En ningún momento Edith negó los cargos de los que se la acusaba. Admitió con gran dignidad que había acogido en su casa a más de un centenar de soldados británicos, franceses y belgas a los que posteriormente había ayudado a escapar.

La noticia de la detención de la enfermera británica indignó a los países aliados y a otros neutrales como Estados Unidos, que aún no había entrado en guerra, y España. Estos países pidieron que se aplicara la Convención de Ginebra según la cual se debía proteger al personal sanitario. Pero, a pesar de las distintas peticiones de clemencia y de la oposición de algunos altos cargos alemanes, la ejecución tuvo lugar el 15 de octubre de 1915. Su cuerpo fue enterrado junto a la prisión de Saint Gilles hasta que pudo ser trasladado a Inglaterra, una vez finalizada la guerra. Después de un memorial en su recuerdo en la Abadía de Westminster, fue enterrada en Norwich.

Un símbolo de valentía
Edith Cavell murió convencida que había hecho lo que debía, ayudar a los demás. Su muerte se convirtió en todo un símbolo de valentía y su figura se convirtió en un icono de los aliados a la vez que volcó sobre Alemania una imagen de barbarie irracional. Edith fue, sin duda, una gran enfermera que llevó a las últimas consecuencias sus ideales (4).

FOTO 011 Tristeza y desolación en la cara de un niño soldado

RECORDANDO A Miss Edith Cavell
La contribución profesional de Miss Cavell en Bélgica durante la Primera Guerra Mundial al cuidado de los soldados heridos, enfermos y necesitados fue memorable. Su muerte a manos de los alemanes fue considerada de vil crimen. La plana que contiene la noticia es de 55x39 cm, la ilustración de su muerte es en color de 26 x 34,5 cm firmada por Jankouski con fecha 12 de 1915. Al pie de la ilustración una breve biografía profesional de guerra (Foto 009).

El final de página, un canto de reconocimiento popular. Con la música de la canción bretona “La Paimpolaise” recita los cuidados que prodigaba la enfermera por igual a soldados alemanes y a sus hermanos aliados. Reconocida por sus asistidos y conciudadanos como “un ángel”, “una santa mujer” llena de bondad y caridad, “una heroína”, “un ser divino” que brilla en los cielos de nuestros héroes.

En el dorso de la pagina (Foto 009), “Le plus joli Rêve” otra canción en la que narra el deseo de guardar la memoria histórica del atentado cruel, feroz i criminal de Miss Cavell, plañendo a la mártir y noble heroína, ángel de bondad, que como enfermera había desempeñado con humanidad su función de caridad.

Recuerdos
Miss Cavell deseaba pasar a la historia como una enfermera que intento hacer su deber, lejos de ser considerada una mártir o heroína. Sin embargo, la respuesta social y popular fue más allá del reconocimiento profesional.

El ejemplo de Miss Cavell, ha contribuido a forjar una identidad enfermera cuya práctica profesional ha demostrado hoy ser imprescindible socialmente. La implicación personal de tipo moral, ideológico y político de la práctica  profesional, dependiendo de las circunstancias sociales, puede devenir un riesgo para la vida de las enfermeras añadiendo valor épico al imaginario enfermero (6).

FOTO 012 Sanitarios en el Campo de batalla ruso 1915

ACABA LA GUERRA
La sociedad de la Belle Époque se embriagó hasta el hastío de esta guerra. Nadie imaginó resaca de tal calibre. Cuatro años sepultados bajo tierra; nueve millones de muertos; 21 millones de heridos. Imposible el recuento de vidas rotas.

Son las 11 de la mañana del día 11 del mes 11. Corre 1918. Los gritos de alegría a lo largo de miles de kilómetros de trinchera retumban más que cuatro años de obuses. Había acabado. Por fin. Esa Navidad sí estarían en casa (qué lejos quedaba la del 14). Todos, menos nueve millones. Atrás dejaban las ratas, los piojos, el barro, el frío, la sangre, la muerte... lo más parecido a un hogar que habían conocido en los últimos tiempos. Un hogar «miserable»; como «miserables» manifestaban sentirse muchos en sus cartas —con independencia del bando o país—. La guerra terminaba entre vítores, como comenzó. Pero ya nada era igual (7).

FOTO 013 Desolación y muerte

Papá: Aquí para que te evacúen hace falta reventar. Me gustaría que el Gobierno estuviera en el frente durante dos horas y vería lo que es esto. Me da igual si la carta pasa la censura, no es más que la verdad. Perdóname, no quiero que nos hablen de campo, del honor, porque yo lo llamo carnicería. Porque esta guerra no es más que un juego de masacre para nosotros en el que se nos lleva como vacas o corderos al matadero. Tu hijo desesperado por volver con vida. (Extractos de cartas reales extraídos del libro “Vidas rotas”, de Benédicte des Mazery).

«Parto hacia el frente, no temas, estaré bien. Dile a mi madre que no se preocupe, le he dejado mi testamento. Seguid adelante hasta que vaya a casa, esta guerra terminará antes». (Extractos de cartas reales extraídos del libro “Vidas rotas”, de Benédicte des Mazery).

Esta era la esperanza del soldado británico Edward Ryan, se lo escribía a su hermana Susie. Pero no regresó a casa. Igual que más de nueve millones.

FOTO 014 Atendiendo a unas jóvenes

La Primera Guerra Mundial creó nuevos papeles para la mujer, que fue llamada a asumir trabajos y responsabilidades que antes no habían estado a su alcance. En Gran Bretaña el número de mujeres que trabajaban en los bancos aumentó de 9.500 a casi 64.000 en el transcurso de la guerra, en tanto que el número de mujeres en el comercio se incrementó de medio millón a casi un millón.

En total, 1.345.000 mujeres obtuvieron nuevos trabajos o sustituyeron a los hombres durante la guerra. Asimismo, se las contrataba para trabajos que antes se consideraban más allá de su “capacidad” y que solventaron sin problema alguno: ocupaciones como deshollinadoras, conductoras de camiones agrícolas y, sobre todo, obreras fabriles de la industria. En Francia, por primera vez 684.000 mujeres trabajaron en las fábricas de armamento; en Gran Bretaña, la cifra fue de 920.000. En Alemania, el 38% de trabajadores de la fábrica de armamentos Krupp estaba compuesto por mujeres en 1918.

Hirschfeld, ex director de la Biblioteca de Historia Contemporánea de la Universidad de Stuttgart, concluye “que durante la Primera Guerra Mundial “las relaciones entre hombres y mujeres, tanto en la vida pública y social como en la intimidad, tienen un antes y un después del conflicto bélico” y algunas cuestiones a las que todavía no somos capaces de dar respuesta, como la inversión de la pirámide de la población, tienen su origen en la Gran Guerra” (8).

Enfermera española de la Cruz Roja “Sofía Casanova”
Otra mujer estuvo destacada en este frente periodístico relatando lo que ocurría en una Europa que se devoraba a sí misma. Fue la gallega Sofía Casanova que residía en Polonia donde vivía con su marido, un diplomático y noble polaco. Sofía Casanova se implica rápidamente en la guerra dedicándose al cuidado de los heridos en los hospitales del frente y la retaguardia. Así se convierte en enfermera de la Cruz Roja, labor por la que fue condecorada por el zar Nicolás II con la Medalla de Santa Ana. Allí asiste al espectáculo terrible de los soldados que llegan destrozados de la guerra, mutilados por las heridas de las nuevas armas o con el shock de trinchera.

FOTO 015 La marcada con un aspa es la enfermera Sofía Casanova

Para terminar
La ciencia y la tecnología en las últimas décadas del siglo XIX y la primera del XX crecieron a una velocidad nunca alcanzada antes por la Humanidad.

La guerra se aprovechó de ello con mayor o menor fortuna. Fue ésta la primera gran contienda mecanizada. El desarrollo de la ingeniería dio a luz nuevas armas, pero también a la creación de ambulancias. Los avances en los laboratorios permitieron crear mortíferos gases y bombas más potentes; aunque también aparecieron nuevas drogas para mitigar el dolor o antisépticos.

Y la medicina se valió, por primera vez, de la “Enfermería Profesional” en el frente y sus nuevos métodos profilácticos (9).

¿Cómo sería hoy en día?
Preguntados nietos de combatientes de toda Europa, contestaron: «La gran diferencia entre la generación de mi abuelo, que luchó en la Primera Guerra Mundial con 15 años, y la mía, es que si nos llamasen a nosotros a filas, sencillamente no iría casi nadie».

FOTO 016 Escuela Florence Nightingale

Concepción Arenal: “La Sociedad no puede en justicia prohibir el ejercicio honrado de sus facultades a la mitad del género humano”.


TÍTULO OFICIAL DE ENFERMERA EN ESPAÑA

En España el Título Oficial de Enfermera se crea el 7 de mayo de 1915. Real Orden de Aprobación del Programa y el Título Oficial de Enfermera. Las Siervas de María Ministras de los Enfermos, religiosas dedicadas al cuidado de los enfermos, preferentemente a domicilio, y cuya fundación se remonta a 1851 en Madrid, solicitaron en 1915, ante el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, la aprobación del Programa para la Enseñanza de la Profesión de Enfermera y la creación de un diploma oficial que acreditase dicha formación en España, para enfermeras religiosas y seglares, lo que se llevó a cabo a través de la Real Orden (RO) publicada el 21 de mayo de ese mismo año en la Gaceta de Madrid.

FOTOS 1 Y LONDRES 3
FOTO 2

FOTOS Colección Hulton – Deutsch CORBIS

1914-1918: El largo camino a Tipperary

50 fotos

Foto 015 Crónicas del Frente

BIBLIOGRAFÍA

1.- Derechos de la mujer a fines del 1800 y comienzos del 1900. Escrito por Joshua Wade y traducido por Alejandro Schaller.


2.- Rosa María Capel Martínez. La mujer española en el mundo del trabajo, 1900 – 1930. Fundación Juan March, Serie Universitaria.

3.- La guerra como motor de cambio social. De esposas y madres a ciudadanas. Alberto Porlan. Historia número 52, marzo 2014.

4.- La enfermera ejecutada

5.- El Sentido del deber “Edith Cavell Louisa”. Manuel Solórzano Sánchez; Jesús Rubio Pilarte y Rául Expósito González 2009

6.- Recordando a Miss Edith Cavell. Póster de Carme Torres Penella y Roser Palau Costafreda. Escuela Universitaria de Enfermería de la Universidad de Lleida

7.- María Jesús Hernández. Primera Guerra Mundial, cien años.

8.- Rosalía Sánchez

9.- Mario Viciosa

10.- El Mundo, periódico digital. Primera Guerra Mundial. 100 años: 1914 - 2014-07-23

AUTOR:
Manuel Solórzano Sánchez
Diplomado en Enfermería. Servicio de Traumatología. Hospital Universitario Donostia de San Sebastián. Osakidetza- Servicio Vasco de Salud
Colegiado 1.372. Ilustre Colegio de Enfermería de Gipuzkoa
Miembro de Enfermería Avanza
Miembro de Eusko Ikaskuntza / Sociedad de Estudios Vascos
Miembro de la Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería
Miembro de la Red Cubana de Historia de la Enfermería
Miembro Consultivo de la Asociación Histórico Filosófica del Cuidado y la Enfermería en México AHFICEN, A.C.
Miembro no numerario de la Real Sociedad Vascongada de Amigos del País. (RSBAP)

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