CRUZ ROJA
La
Asociación más antigua de socorro á los heridos es la “Sociedad de mujeres badenses”, fundada en Karlsruhe (segunda ciudad
más grande de Baden-Wurtemberg, en el suroeste de Alemania), con motivo de las
guerras de Dinamarca y el gran Ducado de Baden (1848 – 1850), en cuya Sociedad
se inscribieron las mujeres más distinguidas y las más humildes.
En
la guerra de Crimea (1854) un periodista inglés, corresponsal del Times, viendo cómo morían los soldados en
el Hospital de Scutari, clamó porque
viniesen á cuidarlos mujeres abnegadas, y el sexo femenino, dispuesto siempre
al sacrificio, contestó gallardamente por medio de Miss Florence Nightingale, que pocos días después desembarcó en
Constantinopla acompañada de 37 damas de las clases más distinguidas de
Inglaterra. Tal fue el exceso de trabajo de Miss Florence Nightingale, que,
agotada por él, cayó gravemente enferma; á pesar de lo cual continuó en su
puesto, hasta 1856 que regresó á Inglaterra, donde la Reina Victoria salió á recibirla en Balmoral, la hizo un valioso y
delicado obsequio personal y además entrega de 50.000 libras
esterlinas, resultado de la suscripción que para Miss Florence se hizo y que
ella dedicó á fundar una Escuela de
Enfermeras.
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001 Penosa situación de los heridos
Bajo
el imperio de Napoleón III (24 de
junio de 1859), 400.000 hombres, austriacos de una parte, franceses y sardos de
otra, se destrozaron en la “batalla de Solferino”, cruel sobre
toda ponderación.
Miles
de hombres agonizaban entre espantosos sufrimientos, abandonados de todo humano
auxilio, sobre el campo de batalla, pues los médicos militares habían seguido á
sus respectivos ejércitos.
Un ginebrino
de fuerte corazón, de lama grande y generosa, Mr. Henry Dunant, reuniendo precipitadamente á unos cuantos vecinos de Castiglione, mujeres en su mayor parte,
organizo, como Dios le dio á entender, un “servicio
de socorros”, sin duda deficiente por falta de elementos, que hubieron de
suplir á costa de heróicos esfuerzos y abnegación sublime, destrozando sus
ropas personales para vendar heridas, sus pobres muebles para improvisar
camastros y parihuelas, y agotando sus fuerzas en la conducción y cuidado de
tantísimo herido.
FOTO 002 Medalla de la Cruz Roja. Heridos
batalla de Oroquieta. Ambulancia de San Sebastián tirada por bueyes. 1909
ambulancia de San Sebastián en la plaza de Oquendo
El
horror de aquel día inolvidable y el recuerdo de las innumerables víctimas de
aquella hecatombe, que algo hubiera podido remediar la humana previsión, la
santa caridad, le hizo escribir unos años después un admirable libro “Un
souvenir de Solferino”, en el que hacía al mundo entero esta pregunta:
“¿No hay medio de fundar sociedades voluntarias de socorro, cuyo objeto sea dar
ó hacer dar auxilio á los heridos en tiempo de guerra?”. Y á esta pregunta
respondieron 17 naciones reuniéndose,
por medio de delegados, en Ginebra en octubre de 1863, para celebrar una
conferencia preliminar, y al año siguiente, 1864, el Congreso Ginebrino de plenipotenciarios que firmaron el
convenio internacional, declarando la inviolabilidad de las ambulancias y
hospitales, la inmunidad de las personas que auxiliasen á los heridos y la
adopción, como símbolo de neutralidad, de banderas y brazaletes con la cruz roja
sobre fondo blanco, á la que posteriormente se añadió la inscripción: “In hoc signo Salus”.
El
ministro de España fue el primero que puso su firma en el Convenio
Internacional, pero antes de que sus conclusiones fueran aceptadas, nuestra
Reina Isabel II, siempre magnánime y generosa, dio un Decreto aceptando la
neutralidad a favor de los enemigos heridos en el campo de batalla, España,
pues, se adhirió á la Convención Internacional antes de que las conclusiones
hubieran sido aceptadas.
Este
es el origen de nuestra Asociación, cuya misión es aliviar los desastres de la
guerra, pero cuyos beneficios son también grandes en tiempo de paz. En Alemania
lucha victoriosa contra la tuberculosis; en Italia contra la Malaria; en el
Congo, contra el mal de sueño; con el hambre en la India, y alivia en todas
partes los estragos del cólera y la peste, los riesgos inherentes á los
concursos de sport, carreras de automóviles y raids de aviación; presta grandes
servicios en los terremotos de Messina y Martinica, en descarrilamientos é
incendios formidables, y fresco está en España el recuerdo de su acción en la
repatriación de Cuba y Filipinas, en la catástrofe del Depósito de aguas, y en
la que una mano criminal produjo el día 31 de mayo de 1906, con ocasión de las
bodas reales.
Ambas
fechas están imborrablemente grabadas en el corazón de la que esto escribe (Elena
Sánchez de Arrojo). En la primera ganó su hijo, ya difunto, el capitán de
Infantería de Marina Emilio Martínez, la medalla de plata de la Cruz Roja,
trabajando tres días y tres noches en el salvamento de heridos. En la segunda
(bodas reales), la medalla de oro, prestando sus servicios desde el primer
momento, con el brazal puesto sobre su ensangrentado uniforme.
Si
esto hace la Cruz Roja en la paz,
¿Qué hará en tiempo de guerra? ¡Cuántas vidas salvará! ¡Cuantos dolores
calmará!
Desde
el Convenio de Ginebra es axioma de derecho internacional este aforismo: “El
herido, sea cualquiera su nacionalidad, en nuestro hermano invulnerable y
acreedor á nuestra piedad”. Desde el sitio de Paris (1870), en que por
mediación de la Cruz Roja entre autoridades francesas y prusianas, se sacaron
10.000 heridos de la ciudad sitiada, que sin esta saludable evacuación hubiera
perecido víctima de la peste (porque la guerra sorprendió á los franceses sin
preparación de servicios sanitarios) hasta el horrible incendio de la guerra
que abrasa hoy á casi el mundo entero, (se publicó la primera edición de esta
obra en el mes de julio de 1918 en plena guerra europea), la humanitaria institución
pasea de uno á otro confín del mundo el lábaro
bendito (estandarte), símbolo de caridad y altruismo, recordando que “del calvario arranca, aunque en el Convenio
de Ginebra cristalice, la bendita institución de la Cruz Roja” según frase
elocuente del canónigo de Tortosa. Y cuando desangraban á España las guerras
Carlistas y 1ª de Cuba, la Cruz Roja, bajo la dirección de aquel inolvidable
navarro Nicasio Landa (1), restañó
cuanto pudo sus heridas, como lo hizo después bajo la del General Polavieja, en las de Melilla, Cuba y Filipinas, sobre todo en
la formidable labor de la repatriación. Durante la cual, aparte otros
importantísimos servicios, fueron notables los del Sanatorio central de Vallehermoso
inaugurado el 17 de febrero de 1886 por S. M. la Reina Regente Doña María Cristina.
En
la guerra Europea la Comisión Española de Prisioneros de guerra ha realizado
una simpática y utilísima labor a favor de los heridos y prisioneros de los
ejércitos beligerantes, de la que detallada y concienzudamente dio cuenta el
ilustrado Secretario general, Don Juan Criado y Domínguez en un folleto que
publicó á fines del año 1918.
Y en
Portugal con motivo de los sangrientos sucesos ocurridos al cambiar el régimen
político, fue la Cruz Roja Española, objeto de unánimes elogios de parte de los
corresponsales de periódicos extranjeros.
En
todos los países se organiza y se dota, como mejor se puede, este Ejército
de Caridad. El Comité de Ginebra fue el único internacional y él fue el
lazo de relación entre los órganos directivos de las Asociaciones fraternas.
Los convenios promulgados como leyes, no tienen, dentro de cada Estado, más
fiscal, ni más garantía que el honor de la Nación que así los aceptó. Poco
tiempo después de la primera Conferencia, ya existían Comités de Socorro en
todas las capitales de Europa, y según frase feliz de Mr. Moynier, “las Cruces Rojas se daban la mano
á través de los mares, desde Ginebra á Nueva York, de California al Japón, de
las Indias Holandesas al Perú”.
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003 Barco Cruz Roja en Pasajes, San Sebastián
Desde
el Convenio de Ginebra, la obra se fue perfeccionando. Los artículos
adicionales de 1868 fueron admitidos como “modus
vivendi” en la guerra franco-prusiana. El convenio de 1899 amplió á los
combates navales los principios del ginebrino, extendiendo sobre los
barcos-hospitales el palio protector de la neutralidad; en La Haya se aprobó el
Reglamento relativo á las leyes y constumbres de la guerra terrestre, y en otra
conferencia celebrada en Ginebra en 1906, se trató de redactar y aprobar otro
contrato internacional que fuera ampliación y complemento del primitivo. (Todas
estas disposiciones en España puede decirse están codificadas por el Reglamento
orgánico fecha 13 de marzo de 1907).
Hoy
son 38 los Estados adheridos á la Convención (1920). En la mayor parte de ellos
las sociedades de la Cruz Roja dependen de los Poderes públicos y están más ó
menos asimiladas á los organismos militares. Donde la Cruz Roja se ha
instituído por iniciativas del Gobierno como ocurre en Holanda, los Estados
Unidos y España, el Gobierno se reserva su dirección. En otros Estados, el
Parlamento ha establecido unas relaciones fijas con el Ejército, y en otros, se
ha limitado la organización á un comité central con facultades directivas para
el servicio voluntario de sanidad militar. En Austria-Hungría y Alemania, la
Cruz Roja no es más que un factor en el servicio voluntario de asistencia de
enfermos. En el primero de estos países componen la Cruz Roja: por Austria, las
sociedades provinciales y las de señoras, y por Hungría, la de señoras del país
junto con las asociaciones provinciales, federadas en 1881. Los presidentes de
ambas federaciones austriaca y húngara, actúan en calidad de comisarios regios.
Un presidente común de las dos, es elegido por el emperador entre los magnates
de la Cámara con el rango de protector.
En
caso de guerra, el plano de movilización de ambas federaciones obedece á
consideraciones puramente militares. En Alemania hay sociedades provinciales
con organización uniforme, sometidas desde 1869 á un comité central, que reside
en Berlín, cuya situación está perfectamente definida en tiempo de guerra por
la ley de sanidad militar. Esta dispone que el servicio voluntario de socorro á
los enfermos debe subordinarse á las necesidades del estado y para esto existe
un comisario imperial, inspector militar de la asistencia voluntaria en el
Ministerio de Guerra y el Jefe de Sanidad Militar, del que recibe las oportunas
órdenes. Todas las sociedades auxiliares y voluntarias han de someterse á la Cruz
Roja y estar dispuestas en todo tiempo á formar columnas sanitarias, erigir
hospitales y auxiliar á los ya existentes, en servicios accesorios de cocina,
lavado, etc. El número de sociedades de la Cruz Roja en Alemania es de unas
3.000.
En
Prusia la Sociedad de Señoras cuenta con 1.260 sucursales y 330.000 individuos,
disponiendo de un capital de 17.000.000 de marcos.
El
Emperador Guillermo, creó en 1898 la medalla de la Cruz Roja.
En
Inglaterra la Cruz Roja funciona con entera independencia de la organización
militar, á la que auxilia en el servicio sanitario.
Dispone
en el Japón de un capital de 10.000.000 de yens al año, de un magnífico
hospital en Tokio, un numeroso y bien adiestrado personal de enfermeros y dos
buques hospitales para transporte de heridos.
Aunque
en Francia existe la Cruz Roja desde 1864, no se organizó efectivamente hasta
1884, bajo el patronato del Gobierno. Depende allí de la Dirección de Sanidad
Militar y envía periódicamente informes al Ministerio de la Guerra, para darle
cuenta de sus actos y darle á conocer los recursos de que dispone. Está
representada en el Ministerio del Interior y en los de Guerra y Marina, por su
presidente y en cada cuerpo de ejército ó región por un delegado nombrado por
el Consejo Supremo de la Cruz Roja. El personal de asistencia es de elección
exclusiva de la asociación, pero el nombramiento de los médicos lo ha de
sancionar el Ministerio de la Guerra.
Hay,
como en España, carnet de identidad y el brazal sellado.
Los
fondos de la sociedad, recogidos por suscripción después de la guerra de 1870,
ascendieron á 4.000.000 de francos, sin estar incluidas las cuotas en esta
suma.
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004 Damas Enfermeras atendiendo a los enfermos
Las
relaciones internacionales de la Cruz Roja, están reguladas por el comité
internacional de Ginebra, que señala sus servicios, publica el Bulletin Internacional, que da cuenta
del movimiento de todas las entidades adheridas y sirve de centro consultor y
de relaciones entre las asociaciones fraternas. Cada 5 años se celebran
conferencias internacionales, que han tenido lugar en Paris, Berlín, Ginebra,
Karlsruhe (Alemania), Roma, Viena y San Petersburgo (Rusia).
En
España, la Cruz Roja, fundada en 1884 bajo la augusta protección de SS. MM.,
tiene por objeto auxiliar á la Sanidad del Ejército y la Armada en tiempo de
guerra (sin que su acción se ejercite paralelamente á la de aquéllas en su
esfera propia, á menos de disposiciones del General en Jefe) y ejercer su
benéfica acción, en todo tiempo, para socorrer desgracias y calamidades
públicas, secundando la acción de las autoridades gubernativas y conforme á las
instituciones de éstas.
El
Gobierno ampara su existencia declarada de utilidad y beneficencia y la otorga
capacidad jurídica en los actos de la vida civil, en los cuales goza del
beneficio de pobreza.
La
Asociación, de la cual son socios natos los individuos de la familia Real, los
Prelados, los Capitanes Generales del Ejército y Armada y los Directores de
Sanidad Militar, tiene para su gobierno una Asamblea Suprema que fue
reorganizada quedando constituída el 17 de junio de 1915 en la forma siguiente:
Jefe Supremo, S. M. el Rey Alfonso XIII
(q. D. g.); Comisario Regio, Excelentísimo é Ilustrísimo Señor Don Eladio Mille Suárez; Vicepresidente,
Excelentísimo Señor Don Enrique de
Leguina y Vidal, Barón de la Vega de Hoz; Inspectores, Excelentísimo Señor
Don Emilio Ortuño y Berté,
Excelentísimo Señor Don José Mª Semprun
y Pombo, Excelentísimo Señor Don Francisco
Javier García de Leaniz, Excelentísimo Señor Don Joaquín Caro y del Arroyo, Contador Excelentísimo Señor Don Alfonso Barroeta y Márquez, Marqués de
la Puebla de Rocamora, Tesorero, Excelentísimo Señor Don Ramón del Rivero y Miranda, Conde de Limpias, Inspector de los
Servicios Médicos, Excelentísimo Señor Don Fernando
Calatraveño; Secretario general Excelentísimo Señor Don Juan Pedro Criado Domínguez, Inspector
general representante de la Asamblea Central de Damas, vacante actualmente este
cargo por dimisión del Señor Gordón
Wardhouse, que lo desempeñaba, sustituyéndole el Ilustrísimo Señor Domingo Salazar.
Hay
además cuatro Inspectores generales de los Cuerpos Eclesiástico,
Médico-farmacéutico, Administrativo y Técnico-obrero, un Secretario general, un
Canciller y 12 Vocales. Tiene también, letrados consultores, médicos,
bibliotecario, etc. Todos los servicios son gratuitos.
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005 La Reina Victoria Eugenia en el Hospital del Palacio Miramar
Existe
asimismo una Asamblea Central de Señoras compuesta de una autoridad suprema y
Presidenta, S. M. la Reina Doña Victoria
Eugenia (q. D. g.), una Vicepresidenta General, S. M. la Reina Doña María Cristina (q. D. g.), una 2ª
Vicepresidencia, diez Vocales y una Tesorera. Es inspector General, el
secretario de S. M. la Reina, Ilustrísimo Señor Don Domingo Salazar; Inspector de los servicios médicos el
Excelentísimo Señor Don Fernando
Calatraveño (fallecido en Madrid estando en prensa esta segunda edición de
“El consultor de la Dama Enfermera”.
En
cada provincia funciona una comisión de caballeros y otra de señoras, que cumplen
las disposiciones emanadas del Centro de Madrid y le dan cuenta de sus obras.
Las
relaciones de la Cruz Roja, con la Sanidad Militar, aparte de lo que se
desprende de lo anteriormente expuesto, pueden estudiarse detalladamente en su
Reglamento aprobado en 18 de Febrero de 1902 y en el de Relaciones con las
autoridades de marina, de 20 de Enero de 1903.
Por
lo demás, son relaciones fraternales. Uno y otro organismo pertenecen á la gran
familia altruista y humanitaria y como miembros de ella que viven en feliz
acuerdo, juntas, trabajan en su misión de paz y alivio á los que padecen.
Desde
el ilustre médico militar navarro Dr. Nicasio Landa, que fundó nuestra benéfica
Asociación hasta hoy (1920), han ocupado en ella puestos de honor los médicos
militares y civiles, pasando de 10.000 los que desde entonces acá han prestado
á la Cruz Roja sus valiosos servicios, desempeñando muchos de ellos cargos
directivos con envidiable acierto.
La
Asociación de la Cruz Roja ha sido siempre poderoso auxiliar de la Sanidad
Militar en campaña. Durante la de Cuba, aparte los servicios sanitarios proveyó
á todos los Cuerpos expedicionarios de paquetes de curación individual, por
valor de varios miles de pesetas. En las Hospederías y puestos de socorro que
instaló en toda España, prestó asistencia á cientos de miles de soldados, dando
á muchos los medios de ganarse la vida con los aparatos protésicos que
reemplazaron á los miembros amputados.
En
la campaña de África merecieron el honor de ser incluídos en las estadísticas de
Sanidad Militar los hospitales de la Cruz Roja de Jerez y Valencia.
La
Asociación de la Cruz Roja depende del Ministerio de la Guerra, es asimilada
militar y un Jefe Supremo del Ejército ha sido y es, su Jefe. En la Asamblea
Suprema tienen asiento varios Jefes superiores del Ejército y á nadie como á
este interesa el objeto capital para que fué constituída, suplir á los médicos
militares en la línea de combate, en las ambulancias y hospitales, en tiempo de
guerra, prestándoles su concurso en tan supremos momentos.
Siempre
fue la Cruz Roja protegida por el Ejército y de común acuerdo con los médicos
militares ha ejercido y ejerce su misión consoladora, sin rozamiento alguno,
supliendo en muchos casos, desde el sitio de Paris, á la Sanidad Militar y aun
con prioridad sobre aquélla, en casos de revolución y catástrofes en el
interior de las poblaciones.
Tienen
en fin, las dos instituciones un mismo objeto, una misma finalidad humanitaria
de paz, de caridad y de amor (2).
LA CRUZ ROJA EN SAN SEBASTIÁN
CINCUENTA AÑOS DE LA CRUZ ROJA DONOSTIARRA
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006 Casino de San Sebastián (hoy Ayuntamiento) convertido en Hospital. Damas
Enfermeras de la Cruz Roja
Sor Juana Lapiera y Sor Dionisia Echeverría
estuvieron en la Fundación y aún siguen cumpliendo su trabajo
Después
de la batalla de Solferino (1859), el suizo Henry Dunant, publicó un folleto describiendo los sufrimientos de
los heridos, abandonados a desangrarse en los campos de batalla. Esto dio
origen a la formación en Ginebra, el 26 de octubre de 1863, de una sociedad en
que participaron Dunant, Gustave Moynier, presidente de la Sociedad Ginebrina
de utilidad pública, el general Guillaume Dufour, jefe del Ejército Suizo, y
los doctores Louis Appin y Theodore Maunoir.
Aquella
sociedad logró después el reconocimiento internacional del grupo. Veintiséis
gobiernos les dieron su apoyo en una conferencia celebrada en Ginebra el 8 de
octubre de 1864, en la que quedaron sentados los principios en que debía operar
la Cruz Roja Internacional (Convención de Ginebra, al mismo tiempo que se
adoptaba el emblema “una cruz griega de color rojo sobre fondo blanco; en los
países musulmanes, una media luna roja en vez de la cruz; en Irán un león rojo;
en Japón un sol).
Posteriormente
sus fines primitivos de atender a los heridos de guerra fueron ampliados (a
raíz de la postguerra en 1919) para socorrer y ayudar a las víctimas civiles de
las guerras, revoluciones y catástrofes; recoger y proporcionar información
sobre ellos y los desaparecidos, sin distinción de personas, nacionalidades,
credos religiosos e ideologías políticas.
De
la labor de la Cruz Roja Internacional todo el mundo sabe a través de sus
múltiples y valiosas intervenciones en todo lugar y ante todo riesgo (2).
EN SAN
SEBASTIÁN
El
16 de noviembre de 1917, el periódico “La
Voz de Guipúzcoa” de San Sebastián anunciaba un nuevo curso para Damas
Enfermeras. Decía así:
“Cruz Roja. El primer lunes del próximo mes
de Diciembre, darán comienzo los cursos teóricos para enfermeras de la Cruz
Roja, en el Hospital San Antonio Abad de esta ciudad, bajo la dirección de los
señores doctores de este benéfico establecimiento. A las señoras y señoritas
que deseen ser enfermeras, se les ruega tengan a bien inscribirse a la mayor
brevedad, en el domicilio de la secretaria, señorita Pilar Jordán de Urríes.
Prim 14” (3).
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007 Damas donostiarras apoyaban con cuestaciones a la Cruz Roja 1918
1918,
Noviembre, Calle Matía. Una Villa “María” no rica. Una habitación acoge 8
camas. Otras solamente una. Dos médicos, doctores Luis Egaña y Modesto Huici.
Tres Hermanas de la Caridad, un enfermero y una interina. Ya funciona en San
Sebastián la Cruz Roja.
La
benemérita organización cumplía en nuestra ciudad sus fines de forma apacible.
Pero llegó la guerra de África. La Reina María
Cristina movilizó el Casino (foto 006) y allí se montaron setenta camas. La
ciudad prestó su apoyo. Damas de la alta sociedad unieron sus esfuerzos a los
humildes de siempre. Allí estaban en esfuerzo diario muchas mujeres
donostiarras, y entre ellas dos Hermanas
de la Caridad que estuvieron en la fundación y que aún prestan sus
servicios cincuenta años después. Se trata de Sor Juana Lapeira y Sor Dionisia
Echeverría.
Este
es el historial “puede decirse tal de una vida llena de sacrificio, abnegado y
silencioso de verdad, oculto en el cumplimiento del gran deber que una tiene
hacia si mismo y sus creencias” de Sor Juana Lapeira.
Trabajo
constante en aquella pequeña y pobre villa de la calle Matía. Cuando el
hospital fue ampliado, trabajó en las caballerizas del palacio de Miramar para
dejar en un día todo limpio. A los tres días la labor de limpieza permitía que
se pusieran de servicio noventa camas para los enfermos de paludismo que
llegaban de África en busca de curación. “En aquellas tareas de limpieza había treinta
mujeres que hicieron el trabajo de setenta por poco jornal”. Trabajó en
Chillardegui para abrir una dependencia capaz para veintitrés camas. Y así, día
tras día…
FOTO
008 Damas Enfermeras de la Cruz Roja, San Sebastián 1937
Y
llegó 1936. Sor Juana Lapeira apenas fué trasladada a Oña a montar un hospital
de emergencia con 1.150 camas. Con ella viajan cuarenta enfermeras salidas de
las familias más conocidas de la ciudad. También van veinte Hermanas de la
Caridad. Y el trabajo queda organizado y el hospital presta sus servicios. Y
así, día a día…
Hoy,
“Sor Juana Lepeira –nacida en
Azpeitia– continúa en su trabajo, cincuenta años después. Y no se cansa. Nunca
dice que está cansada. A las cinco de la mañana ya está en pie. A las siete ya
está visitando a sus enfermos. Sabe todo de cada uno de ellos. Y prepara sus
comidas, sus medicinas, sus ropas... Es un constante amor a Dios, amor al
prójimo”.
Sor Dionisia Echeverría, también nacida en
Azpeitia, supo de todos los trabajos difíciles de la Cruz Roja en sus horas
difíciles al comienzo y en las muchas áreas motivadas por la desgracia. Y sigue
al ‘pie del cañón’, del cañón más pacífico y útil que existe, sin cansarse
porque la alegría del deber cumplido da alas a los pies. Ella hace un trabajo
sencillo, según opina. “También entre los pucheros se encuentra a Dios decía
Santa Teresa”. “Y entre los pucheros encuentra Sor Dionisia a Dios momento a
momento”. La Reina María Cristina siempre se acordaba de aquella cocinera. Hoy,
desde las 7 de la mañana hasta las dos de la tarde, su tarea es constante. Como
lo fue ayer, cada día. Sor Dionisia cocina para treinta personas. Y después de
las dos va a preparar la cena. Otra vez los pucheros…
Sor
Juana Lapeira y Sor Dionisia Echeverría han cumplido y cumplen. Pero precisan
del reconocimiento ciudadano en estos cincuenta años de aniversario (4).
Así
terminaba el artículo del Diario Vasco en la página 11 del día 29 de noviembre
de 1968.
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009 Artículos del Diario Vasco de San Sebastián. 1968 y 2013
En
el artículo del Diario Vasco del viernes 29 de noviembre de 2013 y firmado por
el periodista Mikel G. Gurpegui,
hace un recordatorio de estas magníficas enfermeras que lo dieron todo por un
ideal.
1918 Cincuenta años después
continuarían en activo dos hermanas de la Caridad, Juana Lapeira y Dionisia
Echeverría
La sección donostiarra de la Cruz
Roja nació hace 95 años. De ello vamos a hablar, pero con un salto intermedio en
el tiempo, que nos ha gustado la forma en que contaban sus inicios y la vida de
dos de sus impulsoras en la edición de DV del 29 de noviembre de 1968, cuando se
cumplía el cincuentenario de la entidad.
«1918. Noviembre. Calle Matía. Una
villa no rica. Una habitación acoge ocho camas. Otras solamente una. Dos
médicos, doctores Egaña y Huici. Tres Hermanas de la Caridad, un enfermero y
una interina.
Ya funciona en San Sebastián la
Cruz Roja». «La benemérita organización cumplía en nuestra ciudad sus fines de
moda apacible. Pero llegó la guerra de África. La reina María Cristina movilizó
el Casino y allí se montaron setenta camas. La ciudad prestó su apoyo. Damas de
la alta sociedad dieron sus esfuerzos a los humildes de siempre. Allí estaban
en esfuerzo diario muchas mujeres donostiarras, y entre ellas las Hermanas de
la Caridad, que estuvieron en la fundación y que aún prestan sus servicios
cincuenta años después.
FOTO
010 Damas Enfermeras de la Cruz Roja de San Sebastián 1951
Se trata de Sor Juana Lapeira y
Sor Dionisia Echeverría». «Este es el historial –¿puede decirse tal de una vida
llena de sacrificio, abnegado y silencioso de verdad, oculto en el cumplimiento
del gran deber que uno tiene hacia sí mismo y sus creencias?– de Sor Juana Lapeira».
«Trabajo constante en aquella
pequeña y pobre villa de la calle Matía. Cuando el hospital fue ampliado, trabajó
en las caballerizas del palacio de Miramar para dejar en un día todo limpio. A
los tres días, la labor de limpieza permitía que se pusieran al servicio
noventa camas para los enfermos de paludismo que llegaban de África en busca de
curación.
“En aquellas tareas de limpieza
había treinta mujeres que hicieron el trabajo de sesenta por poco jornal”.
Trabajo en Chillardegui para abrir otra dependencia capaz para veintitrés
camas. Y así, día a día...».
«Y llegó 1936. Sor Juana
Lapeira fue trasladada a Oña a montar un hospital de emergencia con 1.150
camas. Con ella viajan cuarenta enfermeras salidas de las familias más
conocidas de la ciudad. También van veinte Hermanas de la Caridad. Y el trabajo
queda organizado y el hospital presta sus servicios. Y así, día a día...».
FOTO 011 Fin de Curso Damas de
la Cruz Roja San Sebastián 1965. 5ª por la izquierda Pepa Urdampilleta
En 1968 decían que «hoy, Sor
Juana Lepeira –natural de Azpeitia– continúa en su trabajo, cincuenta años
después. Y no se cansa. Nunca dice que está cansada. A las cinco de la mañana
ya está en pie. A las siete ya está visitando a sus enfermos. Sabe todo de cada
uno de ellos. Y prepara sus comidas, sus medicinas, sus ropas... Es un
constante amor a Dios, amor al prójimo».
«Sor Dionisia Echeverría,
también nacida en Azpeitia, supo de todos los trabajos difíciles de la Cruz Roja
en sus horas difíciles al comienzo y en las muchas áreas motivadas por la
desgracia. Y sigue al ‘pie del cañón’, del cañón más pacífico y útil que existe,
sin cansarse porque la alegría del deber cumplido da alas a los pies (...)».
Mikel Gurpegui (5).
FOTOGRAFÍAS
Fotos archivo fotográfico Manuel
Solórzano
Fotos: 4, 5, 6 y7 Fotos cedidas por
Kutxateka.
Foto 8 Cedida por Elena Labayen
Berdonces
Foto 9 Diario Vasco de San
Sebastián
Foto 10 Cedida por Mercedes
Alustiza Ugarte y Teresa Artiz
Foto 11 Cedida por Pepa
Urdampilleta Lasa
Foto 12 Cedida por Javier
Labayen Berdonces
Foto 13 Manuel Solórzano
FOTO 012 El Gran Casino de San
Sebastián, Hospital de Sangre. Damas Enfermeras de la Cruz Roja, 1934, 1935,
1937
AGRADECIMIENTOS
Frantxi López Landache. Biblioteca
Koldo Mitxelena
Raúl Expósito González
Mikel G. Gurpegui. Periodista
Kutxabank y Kutxateka
Elena Labayen Berdonces
Diario Vasco de San Sebastián
Mercedes Alustiza Ugarte y Teresa
Artiz
Pepa Urdampilleta Lasa
Javier Labayen Berdonces
Unidad de Infecciosos del Hospital Universitario Donostia
FOTO 013 Premio concedido en la
XVIII Cena Anual de Navidad, de Diplomados de Enfermería del Colegio Oficial de
Enfermería de Gipuzkoa, celebrado en el Hotel de Londres e Inglaterra el día 20
de Diciembre de 2013. Supervisora Puri Tena
BIBLIOGRAFÍA
(1)
Nicasio Landa y Álvarez del Carvallo (11/X/1830 - 11/IV/1891) nació y falleció
en Pamplona. Fué médico militar y es principalmente recordado por haber
asistido en Ginebra, junto con Joaquín Agulló, VI Marqués de Ripalda, el 25 de
octubre de 1863 a
la fundación de la “Sociedad Universal de Socorro a Militares Heridos en
Campaña”, que luego se conoció como “Cruz Roja Internacional”. El 5 de julio de
1864 funda en Pamplona la “Cruz Roja Española” que intervendrá en la atención a
los heridos en la batalla de Oroquieta, el 4 de mayo de 1872 durante la III
Guerra carlista. Landa fue un precursor de lo que serían los derechos humanos y
merece atención como etnógrafo pionero, así como notable epidemiólogo. Médico
Oficial de epidemias de Navarra, afrontó la del cólera (1854 - 55) y como
especialista de la fiebre amarilla en Canarias en 1863.
(2)
Capítulo 1º, del libro del fondo de Reserva de la Biblioteca de San Sebastián Koldo Mitxelena: EL CONSULTOR DE LA
DAMA ENFERMERA. Elena Sánchez de Arrojo. Con prólogo del Dr. Calatraveño. 2ª
edición. Guadalajara. Imprenta del Colegio de Huérfanos de la Guerra 1920.
(3) El
16 de noviembre de 1917, el periódico “La
Voz de Guipúzcoa” de San Sebastián anunciaba un nuevo curso para Damas
Enfermeras.
(4)
Artículo del Diario Vasco en la página 11 del día 29 de noviembre de 1968,
titulado: Cincuenta años de la Cruz Roja donostiarra.
(5) Artículo del Diario Vasco
del viernes 29 de noviembre de 2013 y firmado por el periodista Mikel G. Gurpegui, titulado: 1918 Cincuenta años después continuarían en
activo dos hermanas de la Caridad, Juana Lapeira y Dionisia Echeverría.
AUTOR:
Manuel Solórzano Sánchez
Enfermero. Hospital
Universitario Donostia de San Sebastián. Osakidetza /SVS
Colegiado
1.372. Ilustre Colegio de Enfermería de Gipuzkoa
Miembro
de Enfermería Avanza
Miembro
de Eusko Ikaskuntza / Sociedad de Estudios Vascos
Miembro
de la Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería
Miembro
de la Red Cubana de Historia de la Enfermería
Miembro
Consultivo de la Asociación Histórico Filosófica del Cuidado y la Enfermería en
México AHFICEN, A.C.
Miembro
no numerario de la Real Sociedad Vascongada de Amigos del País. (RSBAP)
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