La
Primera Guerra Mundial marcó el primer gran conflicto internacional del siglo
XX. El asesinato del archiduque Francisco Fernando, heredero de la corona
austro-húngara, y de su esposa, la archiduquesa Sofía, en Sarajevo el 28 de
junio de 1914, dio inicio a las hostilidades, que comenzaron en agosto de 1914,
y continuaron en varios frentes durante los cuatro años siguientes.
Durante la
Primera Guerra Mundial, las Potencias de la Entente Gran Bretaña, Francia, Serbia
y la Rusia Imperial (a las que más tarde se unieron Italia, Grecia, Portugal,
Rumania y Estados Unidos) que lucharon contra las Potencias Centrales: Alemania
y Austria-Hungría (a las que más tarde se incorporaron la Turquía Otomana y
Bulgaria).
SUFRAGISTAS
FOTO
1 El movimiento Sufragista. Una comisión de sufragistas parisienses en la
puerta del Palacio de Justicia. Detalles de la manifestación realizada en
Amsterdam en favor del voto de las mujeres (1). Enfermeras inglesas de la Cruz
Roja, en la Primera Guerra Mundial (f1)
EL sufragismo no
es ya una enfermedad endémica, propia de los países de habla inglesa. Es flor
de revuelta que comienza a aparecer y prosperar en otras naciones del mundo. En
la pacífica Holanda se verificó recientemente un concurrido meeting sufragista,
en el que acordaron varios millares de marimachos pedir al Parlamento la
concesión de los derechos electorales que creen una reivindicación natural del
sexo débil.
Y en París, las
socias correspondientes, porque las Comisiones del Censo se negaron a
inscribirlas en las listas electorales, han llevado el asunto a los Tribunales,
dispuestas a dar quehacer a jueces y magistrados, ya que no puedan ir a alterar
la augusta serenidad de las Cámaras colegisladoras, con sus venusinos encantos
y su palabra ardiente. Nuestras fotografías reproducen momentos interesantes
del sarpullido sufragista que, sin duda, no tardará en extenderse a otros
países del Continente. Porque en todas partes hay, por desgracia, una gran
escasez de aspirantes masculinos al matrimonio, causa fundamental de esa
dolencia femenil que se llama sufragismo (1).
PRÁCTICAS
DE LOS ALUMNOS MÉDICO MILITARES
Traslado de los
heridos desde el campo a los coches de la ambulancia
FOTO
2 Alumnos conduciendo a un herido en una camilla improvisada con dos carabinas
Brillantísimas
resultaron las prácticas de campaña efectuadas el día 4 de junio en El Pardo
por los alumnos de la Academia Médico-Militar que dirige el coronel Sr. Pérez
Ortiz. Luego de levantar los alumnos en el brevísimo plazo de diez minutos una
tienda-hospital para doce camas, se simuló un combate con asistencia de heridos
sobre el mismo campo de batalla y conducción en camillas normales o
improvisadas con elementos diversos.
También se
hicieron análisis de aguas para determinar su grado de potabilidad. El general
Aranaz felicitó efusivamente a los futuros médicos militares y al coronel Sr.
Pérez Ortiz, por la excelencia de la organización de la Academia (2).
LA
ASISTENCIA DE HERIDOS EN LA GUERRA
La participación
de la Cruz Roja en la terrible contienda actual es considerable.
En un hermoso
movimiento humanitario y altruista, hace visto a esa institución admirable,
dirigirse, no bien se rompieron las hostilidades, a todos los puntos en donde
luce el rojo fulgor de la guerra y prodigar sus cuidados a las víctimas de la
bárbara lucha.
FOTO 3 Una
ambulancia sanitaria belga, conduciendo a un soldado alemán gravemente herido
al hospital de Ostende. Individuos de la Cruz Roja Francesa, haciendo prácticas
de conducción y asistencia de heridos (3). Enfermera tejiendo (f3)
La mujer
francesa, como la alemana, la belga y la inglesa, y dando el ejemplo las
soberanas y las princesas de las casas reales, aportan a esta guerra su
concurso preciosísimo, ya preparando el material sanitario y de ambulancias, ya
asistiendo en los hospitales a los millares de heridos que llegan del teatro de
operaciones.
Dos notas
interesantes relativas a la Cruz Roja recogemos en estas páginas; una de ellas
se refiere a la recogida de heridos alemanes en los campos de batalla de
Bélgica y llevados a Ostende y Amberes, y otra presenta las prácticas de
campamento de los individuos de la institución en una ciudad del Mediodía de
Francia.
Un bello rasgo
del general alemán Moltke, ha sido regalar todas las valiosas condecoraciones
inglesas, francesas, belgas y rusas que poseía a la Cruz Roja, para que sean
vendidas y se destine su importe a los gastos de la institución.
LA
CARIDAD FEMENINA EN LA GUERRA
FOTO
4 Enfermera de la Cruz Roja belga, dando de beber a un soldado herido, en el
hospital de Maestricht. Estas nobles mujeres, no solamente atienden con la
misma solicitud a los heridos belgas que a los alemanes, sino que llevan su
santa misión al extremo de colocar flores en la cabecera de los pacientes (4)
LOS
HERIDOS EN LA CAMPAÑA
Entre el
obstinado secreto con que la guerra se desarrolla, fúnebre velo que la hace aún
más angustiosa lo mismo para las naciones en lucha que para las neutrales, hay
un detalle horrendo, el único que sale continuamente de la sombra, revelador de
la magnitud de la hecatombe (5).
Es el incesante
desfilar de convoyes de heridos a través de Francia, de Alemania, de Bélgica,
de Inglaterra. Es una inundación roja que refluye todos los días y a todas
horas desde el centro de la infernal vorágine, desde los campos de batalla del
Norte, del Noroeste y del Este de Francia, hasta las ciudades apartadas de la
contienda.
Son miles y
miles de hombres que devuelve la bestial guerra, destrozados, agujereados,
deshechos por la metralla y que partieron de sus hogares hace un mes en la flor
de la juventud y de la vida (5).
Son muchos,
muchos, incontables; los telegramas lo dicen; ya no hay en Francia locales
bastantes para albergarlos ni material suficiente para atenderlos.
La brutal
realidad ha superado a todos los cálculos. Y, sin embargo, ¡he ahí á los
generales en jefe de las masas enemigas que en sus informes de la campaña,
siguen declarando que sus ejércitos están intactos.
FOTO
5 Un soldado belga, herido en los últimos combates, al ser conducido al
hospital de Malinas. Enfermeras belgas transportando a un soldado al Hospital
Willeboock. Perros de la Cruz Roja en la Primera Guerra Mundial
Por fortuna, en
esta bancarrota general de la civilización, esa sublime virtud predicada por
Cristo, la Caridad, ha sobrevivido, y merced a ella, las innúmeras falanges de
víctimas reciben en hospitales y casas particulares los cuidados que reclaman
sus cuerpos desolados (5).
LOS
HERIDOS EN LOS HOSPITALES DE BÉLGICA
Las
hermanas de la Caridad y Damas de la Cruz Roja curando a los heridos en el
hospital de Willebrock
10 millones
de muertos, 20 millones de heridos entre los combatientes. Francia registró
cerca de 1,4 millones de muertos y 4,2 millones de heridos, Alemania 2 millones
de muertos y 4,2 millones de heridos, Austria-Hungría 1,4 millones de muertos y
3,6 millones de heridos, Rusia 2 millones de muertos y 5 millones de heridos,
Gran Bretaña y su imperio 960.000 muertos y 2 millones de heridos, Italia
600.000 muertos y un millón de heridos, el Imperio Otomano 800.000 muertos.
Proporcionalmente, fue el pequeño ejército serbio el que salió peor parado:
130.000 muertos y 135.000 heridos, tres cuartos de sus efectivos (6).
Las batallas
emblemáticas de Verdún y del Somme, en 1916 (ambas en Francia), provocaron
respectivamente 770.000 y 1.200.000 bajas -muertos, heridos y desaparecidos- de
ambos lados. El inicio de la guerra fue fulminante: 27.000 soldados franceses
perdieron la vida el 22 de agosto de 1914, la jornada más sangrienta de toda la
historia del ejército francés. El 70 % de los muertos y heridos cayeron bajo
los disparos de artillería, y de 5 a 6 millones fueron mutilados. El gas de
combate, utilizado por primera vez en 1915, dejó 20.000 muertos y marcó
profundamente la memoria del conflicto (6).
FOTO
6 Las Hermanas de la Caridad y Damas de la Cruz Roja curando a los heridos en
el hospital de Willebrock. Cuatro heridos alemanes atendidos por las Damas de
la Cruz Roja belga, y las hermanas de la Caridad, en el hospital de Malinas.
Carta Postal de 1914, enfermera atendiendo a un herido (7)
BERLÍN
DURANTE LA GUERRA
Verdaderamente
admirable es el espectáculo que la nación alemana está dando en estos momentos
de prueba para el imperio germánico. Mientras la nobleza y el pueblo combaten
en territorio francés y en la frontera de Rusia, ofreciendo uno de los más
bellos ejemplos de solidaridad de sentimientos y robustez de disciplina social
que ha registrado la Historia, las damas de la aristocracia, como las mujeres
burguesas consagrándose a una obra de amor y de altruismo digna de la
legendaria bondad de sentimientos de la mujer alemana (8).
Las
puertas de los palacios suntuosos, de las lujosas villas, de todos los hogares
acomodados, han sido abiertos para cobijar a los hijos de los reservistas que
quedaron sin familia al marchar sus padres a la guerra (8).
Y
a esta obra benéfica se une la patriótica que desde el comienzo de la campaña
vienen realizando las señoras de la aristocracia de Berlín confeccionando
prendas militares, en su casa, con destino a las tropas que combaten por la
existencia del imperio (8).
FOTO 7 Hijos de
soldados reservistas alemanes que, habiendo quedado sin familia que cuide de
ellos al marchar sus padres a la guerra, han sido acogidos en hoteles y casas
particulares. Damas de la aristocracia berlinesa confeccionando prendas
militares en sus casas, con destino a las tropas que marchan a campaña.
Enfermera Primera Guerra Mundial
Un periódico de
Berlín calcula en 150.000 el número de niños recogidos por las familias
alemanas desde que fue decretada la movilización. De ellos muchos perdieron ya
a sus padres en la cruenta lucha, y aunque la Asistencia Pública los ha
reclamado para internarlos en los establecimientos de Beneficencia, es
frecuentísimo que los hogares que hubieron de serviles de refugio provisional
soliciten su adopción definitiva, lo que constituye ciertamente un bello
ejemplo (8).
Alemania
declaró la guerra a Rusia y a su aliada Francia. Para entrar a Francia, los
alemanes invadieron Bélgica. Gran Bretaña, que protegía la neutralidad belga,
declaró la guerra a Alemania y Austria el 4 de agosto de 1914. La guerra
también se extendió a las colonias. Durante la primera guerra mundial se
estrenaron terribles nuevas armas de guerra. En la primavera de 1915 los
alemanes soltaron gas venenoso hacia las trincheras aliadas y en 1916,
en el sitio de Verdún, emplearon lanzallamas con líquido inflamable.
Se
construyeron aviones para lanzar bombas o se abatieron aviones en el
aire de verdadero éxito como los Fokkers alemanes que llevaban una
ametralladora en la parte trasera.
Los
pilotos, como Manfred von Richthofrn, apodado el Barón rojo, se convirtieron
en héroes. También los alemanes introdujeron submarinos que disparaban
torpedos, especialmente contra los mercantes británicos que transportaban
suministros.
En
los últimos meses de 1916 en los frentes de Francia apareció un nuevo invento:
el tanque, fortaleza acorazada móvil que podía resistir el fuego de las
ametralladoras y aplastar las líneas de alambradas (9).
DETALLES
CURIOSOS DE LA GUERRA
FOTO
8 Berlín. Un cepillo original, en forma de casco prusiano, que se ha instalado
en muchos establecimientos de la capital, con objeto de recaudar fondos para
los heridos en la guerra. Miss Norman, bella señorita inglesa que se ha
ofrecido a prestar servicio en las ambulancias de la Cruz Roja, del ejército de
operaciones, con su moto sidecar. Leipiz. Uno de los perros al servicio de las
ambulancias de la Cruz Roja, destinado a recaudar fondos para los heridos en la
guerra, postulando en las calles (10). Máscaras de gas (f8)
LOS
ALEMANES EN BÉLGICA
El Teatro Real
del Parque de Laeckem, de Bruselas, en el que los alemanes han instalado un
hospital para los heridos
Ocupada Bruselas
por los alemanes desde el comienzo de la guerra y convertida en capitalidad
militar de los ejércitos que operan en Bélgica y Francia, la industriosa y
próspera ciudad, centro de la intensa vida económica del país, aún no hace tres
meses, es hoy vasto campamento cuyas espléndidas vías trepidan constantemente
bajo el rodar de la artillería o el galopar de los caballos, o ven desfilar la
inmensa tristeza de los convoyes de heridos que en incesante reflujo envían los
campos de batalla.
Los Hospitales
de la capital, con ser numerosos y magníficos, ya no bastan para albergar a las
víctimas de la guerra.
Para poder
atenderlos antes de ser internados en territorio alemán, las autoridades germánicas
han habilitado todos los locales disponibles, hallándose entre ellos el hermoso
Teatro Real del Parque de Laeckem, cuya fotografía publicamos, juntamente con
dos pintorescas notas relativas a la vida del soldado alemán en campaña (11).
FOTO 9 El Teatro
Real del Parque de Laeckem, de Bruselas, en el que los alemanes han instalado
un hospital para los heridos. Soldados
del ejército alemán que ha ocupado Bruselas, tomando el desayuno. Un soldado
alemán cumpliendo encargos del servicio en un carrito tirado por un asno. Enfermera Primera Guerra Mundial
POR
LOS HERIDOS EN CAMPAÑA
FOTO
10 El ilustre doctor alemán Schwartzünnelzer recibiendo a los heridos que
conducen los trenes sanitarios en la estación de Göppingen. Un soldado alemán
del ejército de operaciones, prisionero de los franceses, al ser conducido al
hospital de Pau para ser curado de sus heridas. Fotógrafo Wartz. Berlin.
Soldados convalecientes paseando por las calles de la capital acompañados por
Damas de la Cruz Roja. Un puesto sanitario de socorro para los heridos, en la
estación de Göppingen (Wurtemberg). El personal
del puesto de socorro de
Göppingen, recibiendo a un soldado herido.
Enfermera alemana de la Cruz Roja, Primera Guerra Mundial
Siendo
Alemania la nación europea más adelantada en medicina y cirugía, como en otras
muchas ramas del humano saber, dicho está que, en esta cruel campaña, los
perfeccionamientos de sus servicios sanitarios en la guerra sólo pueden
equipararse a los que la ciencia de sus hombres llevó a los elementos de
destrucción. Es cierto que ese maravilloso instrumento de guerra llamado
ejército alemán puede considerarse, y sólo por lo ya realizado en estos tres
meses de campaña, algo tan grande, tan definitivo como la filosofía y el arte
germánicos.
Pero
no es menos verdad que si atendió esa admirable nación a crear el arma de
defensa y de ataque eficientísima, también robusteció la incontrastable fuerza,
procurando a los que se valen y caen heridos en defensa de la patria cuantos
elementos de auxilio y de transporte rápido ideara en la paz la sabiduría de
sus hombres, encanecidos en la agotadora labor de las Universidades y centros
de cultura. Nuestra plana inserta notas relativas a dichos servicios, que en
Göeppingen (Wurtemberg) dirigió el doctor Schwartzojnnelzor (12).
NOTAS
GRÁFICAS DE LA GUERRA
FOTO
11 El Kronprinnz, Jefe del ejército sitiador de Longwy, que actualmente opera
contra Verdún. El General Hindenburg, organizador de la defensa alemana contra
la invasión rusa en la Prusia Oriental. Un niño londinense ofreciendo un ramo
de flores a un herido belga de los instalados en el Palace Hotel de Londres,
convertido en Hospital de Sangre. Una ambulancia con las enfermeras de la Cruz
Roja preparando los alimentos para los heridos en un puesto de la estación de
Aubervilliers. Sanitarios alemanes 1918. Enfermeras y personal sanitario
alemán, Primera Guerra Mundial
Las dos figuras
más populares en Alemania, a la hora presente, son el Kronprinz y el general
Yon Hindenburg.
El primero, con
su persona juvenil y simpática, en la que se acusan, vigorosos, los rasgos
morales y físicos de los Hohenzollern, ha añadido a los prestigios de su
alcurnia altísima, los del guerrero y del héroe. Las tropas por él comandadas
fueron las que primero invadieron a la nación adversaria, iniciando el prólogo
de este terrible drama europeo de 1914, y ellas soportaron con inquebrantable
entereza, en Bélgica y en Francia, los primeros choques de las fuerzas aliadas,
en aquellas horrendas carnicerías de Longwy y Charleroi-Namur (13).
Es Von
Hindenburg el viejo veterano del 70, que invirtió cuarenta años de su vida en
preparar la defensa de la Prusia Oriental, abroquelando a Alemania contra las
acometidas del enemigo ruso; defensa de cuya eficacia habla la retirada de los
moscovitas más allá de sus fronteras (13).
EL
ARTE Y LA FOTOGRAFÍA
FOTO
12 Hermana de la Caridad. Las obras de misericordia. Dar de comer al hambriento
(14). Hermanitas de la Caridad rusas en 1900 (f12)
LA
ARISTOCRACIA INGLESA Y LA GUERRA
LAS REDENTORAS
Mientras
medio Universo ruge y pelea, el otro medio calla y llora; es el de las mujeres,
pacientes, resignadas, obligadas a la pasividad y condenadas al infortunio.
¿Qué piensan de los hombres en estos supremos momentos de angustia llegados por
obra y como consecución de la estulticia y la barbarie? Sus lágrimas son un
fallo definitivo; su enmudecimiento es una condena; el espectáculo de la
ferocidad varonil es para ellas un desconsolado y amargo desquite (15).
Porque,
durante siglos de servidumbre y de abatimiento, han venido escuchando los más
duros reproches cuando no las más desaforadas injurias. Las mujeres, se ha
dicho, son incapaces de tomar parte activa en la vida social; su cerebro es
minúsculo y pobre en circunvoluciones; su temperamento débil, impresionable y
propenso al desequilibrio; todos los esfuerzos de la ciencia de la educación
son estériles para sacarlas de su proverbial ignorancia (15).
FOTO
13 LADY
MONICA GRENFEL Dama de la aristocracia británica, que ha obtenido el título de
Enfermera de la Cruz Roja para poder incorporarse al Ejército de operaciones
(15). MRS. ALBU. Esposa del archimillonario inglés del mismo nombre, que ha
establecido en uno de sus palacios un hospital de sangre para los heridos
belgas, a cuyo cuidado se consagra personalmente (17)
¡Desdichada
la Humanidad si en ella pudieran influir las determinaciones y fallos del sexo
femenino!
Las
mayores desdichas serían el fruto de su incuria y de su torpeza. Su papel no
puede ser otro que el de entes pasivos destinados por tiempo indefinido a la
obediencia y la sumisión.
Y
ahora... No han sido las mujeres las que han producido la horrenda catástrofe.
Ni su soberanía, ni su diplomacia han fracasado en gestión alguna; no son
mujeres quienes han llevado a millones de inocentes a ser destrozados por el
fuego de las ametralladoras y de los cañones de sitio; no son ellas, en fin,
las que a diario se injurian y se apostrofan en largas disertaciones hueras, en
las cuales se pretende en vano explicar la razón de la sin razón (15).
¡Oh,
si hubieran sido mujeres las causantes de la horrible carnicería, de la ruina
universal, del fracaso completo de todas las doctrinas científicas y morales!
¡Cómo desahogaríamos sobre ellas nuestra iracundia y nuestro coraje!
La
catástrofe estaría prevista. ¿Qué iba a ocurrir en un mundo gobernado por las
mujeres? No podían sobrevenir más que desgracias, calamidades y absurdos.
Cerebros
imperfectos, no podían producir sino sistemas disparatados; voluntades
enfermas, no debían dar por resultado sino actos impulsivos; ignorancias
tradicionales, no podían concretarse sino en desastres de todo género. E
inmediatamente decretaríamos su expulsión de la vida política y su reclusión
definitiva e inapelable en el claustro o en el hogar (15).
FOTO
14 Enfermeras inglesas de la Cruz Roja 1900
Como
siempre, los autores de la inmensa
torpeza hemos sido los hombres. Esta vez, ni siquiera ha habido una
Cleopatra a cuya nariz achacar la ruina de Egipto, ni siquiera una Elena a
cuyos labios encendidos y ojos fulgurantes, culpar de la destrucción y
aniquilamiento de Troya.
Las
pobres mujeres no se han metido en nada, ni en el asesinato de Sarajevo, ni en
el alzamiento de Servia, ni en la guerra anglo-franco-austro-ruso-alemana, ni
en la destrucción del templo de Reims, ni en la desaparición del reino de
Bélgica, ni en las matanzas apocalípticas de Flandes; el “Buscad la mujer”, de Quevedo, queda por ahora
desmentido. No hay más que hombres, hombres sanguinarios, hombros brutales,
hombres incapaces de redención que, en dos meses, han echado por tierra la
Filosofía, la Religión, el Arte, la Moral, el Progreso, en suma, “de algunas
docenas de siglos”.
Pero ahora, el
antifeminismo ¿dónde podrá encontrar sus argumentos? Todas aquellas
dogmatizaciones de Moebius acerca del cráneo femenino y aquellas aseveraciones
terminantes de los filósofos ginófobos, desde Aristóteles hasta Nietzsche ¿qué
se hicieron? Una metafísica femenina ¿podrá acabar peor que no entendiéndose
las gentes, que es lo que a la masculina le ocurre? Un sistema de educación
imaginado por las hembras ¿tendrá conclusión más lastimosa que el de arrojarse
los educandos los mamotretos a la cabeza? (15)
Una política con
faldas ¿dará resultados más lamentables que la guerra por todas partes? Un arte
de fogón ¿tendrá por lección última algo peor que el odio a los paisajes y los
monumentos?
Una economía
doméstica ¿fracasará tan ruidosamente como esa Economía Política varonil que ha
concluido por dejar a los pueblos sin una peseta y entramparlos per omnia
secula seculorum?
No; en lo
sucesivo no habrá derecho para negar a la mujer intervención directa en todos
los negocios públicos y privados. A ¿Tú
qué entiendes de esto? podrá contestar: Pues, ¿y tú? (15)
FOTO 15 Enfermeras italianas de la Cruz Roja, Venecia 1909
La posible
increpación: Siempre harás una tontería, le será dado responder: ¡Vayase por las que tú has hecho! En el fracaso universal de todo lo
existente no habrá que preocuparse por que ella rompa un plato más o menos.
Veinte siglos de predicación masculina de fraternidad, que no sirvieron para
nada, diez millones de escuelas que no enseñaron la justicia, ni la verdad, ni
la misericordia, otros tantos de industrias que no abarataron la vida, y cien
mil toneladas de leyes y decretos que fueron letra muerta ante el estampido de
un obús, le darán derecho a decir y hacer lo que le parezca, sea clarividencia
o disparate y a reírse a mandíbula batiente de las superioridades de sexo y las
lucubraciones de club (15).
Y el hombre,
avergonzado, tendrá que inclinarse ante una realidad implacable y pensar por
primera vez; que no es justo, ni racional, ni humano, que la mitad de los seres
vivos sean víctimas de la barbarie, la intransigencia y el egoísmo de la otra
mitad.
En
este combate de juicios y opiniones que suscita la guerra, apenas si se oye
frase alguna con visos de cordura que no salga de los labios de una mujer. Sean
cualesquiera sus opiniones, se inclinen a favor de Alemania o defiendan a los
aliados, siempre están inspiradas en miras elevadas y en orientaciones
altruistas.
Se
fundan en el heroísmo ajeno, la caballerosidad de los combatientes, el influjo
probable que su triunfo pueda tener en la moral y las buenas costumbres, en sus
progresos materiales o en sus garantías para la conservación de la paz.
Cuando caen en
algún vulgar tópico, es siempre de los puestos en circulación por sus padres,
sus maridos o sus hermanos; pero haced una observación amable y discreta, y
veréis lo pronto que esas cabezas femeninas comprenden, razonan, comparan y
transigen. Y es porque en el fondo de sus predilecciones está siempre la bondad
ingenua y la ternura maternal.
¡Qué equivocación
la de nuestros sabios y qué acierto el de Bergeon al desconocer unos y adivinar
el otro que no basta a los seres vivos ser guiados por la razón! Para no
caminar a ciegas es preciso también el instinto.
Instinto de
amor, presentimiento de bondad, de identificación con lo bello y lo magnánimo.
No lo busquemos
sin el concurso de la mujer, que es hija, que es compañera, que es madre. No
pretendamos ser guiados por él sin la comunión espiritual con los seres por los
cuales vivimos, nos movemos y somos. Pensar nada más…
¡Qué cosa más
fría! Es necesario amar, sentir el calor grato de los seres humildes y
bondadosos, la caricia de sus manos benefacientes, el balbuceo semi infantil de
sus palabras trémulas.
Y luego,
extender este amor a todo lo que vive y palpita; conmoverse ante el infortunio,
regocijarse con la dicha ajena, mirar bajo todos los cielos las natales auroras
y en todas las naciones la propia patria; reconocer, en suma, que no hemos
nacido para dominar o ser dominados, para acumular tesoros que después han de
ser destruidos, sino para troquelar nuestro espíritu en los moldes de la eterna
bondad y dar una explosión de decoro al gesto de nuestra propia muerte.
Y todo esto es
obra de la mujer; de la mujer que llora desolada ante la guerra sin piedad ni
misericordia, que se postra aterrada ante la universal barbarie; de la mujer a
la cual, haremos, al cabo, arrepentidos, justicia, pidiéndola que preste a
nuestra desesperada civilización el soplo de idealidad y la luz espiritual que
le falta (15).
ANTONIO
ZOZAYA
LAS
DISTRACCIONES DE LOS COMBATIENTES Y DE LOS HERIDOS
FOTO
16 Soldados convalecientes de las heridas que sufrieron en la guerra, haciendo
música para distraer sus largos ocios en uno de los hospitales de Berlín. Soldados alemanes entreteniéndose en hacer
música durante los momentos de tregua en la campaña. Soldados convalecientes,
jugando a los naipes, para distraerse durante su permanencia en el hospital
(16)
LA
ARISTOCRACIA INGLESA Y LA GUERRA
MRS. ALBU.
Esposa del archimillonario inglés del mismo nombre, que ha establecido en uno
de sus palacios un hospital de sangre para los heridos belgas, a cuyo cuidado
se consagra personalmente (17)
Del ambiente y de la
vida las Noches Magnas
Un
armisticio para Navidad y Año Nuevo...
¡Oh,
generosa iniciativa, digna de las almas piadosas, para las cuales no fue
estéril la predicación de los justos! Pero ese armisticio no se hará. Para la
barbarie no hay fiestas magnas; más insensibles que el avaro del Cántico de
Dickens, los caudillos no oirán la voz del campanario (17).
¿Qué
significa la familia, ni el hogar, ni la tradición ahí donde la
justicia es desconocida y por la ajena sin razón es vilipendiada la patria?
Ese
armisticio sería muy triste. En los hogares campesinos no resonaría, viril y
regocijada, la voz del primogénito. Los padres, cabizbajos, dejarían
extinguirse en las brasas los últimos sarmientos y ni una sola voz se alzaría
para entonar las estrofas de la renovación de la vida en el solsticio del
misterio. Los niños, acongojados y llorosos, irían a refugiarse, ateridos, en
sus lechos fríos y solitarios, y sobre los techos, de rastrojos no se elevaría
a los cielos, como un homenaje, la columna de humo azulado, que es como el
tibio aliento de toda fiesta familiar.
FOTO
17 Enfermeras francesas, heridos y personal sanitario. Primera Guerra Mundial
Y
allá, en las trincheras, la tregua sería más amarga, más insoportable que la
lucha misma. En las crisis supremas, lo que importa es salir del horrendo
trance, con la victoria o con la muerte; saber de una vez si se ha de
reconquistar el hogar ausente, el regazo tibio de la madre, la sombra del árbol
centenario, el amor de la mujer por siempre idolatrada, la esperanza rosada en
el porvenir, o caer bajo el fuego de la metralla para sumirse en las infinitas
tinieblas y ser absorbido por lo absoluto como la gota de agua en la arena
sedienta. Pero esperar con el sobresalto en el alma y acaso las blasfemia en
los labios... Esa es demasiada agonía. Preferible es que sean las ametralladoras
las que hagan olvidar, con su tos isócrona y macabra, los acordes ingenuos,
temblorosos y místicos de la festividad del viejo Noel (17).
Todos
hubiéramos querido que a los horrores de la guerra siguieran unos días de paz;
hubiéramos deseado llevar a los jóvenes combatientes un humilde agasajo, una
golosina, un juguete, una cinta, algo que les hiciera recordar que el mundo no
es tan malo como tienen derecho a suponer, que hay seres que les aman y les
esperan (17).
Pensábamos
ya en el espectáculo de los campos, arrasados y cubiertos ayer de cadáveres
rígidos, sembrados hoy de tiernos ramajes, en los cuales brillarían las
tradicionales candelas, las oscilantes luminarias encendidas en honor del
misericordioso Redentor de los hombres.
Pero
es imposible; al Dios del Calvario ha reemplazado nuevamente el Dios del Sinaí,
más colérico y armipotente, indignado quizás ante el olvido perdurable de sus
fundamentales preceptos.
Su
enojo no puede ser tal vez aplacado hasta que los pueblos no purguen el enorme
delito de adorar nuevamente el becerro de oro, mientras se quiebran, en las
zarzas ardientes de las inaccesibles alturas, las Tablas de la Ley.
Cuantas
esperanzas risueñas, cuantos ensueños generosos no se evaporan o se derrumban
en este fracaso universal que hace volver a la humanidad a los días angustiosos
y apocalípticos del milenario! ¿Cómo en las noches, antes consagradas a la
fraternidad y a los afectos íntimos, explicaremos a los niños el significado de
los adorables y místicos emblemas? Aterrados por los relatos de destrucciones y
matanzas, no no comprenderán. Con los ojos abiertos y el semblante pasmado de
sorpresa, querrán en vano coordinar nuestras ideas contradictorias. Intentarán
hallar la relación, que para el entendimiento es inaccesible, entre la redención
y la nueva caída irreparable: entre las predicaciones de humildad y de amor y
las exaltaciones de crueldad y de soberbia. Los nuevos magos no traen incienso,
sino gases mortíferos; los camellos no llegan cargados de dones preciosos, sino
de pólvora y metralla; los pastores no danzan en corros sus gentiles euritmias,
sino que marchan agrupados, con el ceño fruncido y el arma sobre el hombro, a
derramar la sangre de sus hermanos; las viejas ciudades no muestran grandezas,
sino ruinas; los rebaños que bajan por las cuestas abruptas lo son de siervos;
ha desaparecido el establo y en su lugar se alza, formidable y amenazadora, la
inundada trinchera (17).
No; los niños no
nos comprenderán. Y si nos comprendieran, maldecirían, acaso, su abolengo. Es
preciso que el solsticio se deslice callado en la inmensidad de los ciclos; que
la fiesta no sea recordada; que ni una sola frase haga alusión a las dichas
pérdidas ni siquiera a los seres amados ausentes; que las luces se apaguen
discreta y silenciosamente y el viento azoto en las vidrieras y haga crujir el
viejo maderamen, como en las Kalendas nefastas. La guerra continúa, sacrílega,
impía; ha ahuyentado todas las apariciones risueñas; los astros mismos
parpadean su llanto como una fingida y obligada resignación.
Y, sin embargo,
la inteligencia humana no puede adaptarse a un ciego y letal pesimismo y sigue
preguntándose si este desplome en la desilusión no será seguido de un
resurgimiento definitivo, en el cual volverá a albergar el establo la cuna de
un Redentor triunfante y una estrella radiosa tornará a guiar a los soberanos y
a los menesterosos al culto de lo bellamente inefable, y las ciudades, y los
valles, y los ríos, y las montañas, y los árboles y los pájaros, recobrarán su
lozanía y entonarán a coro el canto sublime de David (17).
Esperemos; el
mal no es eterno; el absurdo no es ni puede ser irremediable. La paz llegará y
con ella la rectificación total y definitiva de los viejos errores y las
tremendas culpas. Y entonces, los que hayan sobrevivido a la espantable y
odiosa catástrofe, la recordarán como un mal sueño y se consolarán meditando
que el dolor es tormento, y aflicción, y pena, pero que, desde el principio de
la vida y por todos los siglos de los siglos, es, al mismo tiempo, fecundidad
(17).
ANTONIO
ZOZAYA
PARA LOS
HUÉRFANOS DE LA GUERRA EUROPEA
Los periódicos
de los Estados Unidos han tenido últimamente una delicadísima idea, acogida con
señales del más loable entusiasmo, y que la Revista de la Unión Panamericana
ha aplaudido sinceramente: la de una suscripción popular para reunir una
gran cantidad de juguetes, de abrigos y de ropas de invierno que en el día de
Navidad serán repartidos entre los niños y las mujeres a quienes la guerra ha
dejado sin defensa y los ha arrebatado los medios de celebrar modestamente el
tradicional aniversario del nacimiento de aquel que vino a traerles la paz a
los hombres de buena voluntad (17)
AUXILIOS
ESPIRITUALES
FOTO
18 Después de la batalla. Un sacerdote
francés, adscrito a la Cruz Roja, prodigando los auxilios espirituales a un
soldado alemán, moribundo (18)
EL
DÍA DE LA BANDERA BELGA EN PARÍS
El
día de la bandera belga, en París. Ha sido ocasión de exteriorizar nuevamente
la íntima unión, la solidaridad estrecha que une a los dos pueblos de la misma
raza y del mismo idioma, ahora luchando contra el poderoso adversario común.
Desde que se iniciara la idea de dedicar un día a la venta de banderitas
nacionales, destinándose los productos a la recaudación del fondo para socorrer
a los heridos y emigrados de dicha nación heroica, se pudo augurar el éxito más
completo (19).
La simpática fiesta,
celebrada hace pocos días en la capital de Francia, resultó una gran
manifestación patriótica y un positivo triunfo económico. Las más bellas
actrices de los teatros y las artistas en boga de los musihalls que prestan ahora servicios asiduos
en los numerosos Hospitales de Sangre de París, dedicáronse, en unión de los boys-scouts
y de millares de
gentiles muchachas de todas las clases sociales, a la venta de minúsculas
banderitas tricolores, lográndose recaudar una cantidad crecidísima (19).
FOTO 19 Señorita
vendedora de banderitas belgas, adornando con una de ellas el pecho de un
boys-scouts. Un boys-scouts ofreciendo una banderita belga a un soldado de
infantería, en las calles de París (19).
El espectáculo
ofrecido por la Villa Lumiere,
hoy entristecida por la guerra, pero siempre animosa y caritativa, no pudo
ser más hermoso. Merced a ese «día de la bandera belga», centenares y centenares
de familias internadas en Francia en la más completa, en la más desoladora miseria,
pues la guerra, cruel, implacable, destrozó sus hogares, arruinó las fábricas y
cegó las minas, podrán, mejorar su tristísima situación, aliviando con ello el
esfuerzo que lleva a cabo el Estado francés y las numerosas sociedades benéficas
de la gran capital, que apenas, pueden ya atender al sinnúmero de desdichas
actuales (19).
FOTOGRAFÍAS
De
la Revista Mundo Gráfico. Biblioteca Nacional de España
Archivo
particular Manuel Solórzano
FOTO
20 El día de la bandera belga en París. Señoritas de París vendiendo banderitas
belgas a un cochero de plaza y a un conductor de automóviles (19).
BIBLIOGRAFÍA
1.-
Mundo Gráfico, 11 de marzo de 1914, página 16
2.-
Mundo Gráfico, 10 de junio de 1914, página 13
3.-
Mundo Gráfico, 9 de septiembre de 1914, página 12
4.-
Mundo Gráfico, 16 de septiembre de 1914, página 11
5.-
Mundo Gráfico, 16 de septiembre de 1914, página 12
6.- Diario Litoral
7.-
Mundo Gráfico, 23 de septiembre de 1914, página 13
8.-
Mundo Gráfico, 30 de septiembre de 1914, página 15
9.- Berlín Primera Guerra
Mundial
10.-
Mundo Gráfico, 14 de octubre de 1914, página 11
11.-
Mundo Gráfico, 21 de octubre de 1914, página 12
12.-
Mundo Gráfico, 11 de noviembre de 1914, página 10
13.-
Mundo Gráfico, 11 de noviembre de 1914, página 17
14.-
Mundo Gráfico, 18 de noviembre de 1914, página 19
15.-
Mundo Gráfico, 2 de diciembre de 1914, página 3
16.-
Mundo Gráfico, 9 de diciembre de 1914, página 23
17.-
Mundo Gráfico, 16 de diciembre de 1914, página 3
18.-
Mundo Gráfico, 23 de diciembre de 1914, página 18
19.-
Mundo Gráfico, 30 de diciembre de 1914, página 12
Autor:
Manuel Solórzano Sánchez
Graduado en
Enfermería. Servicio de Traumatología. Hospital Universitario Donostia de San
Sebastián. OSI- Donostialdea. Osakidetza- Servicio Vasco de Salud
Insignia de Oro
de la Sociedad Española de Enfermería Oftalmológica 2010. SEEOF
Miembro de Enfermería
Avanza
Miembro de Eusko
Ikaskuntza / Sociedad de Estudios Vascos
Miembro de la
Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería
Miembro de la
Red Cubana de Historia de la Enfermería
Miembro
Consultivo de la Asociación Histórico Filosófica del Cuidado y la Enfermería en
México AHFICEN, A.C.
Miembro no
numerario de la Real Sociedad Vascongada de Amigos del País. (RSBAP)
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