LA ENFERMEDAD REINANTE
LA GRIPE 1890
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1 Doctor A. Pulido en su despacho de Madrid
LA GRIPE 1890
Cuando
en el invierno de 1889 – 1890 se nos dio a conocer en Madrid esta enfermedad,
cuyo nombre pronuncian a menudo ahora todos los madrileños, ni nos acordábamos
los médicos de que semejante padecimiento figurase en la patología humana, ni
en un principio nos dimos cumplida cuenta del respetable personaje que venía a procurarse larga residencia entre
nosotros.
Por
lo que a su existencia se refería, a lo sumo los profesores más leídos recordaban que, en la relación larguísima de
morbos humanos, había uno que castigó poblaciones y describieron médicos
ilustres como Sydenhan, Stoll, Graves… y otros; pero de él apenas podían
referir cosa alguna, pues la vez última que se había presentado como cumple a
una respetable enfermedad había sido en el año 1835, fecha ya distante, y si
entonces se podían narrar algunas hazañas, las de los años 1848, 67, 70, 73,
75, 81 y 86 de este siglo, fueron tan baladíes que muy bien pudieron cargarse a
la cuenta de esas otras epidemias de catarro estacional con que las estaciones
crudas y los días destemplados obsequian a los hijos de esta coronada villa.
Por
lo que se refiere a su modo de presentarse, fue entonces (1889 – 1890) tan
benigna y retozona al principio, que médicos y pacientes se dieron a bromear
con la extraña nueva de ver que en pocos días la mayoría del vecindario de
Madrid caía en cama, sentía con un fuerte dolor de cabeza y un quebrantamiento
general, como el de quien recibe una paliza (trancazo), altísima y fugaz fiebre
que producía pasajera alarma, todos ellos fenómenos que desaparecían pronto;
pero que traían luego un malestar y rendimiento pertinaces, que duraban días y
días y hacían caer en la cuenta de que la convalecencia era mucho peor que la
enfermedad, y que burla burlando, la
tal indisposición era más fastidiosa de lo que al principio parecía.
Muy
bien pudo recordarse entonces cierta definición de Broussais, cuando, mal
advertido de cómo era capaz de gastarlas la enfermedad, dijo: «¡Gripe,
invención de gentes sin dinero, y de médicos sin clientela que, no teniendo
nada que hacer, han inventado esta faramalla!» ¡Sí, sí, no fue mala la invención entonces! Aquella despreciable
indisposición que hacía reír, fue acentuándose más y más, se irritó quizás con
el desdén que se la trataba, y no habían pasado muchas semanas cuando la
mortalidad creció en proporciones alarmantes, figuras ilustres cuya
desaparición impresionaba fuertemente al sentimiento público, perecían
arrebatadas por malignas pulmonías, y se produjo al fin ese estado de terror
que inspira siempre todo azote epidémico, cuando castiga y hiere de muerte sin
que se sepa cómo ni por dónde se recibe el golpe.
Aquella
bromita se llevó en el transcurso de dos meses diciembre de 1889 y enero de
1890, 2.974 personas más de las que se habían llevado los mismos meses en años
anteriores calificados de excesivamente mortíferos, en proporción al tipo medio
normal.
Desde
entonces, la grippe se ha domiciliado
en Madrid, podríamos decir con más propiedad en España, y todavía con más
exactitud en Europa, y castigando de continuo a nuestro vecindario, complicando
sus enfermedades comunes, y dándolas una malignidad incurable a veces, aprieta
de cuando en cuando, lo mismo en invierno que en verano, así en tiempo seco
como en húmedo, produciendo epidemias más o menos intensas, que aumentan la
cifra de nuestras defunciones, y nos traen doblemente inquietos, no sólo por el
daño que hacen, sino por la confusión que producen en nuestros juicios, la
invisibilidad con que se burlan de nuestras investigaciones.
FOTO 2 Royal
Prince Alfred Hospital Sala de hombres y niños, 1880
Sin duda que
bajo este aspecto último la grippe es la enfermedad más misteriosa de las
epidémicas que ahora nos preocupan. El cólera, la difteria, la peste, la
tifoidea… todas parecen más conocidas, y se prestan a más fundadas y eficaces
medidas preservadoras.
De la grippe
no sabemos aún a ciencia cierta ni el elemento ordinario de su residencia,
siquiera supongamos sea el aire; ni sus condiciones de infección y de contagio;
ni si tiene uno o más gérmenes productores; ni si éstos son factores nuevos o
son los mismos que habitualmente nos rodean, y forman nuestros comensales
ordinarios, pero exaltados en sus efectos, ya por culpa de su mayor virulencia,
o por la de nuestra más debilitada inmunidad; ni si interviene realmente en
muchas y distintas enfermedades que, con cuadros sintomáticos también
distintos, atacan principalmente ya al sistema nervioso, ya a los órganos del
pecho, ya a los del vientre, produciendo una patología especial, extraña, ahora
muy benigna, ahora de gravedad incurable, pero siempre con ciertas relaciones y
nexos mal definidos, que nos inducen a creer sea sólo un enemigo que imprime
aspectos varios a su obra, según las condiciones del tiempo cuando ataca, y de
los individuos en que actúa.
¡Ya
tiene problemas que ilustrar, con los apuntados, las clínicas y los
laboratorios, si han de conocer bien lo referente a esta enfermedad! Verdadera
patología bizarra, histeriforme, caprichosa; parece ser la condición de esas
bellezas venales que reciben risueñas en brazos falazmente inofensivos, y dejan
luego herido de muerte con lenta y rebeldísima enfermedad al desgraciado; así
ella, mirada muchas veces sólo como una dulce invitación a reposar uno o dos
días en el lecho, deja luego los pulmones, u otro órgano, heridos con
enfermedad de muerte!
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3 En Sydney, Australia, las enfermeras dejan Blackfriars Depot en Chippendale
durante la epidemia de gripe
Hay
que recibirla con desconfianza, y dejando para los médicos lo que se refiere a
su conocimiento íntimo, al común de las gentes le bastará saber, que es de las
menos graves entre todas las epidémicas si se le atiende y se la combate. Genio
irritable y exigente el suyo, no suele pasar a mayores si, una vez sentidos sus
efectos, el individuo se recoge, guarda cama, suda copiosamente, permanece
alejado de enfriamiento, y no le regatea la solicitud de tres o cuatro días.
Quien
se niegue desdeñoso al pago de esta contribución podrá salirse con la suya,
pero corre el peligro de pagar otra más cara y duradera. Yo mismo he sido
víctima de tamaño desacierto: dispútela una vez tres o cuatro días de cuidados,
y pagué al fin tres meses de enfermedad en que me vi algo apuradillo (1).
¡Hay
que conocer las enfermedades hasta en estas rarezas de dama caprichosa! (1).
Doctor
A.
Pulido
LA
GRIPPE 1895
LA EPIDEMIA REINANTE
EL MICROBIO DE LA GRIPPE
La grippe,
llamada también influenza, palabra italiana importada de la vecina
Península durante - la epidemia de 1889 1890, se ha presentado nuevamente en el
Mediodía de Europa. Francia está invadida desde diciembre, y España hace un mes
que ha sufrido el contagio (2).
Trátase de una
dolencia bien conocida, bajo el punto de vista clínico, pero no tanto bajo el
punto de vista bacteriológico. Se han encontrado tantos microbios en las expectoraciones
gripales, que se duda si hay uno especial de esta enfermedad o si el carácter de
la grippe estriba precisamente en, la asociación microbiana.
FOTO 4
Enfermeras en un hospital conteniendo la epidemia de gripe española 1918
Pfeiffer en
Alemania, y casi al mismo tiempo Canon en Inglaterra, han acertado a aislar un
microbio que se dibuja bien por el método de Gram, pero que se cultiva muy difícilmente
y que no prospera sino en el medio sanguíneo. El baccillus de Pfeiffer, que
carece por completo de movimiento, se encuentra casi siempre en la sangre de
los griposos al comienzo de la enfermedad, en la grippe propiamente dicha. Pero
es preciso tener en cuenta que esta dolencia no es más, con demasiada
frecuencia, que la introductora, el prólogo o anuncio, por decirlo así, de
afecciones múltiples y a menudo graves, producto de infernales asociaciones de
microbios.
La incubación es
muy corta: los síntomas se presentan con una rapidez que desconcierta;
ordinariamente son ligeros, aunque a veces la temperatura del invadido se eleva
hasta los 41º algunas horas, al mismo tiempo que una laxitud intensa, una
especie de abatimiento doloroso clava al paciente en el sillón o en el lecho. Las
náuseas y los vómitos se agregan frecuentemente a este cuadro de síntomas. Estos
accidentes desaparecen la mayor parte de las veces con la misma ligereza que
invaden (2).
FOTO 5
Enfermeras de la Cruz Roja durante la epidemia de gripe de 1918
Pero ordinariamente
del tercero al quinto día después de desaparecer la fiebre inicial, surgen las complicaciones
bronquiales o broncopulmonnres en la mayoría de los casos, cardiacas, renales,
gastrointestinales, nerviosas, múltiples en los demás. La indicación de todas
las eventualidades exigiría largo espacio: sólo hemos de decir que el médico
debe conformar sus prescripciones a lo que le aconseje el estado del enfermo,
pero tomando siempre precauciones para no ser sorprendido por los múltiples cambios
de la dolencia.
Las
medidas que deben aconsejarse en tiempos de epidemia son tan sencillas como racionales.
Evitar, hasta donde sea posible, la vecindad de los invadidos; mantener las
vías respiratorias y digestivas en estado de asepia completa por medio de irrigaciones
nasales, enjuagues de la boca y gargarismos, todo con agua boricada o al menos
con agua cocida; evitar los excesos, la fatiga y los enfriamientos (2).
Si a pesar de
estos medios profilácticos o por negligencia invade el mal, es precio guardar
cama, no tomar otro alimento que leche adicionada con un poco de buen alcohol,
combatir el dolor y los síntomas nerviosos con la antipirina y el sulfato de
quinina, y procurar la eliminación de las toxinas. A este fin se favorecerán
las secreciones: la cutánea, con el acetato de amoniaco; la renal, con las
preparaciones diuréticas; la intestinal, con los purgantes. El emético será útil
si la invasión alcanza al estómago o a las vías respiratorias.
FOTO 6
Enfermeras de la Cruz Roja americana el 11 de marzo de 1918 en el comienzo de la
epidemia de gripe española
Una verdadera
locura será el tratar ligeramente la grippe, y no será menor la que se cometa
confiando en la benignidad con que se presente la epidemia. La virulencia de
los microbios asociados parece crecer progresivamente (2).
LA GRIPE DE 1918
La pandemia
afectó hace un siglo a 500 millones de personas y produjo entre 50 y 100
millones de muertes
En 1918 acabó la
Primera Guerra Mundial. Saber el número de muertos que hubo no es tarea fácil
pues dependiendo de las fuentes consultadas las cifras varían. El
buscador-enciclopedia muy fiable WolframAlpha, nos dice que hubo diez millones
de militares muertos pero no dispone de datos de civiles. En Wikipedia leemos
que los civiles muertos fueron entre cinco y seis millones. Uniendo las dos
cifras nos encontramos con la horrorosa cantidad de entre 15 y 16 millones de
personas muertas (3).
Una de las
grandes dificultades para saber el número de civiles muertos por las
consecuencias de la guerra es que en 1918 ocurrió una de las peores pandemias
de todos los tiempos: la que se conoce como “gripe de 1918” o mal llamada “gripe
española”. Su nombre nos hace pensar que atacó más fuertemente a nuestro país
pero no es así. La razón es que como muchos países europeos estaban en guerra
no publicaban las estadísticas de muertos para no dar pistas al enemigo. Como
España no intervino en la guerra las podía dar sin ningún problema y por eso se
llamó «la gripe española». Hoy en
día, sobre todo entre los jóvenes, hay cierta tendencia a pensar que la gripe
es poco más que un catarro; craso error.
FOTO 7 En los Hospitales los enfermos estaban amontonados,
lo que propiciaba el contagio. Pacientes de la epidemia de gripe de 1918
en el Hospital estadounidense de Fort Riley, donde se registraron los primeros
casos. National Museum of Health
La gripe es un
virus y, por lo tanto, no se combate con antibióticos. La mejor defensa que
tenemos son las vacunas. La vacuna de la gripe no es efectiva al 100 % pero sí
que disminuye mucho los efectos de la enfermedad en caso de contraerla. Muchas
veces nos inmunizamos de modo natural al contraer la gripe. Si tenemos la
suerte de contraer una gripe poco virulenta ya estamos protegidos hasta cierto
punto de otras más virulentas.
Esa es la razón
por la que la gripe afecta más a los jóvenes que a los mayores (los mayores ya
han sido inmunizados por haber padecido gripe anteriormente). Pero de vez en
cuando el virus sufre una mutación tan fuerte que las defensas adquiridas no
sirven.
Eso es lo que
pasó en 1918, la gripe de ese año era muy novedosa y, por lo tanto, contagiaba
por igual a mayores a jóvenes. Nadie tenía defensas contra ella y se produjo la
mayor pandemia conocida de la historia de la humanidad. Infecto a 500 millones
de personas en todo el mundo, desde España a la Polinesia pasando por el
Ártico. Se estima que el 10 % de las personas infectadas morían, por lo tanto
estamos hablando de un mínimo de 50 millones de muertos. Algunos autores hablan
de 100.
La Guerra no fue
la culpable, pero contribuyó con el hacinamiento en las trincheras y
transportando el virus en aviones y barcos militares (3).
EN QUÉ CONSISTIÓ LA GRIPE ESPAÑOLA, LA ENFERMEDAD QUE MATÓ MÁS PERSONAS QUE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL
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8 Los edificios públicos se convirtieron en hospitales para poder atender a los
enfermos
Los registros de la época dan cuenta
de calles vacías, de empleados que no acudían a sus trabajos y de gente con
mucho miedo que no se atrevía a salir de sus casas por miedo a cruzarse con
quienes sufrían de influenza y que, desesperadamente, necesitaban ayuda.
Uno de los testimonios que se
documentó en esa fecha fue el del director de la organización Ayuda de
Emergencia en el estado de Pensilvania, Estados Unidos.
Contaba que había niños que se
morían de hambre porque sus padres habían fallecido a causa de la enfermedad y
nadie quería acercarse a ellos (4).
“Un pánico similar al de la Edad
Media con respecto a la Plaga Negra se ha observado en muchas partes de Estados
Unidos”, afirma un informe interno de la Cruz Roja Americana citado por una
publicación de la estadounidense Institución Smithsonian.
Todo comenzó a principios de 1918. Miles
de personas empezaron a enfermarse, sentían debilidad y tenían neumonía,
problemas estomacales, dificultades para respirar, confusión y fiebre (4).
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9 Era difícil conseguir personal para que ayudara a las personas que tenían el
virus. Cuerpo de Enfermeras de la Cruz Roja en St. Louis durante la epidemia de
gripe de 1918. Universal History Archive
Casos similares aparecieron en México, Rusia, Irán,
Nueva Zelanda, Argelia, las Islas Fiji y Gambia, por mencionar solo algunos
países. La influenza mató al menos a 50 millones de personas, una cantidad que
triplicaba el número de quienes perdieron la vida como consecuencia de la
Primera Guerra Mundial. La expectativa de vida se redujo 12 años en Estados
Unidos.
La pandemia, que duró poco más de un año, logró
controlarse en 1919, pero los efectos de la enfermedad más mortífera de
principios del siglo XX todavía están presentes.
Misterios
En un principio, y a pesar de que el número de
personas contagiadas era muy elevado, la tasa de mortalidad no era
particularmente alta, y eso hizo que algunos no tomaran la situación con
suficiente seriedad.
“Aunque algunos investigadores
afirman que la pandemia de influencia empezó en Francia en 1916 o en China y
Vietnam en 1917, muchos estudios indican que todo comenzó en Estados Unidos y
se propagó a Francia con la llegada de las tropas estadounidenses”, afirma la
publicación de la Institución Smithsonian (4).
FOTO 10 Los
carteles fueron parte de la campaña de información con la que se trató de
controlar la pandemia
También se le conoce como la gripe
española por la atención que recibió en ese país. “Sacudió a España, incluso el
rey se enfermó, así que los medios de comunicación, que no estaban censurados
como los de otros países que participaban en la guerra, cubrieron el tema
ampliamente”. Pese al transcurso de los años y la evolución de la tecnología no
se han logrado explicar todas las circunstancias que rodearon a la mortal
pandemia.
Hay teorías, sin embargo, que ayudan a entender uno de
los aspectos que más han intrigado a los científicos: por qué la mayoría de las
víctimas fatales fueron personas saludables y jóvenes, de entre 20 y 40 años.
Generalmente, los ancianos y los niños son los más
vulnerables a la influenza y a la gripe. “Quien era un niño al momento de la
pandemia podría no tener resistencia a otro tipo de virus. El que circuló en la
época en la que esa persona nació era del 'grupo 2', pero el de 1918 pertenecía
al 'grupo 1'”, explica Ruth Craig, profesora de farmacología y toxicología del
Dartmouth College, en Estados Unidos (4).
Consecuencia positiva
Lo cierto es que, en la actualidad, existe la
posibilidad de que se desate una crisis similar a la que sacudió al mundo en 1918.
“Mi principal preocupación es una pandemia de
influenza. Es el peor escenario”, dijo Tom Frieden, exdirector de los Centros
para el Control y Prevención de Enfermedades en Estados Unidos, cuando se le
preguntó qué lo mantenía despierto en las noches.
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11 La Liga de naciones fue creada por líderes internacionales tras la Primera
Guerra Mundial
Lo que ocurrió entre 1918 y 1919,
sin embargo, tuvo una consecuencia positiva: la creación de la Liga de las
Naciones. Sus principios se acordaron en la Conferencia de Paz de París, que
tuvo lugar en 1919, tras el fin de la Primera Guerra Mundial. Su objetivo
principal era mantener la paz, pero también se concibió como un centro de
cooperación y coordinación internacional. La prevención y el control de las enfermedades
era un asunto de preocupación internacional y fue incluido en el tratado que
dio origen a la organización.
Y esas fueron las bases del sistema
moderno que existe para el control global de crisis sanitarias como la que
ocurrió en 1918 o, más recientemente, las que se presentaron con el ébola o la
gripe aviar (4).
FOTO 12 Los
trabajadores tenían que usar mascarillas
1918 PÁNICO POR LA GRIPE EN GIPUZKOA
1918
Hace 85 años llegó una fuerte gripe. De las que producen muertes (3.300 en
Gipuzkoa) y pánico en la población. Se confiaba en el ajo y la leche. O en el
misterioso Dr. Gershberg.
Nos
quejamos, y con razón, de lo fuerte que ha venido la gripe este año. Pero, para
gripes duras, la que atacó en 1918. Recordamos, con ayuda del libro de José María Urkia Etxabe Cien años de
medicina en Gipuzkoa (1899-1999), aquella terrible pandemia (5).
Mil
muertos al mes. Afortunadamente, ahora nadie se muere de gripe. Hace 85 años,
la situación era otra. «De las 6.500 personas que fallecieron en Gipuzkoa en
1918, 3.300 lo fueron por gripe, en los meses de septiembre, octubre y
noviembre. En muchos casos el diagnóstico era de bronconeumonía». También
fallecieron cuatro médicos. El pánico prendió entre la población.
Ajo y alcohol.
La medicina no estaba tan avanzada y los guipuzcoanos buscaron soluciones de lo
más variopintas, según explica Urkia: «Los remedios contra la gripe fueron de
todo tipo y hasta pintorescos: desinfectantes, alcohol (bebida), limón, el yodo
y el ajo, que se consideraba de gran utilidad. Asimismo la aspirina, la que
llamaban aspirina alemana Bayer. Algunos consideraron la epidemia como un
castigo divino y el remedio estaba en las rogativas. La leche se consideró un
medicamento más, lo que produjo su carestía y conflictos públicos en su venta».
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13 Voluntarias de la Cruz Roja en Boston
Por
Irún. La pandemia gripal entró a Gipuzkoa desde Francia por Irún. Se decretó el
cierre de la frontera, lo que no impidió una gran virulencia de la enfermedad
en los meses de septiembre y octubre de 1918.
El
charlatán. Un tal doctor Gershberg aterrizó entonces en el
hotel Biarritz de San Sebastián. «Se anunció en los periódicos y montó una
consulta a la que acudía la gente pensando que era un gran especialista que
tenía solución para todo. Era un caso de charlatanismo -escribe Urkia-, dejó
esta ciudad para asentarse en otras» (5).
CIEN AÑOS DE
LA GRIPE ESPAÑOLA: LA PANDEMIA QUE CAMBIÓ EL MUNDO
Originada
en el medio oeste norteamericano, se expandió sin remisión por un mundo en
guerra sin fármacos ni medios para combatirla
Fue
un asesino invisible, global y masivo. Implacable e insaciable, se cobró quizá
cien millones de vidas en 1918. Aún hoy, un siglo después de su letal zarpazo,
se le conoce con la impropia y falsa denominación de “gripe española”. A
explicar sus orígenes, analizar su historia, su mortífero rastro y sus secuelas
dedica la escritora y periodista británica especializada en ciencia Laura
Spinney (Yorkshire, 1971) su apasionante ensayo “El jinete pálido. 1918: La epidemia que cambió el mundo” (Crítica).
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14
Desde
2015, la Organización Mundial de la Salud impide que los nombres de las
enfermedades y pandemias aludan a lugares, personas, animales o alimentos. Una
directriz inexistente en 1918, cuando la gripe se declaró a la vez en todo
mundo. Un planeta sumido en la primera guerra global, algo «que invitaba a
muchos gobiernos a culpar de una enfermedad devastadora a otros países»,
explica Spinney (6).
«No
sabemos seguro dónde empezó, pero hay muchas evidencias de que fue en los
Estados Unidos. Así que, más que la gripe española, podría ser la gripe
americana», plantea Spinney. Sabe que asociarla a un lugar «es
inútil y puede estigmatizar a un pueblo». Explorando los orígenes biológicos de
la gripe, cree «probable que viniera de un ave y se agravara por el
estado de guerra en el mundo». «Podríamos
llamarla “gripe del pájaro de la guerra”», ironiza la experta (6).
«Tampoco
sabemos quién fue el “paciente cero”, pero si la hipótesis de que el primer
caso en humanos se dio en el medio oeste norteamericano es correcta, pudo
tratarse de un pobre granjero que, en los primeros meses de 1918, fuera
reclutado y entrenado para la guerra en un campo militar en Kansas», apunta. Sí
está claro por qué se le llamó española.
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15 Hospital con enfermos de influenza, 1918
«La
censura de los países que estuvieron en guerra hizo que no se informase de la
epidemia para no desmoralizar a la población. Sin embargo, en España, se
informaba de las muertes de la gripe en Burgos, Murcia o cualquier otro
lugar. De ahí que se le pusiera el nombre de gripe española», explica el
profesor de la Universidad Europea Pedro
Gargantilla.
La
estimación más reciente del número de víctimas mortales es de 50 millones de
personas. «Pero el historiador que barajó este cálculo en 2002 argumentó en el
mismo estudio que el número real de muertos por la gripe habría sido
drásticamente minimizado. Que los informes sobre las áreas que sufrieron lo
peor de la gripe -zonas pobres, rurales y aisladas- habrían sido maquillados»,
explica Spinney (6).
¿Derrotada?
La
escritora sugiere que la mitad de las muertes que causó la gripe «no se habrían
reportado correctamente, «de modo que no es descabellado llegar a la estimación
más alta, con 100 millones de muertos». Una cifra que el profesor Gargantilla
cree factible. «En China, fallecieron trece millones de personas y en la India,
doce millones. Para valorar su impacto, tenemos que tener en cuenta que se han
encontrado fallecidos en Alaska y en Nueva Zelanda», explica.
¿La
derrotó la medicina o los anticuerpos humanos? «Siguió más o menos
su curso natural», dice la experta. Los médicos carecían de tratamientos
efectivos. No había vacunas, ni antivirales, ni antibióticos para tratar las
complicaciones, la neumonía bacterina que mató a la mayoría de sus víctimas»,
explica Spinney. El 50 % de los contagiados, indica el profesor de la
Universidad Europea falleció. «La carestía de muchos alimentos y el
hacinamiento en las trincheras fueron un caldo de cultivo para la propagación»,
añade la profesora Pilar León, de la
Universidad de Navarra. «El contagio se ralentizó y se detuvo, bien por la
propia mortandad o porque los supervivientes desarrollaron cierta inmunidad
-anticuerpos- hacia el virus», afirma, a su vez, la autora del libro.
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16 Los grupos sanitarios intentaban retirar los cadáveres y a los enfermos
graves lo más rápido posible, para evitar el avance de la gripe española
Dos
años duró, entre marzo de 1918 y marzo de 1920. Mató entre 50 y 100 millones de
personas, es decir, entre el 2,5 y 5 % de la población mundial. La Primera
Guerra Mundial causó 17 millones de víctimas.
Paradójicamente,
la gripe tuvo su lado positivo y cambió el mundo para bien. «Produjo la
socialización de la medicina y contribuyó al “baby boom” en la década de 1920»,
subraya Spinney. «Aceleró el fin de la guerra y ayudó a dar forma al acuerdo de
paz que finalmente se acordó», sostiene. Generó, además, «nuestra pasión por el
deporte y el aire fresco e hizo que la enfermedad -en cuerpo y alma- sea una
preocupación central de la literatura mundial a partir de entonces» (6).
El
causante de aquella catastrófica mortandad está perfectamente identificado y «guardado en un laboratorio de material
biológico de alta seguridad en los Estados Unidos».
El virus H1N1, que «resucitó» en 2005 y de la misma cepa genética que mató a
tantísima gente en 1918, «fue sin duda la causa real de la pandemia».
Spinney
cree que «otra pandemia de gripe es inevitable», pero que es «muy improbable»
que alcance la misma escala. «Sería necesaria la misma y trágica sinergia de la
guerra mundial y la gripe», dice. Hay, con todo, predicciones de hasta 33
millones de víctimas mortales para una futura gripe asesina. «Si queremos
evitarlo necesitamos estar mejor preparados y el primer paso es entender que la
vacuna, aunque no es perfecta, es la mejor protección» (6).
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17 En noviembre de 1918, enfermeras de la Clínica de la Source en Lausana, Suiza,
fueron condecoradas con una medalla militar por su contribución en la lucha
contra la gripe española
Y ahora el Coronavirus???
Bibliografía
1.-
El Nuevo Mundo. Madrid, 14 de febrero de 1890
2.-
El Nuevo Mundo. Madrid, jueves 14 de febrero de 1895
3.- Diario
Vasco. 10 de enero de 2018
4.-
News Mundo BBC
5.-
Mikel G. Gurpegui. Diario Vasco, 9 de diciembre de 2003
6.-
Daniel Roldan y Miguel Lorenci. Diario Vasco del 19 de febrero de 2018
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18 Ambulancia con sus sanitarios en Estados Unidos durante la gripe de 1918
Manuel Solórzano Sánchez
Graduado en
Enfermería. Osakidetza, Hospital Universitario Donostia, Gipuzkoa
Insignia
de Oro de la Sociedad Española de Enfermería Oftalmológica 2010. SEEOF
Miembro de
Enfermería Avanza
Miembro de Eusko
Ikaskuntza / Sociedad de Estudios Vascos
Miembro de la
Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería
Miembro de la
Red Cubana de Historia de la Enfermería
Miembro
Consultivo de la Asociación Histórico Filosófica del Cuidado y la Enfermería en
México AHFICEN, A.C.
Miembro no
numerario de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País. (RSBAP)
Académico
de número de la Academia de Ciencias de Enfermería de Bizkaia –
Bizkaiko Erizaintza Zientzien Akademia. ACEB – BEZA
Insignia
de Oro del Colegio Oficial de Enfermería de Gipuzkoa 2019
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Extraordinario artículo.
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