lunes, 10 de mayo de 2021

PRACTICANTE DONOSTIARRA BERNARDINO LASA MAYORA

 

Hospital San Antonio Abad de San Sebastián 1953

 

38 años en el Hospital de San Antonio Abad

 

Foto 1 Practicante don Bernardino Lasa Mayora

 

Se jubila ahora un hombre que lleva treinta y ocho años al servicio de la Beneficencia donostiarra, el practicante don Bernardino Lasa Mayora. El tiempo de su servicio, la probidad y la eficacia del mismo, ya le hacen acreedor de nuestro homenaje. Pero es que además este modesto homenaje en forma d entrevista nos va a permitir conocer unas cuantas cosas curiosas del viejo San Sebastián y aún del San Sebastián viejo, mitad puerto pesquero, mitad caseríos del contorno, que vive todavía en el seno de la actual ciudad, con su aire rústico, su expresión vascuence, su mirar vivo, despierto.

 

Así es precisamente el señor Lasa, un recio torso, una faz rubicunda coronada de pelo blanquísimo, una como juventud perpetua que no le hace aparentar los 71 años que tiene. Y unas manos delicadas que le han acreditado en su profesión, insospechadas en tan fuerte contextura.

 

¿Nació usted en el casco urbano de la ciudad?

No, aunque soy donostiarra. Nací en la escuela del barrio de Loyola. Pero fui bautizado en la iglesia de San Vicente en la Parte Vieja de la ciudad.

 

¿Cómo?

Lo que oye. Era entonces el templo parroquial más cercano. Esto solo le podrá dar una idea de lo que yo he visto a lo largo de mi vida. A los niños se les traía por el viejo puente de Loyola. El mismo que ahora se está reformando y también por otro de madera, que existía donde se halla hoy el puente de Santa Catalina, y por donde se les hacía llegar a la iglesia de San Vicente.

 

De donde se deduce que es usted un donostiarra muy castizo, bautizado en las “Koshkas”.

 

Autobiografíese

A los catorce años de edad regenté como maestro la citada escuela en sustitución de mi padre durante su enfermedad y hasta después de su fallecimiento, cuando fue nombrado para regentarla la señorita Carmen Sanz, hija del que fue guardia municipal, que prestaba servicio por aquellos años en el Boulevard. Muchos se recordarán de él.

 

¿Cómo se hizo Practicante?

El 11 de febrero de 1915 tomé posesión del cargo de empleado en las oficinas del Hospital de San Antonio Abad. Me dio por hacerme Practicante y recuerdo que solía estudiar las asignaturas de la Carrera a las seis de la mañana en los pretiles de la Plaza de Toros, antes de entrar a mi trabajo diario. Logré el título con buenas notas –notables– y me examiné en la Universidad de Medicina de Valladolid y pasé a ocupar la plaza de Practicante ayudante de don Emiliano Eizaguirre (tisiólogo) en la sección de tuberculosos del nuevo pabellón.

 

Hábleme de los médicos que ha conocido en el Hospital

He trabajado en estos 38 años y pico con infinidad de médicos, pero mi cariño y lealtad estará siempre con el que fue mi jefe primero y fue profesor de todos, como uno de los primeros tisiólogos de España. Sabio y bondadoso con todos los enfermos, su entrada en el pabellón era saludada todos los días con exclamaciones de “¡Ya viene don Emiliano!”.

 

Le guardo un recuerdo gratísimo, que durará hasta la muerte.

 

En la actualidad, mi jefe de sala era don Agustín Ansa, persona de mucha experiencia y capacidad en la especialidad. Además, le diré que durante todo este tiempo he conocido a los siguientes directores: don Juan José Celaya; don Modesto Huici; don Luis Egaña; don José Beguiristáin, todos ellos fallecidos, y el actual don Luis Ayestarán.

 

Igualmente en estos años han pasado por allí seis Madres Superioras, empezando por la Reverenda Madre Sor Lierna de Ubierna, burgalesa, muy buena y caritativa y terminando por la de hoy Sor Felisa Gambarte.

 

Foto 2 Ficha del Colegio de Practicantes de Gipuzkoa de don Bernardino Lasa Mayora. Sello del Consejo General de los Colegios Oficiales de Practicantes

 

¿Alguna anécdota curiosa, de la que usted haya sido testigo?

Ahí va una: en las últimas carreras que hubo en el Circuito de Lasarte, estando yo de servicio en el kilómetro 3 de Lasarte, ocurrió un accidente el corredor, creo que era holandés, Van Hultzen, quien después de dar una vuelta de campana resultó conmocionado.

 

Mientras le asistía modestamente en el botiquín de urgencia, tuve conversación con S. M. don Alfonso XIII, que desde la tribuna se interesaba por el estado del herido, hasta que se personó en el coche ambulancia el doctor Leandro Martín Santos, con un capellán castrense, que aquella misma tarde le operó, dejándolo bien y confirmado mi diagnóstico.

 

Foto 3 Colegio Oficial de Practicantes de Guipúzcoa. Fecha colegiación 15 de junio de 1922

 

Otra anécdota.

En el transcurso de tantos años he asistido a miles de operaciones de casos raros. Pero recuerdo una que tiene su gracia. Una vez, a mediodía, entró en el Hospital un hombre muy conocido en Ategorrieta, estando de guardia el doctor José María Zurriaraín y un servidor. Traía perforación de estómago, por lo que dicho doctor ordenó la inmediata intervención quirúrgica. Una vez cloroformizado y preparado todo, el operador comenzó su labor, y del estómago del enfermo surgió un chorro enorme, que nos manchó a todos e inundó la sala. Era sidra, la que había bebido desde por la mañana en la “sidrería Leizaola”, junto al Matadero. El enfermo se curó en poquísimos días.

 

¿Algún caso referente a los progresos de la Medicina y la Cirugía en ese tiempo?

Recuerdo, por ejemplo que cuando se hizo cargo del pabellón don Emiliano Eizaguirre implantó el sistema de fichas y su correspondiente archivo para cada enfermo, donde se anotaban todos los datos necesarios para llevar una vigilancia exacta sobre el estado de salud del enfermo. En aquellos tiempos fue una rigurosa novedad.

 

¿Podría darnos algunas cifras acerca del volumen de su trabajo como Practicante?

Yo he llegado a poner inyecciones hipodérmicas, intramusculares, intravenosas, hasta el número de 5.000 anualmente, y, afortunadamente, no he tenido ningún contratiempo.

 

Ya merece usted el descanso de la jubilación…

Diálogos Donostiarras, por Alberto Cavería

 

Foto 4 Hospital civil u Hospital de San Antonio Abad

 

BERNARDINO LASA MAYORA

 

Nace en Donostia – San Sebastián el 20 de mayo de 1882, su padre Juan Ignacio Lasa y su madre Martina Mayora. Con domicilio en la calle José María Soroa número 10 – 2º derecha de San Sebastián. Sus hijos: Ana, María Teresa, Francisco, Martina, Pilar y Juan María Lasa Olaizola.

 

Según consta en le su expediente del Colegio de Enfermería de Gipuzkoa con el número 98. Ingresó en el antiguo Colegio de Practicantes de Gipuzkoa el 15 de junio de 1922. El título consta en el tomo 557, folio 55 de la Facultad de Medicina de la Universidad de Valladolid con fecha 12 de junio de 1922. Trabajó siempre en el Hospital Civil de San Antonio Abad.

 

Se jubila del Colegio profesional con fecha 31 de mayo de 1954. Falleció el 29 de mayo de 1967 con 85 años.

 

Bibliografía

1.- La Voz de España. San Sebastián. Año XVIII. Número 5.141. Página 12 del Martes día 28 de abril de 1953

 

2.- Expediente número 98. Colegio Oficial de Enfermería de Gipuzkoa / Gipuzkoako Erizaintza Elkargo Ofiziala

 

Manuel Solórzano Sánchez

Graduado en Enfermería. Enfermero Jubilado

Insignia de Oro de la Sociedad Española de Enfermería Oftalmológica 2010. SEEOF

Miembro de Enfermería Avanza

Miembro de Eusko Ikaskuntza / Sociedad de Estudios Vascos

Miembro de la Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería

Miembro de la Red Cubana de Historia de la Enfermería

Miembro Consultivo de la Asociación Histórico Filosófica del Cuidado y la Enfermería en México AHFICEN, A.C.

Miembro no numerario de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País. (RSBAP)

Académico de número de la Academia de Ciencias de Enfermería de Bizkaia – Bizkaiko Erizaintza Zientzien Akademia. ACEB – BEZA

Insignia de Oro del Colegio Oficial de Enfermería de Gipuzkoa 2019

Sello de Correos de Ficción. 21 de julio de 2020

masolorzano@telefonica.net

 

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