viernes, 13 de marzo de 2020

LA GRIPE ENTRE 1890 Y 1920


LA ENFERMEDAD REINANTE LA GRIPE 1890

FOTO 1 Doctor A. Pulido en su despacho de Madrid

LA GRIPE 1890

Cuando en el invierno de 1889 – 1890 se nos dio a conocer en Madrid esta enfermedad, cuyo nombre pronuncian a menudo ahora todos los madrileños, ni nos acordábamos los médicos de que semejante padecimiento figurase en la patología humana, ni en un principio nos dimos cumplida cuenta del respetable personaje que venía a procurarse larga residencia entre nosotros.

Por lo que a su existencia se refería, a lo sumo los profesores más leídos recordaban que, en la relación larguísima de morbos humanos, había uno que castigó poblaciones y describieron médicos ilustres como Sydenhan, Stoll, Graves… y otros; pero de él apenas podían referir cosa alguna, pues la vez última que se había presentado como cumple a una respetable enfermedad había sido en el año 1835, fecha ya distante, y si entonces se podían narrar algunas hazañas, las de los años 1848, 67, 70, 73, 75, 81 y 86 de este siglo, fueron tan baladíes que muy bien pudieron cargarse a la cuenta de esas otras epidemias de catarro estacional con que las estaciones crudas y los días destemplados obsequian a los hijos de esta coronada villa.

Por lo que se refiere a su modo de presentarse, fue entonces (1889 – 1890) tan benigna y retozona al principio, que médicos y pacientes se dieron a bromear con la extraña nueva de ver que en pocos días la mayoría del vecindario de Madrid caía en cama, sentía con un fuerte dolor de cabeza y un quebrantamiento general, como el de quien recibe una paliza (trancazo), altísima y fugaz fiebre que producía pasajera alarma, todos ellos fenómenos que desaparecían pronto; pero que traían luego un malestar y rendimiento pertinaces, que duraban días y días y hacían caer en la cuenta de que la convalecencia era mucho peor que la enfermedad, y que burla burlando, la tal indisposición era más fastidiosa de lo que al principio parecía.

Muy bien pudo recordarse entonces cierta definición de Broussais, cuando, mal advertido de cómo era capaz de gastarlas la enfermedad, dijo: «¡Gripe, invención de gentes sin dinero, y de médicos sin clientela que, no teniendo nada que hacer, han inventado esta faramalla!» ¡Sí, sí, no fue mala la invención entonces! Aquella despreciable indisposición que hacía reír, fue acentuándose más y más, se irritó quizás con el desdén que se la trataba, y no habían pasado muchas semanas cuando la mortalidad creció en proporciones alarmantes, figuras ilustres cuya desaparición impresionaba fuertemente al sentimiento público, perecían arrebatadas por malignas pulmonías, y se produjo al fin ese estado de terror que inspira siempre todo azote epidémico, cuando castiga y hiere de muerte sin que se sepa cómo ni por dónde se recibe el golpe.

Aquella bromita se llevó en el transcurso de dos meses diciembre de 1889 y enero de 1890, 2.974 personas más de las que se habían llevado los mismos meses en años anteriores calificados de excesivamente mortíferos, en proporción al tipo medio normal.

Desde entonces, la grippe se ha domiciliado en Madrid, podríamos decir con más propiedad en España, y todavía con más exactitud en Europa, y castigando de continuo a nuestro vecindario, complicando sus enfermedades comunes, y dándolas una malignidad incurable a veces, aprieta de cuando en cuando, lo mismo en invierno que en verano, así en tiempo seco como en húmedo, produciendo epidemias más o menos intensas, que aumentan la cifra de nuestras defunciones, y nos traen doblemente inquietos, no sólo por el daño que hacen, sino por la confusión que producen en nuestros juicios, la invisibilidad con que se burlan de nuestras investigaciones.

FOTO 2 Royal Prince Alfred Hospital Sala de hombres y niños, 1880

Sin duda que bajo este aspecto último la grippe es la enfermedad más misteriosa de las epidémicas que ahora nos preocupan. El cólera, la difteria, la peste, la tifoidea… todas parecen más conocidas, y se prestan a más fundadas y eficaces medidas preservadoras.

De la grippe no sabemos aún a ciencia cierta ni el elemento ordinario de su residencia, siquiera supongamos sea el aire; ni sus condiciones de infección y de contagio; ni si tiene uno o más gérmenes productores; ni si éstos son factores nuevos o son los mismos que habitualmente nos rodean, y forman nuestros comensales ordinarios, pero exaltados en sus efectos, ya por culpa de su mayor virulencia, o por la de nuestra más debilitada inmunidad; ni si interviene realmente en muchas y distintas enfermedades que, con cuadros sintomáticos también distintos, atacan principalmente ya al sistema nervioso, ya a los órganos del pecho, ya a los del vientre, produciendo una patología especial, extraña, ahora muy benigna, ahora de gravedad incurable, pero siempre con ciertas relaciones y nexos mal definidos, que nos inducen a creer sea sólo un enemigo que imprime aspectos varios a su obra, según las condiciones del tiempo cuando ataca, y de los individuos en que actúa.

¡Ya tiene problemas que ilustrar, con los apuntados, las clínicas y los laboratorios, si han de conocer bien lo referente a esta enfermedad! Verdadera patología bizarra, histeriforme, caprichosa; parece ser la condición de esas bellezas venales que reciben risueñas en brazos falazmente inofensivos, y dejan luego herido de muerte con lenta y rebeldísima enfermedad al desgraciado; así ella, mirada muchas veces sólo como una dulce invitación a reposar uno o dos días en el lecho, deja luego los pulmones, u otro órgano, heridos con enfermedad de muerte!

FOTO 3 En Sydney, Australia, las enfermeras dejan Blackfriars Depot en Chippendale durante la epidemia de gripe

Hay que recibirla con desconfianza, y dejando para los médicos lo que se refiere a su conocimiento íntimo, al común de las gentes le bastará saber, que es de las menos graves entre todas las epidémicas si se le atiende y se la combate. Genio irritable y exigente el suyo, no suele pasar a mayores si, una vez sentidos sus efectos, el individuo se recoge, guarda cama, suda copiosamente, permanece alejado de enfriamiento, y no le regatea la solicitud de tres o cuatro días.

Quien se niegue desdeñoso al pago de esta contribución podrá salirse con la suya, pero corre el peligro de pagar otra más cara y duradera. Yo mismo he sido víctima de tamaño desacierto: dispútela una vez tres o cuatro días de cuidados, y pagué al fin tres meses de enfermedad en que me vi algo apuradillo (1).

¡Hay que conocer las enfermedades hasta en estas rarezas de dama caprichosa! (1).
Doctor A. Pulido

LA GRIPPE 1895

LA EPIDEMIA REINANTE

EL MICROBIO DE LA GRIPPE

La grippe, llamada también influenza, palabra italiana importada de la vecina Península durante - la epidemia de 1889 1890, se ha presentado nuevamente en el Mediodía de Europa. Francia está invadida desde diciembre, y España hace un mes que ha sufrido el contagio (2).

Trátase de una dolencia bien conocida, bajo el punto de vista clínico, pero no tanto bajo el punto de vista bacteriológico. Se han encontrado tantos microbios en las expectoraciones gripales, que se duda si hay uno especial de esta enfermedad o si el carácter de la grippe estriba precisamente en, la asociación microbiana.

FOTO 4 Enfermeras en un hospital conteniendo la epidemia de gripe española 1918

Pfeiffer en Alemania, y casi al mismo tiempo Canon en Inglaterra, han acertado a aislar un microbio que se dibuja bien por el método de Gram, pero que se cultiva muy difícilmente y que no prospera sino en el medio sanguíneo. El baccillus de Pfeiffer, que carece por completo de movimiento, se encuentra casi siempre en la sangre de los griposos al comienzo de la enfermedad, en la grippe propiamente dicha. Pero es preciso tener en cuenta que esta dolencia no es más, con demasiada frecuencia, que la introductora, el prólogo o anuncio, por decirlo así, de afecciones múltiples y a menudo graves, producto de infernales asociaciones de microbios.

La incubación es muy corta: los síntomas se presentan con una rapidez que desconcierta; ordinariamente son ligeros, aunque a veces la temperatura del invadido se eleva hasta los 41º algunas horas, al mismo tiempo que una laxitud intensa, una especie de abatimiento doloroso clava al paciente en el sillón o en el lecho. Las náuseas y los vómitos se agregan frecuentemente a este cuadro de síntomas. Estos accidentes desaparecen la mayor parte de las veces con la misma ligereza que invaden (2).

FOTO 5 Enfermeras de la Cruz Roja durante la epidemia de gripe de 1918

Pero ordinariamente del tercero al quinto día después de desaparecer la fiebre inicial, surgen las complicaciones bronquiales o broncopulmonnres en la mayoría de los casos, cardiacas, renales, gastrointestinales, nerviosas, múltiples en los demás. La indicación de todas las eventualidades exigiría largo espacio: sólo hemos de decir que el médico debe conformar sus prescripciones a lo que le aconseje el estado del enfermo, pero tomando siempre precauciones para no ser sorprendido por los múltiples cambios de la dolencia.

Las medidas que deben aconsejarse en tiempos de epidemia son tan sencillas como racionales. Evitar, hasta donde sea posible, la vecindad de los invadidos; mantener las vías respiratorias y digestivas en estado de asepia completa por medio de irrigaciones nasales, enjuagues de la boca y gargarismos, todo con agua boricada o al menos con agua cocida; evitar los excesos, la fatiga y los enfriamientos (2).

Si a pesar de estos medios profilácticos o por negligencia invade el mal, es precio guardar cama, no tomar otro alimento que leche adicionada con un poco de buen alcohol, combatir el dolor y los síntomas nerviosos con la antipirina y el sulfato de quinina, y procurar la eliminación de las toxinas. A este fin se favorecerán las secreciones: la cutánea, con el acetato de amoniaco; la renal, con las preparaciones diuréticas; la intestinal, con los purgantes. El emético será útil si la invasión alcanza al estómago o a las vías respiratorias.

FOTO 6 Enfermeras de la Cruz Roja americana el 11 de marzo de 1918 en el comienzo de la epidemia de gripe española

Una verdadera locura será el tratar ligeramente la grippe, y no será menor la que se cometa confiando en la benignidad con que se presente la epidemia. La virulencia de los microbios asociados parece crecer progresivamente (2).

LA GRIPE DE 1918

La pandemia afectó hace un siglo a 500 millones de personas y produjo entre 50 y 100 millones de muertes

En 1918 acabó la Primera Guerra Mundial. Saber el número de muertos que hubo no es tarea fácil pues dependiendo de las fuentes consultadas las cifras varían. El buscador-enciclopedia muy fiable WolframAlpha, nos dice que hubo diez millones de militares muertos pero no dispone de datos de civiles. En Wikipedia leemos que los civiles muertos fueron entre cinco y seis millones. Uniendo las dos cifras nos encontramos con la horrorosa cantidad de entre 15 y 16 millones de personas muertas (3).

Una de las grandes dificultades para saber el número de civiles muertos por las consecuencias de la guerra es que en 1918 ocurrió una de las peores pandemias de todos los tiempos: la que se conoce como “gripe de 1918” o mal llamada “gripe española”. Su nombre nos hace pensar que atacó más fuertemente a nuestro país pero no es así. La razón es que como muchos países europeos estaban en guerra no publicaban las estadísticas de muertos para no dar pistas al enemigo. Como España no intervino en la guerra las podía dar sin ningún problema y por eso se llamó «la gripe española». Hoy en día, sobre todo entre los jóvenes, hay cierta tendencia a pensar que la gripe es poco más que un catarro; craso error.

FOTO 7 En los Hospitales los enfermos estaban amontonados, lo que propiciaba el contagio. Pacientes de la epidemia de gripe de 1918 en el Hospital estadounidense de Fort Riley, donde se registraron los primeros casos. National Museum of Health

La gripe es un virus y, por lo tanto, no se combate con antibióticos. La mejor defensa que tenemos son las vacunas. La vacuna de la gripe no es efectiva al 100 % pero sí que disminuye mucho los efectos de la enfermedad en caso de contraerla. Muchas veces nos inmunizamos de modo natural al contraer la gripe. Si tenemos la suerte de contraer una gripe poco virulenta ya estamos protegidos hasta cierto punto de otras más virulentas.

Esa es la razón por la que la gripe afecta más a los jóvenes que a los mayores (los mayores ya han sido inmunizados por haber padecido gripe anteriormente). Pero de vez en cuando el virus sufre una mutación tan fuerte que las defensas adquiridas no sirven.

Eso es lo que pasó en 1918, la gripe de ese año era muy novedosa y, por lo tanto, contagiaba por igual a mayores a jóvenes. Nadie tenía defensas contra ella y se produjo la mayor pandemia conocida de la historia de la humanidad. Infecto a 500 millones de personas en todo el mundo, desde España a la Polinesia pasando por el Ártico. Se estima que el 10 % de las personas infectadas morían, por lo tanto estamos hablando de un mínimo de 50 millones de muertos. Algunos autores hablan de 100.

La Guerra no fue la culpable, pero contribuyó con el hacinamiento en las trincheras y transportando el virus en aviones y barcos militares (3).

EN QUÉ CONSISTIÓ LA GRIPE ESPAÑOLA, LA ENFERMEDAD QUE MATÓ MÁS PERSONAS QUE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL


FOTO 8 Los edificios públicos se convirtieron en hospitales para poder atender a los enfermos

Los registros de la época dan cuenta de calles vacías, de empleados que no acudían a sus trabajos y de gente con mucho miedo que no se atrevía a salir de sus casas por miedo a cruzarse con quienes sufrían de influenza y que, desesperadamente, necesitaban ayuda.

Uno de los testimonios que se documentó en esa fecha fue el del director de la organización Ayuda de Emergencia en el estado de Pensilvania, Estados Unidos.

Contaba que había niños que se morían de hambre porque sus padres habían fallecido a causa de la enfermedad y nadie quería acercarse a ellos (4).

“Un pánico similar al de la Edad Media con respecto a la Plaga Negra se ha observado en muchas partes de Estados Unidos”, afirma un informe interno de la Cruz Roja Americana citado por una publicación de la estadounidense Institución Smithsonian.

Todo comenzó a principios de 1918. Miles de personas empezaron a enfermarse, sentían debilidad y tenían neumonía, problemas estomacales, dificultades para respirar, confusión y fiebre (4).

FOTO 9 Era difícil conseguir personal para que ayudara a las personas que tenían el virus. Cuerpo de Enfermeras de la Cruz Roja en St. Louis durante la epidemia de gripe de 1918. Universal History Archive

Casos similares aparecieron en México, Rusia, Irán, Nueva Zelanda, Argelia, las Islas Fiji y Gambia, por mencionar solo algunos países. La influenza mató al menos a 50 millones de personas, una cantidad que triplicaba el número de quienes perdieron la vida como consecuencia de la Primera Guerra Mundial. La expectativa de vida se redujo 12 años en Estados Unidos.

La pandemia, que duró poco más de un año, logró controlarse en 1919, pero los efectos de la enfermedad más mortífera de principios del siglo XX todavía están presentes.

Misterios

En un principio, y a pesar de que el número de personas contagiadas era muy elevado, la tasa de mortalidad no era particularmente alta, y eso hizo que algunos no tomaran la situación con suficiente seriedad.

“Aunque algunos investigadores afirman que la pandemia de influencia empezó en Francia en 1916 o en China y Vietnam en 1917, muchos estudios indican que todo comenzó en Estados Unidos y se propagó a Francia con la llegada de las tropas estadounidenses”, afirma la publicación de la Institución Smithsonian (4).

FOTO 10 Los carteles fueron parte de la campaña de información con la que se trató de controlar la pandemia

También se le conoce como la gripe española por la atención que recibió en ese país. “Sacudió a España, incluso el rey se enfermó, así que los medios de comunicación, que no estaban censurados como los de otros países que participaban en la guerra, cubrieron el tema ampliamente”. Pese al transcurso de los años y la evolución de la tecnología no se han logrado explicar todas las circunstancias que rodearon a la mortal pandemia.

Hay teorías, sin embargo, que ayudan a entender uno de los aspectos que más han intrigado a los científicos: por qué la mayoría de las víctimas fatales fueron personas saludables y jóvenes, de entre 20 y 40 años.

Generalmente, los ancianos y los niños son los más vulnerables a la influenza y a la gripe. “Quien era un niño al momento de la pandemia podría no tener resistencia a otro tipo de virus. El que circuló en la época en la que esa persona nació era del 'grupo 2', pero el de 1918 pertenecía al 'grupo 1'”, explica Ruth Craig, profesora de farmacología y toxicología del Dartmouth College, en Estados Unidos (4).

Consecuencia positiva

Lo cierto es que, en la actualidad, existe la posibilidad de que se desate una crisis similar a la que sacudió al mundo en 1918.

“Mi principal preocupación es una pandemia de influenza. Es el peor escenario”, dijo Tom Frieden, exdirector de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades en Estados Unidos, cuando se le preguntó qué lo mantenía despierto en las noches.

FOTO 11 La Liga de naciones fue creada por líderes internacionales tras la Primera Guerra Mundial

Lo que ocurrió entre 1918 y 1919, sin embargo, tuvo una consecuencia positiva: la creación de la Liga de las Naciones. Sus principios se acordaron en la Conferencia de Paz de París, que tuvo lugar en 1919, tras el fin de la Primera Guerra Mundial. Su objetivo principal era mantener la paz, pero también se concibió como un centro de cooperación y coordinación internacional. La prevención y el control de las enfermedades era un asunto de preocupación internacional y fue incluido en el tratado que dio origen a la organización.

Y esas fueron las bases del sistema moderno que existe para el control global de crisis sanitarias como la que ocurrió en 1918 o, más recientemente, las que se presentaron con el ébola o la gripe aviar (4).

FOTO 12 Los trabajadores tenían que usar mascarillas

1918 PÁNICO POR LA GRIPE EN GIPUZKOA

1918 Hace 85 años llegó una fuerte gripe. De las que producen muertes (3.300 en Gipuzkoa) y pánico en la población. Se confiaba en el ajo y la leche. O en el misterioso Dr. Gershberg.

Nos quejamos, y con razón, de lo fuerte que ha venido la gripe este año. Pero, para gripes duras, la que atacó en 1918. Recordamos, con ayuda del libro de José María Urkia Etxabe Cien años de medicina en Gipuzkoa (1899-1999), aquella terrible pandemia (5).

Mil muertos al mes. Afortunadamente, ahora nadie se muere de gripe. Hace 85 años, la situación era otra. «De las 6.500 personas que fallecieron en Gipuzkoa en 1918, 3.300 lo fueron por gripe, en los meses de septiembre, octubre y noviembre. En muchos casos el diagnóstico era de bronconeumonía». También fallecieron cuatro médicos. El pánico prendió entre la población.

Ajo y alcohol. La medicina no estaba tan avanzada y los guipuzcoanos buscaron soluciones de lo más variopintas, según explica Urkia: «Los remedios contra la gripe fueron de todo tipo y hasta pintorescos: desinfectantes, alcohol (bebida), limón, el yodo y el ajo, que se consideraba de gran utilidad. Asimismo la aspirina, la que llamaban aspirina alemana Bayer. Algunos consideraron la epidemia como un castigo divino y el remedio estaba en las rogativas. La leche se consideró un medicamento más, lo que produjo su carestía y conflictos públicos en su venta».

FOTO 13 Voluntarias de la Cruz Roja en Boston

Por Irún. La pandemia gripal entró a Gipuzkoa desde Francia por Irún. Se decretó el cierre de la frontera, lo que no impidió una gran virulencia de la enfermedad en los meses de septiembre y octubre de 1918.

El charlatán. Un tal doctor Gershberg aterrizó entonces en el hotel Biarritz de San Sebastián. «Se anunció en los periódicos y montó una consulta a la que acudía la gente pensando que era un gran especialista que tenía solución para todo. Era un caso de charlatanismo -escribe Urkia-, dejó esta ciudad para asentarse en otras» (5).

CIEN AÑOS DE LA GRIPE ESPAÑOLA: LA PANDEMIA QUE CAMBIÓ EL MUNDO

Originada en el medio oeste norteamericano, se expandió sin remisión por un mundo en guerra sin fármacos ni medios para combatirla

Fue un asesino invisible, global y masivo. Implacable e insaciable, se cobró quizá cien millones de vidas en 1918. Aún hoy, un siglo después de su letal zarpazo, se le conoce con la impropia y falsa denominación de “gripe española”. A explicar sus orígenes, analizar su historia, su mortífero rastro y sus secuelas dedica la escritora y periodista británica especializada en ciencia Laura Spinney (Yorkshire, 1971) su apasionante ensayo “El jinete pálido. 1918: La epidemia que cambió el mundo” (Crítica).

FOTO 14 En algunos lugares como Detroit, se llevó a cabo una campaña de prevención, antes de que la pandemia golpease a la ciudad. Las enfermeras del Departamento de Salud y la Cruz Roja trabajaron y se dividieron en equipos para realizar visitas a domicilios particulares y encargarse de la preparación de la comida y el cuidado de los niños. La fotografía muestra a voluntarias de Motor Corps y Canteen de la sucursal de la Cruz Roja Americana en Detroit tras una jornada de trabajo

Desde 2015, la Organización Mundial de la Salud impide que los nombres de las enfermedades y pandemias aludan a lugares, personas, animales o alimentos. Una directriz inexistente en 1918, cuando la gripe se declaró a la vez en todo mundo. Un planeta sumido en la primera guerra global, algo «que invitaba a muchos gobiernos a culpar de una enfermedad devastadora a otros países», explica Spinney (6).

«No sabemos seguro dónde empezó, pero hay muchas evidencias de que fue en los Estados Unidos. Así que, más que la gripe española, podría ser la gripe americana», plantea Spinney. Sabe que asociarla a un lugar «es inútil y puede estigmatizar a un pueblo». Explorando los orígenes biológicos de la gripe, cree «probable que viniera de un ave y se agravara por el estado de guerra en el mundo». «Podríamos llamarla “gripe del pájaro de la guerra”», ironiza la experta (6).

«Tampoco sabemos quién fue el “paciente cero”, pero si la hipótesis de que el primer caso en humanos se dio en el medio oeste norteamericano es correcta, pudo tratarse de un pobre granjero que, en los primeros meses de 1918, fuera reclutado y entrenado para la guerra en un campo militar en Kansas», apunta. Sí está claro por qué se le llamó española.

FOTO 15 Hospital con enfermos de influenza, 1918

«La censura de los países que estuvieron en guerra hizo que no se informase de la epidemia para no desmoralizar a la población. Sin embargo, en España, se informaba de las muertes de la gripe en Burgos, Murcia o cualquier otro lugar. De ahí que se le pusiera el nombre de gripe española», explica el profesor de la Universidad Europea Pedro Gargantilla.

La estimación más reciente del número de víctimas mortales es de 50 millones de personas. «Pero el historiador que barajó este cálculo en 2002 argumentó en el mismo estudio que el número real de muertos por la gripe habría sido drásticamente minimizado. Que los informes sobre las áreas que sufrieron lo peor de la gripe -zonas pobres, rurales y aisladas- habrían sido maquillados», explica Spinney (6).

¿Derrotada?
La escritora sugiere que la mitad de las muertes que causó la gripe «no se habrían reportado correctamente, «de modo que no es descabellado llegar a la estimación más alta, con 100 millones de muertos». Una cifra que el profesor Gargantilla cree factible. «En China, fallecieron trece millones de personas y en la India, doce millones. Para valorar su impacto, tenemos que tener en cuenta que se han encontrado fallecidos en Alaska y en Nueva Zelanda», explica.

¿La derrotó la medicina o los anticuerpos humanos? «Siguió más o menos su curso natural», dice la experta. Los médicos carecían de tratamientos efectivos. No había vacunas, ni antivirales, ni antibióticos para tratar las complicaciones, la neumonía bacterina que mató a la mayoría de sus víctimas», explica Spinney. El 50 % de los contagiados, indica el profesor de la Universidad Europea falleció. «La carestía de muchos alimentos y el hacinamiento en las trincheras fueron un caldo de cultivo para la propagación», añade la profesora Pilar León, de la Universidad de Navarra. «El contagio se ralentizó y se detuvo, bien por la propia mortandad o porque los supervivientes desarrollaron cierta inmunidad -anticuerpos- hacia el virus», afirma, a su vez, la autora del libro.

FOTO 16 Los grupos sanitarios intentaban retirar los cadáveres y a los enfermos graves lo más rápido posible, para evitar el avance de la gripe española

Dos años duró, entre marzo de 1918 y marzo de 1920. Mató entre 50 y 100 millones de personas, es decir, entre el 2,5 y 5 % de la población mundial. La Primera Guerra Mundial causó 17 millones de víctimas.

Paradójicamente, la gripe tuvo su lado positivo y cambió el mundo para bien. «Produjo la socialización de la medicina y contribuyó al “baby boom” en la década de 1920», subraya Spinney. «Aceleró el fin de la guerra y ayudó a dar forma al acuerdo de paz que finalmente se acordó», sostiene. Generó, además, «nuestra pasión por el deporte y el aire fresco e hizo que la enfermedad -en cuerpo y alma- sea una preocupación central de la literatura mundial a partir de entonces» (6).

El causante de aquella catastrófica mortandad está perfectamente identificado y «guardado en un laboratorio de material biológico de alta seguridad en los Estados Unidos». El virus H1N1, que «resucitó» en 2005 y de la misma cepa genética que mató a tantísima gente en 1918, «fue sin duda la causa real de la pandemia».

Spinney cree que «otra pandemia de gripe es inevitable», pero que es «muy improbable» que alcance la misma escala. «Sería necesaria la misma y trágica sinergia de la guerra mundial y la gripe», dice. Hay, con todo, predicciones de hasta 33 millones de víctimas mortales para una futura gripe asesina. «Si queremos evitarlo necesitamos estar mejor preparados y el primer paso es entender que la vacuna, aunque no es perfecta, es la mejor protección» (6).

FOTO 17 En noviembre de 1918, enfermeras de la Clínica de la Source en Lausana, Suiza, fueron condecoradas con una medalla militar por su contribución en la lucha contra la gripe española

Y ahora el Coronavirus???

Bibliografía
1.- El Nuevo Mundo. Madrid, 14 de febrero de 1890
2.- El Nuevo Mundo. Madrid, jueves 14 de febrero de 1895
3.- Diario Vasco. 10 de enero de 2018
4.- News Mundo BBC
5.- Mikel G. Gurpegui. Diario Vasco, 9 de diciembre de 2003
6.- Daniel Roldan y Miguel Lorenci. Diario Vasco del 19 de febrero de 2018

FOTO 18 Ambulancia con sus sanitarios en Estados Unidos durante la gripe de 1918

Manuel Solórzano Sánchez
Graduado en Enfermería. Osakidetza, Hospital Universitario Donostia, Gipuzkoa
Insignia de Oro de la Sociedad Española de Enfermería Oftalmológica 2010. SEEOF
Miembro de Enfermería Avanza
Miembro de Eusko Ikaskuntza / Sociedad de Estudios Vascos
Miembro de la Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería
Miembro de la Red Cubana de Historia de la Enfermería
Miembro Consultivo de la Asociación Histórico Filosófica del Cuidado y la Enfermería en México AHFICEN, A.C.
Miembro no numerario de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País. (RSBAP)
Académico de número de la Academia de Ciencias de Enfermería de Bizkaia – Bizkaiko Erizaintza Zientzien Akademia. ACEB – BEZA
Insignia de Oro del Colegio Oficial de Enfermería de Gipuzkoa 2019

1 comentario:

Enrique TF dijo...

Extraordinario artículo.
Gracias