La enfermera australiana
Elisabeth nace el 20 de septiembre de 1880 y fallece el 20 de noviembre de 1952,
es reconocida por su tratamiento novedoso de la poliomielitis. Desarrolló sus
propios procedimientos clínicos para esta enfermedad entre 1928 y 1940,
bastante antes de que la vacuna desarrollada por Jonas Salk fuera probada y
usada para prevenir la polio. Es conocida como “Hermana Kenny” o “Sister
Kenny”.
FOTO 001 Elisabeth Kenny
ELIZABETH KENNY: LA INSPIRACIÓN DE
CUIDAR
Este magnífico trabajo es obra de estas dos famosas enfermeras:
Mª Luz Fernández Fernández, Diplomada en Enfermería.
Licenciada en Historia. Máster Interuniversitario de Historia Contemporánea.
Profesora E.U.E. “Casa de Salud Valdecilla”. Universidad de Cantabria. Y Raquel López Maza, Diplomada en Enfermería. Máster de
Investigación en Cuidados de Enfermería. Enfermera del Servicio de
Documentación del Hospital Sierrallana. Servicio Cántabro de Salud.
Torrelavega. Cantabria. Profesora Asociada del Departamento de Enfermería de la E.U.E. “Casa de Salud
Valdecilla”. Universidad de Cantabria.
INTRODUCCIÓN
La figura de Elizabeth Kenny es sobradamente
conocida en el campo de la Medicina Rehabilitadora, fundamentalmente, en los
trabajos centrados en el estudio de la Poliomielitis, ya que los procedimientos
empleados por Kenny en el tratamiento de los síntomas de esta enfermedad
chocaron frontalmente con la ortodoxia médica, aunque gracias a su tesón y
empeño, además de los excelentes resultados que esta enfermera obtenía de su
aplicación, serían finalmente aceptados por la comunidad científica médica.
FOTO 002 Raquel López Maza y Mª Luz
Fernández Fernández
A pesar de este reconocimiento, no deja de
ser sorprendente que apenas existan estudios que hayan explorado su actuación
desde la óptica de la
Enfermería. Después de todo, fueron la observación constante,
su fuerza y determinación en la eficacia de su método, lo que contribuyó a
mejorar los síntomas de la
Poliomielitis, la aplicación del mismo en la fase aguda,
disminuía el dolor y la rigidez muscular, lo que unido a la reeducación de los
músculos, permitió que muchos niños volvieran a caminar.
El trabajo de Sister Kenny tuvo especial
relevancia por dirigirse principalmente a la población infantil, que sin duda
fue la más afectada por la enfermedad. Desde su condición como enfermera en el
área rural, no sólo tuvo que dirigir los cuidados a los pacientes, sino
también, ayudar a las familias a superar la angustia y la desesperación de ver
a sus hijos bajo el riesgo de morir o quedar paralíticos.
Las mayores
dificultades con las que se enfrentó Kenny fueron las críticas y el rechazo de
la clase médica que no estaba dispuesta aceptar que una enfermera se saltara
los cánones que aplicaba la
Medicina tradicional. Sin duda, para los médicos de la época,
Kenny se había introducido en un terreno que no la correspondía ya que como
enfermera, debía trabajar siempre bajo las órdenes médicas, y desde luego, la
estaba vedado tener independencia en su trabajo, y mucho menos pensamiento
propio.
El empleo de su método puso de manifiesto la
importancia de la
Enfermería, cuyo fin
principal, era aliviar los síntomas que observaba en los niños que padecían
Polio y tratar de mejorarlos. A lo largo de este trabajo trataremos de analizar
la trascendencia del trabajo de Kenny en la proyección del cuidado enfermero.
BREVE DESCRIPCIÓN
DE LA HISTORIA DE
LA POLIOMIELITIS
Puesto que la trascendencia de la figura de
Kenny estuvo ligada a la
Poliomielitis, trataremos de exponer brevemente cuales fueron
las circunstancias históricas en las que se desarrolló esta enfermedad.
La conocida popularmente como Parálisis
Infantil por afectar principalmente a este sector de la población, fue una de
las principales epidemias del siglo XX, manifestándose esencialmente por
presentar síntomas de rigidez muscular y dolor. La Poliomielitis es una
enfermedad que se conoce desde la
Antigüedad, situándose las primeras referencias en Egipto,
hacia el año 3700 a.C.,
aunque los primeros brotes epidémicos surgieron a finales del siglo XIX en el
norte de Europa, Norteamérica y Australia, afectando tanto a la población
infantil como a los adultos. La primera referencia a la Poliomielitis como
epidemia aparece en un informe del anatomista y cirujano inglés Charles Bell en
1836, quién años antes, en 1821, había demostrado que las lesiones del séptimo
nervio craneal producían parálisis facial.
FOTO 003 Elisabeth Kenny, enseñando
sus teorías
Bell, describió en su informe los hechos que
acontecieron en un lugar aislado de la isla de Santa Elena donde habían
aparecido una serie de casos de niños con parálisis y especificaba que merecía
la pena examinar esta situación. Sin embargo, el carácter epidémico de esta
enfermedad no se tendría en cuenta hasta 1868 cuando aparecieron una serie de
casos en Noruega y pequeños brotes en distintos países de la geografía mundial.
La naturaleza infecciosa de la enfermedad
sería descrita por Landsteiner y Popper en 1908, tras inocular en monos el
tejido del sistema nervioso central de un paciente fallecido por esta afección.
A pesar de los distintos avances con respecto a la clínica y tratamiento de los
síntomas de la enfermedad, los conocimientos sobre el virus de la Poliomielitis en
1941 eran aún escasos. El aumento de casos en los años posteriores fue
determinante para que en 1953 la
OMS expondría la amenaza que esta enfermedad suponía para la
humanidad. Esta situación, daría un giro transcendental, cuando el virólogo
estadounidense Jonas Salk, descubrió
la primera vacuna en 1955 utilizando virus vivos y que administraba en tres
dosis por vía intramuscular. Posteriormente, en 1957, sería sustituida por la nueva vacuna descubierta por Albert Sabin a partir de virus vivos
atenuados y por vía oral que resultó más eficaz, ya que proporcionaba una
inmunidad mucho más rápida que la de Salk.
El primer caso epidémico de poliomielitis en
nuestro país data de 1896 en Valls, provincia de Tarragona, y no se tendrían nuevas referencias hasta 1916, año
en el que aparecieron numerosos casos, aunque la tasa más alta de morbilidad de
esta epidemia en España se sitúa entre los años 1949 y 1963, con especial
incidencia en 1959.
Es importante reflejar, que mientras en los
demás países en la década de los cincuenta, y gracias a la vacunación, el número
de afectados iba disminuyendo, las circunstancias políticas de nuestro país
retrasaron el inicio de la vacunación hasta finales de 1963, declarándose los
últimos casos de poliomielitis en 1989.
En la actualidad, el Informe de la OMS del 2010, según los datos
obtenidos del 2009, se registraron un total de 1.595 casos de Polio en
veintitrés países, de los que 1.247 corresponden a los países de Afganistán,
India, Nigeria y Pakistán; 142, se sitúan en países en los que el virus se ha
vuelto a establecer, caso de Angola, Chad, República Democrática del Congo y
Sudán, y los 206 casos restantes están repartidos en países de la parte
occidental, central y cuerno de África.
ELIZABETH KENNY
Nacida en 1880 en Australia, concretamente en
Warialda, Nueva Gales del Sur, recibió una limitada educación debido a los
continuos cambios de lugar de residencia, ante la insatisfacción laboral de su
padre.
Un acontecimiento acaecido en su infancia,
cuando a la edad de 10 años se fracturó una muñeca al caerse de un caballo, marcaría
su futuro posterior, ya que este hecho la permitiría conocer al Dr. McDonnell´s, un cirujano que sería
trascendental en la vida de Kenny, y cuya amistad duraría hasta la muerte de
éste. Esta circunstancia, unida a la delicada salud de su hermano Bill, a quién
Elizabeth le practicaba ejercicios para ayudarle a desarrollar su sistema
muscular, la llevaron a interesarse por los libros de Anatomía Humana que le
eran proporcionados por su amigo McDonnell´s, quién ante este interés la sugeriría
que estudiara Enfermería.
A pesar de que no existe ningún documento que
acredite la formación formal de Kenny como enfermera, se sabe que trabajó como
voluntaria en la pequeña maternidad de Guyra, Nueva Gales del Sur, y que a los
23 años se estableció como “bush nurse”, enfermera de granjas,
lo que podría entenderse como enfermera rural.
FOTO 004 Elisabeth Kenny. Su fundación
Para comprender las circunstancias en las que
se desarrolló el trabajo de Kenny como enfermera sin una formación reglada, es
importante tener en cuenta algunos aspectos. Las características geográficas y
demográficas de Australia a principios del siglo XX, configuradas por grandes
extensiones de terreno, con poblaciones muy distantes, y de difícil acceso
ponía de manifiesto las dificultades de la población rural en cuanto a atención
sanitaria se refiere. Así, todos reclamaban a la enfermera Kenny, quién cubriría largas distancias a caballo para
atender las necesidades de una población que carecía de atención médica, por lo
que su labor resultó esencial.
Por otra parte, es esencial tener en cuenta,
que el desarrollo de la
Enfermería en Australia como profesión no fue un camino
fácil, sino todo lo contrario. Los inicios del mismo se atribuyen a la
enfermera inglesa Lucy Osburn,
formada en la Escuela
de Enfermería del Hospital de Santo Tomás
en Londres, fundada por Florence
Nightingale en 1860. Osburn, llegaría a Australia en 1868 junto con cinco
enfermeras para implantar en este país el modelo de formación enfermera
instituido por Nightingale en Inglaterra. En el período comprendido entre 1868
y 1884, se formarían ciento cincuenta y tres enfermeras bajo la influencia de
este modelo constituyendo así, el primer núcleo seglar de la Enfermería australiana.
Como exponíamos con anterioridad, Osburn debió
sortear numerosas dificultades para dignificar el trabajo de las mujeres y
establecer una enfermería debidamente formada, de hecho, se la considera como
la pionera en el empleo de las mujeres en un servicio público. Antes de su
llegada, las labores de enfermera habían estado en manos de mujeres de dudosa
reputación, que en muchos casos utilizaban este servicio para redimir su
condena. Estos hechos, unidos a la oposición de algunos médicos que denominaban
y consideraban a las enfermeras como “sirvientas”, dificultaron durante
largos años la institucionalización de la enfermería como profesión, aunque
Lucy Osburn acabaría demostrando la necesidad de una Enfermería entrenada y
disciplinada.
Aunque no sería hasta la participación de las
enfermeras y su labor esencial en los conflictos bélicos mundiales cuando se
reconociera su contribución y necesidad para la sociedad, y por tanto, su papel
imprescindible en los cuidados de salud de la población.
Todo lo descrito anteriormente nos ayuda a
comprender las condiciones en las que trabajó la enfermera Kenny en el área
rural, y sería precisamente en este contexto cuando tendría el primer contacto
con la Poliomielitis,
cuando en 1911, debió acudir a la llamada de una familia que solicitó sus
servicios ante la situación de una niña que presentaba rigidez y dolor muscular
que se intensificaba al tocarla. Kenny estaba desconcertada ante la situación,
por lo que decidió telegrafiar al Dr. McDonell´s, explicándole los síntomas que
observó en la niña. La respuesta fue muy concreta, se trataba de Parálisis
Infantil, pero no se conocía el tratamiento, la recomendación de su amigo el
doctor fue que tratara de aliviar los síntomas según fuesen apareciendo.
Elizabeht, comenzó a observar y analizar a la
niña, para tratar de aliviar el intenso dolor que padecía, recordaría entonces
los conocimientos que había adquirido sobre anatomía y comenzó a aplicar sal
caliente y cataplasmas de linaza observando que aunque no se aliviaba el dolor,
si respondía al calor. Entonces, decidió envolverla con tiras de una manta de
lana después de meterla en agua hirviendo y haberla escurrido, días después, el
dolor había desaparecido. Sin embargo, la niña era incapaz de levantarse y
mover las piernas a pasar de intentarlo, Kenny volvería a observar los músculos
de la pierna, y finalmente se daría cuenta de que aunque no se apreciaba
ninguna lesión a simple vista, la niña había olvidado cómo moverlos. Comenzaría
entonces a practicarla los ejercicios pasivos con el fin de reeducar los
músculos, lo que permitiría la recuperación total de la niña que volvería a
caminar sin ninguna secuela.
Así, surgiría el método Kenny quién
atribuiría las causas de esta enfermedad a tres fenómenos: el espasmo,
refiriéndose a la tirantez de los músculos; la incoordinación muscular y la
enajenación mental.
A partir de este caso y ante los buenos
resultados obtenidos Kenny, aplicaría su método en otros niños con Parálisis
Infantil pero sus tratamientos chocarían con los que utilizaba la medicina
tradicional basados en el reposo absoluto y la inmovilización, con lamentables
consecuencias para muchos de ellos que tendrían grandes dificultades para
volver a caminar. Sin embargo, la clase médica, excepto su amigo McDonell´s, no
estaba dispuesta a aceptar que una enfermera les diera lecciones y mucho menos
que les cuestionara; puesto que consideraban que sus aportaciones carecían de
todo rigor científico.
Elizabeth continuaría trabajando a pesar de
la continua oposición médica y abriría en 1913 un pequeño hospital que vendería
dos años después para incorporarse al Cuerpo
del Enfermería de la
Armada Australiana, tras el estallido de la I Guerra Mundial. Para
poder incorporarse a filas fue necesario un informe de su amigo McDonell´s, en
el que reconocía por escrito su capacidad y valía como enfermera. En 1916 se le
concedería el nombre “Sister”, que
equivalía a primer teniente del ejército, desarrollando su trabajo como jefa de
enfermeras de los hospitales Británicos.
FOTO 005 Elisabeth Kenny. Sus
películas
Una vez concluida la Guerra, en 1919, Kenny
continuaría trabajando con los niños de Polio, sin embargo, la falta de
respaldo de su método por los médicos la impedía tratar los casos agudos, por
lo que se ocupó de los crónicos y los que eran rechazados por la medicina. El
gran apoyo del público al método Kenny no pasaría desapercibido para las
autoridades sanitarias y en 1938
a petición de ésta, se realizaría un estudio en el que
contrastarían su método, con el ortodoxo empleado por la medicina tradicional.
Los resultados dejaron patente la eficacia del primero, pero los médicos no lo
aceptarían acusándola de malgastar el dinero y obtener beneficios políticos.
Esta continua falta de apoyos, y tras la
muerte de su gran amigo el Dr. McDonell´s, la hizo tomar la decisión de trasladarse
a América para poder trabajar con su método en los pacientes afectados de
Poliomielitis. Para dar a conocer su método impartió numerosas conferencias por
todo el país, como las que tuvieron lugar en diferentes sedes de la prestigiosa
American Medical Association, pero a pesar de todos sus esfuerzos, el colectivo
médico se le seguía resistiendo. Por fin, los Drs. John Pohl, Miland Knapp,
and Wallace Cole, comenzaron a creer
y mostrar interés en su método invitándola a quedarse en Minneapolis para realizar
un estudio y análisis más profundo del mismo. Años más tarde, ambos doctores
publicarían en la revista, Journal of the American Medical Association los
beneficios que habían observado en los pacientes a los que se les aplicó el
método Kenny. En 1941 la
National Foundation for Infantile Paralysis y la American Medical
Association recomendarían públicamente el método Kenny frente a los
tratamientos ortodoxos que aplicaba la medicina.
Kenny, que ya contaba con la aprobación del
colectivo médico, prosiguió su interés en impulsar y dar a conocer su método,
mientras aumentaban las investigaciones científicas para validar los conceptos
propuestos por ella de espasmo, incoordinación muscular y enajenación mental. A
la par surgirían otros estudios que cuestionarían a Kenny acusándola de
falsificar los resultados obtenidos de su trabajo asegurando que las
comparaciones entre los pacientes que recuperaban su movilidad, frente quienes
les quedaban secuelas, no eran válidas, ya que los resultados dependían de la
virulencia de la enfermedad.
En 1943 se constituiría el Instituto Elizabeth Kenny en Minneapolis (Minnesota), que sería pionero en la
utilización de su método y en la rehabilitación muscular, con la intención
además de formar nuevos profesionales que siguieran sus pasos en el tratamiento
de la Parálisis
Infantil. En la actualidad, se caracteriza por ser uno de los
Centros más progresistas e innovadores en el campo de la Rehabilitación.
FOTO 006 Elisabeth Kenny y sus niños
La publicación del libro escrito por el
ortopedista Dr. Pohl con la colaboración de Kenny, y la de sus Memorias en
1943, junto con Martha Ostenso, contribuirían al afianzamiento de su método. A esto
hay que añadir el rodaje de una película autobiográfica en 1946, “Sister
Kenny”, conocida también bajo el titulo de “Amor sublime”, en la que
la actriz Rosalind Russell, intima
amiga de Kenny, conseguiría realizar un magnífico papel que la valdría el Globo
de Oro y la nominación para los Oscar. Todo ello, aumentaría su popularidad
llegando a ser la mujer más admirada de EEUU después de Eleanor Roosevelt.
A pesar del éxito, la controversia seguía
latente, fundamentalmente por el carácter de Kenny, con una personalidad fuerte
y con una determinación a veces exagerada, lo que la generó numerosos comentarios,
como el de una enfermera que había observado su trabajo y expondría su mala
educación y su ego excesivo, algo que sin duda no la favorecía en su relación
con los médicos.
En 1950, decide regresar a su país,
Australia, y un año después contraería la enfermedad de Parkinson, falleciendo
el 30 de noviembre de 1952 tras sufrir un accidente cerebro - vascular.
FOTO 007 Fotogramas de la película “Sister
Kenny”
DISCUSIÓN Y
CONCLUSIONES
Es indudable el
gran papel desempeñado por Elizabeth Kenny, considerada como una excelente
clínica y dotada con las habilidades de una experta observadora, cualidades
imprescindibles en una buena enfermera y que ya habían sido remarcadas por
Florence Nightingale.
Nunca tuvo miedo
a mostrar sus opiniones de manera abierta e independiente, lo que sin duda la
granjearía muchos conflictos con el colectivo médico acostumbrado a imponer su
criterio y dejar claro a las enfermeras que ellas estaban bajo su mando.
En un Obituario
publicado en la British Medical Journal de 1952, se recogía: “Si se hubiese
contentado con hablar sobre el tratamiento sin embarcarse en especulaciones
sobre la patología, y ella hubiera sido un poco más amable y tolerante ella
podría haber sido considerada como la Florence Nightingale de Ortopedia o al
menos, de aquella parte relativa a la Poliomielitis”. (Seddon, 1952)
Sin embargo y
pese a todo, los pasos dados por “Sister Kenny” trascendieron en su aplicación
exclusiva de la poliomelitis, y se comenzaron a aplicar a los heridos de guerra
de la segunda guerra mundial y continúan vigentes hoy en día. Pese a ser
autodidacta, creó escuela y en 1943 fue reconocida académicamente siendo
nombrada Doctora en Ciencias por la Universidad de Rochester y Doctora en
Humanidades por la Universidad de Nueva York.
Pero historia
también invita a la reflexión. Ha quedado patente su espíritu investigador y
emprendedor, imprescindible para alcanzar las cotas que se han descrito, pero
¿podría hacerlo hoy?. Estamos inmersos en un paradigma basado en la evidencia
científica, es decir, el entorno sanitario nos empuja a prestar los mejores
cuidados disponibles según el conocimiento científico actual. Los cuidados
basados en la evidencia o la medicina basada en la evidencia constituyen la
columna vertebral del sistema sanitario, y si aplicáramos el mismo precepto a
la época, la evidencia científica de comienzos del siglo XX era opuesta a los
planteamientos propuestos por Elisabeth Kenny. Es más, si el conocimiento
científico de la época determinaba que el tratamiento idóneo era la
inmovilización, habría que preguntarse si hubiera recibido autorización de un
comité bioético para realizar las prácticas que propugnaba, revolucionarias y
escandalosas para su tiempo, por un triple motivo: porque eran contradictorias
a la práctica médica habitual, porque las proponía una persona sin formación
académica y que además era mujer.
Así que, esta
historia también nos invita a pensar sobre las limitaciones que la utilización
exclusiva de la evidencia científica suponen para el desarrollo de nuevas vías
de investigación e innovación en las ciencias de la salud, caminos o fórmulas
imaginativas diferentes a las líneas actuales de investigación. Y todo eso sin
olvidar las limitaciones éticas que debe guardar toda persona que investigue
para evitar cualquier práctica lesiva, porque no debemos olvidar la utilización
perversa de la investigación experimental del científico nazi Josef Mengele y
su equipo, o los atroces efectos de un presuntamente bondadoso fármaco como la
talidomida.
Esta mujer, que se
forjó a sí misma, emprendedora y combativa no toleraba muy bien las opiniones
diferentes a la suya pero mostraba a la vez, una gran compasión, volcándose en
el cuidado de sus niños, trasmitiéndoles alegría y haciéndoles partícipes de su
cuidado.
¿Cuántas enfermeras
más habrán contribuido a mejorar la salud de la humanidad?, los
ejemplos de Mary Seacole y Elizabeth Kenny, son una clara muestra de las
dificultades de la Enfermería para hacerse visible. El reto de quienes nos dedicamos
a la Historia de la Enfermería, es rescatar del anonimato a todas aquellas enfermeras
que por su propia condición, no han recibido la importancia que se merecían.
El ejemplo de
Kenny debe servirnos para reflexionar sobre nuestra propia actividad en la
actualidad, y ser conscientes de la importancia del papel de la Enfermería en
la sociedad, con determinación, y seguridad, luchando por aquello en lo que
creemos, aún cuando sigamos encontrando barreras que impiden el desarrollo
efectivo de nuestra profesión.
El programa La rosa de los vientos, dentro de su
espacio “mujeres con historia” recoge ampliamente la historia de nuestra
protagonista Elizabeth Kenny y está disponible en este link:
http://ia700209.us.archive.org/9/items/regocijos_10-04-10/mujeres_con_historia_-_elizabeth_kenny.mp3
FOTO 008 Las autoras en el Congreso de
Alicante, noviembre 2011
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AUTORES - COLABORADORES
Raúl Expósito González
Enfermero. Servicio de Anestesia
y Reanimación. Hospital “Santa Bárbara” de Puertollano. Ciudad Real. Experto en Barberos, Ministrantes y
Sangradores
Jesús Rubio Pilarte
Enfermero y sociólogo. Profesor
de la E. U. de
Enfermería de Donostia. EHU/UPV
Miembro no numerario de La RSBAP
Manuel Solórzano Sánchez
Enfermero Servicio de
Oftalmología
Hospital Universitario Donostia
de San Sebastián. Osakidetza /SVS
Vocal del País Vasco de la SEEOF. Insignia de
Oro de la SEEOF
Miembro de Eusko Ikaskuntza
Miembro de la Sociedad Vasca de Cuidados
Paliativos
Miembro Comité de Redacción de la Revista Ética de los
Cuidados
M. Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería
Miembro no numerario de La RSBAP
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