Al
tiempo que se desarrollaban las órdenes militares y religiosas, aparecieron
grupos de trabajadores que se unieron para formar órdenes semireligiosas. Estas
órdenes no seguían los votos de la vida monástica, y a menudo se las ha
descrito como “Órdenes Seglares de Enfermería”.
Hicieron
grandes contribuciones a la enfermería y sirvieron a los enfermos, los pobres,
los abandonados y los huérfanos en sus propias comunidades. En ocasiones
también ejercieron la enfermería hospitalaria.
FOTO 001 Les Béguines de la ville de Goes,
Hollande, à l'office de Cecil Jay
LAS BEGUINAS
El
origen del movimiento Beguino es incierto, y la etimología del nombre permanece
confusa. Se suele atribuir a un sacerdote de Lieja, Lambert le Bègue, quien promovió la instauración de “mulieres sanctae” en torno a su
iglesia, entre las que había hijas de barones, de caballeros y de nobles, en lo
que ha dado en llamarse el primer beguinaje. Estas mulieres sanctae eran
particulares que se identificaban con un monasterio mediante la donación de
parte de su patrimonio, si eran ricas o el servicio voluntario si eran pobres.
No tomaban votos y vivían en sus propios hogares. Al pasar el tiempo estas
mujeres empezaron a vivir en comunidad, realizando los votos de castidad y
obediencia durante el tiempo que vivían juntas, pero no renunciaban a los
derechos de propiedad ni a sus posesiones.
Eran
libres de casarse y abandonar la comunidad en cualquier momento. Las Beguinas
de Flandes constituyeron una de las órdenes seglares de enfermería más
prominentes. Posteriormente muchas de estas comunidades se hicieron Terciarias
de San Francisco o de Santo Domingo.
Su
organización era extremadamente simple. Se reunían de dos a cuatro mujeres que
vivían en pequeñas casas construidas en un recinto cerrado y agrupadas
alrededor de una iglesia u hospital. Estos beguinajes eran de una simplicidad
pintoresca. Los de Brujas (1184) y Gante (1234), en Bélgica son los más
conocidos. Cada comunidad era autosuficiente y fijaba sus propias reglas, que
debían ser aprobadas por el obispo de la diócesis. Su objetivo original era de
carácter religioso; se esforzaban por alcanzar la perfección, la reforma de la Iglesia y la salvación de
las almas. Había miembros ricos y pobres, nobles y humildes, y su trabajo
variaba de unos a otros. Su atuendo dependía de la localización geográfica de
la comunidad.
FOTO 002 LVDS, Beguinas, Monasterio
St Elisabeth, postal de Bélgica 1913
Las
Beguinas se mantenían a sí mismas enseñando, hilando y realizando otras labores
de artesanía, aparte de cuidar a los
enfermos en los hospitales. Iniciaron un servicio de enfermería
domiciliaria y fijaron una cuota si la familia tenía dinero. El trabajo
hospitalario se convirtió en uno de sus intereses primordiales, lo que dio
lugar a la creación de sus propios hospitales, donde ejercían la enfermería.
Uno de los más famosos fue el Hôtel Dieu
de Beaune, Francia fundado en 1443. Estos hospitales contaban también con
la colaboración de las Hermanas de Matilde, una orden establecida por las
Beguinas para ese objetivo exclusivo. Durante las guerras, las épocas de hambre
y las epidemias, sus miembros de la orden convertían sus casas en hospitales y
también trabajaban como enfermeras en los campos de batalla.
Las
Beguinas siempre fueron muy populares entre la población, pero sufrieron
persecución por parte de las autoridades eclesiásticas, que vieron que perdían
poder. Los clérigos no podían tolerar su independencia ni sus notorias
innovaciones en la vida comunitaria. Fueron acusadas de herejía, y en 1215 el
Papa prohibió la creación de nuevos grupos. A pesar de la prohibición,
florecieron y se extendieron por toda Europa. Se estima que sus miembros
llegaron a ser 200.000.
Hasta
este año 2013 que ha fallecido la última
beguina, se han mantenido durante todos estos siglos.
Según
una fuente constituyeron …
… una comunidad de
mujeres de interés histórico sin par. La libertad e independencia de su
original forma de existencia, su carácter autosuficiente, su dignidad
irreprochable y la discreción, sencillez y utilidad de sus vidas siguen
inalterables. Han atravesado vicisitudes y trances, pero siempre con seguridad.
(Nutting y Dock, 1937; página: 271). Historia de la Enfermería. M. Patricia
Donahue.
LAS BEGUINAS
Las beguinas
eran una asociación de mujeres cristianas, contemplativas y activas, que
dedicaron su vida, tanto a la defensa de los desamparados, enfermos, mujeres,
niños y ancianos, como a una brillante labor intelectual. Organizaban la ayuda
a los pobres y a los enfermos en los hospitales, o a los leprosos. Trabajaban
para mantenerse y eran libres de dejar la asociación en cualquier momento para
casarse. (Wikipedia).
“El movimiento de
las beguinas seduce porque propone a las mujeres existir sin ser ni esposa, ni
monja, libre de toda dominación masculina”
Cómo se organizaban
No había casa-madre, como así tampoco una regla común, ni una
orden general; sino que cerca de los hospitales o de las iglesias donde
establecían sus viviendas en sencillas habitaciones donde podían orar y hacer
trabajos manuales, cada comunidad o beguinaje, estaba completa en sí
misma, y organizaba sus propia forma de vida con el propósito de orar y servir
como Cristo en su pobreza.
Una carta de 1065 menciona la existencia de una institución
similar al beguinaje de Vilvoorde en Bélgica. Desde la región de Lieja el
movimiento se difundió desde el siglo XII por otros países de Europa como
Holanda, Alemania, Francia, Italia, España, Polonia y Austria. Algunos beguinajes,
como los de Brujas, Gante y Colonia llegaron a contar con miles de integrantes.
El extenso renacimiento religioso que originaron los beguinajes, también trajo
sociedades similares para los hombres, los begardos. (Wikipedia).
El origen de su nombre
Sobre el origen de los nombres beguina y begardo
hay varias hipótesis: por Lambert le Bègue,
sacerdote de Lieja quien habría fundado la asociación; fue crítico de las
costumbres del clero, traductor de los Hechos de los Apóstoles y las Epístolas
de Pablo, autor de Antigraphum Petri, acusado de herejía, murió en 1180,
después de haber fundado una iglesia y claustro para viudas y huérfanos de los
cruzados en su pueblo nativo. El apelativo le bègue significaría “el tartamudo”. Otro origen puede ser el
que deriva de la palabra beghen en flamenco antiguo, con el sentido de
pedir (pedir al orar o tal vez peyorativamente, pese a que en realidad nunca
fueron mendicantes). También podría ser por Bega, santo patrón de
Nivelles, en donde, según una dudosa tradición, se estableció el primer beguinaje.
Otro de sus orígenes podría ser por el hábito de color beige de lana
burda, parecido al de los «humillados» de Italia. (Wikipedia).
FOTO
003 Beguinas. Eukleria
Las beguinas más ilustres
Las beguinas más ilustres: vale la pena recordar a María de Oignies, a Lutgarda de Tongeren, a Juliana de Lieja y a Beatriz de Nazaret, autora de Los
siete grados del Amor. Se considera que las beguinas, junto con los
trovadores y Minnesänger, fundaron la lengua literaria flamenca, francesa y
alemana. Participaban en la apertura del saber teológico a los laicos,
arrancándolo del latín clerical y vertiéndolo a las lenguas vulgares. La
traducción de obras del místico alemán Johannes
Eckhart y la divulgación de su propia obra le costó la hoguera a Margarita Porete en 1310.
Autora de El Espejo de las Almas Simples
que dice:
Teólogos y otros clérigos / no tendréis el entendimiento /
por claro que sea vuestro ingenio / a no ser que procedáis humildemente / y que
amor y fe juntas / os hagan superar la razón, / pues son ellas las damas de la
casa. (Wikipedia).
Intentaron condenarlas
La condena de Margarita Porete fortaleció a los enemigos de
las beguinas y a instancias del Papa Clemente V fueron condenadas por el
Concilio de Viena en 1312, que decretó que “su modo de vida debe ser prohibido
definitivamente y excluido de la Iglesia de Dios”; pero esta sentencia fue
mitigada por Juan XXII en 1321, quien permitió que las beguinas continuaran con
su estilo de vida, ya que “habían enmendado sus formas”.
Posteriormente las autoridades eclesiásticas tuvieron
frecuentes roces con las beguinas y begardos. Durante el siglo XIV los obispos
alemanes y la Santa Inquisición condenaron a los begardos y varias bulas se
emitieron para someterlos a la disciplina papal.
El 7 de octubre de 1452 una bula del Papa Nicolás V fomentó el
ingreso de las beguinas a la orden Carmelita. Para colmo, Carlos el temerario,
duque de Borgoña, decretó en 1470 que gran parte de los bienes de las beguinas
pasaran a manos de las carmelitas. De una u otra forma, se presionó a las
beguinas a ingresar a una comunidad de monjas o a disolverse. En el siglo XVI
la desconfianza en las beguinas creció, pues fue frecuente que se unieran a la
Reforma, especialmente al anabaptismo (una de las corrientes existentes dentro
del cristianismo). En el siglo XVIII, se tomaron más medidas para frenar a las
beguinas. (Wikipedia).
FOTO 004 Beguinaje
de Saint – Amandsberg. Gante, Bélgica
MUERE LA ÚLTIMA BEGUINA
En la sección de obituarios de El PAÍS del día 24 de abril de 2013, y escrito por la periodista Alba Tobella, que es la autora, hace referencia
a las beguinas, comunidades religiosas de mujeres al servicio de los enfermos
que surgieron en Bélgica hacia el siglo XII y tuvieron su máxima expansión en
el XIV.
La austeridad, el servicio a los más desfavorecidos y el
sentimiento democrático que inspiraba sus reglas sorprenden mucho en una época
en que la Iglesia católica desplegaba un poder social demasiado asfixiante.
Tanto es así que muchas beguinas murieron víctimas de la Inquisición acusadas
de herejía y hasta de brujería.
La semana pasada murió la última de estas mujeres. En
Brasil he podido conocer movimientos similares de carácter asistencial, femeninos
también, e incardinados en los propios barrios de favelas, muy al
estilo de aquellas beguinas.
Está en:
Murió mientras
dormía sin saber que cerraba la última puerta de la existencia de las beguinas.
La Hermana Marcella Pattyn,
fallecida el 14 de abril de 2013
a la edad de 92 años, era la última representante de una
de las experiencias de vida femeninas más libres de la historia, según los
expertos. En la Edad Media, entre la rigidez de los estamentos religiosos,
empezaron a aparecer comunas de estas mujeres que iban por libre, eran
democráticas y trabajaban para obtener su propio alimento y hacer labores
caritativas. Eran comunidades de mujeres espirituales y laicas, entregadas a
Dios, pero independientes de la jerarquía eclesiástica y de los hombres.
Surgieron en un
momento de sobrepoblación femenina, cuando dos siglos de guerras habían acabado
con una gran proporción de los hombres y los conventos estaban colmados como la
alternativa al matrimonio o a la clausura. Corría el siglo XII y las
comunidades de beguinas, mujeres de todas las clases sociales, empezaron a
extenderse en Flandes, Brabante y Renania. Gracias a las labores que hacían
para la comunidad, eran enfermeras
para los enfermos y desvalidos y maestras para niñas sin recursos, e incluso
fueron responsables de numerosas ceremonias litúrgicas, muchas familias
adineradas les dejaban herencia y mujeres ricas se instalaban en beguinajes.
La mayoría de
hermanas practicaban algún arte, especialmente la música -Pattyn tocaba el
banjo, el órgano y el acordeón-, pero también la pintura y la literatura. Los
expertos consideran a poetas como Beatriz
de Nazaret, Matilde de Madgeburgo
y Margarita Porete precursoras de la
poesía mística del siglo XVI, además de las primeras en utilizar las lenguas
vulgares para sus versos en lugar del latín.
Vivían en celdas,
casas o grupos de viviendas, declaradas patrimonio de la Humanidad por la UNESCO
en 1998, y podían abandonarlas en cualquier momento para casarse y formar una
familia, pero a nivel espiritual no se casaban con nadie más que con Dios y los
más desfavorecidos. También formaban partes de estos grupos mujeres casadas que
se identificaban con el deseo de llevar una vida de espiritualidad intensa en
los beguinajes de sus ciudades.
Elena Botinas y Julia Cabaleiro definen el movimiento
en Las beguinas: libertad en relación como lugar espiritual y pragmático a la vez, que rompe con
la diferenciación que la Iglesia imponía entre la oración y la acción: “Un
espacio que no es doméstico, ni claustral, ni heterosexual. Es una espacio que
las mujeres comparten al margen del sistema de parentesco patriarcal, en el que
se ha superado la fragmentación espacial y comunicativa y que se mantiene
abierto a la realidad social que las rodea, en la cual y sobre la cual actúan,
diluyendo la división secular y jerarquizada entre público y privado y que, por
tanto, se convierte en abierto y cerrado a la vez”, explican.
Según la versión
más extendida, un grupo de mujeres construyeron el primer beguinaje en 1180 en
Lieja (Bélgica), cerca de la parroquia de San Cristóbal y adoptaron el nombre
del padre Lambert Le Bègue.
FOTO 005 Beguinas. Eukleria
Otras versiones apuntan
a que “beguina” significa,
simplemente, rezadora o pedidora (de beggen, en alemán antiguo, rezar
o pedir) e incluso, en la versión menos compartida entre los historiadores, a
que su existencia se remonta al año 692, cuando santa Begge habría fundado la
comunidad.
Tuvieron dos siglos
de expansión rápida pero las denuncias de herejía las frenaron cuando la
Iglesia empezó a ver que atraían donaciones “que les pertenecían”. Se
instalaron en todas las grandes ciudades francesas y alemanas, pero la
persecución las hizo volver a recogerse en Bélgica, de donde venían. Pagaron
por las libertades que habían adquirido, económica, social y religiosa incluso
con la muerte. Marguerite Porete fue quemada viva en 1310. Las acusaban de
aturdir a los monjes y de encandilarlos cuando acudían a confesarse a los
monasterios vecinos y las trataron como a las únicas mujeres libres de la época:
las brujas.
“El movimiento de
las beguinas seduce porque propone a las mujeres existir sin ser ni esposa, ni
monja, libre de toda dominación masculina”, explica Régine Pernoud en el libro La
Virgen y sus santos en la Edad Media. Y así como sedujo a las mujeres,
inquietó a los hombres.
Con sus conquistas
volvieron a casa. Regresaron a los Países Bajos y Bélgica, aunque resistieron
algunos beguinajes alrededor de Europa. La mayor comunidad se recluyó en un
gran beguinaje en Cortrique la población del sur belga donde murió Marcella Pattyn la semana pasada.
Después de que su modo de vida sin reglas y sin amos hubiera enfurecido a los
garantes del orden, renunciaron a cierto radicalismo y optaron por convivir con
la Iglesia para asegurarse la subsistencia, durante siglos, hasta morir hoy en
silencio. (EL PAÍS).
Mujeres libres en un mundo de hombres
“El movimiento de las beguinas es uno de los movimientos más interesantes
y más curiosos que se han dado en la historia de la espiritualidad occidental. Las
beguinas eran, generalmente, mujeres de la clase alta, o de clase media alta.
En un momento en que se empieza a derrumbar el sistema tan estructurado de la
iglesia y del mundo feudal aparece el deseo de una cierta libertad interior,
libertad de conciencia, que cada persona se exprese por sí misma”.
“Las beguinas quisieron ser espirituales pero no religiosas, quisieron
vivir entre mujeres pero no ser monjas ni canonesas, quisieron rezar y trabajar
pero no en un monasterio, quisieron ser fieles a sí mismas pero sin votos,
quisieron ser cristianas pero ni en la Iglesia constituida ni, tampoco, en la
herejía”. (María Milagros Rivera).
No se casaron, pero tampoco hacían votos de castidad. Jamás
estuvieron subordinadas a los hombres, ni como esposos ni como guías espirituales.
Vivieron de sus rentas, si las tenían, y de su trabajo en la industria, la
artesanía textil, la enfermería, el copiado de manuscritos, la enseñanza de las
niñas y la asistencia a personas moribundas entre otras tareas.
Estas mujeres se caracterizan
por una sólida formación cultural y teológica, unida a una experiencia
mística personal profunda, con frecuencia, con experiencias visionarias. Una
vida de radical austeridad y libertad de espíritu. (Eukleria).
IMÁGENES: Les Béguines de la ville de Goes, Hollande, à l'office de
Cecil Jay.
Beguinaje de Saint-Amandsberg (Gante, Bélgica)
© OUR PLACE The World Heritage Collection UNESCO
Fotografías de Internet
AGRADECIMIENTOS
EL PAÍS
Alba Tobella
Gloria Arbonés
BIBLIOGRAFÍA
Epiney-Burgard,
Georgette & Zum Brunn, Emile (1998). Mujeres trovadoras de Dios.
Una tradición silenciada de la Europa medieval. Barcelona: Paidós. ISBN
978-84-493-0485-9.
Hadewijch de
Amberes (1999). El lenguaje del deseo. Madrid: Editorial
Trotta. ISBN
978-84-8164-357-2.
Porete, Margarita (2005). El Espejo de las Almas
Simples. Madrid: Ediciones Siruela. ISBN
978-84-7844-915-6.
(1995). El Espejo de las Almas Simples. Hermana
Katrei. Barcelona: Icaria Editorial. ISBN
978-84-7426-242-1.
Sanz González, Ana Isabel (2002). Mujeres en la
Edad Media: las raíces de la libertad. Madrid: Sociedad de Nuevos Autores. ISBN 978-84-932821-9-6
Wikipedia:
http://es.wikipedia.org/wiki/Beguinas
EL
PAÍS. 24 de abril de 2013:
Dolors
Sanahuja. Les Deodates de Santa María de Sales. Una petita Comunitat Medieval
de Dones. (Las Deodatas de Santa María de Sales. Una pequeña comunidad medieval
de mujeres). En Acta historica et archaeologica Medievalia. Departament
d’História Medieval. Universitat de Barcelona. Barcelona 1992
Historia
de la Enfermería. M. Patricia Donahue (Profesora adjunta del College of
Nursing. The University of Iowa.
Iowa City. EE.
UU. Ediciones Harcourt. B-24.474-99
(Eukleria).
Un
cajón revuelto. Gloria Arbonés
FOTO 006 Beguinato en Brujas,
Bélgica
COLABORADORES:
Raúl Expósito González
Enfermero.
Servicio de Salud de Castilla – La Mancha. Ciudad Real. Experto en Barberos, Ministrantes y Sangradores
Jesús Rubio Pilarte
Enfermero
y sociólogo. Profesor de la E. U. de Enfermería de Donostia. EHU/UPV
Miembro no numerario de La RSBAP
Manuel Solórzano Sánchez
Enfermero
Hospital Universitario Donostia de San Sebastián. Osakidetza /SVS
M. Red Iberoamericana de Historia de la
Enfermería
Miembro no numerario de La RSBAP
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