miércoles, 5 de junio de 2019

VILLA MARÍA CRISTINA DE SAN SEBASTIÁN 1917 - 1937


ESCUELA DE DAMAS ENFERMERAS DE LA CRUZ ROJA DE SAN SEBASTIÁN

S. M. Doña María Cristina y la Cruz Roja de San Sebastián

En 1917 se dan dos cursos de Damas Enfermeras de la Cruz Roja en San Sebastián, En la Villa María Cristina, que la reina vinculó al nuevo hospital

FOTO 1 Villa María Cristina en la calle Matia. Escuela de Damas Enfermeras de San Sebastián 1917

El hospital de la Cruz Roja se instaló en villa María Cristina, en la calle Matia, en 1917. El centenario se celebró en 2017, porque en 1917 se ofrecieron dos cursos de Damas Enfermeras de la Cruz Roja en San Sebastián, una sección que presidió la reina María Cristina y la circunstancia se vincula al nuevo hospital de la Cruz Roja. En 1917 la reina modifica los estatutos de la Cruz Roja española y crea la sección de Señoras independiente de la de Caballeros. Se ultiman los preparativos para que “Villa María Cristina” se convierta en Hospital Dispensario dirigido por el doctor Egaña. Aquel Hospital de la Cruz Roja es, desde 2003, un centro sociosanitario que ofrece 73 plazas concertadas con la Diputación de Gipuzkoa.

LAS DAMAS ENFERMERAS

Las Escuelas de Damas Enfermeras están ligadas al hospital de la Cruz Roja y al Dispensario Médico de Santa Isabel. Gratuito para los pobres de San Sebastián. «En 1909, durante la interminable guerra de Marruecos, ocurrió el episodio del Gurugú», relata el médico Enrique Samaniego en su libro “La Cruz Roja: memoria y paz”, escrito con motivo del 150 aniversario de la institución celebrado en 2013 (1).

FOTO 2 S. M. la Reina Victoria Eugenia, Presidenta Honoraria de las Damas Enfermeras de la Cruz Roja Española, con el uniforme de la Benéfica Institución, que tan humanitarios servicios está prestando a la Sociedad. Revista Mundo Gráfico Año 1, número 1, de 2 de noviembre de 1911

«Un grupo de damas donostiarras estaban sensibilizadas para actuar como enfermeras en ayuda de la sanidad militar, pero carecían de formación. Se pensó en aprovechar la oportunidad para reunirlas, adiestrarlas y formarlas creando un grupo de enfermeras voluntarias de Cruz Roja como ya existían en ciudades allende la frontera».

El 11 de junio de 1910, en la calle Larramendi número 25 de San Sebastián, los doctores franceses que ejercían en San Sebastián como el doctor Charles Vic, junto con los doctores Michel Leremboure, cirujano y el oftalmólogo Augusto Harriet, médicos franceses con consulta en San Sebastián, fundaron el Dispensario Médico de caridad de Santa Isabel, donde se estableció una escuela de formación de Damas Enfermeras. «Acudían a los cursos señoritas y damas de la alta sociedad donostiarra», junto a los también médicos franceses el oftalmólogo Esteban Durruty y el odontólogo Pedro Harriet, hermano de Augusto (2).

FOTO 3 S. M. la Reina María Cristina en la Villa María Cristina de San Sebastián. Damas Enfermeras de la Cruz Roja. Revista Mundo Gráfico Año 1, número 1, de 2 de noviembre de 1911

Una curiosa modalidad del ejercicio profesional, hoy desconocida, era la de los Consultorios gratuitos en los cuales los médicos, al tiempo de desarrollar una labor social de asistencia a los menesterosos, trataban de ampliar sus conocimientos y de darse a conocer entre la población.

La reina María Cristina había visitado el dispensario durante sus veraneos en la ciudad en repetidas ocasiones. «El Dispensario de Santa Isabel estaba dirigido por una Junta de señoras y esto gustaba a doña María Cristina».

«Muy probablemente este deseo influyó en la modificación de los estatutos de la Cruz Roja española, y así, el 16 de enero de 1917, se redactan los nuevos estatutos de la Cruz Roja». Surge así la sección de señoras independiente de la de caballeros.

No fue tarea fácil. «El Comité de Gipuzkoa consideró a la sección de señoras como una Cruz Roja paralela y origen de un grave conflicto. El presidente, José Elósegui, para frenar esa sección, acudió a la Asamblea Central de Madrid y a la mismísima reina sin ningún éxito».

FOTO 4 Dama Enfermera de la Cruz Roja con las autoridades militares en Villa María Cristina. Fotógrafo Ricardo Martín. Fototeka Kutxa, 1921

La reina no le hizo caso. Con la sección independiente de señoras buscaba la puesta en marcha de una red hospitalaria y de dispensarios de caridad que sirviese para la formación de Damas Enfermeras.

En febrero de 1917 se había creado el Cuerpo de Enfermeras y su programa de estudios. En junio de ese año, la reina reestructuró la Junta de Señoras de San Sebastián y se reservó la presidencia de la misma. En julio se realizó el primer curso para Damas Enfermeras en el Hospital Provincial de San Antonio Abad y en noviembre se anunciaba un nuevo curso en el mismo hospital».

Comenzó la fundación de hospitales en Madrid, Bilbao, Barcelona, Granada, San Sebastián y Ceuta. En San Sebastián, la reina María Cristina encargó al doctor Egaña la creación de un hospital-escuela al estilo del Dispensario de Santa Isabel. Se necesitaba un edificio no muy alejado de la ciudad, que permitiese instalar, además de una clínica operatoria, un dispensario para los más necesitados, a los que se daría asistencia gratuita.

Se decidió que Villa María Cristina”, en el Antiguo, era el edificio adecuado. «Comprada la villa, se contrató al arquitecto Luis Elizalde para que hiciese las reformas necesarias». «Tanto la compra como las obras fueron costeadas por la reina madre María Cristina» (1).

FOTO 5 Hospital de Txillardegui, en la villa del mismo nombre en el Antiguo, durante la guerra de Marruecos, con soldados heridos posando con la Reina María Cristina

La caridad de S. M. La Reina María Cristina era proverbial. Con anécdotas relacionadas sobre el tema habría para llenar un libro voluminoso.

Desde ayudas a familias aristocráticas que por reveses de fortuna acudían a su magnánimo corazón, seguras de encontrar los medios de hacer frente a sus necesidades, creando pensiones de su propio peculio, hasta las innumerables obras de caridad realizadas a favor de asilos, Juntas benéficas, Colegios, artistas noveles, músicos, huérfanos, etc., así como cuantas desgracias ocurrían en Donostia, la Reina se apresuraba a prestar su ayuda moral y material: naufragios, catástrofes como la del “Topo” en Irún, en la que personalmente acudió al hospital de aquella ciudad para visitar e informarse del estado de los heridos, prodigándoles toda clase de consuelos. Así mismo, la Reina Madre, al fin de la jornada veraniega, remitía al Alcalde de la Ciudad 5.000 pesetas (de las de entonces) a fin de distribuirlas en su nombre, a los más necesitados de los pobres de la Ciudad. En los 41 años que veraneó en San Sebastián, sus pobres contaban con el reparto de estas limosnas del mes de octubre.


FOTO 6 S. M. La Reina María Cristina. Presidenta de la Junta de Señoras de la Cruz Roja de San Sebastián

Las campañas de la guerra de África, que periódicamente se recrudecían, dio lugar a que se reorganizase la Cruz Roja de España, siendo la Presidenta en España S.M. la Reina Victoria, la que designó como Presidenta de la Cruz Roja en Guipúzcoa a S. M. María Cristina.

Una de las grandes ilusiones de Doña María Cristina, era la creación de un pequeño hospital para Escuela de Enfermeras, y se comprende bien que, siendo la Presidenta de la Institución en San Sebastián, y estando encariñada con su función, estimaba el disponer de una plantilla de buenas enfermeras, con buena instrucción, lo que sin un hospital de prácticas hubiera sido muy difícil.

Puesta de acuerdo con el Doctor Luis Egaña a quien ya conocía por haber sido llamado a Palacio para prestar sus servicios médicos a sus nietos, y con la colaboración de la Junta de Damas, se propuso resolver la dificultad de buscar un local adecuado, no lejos de la Ciudad y que permitiese instalar además de una clínica, un dispensario en el que pudieran recibir asistencia gratuita los pobres de la Ciudad. S. M. Tuvo un rasgo de su generosidad y cariño al pueblo donostiarra, adquiriendo de su propio peculio un chalet situado en el Antiguo, reformándolo convenientemente para el caso, por el arquitecto don Luis Elizalde.

FOTO 7 El Dr. Harriet, su mujer y 6 Damas Enfermeras Aristocráticas. Dispensario de Santa Isabel de San Sebastián (2)

ESCUELA DE DAMAS ENFERMERAS 1909

Existía un precedente en San Sebastián, en el Dispensario Médico de Santa Isabel, gratuito para los pobres de San Sebastián, fundado en 1909 por el Dr. Carlos Vic. Disponía de un cuadro de especialistas y un grupo de Damas aristocráticas que se formaban como enfermeras, recibiendo clases teóricas y prácticas (2).

En 1909, durante la interminable guerra de Marruecos, ocurrió el episodio del Gurugú ampliamente difundido por la prensa. Un grupo de damas donostiarras estaban sensibilizadas para actuar como Enfermeras en ayuda de la Sanidad Militar pero carecían de formación. Se pensó en aprovechar esta oportunidad para crear una Escuela de Enfermeras, reunirlas y adiestrarlas y crear un grupo de señoritas enfermeras voluntarias de la Cruz Roja, como ya existían en otras ciudades allende de la frontera.

En San Sebastián, en la calle Larramendi, el Dr. Carlos Vic, medicina general, junto con sus compañeros los doctores Michel Leremboure, cirujano y el oftalmólogo Augusto Harriet, todos ellos médicos franceses con ejercicio en la Ciudad, fundaban el Dispensario para pobres de Santa Isabel, donde se estableció la Primera Escuela de formación de Damas Enfermeras, a cuyos cursos acudían señoritas y damas de la alta sociedad donostiarra. Estaba dirigido por una Junta de Señoras (2).

FOTO 8 Consultorio del Dr. Vic. Dispensario de Santa Isabel de San Sebastián (2)

Seguían el programa de la Cruz Roja Francesa, se les exigía ser súbdita española, una edad mínima de 17 años y hacerse voluntarias. Especialistas de la ciudad se encargaban de un amplio abanico de consultas por las que rotaban las enfermeras en formación. Se hacía especial hincapié en la perfecta esterilización y asepsia del material de curas y del instrumental quirúrgico, además de una esmerada limpieza general. Médicos, enfermeras y dirección trabajaban de forma totalmente gratuita y los recursos económicos provenían de ayudas oficiales y de donativos.

La Reina Doña María Cristina, durante sus veraneos en la ciudad había visitado este Dispensario para pobres de Santa Isabel, en repetidas ocasiones, lo que hizo incubar la idea de crear una red de Hospitales y Dispensario, en los que las Damas Voluntarias siguieran un programa de formación reglado para obtener, en este caso, el Diploma de Dama Enfermera de la Cruz Roja Española (2).


VILLA MARÍA CRISTINA DE SAN SEBASTIÁN

ESCUELA DE DAMAS ENFERMERAS DE LA CRUZ ROJA DE SAN SEBASTIÁN

El Hospital María Cristina es Escuela de Damas Enfermeras de la Cruz Roja de San Sebastián. Consta de una Clínica operatoria con diez camas y un Consultorio – Dispensario donde se verifican consultas en número ilimitado.

Fue fundado por S. M. la Reina Doña María Cristina con objeto de que las Damas Enfermeras que hubieran obtenido el título de aptitud para el cargo pudieran hacer prácticas constantemente y que el día en que, por su misión, fuesen llamadas a prestar servicios a la Patria y a la humanidad, no fueran enfermeras solamente de nombre.

FOTO 9 Damas Enfermeras Voluntarias de la Cruz Roja. Médico Luis Egaña y heridos de la Guerra de Marruecos. Fotógrafo Ricardo Martín. Fototeka Kutxa, 1921

Se ha limitado a diez el número de camas por ser estas suficientes para el fin que se persigue y porque dad la carestía de la vida, no era prudente comprometerse a sostener mayor número sin contar con recursos fijos.

En cambio, el servicio de Consultorio-Dispensario es ilimitado por considerar que en él es donde más práctica adquieren las Damas Enfermeras y porque su sostenimiento es menos costoso que el de la Clínica.

El Hospital funciona bajo la dirección del Dr. Luis Egaña y es regentado por la Junta de Hospital, integrada según manda el reglamento de 22 de febrero de 1922 por la Presidenta, Tesorera y Secretaria de la Junta de Señoras, el Director del Hospital y la Superiora. La Presidenta, S. M. la Reina Doña María Cristina delega sus funciones en la señorita de Brunetti y en la señora Marquesa de Caviedes; el Director del Hospital es el doctor Luis Egaña, la Superiora Sor Pilar Romeo; la Tesorera señorita Carmen Resines (3) y la Secretaria señorita Pilar Jordán de Urries.

FOTO 10 Sala de operados. Villa María Cristina. Escuela de Damas Enfermeras

Actualmente sustituye a ésta en sus cargos la señora de Rezola, vocal de la Junta de Señoras. El Cuerpo facultativo lo constituyen los señores doctores siguientes:

Director: Dr. Luis de Egaña. Médico Cirujano.
Médico de número: Dr. Luis Ayestarán. Médico Cirujano.
Médico de guardia: José Goiburu. Medicina general.
Médico consultor: Dr. Román Marticorena. Oculista
Médico consultor: Dr. Ramón Aramburu. Piel y vías urinarias.
Médico consultor: R. Leandro Aramburu. Circulación y respiración.
Médico consultor: R. Agustín Uzcanga. Enfermedades de mujeres.
Médico consultor: R. Fernando Asuero. Nariz, oídos y garganta.
Médico consultor: Dr. Miguel Kutz. Cirugía general.
Médico consultor: Dr. Rafael Larumbe. Enfermedades de niños.
Médico consultor: Dr. Nemesio Mendizábal. Aparato digestivo.
Médico consultor: Dr. Julio Maeso. Enfermedades de pecho.
Médico consultor: Dr. Sebastián Córdoba. Radiólogo.
Médico consultor: Dr. Luciano Zurriarrain. Dentista.

El cuidado del Hospital y de los enfermos está encomendado a cinco Hijas de la Caridad, de las cuales cuatro poseen el título de enfermeras de la Cruz Roja y dos ostentan, además, el de enfermeras de la Facultad de Medicina de San Carlos. Todas ellas tienen gran experiencia en el servicio de medicina y cirugía y son una gran ayuda a los médicos encargados de formar el Cuerpo de Damas Enfermeras de la Cruz Roja de San Sebastián.

FOTO 11 Sala de mujeres. Villa María Cristina. Escuela de Damas Enfermeras

Las Damas Enfermeras preparan la sala y material de operaciones, hacen curas en el Dispensario y ayudan a los Doctores en sus respectivas consultas, procurándose adquieran gran práctica en todos los servicios, para lo cual, en honor a la verdad, no hay necesidad de estímulos pues todas ellas se hallan siempre animadas del mejor deseo.

Los Doctores tienen sus consultas una o dos veces por semana, según lo requiera su especialidad, y su cooperación es completamente desinteresada.

Quedando, con esta pequeña explicación, definido lo que es el Hospital María Cristina y su funcionamiento, haremos una breve historia del mismo desde su creación hasta fin del año 1923, relatando los trabajos llevados a cabo durante ese periodo, con el fin de que el público y las entidades que tan generosamente han contribuido a su sostenimiento puedan darse del bien hecho con su ayuda.

En el verano de 1917 S. M. la Reina (q. D. g.) dispuesta a cumplir con su misión, nombró la Junta de Damas de la Cruz Roja de San Sebastián. La componían las señoras siguientes:

Presidenta: S. M. la Reina Doña María Cristina.
Vicepresidenta: Excelentísima Señora Doña Inés de Brunetti.
Secretaria: Excelentísima Señorita Pilar Jordán de Urries.
Tesorera: Excelentísima Señora Doña Teresa Barcáiztegui. Viuda de Zappino.
Vocal: Excelentísima Señora Doña Concepción de B., Viuda de Gaytán de Ayala.
Vocal: Señora Eladia Luzunáriz de Altube.
Vocal: Señora Eugenia Luzunáriz de Moyúa.
Vocal: Señora María Lizarriturry de Elósegui.
Vocal: Señora Eugenia Petit de Meurville de Satrústegui.
Vocal: Señora Marquesa Viuda de Rocaverde.
Vocal: Señora Condesa Viuda de Peñaflorida.
Vocal: Señora María Ortega de Pradera.
Vocal: Señora María Londáiz de Gaytán de Ayala.
Vocal: Señora Luisa Lizarriturry de Rezola.
Vocal: Señora Teresa H. de Bermingham.
Vocal: Señora Condesa de Torre – Múzquiz.
Vocal: Señorita Carmen Resines.

FOTO 12 S. M. La Reina Victoria Eugenia. Villa María Cristina. Escuela de Damas Enfermeras de San Sebastián. 1917

En aquel mismo verano (1917) tuvieron lugar los exámenes de las Primeras Damas Enfermeras de San Sebastián. Estuvo el curso a cargo de los doctores Luis Ayani y Mariano Echauz.

Los exámenes fueron presididos por S. M. la Reina Doña María Cristina, siendo aprobados y recibiendo el brazal las señoras y señoritas siguientes:

Victoria Amilibia.
Cristina Sánchez Juárez.
Mercedes Jordán de Urríes.
María Luisa Jordán de Urríes.
María Juantegui.
Señora Luisa L. de Rezola.
María Laffitte.
Señora Luisa Ruiz de Díaz Montenegro.
Consuelo Machimbarrerna.
María Luisa Martínez de Aguiar y Pedroso.
Blanca Martínez Molins.
Clara Pardiñas.
Señora de Ochoa.
Ana Oliva.
Rosa Orbegozo.
Señora de Tejada.
Señora de Zala.

FOTO 13 Sala de esterilización. Sala de Rayos X. Villa María Cristina. Escuela de Damas Enfermeras

Deseando S. M. la Reina Doña María Cristina que las Damas Enfermeras de San Sebastián tuviesen un Hospital donde hacer prácticas que las pusieran en condiciones de llenar su sagrada misión el día en que para ello fueran requeridas, encargó al doctor Luis Egaña la formación de este Hospital-Escuela. Se presentó una dificultad grande, cuál era la del local, en que aquél había de instalarse.

Para ello era indispensable un edificio no muy alejado de la población, que permitiese instalar, además de una Clínica operatoria, un Dispensario en el que habían de recibir asistencia gratuita los pobres de San Sebastián.

Viendo lo difícil que se presentaba la solución del problema, S. M. tuvo un rasgo digno de su generosidad y cariño al pueblo de San Sebastián, comprando un chalet situado en el barrio del Antiguo, reformándolo convenientemente para el caso el arquitecto Luis Elizalde, por cuenta de la augusta señora (2).

COMPRAVENTA DEL CHALET VILLA MARÍA CRISTINA (4)

ILUSTRE COLEGIO NOTARIAL DE MADRID
COPIA SIMPLE de la escritura de cesión gratuita del hotel Villa María, que hace S. M. la Reina Doña María Cristina de Habsburgo-Lorena, a favor de la Junta de Señoras de la Cruz Roja de San Sebastián

Autorizada
NÚMERO NOVECIENTOS DIEZ Y OCHO

EN MADRID, a quince de Octubre de mil novecientos diez y ocho.

Ante mí, Don Alejandro Arizcun y Moreno, Abogado y, por oposición, Notario de los Ilustres Colegios de esta Capital, con vecindad y residencia en la misma.

COMPARECEN

De una parte: El Excelentísimo Señor Don Miguel González de Castejón y Elio, Conde de Aybar, Intendente General de la Real Casa y Patrimonio, mayor de edad, casado, Militar, vecino de esta Corte, con cédula personal de sexta clase, número dos mil cuatrocientos noventa y uno, fecha veinte de Mayo del año actual.

Y de otra: Don Domingo Salazar e Ibañez de Sansoain, mayor de edad, casado, Secretario de la sala tercera del Tribunal Supremo, vecino de Madrid, con domicilio en el Paseo de Recoletos, número nueve y cédula de cuarta clase, número dos mil ochocientos sesenta y tres, fecha veintinueve de Abril próximo pasado.

Concurren a este acto: El Excelentísimo Señor Conde de Aybar, en representación de S. M. la Reina Doña María Cristina de Habsburgo-Lorena, conforme al poder que se dignó conferirle ante mí en veintiséis de Noviembre de mil novecientos diez y siete, en el cual figura la cláusula que dice así:

“Ceder y adquirir por cesión fincas, créditos hipotecarios o de otra especie, derechos reales, valores públicos y comerciales u otros bienes: admitir notificaciones de cesiones, y hacer y aceptar cesiones de remates de fincas, censos u otros bienes”.

Y el Señor Salazar, como Inspector General y Secretario que es en la actualidad, según me consta a mí el Notario de S. M. la Reina en la Asamblea Central de Señoras de la Cruz Roja, cargo por razón del cual le corresponde la representación de la Junta de Señoras, de la Cruz Roja de San Sebastián.

Y teniendo ambos a mi juicio en la calidad en que intervienen, la capacidad legal necesaria para otorgar esta escritura de cesión gratuita por tiempo indeterminado del uso de un edificio, exponen y otorgan.

FOTO 14 Villa María Cristina en la calle Matía. Escuela de Damas Enfermeras de San Sebastián 1917

Que S. M. La Reina Doña María Cristina de Habsburgo-Lorena, y en su nombre y representación, el Excelentísimo Señor Don Miguel González de Castejón y Elio, Conde de Aybar, cede a la Junta de Señoras de la Cruz Roja de San Sebastián representada por el Señor Don Domingo de Salazar e Ibañez de Sansoain, la finca denominada “VILLA MARIA CRISTINA” sita en San Sebastián, calle de Matía, esquina al camino que sube a Lugariz, inscrita en el Registro de la Propiedad al ser adquirida por S. M. La Reina Doña María Cristina en veintiocho de Septiembre último en el tomo ciento setenta y nueve del archivo, cincuenta de San Sebastián, folio ciento treinta y dos, finca número mil novecientos cuarenta y ocho, inscripción sexta, con arreglo a las condiciones siguientes:

1ª- S. M. La Reina Doña María Cristina se reserva la propiedad de la expresada finca, cediendo a la Cruz Roja tan sólo el uso gratuito de la misma, para que establezca en ella un hospital de urgencia y dispensario, para lo cual se entrega renovada y en perfecto estado de conservación.

2ª- Esta cesión será revocable en cualquier momento en que S. M., o sus derecho-habientes lo deseen así, sin que la expresada Asociación tenga derecho a percibir indemnización ninguna por obras realizadas ni por cualquier otro concepto. Como quiera que los ocupantes de la finca la tendrán en precario, se amplía a dos meses, el término legal del aviso que ha de preceder al ejercicio de la acción de desahucio.

3ª- Si el edificio dejara de emplearse en el fin para que S. M. lo cede, o no fuera la Cruz Roja quien lo utilizare, por este sólo hecho se entenderá caducada la concesión, y S. M. recaba para ese caso, para sí y sus sucesores, el pleno dominio y uso de la finca, con posibilidad de ejercitar ipso facto la antes referida acción.

4ª- Será de cargo y cuenta de la Cruz Roja, mientras no quede extinguido todo derecho suyo sobre la finca el sostenimiento de la misma en el buen estado en que se le entrega, así como el pago de las obras que para ello sean menester, y el de las contribuciones y gastos de cualquier clase que deban satisfacerse por el uso y la propiedad del inmueble.

El Señor Salazar, por encargo expreso de la Junta de Señoras de la Cruz Roja de San Sebastián y de toda la Asociación al aceptar, como lo hace, el contenido íntegro de esta escritura, rinde el debido y más expresivo tributo de gratitud por su generosísimo desprendimiento a S. M. la Reina Doña María Cristina, que una vez más asocia su Augusto Nombre a esta obra excelsa de caridad y patriotismo.

Presentes a este acto los Señores otorgantes con los testigos instrumentales mayores de edad, de esta vecindad, y sin excepción legal para serlo o según aseguran Don Tomás Díaz de la Huerta y Martínez y Don Julio Muñoz Alvarez y leída integramente por mí el Notario, esta escritura, previa renuncia que todos hacen al derecho de que les entero a leerla por sí, prestan los primeros su consentimiento, según intervienen y firman con los segundos.

Y yo, el Notario, doy fe de conocer a los Señores otorgantes y de cuanto queda consignado en este instrumento público extendido en dos pliegos de la clase undécima Serie D, número siete millones ochocientos noventa y ocho mil doscientos cincuenta y cuatro y el siguiente en orden: El Conde de Aybar; Domingo Salazar; Tomás Díaz; Julio Muñoz.
Signado: Alejandro Arizcun. Rubricado.
Es copia simple (4).

El 5 de agosto de 1918 y bajo la presidencia de S. M. la Reina Doña María Cristina, tuvieron lugar los exámenes de aquel año, habiendo estado el curso a cargo del doctor Modesto Huici, ayudado por los doctores Luis Ayani y Mariano Echauz.

Fueron aprobadas y recibieron el brazal las señoras y señoritas siguientes:
Señora Concepción Mercader de Espada.
María Londáiz de la Quintana.
María Belén Machimbarrena.
Dolores de la Peña.
Carmen Merry del Val.
Señora Asunción Resines de Arancibia.
Carmen Resines.

En octubre del mismo año pudo S. M. la Reina Doña María Cristina inaugurar su Hospital, que iba a funcionar bajo la dirección de los doctores Luis Egaña y Modesto Huici. Fue nombrado médico de guardia el doctor José Goiburu.

Tuvo lugar la primera operación el 28 de noviembre de 1918 y fue verificada por el doctor Luis Egaña.

FOTO 15 Damas enfermeras trabajando en el laboratorio. Villa María Cristina

Los Ingresos y Gastos fueron en aquel primer año 1918, como sigue:

Por una fiesta celebrada en 1917, otra en 1918 y donativos e ingresos varios, un total de pesetas de 51.391,18. Y los gastos fueron de 31.465,29 pesetas, quedando un remanente de 19.925,87 pesetas.

A principio del año 1919 tuvimos que lamentar el fallecimiento del doctor Modesto Huici, que con tanto celo había trabajado por la institución, dejando su prematura muerte un recuerdo imborrable.

La señora Viuda de Zappino dimitió de su cargo de Tesorera de la Junta, pasando a ocupar la Tesorería la vocal señorita Carmen Resines.

El médico cirujano doctor Luis Ayestarán entró a formar parte del Cuerpo Facultativo del Hospital. El movimiento del Hospital-Dispensario fue este año el siguiente:
Operaciones: 50
Intervenciones quirúrgicas: 91
Consultas: 573
Curas: 6.436
Inyecciones hipodérmicas: 228
Inyecciones intravenosas: 82

Durante el verano de este año tuvo el Hospital el honor de ser visitado por SS. MM. Y AA. RR., quienes felicitaron a la Junta, al Director y a la Comunidad de Religiosas Hijas de la Caridad, por su organización y servicios.

También en la temporada de verano organizó la Junta un festival en el Hotel María Cristina, siendo su resultado altamente satisfactorio.

Los Ingresos y Gastos de este año 1919, fueron como sigue:

Remanente del año anterior, más el festival celebrado y más ingresos y donativos un total de 60.974,98 pesetas. Los gastos fueron de sostenimiento del Hospital y el dinero remitido a la Asamblea Central por un valor de 38.932,15 pesetas. Quedando un remanente por valor de 22.042,83 pesetas.

Durante el año 1920 siguió el Hospital funcionando con la misma regularidad de siempre, esforzándose los doctores en dar enseñanzas prácticas que las Damas Enfermeras aprovechaban con todo celo y entusiasmo.

Queriendo dar mayor impulso a los trabajos de este Centro, el doctor Luis Egaña presentó a S. M. la Reina Doña María Cristina un grupo de doctores que, desinteresadamente, se ofrecían a formar la Policlínica del mismo y que en la actualidad siguen prestando sus valiosos servicios, en bien del Hospital, de las Damas Enfermeras y de la humanidad doliente.

Se hizo presente a la Junta la necesidad de ampliar la sala de operaciones y la sala de curas, pues el número de enfermos que acudía al Dispensario era cada vez mayor y también muy numerosas las Damas Enfermeras que asistían a las operaciones.

En consecuencia, se decidió una pequeña reforma, quedando con ella el Hospital muy bien dispuesto para las necesidades antes citadas. Se instaló calefacción por agua caliente para la sala de operaciones y la sala de curas.

En abril de este año 1920, el Gran Casino organizó un Festival, donando sus ingresos de 7.127 pesetas al Hospital de la Cruz Roja. Más tarde, la señora Condesa de Zubiría, Presidenta de la Junta de Señoras de la Cruz Roja de Bilbao, organizó una fiesta con el concurso de distinguidos jóvenes de San Sebastián y tuvo el generoso rasgo de remitir a este Hospital 4.250 pesetas, mitad del ingreso de la fiesta mencionada.

La señora Condesa de Torre – Múzquiz presentó en este año su dimisión, siendo nombrada para reemplazarla en su cargo a la señora Marquesa de Caviedes.

La Junta organizó durante el verano los festejos de costumbre, destacándose entre éstos una representación de bailes rusos, llevada a cabo por aristocráticos jóvenes de esta ciudad, bajo la dirección de José Caro y fue tal su interpretación y el éxito obtenido que hubieron de repetirse cuatro días.

Los trabajos verificados durante el año 1920 en el Hospital María Cristina fueron los siguientes:

Operaciones: 45
Intervenciones quirúrgicas: 60
Consultas: 1.128
Curas: 7.828
Inyecciones hipodérmicas: 285
Inyecciones intravenosas: 80
Análisis de orina: 69
Extracciones dentarias: 71
Vacunas: 569
Raciones de aceite de hígado de bacalao repartidas: 541

Los Ingresos y Gastos de este año de 1920, fueron como sigue:

Por existencias del año anterior, más festivales organizados, más lo recibido por la Asamblea Central, más donativos, más ingresos por donaciones y varios, más el dinero recibido del Festival del Gran Casino, más lo recibido de la señora Condesa de Zubiría, en total 118.481,15 pesetas. En los gastos de sostenimiento del Hospital, más las obras realizadas y lo remitido a la Asamblea Central por 71.440,60 pesetas. Quedando un remanente a día 31 de diciembre un saldo a favor de 47.040,55 pesetas.

FOTO 16 La Reina Madre saliendo de Villa María Cristina. Fotógrafo Ricardo Martín. Fototeka Kutxa, 1921

Este año fue nombrada una Junta de Hospital, compuesta por S. M. la Reina Doña María Cristina, y en su nombre, la señora Marquesa de Caviedes, el Director del Hospital, la Tesorera de la Junta señorita Carmen Resines, la señora de Rezola, la señorita María Cristina Sánchez Juárez y la señorita María Luisa Martínez de Aguiar y Pedroso. Esta última fue nombrada Secretaria de la Junta de Hospital.

Entre otros acuerdos se tomó el de distribuir raciones de aceite de hígado de bacalao entre los niños del barrio durante tres meses cada año. Este acuerdo tuvo entonces buena acogida, pero más tarde ha sido un verdadero éxito, pues hay día en que pasan de cuatrocientas las raciones distribuidas. Los niños mejoran notablemente, aumentan de peso y contribuye esta ayuda a su mejor y más rápido desarrollo. Las raciones de aceite de hígado de bacalao son distribuidas por distinguidas señoras y señoritas que voluntariamente se han ofrecido a practicar este acto de caridad.

Durante el año de 1919 estuvo el curso a cargo del doctor Luis Egaña. Fueron examinadas las alumnas, como de costumbre, en presencia de Su Majestad doña María Cristina, siendo aprobadas y recibiendo el brazal las señoras y señoritas siguientes:

Dolores Bornás.
Amparo Canalejas.
María Jesús Ferrer.
Señora Elvira Morea de Egaña.
Señora Salomé Miranda de Martín de la Peña.
Isabel Pedroso.
María Aurora Victoria.
Beatriz Victoria.

FOTO 17 Dispensario. Villa María Cristina. Escuela de Damas Enfermeras

El curso del año de 1920 estuvo a cargo del doctor Luis Ayestarán, examinándose y obteniendo el brazal las señoras siguientes:

Sor Concepción Aguilar.
Sor Juana Lapeira.
Felisa Celaya.
Carmen Escolar.
Señora Condesa de Fuentecilla.
Señora María Paz Montoya de Lamuela.
Milagros Jordán.
Carmen Masdeu.

Al ocurrir los tristes sucesos de Marruecos de 1921, S. M. la Reina Doña María Cristina, deseosa de que su Hospital pudiera ser uno de los primeros en brindar cuidados y cariño a los pobres heridos de África, dispuso la ampliación de aquél y, secundada por la Junta con el mayor entusiasmo, en pocos días quedaba instalado un nuevo hospital, anexo al existente, utilizándose para ello la Villa Chillardegui, cedida a la Augusta Señora por sus propietarios los señores de Iturria y los señores de Gurruchaga que a la sazón la ocupaban.

FOTO 18 Dispensario. Villa María Cristina. Escuela de Damas Enfermeras

Hubiera sido el deseo de muchas Damas Enfermeras marchar a África a prestar allí su ayuda, creyendo cumplir así mejor su misión, y en tal sentido se ofrecieron desde el primer momento, pero la Asamblea Central dispuso que los hospitales de Marruecos fuesen atendidos por enfermeras de Madrid, permaneciendo las demás en sus puestos respectivos, y sólo excepcionalmente se autorizó a ir a Melilla a las señoras de Díaz Montenegro y Rodriguez Arias, quienes prestaron allí su ayuda con gran abnegación durante todo el tiempo de la campaña, representando al Hospital de la Cruz Roja de San Sebastián.

El pueblo donostiarra y la colonia veraneante dieron en aquella ocasión prueba de la mayor esplendidez, amor patrio y cariño a S. m. la Reina Doña María Cristina. Constantemente se recibían donativos para el Hospital, tanto en metálico como en ropas y enseres, para la habilitación del mismo. Gracias a esta generosidad, en muy pocos días quedó ampliamente dotado de todo lo necesario.

Se instalaron cuarenta camas, cedidas éstas por la Intendencia Militar. Los Caballeros de la Cruz Roja de San Sebastián hicieron un importante donativo consistente en un autoclave, vitrinas para instrumental, hervidores, depósitos para agua esterilizada, bombonas, etc.

El entonces Obispo de la Diócesis, Monseñor Eijo, bendijo el nuevo Hospital, con asistencia de Su Majestad Doña María Cristina y distinguidas personalidades.

El 15 de agosto de este año (1921) y por orden de S. M. la Reina Doña Victoria Eugenia, se organizó las Fiesta de la Bandera, recaudándose en la misma, 33.025,25 pesetas, suma que, en su totalidad, fue remitida al señor Intendente de los Reales Palacios para, por su mediación, ser trasladada a los Hospitales de África.

Llegada de los primeros heridos
Fueron dos oficiales del Regimiento de Ingenieros, a los que el 22 de septiembre siguió una expedición de soldados. S. M. la Reina Doña María Cristina fue a la estación del Norte a recibirlos, trayendo dos en su propio automóvil. Con gran orden se efectuó el traslado de heridos al Hospital en automóviles cedidos por particulares a tal efecto, actuando de camilleros los Caballeros de la Cruz Roja con su Presidente a la cabeza señor Pavía.

En Chillardegui esperaban los doctores, Junta, Religiosas y Damas Enfermeras, y cada uno en su misión se esforzó en demostrar a aquellos valientes heridos en defensa de la Patria, que en el Hospital de la Cruz Roja habían de encontrar cariño y cuidados que les hicieran más llevaderos sus sufrimientos.

Las autoridades civiles y militares, que desde la estación del Norte habían acompañado la expedición de heridos, presenciaron la instalación de éstos en el Hospital y las primeras curas. Menos de dos horas después de su llegada a San Sebastián, descansaban tranquilos en el Hospital de Chillardegui los valientes soldados cuya curación se nos encomendaba.

Las Damas Enfermeras compartían con las Hermanas de la Caridad el cuidado de los enfermos y se organizaron los servicios de aquéllas en forma que su presencia fuera constante en el Hospital. Allí estaban desde las ochos de la mañana hasta las nueve de la noche, velando cuando fue necesario hacerlo.

El Reglamento manda que en tiempo de guerra los Hospitales de la Cruz Roja sean militarizados, y, en cumplimiento de ello, fue nombrado Director militar el doctor Díez Tortosa, compartiendo la dirección del Hospital con el doctor Luis Egaña.

FOTO 19 S. M. La Reina María Cristina fue a la estación del Norte a recibir a dos oficiales heridos, llevándolos en su propio automóvil hasta el Palacio Hospital Miramar

Entre los donativos importantes recibidos, merece citarse un automóvil Panhard, regalado por los señores de Abrisqueta, regalo que prestó excelentes servicios en las necesidades del Hospital.

Y muy agradecida quedó la Junta a los señores de Viuda de Londáiz y Sobrinos de Mercader por su esplendidez, regalando durante todo el tiempo de la campaña la gasolina que fue necesaria para el funcionamiento del automóvil anteriormente citado.

Con la llegada del otoño se recrudeció el paludismo en África y, siendo insuficientes los hospitales allí existentes o tal vez creyendo que un cambio de aires devolvería más rápidamente la salud a los soldados enfermos, se solicitó de la Junta de San Sebastián una ampliación del hospital, que permitiese recibir cien enfermos más.

Difícil hubiera sido a la Junta satisfacer este deseo sin el nuevo rasgo de generosidad de S. M. la Reina Doña María Cristina. La Augusta señora ofreció para los soldados de África su Palacio de Miramar, y la Junta, con el Arquitecto señor Elizalde, instaló un hospital de cien camas en el magnífico edificio destinado a dependencias. En menos de una semana se llevaron a cabo los trabajos necesarios para dejar el nuevo hospital dotado de todo cuanto era preciso para su buen e inmediato funcionamiento. La Asamblea Central remitió cuarenta camas completas que, con las sesenta existentes en el edificio, hacían el número que se nos había pedido.

Vino S. M. la Reina Doña María Cristina a recibir la nueva expedición. Quedó muy complacida al ver los trabajos realizados y felicitó a la Junta por su actividad y acierto en interpretar sus deseos. Con esta instalación eran tres los Hospitales de la Cruz Roja de San Sebastián, distribuidos en esta forma: Hospital-Escuela destinado a Oficiales, Chillardergui destinado a heridos y el Palacio de Miramar destinado a enfermos.

Al frente de cada hospital puso la Superiora una Hermana de la Caridad responsable y éstas fueron secundadas por otras que, de distintas casas, vinieron a ampliar el número reducido de que disponía la Cruz Roja de San Sebastián. De sobra es conocida la labor de las Hijas de la Caridad, ejemplo de virtud y abnegación, para que tratemos de descubrirlas ahora, pero sí debemos hacer constar el agradecimiento de la Junta por la valiosísima ayuda prestada en aquellos momentos.

Las Damas Enfermeras hacían servicio siete mañanas o siete tardes consecutivas, con intervalo de una semana de descanso. Las que prestaban servicio por la mañana entraban a las ocho y permanecían en el Hospital hasta la una. Las que prestaban servicio por la tarde, lo hacían de tres a nueve. No siendo las enfermeras muy numerosas en aquella ocasión para el servicio de tres hospitales, se aceptó con gratitud el generoso ofrecimiento de distinguidas damas de la localidad que vinieron a prestar su ayuda en los distintos servicios en que podían ser útiles, secundando en ellos a las señoras de la Junta, que tomaban parte activa en las distribuciones de comida, costura, planchado y mil menesteres de una casa con cien hospitalizados, aliviando así notablemente el trabajo de las Damas Enfermeras y de las Hermanas de la Caridad.

El 24 de noviembre de 1921, a las diez de la noche, entraba en la estación del Norte de esta ciudad el tren militar que traía a 5 oficiales y 96 soldados destinados a los Hospitales de la Cruz Roja. Fueron recibidos por S. M. la Reina Doña María Cristina, las Autoridades civiles y militares y numerosísimo público que acogió con una salva de aplausos y vivas a los valientes soldados de África. Con perfecto orden, como la vez anterior, se hizo el traslado de los enfermos a los hospitales, llevando S. M. dos en su propio automóvil, los restantes en automóviles particulares y los que tenían que ser trasladados en camilla, lo fueron en un camión de Palacio, convenientemente preparado para el caso.

A fin de que los enfermos y heridos no sintiesen la nostalgia del hogar durante las fiestas de Navidad, se organizaron algunas veladas con el concurso de algunos aficionados que, muy amablemente, se prestaron a proporcionar un rato de alegría a nuestros soldados. Hubo un árbol de Navidad con bonitos regalos de S. M., de la Junta, Damas Enfermeras y particulares, quedando todos muy satisfechos y agradecidos.

El movimiento del Hospital hasta el 31 de julio, fecha en que fue militarizado, es así:
Operaciones: 61
Intervenciones quirúrgicas: 66
Consultas: 2.832
Curas: 8.666
Inyecciones hipodérmicas: 883
Inyecciones de tuberculina: 105
Inyecciones intravenosas: 258
Análisis de orina: 130
Análisis de sangre: 126
Análisis de esputos: 28
Análisis de pus: 43
Análisis de jugos gástricos: 54
Análisis de heces: 34
Extracciones dentarias: 308
Raciones de aceite de hígado de bacalao distribuidas: 1.023

FOTO 20 Las Damas Enfermeras de la Cruz Roja, esperando la llegada de las Reinas en Villa María Cristina. Fotógrafo Ricardo Martín. Fototeka Kutxa, 1921

Los Gastos e Ingresos durante el año de 1921 fueron como sigue:
Dinero del año anterior 47.040,55 pesetas, más donativos recibidos 168.009,35 pesetas, recaudación en dos festivales 36.505,10 pesetas, más Fiesta de la Bandera 33.025,25 pesetas, más intereses y otros ingresos 8.304,70 pesetas. Y los gastos fueron de: instalación de los Hospitales de 39.316, 15 pesetas; sostenimiento de los mismos 69.324,83 pesetas, ropas remitidas a África por valor de 1.770,67; remitido a la Asamblea Central 6.310,73 pesetas y remitido a Madrid el importe de la fiesta de la bandera por valor de 33.025,25 pesetas, que lo entrante y lo saliente, queda un saldo a favor de 143.137,12 pesetas.

El curso de 1921 estuvo a cargo del doctor José Goiburu. Se examinaron y recibieron el brazal las Hermanas de la Caridad y las señoras y señoritas siguientes:

Sor Pilar Romeo.
Sor Amparo.
Sor Micaela.
Sor Máxima.
Sor María.
Señora Luisa Artola de Martínez
Señorita Mercedes Camps.
Señorita Amparo Lassala.
Señorita Luisa Martínez Artola.
Señorita Juana Martínez Artola.
Señora de Merino.
Señorita de Merino.
Señora de Rodríguez Arias.

Otra expedición llegó el 3 de enero de 1922, y S. M. la Reina Doña María Cristina emprendió, para recibirla, otro viaje a San Sebastián.

Esta expedición constó de 63 enfermos, palúdicos en su mayoría.

El 9 de febrero de 1922 tuvo el Hospital el honor de recibir la visita de S. M. el Rey. Vino acompañado del Duque de Miranda, siendo recibido por las Autoridades, Junta de señoras, Comunidad, Damas Enfermeras y los doctores Luis Egaña, Díez Tortosa, Luis Ayestarán y José Goiburu. Recorrió todas las salas, deteniéndose de cama en cama y alentando bondadosamente a aquellos valientes muchachos.

Al final de la visita, uno de los soldados leyó un pequeño discurso, al que contestó S. M. con palabras muy sentidas. S. M. salió muy complacido de la buena instalación y orden de los hospitales, felicitando por ello a la Junta y a los doctores.

Desgraciadamente, no todos sanaron en el Hospital, y hubo que lamentar la muerte de dos pobres muchachos, víctimas del paludismo, que exarcebó antiguas dolencias. No siendo posible hacer nada más por ellos, se hizo venir a sus padres, que tuvieron el consuelo de acompañarlos en sus últimos días. Confortados con los auxilios de la Religión, entregaron su alma al Señor y hoy descansan sus restos en terreno propiedad de la Cruz Roja en el cementerio de Polloe en San Sebastián (5 y 6).

Durante la Cuaresma hubo tres días de Retiro, a cargo del reverendo Padre Arechavaleta, S. J., terminando por una solemne Misa cantada, en la que se acercaron a la Sagrada Mesa todos los soldados y Señoras de la Junta y Damas Enfermeras.

Al ser dado de alta en el Hospital, cada soldado recibía una muda completa y un donativo en metálico.

Durante todo el tiempo que los soldados permanecieron en los Hospitales, los Caballeros de la Cruz Roja vinieron asiduamente a acompañarlos y distraerlos, sirviendo de secretarios a los que, por la índole de sus heridas, no podían servirse de sus manos y a los que carecían de la instrucción suficiente para valerse solos.

En el mes de julio llegaron 12 oficiales heridos. Hubo entre éstos algunos que inspiraron serios cuidados y que hicieron precisas intervenciones quirúrgicas.

Para esta fecha el Hospital de Miramar había dejado de funcionar. Viendo las dificultades grandes con que se tropieza para lograr un local que reúna las condiciones debidas cuando los servicios de la Cruz Roja han de ser utilizados en mayor escala que la normal, sin ser de un coste excesivo, reuniera, sin embargo, las condiciones indispensables para poder ser utilizado en caso de urgencia, teniendo, como tenía, material suficiente para amueblarlo. Para poder atender debidamente a los soldados hospitalizados en Chillardegui, a los oficiales hospitalizados en el Hospital María Cristina, y a los que pudieran ser alojados en el hospital nuevo, era indispensable una ampliación de la cocina, que fue hecha para atender a la alimentación de quince a diecisiete personas y en el verano de 1922 tenía que servir para sesenta. Se reformó también, ampliándola, la habitación de las Hermanas de la Caridad, trasladándose, con tal motivo, la capilla a la planta baja y se construyó una pieza amplia, que sirviese de ropero y cuarto de plancha, pues por las mismas razones antes citadas, lo existente era insuficiente para las necesidades del momento.

De sobra es conocida la labor de las Hijas de la Caridad que guiaban a las Damas enfermeras, siendo inmejorables maestras de las mismas, que hacían servicio siete mañanas o siete tardes consecutivas, con intervalo de una semana de descanso. No siendo las enfermeras muy numerosas en aquella ocasión se aceptó con gratitud el generoso ofrecimiento de distinguidas damas de la localidad, que vinieron a prestar su ayuda en distintos servicios en que pudieron ser útiles, secundando en ello a las señoras de la Junta, que tomaban parte activa en las distribuciones de comida, costura, planchado y mil menesteres propios del caso, aliviando así notablemente el trabajo de las Damas enfermeras y de las Hermanas.

FOTO 21 Las Damas Enfermeras de la Cruz Roja e Hija de la Caridad con los oficiales heridos en Villa María Cristina. Fotógrafo Ricardo Martín. Fototeka Kutxa, 1921

El Hospital fue visitado en julio por S. M. la Reina Doña Victoria Eugenia, mereciendo elogios calurosos toda la instalación, así como la marcha que llevaba el Hospital, de la cual con todo interés se informó la Augusta señora. S. M. visitó también a los soldados hospitalizados en la Villa Chillardegui, quienes la recibieron con gran alegría y cariño, entregándole un precioso ramo de flores.

Se organizaron este verano los festejos de costumbre, que esta vez consistieron en una verbena y una tómbola, siendo el resultado completamente satisfactorio.

Las necesidades del Hospital eran grandes el año 1922, pero sin dificultad pudo hacerse frente a las mismas. La Intendencia Militar abonó las estancias desde el 24 de noviembre, al igual que lo hace en los hospitales militares, y esta fue una gran ayuda que permitió a la Junta desenvolverse con holgura.

FOTO 22 Damas Enfermeras con el Dr. Luis Egaña, auscultando a un enfermo por la tristemente famosa gripe de 1918. Villa María Cristina. Foto cedida por Isabel Ruiz de Arcaute Alustiza. San Sebastián, 1918

Los Ingresos y gastos de este año 1922 fueron como sigue.

Los ingresos que quedaban del año anterior eran de 143.137,12 pesetas; recaudado en dos festivales 71.395,35 pesetas; donativos recibidos 19.035,90 pesetas; recibido por estancias de los soldados 72.776 pesetas, otros pequeños ingresos 4.380,30 y recibido por la Asamblea Central 7.739,15 pesetas. Los gastos de los Hospitales fueron superiores por valor de 136.462,96 pesetas; obras en el hospital y en su pabellón 41.073,18 pesetas; aparatos e instalación de Rayos X, diatermia y corrientes eléctricas 10.250 pesetas, indemnización por la Villa Chillardegui 6.000 pesetas y remitido a la Asamblea Central 7.131,65 pesetas. Quedando un remanente a favor de 117.546,03 pesetas.

El curso de 1922 estuvo también a cargo del doctor José Goiburu, examinándose y obteniendo el brazal las señoritas siguientes:
Modesta Acha.
Consuelo Acha.
María Luisa Yurrita.
Martina Yurrita.
Leonor Guirao.
Irene Ormaechea.
Asunción Morazo.

Durante el año 1922 fue nombrada Vocal de la Junta la señora Dolores Áysa de Lataillade (5 y 6).

UNOS HECHOS LUCTUOSOS

GUADALUPE GAYTÁN DE AYALA y RAMONITA USABIAGA MICHELENA
IN MEMORIAM

La Dama Enfermera de la Cruz Roja, primera mujer muerta en la revolución donostiarra

Los primeros tiroteos. A la caza de fascistas. El coche de la Cruz Roja. Un ejemplo de resignación y patriotismo

Los primeros tiros de la revolución sonaron en la madrugada del domingo día 19 de julio de 1937.

En el Gobierno civil y en la Casa del Pueblo, se habían repartido, con abundancia, armas y municiones.

Los muchachos socialistas y comunistas paseaban por las calles retadores, palpándose el bolsillo posterior del pantalón y moviendo el índice de la mano derecha para exteriorizar la posesión de una browing.

Por indecisión, pagada al más alto precio, no se opuso en el primer instante, la debida réplica a aquella revolución que nacía.

Camisas azules, de la vieja guardia, que durante meses y años habían mantenido el fuego sagrado de los sentimientos españoles y la ilusión en una Patria mejor, fueron los primeros en correr a ocupar el lugar de vanguardia, sin pararse a revistar sus escasos elementos bélicos, ni a contar el número de los que, frente a ellas, se disponían a caer sobre España.

La revolución avanzaba, al impulso de jóvenes enardecidos por creer en la mano el triunfo, y verse asistidos del apoyo oficial.

No había más peligro para su causa, que la resistencia posible de los "fascistas". El fascismo era para los marxistas, una preocupación constante. Le despreciaban públicamente y hablaban de su número escaso. Pero presentían, sin duda, que tras ellos, y con ellos, se hallaban toda la auténtica opinión española.

FOTO 23 Damas Enfermeras de la Cruz Roja de San Sebastián. Foto cedida por Isabel Ruiz de Arcaute Alustiza

A LA CAZA DE FASCISTAS

Y surgió el grito de guerra; más que de guerra de caza, en que la jauría roja se lanzaba a la busca del hombre, para exterminarle.

—A por los “facistas”...

Había listas legras, que era la selección honrosa y magnífica hecha entre los donostiarras que no querían someterse a la dictadura del talón de cáñamo.

Las gentes empezaron a quitarse la corbata y a despechugar la camisa. Salieron los trajes más viejos y se escondieron todos los sombreros, en triunfo inmediato de la plebeyez.

El terrible y más repugnante fenómeno de la guerra, hizo su aparición. Eran las mujeres “tiorras”, en bautizo feliz del gran don Miguel, las que aparecieron llenas de odio, embiscando todos los bajos y criminales instintos de los milicianos.

—A Juliano, que es “facista”.

Y se registraban las casas, en caza de la persona decente acusada del delito enorme de ser español.

Las gentes de derecha, se escondían aterradas. Los caseríos de los pueblos apartados, se iban llenando de familias que en el escondite esperaban salvar la vida.

LA CAMISA AZUL EN SU PUESTO

Mientras tanto, los fascistas auténticos, los que llevaban en el alma la doctrina y el pensamiento del César, no buscaron escondite alguno.

Corrieron al puesto de honor y de peligro, y uno contra mil, tuvieron a raya a las pistolas de los asesinos.

Una traca interminable, trepidaba detonaciones secas y frías. Se hacían los disparos por miles, y en las azoteas de algunas casas, corriendo por los tejados en acrobacias peligrosas, algunos camisas azules contenían a la fiera que se creía señora ya de la ciudad.

FOTO 24 Enfermeras de San Sebastián. Abril 1938. Foto cedida por Elena Labayen

TOCAS BLANCAS DE CARIDAD

La Cruz Roja disponía de gasas y vendas. Empezaban a llegar los heridos a su clínica y las monjas preparaban camas y servicios de socorros. En contraste con la furia de las milicianas que pedían el exterminio de las gentes, otras mujeres abnegadas y heroicas, vestían tocas blancas y esperaban con amorosa solicitud el momento de hacer el bien, sin reparar en el color de quien los recibiera.

Entre esas enfermeras, figuraban desde hacía mucho tiempo unas damitas de la alta sociedad donostiarra, toda ella hecha de bondades y de espíritu cristiano.

La simpatía, sintetizada en Guadalupe Gaytán de Ayala, poseía un tesoro de abnegación.

Ramonita Usabiaga Michelena; escribía un herido lo que pensaba de ella: Tengo verdadera admiración por la benemérita Cruz Roja y sus servidoras, aunque debo confesar que más por las segundas que por la primera. Así es un placer caer herido de gravedad. Ramonita es una de las enfermeras más guapas y simpáticas que he visto y conocido, sobretodo vestida de blanco y con la cofia blanca. Enrique.

Ramonita que era Dama Auxiliar Voluntaria de la Cruz Roja había nacido el día 31 de agosto de 1913, trabajó sin descanso y tan intensamente durante la guerra civil que falleció el 6 de diciembre de 1938, a los 25 años de edad. Había dado su vida por los demás.

Guadalupe, con una fortuna privilegiada y las mejores relaciones sociales, su vida estuvo consagrada al bien. Era frecuente verla en las casas humildes donde el dolor o la necesidad habían entrado, llevando el socorro material o la sonrisa consoladora. Durante bastante tiempo acudió a la casa de una interina para convertirse en criada suya, haciendo durante su enfermedad las labores de la casa.

FOTO 25 Guadalupe Gaytán de Ayala de Enfermera Dama de la Cruz Roja. Fachada y Sala del Hospital de la Cruz Roja. Carne y foto de Dama Enfermera de la Cruz Roja Ramonita Usabiaga, 1933. Fotos cedidas por Miguel Tellería

EL ASESINATO DE LUPITA GAYTAN DE AYALA

Tan pronto comenzaron los tiros, Lupita, como familiarmente la llamaban todos, corrió al Hospital de la Cruz Roja para ayudar a los demás. El día 21 de julio, entró a su guardia a las ocho de la mañana. Los momentos eran de una gravedad sin límites, pues la lucha se libraba encarnizadamente a tiros.

Lupita, confesó y comulgó, y una vez hecho esto, dijo sencillamente a la Madre Superiora.
Ya he comulgado. Se ahora lo que quiera Dios. Si me pegan un tiro no importa ya nada.

Hasta después de las seis de la tarde estuvo prestando sus servicios en el Hospital de la Cruz Roja. A dicha hora, como el tiroteo parecía haber aminorado, se dispusieron a marchar a su casa varias enfermeras, entre ellas las señoritas Gaytán de Ayala, Carmen Resines (3), Juanita Ibáñez y Carmen Areizaga.

Iban vestidas de Damas Enfermeras y en el coche, destacaba grandemente, la humanitaria señal de la Cruz Roja. Conducía el coche Antonio Ríos, mecánico que en aquellos días, con valor y abnegación, prestó grandes servicios.

A las siete menos cuarto, el coche llegaba a la Plaza de la Reina Regente, donde vivía la señorita Resines. Quedaban solo ella y la señorita Gaytán de Ayala, que había de continuar hasta su casa de Ategorrieta. La señorita Resines quiso acompañar a Lupita, pero ésta se apuró y continuó hacia su casa.

En aquellos momentos, el puente del Kursaal estaba batido por intenso tiroteo. El chófer, en vista de ello, torció por el Paseo de la República Argentina, para embocar al puente de Santa Catalina. Cerca del Café Guría, se oyen unos tiros. Antonio Ríos, mete a fondo el acelerador, a tiempo que grita a la señorita Gaytán de Ayala:
Tírese al suelo; tírese al suelo, señorita.

Y siguió, mientras las balas miserables seguían marcando la silueta de la cruz roja que el coche ostentaba. Entró por la calle Miracruz, y al llegar al Café de la Paz, donde hoy se halla instalado el Auxilio de Invierno, volvió atrás la mirada, viendo con espanto que la señorita Lupita se hallaba derribada en el coche.
Señorita... señorita... la llamó sin obtener respuesta.

Volvió inmediatamente el coche, corriendo al Hospital de la Cruz Roja.

Cuando ya en él se sacó a la abnegada enfermera, la señorita Gaytán de Ayala estaba agonizando.

Una bala que rompió el parabrisas, le había entrado por la frente y le salía por la sien.

Así murió esta angelical donostiarra, primera víctima femenina de la revolución que unía al separatismo con el marxismo (7).

FOTO 26 Cortejo fúnebre. Damas Enfermeras y sanitarios de la Cruz Roja, custodiando el féretro hasta el cementerio de Polloe. San Sebastián. Foto cedida por Isabel Ruiz de Arcaute Alustiza

RESIGNACIÓN EJEMPLAR
Algún tiempo después, cuando por vez primera, nos encontramos con don Luis Gaytán de Ayala, caballero ejemplar, padre de Lupita, le expresamos en un abrazo la adhesión a su dolor. Y entonces tuvimos la admiración más grande de nuestra vida, al ver el tesoro inmenso de resignación cristiana de aquel hombre menudo y anciano ya, que tanto adoraba a sus hijos.

Había comulgado por la mañana y estaba en Gracia. Dios lo ha querido. Tal vez sea un bien, pues ya hay un ángel más en el cielo que pedirá por España y por vosotros.

Y en esa fortaleza de resignación, en ese sincero conformarse con la voluntad de Dios, se mostraba entero y en pie, el alma de la raza, española y cristiana.
El Conde de Algermi
Pseudónimo del falangista Alfredo Rodríguez Antigüedad, al parecer doctor en medicina (7)

Agradecimientos
Ion Urrestarazu Parada
Esteban Duran León
Anna Arregui Barahona
Elena Labayen Berdonces
Isabel Ruiz de Arcaute Alustiza
Enrique Samaniego
Ramonita Usabiaga Michelena
Miguel Tellería
Cristina Turrau
Diario Vasco
Unidad
Fototeka Kutxa

FOTO 27 Cortejo fúnebre. Damas Enfermeras y sanitarios de la Cruz Roja, custodiando el féretro hasta el cementerio de Polloe. San Sebastián. Foto cedida por Isabel Ruiz de Arcaute Alustiza

Bibliografía
1.- Diario Vasco, 18 de noviembre de 2017. Periodista Cristina Turrau
2.- Dispensario de Santa Isabel de San Sebastián
Dispensario de Santa Isabel de San Sebastián
“Santa Isabel” Kontsultategia Donostian
3.- Carmen Resines Primera Concejal de España y de San Sebastián y Dama de la Cruz Roja. Publicado el lunes día 12 de marzo de 2018
Pioneras Políticas: Carmen Resines y Josefina Olóriz. Primeras Concejalas Donostiarras. Damas Enfermeras de la Cruz Roja. Publicado el viernes día 8 de marzo de 2019
4.- Documento de compra venta del chalet para el Hospital de la Cruz Roja de San Sebastián. Notario página 3. Documento Fondo de Reserva Biblioteca Koldo Mitxelena
5.- Memoria Hospital María Cristina. Escuela de Damas Enfermeras de la Cruz Roja de San Sebastián. 1917 – 1934
6.- Hospital María Cristina de San Sebastián. Escuela de Damas Enfermeras de la Cruz Roja de San Sebastián. Publicado el sábado día 18 de febrero de 2017
7.- Unidad: diario de combate nacional-sindicalista. 28 de julio de 1937

Autor:
Manuel Solórzano Sánchez
Osakidetza, Hospital Universitario Donostia, Servicio de Traumatología, Donostia, Gipuzkoa.
Graduado en Enfermería
Insignia de Oro de la Sociedad Española de Enfermería Oftalmológica 2010. SEEOF
Miembro de Enfermería Avanza
Miembro de Eusko Ikaskuntza / Sociedad de Estudios Vascos
Miembro de la Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería
Miembro de la Red Cubana de Historia de la Enfermería
Miembro Consultivo de la Asociación Histórico Filosófica del Cuidado y la Enfermería en México AHFICEN, A.C.
Miembro no numerario de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País. (RSBAP)
Académico de número de la Academia de Ciencias de Enfermería de Bizkaia – Bizkaiko Erizaintza Zientzien Akademia. ACEB – BEZA
Insignia de Oro del Colegio Oficial de Enfermería de Gipuzkoa 2019

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