martes, 23 de abril de 2019

LA OBRA DE LAS HERMANITAS DE LOS POBRES 1898



FOTO 1 La Obra de las Hermanitas de los Pobres, 1898

La Congregación de las Hermanitas de los Pobres fue fundada por Juana Jugan en 1839, estando al servicio de los ancianos en 32 países de los cinco continentes. Tal fue el proyecto de su fundadora, Santa Juana Jugan. Era una religiosa francesa y fue beatificada por Juan Pablo II, el día 3 de octubre de 1982 y canonizada el 11 de octubre de 2009 por Benedicto XVI.

Después de medio siglo de formación y desarrollo, la Congregación de las Hermanitas de los Pobres ha venido a ocupar definitivamente en la sociedad un puesto muy importante. Así cómo otras Congregaciones han organizado al amparo de la infancia y de la juventud, la Congregación de las Hermanitas de los Pobres ha logrado organizar el de la pobre vejez desvalida; llenando de tal manera un vacío en la sociedad, y correspondiendo a una necesidad tan grave de nuestra época, que en cincuenta años ha fundado 273 Asilos de ancianos en diferentes países del orbe.

FOTO 2 Hermanitas de los Pobres, Aldaconea. San Sebastián

Las Hermanitas de los Pobres unen a la vida de hospitalidad la vida religiosa; forman una Congregación de Religiosas hospitalarias consagradas al servicio de los ancianos pobres y achacosos. Su misión bien definida en la Iglesia, bien determinada entre los diversos institutos de caridad, consiste en ser exclusivamente una obra en favor de los ancianos.

Conságranse las Hermanitas de los Pobres, con el vínculo estrecho del voto de hospitalidad, al servicio de la vejez indigente y desamparada. Su inteligencia, sus fuerzas, su corazón, sus desvelos, se aplican al consuelo de estos pobres desvalidos. El alivio corporal y espiritual de sus ancianitos es el único objetivo de su existencia en la tierra, como lo indica de manera tan expresiva su nombre de Hermanitas de los Pobres.

Dos condiciones, dos títulos se requieren para ser recibido en sus Asilos: la vejez y la indigencia.

Para las Hermanitas de los Pobres, la vejez comienza a los sesenta años; a partir de esta edad, tienen derecho los necesitados a solicitar un puesto en sus Asilos; después, continúa la vejez indefinidamente. Octogenarios, nonagenarios, de todo se encuentra en estas casas; hasta se ven algunas veces, alguno que otro que pasaron de los cien años.

Albérganse en estos piadosos asilos ancianos de ambos sexos; en estas casas hay una parte reservada a los hombres y otra a las mujeres, con patios, salas, enfermerías y dormitorios dispuestos separadamente. A poca diferencia, el número de hombres iguala al de las mujeres, según las condiciones del local disponible. Algún vetusto matrimonio entra en el Asilo, y marido y esposa acaban tranquilamente en él su existencia, viviendo en buena vecindad.

Pero los ancianos acogidos tienen que ser indigentes. Las Hermanitas no admiten pensiones; no hay ancianos privilegiados, a no ser los más desamparados y enfermos. Careciendo todos de suficientes medios de subsistencia, son adoptados todos por la caridad, que a todos prodiga iguales cuidados.

La Casa de las Hermanitas de los Pobres es el puerto adonde vienen a parar muchas existencias que han seguido distintos derroteros.

Rodeadas de sus viejecitos, las Hermanitas de los Pobres ejercitan la hospitalidad. Nunca tienen criados ni personas asalariadas. Ellas mismas sirven a sus viejitos y se distribuyen los empleos de la casa. A la Hermanita se la ve siempre atareada: en la enfermería, con sus pobrecitos enfermos; en la sala, con sus viejitos menos inválidos; en la cocina, aderezando la comida; en la ropería, preparando los trajes; se la encuentra en la huerta, en el lavadero, en la portería. En realidad las Hermanitas de los Pobres hacen todo el trabajo de la casa, ayudados solamente de la buena voluntad y de las débiles fuerzas de sus ancianitos.

Ninguna distinción hay entre ellas. Ni hay Hermana de coro, ni Hermana lega o freila: todas son igualmente Hermanitas de los Pobres, con el mismo título, con los mismos derechos y con los mismos deberes.

Cada casa se gobierna por una Superiora, a la que dan el nombre de Buena Madre, secundada por una Hermanita Asistenta. La Buena Madre recibe a los ancianos y juzga si se deben ser admitidos o no. Ella administra los recursos del Asilo, para el mayor bien de sus pobres. Ella cuida del buen orden de la casa y del ejercicio fiel de la hospitalidad. Cada casa cuenta con un número de Hermanitas proporcionado al de los ancianos en ella albergados. A su vez la Superiora depende de la Casa Matriz, en la cual tiene su asiento el Gobierno general de la Congregación de las Hermanitas de los Pobres.

Pero ¿cómo se reclutan las Hermanitas de los Pobres y en dónde se forman?
Las Hermanitas de los Pobres salen de todas las clases sociales. Unas vienen del campo, en donde vivían apaciblemente; otras han dejado la industria, el comercio, el colegio; algunas eran señoras y otras quizás las servían, como, según los principios evangélicos, toda condición honrada es aceptable, ninguna es excluida, mientras la persona sea digna.

Su distintivo es el desvelo, la virtud, el amor de Dios y de los pobres. Estos son los signos de vocación. Para las postulantes el tiempo de prueba empieza junto a los ancianos, en algunos Asilos de la Congregación. Allí se dan cuenta por sí mismas de las diferentes funciones de la hospitalidad y ensayan la vida de Hermanita. Si las satisface y son aptas para este género de vida, entran entonces en el Noviciado.

FOTO 3 Índice de La Obra de las Hermanitas de los Pobres, 1898. Santa Juana Jugan

Durante mucho tiempo sólo había un Noviciado en la Tour Saint – Joseph en Francia, pero luego se abrieron Noviciados en Italia, España, Bélgica y Estados Unidos. En estos Noviciados visten las aspirantes el hábito de la Orden y reciben gradualmente una formación religiosa y profesional, a la vez que de ellas hace acabadas Hermanitas de los Pobres. El tiempo de Noviciado se prolonga unos dos años, terminando por la profesión religiosa. En el Noviciado reciben formación sobre cómo cuidar a los ancianos desvalidos.

Todas llevan el mismo nombre, el mismo hábito religioso y observan la misma Regla. Todas se consagran al servicio de los ancianos pobres y desvalidos.

La Familia Hospitalaria
La Obra de las Hermanitas de los Pobres tiene su constitución propia. Es, en efecto, una Familia Hospitalaria.

El ejercicio de la hospitalidad, como es sabido, no consiste en visitar a los pobres y traerles socorros a domicilio, sino en hospedarles y en asilarlos. Cuando se les ha recogido, la hospitalidad continúa su obra, manteniéndoles; ella es quien les proporciona vestido, alimento y todos los cuidados necesarios para la vida. Si enferman, ella les asiste en sus dolencias y les socorre en sus achaques; si mueren, ella recoge piadosamente su último aliento y les amortaja con respeto.

En sus Casas, los ancianos no son considerados forasteros. Los ancianos que entran en los Asilos de las Hermanitas de los Pobres, cuando se abre la puerta para recibirlos son acogidos enseguida con bondad; se les adopta y se les trata como a miembros de su propia Familia. Rodeados de la suave benevolencia que sola la caridad sabe inspirar, acabarán allí sus días; considerándose en su casa propia, llegan a poner tanto apego al Asilo como si fuera aquella la casa natal; por esto se interesan mucho por ella, y se desliza su vida en santa paz y alegría. Si la separación de los suyos es penosa, este régimen particular la compensa en gran manera.

En España
En 1863 penetró en España la Obra de las Hermanitas de los Pobres; y en pocos años se desarrolló de tal manera, que actualmente está sembrada de Asilos de ancianos.

Don Mariano Lluch, secundado poderosamente por su hermano el Cardenal del mismo nombre, fue el hombre del cual la Providencia se sirvió en esta Nación para hacer conocer a las Hermanitas de los Pobres, estableciéndolas en Barcelona, Manresa y en Granada en 1863.

FOTO 4 La Obra de las Hermanitas de los Pobres. La Familia Hospitalaria, 1898

En la fundación de Barcelona hubo hechos sumamente notables. Dos Hermanitas de los Pobres llegaron allí el día 19 de marzo, fiesta de San José. El Gobernador y el Obispo las recibieron cordialmente, y hubo en la ciudad un movimiento general de simpatía a su favor. Se alquiló una casa por 3.000 pesetas, y fueron acogidas en seguida veintitrés ancianas, y el mismo día de firmar el contrato, un desconocido les pagó el alquiler.

No había puesto en la casa más que para mujeres. Se presentó un anciano de 80 años que les dijo: “vengo para quedarme aquí”. No se le admite, “me llamo José” dice el pobre infeliz, y en honor del santo se le dio cobijo. Pero cómo estaba cubierto de harapos y no había en la casa ningún traje de hombre, dos Hermanitas de los Pobres salieron a pedir limosna, y en una de las casas donde pidieron se encontraron con la sorpresa de que les entregaron un traje completo de hombre.

En Manresa, las autoridades civiles y eclesiásticas aguardaban a las Hermanitas de los Pobres en la estación del ferrocarril. Un cortejo respetable las acompañó a la cueva de San Ignacio, como queriéndolas confiar al celo de la ínclita Compañía de Jesús. De allí fueron a la Iglesia, profundamente iluminada, y, por último, a la casa de fundación. Tres pobres entraban al día siguiente en ella.

Dos Asilos fueron fundados en 1864, el de Lérida y el de Lorca; en 1865 uno en Málaga y otro en Antequera. Y en 1867 la Obra se instalaba en la Capital del Reino. En aquella época había en España 51 casas de las Hermanitas de los Pobres.

Siguiendo la línea de los Pirineos, se encuentran los Asilos de San Sebastián, Bilbao, Vitoria, Pamplona, Huesca, Lérida, Manresa, Gerona, Vich, Mataró y Arenys de Mar, llegando a Barcelona que tiene tres casas, en la que albergan de 500 a 600 ancianos. Más debajo de Barcelona nos encontramos con los Asilos de Valls, Tarragona, Reus y Tortosa. Un vapor hace el trayecto de Barcelona a la Isla de Mallorca, en cuya ciudad de Palma tienen las Hermanitas de los Pobres un floreciente establecimiento. Al Norte de Madrid, yendo hacia el Atlántico, hay Asilos en Segovia, Valladolid, Salamanca y Zamora, y también en el Ferrol.

Con frecuencia los sentimientos católicos y el carácter caballeresco de los españoles colmó de honores la humildad de las Hermanitas de los Pobres. Recepción solemne de las autoridades, cortejo popular, serenatas, etc., celebraron su llegada en diferentes poblaciones. Después se envolvía la Obra en su humildad característica y venían también las pruebas inherentes a toda fundación.

En Madrid la prensa predispuso la opinión en su favor; y las señoras principales de la villa coronada adornaron la capilla improvisada, viéndose parados a la puerta del modesto Asilo lujosos carruajes que acompañaban al Señor Nuncio de su Santidad, que iba allí a presidir la función.

Cuando las Hermanitas de los Pobres colectoras aparecieron en los mercados, las cestas resultaron pequeñas. En aquella época, en Madrid había dos Asilos, que albergaban unos 840 ancianos y un floreciente Noviciado de este Instituto benéfico.

Cuando en 1875 el Rey Alfonso XII puso la primera piedra del edificio que iba a construirse, pronunció ante la corte y personajes distinguidos que le rodeaban, estas palabras notables: “La primera piedra que pongo hoy está destinada a servir de fundamento a un edificio consagrado a Asilo de beneficencia. Y declaro que el que sirve al pobre, a mí me sirve”.

FOTO 5 Exposición – subasta benéfica en favor del Asilo de las Hermanitas de los Pobres, del 18 al 31 de marzo de 1954

Dirigiéndose de Madrid a Portugal se encuentran los Asilos de ancianos de Talavera de la Reina, Plasencia y Cáceres; y hacia el sur, Toledo y Ciudad Real, para llegar después al grupo importante de la Andalucía. La casa de Sevilla, muy floreciente, fue fundada en medio de pruebas y dificultades. Gracias al Cardenal Lluch y a algunos decididos amigos, triunfó en ellas. Después de Sevilla encuéntranse las casas de Jeréz de la Frontera, Sanlúcar de Barrameda, Puerto de Santa María, Medina Sidonia y Cádiz. Y al este, Osuna, Écija, Ronda, Málaga, Antequera, Granada, Jaén, Baez y Úbeda.

Cuando las Hermanitas de los Pobres llegaron a Sanlúcar, los pescadores decidieron reservar para los ancianos algunos pescados a la llegada de las barcas; de modo que el Asilo recibía un cesto de pescado fresco todos los días que le ofrecían estos buenos marineros. ¡De cuántas maneras se manifiesta la caridad cristiana!

No podemos olvidarnos de los Asilos de las Hermanitas de los Pobres de Alicante, Murcia, Lorca y Cartagena, en cuya ciudad las Hermanitas de los Pobres se establecieron en la casa en que vieron la luz los cuatro Santos: Fulgencio, Leandro, Isidoro y Florentina.

FOTO 6 Las Hermanitas de los Pobres, con los ancianos. Foto de Paco Marí, 1960

Como se cuenta, la Obra encontró en España una segunda patria, y cuenta en sus filas con un número considerable de Religiosas españolas. El Cardenal González en 1886, dábale este valioso testimonio: “Hacemos constar, y queremos hacer público, que la piadosa Congregación de las Hermanitas de los Pobres, establecida en nuestra Archidiócesis, se ha hecho en verdad recomendable por las virtudes cristianas que las Hermanas practican; pero todavía más, por una caridad infatigable en favor de los pobres, cuyo hermoso ejemplo es, con razón, objeto de la admiración y de las alabanzas de todos”.

Bibliografía
1.- La Obra de las Hermanitas de los Pobres. Con licencia del Ordinario. Impreso del Asilo de Huérfanos del S. C. de Jesús. Calle de Juan Bravo, número 5. Madrid. 1898

AUTOR:
Manuel Solórzano Sánchez
Graduado en Enfermería. Servicio de Traumatología. Hospital Universitario Donostia de San Sebastián. OSI- Donostialdea. Osakidetza- Servicio Vasco de Salud
Insignia de Oro de la Sociedad Española de Enfermería Oftalmológica 2010. SEEOF
Miembro de Enfermería Avanza
Miembro de Eusko Ikaskuntza / Sociedad de Estudios Vascos
Miembro de la Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería
Miembro de la Red Cubana de Historia de la Enfermería
Miembro Consultivo de la Asociación Histórico Filosófica del Cuidado y la Enfermería en México AHFICEN, A.C.
Miembro no numerario de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País. (RSBAP)
Académico de número de la Academia de Ciencias de Enfermería de Bizkaia – Bizkaiko Erizaintza Zientzien Akademia. ACEB - BEZA

3 comentarios:

Marija Ana dijo...

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Anónimo dijo...

Precisamente eso de indigentes...!!?? Dicho por los mismos ancianos que deben entregar sus pagas, habrá algún que otro pobre realmente yo no sé cuáles. Una extrabajadora

Anónimo dijo...

Económicamente mal. Mal porque las hermanitas no pueden salir. Nosotras vivimos de la providencia y ahora, con 13 ancianos menos contamos con 13 pensiones menos. Aunque son pequeñas, eran una ayuda.... dicho por ellas mismas, todo una contradicción...