domingo, 29 de enero de 2012

LA MEDICINA A TRAVÉS DE LA FILATELIA







VIÑETAS PROTUBERCULOSOS DE ESPAÑA

Autor: Manuel Casal Román. Es Licenciado y Doctor en Medicina, Especialista en Microbiología y Medicina Preventiva. Catedrático de Microbiología y Parasitología de la Facultad de Medicina de Córdoba. Jefe de Servicio y Director de la Unidad de Gestión del Laboratorio de Microbiología Clínica del Hospital Universitario Reina Sofía de Córdoba. Decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Córdoba de 1987 hasta 1993. Director responsable del Grupo de Investigación sobre Tuberculosis y Micobacterias del Plan Andaluz de Investigación (PAI).
FOTO 001 Manuel Casal Román

Su inmenso currículo lo tengo que resumir en: autor y coautor de más de 300 publicaciones en revistas científicas, más de 60 capítulos en libros, autor, coautor y editor de varios libros sobre Micobacteriología. Más de 500 ponencias, comunicaciones y asistencia a Congresos Nacionales e Internacionales. Director de más de 50 Tesis Doctorales y Tesis de Licenciatura en la Universidad de Córdoba.

Descubridor de una nueva especie de bacteria de origen español denominada Mycobacterium gadium, reconocida como nueva por los Comités Internacionales de Taxonomía (Approved list of bacterial names, 1980) (Bergey Manual Vol. 2. 1986).

Ha realizado el magnífico libro “La Medicina a Través de la Filatelia. Viñetas protuberculosos de España”.
FOTO 002 Portada del libro La Medicina a Través de la Filatelia

Editado por la Sociedad Cientifica Andaluza. Córdoba. Publicado en el año 2010. Esta publicación contiene 150 páginas, de ellas 50 son de texto y las otras 100 páginas con imágenes en color de las viñetas. En todas las viñetas se puede ver la procedencia y su año de emisión. Todas ellas son viñetas a color que son emitidas en pro de los tuberculosos en España entre los años 1899 a 1981, por diferentes entidades públicas o privadas para contribuir a la lucha contra la tuberculosis. En todas ellas aparece la Cruz de Lorena, anagrama que se escogió para dicho fin.

Se describen a todo color unas 200 viñetas diferentes sueltas, unas 200 hojas de viñetas y cuadernillos, tarjetas postales y sobres circulados con viñetas y carteles o libros de estas viñetas, que hacen un total de unas 2000 viñetas descritas y reproducidas a todo color. Es un complemento de la filatelia oficial que utilizo sellos de correos que se emitieron como sobretasa con el fin de ayudar a recabar fondos en la Lucha contra la Tuberculosis, entre los años 1937 a 1954.

Hay un apartado muy importante que se dedica a los agradecimientos, entre ellos a la Diputación Foral de Álava; a la Fundación Albertino de Figueiredo para la filatelia de Madrid; a la Fundación Carolina Montes Bayon. Hospital Infantil San Carlos (Antiguo Sanatorio de Santa Clara) Chipiona en Cádiz; al Museo Postal y de Telecomunicaciones de Madrid; al Museo de la Sanidad de Madrid; a G. Álvarez Rubio de Vila Real en Castellón; a Jordi Campderros de Barcelona; a John B. Denune en Granville, Usa; a Pablo Labarca de Sevilla; a José Ramón Martínez de Barcelona; a José Martorell de Vitoria; a José A. Navarrete de Madrid; a Ramón Navarro de Madrid; a José Manuel Rodríguez de Madrid; a José Simal Gándara de Lugo; a Jesús Sobrino Ortiz de Álava y a Sor Asunción, Madre Superiora y Directora del Hospital Infantil San Carlos de Chipiona en Cádiz.
FOTO 003 Primera viñeta con la doble cruz en 1909 de San Sebastián. Pro Sanatorio Antituberculoso para Funcionarios Públicos

En su presentación nos decía que: la Tuberculosis ha sido una enfermedad que ha acompañado al hombre a lo largo de la historia de la humanidad, marcando de una manera importante, su modo de vivir y de morir. La Medicina paralelamente ha ido evolucionando para intentar combatirla y poder controlarla.

Toda esta historia de la medicina se ha venido plasmando amen de en otras múltiples expresiones gráficas, en la filatelia que ha recogido a lo largo de los años numerosos aspectos de esta batalla contra la enfermedad y de una manera especial la lucha contra la tuberculosis.

El prólogo lo ha realizado José Manuel Rodríguez Gutiérrez, Académico de número de la Real Academia Hispánica de Filatelia, destaca del libro: “debo destacar su rigor y amplitud”. De hecho estamos ante un catalogo de viñetas Pro Tuberculosos de gran utilidad para los que nos dedicamos a la Filatelia. También nos decía que en este libro confluyen dos campos muy diferentes, el estrictamente médico y el filatélico.

Los sellos y viñetas Pro Tuberculosos tenían unos objetivos y un significado claros. El primero era la recaudación de fondos para sufragar actividades concretas. Por ejemplo, en el caso de las viñetas de “SALUS INFIRMORUM”, promovidas por el Dr. Tolosa Latour en 1906, el apoyo al sanatorio marítimo antituberculoso de Santa Clara de Chipiona en Cádiz. Estas viñetas se vendieron a 10 céntimos. Esta era una cantidad muy importante en la época. Solo recordar que en este año el salario/día en el medio rural, en la comarca de Yecla-Jumilla, era de una peseta para los hombres y de 50 céntimos para las mujeres.
FOTO 004 Vizcaya 1925. Valencia, Gerona y Barcelona. Circulo Filatélico de Vendrell

Otro, y no menos importante, era sensibilizar a las personas sobre el terrible problema sanitario y social que esta enfermedad suponía. Uno de los frentes de la lucha contra la tuberculosis, en el que tenían gran influencia la sensibilización de la población y la propaganda, era el de la prevención.

Pero la intención de los emisores de las viñetas fue que circulasen por el correo, por el impacto publicitario y de sensibilización de la población al que me referí antes.

El ex Presidente de la Christmas Seal and Charity Stamps Society de la American Philately Society, John Denune máxima autoridad mundial sobre el tema, dice “Es mas que un simple catalogo de sellos antituberculosos de España, haciendo de este libro la definitiva fuente de información sobre este tema , las ilustraciones son mejores que en ningún otro catalogo, con sellos algunos muy raros y nunca encontrados en el mercado, son por primera vez expuestos y recogidos en este libro, estando fotografiados muy claros y en color”. “Pocos países en el mundo tienen un catalogo de sellos antituberculosos tan bello como este”.

El libro comienza con el capítulo 1 “La Lucha contra la Tuberculosis en España”.
La tuberculosis es una enfermedad antiquísima, considerada durante años la “peste blanca”. Thomas Mann, premio Nobel de literatura, convirtió ese azote de la humanidad en motivo de La Montaña mágica, novela donde se reflejaba la vida de los tuberculosos en los sanatorios de altura, único remedio contra la enfermedad antes del descubrimiento de su agente causal en 1882 por Roberto Koch y de los fármacos antimicrobinanos para combatirla. Se pensaba a finales de los años setenta que la enfermedad estaba controlada merced a la existencia de medios para diagnosticarla y fármacos para tratarla. Pero no ha sido así. Hoy vuelve la tuberculosis, constituida en enfermedad “reemergente”.
FOTO 005 Sellos de León. Exposición de sellos antituberculosos Barcelona 1957. Tarjetas protuberculosos Madrid 1937 y Sabadell 1954

Al acabar el siglo XX, había más enfermos de tuberculosis en el mundo que antes de poseer los fármacos para tratarla. En el último decenio del siglo XX se murieron unos 30 millones de personas por esta enfermedad. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), aparece un tuberculoso por segundo. Se estima que un tercio de la población mundial está infectada por tuberculosis, cifrándose en más de 300 millones las personas que se infectarán en los próximos diez años.

En el capítulo 2 se titula “Historia de la Doble Cruz Roja o Doble Creciente, como símbolo de la Lucha contra la Tuberculosis en el mundo”.
Desde la antigüedad la cruz roja con doble barra ha sido usada como un símbolo en la cruzada contra el mal y desde el siglo XX se ha usado por las asociaciones antituberculosas de numerosos países como su emblema en la cruzada contra la enfermedad, en los países con influencias del cristianismo.

En 1928, el Consejo Nacional contra la Tuberculosis, en el Congreso Internacional de Roma, recomendó adoptar la Cruz de Lorena de doble barra como símbolo de la cruzada o lucha internacional contra la Tuberculosis.

La Cruz de Lorena y el Dispensario de la calle Prim de San Sebastián. Publicado el martes día 20 de septiembre de 2011. Manuel Solórzano Sánchez
http://enfeps.blogspot.com/2011/09/la-cruz-de-lorena-y-eldispensario.html
FOTO 006 Playas de Vendrell 1958. Vendrell 1963. Tarjeta Barcelona 1957

En el capítulo 3 titulado “Primeros sellos y viñetas emitidos a favor de la Tuberculosis en el mundo”.
En la historia de las viñetas protuberculosos en sus primeros años de emisión no suele aparecer la doble cruz roja. Es frecuente que aparezca la imagen de las Reinas que promocionaban obras de caridad, como la reina de Dinamarca en 1904, de Holanda en 1906, de Noruega en 1906, y de España en 1906.

También aparecen imágenes referidas al cuidado de la tuberculosis, en Nueva Gales del Sur en 1897, emblemas en Portugal en 1904 o imágenes de médicos en España en 1899. Si bien se considera usualmente que fue Dinamarca en 1904 el primer país que tuvo la idea de emitir viñetas sellos a favor de la tuberculosis de una manera sistemática, hay que hacer notar que hubo algunas viñetas emitidas con anterioridad.

En 1899 se imprimió en Valencia, España un sello viñeta sin valor postal prosanatorio para tuberculosos del Dr. Moliner.

En 1906 países como Noruega y Holanda editaron sellos viñetas a favor de la tuberculosis. También en este año en junio se emitió en Chipiona (Cádiz), un sello prosanatorio antituberculoso de Santa Clara, de 10 céntimos con la efigie de la Reina Victoria, esposa del Rey Alfonso XIII, y la leyenda “SALUS INFIRMORUM”, con tres variantes en colores rojo, verde y azul para que circulara matasellado junto a los sellos oficiales de correo postal ordinario.
FOTO 007 Gavá 1938, Vizcaya 1939 y Sabadell 1952. Sanatorio Marítimo Antituberculoso de Calafell 1962

En el capítulo 4 titulado “Sellos y viñetas Pro – Tuberculosos emitidos en España”.
De los sellos llamados protuberculosos en España tenemos diferentes variedades:

a).- En primer lugar tenemos sellos emitidos por el servicio oficial de correos ce cada País con motivos alegóricos a la tuberculosis. Es España circularon emisiones oficiales de sellos con valor postal de los años 1937 hasta el año 1953 y de Marruecos Español de los años 1946 a 1954, usualmente marcados con la doble cruz de Lorena en rojo o doble luna roja. Es la que denominamos a continuación etapa del Patronato Nacional Antituberculoso (PNA) con legislación nacional. Estos sellos se utilizaron para recaudar fondos para la lucha contra esta enfermedad y se emitían normalmente como sobretasa a circular en meses de navidades. Este tipo de sellos protuberculosos están perfectamente catalogados en todos los catálogos filatélicos de España y otros países.

b).- Otro tipo de sellos protuberculosos es el emitido normalmente sin valor postal por diversas Asociaciones nacionales, regionales, provinciales o locales antituberculosas para recaudar fondos de manera no obligatoria. En España se emitieron antes del PNA sin legislación nacional que los amparase o bien con legislación que los autorizaba. Se les suele denominar viñetas en vez de sellos para diferenciarlos de los que serían los de valor postal oficial. Las viñetas nacieron al igual que los carteles de propaganda pero en versión reducida como alternativa a los sellos postales y se usaron para hacer propaganda y difusión de algún hecho a destacar, como en este caso que nos ocupa la tuberculosis. En España las primeras viñetas protuberculosos también tienen motivos de reinas como la de Chipiona en 1906 o de médicos como la de Valencia en 1899. Posteriormente ya aparecen con la doble cruz en las viñetas de San Sebastián en 1909 que sería la primera viñeta española con este símbolo, y de Valencia en 1910.

c).- El tercer tipo de sellos protuberculosos (viñetas) serían emitidos por organizaciones no oficiales si no privadas. Es España también se emitieron este tipo de viñetas.

Magnífico libro que debería estar en las bibliotecas de las Universidades Españolas para poderlo consultar y saber más de una enfermedad que todavía hoy en día no se ha conseguido erradicar.

Si queréis haceros con un ejemplar os tendréis que poner en contacto con:
Maria Asunción García Franquesa
Sociedad Científica Andaluza. Córdoba
Calle Vallellano 13
14004 Córdoba (España)
Correo electrónico: mi1carom@hotmail.com

AGRADECIMIENTO
Manuel Casal Román
, por haberme enviado un precioso ejemplar.

Manuel Solórzano Sánchez
Enfermero Servicio de Oftalmología
Hospital Universitario Donostia de San Sebastián. Osakidetza /SVS
Vocal del País Vasco de la SEEOF. Insignia de Oro de la SEEOF
Miembro de Eusko Ikaskuntza
Miembro de la Sociedad Vasca de Cuidados Paliativos
Miembro Comité de Redacción de la Revista Ética de los Cuidados
M. Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería
Miembro no numerario de La RSBAP
masolorzano@telefonica.net

domingo, 22 de enero de 2012

LA BACÍA














Según el diccionario de María Moliner, Bacía (del latín <>, taza), presenta varios significados.
1.- Vasija o recipiente
2.- Recipiente de madera de forma rectangular, más ancho por el borde que por el fondo, usado para dar de comer a los cerdos y otros animales. Igual o parecido a la artesa.
3.- Recipiente que usaban los barberos para colocarlo debajo de la barbilla de la persona a la que estaban afeitando. Igual a Bacín, bacina, bacineta, bacinica, bacinilla. Gargantil.
4.- (ant.) Taza.
En euskera se denomina Bizarrontzi.
FOTO 001 Del Museo Etnográfico Gonzalez Santana Olivenza de Badajoz (pieza del mes de agosto de 2011). La bacía presenta en la parte opuesta a la escotadura dos orificios para poder colgarse

Según el Diccionario Manual de la Lengua Española Vox. © 2007 Larousse Editorial, S.L. dice así: Bacía. Vasija que usan los barberos para remojar la barba.

Bacía s. f. Recipiente metálico circular, de borde muy ancho y con una escotadura semicircular, usado por los barberos para remojar las barbas.

Diccionario Enciclopédico Vox 1. © 2009 Larousse Editorial, S.L.
Bacía f. Vasija (receptáculo).
Especie de jofaina usada por los barberos para remojar la barba.

BACÍA
Se llamaba bacía a la vasija cóncava y grande, de metal o de barro, ancha, redonda u ovalada y, por lo general, con una escotadura semicircular en el borde (para encajarse en el cuello del cliente). El uso más común lo tenía en las barberías, como recipiente de la espuma para humedecer y jabonar la barba y para sangrías. (Del latín medieval bacia).

El Diccionario de la Lengua Española anota que, antiguamente, también se llamaba así a la taza de una fuente.

Quién hizo a la bacía inmortal y mundialmente reconocida
La bacía en El Quijote

El casco que escoge Alonso Quijano para llevar en sus andanzas es una gran bacía de barbero. Así lo narra Cervantes en el Capítulo XXI (Que trata de la alta aventura y rica ganancia del yelmo de Mambrino, con otras cosas sucedidas a nuestro invencible caballero).
FOTO 002 Plaza de Cervantes en San Sebastián

Es, pues, el caso que el yelmo y el caballo y caballero que don Quijote veía era esto: que en aquel contorno había dos lugares, el uno tan pequeño, que ni tenía botica ni barbero, y el otro, que estaba junto a él, sí; y, así, el barbero del mayor servía al menor, en el cual tuvo necesidad un enfermo de sangrarse, y otro de hacerse la barba, para lo cual venía el barbero y traía una bacía de azófar; y quiso la suerte que al tiempo que venía comenzó a llover, y porque no se le manchase el sombrero, que debía de ser nuevo, se puso la bacía sobre la cabeza, y, como estaba limpia, desde media legua relumbraba.

Don Quijote de la Mancha es una novela escrita por el español universal Miguel de Cervantes y Saavedra. Publicada su primera parte con el título de “El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha” a comienzos de 1605, es una de las obras más destacadas de la literatura española y la literatura universal, y una de las más traducidas. En 1615 aparecería la segunda parte del Quijote de Cervantes con el título de “El ingenioso caballero don Quijote de la Mancha”. Don Quijote fue la primera obra genuinamente desmitificadora de la tradición caballeresca y cortés, por el tratamiento burlesco que da a la misma. Representa la primera obra literaria que se puede clasificar como novela moderna y también la primera novela polifónica, y como tal, ejerció un influjo abrumador en toda la narrativa europea posterior.

Bacía de Don Quijote de la Mancha. Don quijote le quita la bacía a un barbero al confundirla con un yelmo. Es el elemento típico de la armadura de Don Quijote.

Una Bacía, medio llena o medio vacía…
En el capítulo XXI de la primera parte Don Quijote y Sancho se encuentran con un personaje que lleva algo brillante en la cabeza:
De allí a poco, descubrió don Quijote un hombre a caballo que traía en la cabeza una cosa que relumbraba como si fuera de oro, y aun él apenas le hubo visto, cuando se volvió a Sancho y le dijo:
Paréceme, Sancho, que no hay refrán que no sea verdadero, porque todos son sentencias sacadas de la misma experiencia, madre de las ciencias todas, especialmente aquel que dice: «Donde una puerta se cierra, otra se abre». (…) Digo esto porque, si no me engaño, hacia nosotros viene uno que trae en su cabeza puesto el yelmo de Mambrino, sobre que yo hice el juramento que sabes. (…)

Es, pues, el caso que el yelmo y el caballo y caballero que don Quijote veía era esto: que en aquel contorno había dos lugares, el uno tan pequeño, que ni tenía botica ni barbero, y el otro, que estaba junto a él, sí; y, así, el barbero del mayor servía al menor, en el cual tuvo necesidad un enfermo de sangrarse, y otro de hacerse la barba, para lo cual venía el barbero y traía una bacía de azófar (es decir, de latón); y quiso la suerte que al tiempo que venía comenzó a llover, y porque no se le manchase el sombrero, que debía de ser nuevo, se puso la bacía sobre la cabeza, y, como estaba limpia, desde media legua relumbraba. Venía sobre un asno pardo, como Sancho dijo, y esta fue la ocasión que a don Quijote le pareció caballo rucio rodado y caballero y yelmo de oro, que todas las cosas que veía con mucha facilidad las acomodaba a sus desvariadas caballerías y malandantes pensamientos.

Y cuando él vio que el pobre caballero llegaba cerca, sin ponerse con él en razones, a todo correr de Rocinante le enristró con el lanzón bajo, llevando intención de pasarle de parte a parte; mas cuando a él llegaba, sin detener la furia de su carrera le dijo:
¡Defiéndete, cautiva criatura, o entrégame de tu voluntad lo que con tanta razón se me debe!

El barbero, que tan sin pensarlo ni temerlo vio venir aquella fantasma sobre sí, no tuvo otro remedio para poder guardarse del golpe de la lanza sino fue el dejarse caer del asno abajo; y no hubo tocado al suelo, cuando se levantó más ligero que un gamo y comenzó a correr por aquel llano, que no le alcanzara el viento. Dejóse la bacía en el suelo, con la cual se contentó don Quijote, y dijo que el pagano había andado discreto (…). Mandó a Sancho que alzase el yelmo, el cual, tomándolo en las manos, dijo:
Por Dios que la bacía es buena y que vale un real de a ocho como un maravedí.
FOTO 003 Sangrador realizando una sangría. Clínica del Siglo XV

Y, dándosela a su amo, se la puso luego en la cabeza, rodeándola a una parte y a otra, buscándole el encaje, y, como no se le hallaba, dijo:
Sin duda que el pagano a cuya medida se forjó primero esta famosa celada debía de tener grandísima cabeza; y lo peor de ello es que le falta la mitad.

Cuando Sancho oyó llamar a la bacía «celada», no pudo tener la risa, mas vínosele a las mientes la cólera de su amo y calló en la mitad de ella.

La bacía era una palangana que usaban los barberos, con forma semiesférica, con un reborde en el que se abría una muesca semicircular para que entrase en ella el cuello de quien se remojaba la barba en el agua jabonosa del cuenco. Se empleaba, además, para recoger la sangre, cuando los barberos practicaban sangrías. Aunque ahora ya no nos es familiar la forma de la bacía, al presentarse don Quijote con aquel recipiente en la cabeza provocaba en quienes lo veían la misma impresión que si llevase un colador o un embudo, elementos que suelen portar los locos en los dibujos humorísticos. Además, según dice don Quijote, era de una medida para una cabeza mayor que la suya, es decir, la llevaba bailando, para mayor guasa.

En todo caso, la bacía viene a ser un símbolo del perspectivismo; las cosas parecen muy diferentes según quién las mire. Dejemos que sea el propio don Quijote quien lo explique: Mira, Sancho, (…) eso que a ti te parece bacía de barbero me parece a mí el yelmo de Mambrino y a otro le parecerá otra cosa. (1ª parte, capítulo 25)

Esta teoría se demuestra en la “disputa del baciyelmo”. En el capítulo 44 y 45 de la primera parte). Los caminos de todos los personajes de la primera parte convergen en la venta – el equivalente de un bar de carretera actual – y discuten si la pieza de latón es bacía, yelmo, o baciyelmo.

El barbero expoliado reclama su bacía, pero se queda estupefacto cuando oye a los amigos de don Quijote (Fernando, Cardenio, el cura y el barbero de su pueblo) afirmar, con toda seriedad, que se trata de un auténtico yelmo. Una divertidísima escena que al final, se resuelve con una batalla campal como las de los saloones del oeste americano.
FOTO 004 Barbería. Fotografía del archivo del Ayuntamiento de Zaragoza.

Baciyelmo es un término acuñado por Sancho Panza para referirse a la bacía del Barbero luego de la refriega en la segunda venta en “El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha”. Con la creación de este término compuesto Sancho pretende zanjar la disputa entre un barbero, quien intenta demostrar que lo que lleva en la cabeza para protegerse de la lluvia no es más que una bacía, y su amo Don Quijote, que defiende que se trata del Yelmo de Mambrino. El resto de personajes presentes “el cura, el otro barbero, Dorotea...” se ponen en este caso de parte de don Quijote, para asombro del barbero, anticipando así la inversión de términos que Miguel de Cervantes desarrollará en la segunda parte de “El ingenioso caballero don Quijote de la Mancha”, en la que son los personajes «cuerdos» los que falsifican la realidad para reírse de don Quijote. En las interpretaciones simbólicas o filosóficas del Quijote, el baciyelmo es tomado como una posición neutral y fácil ante los conflictos de la vida. Es una falta de compromiso con lo que se cree y que, por temor a castigos, lleva a tomar una actitud intermedia entre las posturas enfrentadas.

Barbero
Barbero es la persona que tiene por oficio embellecer y rasurar la barba de los hombres y, por extensión, el peluquero especializado en el género masculino. Esta profesión es antiquísima. Los monumentos antiguos representan a los egipcios rasurados y con el pelo cortado, y en los papiros se mencionan a los barberos como individuos que vivían exclusivamente de tal oficio.

En la segunda mitad del siglo XIX, la barbería era uno de los puntos o lugares más importantes de cualquier zona rural o urbana en Extremadura, al igual que en el resto de España. El barbero, a causa del analfabetismo de la población, anunciaba su negocio colgando una bacía de hojalata o cobre sobre la puerta de entrada. Éste, además de barbero, era también sacamuelas, cirujano y sangrador, y a menudo se convertía en confidente y comunicador de buenas y malas noticias. Este personaje solía ser tan hablador que en nuestro lenguaje común ha permanecido la expresión “habla más que un sacamuelas”.

Los útiles del barbero eran pocos y sencillos. Entre ellos destaca la bacía, que podía ser de hojalata, cobre o cerámica. Se trata de una vasija semiesférica con base plana y ancho borde. Se usaba para remojar la barba de la persona que se va a afeitar. Presenta una escotadura semicircular que se ajusta al cuello para evitar que se moje. Como curiosidad, el sombrero que escoge Don Quijote para llevar en sus andanzas es una bacía de barbero

El yelmo que era bacía y la lengua que nos lo evidenció
Es muy conocida la historia del yelmo de Mambrino dentro de la novela de El Quijote gracias a la simpática y graciosa situación que lleva a Alonso Quijano a deducir que una bacía portada en la cabeza por un hombre, quien pretendía protegerse de la lluvia, era un ostentoso yelmo de oro perteneciente a un rey musulmán, personaje de una novela de caballería titulada Orlando innamorato. Cervantes, en su famosa novela, con las recurrentes confusiones entre fantasía y realidad que enfrenta el Caballero de la Triste Figura, domina perfectamente ese talento de encantar a sus lectores con historias como la del yelmo, los molinos gigantes o la venta que el Quijote pensaba castillo; pero muchos no están conscientes o desconocen los recursos lingüísticos que Cervantes usa para conciliar ese conflicto entre lo real y lo imaginado.

Utilizando los datos de la primera Gramática castellana de Lebrija de 1492 y otra titulada de la misma forma pero hecha por Joaquín Ibarra y compuesta por la Real Academia Española en 1771; de esta forma disponemos de una gramática anterior y otra posterior a los años en que fue escrita la obra de El Quijote para así darnos una idea aproximada de bajo qué reglas gramaticales la redactó Cervantes.

José Antonio Pascual en su ensayo “Los registros lingüísticos del Quijote” hace notar ejemplos de estas variantes como el siguiente:
Mandó a Sancho [el Quijote] que alzase el yelmo, el cual, tomándola en las manos dijo: Por Dios que la bacía es buena y que vale a un real de a ocho como un maravedí. Y dándosela a su amo, se la puso luego en la cabeza, rodeándola a una parte y a otra, buscándole el encaje, y, como no se le hallaba, dijo: Sin duda que el pagano a cuya medida se forjó primero esta famosa celada debía de tener grandísima cabeza; y lo peor de ella es que le falta la mitad.

En cuanto al género masculino, nos encontramos con un dato curioso; a continuación les presento un ejemplo similar haciendo énfasis de nuevo en los pronombres: “¡Porque vean vuestras mercedes clara y manifiestamente el error en que está este buen escudero, pues llama bacía a lo que fue, es y será yelmo de Mambrino, el cual se le quité yo en buena guerra…”. Aquí debemos poner nuestra atención en el pronombre “le” que introduce Cervantes en el diálogo de su personaje principal.
FOTO 005 Bacía de azófar, de cobre, de cerámica y de latón

Dejemos en paz los pronombres dativos y ahora concentrémonos en un fenómeno sintáctico más frecuente en Cervantes dentro de esta historia de la bacía y la albarda. Varias veces durante el capítulo XLV y una vez en el capítulo XLIV se repiten frases como las siguientes:
“Miren vuestras mercedes con qué cara podía decir este escudero que ésta es bacía, y no el yelmo que yo he dicho…” y “En lo que toca a lo que dicen que ésta es bacía y no yelmo, ya yo tengo respondido; pero en lo de aclarar si ésa es albarda o jaez, no me atrevo a dar sentencia definitiva…”, ambas provenientes de la boca de Alonso Quijano.

En la siguiente cita, dialogada por Don Fernando, también nos tropezamos con la misma situación: “…es disparate el decir que ésta sea albarda de jumento, sino jaez de caballo, y aun de caballo castizo; y así, habréis de tener paciencia, porque, a vuestro pesar y al de vuestro asno, éste es jaez, y no albarda…”. Don Fernando asegura que son jaeces las albardas porque con esta frase él se burla del Quijote dándole toda la razón; pero le es inevitable referirla con un “ésta”, pues sabe perfectamente que el objeto referido en efecto era una albarda. Como vemos, su broma no pudo evadir las sutilezas de la lengua. Tanta es la influencia de la lengua en los personajes, que ellos mismos se ven en un conflicto al señalar estos objetos, a tal grado que el Quijote termina llamándole al yelmo “esta famosa celada” como para estar en armonía con los incontenibles pronombres y adjetivos femeninos que su subconsciente le dicta; y Sancho, para salir del problema de una forma más certera y definitiva (y así darle el gusto a ambas opciones del debate) concluye llamándole “este baciyelmo”.

El caso de la historia del yelmo de Mambrino es solamente uno de los múltiples ejemplos de su ingenio, pues “Supo el novelista encadenar, por un lado, ese sucederse de errores como una condición lógica de la realidad ontológica del protagonista, distinta a la de los que hablan con él…”. Increíblemente, desde el, para nosotros remoto, siglo XVII, Cervantes nos demostró con su Quijote de la Mancha que la literatura no sólo se vale de las tramas divertidas o del vocabulario ostentoso, sino también de una creatividad que bien puede residir en el dominio de un juego inteligente y consciente de la gramática y sus reglas. Gracias a ésta y a muchas más aportaciones de Cervantes, no es de extrañarse que El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha sea una de las mayores obras jamás escritas en la historia de la literatura universal.
FOTO 006 Exposición del Casino Mediterráneo de Alicante 2011

Del Museo Etnográfico Gonzalez Santana Olivenza de Badajoz (pieza del mes de agosto de 2011) extraigo la siguiente denominación:
La bacía presenta en la parte opuesta a la escotadura dos orificios para poder colgarse.

Barbero es la persona que tiene por oficio embellecer y rasurar la barba de los hombres y, por extensión, el peluquero especializado en el género masculino. Esta profesión es antiquísima. Los monumentos antiguos representan a los egipcios rasurados y con el pelo cortado, y en los papiros se mencionan a los barberos como individuos que vivían exclusivamente de tal oficio.

En la segunda mitad del s. XIX, la barbería era uno de los puntos o lugares más importantes de cualquier zona rural o urbana en Extremadura, al igual que en el resto de España. El barbero, a causa del analfabetismo de la población, anunciaba su negocio colgando una bacía de hojalata o cobre sobre la puerta de entrada. Éste, además de barbero, era también sacamuelas, cirujano y sangrador, y a menudo se convertía en confidente y comunicador de buenas y malas noticias. Este personaje solía ser tan hablador que en nuestro lenguaje común ha permanecido la expresión “habla más que un sacamuelas”.

Los útiles del barbero eran pocos y sencillos. Entre ellos destaca la bacía, que podía ser de hojalata, cobre o cerámica. Se trata de una vasija semiesférica con base plana y ancho borde. Se usaba para remojar la barba de la persona que se va a afeitar. Presenta una escotadura semicircular que se ajusta al cuello para evitar que se moje.

Como curiosidad, el sombrero que escoge Don Quijote para llevar en sus andanzas es una bacía de barbero.
Museo Etnográfico Gonzalez Santana Olivenza Badajoz
http://elmuseodeolivenza.com/blog/?m=201108

El Casino Mediterráneo de Alicante realizó el 2 de noviembre de 2011 en la Sala Stephan una singular y atractiva exposición titulada “La bacía del Quijote”. La exposición presenta objetos que son propiedad del prestigioso y laureado peluquero y estilista alicantino Luis Soria Galera.

Algo más que una Bacía
¿Sabes qué imagino, Sancho? Que esta famosa pieza deste encantado yelmo por algún extraño accidente debió de venir a manos de quién no supo conocer ni estimar su valor, y, sin saber lo que hacía, viéndola de oro purísimo, debió de fundir la otra mitad para aprovecharse del precio, y, de la otra mitad, hizo esta que parece bacía de barbero, como tú dices. Pero sea lo que fuere; que para mí que la conozco no hace al caso su transmutación; que yo la aderezaré en el primer lugar donde haya herrero, y de suerte, que no le haga ventaja, ni aún le llegue, la que hizo y forjó el dios de las herrerías para el dios de las batallas; y en este entretanto la atraeré como pudiere, que más vale algo que nada; cuanto más, que bien será bastante para defenderme de alguna pedrada. Este párrafo es el empiece del capítulo XXI de la obra literaria de Miguel de Cervantes, conocida como “El Quijote”. Este objeto en concreto llamado Bacía es un elemento que ha prestado un servicio de utilidad a la sociedad de una determinada época, y forma parte importante de la literatura universal. Con independencia del material con que han sido elaboradas, decoradas y realizadas en diferentes años.

Extraído del libro “Costumbres Íntimas del Pasado” del Doctor Cabanés y traducción de J. Laymón (sexta serie), ediciones Mercurio de Madrid.

El Ceremonial de la sangría
Todos los días no son buenos para realizar una sangría: es necesario evitar los martes, miércoles y viernes, sobre todo durante la canícula.
FOTO 007 Fotografías extraídas del libro Costumbres íntimas del pasado

Los normandos dicen:
La sangría del día de San Valentín
Hace la sangre pura, noche y mañana.
La sangría del día de antes
Guarda de fiebres para siempre.
El día de santa Gertrudis se debe
Hacerse sangrar del brazo derecho;
El que así lo hará
Los ojos claros el resto del año tendrá
.

El minutor (operador) era, frecuentemente, un monje, porque éstos estaban desde hacía mucho tiempo iniciado en la práctica del arte médico. Incluso se dictaron reglamentos, si no por monjes, por lo menos por eclesiásticos. El arzobispo Eudes Rigault permite la sangría en los conventos de mujeres de la diócesis de Rouen, e incluso les aconseja el que tengan una “sangradora”, 10 de junio de 1902.

Hacia el siglo VII prescribe un arzobispo de Cantorbery el no sangrarse durante el primer cuarto de luna y todos se conforman con la prescripción. Dom Calvet hace observar que “esto no era allí una mortificación, sino que, al contrario, era una especie solaz, y que una vez adquirida la costumbre no se podía pasar sin ella”, (comentaires sur la règle de Saint Benoit año 570).

Los barberos
Gracias a su unión habían conquistado poco a poco los barberos notables privilegios. Desde cinco años antes habían sido dispensados los cirujanos de San Cosme del servicio de centinela; desde 1731 obtenían sus estatutos que les eran confirmados doce años más tarde. Estos estatutos les permitían sangrar los domingos y días festivos, pero vedaban a los barberos ejercer su oficio “en el caso de que él esté reputado y notoriamente difamado” por tener y haber “casa burdel y alcahuetería”; también les estaba prohibido afeitar y sangrar a los leprosos; les estaba mandado que “la sangre que ellos tendrán en escudillas de cal que hayan sangrado por la mañana, sea puesta fuera de sus casas y enterrada dentro de la hora del mediodía, bajo pena de multa (Archivos de Abbeville, registre des statuts des Corporations).
FOTO 008 Diferentes bacías de Internet de todocolección

Entre otros reglamentos curiosos de la misma época existe uno que debemos mencionar en este sitio, por lo que se refiere a los barberos y a la sangría. El Bando de los Barberos de Douai no permitía que se afeitara en domingo: he aquí el precepto textual de esta prohibición.

Que ningunos, barberos o barberas, afeiten el domingo si no es a nuevo sacerdote o nueva corona (?) o niño recién nacido o persona a quien esté mandado se le haga por necesidad.

Que no sean tan atrevidos barberos o barberas de arrojar al agua o al río de esta ciudad la sangre de las sangrías por ellos hechas, sino que las lleven a los campos con los cabellos afeitados que tengan, lo más lejos de la villa que les sea posible y los entierren.

El cirujano, barbero o sangrador debe de vigilar, no tener nada sobre si que le moleste: “si tiene las mangas demasiado largas, es necesario que se las suba; si su peluca le embaraza, que se la ate con una cinta; en fin, que proceda de tal modo que nada haya que pueda impedirle ejecutar bien la sangría”.

Pero es necesario no exagerar, imitando el ejemplo de ese cirujano “de los más queridos, de los que al presente hay en Paris, que hace cerrar ventanas y puertas, que prohíbe que nadie ande ni hable en el cuarto, que hace preparatorios tan grandes y que toma tantas precauciones para una sangría, como si fuese a cortar un brazo o una pierna. Bueno es tomar las medidas necesarias para obtener éxito; pero las exageradas son inútiles e incluso peligrosas, porque despertando el miedo en el corazón del enfermo…”.
FOTO 009 Fotografías extraídas del libro Costumbres íntimas del pasado

En otra parte del libro dice así:
Como la lavativa, la sangría forma cuerpo, por decirlo así del siglo de Luis XIV. Se abusó de ella de una manera increíble. La mujer de un ujier, sangrada por la primera vez a los veinticuatro años por su médico Théveneau, lo fue, en menos de tres años, 26,229 veces. En los conventos se practicaba la sangría regularmente; los días de sangría general llevaban el nombre de “días de la minución de la sangre, fuera de las consideraciones higiénicas y de las ideas reinantes, tenía por objeto refrenar los apetitos de la carne. Se le hacía copiosamente, porque, como decía Botalli, “mientras más agua estancada se saca de un pozo, más agua buena viene a él; mientras más mama un niño de su nodriza, más leche tiene ésta, y lo mismo sucede con la sangre y la sangría”.

Para esta operación de sangría, era preciso tener en cuenta tanto las estaciones como la posición de los astros. El buen flebotomista debía cuidar su mano y adquirir un porte particular. “Es preciso que se presente bien para no parecer mal al enfermo, que tenga suficiente talento para persuadir a quien lo escucha, que tenga una vista clara y penetrante para distinguir los menores objetos, de manera que no tenga debilidad en los ojos y no esté obligado a mirar de demasiado cerca; que no tenga la mano demasiado gruesa, porque entonces es demasiado pesada, que tenga los dedos largos y delgados y que la piel sea blanca y fina, a fin de que el tacto sea más delicado; de la misma manera no debe arrancar muelas, clavar clavos, manejar el hacha para hacer leña, jugar a la pelota, al mallo o a los bolos, porque todos estos ejercicios pueden hacerle temblar la mano; en fin, debe poner toda su atención en la perfecta conservación de su mano, si quiere sangrar por mucho tiempo,, …”.
FOTO 010 La sangría según Rowlandson. La extracción del diente de Gerrit Dou

“La sangría, hijos míos, decía Guy-Patin, completamente entusiasmado, es uno de los principales misterios de nuestro oficio. Por mi parte, he hecho sangrar doce veces a mi mujer en una sola pleuresía, veintidós veces a mi hijo por una fiebre continua y, yo mismo, por siete veces por un resfriado. Nosotros curamos a nuestros enfermos por la sangría, tanto después de los ochenta años como a los dos o tres meses. Guy de la Brosse el botanista, murió sin querer la sangría. Era sin embargo médico, se le propuso, y respondió que ese era el remedio de los pedantes sanguinarios, porque nos hacía el honor de llamarnos así, y que quería mejor morir que ser sangrado. ¡Así murió él! El diablo lo sangrará en el otro mundo, como lo merece un trapacero y un ateo…”

“Maestro, se atrevió a reponer un joven bachiller, he oído decir, sin embargo, que Guy de la Brosse era un hombre honrado y un excelente cristiano”.

“Sea; pero, siendo médico, ¿por qué no tenía respeto por las sanas doctrinas? Trapacero, repito, por haber prevaricado de su juramento; ateo, por haber renegado de la fe de la Escuela”.

Entonces un pasante anciano, dijo como para sí, pero lo bastante alto para ser oído por el profesor y los bachilleres:
“¡Pobre amigo mío, Guy de la Brosse!; ¡si hubieras querido creerme, estarías ciertamente aún en el mundo de los vivos!”.

“Con la sangría, ¿no es verdad, señor? Dijo el profesor. Desgraciadamente, no, señor, respondió el otro. Yo le aconsejé el Antimonio, y se opuso a ello … ¡Así murió él!
¡Pobre Guy de la Brosse!
A la palabra antimonio, el profesor se puso rojo, pálido, verde, sus labios temblaron y sus ojos lanzaron chispas.
“¡El antimonio, repitió, el antimonio!... ¡Envenenador!, ¡envenenador!... ¡Venid, hijos míos, venid, huid de ese hombre!”.
FOTO 011 Exposición del Casino Mediterráneo de Alicante 2011

La sangría era la panacea universal.
¿Cuántas veces se ha sangrado este enfermo?
Quince veces, señor, desde hace veinte días.
¿Quince veces sangrado?
Si, señor.
¿Y no ha curado?
No, señor.
Entonces es señal que la enfermedad no está en la sangre; lo haremos purgar otras tantas veces, para ver si está en los humores.

En todo lo dicho se reconoce a Molière. Un verdadero ceremonial presidía a la sangría; el barbero-cirujano tenía el derecho en esta circunstancia de hacer salir de la habitación del paciente a todos los que le molestaban. Los enemigos de la tan buena, divina y santa “Sangría” eran considerados como charlatanes y personas abominables.
FOTO 012 Enema y Bacía. O un enema junto a la bacía del barbero, bueno eso último depende de quien lo nombre, el barbero lo llamará bacía, pero para Don Quijote es el Yelmo de Mambrino y no nos vamos a poner ahora a discutir ni con el barbero ni con Don Quijote.

La sangre de la sangría era profundamente enterrada fuera de los lugares habitados. En París, más allá de la Puerta de Saint-Honoré se encontraba un lugar bendito llamado “Plaza de la Sangre”, donde los cirujanos y barberos iban a vaciar sus vasijas. La Corte, el Rey y los habitantes de la ciudad vertieron allí torrentes del precioso líquido.

Esta moda continuó en el siglo XVIII. En su novela Gil Blas Lesage pinta admirablemente aquel furor sanguinario en la persona del Doctor Sangrado.
“Entonces sangrado me envió a buscar un cirujano que él nombró, e hizo sacar a mi amo seis buenas ampolletas de sangre para empezar a suplir la falta de transpiración. Después dijo al cirujano: “Maese Martín Oñez, vuelva dentro de tres horas para hacer otro tanto, y mañana vuelva a empezar. Es un error pensar que la sangre sea necesaria para la conservación de la vida; nunca se sangra demasiado a un enfermo. Como no está obligado a ningún movimiento o ejercicio considerable y no tiene otra cosa que hacer que procurar no morir, no le hace falta para vivir sino la misma sangre que para un hombre dormido; la vida en ambos casos no consiste sino en el pulso y en la respiración”.

“Cuando el doctor hubo ordenado frecuentes y copiosas sangrías, dijo que era preciso dar también al canónigo agua caliente a todo momento, asegurando que el agua caliente bebida en abundancia podía pasar por el verdadero específico contra toda clase de enfermedades”.
FOTO 013 Rulo, cilindro o barra de colores giratorio de las barberías

En las peluquerías y barberías, todavía hoy se pueden ver los postes o barras con colores
En la entrada siempre ponen un rulo o cilindro giratorio con los colores azul, rojo y blanco. Estas barras luminosas que adornan algunas peluquerías y barberías todavía hoy existen en nuestras ciudades. Los colores elegidos por excelencia para estos reclamos son el rojo, el azul y el blanco, en rayas oblicuas que giran sin parar de manera hipnótica.

Pero ¿sabéis el porqué de estos tres colores? Su origen se remonta a la edad media, donde los barberos ejercían también de cirujanos, barberos, sangradores y sacamuelas.

Esta peculiar profesión que era la de cirujano- barbero, cuya labor era de lo más dispar, igual cortaban la barba y el pelo que hacían sangrías, extraían muelas o blanqueaban los dientes con aguafuerte.

En otro apartado nos decían que los barberos efectuaban “sangrías” que se suponían eran buenas para todo, desde callos plantares hasta mal de amores, por lo tanto la forma de anunciar que en esa barbería se llevaba a cabo tan loable servicio era envolver la toalla ensangrentada alrededor de un palo blanco (utilizado en el acto de la sangría para la dilatación de las venas del paciente) para así anunciar que la benemérita institución estaba en plena operación. Así, la franja roja representa la sangre, mientras que la blanca simboliza los vendajes utilizados para tapar las heridas. El color azul fue añadido posteriormente por mero patriotismo, unos dicen que fue por los americanos y otros dicen que el azul es por los franceses. Algunas barras más antiguas que se conservan sólo tienen dos colores el rojo y el blanco.

Otras teorías apuntan a que su simbología está relacionada con la labor de realizar sangrías, siendo el color rojo la sangre, el blanco, el torniquete y, la propia barra, el palo utilizado para dilatar las venas del paciente.
Foto 014 Libros y bacía de la colección personal de Koldo Santisteban

Dicen que este oficio de cirujano – barbero surgió por las disputas de los gremios de cirujanos y barberos, ya que los primeros eran gente con estudios, pero además de cobrar más, los barberos eran más solicitados por la diversidad de servicios que prestaban, y muchos contaban con la confianza de nobles a los que prestaban sus servicios y que no creían demasiado en la medicina de aquella época.

Algunos de estos barberos se dejaban aconsejar o incluso estaban acompañados en su aprendizaje por un cirujano, pero la mayoría tomó el oficio heredado de sus padres, teniendo aprendices a su cargo, que a su vez tampoco tenían demasiados conocimientos lo cual, en la mayoría de los casos acababa en desastre y era peor el remedio que la enfermedad. Por ejemplo, en esta época los cirujanos-barberos solían remediar un dolor de cabeza con una trepanación, pues pensaban que cortar un trozo de cráneo aliviaba la presión sobre el cerebro, causante del dolor de cabeza e incluso curaba la locura. Imaginaros el riesgo de tener migrañas en esta época, con lo que se sabe hoy en día.

En la primavera era común que la gente acudiera a hacerse una sangría, pues se creía que sacando el exceso de sangre, se equilibraban los humores del cuerpo y se era más resistente ante las enfermedades. Millones de sanguijuelas eran usadas para este fin, pero la mayoría usaba un método más drástico.

Se sumergía el brazo del paciente en agua caliente para que las venas resaltaran y poderlas ver mejor, luego el paciente se agarraba con fuerza a un poste donde las venas se hinchaban y el barbero hacía una incisión en la vena elegida (cada una era asociada a un órgano) para que la sangre brotara y cayera en un recipiente, que hacía las veces de medidor de la cantidad de sangre extraída, llamado bacía o sangradera.

Cuando los cirujanos-barberos que tenían prestigio y no eran ambulantes se establecían en un local, adoptaron como símbolo para colocar en sus puertas y que la gente los reconociera, un cartel con una mano levantada de la que chorreaba sangre que caía a la bacía. Como las manchas de sangre del poste no daban buen rollo a los clientes, el poste se pintó por completo de rojo y en él se ataban trozos de vendas blancas. Entonces el gremio decidió cambiar el reclamo de sus fachadas, y en lugar de la mano chorreando sangre, colocaron el poste blanco y rojo que era más discreto para señalizar su establecimiento.

FOTOGRAFÍA Nº 4
Barbería. Fotografía del archivo del Ayuntamiento de Zaragoza.
La barbería era un lugar de encuentro donde los hombres acudían para cumplir con parte de su aseo personal, al tiempo que participaban en conversaciones e incluso en algunos entretenimientos. La estampa que se ofrece al espectador, revela una imagen añeja de costumbres olvidadas que adornaron la austera vida del varón aragonés en el Siglo XIX y buena parte del XX. El patio de una casa de vecinos era buen lugar para acoger una instalación como la citada. Un parco mobiliario compuesto por tres toscos sillones fraileros, para dar asiento a los clientes, una pequeña alacena dieciochesca colgada de la pared que sirviera de contenedor de los útiles de barbero, sobre ella un aparato de luz y debajo la bacía, un botijo o rallo de dos asas con pitorro para remojar la garganta, la guitarra colgada podría servir para amenizar la espera desgranando alguna jota, lo mismo que el tablero de juego de damas con su bolsa para las fichas. Un pequeño estante con frascos o potes para el aseo, un par de estampas y poco más. La indumentaria personal de los concurrentes se compone de chaleco, faja y calzón ajustado a la rodilla por lo general, sombreros bajos de ala ancha de tipo cincovillés, o troncocónicos de copa alta y ala corta, en ambos casos se los ponían sobre el pañuelo coronario, llama la atención que no aparezca ningún sombrero de Sástago. El retrete de la casa quedaba a mano, de él hacían uso vecinos y clientes. Una mujer sube a su casa mientras un gato negro, remiso a abandonar el calor humano, la sigue con la vista

AGRADECIMIENTOS
Ayuntamiento de Zaragoza
Casino Mediterráneo de Alicante
Koldo Santisteban Cimarro
Manuel Amezcua
Museo Etnográfico Gonzalez Santana Olivenza de Badajoz
Iñaki Billoslada Fernández
. Técnico de euskera de la Unidad de Comunicación del Hospital Universitario Donostia de San Sebastián

BIBLIOGRAFÍA
Javier Cantera
. Estibaus. Altza. Bacía de latón.
http://www.estibaus.info/?p=1830

Extraído del libro “Costumbres Íntimas del Pasado” del Doctor Cabanés y traducción de J. Laymón (sexta serie), ediciones Mercurio de Madrid.

Manuel Amezcua Martínez. Barberos y sangradores flebotomianos en Granada.

Raúl Expósito González. Barberos y sangradores en Iberoamérica.

AUTORES
Raúl Expósito González
Enfermero. Servicio de Anestesia y Reanimación. Hospital “Santa Bárbara” de Puertollano. Ciudad Real. Experto en Barberos, Ministrantes y Sangradores
raexgon@hotmail.com

Jesús Rubio Pilarte
Enfermero y sociólogo. Profesor de la E. U. de Enfermería de Donostia. EHU/UPV
Miembro no numerario de La RSBAP
jrubiop20@enfermundi.com

Manuel Solórzano Sánchez
Enfermero Servicio de Oftalmología
Hospital Universitario Donostia de San Sebastián. Osakidetza /SVS
Vocal del País Vasco de la SEEOF. Insignia de Oro de la SEEOF
Miembro de Eusko Ikaskuntza
Miembro de la Sociedad Vasca de Cuidados Paliativos
Miembro Comité de Redacción de la Revista Ética de los Cuidados
M. Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería
Miembro no numerario de La RSBAP
masolorzano@telefonica.net

domingo, 15 de enero de 2012

AUTOBIOGRAFIA DE UNA ENFERMERA EN ÁFRICA










SOR ÁNGELA EGAÑA BALENCIAGA. ENFERMERA Y RELIGIOSA DE LAS SIERVAS DE MARÍA - MINISTRAS DE LOS ENFERMOS

¡TODO ES REGALO!
Son tantos los acontecimientos que nos asaltan cada día, que no nos damos cuenta de todo aquello que recibimos por auténtica gracia. Sin afán alguno de protagonismo, pero en un deseo grande de compartir la aventura que me está sucediendo, os invito a un breve recorrido por mi historia personal hasta este lugar tan insólito donde os espero. ¡Es la hora del compromiso misionero!
FOTO 001 Manuel Solórzano y Sor Ángela Egaña

Me llamo María Ángela, hace ya casi 50 años, el 31 de octubre de 1962, nací en una de las Villas más bonitas de la costa cantábrica de nombre Zumaia, en Guipúzcoa. Tengo otros dos hermanos y una hermana también nacidos en Zumaia y los dos últimos hermanos nacieron en Biarritz, siguiendo la costa por parte francesa. Mis padres de nombre Jesús Egaña y Teresita Balenciaga nos educaron en los valores usuales de la familia sabiendo compaginar trabajo y esfuerzo para salir siempre adelante. Una de las mayores recompensas era el poder regresar a Zumaia para celebrar con gozo y alboroto la fiesta de “San Telmo”, el primer lunes después del lunes de Pascua, o llegar a punto para cantar la Salve a nuestra “Ama de Arritokieta” la víspera del 8 de septiembre.

Hasta aquí todo parece normal, aparentemente sin relevancias importantes, sin embargo en Biarritz se encuentra una Comunidad de Religiosas llamadas Siervas de María, Ministras de los Enfermos y allí es donde descubrí que el Señor me estaba llamando… Claro contado así parece que todo va solo, pero el problema es que a estas alturas, una se plantea miles de preguntas: ¿Llamando para hacer qué? ¿Llamando para ir a dónde? Pero, ni siquiera he pensado nunca en ser enfermera, mi hermana Marifran al contrario ya había comenzado sus estudios en la Escuela de Enfermería de Donostia. (Hoy Universidad de Enfermería de la Universidad del País Vasco UPV). ¿Cómo podrá ser eso? Si soy una chica “normal”, me gusta salir, alternar, divertirme, etc. y de repente: deja todo eso y se va a Madrid, allí está la Casa Madre con el Noviciado, en la Plaza Chamberí, donde iniciarás una nueva etapa en tu vida.

¡Vaya salto! pero ¡qué bendito!
Así el 1 de abril de 1985, después del Rito de Iniciación en Biarritz, llegaba como Postulante a Madrid incorporándome al Noviciado, en el Instituto de las Siervas de María. Junto a la urna de la Santa Fundadora, Madre Soledad Torres Acosta, viví las primeras etapas de formación: la Toma de Hábito el 8 de diciembre de 1985 y la Primera Profesión de Votos el 9 de diciembre de 1987, año en el que celebramos con toda solemnidad el primer centenario de la muerte de la Madre Soledad.

Finalizado este tiempo de gracia que, poco a poco, va marcando en nuestro ser más profundo un estilo de vida y el carisma del Instituto, me tocó vivir dos años como recién consagrada en la Comunidad de Bilbao, donde compaginamos formación religiosa y vivencias junto a los enfermos. Son experiencias imborrables que se graban en el corazón; Hermanas, personas, enfermos…

Muchos rostros que van quedando en la retina y con ellos, los recuerdos más hermosos.

De Bilbao pasé nuevamente unos pocos meses en la Casa Madre desde donde me destinaron en 1990 a la Comunidad de Marsella (Francia). Al principio, como Hermana de Votos Temporales me dediqué a los estudios civiles preparándome así para la entrada en la Escuela de Enfermeras. La fecha para mi Profesión Perpetua se fijó para el día 18 de septiembre de 1993. Con el debido permiso me trasladé hasta Biarritz donde compartí con esta Comunidad y toda mi familia este gran acontecimiento.

Este sí que fue para mí uno de los días más felices de mi vida. Al volver a Marsella ingresé en el Institut de Soins Infirmières IFSI Victoria Desjardin, es decir, en la Escuela de Enfermeras del Hospital San José. En tres años, con la gracia de Dios y el acompañamiento y ayuda de mis Hermanas de Comunidad, pude completar mi formación enfermera para una atención más esmerada, si cabe, a las personas enfermas.

Al finalizar los estudios de enfermería, Dios me tenía reservada una sorpresa, ya que en noviembre del año 1996, fui llamada a servir a mis Hermanas como secretaria desde la Curia Provincial situada en Madrid. Durante los 12 años que duró esa etapa, aprendí a conocer y amar más a mis Hermanas de Congregación y a mí ya querido Instituto, poniendo en valor su trayectoria histórica.

Quizá ese valor histórico se pudiera medir, pero ¿cómo valorar el tesón y la valentía de tantas Siervas de María que siempre han estado luchando al lado del enfermo y de los más pobres para prodigarles ese gesto que alivia o esa palabra que reconforta incluso al desahuciado?.

Aquí podemos recordar el papel tan importante que en la historia de la enfermería hemos tenido, participando en el reconocimiento oficial del título de enfermeras y su publicación en el boletín oficial del estado.

Al cabo de estos 12 años no tengo más que palabras de agradecimiento a todas las personas que de un modo u otro me han acompañado. Que el Señor las bendiga y les recompense todo lo bueno que he recibido.
FOTO 002 Manual Práctico de Asistencia a Enfermos. Madrid 1920

Así, el 24 de julio de 2009 fui destinada nuevamente a Francia, a la Comunidad de Villeurbanne, junto a Lyon, donde tenemos un Centro de Salud en el que trabajamos a domicilio. Trabajo profesional muy intenso y rico en experiencias humanas, ya que la población que solicita nuestros cuidados es variopinta y mantiene cada cual su religión.

A través de la relación con los enfermos y sus familiares se aprende a respetar, dialogar y compartir. Así es como una se enriquece y puede dar testimonio de lo que es y siente.

De nuevo mi acción de gracias y recuerdo agradecido por todo lo bueno que haya podido experimentar en este lugar.

Pero lejos de terminar aquí mis “aventuras”, el Señor se dignó visitarme de nuevo y esta vez con una sorpresa inmerecida.

Se trata de mi último destino que recibí hace mes y medio: El camino rumbo a Camerún en África, se va haciendo realidad. Retomando el mensaje del Santo Padre para la 84 Jornada Mundial de las Misiones, mi corazón no puede menos que vibrar con las siguientes palabras.

En una sociedad multiétnica que cada vez experimenta más formas de soledad y de indiferencia alarmantes, los cristianos deben aprender a ofrecer signos de esperanza y a convertirse en hermanos universales…”.

Cuando el compromiso y la tarea del anuncio evangélico le corresponde a toda la Iglesia, “misionera por naturaleza”, cómo no responder esta nueva llamada tan apremiante e ilusionada. Dicen que una imagen vale más que mil palabras, así que no veo mejor modo para trasmitir esta vivencia, que las fotografías comentadas que siguen a continuación.
FOTO 003 Sor Ángela en el poblado de Batseng’la. Camerún

¡TODO ES REGALO!

La caridad de Cristo nos urge. Esta caridad, este Amor de Cristo nos invita a practicar las obras de misericordia más allá de la fronteras

Al recibir mi nuevo destino, el poblado de Batseng’la situado a 4 kilómetros de Dschang, una de mis primeras reacciones fue comprar un mapa de Camerún y comprobar hacia donde tenía que dirigir mis pasos o mejor dicho “mi vuelo”.

Gracias a Dios nuestra Congregación de Siervas de María tiene ya 40 años de experiencia misionera en Camerún, contamos con un Centro de Salud, un hospital en la ciudad de Bamenda y otro con capacidad aproximativa de 100 camas, ubicado en el poblado rural de selva en Widikum.

Los pacientes llegan de muchos puntos distantes de hasta siete horas por caminos polvorientos en la estación seca (seis meses al año) o por senderos llenos de lodo prácticamente intransitables.
FOTO 004 Mapa de Camerún. Niño comiendo

Retomando la ubicación de mi nueva Comunidad, se trata de una fundación que apenas tiene un año de vida con el proyecto ya iniciado de la construcción de un hospital para la atención sanitaria de toda esta parte geográfica situada en el sureste de Dschang, a más de cuatro horas de Douala, lugar donde llegué en avión el 16 de noviembre pasado.

En la noche oscura, no pude apreciar los paisajes hasta el día siguiente, lo único que sentí fue una acogida entrañable por parte de mis Hermanas que me esperaban con ilusión, siendo yo la quinta de esta Comunidad joven.

Por la mañana del día 17, mis ojos no podían creer lo que estaban viendo, la casa Comunidad está ubicada, terminada ya en lo alto de una colina y al pie se están viendo los fundamentos principales donde se ubicara el futuro hospital.

El lugar es precioso, el paisaje ideal, solo falta nuestra presencia activa en orden al servicio sanitario en esta población tan indefensa ante los estragos de enfermedades endémicas, como la malaria, el cólera o la plaga del sida.

NUESTRO PROYECTO
Nuestro proyecto está respaldado por la fundación África Directo, pero aún son muchas las ayudas que necesitamos. De momento sin contar la casa Comunidad que ya está terminada, los trabajos en la casa donde, Dios mediante, se ubicara el Dispensario y un primer pabellón del hospital, van a buen ritmo, pero aún nos faltan otros cuatro pabellones para poder acoger la maternidad, el quirófano, la preventiva y la hospitalización. Para todo ello y sobre todo para los equipamientos confiamos en los bienhechores que estén dispuestos a colaborar con nosotras.

Todo aquello que nos puedan enviar será bienvenido. Los medios empleados son a veces escasos, pero nuestra ilusión es muy grande. La misma gente que nos rodea sueña con ver el próximo hospital y se admira de que haya personas dispuestas a acompañarnos en esta aventura para facilitarles el acceso a cuidados sanitarios.
FOTO 005 Construcción del Hospital y la Maternidad en el poblado de Batseng’la. Camerún

Empiezan las máquinas a funcionar. (De la Foto 5 la número 1)

La preparación del terreno no ha sido cosa fácil, con la ayuda de la gente del poblado hemos conseguido allanar algo de tierra antes de que llegaran las maquinas. (De la Foto 5 la número 2)

Los picadores de piedras tampoco lo tienen nada fácil, la grava se consigue de modo totalmente manual!. (De la Foto 5 la número 3)

Construcción de la Casa. (De la Foto 5 la número 4)

LOS NIÑOS
En el Camerún el 40,5 % de la población es menor de 15 años y siempre será un grupo más vulnerable que los adultos.

El centro se sitúa en una colina que queda a unos treinta o cuarenta minutos en coche de la ciudad de Dschang. Al otro lado de la colina se encuentran otros ocho poblados dispersos que no tienen infraestructuras ni carreteras adecuadas para desplazarse, por lo que este nuevo Centro está en una zona estratégica y más accesible para toda esa población que queda detrás de la colina.

El centro que se está construyendo en Batseng’la es una zona totalmente rural, donde a pesar de encontrarse en una zona francófona del país, la mayoría de su población habla sólo el dialecto local, que incluso suele ser diferente entre unos poblados y otros. En cuanto a la sanidad, en todo Dschang existe solamente un Hospital General en el centro de la cuidad y otro que pertenece a otra congregación religiosa, pero los dos quedan fuera de la zona de salud donde abarcará el nuevo hospital de las Siervas de María.
FOTO 006 Sor Ángela y una Hermana en el poblado de Batseng’la. Camerún

Se calcula que el centro dará atención a 45.330 habitantes de la zona, de los cuales 18.360 son niños. El bloque de pediatría constará de tres habitaciones conjuntas con ocho camas cada una y cuatro habitaciones de aislamiento, con dos camas cada una. Todas ellas cuentan con ducha y aseo, para mejorar así la higiene y evitar el contagio de enfermedades. En el bloque también tiene cabida una sala para el personal de enfermería junto a la cual se pondrá una sala para los niños que precisen cuidados intensivos.

Son los niños los que van a la fuente a por agua, trabajan muchas veces todo el día, pero siempre su sonrisa está presente, lo hacen con alegría.

Los vecinos acogen nuestras visitas como un regalo.

En ciertas ocasiones compartimos nuestra comida con los niños de un orfanato.

Cuando están enfermos tenemos que remitirlos al hospital más cercano a varios kilómetros.
FOTO 007 Hermanas. Niños transportando agua. Madre fundadora

Pero no hay mayor felicidad que verles recuperar la salud.

Y dar gracias a Dios por tanto bueno recibido.

Pero necesitamos más recursos para seguir ayudando. Si de verdad quieres colaborar con este precioso proyecto, no lo dudes más: ¡Ponte en contacto!

SOEURS SERVANTES DE MARIE
Batseng’la
B.P 21 DSCHANG (CAMEROUN)
AFRIQUE

O envía tu aportación a:
BANQUE ATLANTIQUE CAMEROUN
Num de Compte: 96024020000
Clé RIB: 70 Code Swift: ATCRCMCMXXX

¡Gracias de todo corazón! Biotz biotzetik Eskerrik asko! Merci de tout coeur!
Firmado. Sor Ángela Egaña Balenciaga, Sierva de Maria

UN POCO DE HISTORIA

¿Quiénes son las SIERVAS DE MARÍA, Ministras de los Enfermos?
Su lema: “Caridad exquisita, y profunda humildad. Amor a María. Oración continua y confianza en la Divina Providencia

El Instituto de las Siervas de María. Su origen

El iniciador de la obra fue Miguel Martínez; nació en Zaragoza el año 1811. Se establece en Madrid, donde le adjudicaron el puesto de Capellán predicador y penitenciario de la Bóveda de San Ginés. Es un sacerdote ejemplar, inteligente y de grandes dotes humanas. En 1848 le encargaron de Chamberí, que era un barrio de labriegos, dispersos por minúsculos altozanos. Pronto este Barrio conseguirá la fama de ser el más castizo de Madrid. Tras una charla entre algunos contertulios que frecuentan este lugar, en Junio de 1851, uno se lamenta de tener una hija enferma y no contar con quien la cuide.
FOTO 008 Cuadro de la Madre Fundadora en la Congregación de San Sebastián. Premio COEGI a la Trayectoria Profesional de las Siervas de María, Ministras de los Enfermos. Foto de la Congregación de las Siervas de María en Gipuzkoa

Miguel, hombre sensible, un poco romántico y soñador, a quien nada se le pone por delante, cuando se trata de la gloria de Dios, se embarca en la “aventura” de Fundar un Beaterio y con siete mujeres que se dediquen a cuidar a los enfermos, y sobre todo a los pobres para que les ayuden en sus necesidades extremas y que sea en sus casas; sin cobrar nada; habrán de contentarse con las limosnas que les den y los donativos de personas piadosas. Tendrán que salir solas de noche por las calles.

Miguel siente gran devoción por la Virgen de los Dolores. Al igual que los siete Servitas, fundados en Florencia y dedicados a extender la devoción a nuestra Señora de los Dolores; él quiere que sean siete las Hermanas que empiecen y estén dispuestas para su Fundación el día 15 de Agosto. Miguel cuenta con seis, le falta la séptima y solo faltan unos días para empezar a trabajar y no se ha decidido por la séptima. Nos dicen las crónicas que solo faltan cinco días para la fecha en que Miguel quiere iniciar la Fundación, cuando aparece la joven de 25 años: Manuela Torres Acosta; de familia humilde, sin grandes apariencias. Miguel la oyó sin demasiado entusiasmo, pero es aceptada y con las siete Hermanas comienza la andadura del Instituto de las Siervas de María.

El día 15 de Agosto de 1851, en la Calle del Castillo de Madrid, las siete Siervas de María formulan sus Votos con un nuevo nombre escogido por ellas: Manuela Torres Acosta será en adelante: la Hermana Mª SOLEDAD.

LA IMPORTANCIA DE LAS SIERVAS DE MARÍA EN EL TÍTULO OFICIAL DE ENFERMERA

Las Siervas de María Ministras de los Enfermos, religiosas dedicadas al cuidado de los enfermos, preferentemente a domicilio, y cuya fundación se remonta a 1851 en Madrid, solicitaron en 1915, ante el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, la aprobación del Programa para la Enseñanza de la Profesión de Enfermera y la creación de un diploma oficial que acreditase dicha formación en España, lo que se llevó a cabo a través de la Real Orden de 7 de Mayo de 1915 del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, publicada el 21 de mayo de ese mismo año en la Gaceta de Madrid.

Consiguieron la autorización del ejercicio de la profesión de Enfermera y el programa de conocimientos necesarios para la obtención del título de Enfermera. Crearon su Escuela de Enfermeras en Madrid en 1914 y sus alumnas, fueron las primeras en recibir el título oficial de Enfermera en 1915.

Lo hicieron siguiendo los pasos de otras instituciones que venían funcionando en diversos países europeos, fundamentalmente el Ambulatorio Scuola di San Giusepppe de Roma. Pero ¿por qué tomaron esa decisión? ¿Por qué pusieron tanto empeño en conseguir un título oficial de enfermera en España? ¿Por qué partió de ellas esa iniciativa y no de otros colectivos o instituciones?.

La respuesta hay que buscarla en un cúmulo de circunstancias y en el empeño que siempre pusieron estas religiosas para que su formación fuera la adecuada, algo que heredaron de su fundadora, la Madre Soledad Torres Acosta, y que debía permitirles hacer frente a su misión: “Las Siervas de María, Ministras de los Enfermos, se consagran al servicio de Dios y de la Iglesia, siguiendo a Cristo, virgen, pobre y obediente y «se dedican al cuidado de los enfermos en asistencia esmerada, gratuita y preferentemente a domicilio»”.
FOTO 009 Sor Ángela y los niños en el poblado de Batseng’la. Camerún

Ellas asistían, a los “enfermos de toda clase, estado y condición, de uno y otro sexo, prestándoles las Hermanas todos los servicios que necesitan sin salirse del plan facultativo y excluyendo siempre todo aquello que no es conforme al decoro. Es cargo suyo preparar al enfermo cocimientos, suministrarle los alimentos y medicinas, aplicarle apósitos y demás artes del curar [...]”.

Se formaban para la asistencia durante el noviciado y la enseñanza estaba en manos de la Maestra de Novicias, un cargo con gran prestigio y representación dentro de esta comunidad religiosa. Salvo en casos de epidemias o de extrema necesidad, las novicias no realizaban labores de asistencia a enfermos en el exterior, aunque sí ayudaban a cuidar a las monjas enfermas de su comunidad.

Son las autoras del Manual Práctico de Asistencia a Enfermos de 1920.

En otro trabajo seguiremos con está magnífica recopilación de la Historia de las Religiosas Hermanas Siervas de María.

NECESITAMOS VUESTRA AYUDA PARA NUESTRAS OBRAS

BIBLIOGRAFÍA
Autobiografía de Ángela Egaña Balenciaga

Pikume. Asociación de Cooperación al desarrollo
http://pikume.com/www.pikume.com/Hospital_Dschang.html

María Elena González Iglesias, Manuel Amezcua Martínez, José Siles González. El título de enfermera en España a través del análisis documental: el caso de las Siervas de María, Ministras de los Enfermos. Temperamentvm 2010, 12. Disponible en
http://www.index-f.com/temperamentum/tn12/t1210.php

Juan Ignacio Valle Racero. Enfermero y Antropólogo. Profesor de la Unidad docente de Matronas. Hospital Universitario Virgen del Rocío de Sevilla. Híades. Revista de Historia de la Enfermería, números 5-6, 1998 – 1999. Ficha nº 9. Manual Práctico de Asistencia a Enfermos.

Siervas de María
http://www.siervasdemariacastilla.com/contenido/Elinstituto.html
FOTO 010 Sor Ángela y los niños en el poblado de Batseng’la. Camerún

AUTORES
Raúl Expósito González
Enfermero. Servicio de Anestesia y Reanimación. Hospital “Santa Bárbara” de Puertollano. Ciudad Real. Experto en Barberos, Ministrantes y Sangradores
raexgon@hotmail.com

Jesús Rubio Pilarte
Enfermero y sociólogo. Profesor de la E. U. de Enfermería de Donostia. EHU/UPV
Miembro no numerario de La RSBAP
jrubiop20@enfermundi.com

Manuel Solórzano Sánchez
Enfermero Servicio de Oftalmología
Hospital Universitario Donostia de San Sebastián. Osakidetza /SVS
Vocal del País Vasco de la SEEOF. Insignia de Oro de la SEEOF
Miembro de Eusko Ikaskuntza
Miembro de la Sociedad Vasca de Cuidados Paliativos
Miembro Comité de Redacción de la Revista Ética de los Cuidados
M. Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería
Miembro no numerario de La RSBAP
masolorzano@telefonica.net

domingo, 8 de enero de 2012

HISTORIA DE UNA ESCUELA QUE SE CONVIRTIÓ EN HOSPITAL









HOSPITAL MILITAR GENERAL MOLA DE SAN SEBASTIÁN

Como en cualquier otro conflicto bélico, durante la guerra civil 1936 a 1939 la atención de las personas heridas en los combates, civiles y sobre todo militares, supuso un reto para los servicios sanitarios. En esas circunstancias, todo el personal sanitario fue militarizado. Como pese a todo; era insuficiente, se formaron a marchas forzadas, en muchas ocasiones con mínimos conceptos, a numerosos civiles, especialmente mujeres. Médicos, practicantes, enfermeras, Damas enfermeras y auxiliares de la Cruz Roja, Damas de Sanidad Militar etc. prestaron sus servicios en los equipos quirúrgicos de los hospitales de primera línea y en los de retaguardia; así como también en los buques-hospitales, trenes-hospitales, hospitales móviles y hospitales de sangre.
FOTO 001 Hospital Militar General Mola de San Sebastián

En estos equipos quirúrgicos trabajaron también “anestesistas que entonces eran practicantes”, enfermeras o estudiantes de medicina, bajo la supervisión directa del cirujano, que con unos medios totalmente precarios, realizaron una importante labor asistencial y humanitaria. Es muy poco lo que se ha escrito hasta el momento actual sobre la medicina, la enfermería y la cirugía en la Guerra Civil. Pero todavía fue mucho menos lo escrito sobre el interesante capítulo de la anestesia en la Guerra Civil, siendo prácticamente desconocido casi todo lo relacionado con esta cuestión en aquellas enfermerías quirúrgicas, muchas veces improvisadas, con una cantidad enorme de heridos y con apenas medios técnicos.

El herido de guerra
El herido de guerra es un enfermo muy peculiar y complejo, con lesiones de todo tipo, debido a proyectiles, trozos de metralla, onda expansiva (blast síndrome), arma blanca, aplastamiento (crush síndrome), quemaduras y congelaciones. El conflicto armado español se caracterizó también por la lucha de trincheras, lo que comportó una gran cantidad de heridas en la cabeza y la cara, con destrozos muchas veces totalmente rutilantes, debido al estallido de obuses. Por otra parte, el herido de guerra, está sometido a estrés continuado, con alimentación deficitaria y normalmente sin descanso. El gran riesgo de sus heridas se vio muchas veces complicado debido a las dificultades de evacuación desde el lugar del accidente al puesto de socorro o al hospital de primera línea. El dolor, el shock, la hemorragia y la infección, especialmente por clostridium, eran los fantasmas que acompañaban y complicaban a los heridos durante toda la guerra.

Además de las características especiales de estos heridos, había que añadir que lo habitual era gran problema relacionado con la asistencia sanitaria al herido de guerra fue que en ocasiones la afluencia masiva de enfermos y heridos desbordaba todas las previsiones, creando un auténtico caos, como ocurrió en el Hospital Griñón, donde en tan sólo 20 días trataron más de 11.000 heridos procedentes de la batalla de Brunete, o en el Hospital Militar General Mola de San Sebastián, que llegó a tener, en un momento dado, 700 heridos graves de cara y cuello, procedentes de los frentes de Aragón.
FOTO 002 Heridos de guerra y personal sanitario Hospital General Mola

En un principio la organización sanitaria fue un auténtico caos, tanto en un bando como en el otro; pero de una manera particular se hizo notar más en el republicano, debido a la práctica desaparición de los mandos militares. Se organizaron cursillos acelerados para médicos y enfermeras. Fue famoso el curso que se realizó en 1938 sobre cirugía maxilofacial en el Hospital militar General Mola de San Sebastián. En general el organigrama de los servicios quirúrgicos fue prácticamente el mismo en ambos bandos combatientes. Cada batallón (unidad militar de 1.000 hombres dividida entre dos y seis compañías y mandada por un coronel o un teniente coronel), disponía de un puesto de socorro en el que había un médico, un practicante, camilleros y acemileros, con una dotación mínima de material y medicamentos. Situados inmediatamente detrás de las líneas de fuego, servían de enlace entre estas y los hospitales de sangre, donde actuaban los equipos quirúrgicos más o menos organizados y con dotación muchas veces escasa y deficiente.

El Dr. Gómez DuránConsideramos totalmente insuficiente el personal que constituía la inmensa mayoría de los equipos de la Gran Guerra: un cirujano, un ayudante, un anestesista y dos enfermeros o enfermeras especializadas”. Para el mismo médico la organización adecuada de un equipo quirúrgico sería la siguiente: “Partiendo de la unidad fundamental Equipo, cuya constitución debe estar reducida a un mínimo de personas necesario, pero eficiente: un cirujano jefe; un ayudante entrenado y que actúa al propio tiempo de radiólogo, con un aparato portátil tipo Philips; un segundo ayudante, que actúa con un practicante como Equipo auxiliar para clasificación y practicar transfusiones; un anestesista practicante con gran experiencia en anestesia; porque juzgamos que el secreto es algo que depende de “cogerle el tiento”, a aparte que el practicante que no sabe, ni le interesa la técnica quirúrgica, no se entretiene en la marcha de la operación, como ocurre con frecuencia a los médicos. Dos enfermeras o hermanas con hábitos quirúrgicos bien controlados. Sanitarios, uno dedicado a la esterilización exclusivamente; dos a sueros e inyectables de todas las clases, para la preparación de heridos; otro escribiente; otro barbero; otros cinco de servicios en las clínicas. Total 3 médicos, dos practicantes, dos enfermeras, diez sanitarios”.

Del equipo quirúrgico del VIII Cuerpo del Ejército de Galicia decía el Dr. Gómez Durán: “Evidentemente el jefe, ayudante y anestesista han de ser tres elementos que hayan trabajado juntos y se hayan compenetrado mutuamente”.

Este equipo ideal, su organigrama sería:
Equipo principal:
Cirujano Jefe
Cirujano ayudante
Practicante anestesista
Enfermera instrumentista
Enfermera del material
Sanitario de inyecciones.
Equipo secundario:
Un médico cirujano
Un practicante
Un sanitario para sueros y tónicos
Un sanitario barbero
Equipo de clasificación:
Un médico
Un sanitario
Un cabo escribiente, encargado del registro de heridos y recogida de dinero y efectos.
Un sacerdote.
FOTO 003 Equipo Quirúrgico

El cirujano ocupaba una posición privilegiada, derivada del sentir de la época y de su graduación militar, estando todo el restante personal del equipo subordinado a sus decisiones.

La esterilización, la anestesia, las curas y los cuidados postoperatorios son confiados a un personal especializado, pero en todo caso sigue y ejecuta las indicaciones del cirujano”.

Similar organización existió en el bando republicano, según se desprende de lo referido por M. Picardo:
Cada equipo quirúrgico divisionario estaba formado por un jefe, con un grado de capitán; un teniente ayudante; un oficial anestesista, que era un practicante; un instrumentista, practicante o estudiante de medicina; a estos se unió un transfusor de sangre estudiante de medicina o practicante. Había además una enfermera de quirófano, ayudada por un sanitario de quirófano, encargados del montaje, esterilización, autoclave, hervidores…”

Sin embargo, este equipo era insuficiente en determinadas situaciones: “Un equipo quirúrgico de tipo clásico que podamos decir, consta de un cirujano, médico ayudante, practicante anestesista y dos enfermeras. Equipo, notablemente insuficiente”.

José Queralló cirujano de los ejércitos de Navarra y Guipúzcoa introdujo el “método o cura retardada” en las fracturas de guerra, que luego sería adoptado por todos los cirujanos españoles. Consistía en una intervención quirúrgica mínima sobre la herida y no levantar el primer apósito hasta que la herida estaba próxima a la cicatrización.

San Sebastián
Un acontecimiento extraordinario en la historia de la cirugía y de la anestesia en la Guerra Civil, lo protagonizaron en San Sebastián en el Hospital militar General Mola un equipo de anestesistas ingleses y un cirujano americano que trabajaron para las tropas nacionales en un hospital de retaguardia de los frentes de Aragón, junto a un grupo de cirujanos y dentistas españoles.

San Sebastián contaba con unos excelentes “practicantes anestesistas” que además de hacer su trabajo en los centros donde trabajaban enseñaban su profesión a los nuevos médicos recién terminados. Ellos eran: Francisco Del Campo Benito, trabajó en el Hospital Civil San Antonio Abad y en la Clínica Martín Santos. Javier López de Pariza Michelena, que trabajó en la Clínica Martín Santos y Luis García Castro, que trabajó en la Clínica del Koro, Hospital de la Cruz Roja y en el Hospital Militar General Mola.

El cirujano americano de origen irlandés era el Dr. Joseph Eastman Sheehan (1885 – 1951), colaboró en la guerra civil española de 1936 a 1939. En esta guerra se utilizaron mucho en los combates, los sistemas defensivos de “trincheras” y “parapetos”, lo que junto a la munición empleada, y al uso de armas blancas, determinaron un tipo especial de heridas en la cara y cuello con lesiones muchas veces espeluznantes, que supusieron un reto para la anestesia y la cirugía de entonces. Una cita que se escribió en el New York Times, dramatizaba estos hechos:
Había tantas caras mutiladas en el ejército rebelde como había en el ejército británico al final de la primera Guerra Mundial”.

Los heridos de cara más frecuentes eran de metralla, realmente impresionantes. Estos pobres heridos de metralla en el rostro producían horror; verdaderos monstruos, sin cara; masa de carne y piel a piltrafas colgando, respirando con los ojos fuera de las órbitas por desaparición del macizo óseo de la cara; sin nariz ni labio; ni boca ni dientes; sin barbilla; con la lengua amoratada, hinchada, cayendo sobre el pecho. Llenos de moscas, soplando una espuma sanguinolenta, asfixiándose hay que imaginar que una inmensa hacha cortase de violento golpe lateral toda la cara”.

Esta tétrica exposición corresponde a la realidad de los hechos, y en el Hospital militar General Mola de San Sebastián, llegaron a contabilizarse 700 heridos de cara y cuello que demandaban una urgente solución a su problema facial para una incorporación digna a su vida futura. Ante esta situación apremiante es llamado el famoso cirujano americano Joseph Eastman, que ya en el año 1928 había sido invitado por el Rey Alfonso XIII para tratar ciertas secuelas en heridos de las campañas de Marruecos. El cirujano llegó a Burgos en septiembre de 1937.

Sheehan, aunque de origen irlandés, vivió y trabajó en Estados Unidos, realizando sus estudios en la Universidad de Yale, especializándose en Berna, Oxford, Heidelberg, Londres, París, Viena y Budapest, adquiriendo una magnífica formación quirúrgica y un particular talante humano. Fue un hombre polifacético que tuvo muchos amigos entre la élite de la sociedad americana y europea, también sus implacables detractores y enemigos; pero todos ellos estaban de acuerdo en que era un cirujano extraordinario y brillante.
FOTO 004 Joseph Eastman Sheehan

Después de su llegada a Burgos, en septiembre de 1937, recorrió varios hospitales de guerra en esta ciudad y después en Zaragoza, destinándose finalmente a San Sebastián. En Donosti junto al cirujano catalán José Soler Roig, el cirujano plástico Soraluce y el dentista Carmelo Balda, organizan lo que con el discurrir de la guerra sería el “Primer Servicio de Cirugía Plástica”, y se encuentra con el gran problema de la anestesia en las grandes mutilaciones de cara y cuello, por lo que llama a su amigo Robert Reynolds Macintosh, recién nombrado Profesor del Departamento de Nuffield de Anestesiología de Oxford para que le ayude en sus operaciones con técnicas anestésicas, especialmente con “intubación endotraqueal”, desconocidas o poco practicadas entonces en España. (Macintosh fue el primer Catedrático de Anestesiología de Europa, y contribuyó a elevar el nivel científico y el estatus académico de dicha especialidad en muchos países. Este hecho fue consecuencia de su gran actividad docente e investigadora, ostentó la jefatura desde 1937 hasta 1965. Otro factor que contribuyó a esta labor fueron sus múltiples viajes al extranjero, en los que hizo demostraciones de su avanzada técnica anestésica).

A Sheehan le tocan todos los heridos del frente de Teruel al ser el Hospital de San Sebastián el referente en la retaguardia, y el número de los heridos que llegaban a San Sebastián era francamente preocupante.

Robert R. Macintosh vino a España por primera vez a finales del verano de 1937, en plena guerra civil española, invitado por el gobierno del general Franco, para anestesiar a los pacientes que su amigo, el cirujano plástico americano Eastman Sheehan debía operar de las terribles heridas faciales ocasionadas por la metralla.

Macintosh relata lo que le ocurrió en el primer caso que operó, que resultó caótico, tal como lo explicó en el II Simposium Internacional de Historia de la Anestesia:

Las dificultades idiomáticas no fueron nada en comparación con las anestésicas. Como era de esperar le asignaron el mejor anestesista que tenían, que resultó ser una monja, que había sido preparada profesionalmente por otras monjas. Sheehan sugirió que intubara al paciente, pero la monja ni siquiera sabía de qué le estaba hablando. La anestesista insistió en mantener la mascarilla firmemente aplicada en la zona que Sheehan debía reparar, por lo que la situación resultó ser un callejón sin salida. Por ello, Sheehan se puso en contacto conmigo, que acababa de tomar posesión de mi cátedra en Oxford, me comentó la situación, y me aseguró que todas las dificultades se resolverían si yo pudiera venir con un laringoscopio, y unos cuantos tubos endotraqueales.”
FOTO 005 Dispositivo anestésico utilizado por el Dr. Sánchez Galindo. Anestesia antigua y inhalador de Ombredanne

Al llegar a España, se encontró con la inesperada sorpresa de que el único aparato de anestesia disponible era el inhalador de Ombredanne, al que posteriormente describió como una copia descarada del inhalador de Clover. La necesidad de mantener la mascarilla anestésica aplicada a la cara durante toda la intervención, imposibilitaba el uso de este inhalador para la cirugía facial reparadora. Los únicos fármacos disponibles eran el éter, el cloruro de etilo, el cloroformo, y el evipán. No había atropina, cocaína, ni aparatos de aspiración, y la salivación profusa era aceptada como una característica inevitable de la anestesia etérea. Los médicos españoles no habían oído hablar del protóxido de nitrógeno. Durante toda su estancia no encontró a un sólo médico que hubiera visto una bombona de oxígeno, y en una ocasión en que se lo pidió a una monja, ésta apareció al cabo de media hora con una especie de maleta de goma, que aparentemente estaba llena de oxígeno.

La monja católica que habitualmente administraba la anestesia, se asustó al ver la intubación”.

Robert R. Macintosh, lo que pretendía era diseñar una versión más científica de la lata de Flagg, a la que consideró como la semilla del vaporizador de Oxford. Por ello, de regreso a Oxford, y ante la amenaza de una contienda internacional, Macintosh se puso a diseñar un vaporizador que pudiera ser empleado en situaciones de emergencia. Las características técnicas y su funcionamiento fueron publicados en Lancet de julio de 1941, en una serie de cuatro artículos. El vaporizador de Oxford se difundió rápidamente por todo el mundo gracias a su sencillez, su seguridad y la posibilidad de ser empleado en situaciones poco favorables, como era habitual en los países tecnológicamente subdesarrollados.

Decían de él:
El profesor Macintosh vino con su vaporizador de Oxford y, ante el asombro de todo el mundo, ¡administró éter! (¡el único anestésico general empleado en España durante décadas!)”.

Eastman Sheehan, organizó un segundo cursillo que tuvo una gran acogida entre los cirujanos españoles, asistiendo al mismo unos treinta. Entre ellos estaba el capitán José Sánchez Galindo. Sheehan se va en la primavera de 1938 y aconseja a Franco de la necesidad de continuar con este Servicio de Cirugía Plástica creado en San Sebastián, y franco decide enviar a Nueva York al capitán José Sánchez Galindo para que se especializase con los eminentes cirujanos americanos. Galindo con la ayuda de Sheehan y del oculista Ramón Castroviejo, visitó varias clínicas de Nueva York. A su regreso a San Sebastián se hizo cargo del Servicio de Cirugía Plástica del Hospital General Mola. Este departamento quirúrgico quedó dividido en tres secciones, además de la Cirugía Plástica: la Unidad de Cirugía con el Dr. Soler Roig en el Hospital de las Mercedes; la Unidad del Hospital Civil San Antonio Abad de la que se encargó el Dr. Soraluce y la Unidad Protésica y Maxilofacial dirigida por el dentista Carmelo Balda.

Algo había cambiado en la anestesia y cirugía en España, Sánchez Galindo aprendió en San Sebastián y en América las técnicas de intubación traqueal, y muy pronto siguieron trabajando con los primeros anestesiólogos que se especializaron en España. San Sebastián y su hospital fueron los pioneros de la Cirugía Plástica. Esta práctica ya la utilizaba en San Sebastián antes de llegar Sheehan el Dr. José Soler Roig.

Para el Dr. Sánchez Galindo, era imprescindible la anestesia general con intubación endotraqueal, técnica que él aprendió y practicó en el Hospital General Mola de San Sebastián. Además de la importancia de la anestesia el personal humano y sobre todo los practicantes anestesistas y las enfermeras circulantes que atendían los quirófanos fueron imprescindibles para salvar la vida a estos soldados con heridas tan monstruosas y deformes.

San Sebastián antes de la guerra civil
Hasta 1936 la medicina guipuzcoana y la enfermería vivió un período especialmente brillante y, a pesar de contar con escasos medios, Gipuzkoa fue pionera en muchas iniciativas médico-sanitarias. El Colegio de Practicantes se crea en 1904, anteriormente se reunían los mismos para solucionar los problemas de “La Clase”, sobre todo de intrusismo que se daban en la provincia.
FOTO 006 Dr. Carlos Elósegui practica en San Sebastián una de las primeras transfusiones con sangre estabilizada, en la guerra civil. Paz Gastaminza en la entrada del Hospital e Hija de la Caridad atendiendo a un herido

El Dr. Juan José Celaya apostó fuerte por el movimiento de la colegiación, logrando que en 1899 se constituyera la Junta de Gobierno del Colegio de Médicos de Gipuzkoa. El Colegio inicialmente contó con 25 médicos. Un año más tarde la gran mayoría de los médicos de Gipuzkoa, a excepción de ocho médicos civiles y dos militares, estaban colegiados. En 1916, el Colegio puso en marcha la Academia Médico-Quirúrgica y comenzó a publicar la revista Guipúzcoa Médica. Entre los nombres propios de la vida médica guipuzcoana cabe destacar, entre otros, al reputado tisiólogo Emiliano Eizaguirre, responsable de la lucha contra la tuberculosis hasta que en 1934, se involucró el Estado. Los doctores Luis Ayestarán y Benigno Oreja vieron la necesidad de crear un centro específico contra el cáncer independiente del Hospital San Antonio Abad de Manteo. Así, en 1933 se inauguró el Instituto Radio-Quirúrgico de Gipuzkoa.

Profesional destacado del Hospital San Antonio Abad fue el Dr. José Beguiristain que, además de en la revista Guipúzcoa Médica, publicó en la Revista Española de la Medicina. Otra figura que trascendió los límites de Gipuzkoa fue la del médico donostiarra D. Luis Urrutia.
FOTO 007 Damas Auxiliares de Sanidad Militar Hospital General Mola

San Sebastián fue declarada la primera ciudad de España en cuanto a higiene. Los motivos para ello fueron, entre otros, que el Ayuntamiento propició el laboratorio químico municipal y la asistencia médica a través de la Casa de Socorro Municipal. Años más tarde, en 1925, creó el Instituto Municipal de Higiene. La higiene pública en Gipuzkoa se concretó, además, en la creación de las estaciones sanitarias de Irún y del Puerto de Pasajes. Además, para atender a quienes por falta de recursos económicos no podían contar con nodriza se contaba con la Gota de Leche y, por su parte, para resolver el grave problema de los niños abandonados, se puso en funcionamiento la Casa Cuna de Fraisoro, en Zizurkil.

A este abanico de servicios había que añadir las clínicas privadas repartidas por la capital, Tolosa, Irún y Eibar principalmente, además de otras instituciones como el Hospital de la Cruz Roja; la Casa de la Maternidad; la Casa de Salud de Santa Agueda en Mondragón, y centros de beneficencia como la Casa de Misericordia; el Asilo Matía; o el dispensario de Santa Isabel.

Reseña Breve del Hospital Militar General Mola de San Sebastián
Por haber estado bajo la jurisdicción militar, hay pocos datos sobre el edificio del paseo Duque de Mandas. Fue construido, al parecer hacia 1911, como local para Escuelas Municipales. Todavía hay veteranos donostiarras que recuerdan sus grandes aulas y hasta el olor de aquel colegio que dirigió Pedro Cormenzana, educador que cuenta con una calle dedicada en Tolaregoya. El amplio inmueble, cuya arquitectura recuerda a los palacios meridionales con elementos de piedra enmarcando puertas y ventanas, también albergaría durante varios años en su planta superior a la Escuela de Comercio.
FOTO 008 Capitán Practicante Luis García Castro

En la guerra civil cuando por comprensibles exigencias fue reclamado como hospital de campaña donde curaron sus heridas y dolencias numerosos guipuzcoanos. Además se convirtió en centro quirúrgico. Algunos de sus directores fueron los Dres. Comandante Tomás Larrosa, Leandro Martín Santos, Manuel Cárdenas y el General Fernando Pérez Iñigo, cirujanos todos ellos menos el primero.

El primer Ayuntamiento de mayoría republicana al final de la monarquía, le traspasó el nuevo edificio de las Escuelas Municipales a Hospital militar General Mola para las urgencias del centro de acogida de los heridos. En la postguerra, el centro mantendría su función sanitaria, ya como Hospital Militar General Mola y funcionó desde 1936 hasta 1982 que se cerró.

En 1937 se celebró en el Hospital Militar General Mola el Primer Cursillo de Enfermeras Voluntarias de Sanidad Militar.
Con asistencia del Excelentísimo Señor Coronel Gobernador militar de la plaza; Excelentísimo señor Gobernador Civil, Comandante de Marina, Presidente de la Diputación, Alcalde de San Sebastián, Jefe de Estado Mayor, Inspector Provincial de Sanidad, Director y personal sanitario, doctor Miguel Kutz, médicos civiles encargados de la asistencia en el Hospital Militar y damas e Hijas de la Caridad, se ha procedido al reparto de Diplomas del Curso de enfermeras y entrega de insignias del mismo. Previas unas palabras de explicación, pronunciadas por el Comandante Médico, Director del Hospital Tomás Larrosa, el coronel Alfonso Velarde repartió los diplomas e insignias a las 200 nuevas damas enfermeras. Al terminar el acto, dirigió unas hermosas frases concluyendo con un entusiasta ¡Viva España!, que fue calurosa y unánimemente respondido. (Diario Vasco 1937).

En otro artículo encontrado en la prensa del Diario Vasco el 16 de Mayo de 1939 decía así:
A LAS DAMAS ENFERMERAS RESIDENTES EN SAN SEBASTIAN
Siendo insuficientes el número de las enfermeras que actualmente atienden en los Hospitales Militares a los que tan abnegadamente se han sacrificado por Dios y por España, se ruega a las Damas enfermeras residentes en San Sebastián acudan a cumplir su patriótico y caritativo deber. La inspectora delegada, Carmen Resines.
FOTO 009 Reparto de Diplomas e insignias a las Damas de Sanidad Militar

AGRADECIMIENTOS Y FOTOGRAFÍAS
Luis García Castro
Paz Gastaminza
Celia Nebreda
Cristina Sánchez Berra

BIBLIOGRAFÍA
Diario Vasco
de San Sebastián 1937 - 1940
Historia de la Anestesia en España. 1847 – 1940. Avelino Franco Grande, Julián Álvarez Escudero y Joaquín Cortes Laíño. Fotos Escaneadas.

AUTORES
Raúl Expósito González
Enfermero. Servicio de Anestesia y Reanimación. Hospital “Santa Bárbara” de Puertollano. Ciudad Real. Experto en Barberos, Ministrantes y Sangradores
raexgon@hotmail.com

Jesús Rubio Pilarte
Enfermero y sociólogo. Profesor de la E. U. de Enfermería de Donostia. EHU/UPV
Miembro no numerario de La RSBAP
jrubiop20@enfermundi.com

Manuel Solórzano Sánchez
Enfermero Servicio de Oftalmología
Hospital Universitario Donostia de San Sebastián. Osakidetza /SVS
Vocal del País Vasco de la SEEOF. Insignia de Oro de la SEEOF
Miembro de Eusko Ikaskuntza
Miembro de la Sociedad Vasca de Cuidados Paliativos
Miembro Comité de Redacción de la Revista Ética de los Cuidados
M. Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería
Miembro no numerario de La RSBAP
masolorzano@telefonica.net