Entre
los primeros compañeros a quienes San Juan de Dios recibió como Hermanos a
finales de 1546, se encontraba Antón
Martín, el más dispuesto y aventajado de todos y sobre el que San Juan de
Dios puso su confianza.
AUTOR:
Raúl Expósito González. Enfermero.
Servicio de Anestesia y Reanimación del Hospital “Santa Bárbara” de
Puertollano, Ciudad Real. Actualizado el 12 de julio de 2013
Figura 1. Antón Martín. Cuadro al óleo de Juan A Rizzi
El pasado mes de marzo, los enfermeros celebramos como cada
año viene siendo habitual, un fraternal banquete con motivo de la festividad de
nuestro Patrón, San Juan de Dios.
Aquel enfermero de Granada, fue el fundador de la Orden
Hospitalaria que lleva su nombre. Tras su muerte, su obra continuó a través de
los siglos hasta alcanzar nuestros días.
El Santo realizó una obra extraordinaria abriendo un
hospital, modelo de organización, en el cual pasó los últimos once años de su
vida, sirviendo enfermos con una abnegación heroica y con el más absoluto
desinterés. En aquel hospital recibió algunos hombres que, deseosos de imitar
su vida, le pidieron ser admitidos en su compañía para asistir a los enfermos y
ayudarle en los demás menesteres del mismo. Después de probar por algún tiempo
la sinceridad y firmeza de sus deseos, si los encontraba bien dispuestos y
aptos, les imponía un hábito igual al que él había recibido, quedando
incorporados a la sociedad, recibiendo de estos compañeros el cariñoso nombre
de Padre. Entre los primeros compañeros a quienes recibió como Hermanos a
finales de 1546, se encontraba Antón Martín, el más dispuesto y aventajado de
todos y sobre el que San Juan de Dios puso su confianza.
Datos biográficos
Antón Martín nació el 25 de marzo de 1500 en Mira, provincia
de Cuenca. Sus padres, Pedro de Aragón y Elvira Martín de la Cuesta, eran muy
humildes y buenos cristianos. Pasó los primeros años de su vida en la casa
paterna dedicado a las faenas del campo, hasta que habiendo fallecido su padre
y pasado su madre a segundas nupcias, abandonó su casa y se dirigió a Valencia,
en cuya ciudad se colocó como Atalayero o Vigía en las costas del Mediterráneo
en previsión de las "razzias" de los piratas moros. Dejó esta
ocupación y pasó a la ciudad de Requena, en la cual se colocó como Guarda del
Registro en la Aduana o Puerto Seco, donde pagaban impuestos las mercaderías
que pasaban de Valencia a Castilla y viceversa.
Estando en Requena, recibió la noticia de la muerte de su
hermano Pedro de Aragón que era labrador en Guadahortuna (Granada) a manos de
Pedro de Velasco. Con poderes de su madre para entablar el pleito se dirigió a
la ciudad de Granada, donde consiguió poner en la cárcel al asesino de su
hermano; pero no satisfecha su venganza, prosiguió en sus gestiones hasta
obtener la sentencia de muerte a pesar de los grandes empeños que los amigos de
Velasco hacían para conseguir el perdón.
Primer Hermano de San Juan de Dios
Teniendo noticias de este proceso, San Juan de Dios habló con
Antón Martín, pidiéndole que perdonase a aquel hombre que estaba sentenciado a
muerte, y fueron tales las persuasiones y palabras que el Santo dijo a Antón
Martín, que vino a alcanzar todo lo que quiso de él hasta excarcelar a Pedro de
Velasco, quedando Antón Martín tan prendado de los buenos consejos y palabras
que San Juan de Dios hasta el punto que pidió le admitiese en su compañía:
"Yo os he de llevar a la cárcel para que se haga en
forma oficial el perdón del preso; pero me habéis de llevar después a
vuestro hospital donde quiero quedar de enfermero y criado de los pobres que
allí sufren, para toda la vida".
De este modo quedó incorporado a la compañía, lo mismo que
Pedro Velasco. Y así fue, como San Juan de Dios tuvo sus dos primeros Hermanos.
Admitido por San Juan de Dios, se preparó bajo su dirección
para hacer una confesión general. Arrepentido y con lágrimas, convencido el
Santo de la sinceridad de sus deseos, le vistió con el hábito hospitalario. El
Santo se dedicó con un cuidado particular a formar a aquella alma generosa,
ayudándole a vencer las primeras dificultades de la vida que había abrazado y
preparándole para la misión a la cual vio que le tenía preparado el cielo, de
ser a su muerte, el continuador de su obra.
A imitación de San Juan de Dios, se cortó el pelo, que en
adelante llevó rapado y, en lo sucesivo, caminó siempre descalzo. Durante el
día, además de los ejercicios de piedad se ocupó de la asistencia de los
enfermos en las salas del Hospital. Cuando estas ocupaciones habían terminado,
con una capacha al hombro y una olla en la mano salía a pedir limosna. Los
primeros días salió en compañía de San Juan de Dios. Después salía sólo
pidiendo en las calles que el Santo le señalaba.
San Juan de Dios para garantizar la asistencia a los pobres
en su Hospital, arreglar el local, asegurar el personal a sueldo: médicos,
cirujanos, boticarios, barberos… fue a pedir limosna a la corte que por
entonces estaba en Valladolid, pero antes de emprender el viaje presentó a
Antón Martín ante sus compañeros como Hermano Mayor en su ausencia.
A la vuelta de este largo viaje encontró el Hospital en tan
perfecto orden, que con gran consuelo en su alma alabó y dio gracias al Señor
por lo bien que habían sucedido las cosas en su ausencia.
San Juan de Dios salió del Hospital para ir a morir en la
casa de los señores de García de Pisa. Antes encargó su dirección a Antón
Martín, a quien dio prudentes consejos, suplicándole tuviera gran cuidado para
que todo se hiciera en su ausencia con gran caridad y celo.
Durante los días que el Santo estuvo en aquella casa, Antón
Martín le visitaba con frecuencia, para interesarse por su salud, informarle de
la marcha del Hospital o recibir sus consejos e instrucciones. En alguna de
estas entrevistas, el moribundo le manifestó los sucesos milagrosos que
tuvieron lugar en aquellos días, y le descubrió lo que, con espíritu profético,
había conocido sobre el futuro desenvolvimiento de la Orden Hospitalaria. Antón
Martín fue el inseparable compañero y servidor durante las noches que San Juan
de Dios pasó en la casa de los señores Pisa. Tuvo el consuelo de ser de los
primeros que vio el santo cadáver, hincado de rodillas, abrazado al crucifijo
que sostenía entre sus manos; ya que sólo se había separado del enfermo a
ruegos del mismo.
Antón Martín toma las riendas del Hospital de San Juan de
Dios
Antón Martín, discípulo predilecto de San Juan de Dios, es el
encargado de continuar su obra, por designación del santo como su sucesor,
quedando pues a la muerte de éste como Hermano Mayor del Hospital de la Cuesta
de la calle de los Gomeles, siendo confirmado en el cargo por el Arzobispo de
Guerrero después del entierro de San Juan de Dios.
Antón Martín, al frente de aquella pequeña comunidad de
hermanos hospitalarios, dependientes en todo momento de su autoridad, continuó
en la misma línea que en vida del Fundador
Antón
Martín. Por Santiago Derer, 1961
Los
inconvenientes de aquel Hospital de Gomeles, hicieron ver a Antón Martín y a
sus compañeros la necesidad de buscar otro lugar al cual pudieran trasladarse,
donde no fuese un problema el insuficiente número de camas ni el emplazamiento
que dificultase el acceso al Hospital. Así todo, encontraron un edificio mucho
más amplio y más céntrico en un antiguo convento de los Padres Jerónimos.
La
mudanza le hizo contraer al Hermano Antón Martín unas deudas difíciles de
cancelar; los gastos extraordinarios que había sido preciso hacer para el
traslado del Hospital, y los ordinarios, más grandes por el mayor número de
enfermos acogidos, movieron a Antón Martín a viajar a Castilla para hacer en
ella una postulación extraordinaria, como lo había hecho en otra ocasión su
Santo Padre.
En
la Corte, el emperador Carlos V enterado de las deudas que agobiaban al
Hospital, no sólo no fue espléndido con las limosnas, sino que estimuló a otros
aristócratas y a los hombres pudientes para que le secundasen. Como
contrapartida, Antón Martín recibió un mandato del Rey, el de trasladarse a
Madrid, para levantar un Hospital de Cirugía General, similar al de Granada,
destinado a los enfermos pobres llagados. Comenzaba así a extenderse la obra
hospitalaria de San Juan de Dios.
Continuador
de la Obra Juandediana
Gracias
a las limosnas, Antón Martín pagó las deudas que tenía; después puso en orden
los asuntos del Hospital y, dejando al frente del mismo a los Hermanos Domingo
Benedicto y Alonso de Tringano, se despidió de sus amigos, de los Hermanos y
enfermos del Hospital de Juan de Dios de Granada, emprendiendo el viaje a
Madrid allá por el año 1552.
Allí,
fundó el Hospital de Nuestra Señora del Amor de Dios, en un lugar en medio del
campo, bien ventilado y con alegres vistas, junto al camino que conducía de la
iglesia de Santa Cruz a la ermita de Nuestra Señora de Atocha, sobre la finca
que le vendieron para levantar dicho Hospital don Fernando de Somonte, Contador
Real, y su esposa doña Catalina de Reinoso.
Aquel
Hospital constituiría una de las mejores instituciones benéfico-asistenciales
de Madrid, en el cual encontrarían amparo y consuelo para sus afecciones los
madrileños pobres.
Los
primeros hombres a quienes admitió para dedicar su vida al servicio de los
enfermos, fueron Juan González, Cornelio de Cisneros, su sobrino Miguel Vicente, Pedro Mateo y Alonso Bayala.
Con la ayuda de estos enfermeros, mejoró la asistencia de los enfermos y las
limosnas que recogían eran más abundantes, por lo cual el Venerable Antón
Martín, se decidió a ampliar el Hospital con nuevas salas, habitaciones para
los religiosos, oficinas y una iglesia. Al margen de estos Hermanos enfermeros,
trabajaron gratuitamente en el Hospital un médico y un cirujano.
Las
obras del Hospital Nuestra Señora del Amor de Dios necesitaban de la madera
para las vigas de la techumbre del Hospital y de la Capilla, que el propio
Antón Martín a finales del mes de noviembre de 1553, en compañía de algunos
operarios de los bosques de Valsaín, salió para cortarla y después llevarla al
Hospital. El frío de aquellos bosques en los que estuvo varios días trabajando
y durmiendo a la intemperie, le hicieron enfermar de gravedad, muriendo el 24
de diciembre con 53 años.
Antes
de morir, reunió a los Hermanos que por entonces constituían la incipiente
comunidad hospitalaria y les exhortó para que continuasen el proyecto que él
mismo había iniciado, dándoles consejos sobre cómo debía ser el Hospital de
Cirugía. No en vano, al fundar el Hospital del Amor de Dios, bullía en el
cerebro de Antón Martín la idea de crear una Escuela de Cirujanos menores. En
los últimos días de su vida podemos decir, que dejó fundada dicha Escuela,
aconsejando a los Hermanos para que buscasen buenos médicos y cirujanos, para
que éstos instruyesen a los novicios para adquirir la competencia necesaria y
así poder revalidarse ante el Protomedicato.
El
entierro se hizo conforme a lo dispuesto en su testamento, siendo enterrado en
la Iglesia del Convento de San Francisco por no estar concluida la Capilla de
su Hospital. A día de hoy, y tras varios siglos de traslados, los restos
mortales de Antón Martín, descansan en el madrileño Hospital San Rafael.
Bibliografía:
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Sierra, J. (1961): Antón Martín y el Madrid de los Austrias. La primera
Escuela de Ayudantes Técnicos Sanitarios del Mundo. Imprenta de los Hermanos de San Juan de Dios, Barcelona.
De
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Dios y de la institución de su orden y principios de su hospital. Edición
facsímil. Publicaciones Obra Cultural CajaSur, Córdoba.
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Gómez
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Anel, S. A., Granada.
Laborde
Vallverdu, A. (1973): El enfermero de Dios. Orden Hospitalaria de San
Juan de Dios. Granada.
Ortega
Lázaro, L. (O.H.) (1981): “Antón Martín – el Hermano Antón Martín – y su
Hospital en la Calle Atocha de Madrid 1500-1936”. Separata de Hermanos
Hospitalarios. Boletín Informativo de la Provincia de San Juan de Dios de
Castilla, nº 73. Madrid.
Ventosa
Esquinaldo, F. (O.H.) (2012): Pensamiento de San Juan de Dios y La Orden
Hospitalaria y su relación con La Enfermería: conceptos y valores. Archivo-Museo
San Juan de Dios "Casa de los Pisa". Granada.
PUBLICADO en la Revista del Colegio de Enfermería de Ciudad Real:
GRACIAS AL COLEGIO OFICIAL DE ENFERMERÍA DE CIUDAD REAL. Por dejarme publicar
este artículo en el blog “Enfermería Avanza”. Gracias a su presidente: Carlos José Tirado Tirado y a los
compañeros Luis Alba y Ángel Naranjo, del mismo Colegio.
GRACIAS al autor: Raúl Expósito González, por su permiso
para la publicación de su trabajo y su amistad. En estos días está disfrutando
de su luna de miel por tierras americanas con su mujer Nuria Blanco.
SAN JUAN DE DIOS.
PATRÓN DE LA
ENFERMERÍA ESPAÑOLA. Publicado el lunes día 8 de marzo
de 2010
Manuel Solórzano Sánchez
Enfermero.
Hospital Universitario Donostia de San Sebastián. Osakidetza /SVS
Colegiado
1.372. Ilustre Colegio de Enfermería de Gipuzkoa
Miembro
de Enfermería Avanza
Miembro
de Eusko Ikaskuntza / Sociedad de Estudios Vascos
Miembro
de la Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería
Miembro
de la Red Cubana de Historia de la Enfermería
Miembro
Consultivo de la Asociación Histórico Filosófica del Cuidado y la Enfermería en
México AHFICEN, A.C.
Miembro
no numerario de la Real Sociedad Vascongada de Amigos del País. (RSBAP)
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