Resumen de
la ponencia inaugural titulada: Profesional, profesionales e historia de los
cuidados.
XIII CONGRESO DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE
ENFERMERÍA OFTALMOLÓGICA
Adeje (Tenerife), 26, 27 y 28 de septiembre
de 2013.
El pasado
26 de septiembre tuvo lugar, en la isla de Tenerife, el encuentro que
anualmente viene celebrando la Sociedad Española de Enfermería Oftalmológica.
Este evento científico, que presenta como máximo objetivo, unir a un
considerable número de profesionales de la Enfermería en el campo de la
Oftalmología, tuvo como invitado al Dr. D. Francisco
Javier Castro Molina, Director del Seminario Canario de la Historia de la
Enfermería, enfermero de salud mental, historiador del arte y antropólogo, como
ponente de la conferencia inaugural que llevó por título, Profesional, profesionales e
historia de los cuidados.
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Aurora Egido, Presidenta SEEOF y Javier Castro. Maite Marín, Javier Castro y
Chelo Muro, enfermeras de Madrid
Basándose
en la definición que propone el historiador belga Marc Bloch en 1944 para la disciplina regida por Clio, musa de la Historia, dio comienzo
un discurso con el que pretendió “dar norte a la evolución de la profesión del
arte de cuidar”.
El ponente
dejó clara la diferencia entre la historiografía y la historiología, así como
la importancia del conocimiento de nuestra historia y la de otras
civilizaciones contribuyendo a un autocrecimiento personal que capacita para el
conocimiento y racionalización de la información como un andamiaje que favorece
la construcción de un nueva realidad. Seguidamente, centró su mirada en el
vocablo «profesión», y la definición que el psiquiatra chileno Fernando Lolas establece, muy distante
del adjetivo «profesional»: respuesta
institucionalizada a una necesidad social que debe portar entre sus requisitos vocación, acreditación,
certificación y código deontológico.
Cuando nos
centramos en el concepto de la profesión enfermera en la historia, observamos
que es algo que no está tan claro, resultando incluso difícil trazar una línea
que sirva para delimitar el campo de las profesiones y el de los oficios.
El término
anglosajón nurse, empleado para
designar a la enfermera, deriva de las terminologías latinas nutrire y nutrix, alimentar la primera y mujer que cría la segunda.
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Cartel de la Presentación del Congreso
Si
centramos nuestra mirada en el término enfermería,
encontramos que éste está relacionado con el de enfermedad, término también latino, infirmitas, que define de forma más concreta la actividad del
cuidador de los enfermos, que facilita la supervivencia, cuidando durante el
parto, lactancia y crianza de los recién llegados congéneres.
Según la
Real Academia de la Lengua Española (RAE), la palabra campo hace alusión al ámbito
real o imaginario propio de una actividad o de un conocimiento. Así, el campo de la enfermería corresponde a un
ámbito de estudio centrado en el fenómeno humano y la sociedad en que se
desarrollan los hechos, y que es compartido con otras muchas disciplinas. La
investigación de la historia de la profesión enfermera realizada hasta la
actualidad, ha supuesto un gran avance para el conocimiento de la misma, de
modo que los recientes trabajos publicados nos han permitido acercarnos de
manera más exhaustiva de los acontecimientos de la disciplina ocurridos en España.
Es en este
país, donde la enfermería no existió como profesión hasta mediados del siglo
XIX. Las actividades propias eran ejercidas por el barbero sangrador y el cirujano
menor, formados en hospitales por las órdenes religiosas. Esta falta de
rigor en el aprendizaje, unido a una pésima situación sanitaria, obligó a que
en las clases políticas se instalara una preocupación por reformar y regular
las profesiones sanitarias.
Con la Ley de Bases para la Institución Pública
promulgada en 1857, más conocida por el nombre del ministro que la defendió, se
estableció la regulación de todas las profesiones sanitarias españolas. Su
desarrollo fue considerablemente rápido si observamos que en tan solo tres
años, el 21 de Noviembre de 1861, ya se había diseñado el documento que recogía
el reglamento para las enseñanzas
tanto de practicante como la de matrona.
Al
practicante se le asignaron las competencias que anteriormente habían sido
asumidas por el cirujano menor y el barbero sangrador. La matrona continuaba
siendo la encargada de asistir a los partos, así como de dar los primeros y
urgentes auxilios a los neonatos que incluían el agua de socorro.
Las
enfermeras en cambio, no tuvieron cabida en la norma, lo que ocasionó una
considerable dificultad en el reconocimiento profesional. El Real Decreto sobre
la formación enfermera de 21 de mayo de 1915 fue el que instituyó la
titulación, clasificándose a partir de esta fecha con el reconocimiento de las
tres figuras sustentadas por una división de género: Practicante, Matrona y
Enfermera. En 1917 se crearon las primeras Escuelas Oficiales de Enfermeras
reconocidas por el Ministerio de Educación, dando inicio así a una paulatina profesionalización
de la Enfermería en España y la integración de las Escuelas de Enfermería en la
Universidad.
Cuando
abordamos el campo de la Oftalmología,
encontramos que los cuidadores profesionales iniciaron su andanza en los
tiempos más pretéritos. Tanto el Código
de Hammurabi, 1.800 a.C.,
como el papiro de Ebers, 1.300 a.C., son de los
pocos ejemplos que nos han llegado hasta nuestros días. Éste último, describe
numerosas enfermedades y tratamientos oftalmológicos, entre otros la
instilación de gotas de diversos productos que se administraban con una pluma de buitre directamente en los
ojos, así como técnicas muy especializadas en el tratamiento quirúrgico de las
cataratas. Herodoto nos cuenta, que
era tal la importancia que se le daba a este órgano de los sentidos a mediados
del Tercer Milenio a.C., que el faraón Zoser
contaba con los servicios de un profesional especializado, Hesy-Ra, como médico oftamólogo.
En
el continente asiático, destacaron la India del Imperio Gupta y la antigua China. En la primera, el cirujano Sushruta, escrito en el siglo III o IV d. C.
el tratado Sushruta Samhita, en
el que se sistematizaron el tratamiento de 72 enfermedades oculares. Esta
escuela fue una de las primeras que propusieron una compleja clasificación de
las afecciones de los ojos y repasaron el método de la primera operación de
cataratas de la historia. En
China, la medicina era una disciplina que se había fracturado en especialidades
desde sus orígenes. Realizaban paracentesis, pero se desconoce si se practicaban
las operaciones de cataratas.
El
Califato Omeya de Córdoba se inició de la mano de Abderamán III en el 929, y concluyó en 1031, constituyendo un
momento de máximo esplendor de la cultura y la ciencia. La medicina árabe
constituyó un compendio del saber griego, persa e hindú. Destacó Abul-Qasim, médico andalusí, que fue considerado
uno de los padres de la cirugía moderna. Sus textos constituían una amalgama de
las enseñanzas greco-latinas y los conocimientos de la ciencia del Próximo
Oriente, que fueron la base de AlTasrif,
30 volúmenes que aportaban descripciones anatómicas, clasificaciones de
enfermedades, información nutricional y quirúrgica, y algunas secciones
relacionadas con la medicina, la cirugía ortopédica, la oftalmología y la
farmacología, entre otras.
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Congresistas
La cultura
griega y romana bebió de las fuentes antiguas del saber como lo hicieron otras
muchas. El greco-egipcio, Claudio Ptolomeo, estimó los límites externos del campo visual entre el año 100 y el 170
d.C. En una de sus obras sobre Óptica, estableció la refracción
atendiendo a la teoría de la emanación
del ojo, mencionó el agujero estenopeico y describió la cámara oscura ya
reseñada por el matemático árabe Alhacén
en el siglo X en su Tratado Óptico.
En el año 165 d.C., Galeno efectuó
la interpretación del quiasma como una potencial conexión hidráulica entre
ambos ojos y como punto divisorio que servía para distribuir el fluido vital
proveniente de los ventrículos hacia los ojos. Fueron las escuelas árabes las
que marcaron el ritmo de la Oftalmología durante la Edad Media.
La Escuela
de Salerno, prestigiosa Facultad
de Medicina del sur de Italia, enseñaban siguiendo la línea de escritos árabes
y los métodos griegos. A ella se unieron la Universidad de escolares y maestros, más conocida como Escuela
de Montpellier, fundada en el siglo IX, y la Escuela Quirúrgica de Bolonia fundada en el siglo XIII. En la España cristiana del siglo XII, el arzobispo de Toledo, Raimundo de Sauvetat, reunió a un
grupo de traductores a los que se les encargó interpretar los textos de
Hipócrates, Galeno, Rhazes, Avicena, Abul-Qasim y Aristóteles, entre otros.
Debe nombrarse a Pedro Hispano,
quien se sentó en 1276 en la “Silla de Pedro” con el nombre de Juan XXI. Más conocido por el “Papa
Oftalmólogo”, escribió un Tratado de
Terapéutica Ocular, además de enseñar medicina en la Universidad de Siena
entre 1245 y 1250.
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Foto de la ponencia de Javier Castro
El primer
libro impreso sobre la especialidad de Oftalmología fue Los ojos, de sus
enfermedades y sus preocupaciones (De oculis eorumque egritudinibus et curis),
del italiano Benvenuto Grassi,
considerado el cirujano de mayor celebridad durante la Edad Media. Georg Bartisch, 1535-1606, fue el
fundador de la Oftalmología moderna, además de ser el primero en extirpar un
globo ocular afectado de cáncer.
Al texto de
Grassi, se le unió el libro del francés Jacques
Guillemeau (Yac Yimó), publicado en 1585 con el título, Traite
des maladies de loeil (tresti des maladi deloi) donde se compendian
los conocimientos hasta entonces existentes en la materia. Las enseñanza de
Leonardo da Vinci constituyeron un crisol en el campo de la medicina
oftalmológica. En sus cuadernos, retrató verazmente la anatomía del ojo,
realizando una interpretación siguiendo las enseñanzas de Galeno sobre la
concepción de vía visual y el nervio óptico que conectaba el ojo a tres
vesículas cerebrales.
En 1604, el
físico Keppler, mediante
cálculos sencillos descubrió que el cristalino, junto a la cornea, era un
cuerpo reflectante, curvando los rayos de luz que recibe, para posteriormente
enfocarlos hacia la retina. Destacó también, el trabajo realizado por René Descartes, quien publicó varios trabajos sobre el mecanismo fisiológico de
los impulsos nerviosos que pasan desde la retina al nervio óptico.
Isaac Newton describió el cruce
imágenes en el quiasma óptico, y el físico y químico John Dalton hizo por primera vez la descripción científica de la
ceguera para ciertos colores, especialmente del rojo, tara que él mismo padecía.
La invención del oftalmoscopio
en 1850 por Helmont, revolucionó la
práctica oftalmológica. Hasta entonces, la Oftalmología se había limitado a los
padecimientos externos, párpados-córnea-conjuntiva, y a “mal operar” la
catarata.
El novedoso
artilugio permitió visionar el interior del ojo en vivo y sin causar daño al
paciente. Más tarde llegaron otros muchos como la lámpara de hendidura, el
campimetro, los optotipos, los rayos beta y el electroimán, para dar paso a
otras muchas técnicas y aparatos modernos que han hecho que esta rama de la
disciplina sanitaria resuelva gran cantidad de problemas que durante años
fueron impensable subsanar.
Magnífica
exposición en la Ponencia Inaugural de mi buen amigo Javier, desde este pequeño
blog de “Enfermería Avanza”, le deseo en su inmensa labor por el bien de la
Enfermería canaria y española, deberíamos tener muchos profesionales como él.
Gracias.
Manuel Solórzano Sánchez
Enfermero.
Hospital Universitario Donostia de San Sebastián. Osakidetza /SVS
Colegiado
1.372. Ilustre Colegio de Enfermería de Gipuzkoa
Miembro
de Enfermería Avanza
Miembro
Comité de Redacción de la
Revista Ética de los Cuidados
Miembro
de Eusko Ikaskuntza / Sociedad de Estudios Vascos
Miembro
de la Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería
Miembro
de la Red Cubana de Historia de la Enfermería
Miembro
Consultivo de la Asociación Histórico Filosófica del Cuidado y la Enfermería en
México AHFICEN, A.C.
Miembro
no numerario de la Real Sociedad Vascongada de Amigos del País. (RSBAP)
1 comentario:
Muy buen blog les dejo el mio para compartir http://enfermeriaug.blogspot.com/
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