jueves, 31 de mayo de 2012

EVOLUCIÓN HISTÓRICA DEL MOVIMIENTO COLEGIAL DE ENFERMERÍA: EL COLEGIO DE ALICANTE


Tesis Doctoral del Doctor José Antonio Ávila Olivares de la Universidad de Alicante. Facultad de Ciencias de la Salud.

FOTO 001 Dr. José Antonio Ávila Olivares

Director de la Tesis Dr. José Siles González, en el programa de Doctorado: Antropología Biológica y de la Salud.

El Tribunal de la Tesis que fue conceptuado con Sobresaliente Cum Laude, estuvo presidido por el Dr. Genival Fernandes Freitas de la Universidad de Sao Paulo de Brasil. Secretaria: Dra. Carmen Solano Ruiz de la Universidad de Alicante. Vocal 1: Dra. Taka Oguisso de la Universidad Sao Paulo de Brasil. Vocal 2: Dr. Antonio Claret García Martínez de la Universidad de Huelva y Vocal 3: Dra. Amparo Nogales Espert de la Universidad Rey Juan Caros I de Madrid.

Objetivo General
El objetivo general de la Tesis es investigar y describir el proceso de constitución, desarrollo y consolidación del movimiento corporativo de Enfermería en España, resaltando particularmente el papel jugado por la Organización Colegial (Practicantes, Matronas y Enfermeras), en el progreso de la profesión en el último siglo.

Partiendo de los antecedentes historiográficos de la Enfermería, se pretende identificar las causas y elementos que motivaron el nacimiento y el desarrollo posterior de los primeros movimientos asociativos en nuestro país, de este colectivo profesional, en una primera parte de modo general, y en una segunda de manera especifica centrada en la provincia de Alicante, tratando de evaluar y ponderar la función impulsora de los agentes y hechos relevantes de la acción colegial en la evolución de la profesión en estos ámbitos.

FOTO 002 Dr. José Siles González. Director de la Tesis

Objetivos Específicos
Dentro del contexto establecido en el Objetivo General, nos proponemos los siguientes Objetivos Específicos:
1). Referenciar los antecedentes historiográficos del asociacionismo en el colectivo de Enfermería y de las primeras instancias de control y reglamentación profesional.

2). Identificar los motivos de la génesis de la Organización Colegial de Enfermería, sus promotores y elementos impulsores.

3). Señalar los diferentes colectivos profesionales que intervinieron y promovieron los inicios del movimiento corporativo en la Clase Sanitaria Auxiliar.

4). Conocer las estructuras organizativas de las que se dotaron los colectivos de practicantes, matronas y enfermeras, para llevar a cabo su acción profesional reivindicativa.

5). Estudiar la evolución normativa que ha regulado la organización y funcionamiento de los Colegios profesionales y su influencia en el devenir del corporativismo de Enfermería.

6). Evidenciar las aportaciones del movimiento colegial al desarrollo de la profesión enfermera, resaltando los hechos más relevantes desde sus comienzos hasta la integración de las Escuelas de A.T.S. en la Universidad.

7). Ponderar y Valorar el papel de la prensa profesional como elemento motivacional destacado en la puesta en marcha del movimiento colegial, así como en su desarrollo, extensión y consolidación.

8). Identificar los orígenes del movimiento colegial en el colectivo de practicantes, matronas y enfermeras, de la provincia de Alicante.

9). Reconocer a los iniciadores e impulsores del movimiento colegial alicantino, así como la aportación provincial a la profesión.

RESUMEN DE LA TESIS
El devenir histórico de la profesión de Enfermería, hasta el presente, prácticamente se ha estudiado solo con referencia a aquellos aspectos, cuestiones o hitos más singulares acontecidos, centrándose en las peculiaridades de los hechos pero sin profundizar en los procesos causales de los mismos.

Las aportaciones que los hoy conocidos como Colegios de Enfermería y sus antecesores, han supuesto para el desarrollo, la vertebración legal y el progreso evolutivo de la profesión, desde la precariedad de su originario punto de partida, hasta encumbrarla social y académicamente en el lugar preeminente que hoy ocupa, tampoco ha despertado un significativo interés por parte de los estudiosos de nuestra historia.

Unos colegios profesionales que a pesar de existir desde mediados del Siglo XIX, su relevante papel tutelar y mediador de los profesionales acogidos a su acción de amparo, defensa y reivindicación, no ha suscitado el interés heurístico de los estudiosos hasta fechas muy recientes tal y como se vera.

Sin embargo, estamos ante un movimiento colegial que ha dejado impresa su huella historiográfica indeleble en el decurso corporativo mencionado, merced al rol de agente promotor e impulsor de la transformación generada. Un rol asumido tempranamente en el caso de los practicantes, más tardío en el de las matronas y excesivamente remiso en el de las enfermeras.

Es por ello, que en la presente Tesis se ha querido profundizar en la vida de los colegios profesionales para resaltar la importancia de la acción colegial como motor de los procesos acontecidos en la profesión, exhibiendo no solo el qué, sino ahondando en el por qué y en el como.

De aquí mi opción por el enfoque de “construcción social” en el desarrollo expositivo y argumentario de esta tesis. La sociología actual ha abandonado la vieja idea de concebir a una profesión como “un conjunto de individuos que bajo una misma denominación comparten una serie de atributos”. Hemos optado por los desarrollos de Pierre Bordieu, reconstruyendo las relaciones entre actores y dimensiones políticas, gremiales, académicas, económicas, para establecer criterios de demarcación, diferenciación, exclusión e intervención en los campos específicos de la enfermería. Por supuesto, con aplicación concreta a las distintas ramas auxiliares: Practicantes, Matronas y Enfermeras.

FOTO 003 Taka Oguisso de la Universidad Sao Paulo de Brasil y Manuel Solórzano Sánchez enfermero del Hospital Universitario Donostia de San Sebastián

En una primera parte, se referencia aquellos antecedentes que, en mayor o menor grado, ejercieron en el pasado ciertas funciones de aval o de control para ejercicio de las profesiones sanitarias. Para seguir con las primeras referencias postgremiales de corporativismo, que van a proferir en la segunda mitad del Siglo XIX un alegato público de unión y solidaridad, que se genera por y en torno a la fundación de una sociedad de protección y socorro, la Sociedad de Ministrantes, hasta hacer surgir el germen de una conciencia de clase que, alentado por el impulso motivacional de una prensa profesional emergente, auténtico órgano catalizador de quejas y reivindicaciones y espejo de las injusticias y del abandono que padecen los practicantes.

Tan lastimosa situación profesional va a conocer sus primeras mejoras ya en el Siglo XX, cuando la acción colegial se va a ver reforzada con la creación de Colegios y Agrupaciones en algunas capitales de provincia y poblaciones importantes de la nación. Lógicamente, en sus inicios, al tratarse de una clase auxiliar y de pocos medios económicos y ninguna ayuda institucional, la organización colegial era más un acto de voluntarismo que una organización reglada tal y como hoy la entendemos. Pero supieron desarrollar algunos medios originales de presión ante los poderes públicos y personas influyentes que, por medio de determinadas acciones de influencia y recomendación, siempre amplificando su voz y sus razones por medio de las revistas y periódicos colegiales, consiguieron algunas importantes mejoras que el autor ha identificado como hechos relevantes o hitos en el desarrollo profesional, y a los cuales se refiere en sus correspondientes capítulos.

En un transcurso temporal tan amplio y afectado por múltiples eventualidades y contingencias, la evolución estatuaria fue obligada a materializarse en modificaciones, cambios, nuevos articulados y disposiciones, etc., en función de las nuevas estructuras y adaptaciones de los Colegios y de la vida colegial. Así pues, ha parecido pertinente profundizar en el estudio evolutivo y comparativo de los Estatutos de los Colegios y sus Consejos Nacionales, desde la colegiación oficial obligatoria hasta la actualidad, apartado con que se cierra la primera parte de la tesis.

FOTO 004 Koldo Santisteban, Manuel Solórzano, Francisca Hernández, Isidoro Jiménez y José Antonio Ávila

Se hace necesario llamar la atención sobre el hecho de la acotación temporal marcada a priori para todo los contenidos que esta primera parte comprende, pues se ha considerado conveniente concluir en el trienio 1977 - 1980, periodo de integración de las Escuelas de ATS en la Universidad como Escuelas Universitarias de Enfermería, hito culminante de la profesión.

La razón no es otra que la de ser en este periodo cuando los Colegios dejan de ejercer como únicos elementos impulsores del desarrollo profesional, ya que en el mismo participan también otros movimientos asociativos.

En referencia a la materia objeto de estudio de la Segunda Parte de este trabajo, bajo el título genérico de El Colegio de Alicante, señalar que en ella se pasa de lo general a lo particular. Se trata de incidir en el estudio del movimiento colegial en la provincia de Alicante, y por ende, en la evolución de las entidades colegiales que lo generaron, desarrollaron y sostuvieron, recuperando de esta manera, nombres y hechos para la historia de la profesión enfermera en la provincia alicantina.

El movimiento colegial en la provincia de Alicante estuvo en los primeros tiempos impulsados por tres Colegios de Practicantes, ubicados en los municipios de Alicante, Denia y Alcoy. A cada uno de ellos se le dedica, en el capitulo correspondiente, el análisis y la extensión que su supervivencia temporal requiere. Al de Alicante hasta la actualidad y los de Denia y Alcoy hasta el momento en que, por carencia de documentación, se pierde su rastro en la oscuridad de lo ignoto.

No quedan al margen, los colegios locales alicantinos de Matronas y Enfermeras, de los que no se conservan demasiadas referencias documentales, habiendo sido necesario completar la búsqueda exhaustiva realizada con algunos testimonios orales, a falta de más cualificados indicios.

PARA TERMINAR EL RESUMEN DE LA TESIS
La Tesis esta dividida en dos partes, una primera en donde se aborda el movimiento corporativo y colegial de la enfermería española: Sus antecedentes y desarrollo evolutivo. En esta parte, como antecedentes, se contemplan los órganos de registro, regulación y control profesional, tales como el Tribunal del Protomedicato y los subdelegados de Sanidad, al tiempo que se analiza la influencia de la leyes de Sanidad (1855) y la reguladora del derecho de Asociación (1887), en los comienzos del movimiento corporativo, recogiéndose algunos de los primeros ejemplos del mismo.

También se estudia el movimiento asociativo en el Siglo XIX y a sus protagonistas (Sangradores - Ministrantes, Cirujanos y sus clases, Practicantes y Matronas), así como la importancia de la prensa profesional de la época como principal elemento impulsor, siendo de gran importancia para su comprensión el análisis que se hace en la Tesis de la totalidad del periódico La Voz de los Ministrantes. Las tres primeras iniciativas asociativas de los precursores de los practicantes en España también están recogidas.

Esta primera parte de la Tesis se completa con un análisis del movimiento colegial en el Siglo XX, abarcando desde 1900 hasta la pérdida del monopolio de la acción de los colegios en pro de la profesión. Se recogen los comienzos del movimiento colegial de los Practicantes, Matronas y Enfermeras, al tiempo que se plasma la evolución estatutaria de los Colegios Oficiales de Auxiliares Sanitarios y sus Consejos Nacionales, desde la colegiación obligatoria hasta la actualidad.

La segunda parte de la Tesis esta dedicada a analizar el movimiento colegial de las clases Auxiliares Sanitarias (Practicantes, Matronas y Enfermeras) en la provincia de Alicante, evidenciando la existencia de tres Colegios de Practicantes: el de Denia y Alcoy, además del ubicado en la capital.

La Tesis se complementa con un anexo en donde se recogen 51 documentos, desde 1862 hasta 1985, que reproducen estatutos, cartas, sentencias, instancias, reglamentos, artículos, actas, informes, escritos, etc., explicativos de las vicisitudes por las que atravesó la evolución del movimiento asociativo - colegial de las llamadas ramas auxiliares de la medicina y que son las precursoras de la actual Enfermería.

Además de estos curiosos documentos, el apartado de Anexos se completa con 30 imágenes de títulos académicos, revistas, anuncios, folletos, carnets, etc. de los diferentes colectivos sanitarios que precedieron a los Diplomados en Enfermería.


FOTO 005 José Mingot. Primer Presidente del Colegio de Practicantes de Alicante

AUTOR
Manuel Solórzano Sánchez
Enfermero Servicio de Oftalmología
Hospital Universitario Donostia de San Sebastián. Osakidetza /SVS
Vocal del País Vasco de la SEEOF. Insignia de Oro de la SEEOF
Miembro de Eusko Ikaskuntza
Miembro de la Sociedad Vasca de Cuidados Paliativos
Miembro Comité de Redacción de la Revista Ética de los Cuidados
M. Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería
Miembro no numerario de La RSBAP

viernes, 25 de mayo de 2012

SOLTANDO AMARRAS


SOLTANDO AMARRAS. Claves para comprender la historia pendiente de la enfermería argentina

AUTORA: Beatriz Morrone. Licenciada en Enfermería. Magíster en Sistemas de Salud y Seguridad Social. Doctoranda en Comunicación, FP y CS/UNLP. Profesora Titular Catedrática de la Facultad de Ciencias de la Salud. Codirectora del Grupo de Investigación Promoción de la Salud. Coordinadora de la Cátedra Abierta Salud Colectiva CASC. Universidad Nacional de Mar del Plata Miembro del Comité Asesor del Observatorio de Comunicación y Salud UNLP. Miembro de la Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería. Ex - Presidente de la Federación Argentina de Enfermería, integró durante ese período la Presidencia del Consejo Regional de Enfermería de MERCOSUR/CREM. Ex - Secretaria de Investigación y Postgrado de la UNMdP. Ex–Enfermera Jefe de la Unidad de Cuidados Especiales Perinatales HIEMI Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires. Sus trabajos se centran prioritariamente en la Evaluación de la Calidad de Atención desde la Humanización de los Cuidados. En el monitoreo de la construcción de ciudadanía en escenarios sanitarios. En Comunicación y Salud e Historia de la Enfermería. bmorrone@infovia.com.ar


FOTO 001 Presentación del libro en el XII Congreso Nacional y VII Internacional de Historia de la Enfermería en Alicante. Noviembre 2011. Manuel Solórzano y Beatriz Morrone

RESUMEN DEL LIBRO
En el libro se ponen en debate y tensión tramos de la historia de la Enfermería Argentina atravesada por cuestiones de género, colonización, procesos de medicalización, religión, luchas de clase, ocupación e instituciones de formación de mujeres, tensiones y cambios en el mundo del trabajo, memoria histórica, dictaduras y Derechos Humanos.

En suma, un trayecto donde confrontaron intereses corporativos por la hegemonía y el control económico y simbólico del país. Se analiza en la Enfermería Argentina el proceso de profesionalización, el transito en la etapa fundacional de la mano de las feministas y sus luchas, que incluyo a varones y mujeres y sufrió tempranamente la feminización, a partir de la supremacía de los intereses de la Sociedad de Beneficencia, tanto en sus escuelas como en las instituciones en las que eran contratados enfermeros. Se rescata parte de la memoria histórica, patrimonio intangible en vías de extinción, reconstruyendo esta mediante el recurso de la historia social y cultural.

Constituye esta publicación un material de gran valor por ausencia de investigaciones que avancen en estos ejes. Construye puentes para entender como y porque este colectivo invisibiliza la participación política partidaria de sus integrantes, la militancia y la resistencia en los gobiernos dictatoriales, sus desaparecidos, la participación y secuelas de la guerra de las Malvinas, la lucha por el poder -tanto en el ejercicio como en la formación- disfrazando sus errores en la debilidad que dicen padecer por las decisiones de “otros”.


FOTO 002 Portada y contraportada de la 1ª Edición del libro Soltando Amarras

Este libro suelta las amarras del relato ingenuo que planteaba una mirada “aséptica” de la historia de la profesión en Argentina, sin anclaje ideológico y clausurando toda duda. Propone empezar a navegar entendiendo que ninguna disciplina debe renunciar a su historia y menos aún dejar de revisar los momentos críticos, en donde concurren episodios oscuros y etapas revolucionarias y desafiantes. Se seleccionaron cinco momentos, esto no significa que sean más importantes que el período que se excluye, pero en la presente elección el hilo conductor es la colonización intelectual, las tensiones que operaron favoreciendo la subordinación, la negación de las acciones emancipadoras por parte de integrantes de la profesión y la invisibilización de todo aquello que pone en riesgo reconocerse en tanto trabajadores con historia, con héroes y mártires, con luchas, contradicciones, errores y aciertos, en fin, repensar una y otra vez hasta soltar amarras, navegar interpretando el presente en las huellas del pasado.

Los capítulos abordan: La colonización y la atención de la salud: ¿encuentro de culturas? La revolución sanitaria. Tensiones y ruptura: la enfermería en la gestión Carrillo. La militancia política de los enfermeros: resistencia y lucha en la segunda mitad del siglo XX. La actuación de los enfermeros argentinos en la guerra del siglo XX. Invisibilización de la hegemonía en la formación y el control del ejercicio. Y un apartado final: Abrir la cuestión: ¿Débiles? Sofismas y subalternidad.

Prólogo del Dr. José Siles González
“Por una vez voy a caer en una especie de beligerancia poco sutil. Me lo voy a permitir porque acabo de leer un libro que me motiva a ello y que se titula: “Soltando amarras: claves para comprender la historia pendiente de la enfermería argentina”. Beatriz Morrone es la autora de este “tremendo” texto del que me apresuro a afirmar, tanta falta hacía a la enfermería.

Mi beligerancia poco sutil se ampara y justifica en el rigor, la valentía y originalidad de la autora al tratar un tema tan complejo como es el de la historia de la enfermería, una historia marcada por una encrucijada donde se dan cita factores como: género, religión, poder, ideología, mentalidad, subjetivismo, estética, etc. Ya anticipo que uno de los principales valores de la autora radica en su potencial de deconstrucción al hacer frente a esa historia de la enfermería construida a base de ladrillos cuyo principal material es la falacia.

De forma que lo que he escrito sobre este libro no se puede catalogar de objetivo ni de equidistante o neutro, dado que comparto plenamente los planteamientos, en forma y contenido, recogidos brillantemente en el mismo (ahí radica mi beligerancia  poco sutil). Ya en la introducción aparecen expresiones que, vertidas por la autora para presentarnos su obra, hacen que el lector intuya la originalidad y pertinencia del texto que tiene entre sus manos, un libro fértil y de profunda vocación social: proceso productivo, no solamente reproductivo (...) y social; no como acto individual”.

Se trata de una obra fértil porque parte de la necesidad socrática de provocar en los demás, desde el interior de su ser más profundo, el parto de la verdad mediante el recurso de cuestionar, a través del ejercicio de la reflexión crítica, realidades que durante demasiado tiempo han sido incuestionables. Dado el tradicional acomodamiento de la enfermería en esquemas pre-profesionales o de franca abducción científica por parte de otras disciplinas, no parece en absoluto descabellado pensar que Beatriz Morrone da en el clavo cuando señala que, en gran medida, la motivación de esta obra recae en la prolongada situación de colonización intelectual en la que se halla sumida la enfermería.

Ya Pierre Bourdieu con su “habitus” y Durkheim anteriormente con su “conformismológico” explicaban las causas por las que las mujeres han estado tanto tiempo dedicadas casi en exclusividad al ámbito doméstico, el parto, la lactancia, la crianza y el cuidado de la familia. Beatriz Morrone a la hora de escribir derrocha la energía que sólo pueden malgastar los clarividentes que, desde el punto de vista de la disciplina enfermera, han vivido mucho tiempo en contextos poco amables, que han experimentado situaciones poco propicias cuando no hostiles, que saben cómo huele el humo negro de la injusticia (Dictadura Militar, Guerra de las Malvinas); pero que, a su vez, han tenido y siguen manteniendo, la energía vital y la convicción necesarias para seguir apostando por el cambio, por la justicia, por la libertad; en definitiva, por soltar las amarras que mantienen en el mismo puerto el buque de la enfermería.


FOTO 003 Raúl Expósito; Dr. José Siles; Dr. José Antonio Ávila y Manuel Solórzano

La determinación de abrir espacios, airear la casa de la enfermería, otear horizontes y, en definitiva, soltar amarras para empezar a navegar como una flota unida bajo la misma bandera. No se trata de transformar en colonizadora a la colonizada, sino, más bien, de empezar a navegar con la conciencia de un rumbo propio que se ha marcado asimismo el colectivo enfermero tras una profunda reflexión y un no menos exhaustivo debate crítico y autocrítico.

En definitiva cambiar “La nave de los locos” de El Bosco en la que cada uno de los tripulantes marca un rumbo distinto, por una tripulación que es consciente que comparte una misma historia y que, en consecuencia, se ha socializado a la luz de dicha memoria colectiva consensuar un rumbo y marcar un mismo puerto como objetivo en el horizonte del futuro disciplinar. La colonización intelectual que yo y tantos otros hemos, también, experimentado, es una relación de dependencia que se construye desde la amabilidad y la exquisitez del colectivo colonizador. El problema que genera esta entrañable relación de subordinación es que la socialización de enfermería se realiza desde los valores, las creencias, conocimientos, mitos y prejuicios de otro colectivo diferente y respetable, pero que no es enfermería.

Esto tiene tres consecuencias inmediatas: En primer lugar, estamos descansados porque sin realizar ningún periplo a través de los mares de la “historia y la epistemología”, sin salir del puerto y sin soltar amarras, ya tenemos en bandeja de plata lo que necesitamos gracias a la amabilidad de los colectivos disciplinares que sí han realizado ese viaje histórico epistémico y que no tienen inconveniente en marcarnos las coordenadas: norte y sur, este y oeste.

En segunda instancia, el proceso de construcción teórico práctico de la disciplina tiene lugar desde esquemas ajenos a la enfermería, pero contrastados en otras disciplinas. Aquí la falacia –término empleado consistentemente por la autora de este libro– estriba en pensar que en este tipo de injertos multidisciplinares no hay posibilidad de rechazos. Se cimenta la identidad enfermera, pues, desde supuestos ectópicos y se construye de forma invertebrada y verticalmente hasta alcanzar las proporciones de altísimos edificios cimentados en la más pura falacia.

En tercer lugar, sin reflexión epistémica propia, no existe una identidad visible de la enfermería dentro de la taxonomía científica. Sobre las falacias se. Todo lo que las enfermeras y enfermeros seamos capaces de reflexionar sobre nuestras teorías, será poco, porque si de algo anda escasa o deficitaria nuestra disciplina es precisamente de un debate real y pertinente acerca de nuestra historia y nuestras teorías. En reiteradas ocasiones me he referido al proceso de colonización intelectual como algo inherente a la enfermería internacional, pero que ha afectado en mucha mayor medida a la enfermería iberoamericana.


FOTO 004 Cecilia Grierson tomando examen en la Escuela Grierson, en 1889 en Buenos Aires. Argentina

La historia cultural y estética de la enfermería comparte, en lo esencial, la tesis vertebradora del texto que se desarrolla en cinco capítulos:
El primer capítulo La colonización y la atención de la salud: ¿encuentro de culturas?”, se dedica a la enfermería en el contexto histórico colonial destacando la figura de las mujeres que acompañaron a Pedro de Mendoza y al propio conquistador. La autora emplea “La crónica del Río de la Plata” como fuente principal para describir el papel de la enfermería en el siglo XVI, resultando esclarecedor y significativo el texto escrito por una de esas mujeres que acompañaron a Pedro de Mendoza a mediados del siglo XVI:
Vinieron los hombres en tanta flaqueza que todos los trabajos cargaban a las pobres mujeres, así en lavarles las ropas como en curarles, hacerles de comer lo poco que tenían, a limpiarlos, hacer centinela, rondar los fuegos, armar las ballestas y sargentear y poner en orden a los soldados. Porque en este tiempo –como las mujeres nos sustentamos con poca comida –, no habíamos caído en tanta flaqueza como los hombres(Isabel de Guevara, 2 de julio de 1556).

En este capítulo se describe, asimismo, el papel desempeñado por las mujeres que llegaron a la heroicidad a través de la práctica de la enfermería durante la Guerra de la Independencia iniciada durante la primera década del siglo XIX (otra vez la guerra como escenario en el que la enfermería –y las mujeres– desempeñan un papel crucial cuando no heroico); pero tal vez, lo más interesante de este apartado resida en el planteamiento crítico que la autora construye frente a las “distorsiones” científicamente elaboradas por los algunos historiadores de la medicina que se ocuparon de esta temática sin reflexionar previamente sobre la naturaleza de la enfermería. He aquí, desde el primer capítulo el talante deconstruccionista de una historiadora de la enfermería que se siente en la necesidad de reinterpretar lo mal interpretado y desandar lo mal caminado.

El capítulo segundo: La revolución sanitaria. Tensiones y ruptura: la enfermería en la gestión Carrillo, se dedica al estudio de factores que, de forma entrecruzada e interactiva, pintan el cuadro decimonónico y dramático de uno de los momentos históricos más efervescentes e intensos de Argentina: proceso de construcción nacional unido a profundas reestructuraciones sociales, políticas y económicas, cambios en la educación y la sanidad que afectan a la estructura paradigmática y que calan en una nueva forma de entender la enfermería.

El tercer capítulo: La militancia política de los enfermeros: resistencia y lucha en la segunda mitad del siglo XX, se ocupa de rescatar la imagen de las enfermeras y enfermeros que tuvieron la certeza de lo importante que era la presencia de la enfermería en el particularísimo contexto de la política. Hacer visible la enfermería en los principales órganos de gestión, administración y toma de decisiones integrados en el sistema político. Pero la participación política tiene sus riesgos y cuando surge la dictadura militar las enfermeras que se han hecho visibles como destacadas sindicalistas o por su participación política y sus ideas van a pagar un enorme precio. Ante esta dantesca situación por la que algunos historiadores, simplemente, pasan de puntillas, Beatriz Morrone, no se amilana y hace frente a la parte de la historia más dramática de su país, la cual tiene su origen con la dictadura militar a mediados de los setenta y el consiguiente plan sistemático de exterminio diseñado por dictadura de 1976 - 1983.

Intenta rescatar del olvido a aquellos profesionales de la enfermería que desaparecieron tras ser torturadas, violadas y, en muchos casos, arrojadas al mar desde un avión. En primer lugar hace un recuento de las enfermeras-os que cayeron bajo las garras de los represores, luego realiza una serie de estudios de casos en los que describe las situaciones vividas por estas enfermeras. Pero la autora no se olvida de que la enfermería también es humana y también se ocupa de las enfermeras-os que colaboraron con el terrorismo de Estado, dejando claro que, siguiendo la frase de Terencio y que luego hizo suya Shakespeare: “Nada de lo humano me es ajeno”.

En el cuarto capítulo La actuación de los enfermeros argentinos en la guerra del siglo XX”, se trata el tema de la Guerra de las Malvinas entre Argentina e Inglaterra y el papel desempeñado por la enfermería en dicho escenario en 1982. La autora describe como era la medicina de guerra en las Malvinas: Hospital principal con 25 enfermeros, puestos de socorro en diferentes islas de las Malvinas, los buques hospitales, las intervenciones de enfermeros en barcos y submarinos. Pero lo más significativo de este apartado a mi juicio consiste en la descripción de casos en los que se muestra la crueldad de la sanidad militar expresada en primera persona por algunos de los que vivieron y sobrevivieron aquella guerra. Relatos sobrecogedores que, cargados por el tinte trascendente de la tragedia, sobresaltan al lector provocando que deje la lectura para levantarse del sillón, dar una vuelta y respirar hondo para reponerse del espanto que no responde a una novela, cuento o cualquier otro escenario de ficción; sino que es revelado por la autora desde la más patética realidad. Por último, este capítulo termina con la descripción de la enfermería dentro de las Fuerzas Armadas Argentinas.

En el quinto capítulo, titulado: “Invisibilización de la hegemonía en la formación y el control del ejercicio, la autora se encarga de arrojar luz sobre los órganos de control socio-corporativo y educativos, como el Protomedicato, encargado de mantener un marco legal del ejercicio profesional. Analiza, asimismo, el papel de la enfermería dentro del sistema educativo, describiendo las diferentes formas de estructurar los estudios de enfermería. Tras este amplio y variado recorrido por los órganos socio-corporativos, sistemas educativo y sanitario; la autora identifica los principales lastres que han obstaculizado el desarrollo científico y profesional de la enfermería e intenta explicar las causas de esa situación profundizando en las relaciones de poder de las distintas estructuras, instituciones y colectivos implicados e interesados en mantener el “status quo” de la enfermería en una situación de aguas estancadas por un período de tiempo indefinido.

Tras la lectura de este espléndido libro, el lector reflexiona sobre la naturaleza de la historia de la enfermería y le vienen a la memoria algunas cuestiones que deberían ser debatidas ampliamente en el contexto enfermero. Debatir, por ejemplo, sobre el papel de la historia y su incidencia en la enfermería. La historia no sólo es la maestra de la vida, sino que es imprescindible para que se dé una socialización científica y profesional que es imposible sin memoria histórica. Tal como señalo en alguna de mis obras de cuyo nombre no puedo o no me quiero acordar: la historiografía enfermera es directamente proporcional al nivel de socialización científica y profesional; de forma que, para superar el “status quo” de la enfermería sumida en esas aguas estancadas que huelen tan mal, es necesario deconstruir (pulverizar el imperio de la falacia) hay que producir historia, conocer nuestra identidad histórica y tomar conciencia de la necesidad, el deseo de cambiar.


FOTO 005 Fundación Eva Perón. Escuela de Enfermeras

Libros como este, sin duda, contribuyen a perfilar nuestra historia, rescatar la memoria colectiva y a la socialización de enfermería. En este libro de Beatriz Morrone, nos encontramos con un claro ejemplo de cómo hay que dar un paso adelante en este proceso de rescate de nuestra memoria histórica, porque Beatriz tiene y utiliza los condimentos imprescindibles para hacer historia:
- Pensamiento crítico preciso para acometer el mundo de la falacia y pulverizarlo mediante el deconstruccionismo para proceder así, tras esa limpieza desde la más absoluta higiene histórica, a la reinterpretación del papel de la enfermería en la historia argentina.
- Como consecuencia de lo anterior, rescatar la memoria histórica de la parte más obviada e intangible de la enfermería; es decir reconstrucción de la memoria histórica mediante el recurso de la historia social y cultural.
- Rigor intelectual vinculado a un compromiso ético y estético que debe caracterizar el trabajo histórico.
- Capacidad creativa para no quedarse anclada en lo estipulado, tal vez de forma tan verosímil como falaz, y producir innovaciones que orienten desde otros esquemas e ideas.
- Invitación al debate reflexivo y crítico para todos los lectores.

Voy a terminar como empecé, haciendo un alarde de beligerancia poco sutil pero extremadamente sentida como muestra de reconocimiento a la obra que he tenido el placer y el honor de prologar:
“...La negación del estatuto de esclava o el inicio de la lucha de la mujer por el reconocimiento social, educativo y profesional es consecuencia de un deseo, una pulsión polarizada por la necesidad de un cambio del “ser en sí" al “ser para sí". Constituye el primer paso mediante el que el ser humano identifica el esfuerzo y la lucha como un mecanismo inherente a la superación del “status quo" (de la sumisión, dependencia o esclavitud) (…) hay que reconocer que  la parte más delicada de este proceso de lucha dialéctica la constituye la lucha interna, la guerra civil de mujeres contra mujeres y enfermeras contra enfermeras que siguen sin llegar a consensuar aspectos esenciales y básicos para alcanzar una síntesis de lo que debería ser la enfermería y del papel de la mujer en la sociedad. Dicho de otro modo, hasta que la mujer no alcance su pleno desarrollo en la sociedad, y aun considerando la enorme amplitud de factores interrelacionados y la complejidad del tema, la enfermería seguirá esperando que llegue su momento”. Dr. José Siles González.


FOTO 006 Fundación Eva Perón. Escuela de Enfermeras. Su finalidad “Nuestro destino es servir a la humanidad”

EN RECUERDO DE……………
Pero hay algo que no se puede quedar en el tintero. Los nombres de las enfermeras y enfermeros desaparecidas, torturadas, secuestradas y violadas por el terrorismo de estado de la Junta Militar entre 1976 – 1983.

Delia Norberta Ávila de Elizalde (59 años); Elena Isabel Basgallo (18 años); Norma Beatriz Chelpa de Tapia (23 años); Ramona Delfina Díaz de Herrera (32 años); Marta Beatriz Divitto de Prieto (28 años); María Esther Filipi de Cali (46 años); Nora Livia Formiga (28 años); Oswaldo Enrique Fraga (23 años); María Teresa Galeano (31 años); María Teresa García de Cuello (44 años); Néstor Ubaldo Herrera (28 años); Gladis Huergo; Alfredo Luciano Loza Fernánfdez (26 años); Irma Laciar de Carrica (55 años); Ángela Martínez (75 años); Asilu Maseiro Pérez; Raúl Humberto Mattarolo (23 años); José Félix Medina (42 años); Mónica Monier; Beatriz Pandeles (26 años); Marta Ramos (46 años); Ana María Romoli (23 años); Marta Inés Vaccaro (22 años); Estela Valdez; Elena Arce; Stella Maris Marazzato; Blanca Cristina Buenanueva Monelos; Mirtha Gladys López Romero; Dom9inga Irma Llebeile; Pablo Eduardo Albarracín; Generosa Fratassi, Hernán Leonardo Caballero Alfaro; María Ángela Cairo Rivero; Olga Noemí Casado; Ariel Eduardo Morandi; Elena Leonisia Nicola Tascher; Isidro Natalio Oliva Carrizo; Omar Secundino Oyola; Olga Norma País Espinosa; Susana Elvira Miranda. Todos ellos muy jóvenes, edades comprendidas entre los 18 y los 30 años.

Merecen una mención especial Irma Laciar de Carrica, asesinada por ser mujer, enfermera, docente, sindicalista, militante política, integrante de la resistencia Peronista y defensora de los derechos humanos. Silvia Suppo, estudiante de enfermería de 18 años y militante política, torturada y violada sistemáticamente, al igual que Susana Elvira Miranda. O los enfermeros Olga Moyano y Juan Rivero que, cuando estaban presos y con los ojos vendados hace 31 años, sin saber qué sería de sus vidas, hicieron la siguiente promesa, “Si salimos vivos de acá, vas a ver que vamos a volver para denunciarlos”.

Seguramente faltarán muchos más nombres de enfermeras y enfermeros desaparecidos en contra de su voluntad, torturados, violados y/o ejecutados, al igual que les ocurrió a miles de argentinos, que quienes conozcan tienen también la obligación moral de recordar y hacer recordar.


FOTO 007 Presentación de la 2º edición del libro “Soltando Amarras Claves para comprender la historia de la enfermería argentina”. Con prólogos de los Dres. Ana Luisa Velandia Mora de la Universidad Nacional de Colombia y José Siles González de la Universidad de Alicante de España


A todos ellos, y a todos aquellos que sufrieron y dieron muchos de ellos su vida por y para la enfermería, que lucharon por los Derechos Humanos, aunque la conquista de las libertades les costara su propia vida, nuestro más sentido agradecimiento y la promesa de que no caerán en el olvido. Muchas Gracias Beatriz por este magnífico libro.


CONCLUSIONES
Soltar amarras es la última acción que efectúa cualquier buque antes de partir. Indica que está preparado y dispuesto para hacer una nueva singladura, Que se ha reparado el navío, se ha aprovisionado convenientemente, que tiene una tripulación adecuada y bien preparada y que sabe hacia dónde va.

Nos congratula que la enfermería esté dispuesta a soltar de nuevo amarras, ya que indica que está dispuesta a iniciar una nueva singladura, en la que los retos que le esperan son muchos. Tiene que crecer profesionalmente, ganar autonomía y poder dentro del propio sistema sanitario, mejorar sus condiciones de trabajo, formarse, investigar y divulgar lo que hace, porque todo aquello que no se conoce, no existe. Visto así, el reto es arduo, pero no por ello menos atractivo, y lo mejor de todo, asequible.

Tenemos un cuaderno de bitácora, en el que se han recogido todas las etapas recorridas hasta la fecha, con los hechos destacables y las incidencias más penosas y trágicas. Este registro nos permite releer el pasado, y aprender de él, para saber cuáles fueron las causas de esos problemas e intentar que no se vuelvan a repetir. En ese mismo cuaderno, la historia de la enfermería, dejaremos constancia de cuanto suceda, para que quienes, en un futuro, prosigan la travesía enfermera, sepan que hicimos, repitan lo que nos reportó beneficios y eviten todo aquello que nos causó problemas.

AUTORES - COLABORADORES
Raúl Expósito González
Enfermero. Servicio de Anestesia y Reanimación. Hospital “Santa Bárbara” de Puertollano. Ciudad Real. Experto en Barberos, Ministrantes y Sangradores

Jesús Rubio Pilarte
Enfermero y sociólogo. Profesor de la E. U. de Enfermería de Donostia. EHU/UPV
Miembro no numerario de La RSBAP

Manuel Solórzano Sánchez
Enfermero Servicio de Oftalmología
Hospital Universitario Donostia de San Sebastián. Osakidetza /SVS
Vocal del País Vasco de la SEEOF. Insignia de Oro de la SEEOF
Miembro de Eusko Ikaskuntza
Miembro de la Sociedad Vasca de Cuidados Paliativos
Miembro Comité de Redacción de la Revista Ética de los Cuidados
M. Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería
Miembro no numerario de La RSBAP


viernes, 11 de mayo de 2012

HISTORIA DE UN “FLECHAZO”: EL CEPILLO DE DIENTES Y LA PASTA DENTÍFRICA


El cepillo de dientes no falta en ningún cuarto de baño que se precie y se ha convertido en un elemento indispensable de nuestro neceser. La historia de este sencillo pero fundamental utensilio es muy antigua, pues el hombre ha prestado desde tiempos remotos una gran atención a su dentadura. De hecho, en la civilización egipcia, una de las disciplinas médicas más prestigiosas era la de dentista.

Nuestros antepasados consideraban que una dentadura blanca requería cuidados muy concretos. Los avances se fueron sucediendo y así, el médico latino Escribonius Largus inventó la pasta de dientes hace la friolera de dos mil años. Vinagre, miel, sal y cristal machacado eran los ingredientes básicos para su composición. Pero antes que él, los griegos utilizaban la orina humana como dentífrico, asegurando que no había mejor remedio contra la caries, creencia que curiosamente era sostenida hasta el siglo pasado.

El cepillo de dientes, por su parte, tuvo sus más directos antecesores en las ramitas de una planta de palma llamada areca usadas por los árabes, que moldeaban los extremos para suavizarlos. Su forma era similar a la de los palillos de hoy en día y algunas tribus africanas y australianas siguen usando útiles similares para limpiar su dentadura. Las civilizaciones clásicas también fueron desarrollando sus instrumentos de limpieza: púas de puerco espín, masajear los dientes con un paño de lino, etcétera.


FOTO 001 Cepillo de dientes y pasta dentífrica

Trabajo Original: sus AUTORES son María Luz Fika Hernando, Profesora titular de la Universidad de Enfermería de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC); José Manuel Fika Hernando, Médico-Estomatólogo de Osakidetza; Nerea Fika González, Odontóloga y Blanca Fernández Vallhonrat, Profesora de la Universidad de Enfermería de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC).

Los objetos de uso cotidiano y su evolución a lo largo de la historia son un campo fértil de conocimiento para múltiples disciplinas y, aunque a priori todos conocemos la historia del teléfono, de la radio o de la televisión, hay elementos que por su sencillez y su cotidianidad parecen carecer de historia, como es el caso del cepillo dental o la pasta dentífrica.

Sin embargo, a lo largo de la historia, el hombre ha prestado a la dentadura mayor atención de la que pueda parecernos hoy. La dentadura postiza ya era fabricada por los etruscos sirviéndose de piezas de marfil o sustituyendo los dientes perdidos por otros de animal.

En la época primitiva el hombre empleaba sus uñas o astillas de madera para la higiene bucal. En la época prehispánica, los indígenas empleaban la raíz de algunas plantas o se friccionaban los dientes con el dedo.

En la antigua civilización egipcia una de las especialidades médicas más prestigiosas era la de dentista. Los odontólogos egipcios conocían los efectos nocivos de una mal dentadura, sugiriendo curiosos remedios para preservarla en buen estado, como el “clister o lavativa” dental tras las comidas, a partir de nitrita o natrón disuelto en agua, y si lo que tenían era un problema de halitosis, entonces tomaban pastillas de kifi realizadas a partir de semillas de alholva, molidas y mezcladas con incienso, mirra, bayas de enebro, resina de acacia, pasas y miel.

El objetivo principal de los cepillos dentales es remover adecuadamente la placa dental que se encuentra por encima del borde de las encías. En busca de resolver las diferentes necesidades de cada persona, en la actualidad existen numerosas formas, tamaños y presentaciones de cepillos dentales.

El primer cepillo de dientes fue una ramita, del tamaño de un lápiz, en la que se trataba un extremo para conferirle un tacto blando y fibroso. Estos palitos se frotaban contra los dientes, sin ningún abrasivo adicional, y han sido hallados en tumbas egipcias. Los palitos masticables todavía se utilizan en ciertos lugares de Australia y África, procedentes del árbol Salvadoree pérsica o árbol cepillo dental.

Los árabes utilizaron ramitas de areca, planta de palma cuya nuez era a su vez un excelente dentífrico. La areca fue también aprovechada por los habitantes del lejano Oriente con el mismo fin, aunque la mezclaban con hojas de betel y con la cal resultante del molido de las conchas de ciertos moluscos, obteniendo lo que denominaron buyo, especie de chicle masticable que mantenía los dientes limpios, blancos y alejaba el mal aliento.

El primer cepillo dental provisto de cerdas tuvo su origen en China, en el siglo XV. Las cerdas extraídas manualmente del cuello de cerdos procedentes de climas fríos, por ser más consistentes, eran cosidas a unos mangos de bambú o de hueso. Fueron los mercaderes los que introdujeron el cepillo dental chino entre los europeos, quienes consideraron excesivamente irritantes las cerdas de cerdo, prefiriendo unos cepillos más blandos confeccionados con pelo de caballo.

El doctor Pierre Fauchard, padre de la odontología moderna, ofrece la primera explicación detallada del cepillo dental en Europa en 1723. Se muestra crítico acerca de la efectividad de los cepillos de pelo de caballo, demasiado blandos, y aún más respecto al gran sector de la población que nunca, o en raras ocasiones, realizaba alguna práctica de higiene bucal, recomendando frotarse vigorosamente, cada día, los dientes y las encías con un trozo de esponja natural.

Los cepillos fabricados con pelos de otros animales, como el tejón, experimentaron efímeros períodos de popularidad y muchas personas preferían limpiarse los dientes, después de las comidas, con una pluma rígida de ave o de ganso (como hicieron los romanos) o utilizar mondadientes fabricados en bronce o plata.

 FOTO 002 William Addis. Cepillo Siglo XVII

Estos utensilios resultaron menos nocivos que los cepillos de pelo animal duro, ya que cuando el bacteriólogo francés Louis Pasteur expuso en el siglo XIX su teoría sobre los gérmenes, los dentistas comprobaron que todos los cepillos de pelo animal, que conservaban la humedad, acababan por acumular bacterias y hongos microscópicos, y que la perforación de la encía por las puntas de las cerdas podían ser la causa de numerosas infecciones orales. Esterilizar los cepillos de pelo animal con agua hirviendo presentaba el inconveniente de ablandarlos excesivamente o casi destruirlos y eran demasiado caros para permitir su frecuente sustitución. La solución a este problema se presentará en la tercera década del siglo XX.

Sin embargo, hay quien achaca la invención del cepillo de dientes William Addis quien fue encarcelado en Newgate (Inglaterra) en 1780. En aquella época la forma tradicional de lavarse los dientes era frotarlos con un trapo de lino con sal u otras sustancias. Buscando un sustituto, guardó un hueso de la cena y con un pequeño soborno a uno de los guardianes consiguió unas cerdas, las unió y pegó en los agujeros que había hecho en el hueso, creando el primer cepillo tal y como hoy lo conocemos. Cuando salió de la prisión fundó la compañía Addis y comenzó a comercializar los cepillos de dientes.

El descubrimiento del nailon en la década de 1930 por los químicos de Du Pont inició una revolución en la industria dental. Un polímero artificial que pertenece al grupo de las poliamidas y cuya primera aplicación fue crear con él cerdas para los cepillos de dientes. El nailon era duro, rígido y flexible. Resistía la deformación y era inatacable por la humedad puesto que se secaba por completo y con ello alejaba el desarrollo de las bacterias.

El primer cepillo de cerdas de nailon fue vendido en Estados Unidos en 1938, bajo el nombre de Dr. West´s Miracle Tuft Toothbrush y Du Pont dio a las fibras artificiales el nombre de Exton Bristies, recalcando que las cerdas de nailon quedaban sujetas con firmeza al mango del cepillo, a un precio de diez centavos. Sin embargo, eran demasiado rígidas y dañaban las encías, motivo por el que los dentistas se negaron a recomendar estos cepillos. A principios de 1950, la Du Pont había perfeccionado un nailon “blando” que fue presentado bajo el nombre de cepillo dental Park Avenue a un precio de nueve centavos.

Los cepillos de nailon mejoraron la higiene dental y ahorraron molestias al ganado porcino, ya que en 1937, año de la aparición de los cepillos de nailon, sólo Estados Unidos importaba 600.000 kilos de cerdas porcinas para cepillos dentales.

Pero de forma paralela al desarrollo del cepillo de dientes manual, también lo hacia el eléctrico. En 1885 apareció la primera patente que se conoce de un cepillo de dientes vibratorio provisto de un motor eléctrico. Sólo se sabe que su inventor fue un dentista estadounidense de apellido Scott. También conocemos que el cepillo era incómodo, ruidoso y caro.

Por estos motivos, no fue hasta 1961 cuando Squibb Company presentó el primer cepillo dental eléctrico con el nombre de Broxodent, siendo recomendado por la American Dental Association. Un año más tarde, la General Electric creó un cepillo dental eléctrico sin toma de corriente, accionado por pilas y recargable.

En 1969 el cepillo de dientes realizó un viaje histórico, cuando Neil Amstrong se cepilló los dientes pocos minutos antes de descender a la superficie lunar.

También se sugieren los cepillos interproximales, que son una especie de escobillas y se utilizan para eliminar los restos de placa entre diente y diente. Muy recomendables en personas con enfermedad periodontal, con prótesis fijas o aparatología como ortodoncia y férulas.

El momento de cambiar de cepillo dental, varía según la fuerza o la frecuencia del cepillado. En promedio se sugiere cambiar cada tres meses el cepillo dental o cada vez que las cerdas se vean desgastadas.
LA PASTA DENTÍFRICA
La primera referencia de la pasta dentífrica se encuentra en un manuscrito egipcio del siglo IV a.C., donde se establece la utilización del clister para lavarse los dientes.

Las tribus negras del Alto Nilo emplearon, y continúan haciéndolo, un dentífrico elaborado con las cenizas resultantes de la quema del excremento de vaca.


FOTO 003 Cepillos de dientes y diferentes pastas dentífricas

Los dentistas griegos fueron muy solicitados por el pueblo etrusco, que sobresalió en la historia por la blancura de su enigmática sonrisa. Utilizaron la orina humana como dentífrico, asegurando Plinio el Joven (61-113 d.C.) que no había mejor remedio contra las caries. Por muy desagradable que parezca, en la Edad media, la orina también fue empleada para la higiene bucal. Los íberos, almacenaban su orina en recipientes, la dejaban reposar y luego tomaban pequeñas cantidades para su uso como dentífrico. Los romanos adoptaron esta costumbre pero mezclaban la orina con piedra pómez y colorantes para hacer más llevadero el enjuague. Las mujeres romanas de clase alta pagaban muy cara la orina lusitana, considerada la más valiosa, puesto que se decía era la más fuerte del continente. Los historiadores del arte dental creen que esto pudo ser cierto, pero tan sólo debido a que el líquido llegaba desde el actual Portugal a través de un largo itinerario terrestre. La orina, como componente activo de las pastas dentífricas y en los enjuagues, continuó siendo utilizada en el siglo XVIII. En realidad, aunque sin saberlo, los antiguos dentistas aprovechaban las moléculas limpiadoras del amoniaco contenido en la orina, moléculas que más tarde serían utilizadas en las modernas pastas dentífricas.

Pero esta práctica no terminó de convencer más allá de los Pirineos, como refleja este pasaje de Erasmo de Rotterdam: Es preciso ser muy cuidadoso de tener los dientes limpios, pues blanquearlos con polvos es propio de jovencitos. Frotarlos con sal y alúmina es muy perjudicial y servirse de la orina para este propósito es cosa de españoles.

El médico latino Escribonius Largus inventó la pasta de dientes con ese fin. Una mezcla de vinagre, miel, sal y cristal muy machacado.

Los mayas emplearon sustancias de origen animal y vegetal, como las raíces de la especie denominada chacmun (Rauwolfia heterophyla Willad) o el chicle originario de las selvas del sureste mexicano, en el Gran Peten, y que conocían con el nombre de sicte, que significa sangre o fluido vital y los aztecas, bajo la denominación de tzictli.

En la Edad Media, los árabes utilizaron arena fina y piedra pómez, descubriendo que el uso de estos abrasivos perjudicaba al esmalte dental.

El primer dentífrico comercializado apareció en Gran Bretaña a finales del siglo XVIII, presentado bajo el formato de pasta o polvo y envasado en una caja de cerámica. En 1842, Peabody, dentista de profesión, fue el primero en agregar jabón a la pasta de dientes.

En 1850, el doctor Washington Sheffield Wentworth, farmacéutico y cirujano dental, inventó la primera pasta de dientes a la que llamó Creme Dentifrice. Lucius S., hijo del doctor Sheffield, observó los tubos metálicos utilizados para las pinturas y colocó pasta dental en este tipo de envases.


FOTO 004 Washington Sheffield Wentworth y su pasta dentífrica

Tras la Segunda Guerra Mundial, aparecieron detergentes sintéticos que sustituyeron al jabón utilizado en las pastas dentales, tales como Lauril sulfato de sodio. Sería difícil imaginar que la pasta dentífrica que encontramos hoy en cualquier comercio no contuviera algún compuesto de flúor, especialmente monofluorofosfato de sodio. En 1802, en varias regiones cercanas a Nápoles, los dentistas italianos observaron manchas de color pardo amarillento en la dentadura de sus pacientes. Estas manchas eran el resultado de una interacción de variaciones naturales en el esmalte de los dientes y un alto nivel de fluoruros presentes en el suelo y las aguas locales. Lo que ningún dentista napolitano pudo ignorar era que los dientes manchados estaban libres de caries. En la década de 1840, tanto en Italia como en Francia, los dentistas recomendaban chupar, desde edades muy tempranas, regularmente tabletas elaboradas con fluoruro y endulzadas con miel.

La investigación del flúor en odontología tuvo su inicio en 1901. El dentista Frederick McKay, en Colorado, inició sus investigaciones al observar que numerosos residentes presentaban manchas de aspecto desagradable y color café en sus dientes, lo que llegó a conocerse como mancha café de Colorado. La pasta dental fluorada aparece en 1914 y es introducida en los países industrializados a finales de 1960.

Las primeras pruebas científicas con agua potable fluorizada tuvieron lugar en los estados Unidos en 1915, y los resultados fueron tan alentadores que los fluoruros se abrieron paso en el agua potable, los enjuagues y las pastas dentífricas. En 1955, las pastas dentales Crest fueron líderes en el mercado gracias al reconocimiento de la American Dental Associoation.

No podemos terminar esta historia de la pasta dentífrica, sin hacer mención de dos marcas comerciales que marcaron un hito en la higiene bucal de los españoles. William Colgate funda su compañía abriendo una fábrica de almidón, jabón y velas en Duch Street, en la ciudad de Nueva York. En 1856 se retira y en 1857, después del fallecimiento de Colgate, la compañía adopta el nombre de Colgate & Company. En 1873 se produce la primera crema dental, con un carácter aromático y envasada en tarros. En 1896 aparece el primer dentífrico envasado en tubos. En 1928 Colgate se fusiona con la compañía Palmolive. 1954 es el año en que la compañía Colgate-Palmolive constituye la filial española y da comienzo la actividad comercial en España. En 1996, compra la marca y fórmulas Profiden. En la actualidad Colgate-Palmolive España S.A. fabrica sus productos principalmente en centros fabriles de distintos países.

Por último, Bilbao es la ciudad que debe rendirse al autor de los mayores inventos: el Licor del Polo, en el año 1876, obra del farmacéutico Salustiano de Orive. En el número 7 de la calle Askao estuvo el Balneario permanente de este farmacéutico riojano, de Briones, que en su propaganda anunciaba: Baños hidroterapéuticos a la altura de los mejores de Europa. Tenía doce bañeras de mármol y dos cuartos de duchas de agua fría y caliente. En 1870 abrió una farmacia que se conocería como la Farmacia de Orive, lanzando al mercado unos colutorios líquidos para la limpieza de la boca. Creó los laboratorios Orive de Bilbao. Con la misma fórmula del original colutorio, se fabrica todavía el actual elixir que caracteriza la marca, fruto de destilar raíces de jengibre, pelitre, lirio, nuez moscada y pimienta negra. Actualmente pertenece a Schwarzkopf & Kemkel.

Gran parte de las innovaciones en las pastas de dientes tuvieron lugar después del avance del fluoruro. A partir de 1980 la atención se centró en el sarro y la hipersensibilidad dental, apareciendo en 1990 las pastas dentales dirigidas a eliminar el sarro y promover unas encías saludables al introducir el bicarbonato de sodio y otros ingredientes.

En la actualidad, la evidente evolución científica y tecnológica de las pastas dentales nos lleva a observar en el mercado una amplia gama de opciones, y dado el gran número de ingredientes utilizados en su elaboración, podemos clasificarlos en agentes limpiadores, agentes que previenen las caries, agentes que previenen el sarro, agentes anti-placa bacteriana, agentes desensibilizantes o agentes pulidores o blanqueadores, incluyendo otro tipo de ingredientes como agentes saborizantes, edulcorantes o humectantes.



FOTO 005 Sher-Pira Tooth Powder, Shapria's Pharmacy in San Anselmo, CA, 1917. Anuncios de Colgate y Licor del Polo

Bibliografía
Revisión de diferentes artículos Oral B-news.
CELDRÓN, P.: Historias de las cosas. Madrid: Ediciones El Prado, 1995. PP. 9-11.
CIMMINO, F.: La vida cotidiana de los egipcios. Madrid, 1991.
WENZEL, G.: Vida cotidiana doméstica: la casa como espacio vital. Egipto, el mundo de los faraones. Colonia, 1997.
Papiro Ebers, 708-711.
STROUHAL, E.: La vida en el antiguo Egipto. Barcelona, 1994.

AGRADECIMIENTOS
María Luz Fika Hernando
José Manuel Fika Hernando
Nerea Fika González
Blanca Fernández Vallhonrat

AUTORES - COLABORADORES
Raúl Expósito González
Enfermero. Servicio de Anestesia y Reanimación. Hospital “Santa Bárbara” de Puertollano. Ciudad Real. Experto en Barberos, Ministrantes y Sangradores

Jesús Rubio Pilarte
Enfermero y sociólogo. Profesor de la E. U. de Enfermería de Donostia. EHU/UPV
Miembro no numerario de La RSBAP

Manuel Solórzano Sánchez
Enfermero Servicio de Oftalmología
Hospital Universitario Donostia de San Sebastián. Osakidetza /SVS
Vocal del País Vasco de la SEEOF. Insignia de Oro de la SEEOF
Miembro de Eusko Ikaskuntza
Miembro de la Sociedad Vasca de Cuidados Paliativos
Miembro Comité de Redacción de la Revista Ética de los Cuidados
M. Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería
Miembro no numerario de La RSBAP