La Segunda República (1931-1939) constituyó uno de los momentos
políticos democráticos españoles más destacados, dando paso, tras la
finalización de la “contienda bélica” a la dictadura del General Francisco Franco Bahamonte. Sustituta
del reinado de Alfonso XIII, recibió
este nombre con la intención de diferenciarla del anterior periodo republicano,
la Primera República Española
(1873-1874). Este lapso plural portó numerosos cambios a un país que se
resistía a permutar y adaptarse a “nuevas formas” que paulatinamente se
instalaban en muchos lugares de la geografía europea. Las reformas acometidas
básicamente se centraron en limitar la influencia de la Iglesia en la sociedad
española, mejoras drásticas que favorecieran a los campesinos y a las
producciones agrarias articuladas a partir de latifundios, la constitución de
un estado conformado por regiones autónomas, la transformación legislativa
laboral, la universalización de la educación y cambios profundos en el mundo
castrense buscando dominar el poder de quienes hasta la fecha habían
mediatizado considerablemente la “arena política española”.
FOTO 1 Profesor Dr.
Francisco-Javier Castro-Molina
AUTOR: Profesor Dr. Francisco-Javier Castro-Molina. Enfermero, Historiador del Arte,
Antropólogo. Presidente de la Asociación Canaria de Historia de la Profesión
Enfermera. Director de EGLE: Revista de Historia de los Profesionales de los Cuidados y de las Ciencias de la Salud.
Correo-e
de contacto: tenerifejavier@gmail.com
ARTÍCULO PUBLICADO: en el periódico La Opinión de Tenerife el 05 de abril de
2015.
En el campo de la sanidad,
se reconocieron los principios fundamentales
presentes en los modernos sistemas de salud (universalidad, equidad y solidaridad) junto a una financiación
estatal. Tal fue la preponderancia dada a esta cartera ministerial, que en tan
solo tres años se cuadriplicaron los recursos materiales que se le destinaron
en comparación con el gobierno monárquico precedente (año 1920: 6.619.300
pesetas; año 1931: 9.990.082 pesetas; año 1932: 15.582.807 pesetas; año 1933:
31.432.690 pesetas). La estrategia adoptada por los gobernantes republicanos
concentró su energía en tres ejes: el desarrollo
de una infraestructura sanitaria apropiada para la asistencia
sanitaria-docencia-investigación; en la reorientación de las funciones de las categorías profesionales; y
en una adecuada formación del personal
a través de programas cuidadosamente planificados, otorgando destacada
importancia a la investigación científica.
Pese a la fuerza con
la que nace el ideario republicano, su desarrollo no fue parejo en todo el
territorio español. El nuevo gobierno progresista canario se caracterizó por
una considerable debilidad, fruto de la carencia de una base social que lo
dotara de estabilidad política, en la que convivían dos realidades diferentes
carentes de un discurso unísono, la caciquil y la proletaria.
FOTO 2 El periódico “La Opinión de
Tenerife”, día 5 de abril de 2015
En este panorama,
los partidos políticos se consolidaron con la presencia de un plantel de
líderes claramente definidos y una maquinaria propagandística estructurada. Uno
de los diputados canarios que llegó a ministro y luego a Presidente del Consejo
de Ministros de la Segunda República fue el grancanario Juan Negrín López, al que se le unieron Andrés Orozco
Batista y Antonio Lara Zárate, ambos ministros, donde el primero
asumió la cartera de Industria y Comercio, y el segundo la de Hacienda durante
el gobierno de Alejandro Lerroux. Destacaron también Ramón Gil-Roldán
y José Franchy y Roca, arduos defensores de la autonomía
regional, y personajes con un marcado compromiso sociopolítico local como el
médico Miguel Bethencourt del Río y
sobre todo, el poeta Pedro García Cabrera.
Vallehermoso, en la
isla de La Gomera, fue el lugar que vio nacer a Pedro García Cabrera el día 19 de agosto de 1905, permaneciendo en
él hasta celebrar el séptimo aniversario de su natalicio. En 1915, tras una breve
estancia en Sevilla, la familia se estableció en Tenerife, iniciando sus
estudios de Bachillerato en el Instituto General y Técnico de Canarias. Desde
su temprana juventud, colaboró en la prensa local, además de participar, junto
a Gabriel Mejías Fragoso, Ulises Herrera y Guillermo Ascanio, en La Voz de Junonia, publicación
periódica de fuerte contenido de denuncia social donde se mostraban al
público con ingenio las arbitrariedades del caciquismo isleño. A partir de 1926, su
producción literaria se concentra en Hespérides,
revista en la que coinciden escritores ligados al modernismo y al regionalismo
de fin de siglo con jóvenes poetas e intelectuales que formaran parte del grupo
de vanguardia.
FOTO 3 Pedro García
Cabrera
En 1930 funda Cartones
junto a Juan Rodríguez Doreste, Domingo López Torres y Juan Ismael. Además,
entre 1932 y 1936, junto a Domingo Pérez Minik, Domingo López Torres,
Agustín Espinosa García Estrada, Óscar Pestana Ramos, Francisco Aguilar y Paz y
José Arozena Paredes, bajo la dirección de Eduardo Westerdahl, participa en la
creación de Gaceta de Arte, revista internacional de cultura, que
conectó a los intelectuales y artistas canarios con las vanguardias europeas y
el surrealismo.
El “García Cabrera
politicam” aunó una ardua intelectualidad a múltiples inquietudes sociopolítica
que llevaron a una temprana afiliación al Partido Socialista Obrero Español (PSOE) que combinó con
la dirección de publicaciones
como Altavoz y El Socialista. En 1931 fue elegido concejal del
Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife ayudado de la conjunción
republicano-socialista, a lo que se unió su nombramiento como miembro del
equipo de gobierno del Cabildo Insular, en el que desarrolló su actividad como Consejero Inspector del
Hospital de Nuestra Señora de los Dolores de San Cristóbal de La Laguna. La preocupación
por la situación social y sanitaria de la población de la isla le llevó a
acometer intervenciones de tal calibre que el corto espacio de tiempo que
gobernó no permitió ver conclusas, diferenciándose claramente dos vertientes en
su labor gestora, el “García Cabrera urbis” y el “García Cabrera sanitas”.
El “García
Cabrera urbis” surge como resultado de la preocupación emergente en la
sociedad por la vivienda. Tras el II Congreso Internacional para la
Arquitectura Moderna, CIAM II, celebrado en 1929, se conceptualizó la idea de vivienda mínima: habitáculo que no
precisa amplias dimensiones, con buena ventilación y abundante luz solar;
habitaciones individuales; y se plantea la intervención estatal para favorecer
la adquisición de viviendas a las clases populares.
Desde
la segunda mitad del siglo XIX, en Canarias el éxodo masivo de campesinos de
las zonas rurales a las grandes urbes durante el ciclo económico de la
cochinilla, obligó a construir ciudadelas, un tipo de vivienda
colectiva, generalmente de planta baja con mínimas habitaciones independientes
distribuidas en torno a un claustro-patio o a lo largo de callejón ciego con
único acceso, en el que con frecuencia se compartían aseo y/o cocina. En Santa
Cruz eran numerosas en el Barrio de Duggi, de Los Llanos, de El Cabo y de El
Toscal, situación que preocupó considerablemente a la clase política
republicana a la que respondió con drásticas actuaciones.
Durante su estancia en el Ayuntamiento capitalino, se adquirieron 3
solares en la ciudad desde la Oficina Técnica Municipal, primera oficina de
viviendas municipales, de los que uno de ellos se destinó a la Barriada de la Victoria. El diseño fue realizado por la
mano del arquitecto José Enrique Marrero Regalado, siguiendo las directrices de
la vivienda obrera promulgada por el movimiento republicano. Con el cambio del
Ejecutivo, el proyecto también mutó, pero no estructuralmente, sino en el
ornato empleado que se valió de los recursos establecidos desde la arquitectura
del Mando Económico de Canarias. La situación económico-política no permitió
que la obra se concluyera hasta 1939.
La
segunda vertiente política, el “García Cabrera sanitas” se
materializó básicamente en tres intervenciones efectuadas en los
establecimientos de beneficencia de la isla. Ya desde inicios del siglo XX, existía
una marcada necesidad de un Nuevo Hospital de La Laguna, ante unas instalaciones poco salubres y
obsoletas que habían estado en funcionamiento desde el siglo XVI. El Cabildo Insular de
Tenerife propuso la construcción de un hospital pertinente a las necesidades de
la ciudad y del municipio, consignando en 1922 una partida presupuestaria de
35.000 pesetas. Para fundamentar su construcción, se solicitó un informe a la
Real Academia de Medicina, formulando duda sobre la viabilidad del viejo
establecimiento o la edificación de uno nuevo de mayores dimensiones con
cobertura provincial; los académicos se decantaron por la segunda propuesta.
Siguiendo las
directrices del Inspector Provincial de Sanidad y el Subdelegado de Medicina se
compró un solar de 15.000 metros cuadrados, propiedad de los
Herederos de Quintín Benito, frente a la Cruz de Piedra, en un trozo denominado
calle de Morales al comienzo del camino de San Miguel de Geneto. La compra se
rubricó ante el notario Blas Cabrera por la cantidad de 21.000 pesetas el 6 de
febrero de 1923.
Para el
diseño del edificio, el arquitecto Domingo Pisaca Burgada, propuso una
estructura dentro las corrientes higienistas con capacidad para 130 enfermos,
articulado a partir un gran eje central cortado por crujías que formaban los
diferentes pabellones ligados por circulación cubierta, divididos por
especialidades como infecciosas, enfermedades comunes, cirugía y
materno-infantil.
FOTO 4
Proyecto Nuevo Hospital de La Laguna
El modelo que
se tomó como referencia fue el Hospital de Niños de Pendlebury (1872-1878),
realizado por los arquitectos Pennington y Brigues. De los tres pabellones
propuestos, se pretendió dar mayor prioridad a dos de ellos, con el fin de
trasladar con la mayor premura el antiguo hospital al nuevo edificio. Para la
ejecución de la obra, el 10 de febrero de 1926 se acordó presupuestar la
cantidad de 642.607,20 pesetas, junto a 50.336,06 pesetas para el cerramiento
externo perimetral.
La desidia y
el protagonismo asumido por el Hospital de Nuestra Señora de los Desamparados,
posteriormente Hospital Civil, llevaron a que en 1931, y ante la solicitud del
Ayuntamiento de La Laguna de un solar para la edificación de la Universidad
de este Archipiélago, la Corporación local ofreció el que dispone en el camino de Geneto, del término municipal
de La Laguna, haciendo por su cuenta las compras de terrenos que su ampliación,
si fuese necesario.
Un año después, en
1932, el consejero García Cabrera, propuso solicitar la redacción de un «nuevo
proyecto» al arquitecto Antonio Pintor y Ocete, reactivando la idea de nuevo
hospital lagunero. Para su ejecución, propuso la enajenación de los títulos intransferibles de la
deuda que poseía los establecimientos de beneficencia insulares. La viabilidad de la
construcción del nuevo edificio fue estudiada por una Comisión formada por
Matías Molina Hernández, Fernando Franquet y Solé, Pedro García Cabrera y
Antonio Pintor. El proyecto no llegó a cuajar, poniendo así punto y aparte a la
intención del “nuevo nosocomio lagunero”.
El segundo
proyecto relevante impulsado durante la gestión republicana fue la Casa-Cuna. Desde mediados del siglo
XIX, tanto el Hospital de La Laguna como el Hospital Civil contaban con Cuna de
Expósitos y Maternidad. Durante los periodos estivales, los niños expósitos se
trasladaban tanto a una casa del naviero Álvaro Rodríguez López ubicada en Hoya
Fría como a un edificio con huerta, llamada Finca La Higuerita, que durante muchos años se había
destinado al ocio de estos infantes.
FOTO 5
Proyecto Casa Cuna
Viendo las
carencias de ambos establecimientos que no cubrían las necesidades básicas para
el cuidado, en 1932 el consejero García Cabrera propuso instalar la nueva
Casa-Cuna en un edificio independiente y aparte del destinado para el Hospital
Central futuro.
En el verano
de 1933, el proyecto da un giro copernicano planteando un nuevo centro dedicado a alojar a los niños huérfanos de la Isla, donde
existieran espacios amplios y verdes que estuvieran alejados, tanto física como
ideológicamente, de un recinto hospitalario, cuyo fines distaban mucho de la de
un establecimiento destinado al cuidado y crianza de niños huérfanos,
dándole emplazamiento en los terrenos donados por el armador.
El 16 de
agosto de 1933 se procedió al traslado de los niños y niñas al nuevo domicilio,
un salón de empaquetado reformado dotado tanto de recursos materiales como
humanos. Años más tarde, en 1938, su dueño y benefactor donó los terrenos a la
Corporación insular para alojar definitivamente la Casa-Cuna en este
emplazamiento pasando a denominarse Jardín de Infancia de la Sagrada Familia tras el nuevo momento político abierto
a mediados de 1936.
La
última intervención, la tercera, se centró en la formulación de un nuevo reglamento sobre la sanidad insular,
con modificaciones en la estructura organizativa con la intención de
centralizar la asistencia en un solo hospital, la eliminación de las
connotaciones religiosas de los establecimientos de beneficencia y crear una
red insular de equipamientos de primera necesidad que se materializó sobre todo
en las casas de socorro, proyecto diseñado por el arquitecto Marrero Regalado.
FOTO
6 Portada del libro de poesías Líquenes de Pedro García Cabrera, 1928
BIBLIOGRAFÍA
1.- AA. VV. Actas de Congreso Internacional Pedro García
Cabrera. La Gomera 10-14 de octubre de 2005; [coordinadora: Belén Castro
Morales]. Santa Cruz de Tenerife: Servicio de Publicaciones de la Universidad
de La Laguna, 2007, Tomos I y II.
2.- Álvarez
Rey, L. Los Diputados por Andalucía en la Segunda República, 1931-1939. Tomo
II. Sevilla: Fundación Pública Andaluza,
Centro de Estudios Andaluces, 2010.
3.- Castro
Molina, F.J. Arquitectura, asistencia y cuidados: Manicomio Provincial de
Tenerife. Santa Cruz de Tenerife: Colegio Oficial de Enfermería de Santa Cruz
de Tenerife, 2013.
4.- Castro
Molina, F.J. Arquitectura y Medicina en Canarias.
Dispositivos asistenciales y recursos sanitarios en Tenerife (siglos XVI-XX).
[Tesis doctoral] dirigida por María Isabel Navarro Segura y Jesús Pérez Morera,
Universidad de La Laguna, 2012.
5.- Navarro
Segura, M. I. Arquitectura del Mando
Económico en Canarias. La posguerra en el Archipiélago . Santa Cruz de
Tenerife: Aula de Cultura de Tenerife, 1982.
6.- León
Álvarez, A. (coord.) La Segunda República
en Canarias. Santa Cruz de Tenerife: LeCanarien Ediciones-Libreando
Ediciones, 2012.
7.-
Periódico La Opinión de Tenerife, del día 5 de abril de 2015
AGRADECIMIENTO
Profesor Dr. Francisco-Javier Castro-Molina
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7 Proyecto para el jardín de Infancia de la Sagrada Familia. Pedro García
Cabrera. Propaganda republicana, Sección de Psiquiatría e Higiene Mental
Manuel
Solórzano Sánchez
Diplomado en Enfermería. Servicio de
Traumatología. Hospital Universitario Donostia de San Sebastián. OSI- Donostialdea. Osakidetza- Servicio Vasco
de Salud
Insignia de Oro de la Sociedad Española
de Enfermería Oftalmológica 2010. SEEOF
Miembro de Enfermería Avanza
Miembro de Eusko Ikaskuntza / Sociedad de
Estudios Vascos
Miembro de la Red Iberoamericana de
Historia de la Enfermería
Miembro de la Red Cubana de Historia de
la Enfermería
Miembro Consultivo de la Asociación
Histórico Filosófica del Cuidado y la Enfermería en México AHFICEN, A.C.
Miembro no numerario de la Real Sociedad
Vascongada de Amigos del País. (RSBAP)
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