Durante la Guerra de Secesión,
trabajó como enfermero voluntario en el Hospital en Washington DC, donde
escribió una serie de poesías acerca del conflicto y dos de sus más famosos
poemas sobre el presidente Abraham Lincoln: “Cuando florecieron por última vez
las lilas de la entrada y ¡Oh capitán! ¡Mi capitán!”
FOTO 1 Walt Whitman, poeta y
enfermero voluntario. Tela cortesía de la Pennsylvania Academy of Fine Arts,
Filadelfia 1887
WALT WHITMAN (1819 – 1892)
También dejó constancia del
Cuidado de los enfermos durante la guerra en una colección de poemas, “Drum-Taps”, y en un diario, “Specimen Days and Collect”, en el que
describía sus experiencias como enfermero del Hospital en Washington. El estudioso danés Frederick Schyberg describió a Walt Whitman como un “producto natural e inevitable de las
tendencias, de las luchas y de las crisis de América en 1860”. Los relatos de sus atenciones hacia los enfermos y
sus diversas respuestas a la guerra han quedado desperdigados en docenas de
cuadernos de notas, despachos de periódico, cartas y otros trabajos publicados
y no publicados. Fueron recopilados, editados y publicados por primera vez bajo
el título de Walt Whitman´s Civil
War en 1960.
Walt Whitman fue autodidacta que
aprendió el oficio de impresor en su juventud. Después trabajó en diversos
empleos y fue director de varios periódicos. En 1862 lo dejó todo para ir a
visitar el frente de la Guerra de Secesión. A su regreso a Washington, pasó el
resto de la guerra como “enfermero
voluntario” y compañero de los soldados heridos. Mientras, se ganaba
modestamente la vida como oficinista del gobierno, puesto del que fue despedido
en 1865 debido a la desaprobación oficial de la terminología sexual empleada en
Hojas de hierba. Whitman pasó los
últimos años de su vida (1873 – 1892) como un inválido en Camden, Nueva Jersey.
FOTO 2 Litografía y retrato de
Walt Whitman 1961 Biblioteca Pública de Nueva York
Toda su poesía sobre la Guerra de
Secesión, su percepción del sufrimiento humano y sus esfuerzos por paliarlo
quedan plasmados en su poema “El vendador
de heridas”:
Llevando las vendas, el agua y la
esponja,
A mis heridos me dirijo derecho y
veloz,
Allá donde yacen sobre el suelo
después de la batalla,
Donde su sangre preciosa tiñe de
rojo la hierba, el suelo,
O las hileras de la tienda
hospital, o al hospital bajo techado,
Vuelvo a las largas hileras de
camillas y las recorro arriba y abajo,
Me acerco a todas y cada una de
ellas sin olvidar ninguna,
Un ayudante me sigue con una
bandeja, lleva también un cubo de desechos,
¡Qué pronto estará lleno de
trapos coagulados y de sangre, y será vaciado, y se volverá a llenar!
Sigo adelante, me detengo,
Con las rodillas dobladas y la
mano firme, para vendar heridas,
Soy enérgico con todos, los
dolores son agudos pero inevitables,
Uno vuelve hacia mí sus ojos
suplicantes ¡Pobre muchacho! No te conozco,
Sin embargo, creo que no podría
renunciar a este momento para morir por ti
Si esto te salvara.
Sigo, sigo, (¡Abríos puertas del
tiempo! ¡Abríos puertas del hospital!
Vendo la cabeza destrozada (pobre
mano enloquecida, no arranques la venda),
Examino el cuello del soldado de
caballería, atravesado de parte a parte por una bala,
Crepita la respiración, los ojos
ya vidriosos, pero la vida aún lucha con fuerza,
(¡Ven dulce muerte! ¡Déjate
persuadir, oh hermosa muerte! Por misericordia, ven pronto).
Del muñón del brazo, la mano
amputada,
Retiro las hilas coaguladas,
quito la costra, lavo el pus y la sangre,
De nuevo sobre la almohada, el
soldado encorva el cuello y ladea la cabeza,
Sus ojos están cerrados, su
rostro está pálido, no se atreve a mirarse el muñón sangriento,
Y todavía no lo ha mirado (1)
Walt Whitman no aprobaba que las mujeres ejercieran la enfermería
en los hospitales militares. A pesar de su talante liberal, no creía que fuera
una actividad apropiada para mujeres respetables. No obstante, muchas de las
mujeres que sirvieron como enfermeras en la Guerra de Secesión provenían de
familias socialmente arraigadas y poseían estudios y profundas convicciones
políticas. Entre ellas cabe recordar a las hermanas Woolsey y Margaret
Breckinridge, Harriet Foote Hawley,
Ella Louise Wolcott y Louisa Lee Schuyler.
Las mujeres de la Confederación
también prestaron un servicio heroico durante la contienda. Las órdenes
religiosas y muchas mujeres laicas se ofrecían voluntarias para actuar como
enfermeras.
FOTO 3 Grabado en madera, 1860. National Library of Medicine, Bethesda, Maryland
Abrieron sus hogares para que se
habilitaran como hospitales y centros de convalecencia. Algunas como en el
norte, siguieron a sus maridos a la guerra y al campo de batalla, donde
ayudaban en lo posible. Recordemos a Kate
Cumming, Ella King Newsom, Annie Johns y Betsy Sullivan entre tantas otras. Sin embargo, una persona
sobresale de forma particular.
El ejército confederado no nombró
a una directora de enfermería, pero el presidente Jefferson Davis otorgó el
rango de capitán a Miss Sally Louisa
Tompkins (1833 – 1916). Fue la única mujer que ostentó un cargo en el ejército
de la Confederación. Miss Tompkins
necesitaba el rango para poder pedir suministros, pero renunció a la
remuneración por su trabajo. Los casos más graves y críticos eran llevados a
esta institución independiente debido a su reputación. A pesar de ello, la
mortalidad fue baja, sólo 73 fallecimientos entre 1.333 pacientes.
Las mujeres de color también
hicieron contribuciones importantes a la enfermería durante la Guerra de
Secesión. Algunas eran voluntarias; otras fueron contratadas de acuerdo con las
órdenes generales del Departamento de Guerra con un salario de diez dólares al
mes. Sin embargo, hay pocos trabajos publicados sobre las aportaciones
específicas y generales de la gente de color a la enfermería, lo cual dificulta
la apreciación justa y exhaustiva de su labor.
Hay referencias de varias mujeres
que cuidaron de forma muy competente a soldados heridos de la Unión. Harriet Tubman (1820 – 1913) fue
llamada la “Moisés de su pueblo” (2) y se le atribuyen diecinueve viajes al sur
para auxiliar a más de 300 esclavos en su lucha por la libertad (3). Era una
abolicionista que participó activamente en el movimiento Underground Railroad después de su propia huida al norte.
Al comienzo de la Guerra de
Secesión, Harriet Tubman volcó toda su energía en el cuidado de aquellos que
necesitaban sus atenciones. Era una persona muy respetada, valiente y animosa
que sirvió a los enfermos y desvalidos de su propia raza. Según Bradford,
Harriet Tubman ostentó el cargo de “enfermera o matrona” en el Colored Hospital de Fort Monroe en
Virginia.
Muchísimos hombres y mujeres
sirvieron como enfermeros en diversos grados durante la Guerra de Secesión.
Eran voluntarios, soldados, personas adscritas a órdenes religiosas de
enfermería, miembros de sociedades altruistas o personas independientes que se
impusieron a sí mismas la obligación de colaborar en el cuidado de los enfermos
y heridos.
Estos enfermeros eran
representativos de todos los escalafones de la sociedad y constituían una
mezcla de inteligencia, diplomacia, osadía y experiencia. Pero por encima de
todo, demostraron un espíritu valeroso (4).
La odisea de la Guerra de
Secesión hizo madurar a Norteamérica; para entonces, el país había realizado
numerosas aportaciones de primer orden a la medicina y a la cirugía, pero ni
una sola a la Enfermería… desde el Boston Tea Party (1773) hasta la
inauguración de la Primera Escuela de Enfermería de inspiración Nightingale en
Norteamérica (1873) había transcurrido un siglo, y muchos pensaron que, de los
dos experimentos, el segundo era el más audaz (4)
FOTO 4 Sello emitido en 1940 en
Camden, Nueva Jersey
BIBLIOGRAFÍA
1.- Whitman, 1961, páginas 44 y
45
2.- Bradford, 1961
3.- Miller, 1968
4.- Robinson, 1946, páginas 145 y
146
5.- Historia de la Enfermería. M.
Patricia Donahue. Versión española de la obra original “Nursing. The Finest Art. An Illustrated
History”, publicada por The C. V. Mosby Company. B-24.474-99
Manuel Solórzano
Sánchez
Diplomado en Enfermería. Servicio de Traumatología. Hospital
Universitario Donostia de San Sebastián. OSI- Donostialdea. Osakidetza-
Servicio Vasco de Salud
Insignia de Oro de la Sociedad Española de Enfermería
Oftalmológica 2010. SEEOF
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Enfermería
Miembro de la Red Cubana de Historia de la Enfermería
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Cuidado y la Enfermería en México AHFICEN, A.C.
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