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1 Baserritarra. Revista Novedades, 25 de julio de 1909
En
el País Vasco, las clases pudientes habían tomado a principio del siglo XX, la
costumbre de ayudar a combatir la miseria con actividades como bailes
benéficos, becerradas, conciertos o tómbolas. En muchos casos, esto era una
demostración social más que un acto de caridad. A pocos de estos benefactores
les interesaba cambiar la injusticia hiriente, modificar las causas de la
pobreza y formar a las personas para que pudieran sostenerse económicamente y
no necesitaran su compasión. Sólo algunos iluminados habían dado un paso más e
intentaban crear talleres de carpintería y mecánica para ofrecer una salida
digna a esos pobres diablos. Aun así, en aquellos años era muy difícil
gestionar esos lugares y ofrecer alternativas válidas a este tipo de gente.
En
el País Vasco, la ciudad y el campo se habían enfrentado desde antiguo. La
gente rural se sentía agredida por las ideas liberales de los burgueses y por
su estilo de vida ostentoso. Y éstos despreciaban la rusticidad de aquéllos y
las limitaciones que ponían al crecimiento de la ciudad y al comercio,
principal fuente de riqueza. Intereses contrapuestos estaban en liza. Eran dos
mundos dándose la espalda que habían sembrado una cultura de incomprensión y
rechazo y a los que únicamente los unía su extremado catolicismo (1).
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2 Pintor, José Arrue. Portada de la Revista Vida Vasca 1926
Cómo han pensado y
piensan en nuestro pueblo de la Medicina
Tal
es el tema impuesto por el presidente de la Academia Médico Quirúrgica,
aludiendo no a la porción del pueblo guipuzcoana ilustrada y cultural, sino a
la masa común de la población obrera y especialmente a la que se dedica a las
labores del campo, esto es, a la población rural, a la que conocemos con el
nombre de “caseros”, y en el lenguaje del país “baserritarra” (2).
Cómo pensaban
antiguamente antes de 1917
Tratándose
de un país cuya literatura no descuella por su abundancia, ¿qué noticias podré
yo aportaros acerca del modo como haya podido pensar nuestro pueblo rural en
materia de medicina en los tiempos relativamente antiguos? En algún autor que
he podido hallar a mano como el historiador Isasi que floreció en el primer
tercio del siglo XVII, encuentro con relación al tema de que me ocupo, que oyó
decir al entonces obispo de Tuy, Reverendo Padre Tolosa que había conocido en
el convento de Aranzazu a un anciano de más de ochenta años, a quien por
curiosidad preguntó si solía tener alguna enfermedad y cómo se curaba; a lo
cual el interpelado contestó diciéndole: que nunca tuvo cosa de peligro, pero
que hallándose fatigado con algún mal, no acudía a médicos, sino donde había
buen vino de Rivadavia y tomando en una taza ancha rebanadas de pan, se hartaba
de ellas, bebía el vino y se curaba con ello; nunca se sangró ni purgó y de
esta manera se hallaba con más salud y buenos bríos (2).
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3 Casa donde nació el Almirante Oquendo, emplazada al pie del monte Ulía, en el
barrio de Gros, en la Avenida de Navarra de San Sebastián. Foto: Aguirre.
Revista Novedades, 24 de octubre de 1909
En
cierto lugar visitaba un médico a un hombre enfermo de calenturas al cual le
recetó para su salud, los jarabes y las purgas, y él en secreto los echó en una
“bacía”; vino el médico y visitó al enfermo y luego fue a ver lo que había
obrado y exclamado dijo: ¿qué fuera si esto tuviéredes dentro? Respondió él con
mucha gracia; pues por eso no lo tomé; quedó el médico espantado y el enfermo
curó sin la purga.
De
esto dos botones de muestra, ¿qué otra cosa puede deducirse sino que en aquella
época el vulgo apenas tomaba en consideración los principios y las
prescripciones médicas que se emanaban de los que por aquel entonces hacían
objeto de sus estudios la ciencia de Esculapio?
La cueva de San Elías
La
superstición, la curandería, el charlatismo, la curación por gracia
sobrenatural y una multitud de preocupaciones, deducciones cabalísticas de
hechos, coincidencias, relaciones más o menos fundadas con los estados pláticos
o funcionales, toda una baraunda de incongruencias, aberraciones y procedimientos
sibilíticos, constituían el bagaje médico quirúrgico de nuestros aldeanos en
las épocas a que venimos refiriéndonos.
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4 Pintor, José Arrue. Portada de la Revista Vida Vasca 1927
Confirmación
de esta verdad nos la atestiguan entre los mil ejemplos que pudieran aducirse,
el conocido de la cueva de San Elías en la que existe un pozo al que las
estériles arrojaban piedras para lograr que llegasen a tener hijos y tantas
piedras como tiraban, otros tantos hijos llegarían a tener; costumbre que todavía
sino estamos mal informados debe continuar entre las aldeanas de la merindad de
Oñate y sus alrededores.
El aro del Monte Ernio
Y
no digamos nada del célebre aro de hierro que nosotros hemos tenido ocasión de
contemplarlo roído y mohoso en la cúspide del monte Hernio, junto a la famosa
Cruz, y que pasando el cuerpo del paciente o los miembros superiores e
inferiores alternativamente por el hueco que constituye el círculo del
expresado artefacto, queda suprimido para siempre el reuma sin que al fervoroso
cliente se le haya siquiera venido a las mientes que tan sólo el hecho de haber
podido subir por su propio pie a una altura que es capaz de poner a prueba los
pulmones y las piernas de un rebeco o de una cabra, es el mejor certificado de
no padecer aquella dolencia cuya curación precisamente solicita (2).
El aldeano ha
progresado en nuestros tiempos
El
aldeano de este país ciertamente que es rutinario y se encuentra fuertemente
ligado a las prácticas y procedimientos que aprendió de sus antepasados, pero no
podemos menos de reconocer que en muchas de aquellas y de estos se va
atemperando a lo que ve y observa entre gentes que no son de su procedencia ni
pertenecen a su condición social y paulatinamente se va acostumbrando a usos y
maneras de vivir que siéndole asequibles, las considera más o mejor
acondicionadas para proporcionarse por su mediación un bienestar relativo; no
hay más que fijarse ya sea en la indumentaria personal o en el mismo ajuar de
los caseríos; en los aperos de labranza y medios de cultivo y abono de los
campos; en la alimentación de que hace uso; en la vida más movida que hace
mediante la facilidad de medios de comunicación y últimamente hasta en las
mayores y más pingües ganancias que de sus productos obtiene, para notar un
cambio a todas luces bien marcado y perceptible en el tipo del casero de
nuestros tiempos si se le quiere comparar con el de épocas antiguas y no
precisamente de centurias, sino de los años que han transcurrido desde nuestra
niñez (2).
Pero en Medicina piensan
como antes
Si
la rutina y la ignorancia eran patrimonio de las generaciones que precedieron a
las actuales de las gentes del campo en nuestro país, puede decirse que todavía
continúan conservando íntegramente ese patrimonio en lo que se refiere a los
problemas médicos.
Como
muestra de lo que decimos haremos mención de un hecho anecdótico de que fuimos
testigos en cierta ocasión que tuvimos que visitar a un varioloso en uno de los
caseríos de un barrio cercano al pueblo en donde ejercemos la profesión (2).
Personados
en la casa del paciente que procedía de la zona minera de Bilbao, lo primero
que echamos de ver a la entrada fue la silueta de un viejo encorvado por el
peso del trabajo y de los años que fumaba tranquilamente la clásica pipa de
barro y en cuyo rostro se destacaban colgantes por las ventanas de la nariz,
dos objetos de color verdoso que por su forma y dimensiones así como por el
lugar que ocupaban, nos produjo en el primer momento y entre la penumbra de la
habitación, la impresión de dos velas de moco asqueroso que delataba el poco
aseo de nuestro aldeano personaje; y al reprocharle (por supuesto, en la lengua
del país) su abandono y dejadez para atreverse a presentarse ante nosotros de
aquella manera tan poco favorable a la estética, nos replicó sonriente: señor
médico, no se crea usted que lo que me ve en la cara sea moco ni cosa que le
parezca; son los rabillos verdes de dos cabezas de ajo que las tengo puestas,
una en cada abertura de la nariz, con objeto de que no se me contagie la
viruela por medio del aliento, y así mismo llevo también atados en las muñecas
unos cuantos ajos con el mismo fin de que no me penetre la enfermedad en la
sangre; y al decir esto, nos mostraba las mismas en las que aparecía la piel
eritematosa por efecto del contacto de aquellos, que habían determinado su
acción rubefaciente algo intensa (2).
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5 Aguadora Revista Novedades, 26 de septiembre de 1909
Consejos Prácticos
¿Se debe poner algodón en los oídos?
En
principio se puede afirmar que no debe taponarse el orificio externo del
conducto auditivo;
a).-
porque dicha oclusión mantiene una humedad constante que favorece el
desenvolvimiento de las afecciones cutáneas;
b).-
porque sin motivo alguno se disminuye la audición.
Dos
excepciones deben, sin embargo, ser hechas a esta prohibición:
1ª.-
Las personas que, por efecto de una afección del oído interno tengan perforada
la membrana timpánica, deberán cerrar su conducto cuando salgan a pasear con
tiempo frío, húmedo o polvoriento; pero nunca mientras estén en casa y mucho
menos por la noche al acostarse;
2ª.-
Las personas muy propensas a vértigos y mareos de origen auricular, cuando se
tengan que exponer a ruidos agudos intensos, como, por ejemplo, un viaje en
ferrocarril, deben amortiguar, taponándose el conducto auditivo, la violencia
de las vibraciones sonoras que pudieran impresionar demasiado su sensibilidad.
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6 Pintor, José Arrue. Portada de la Revista Vida Vasca 1928
Primeros Auxilios que
debe prestarse a los fracturados
Una
persona puede romperse un brazo o una pierna en el campo o en mitad de la
calle; es necesario levantarla y conducirla a su domicilio o a la Casa de
Socorro más próxima; esta labor es siempre ejecutada por los que en el momento
del accidente están más cerca del lesionado, y nadie puede eximirse del
cumplimiento de este acto humanitario (2).
El
conocimiento de ciertas nociones prácticas es imprescindible para evitar muchos
sufrimientos inútiles al pobre herido. Ante todo debe el miembro fracturado ser
inmovilizado provisionalmente en el mismo sitio, antes de pensar en
transportarlo; de este modo evitaremos los desgarros secundarios que pueden
producirse en la piel por la acción de un fragmento acabalgado y puntiagudo. No
deberá jamás desnudarse el miembro fracturado; se descoserá o se cortará la
ropa y el calzado, pero nunca se ejecutarán movimientos para despojarles de los
vestidos.
Es
necesario aguzar el ingenio para utilizar todos los objetos de que podamos
disponer en el lugar del suceso.
Si
es un paraje habitado, los recursos abundarán; las tablillas, tiralíneas,
metros, mangos de escoba, barrotes, alambres, cartones, paraguas, bastones,
etcétera, etc.
En
el campo recurriremos a las ramas de los árboles, cortezas largas, cañas, paja,
juncos y, en último término, a nuestros propios vestidos.
Si
el accidente ha ocurrido yendo de caza, nos valdremos de los fusiles, polainas,
morrales, etc.
Con
cualquiera de estos medios improvisaremos dos tutores forrados que sobrepasen a
la longitud del miembro lesionado de modo que inmovilicen las dos
articulaciones más próximas (por arriba y por abajo) al foco de fractura.
Y
hasta, si no se encuentra nada utilizable, nos queda el recurso de colocar el
miembro lesionado junto al sano (si se trata de la pierna) y atarlos, de modo
que el intacto sirva de tutor al roto; si el brazo es el fracturado, lo
uniremos al lado correspondiente del pecho.
Los
lazos los improvisaremos con cinturones, correas, tiras de sábanas desgarradas,
pañuelos, etc.
Por
debajo de los tutores se dispondrán unos cojinetes formados con lienzos,
vestidos arrollados, algodón, periódicos, paja, musgo, etc. etc.
Una
vez inmovilizado provisionalmente, es necesario levantar el miembro fracturado
para adaptar los tutores y pasar los lazos. No se levantará jamás por su
extremidad ni por una persona sola; debe levantarse todo él a la vez y por dos
personas cuando menos y en cuyos movimientos reine el acorde más perfecto,
evitando las tracciones y sacudidas.
El
mismo cuidado debe presidir a todas las maniobras del transporte. Imprimir el
menor movimiento posible al foco de fractura.
Una
vez el herido instalado en su cama, se avisará a un cirujano para que se
encargue de la reducción e inmovilización definitivas (2).
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7 Hotel María Cristina de San Sebastián. Revista Novedades, 4 de julio de 1909
Las hemorroides en los
viejos
Para
calmar las molestias que esta afección produce en los sujetos de edad avanzada
y que a veces les impide el poder dar un paso, se ha recomendado recientemente
el tigenol, cuerpo líquido de color negruzco, bastante espeso, suave al tacto,
que ni mancha ni irrita las partes con que se pone en contacto, sino que, por
el contrario calma los dolores y el escozor (2).
He
aquí el modo de proceder: Siempre que se salgan las hemorroides, se lavan
cuidadosamente con agua hervida tibia y, después de secas, se embadurnan
ampliamente con un trozo de algodón hidrófilo empapado en tigenol; se aplica
una compresa de gasa y encima una bola de algodón del tamaño de una naranja,
sujetándose todo con un vendaje ordinario que comprima un poquito para mantener
la reducción.
La
mejoría se observa desde las primeras curas (2).
Aplicación de la
Tintura de Yodo
Se
conoce con este nombre una solución alcohólica de yodo pulverizado, conteiendo
una parte de yodo puro por doce de alcohol de 90º. Debe emplearse siempre
fresca porque al cabo de cierto tiempo, después de sus preparación, se forma el
ácido yodhídrico, cuya presencia puede provocar, al aplicarse en la piel,
quemaduras y flictenas.
Además
debe tenerse siempre en frascos perfectamente taponados, porque si no con la
evaporación del alcohol se concentra demasiado la solución, provocando su
empleo una irritación muy intensa.
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8 Aldeanas vascas. Hombres y mujeres en la recolección de la manzana. . Revista
Novedades
La
aplicación se hace por medio de un pincel o de un trozo de algodón. Se pasa dos
o tres veces según el efecto que se desee obtener, teniendo cuidado de que se
haya secado la primera capa antes de aplicar la segunda; una vez terminada la
pincelación, es necesario recubrir la región con una capa de huata; sin esta
precaución el alcohol se evaporará y el yodo depositado sobre la piel, apenas
producirá efecto.
En
algunos casos el dolor provocado por la tintura de yodo es tan vivo que es
necesario cesar en su aplicación; inmediatamente se aplicará una cataplasma de
almidón que calmará el dolor en virtud de una acción química que se establece
entre en yodo y el almidón para concluir formando el yoduro de almidón (2).
La prioridad de un
descubrimiento
El
famoso médico Juan Villarreal, catedrático de la Universidad de Alcalá de
Henares, escribió en el año 1608 una admirable monografía sobre “el garrotillo” (Difteria grave u otra
forma de angina maligna en algunos puntos del aparato respiratorio que solía ocasionar
la muerte por asfixia).
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9 Al toque de oración. Pintor, José Arrue. Portada de la Revista Vida Vasca
1930
El
año 1765, o sea 157 años después, el inglés Home publicó su obra sobre esta misma enfermedad en Edimburgo,
siendo, por lo tanto, nuestro ilustre antepasado el primero que la dio a
conocer al mundo, a la que llamó con gran propiedad enfermedad sofocativa,
diciendo que acometía a las muchachas y entre ellas a las más hermosas y que
provocaba inmediatamente fenómenos de sofocación y de estrangulamiento, de
donde le vino el nombre de garrotillo, como la llamaban las gentes por
ocasionar una muerte análoga a la que sufrían los condenados a la pena de
garrote (2).
Como piensan actualmente
en 1917
Actualmente
deja mucho que desear la cultura médica de la población rural y el empirismo
campea por sus respetos entre nuestros aldeanos con sus preocupaciones y sus
interpretaciones de los estados páticos conforme lo hacían en épocas antiguas,
para deshacer las cuales no bastan los éxitos que a millares pudieran observar
si fijasen algún tanto nada más su atención sobre los triunfos de la moderna
terapéutica. Y así todavía les oímos hablar de sus “aice charrac” (los malos aires) cuando se trata aunque sea de la
existencia de una ciática como de un cáncer de estómago; izipula (erisipela), con cuya denominación abarcan en absoluto y
totalmente las enfermedades de la piel; odolaren
kolpia (golpe de sangre), que lo mismo tiene aplicación a una pulmonía que
a cualquier estado febril incipiente; barruba
garbitzia (limpieza del interior), frase aplicada por ellos igualmente al
contemplar los efectos de una buena purga, que a la expectoración purulenta de
un tuberculoso en el periodo último de fusión de sus pulmones o a una
metrorragia de reciente alumbramiento que pone de punta los pelos al médico; y
otras muchísimas a ese tenor que demuestran la carencia total de idea alguna
que pueda concretar, digámoslo así, el pensamiento médico que sea susceptible
de tener nuestro aldeano (3).
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10 Vista general de la granja agrícola “Fraisoro”, propiedad de la
Excelentísima Diputación de Guipúzcoa. Foto Aguirre. Revista Novedades 1909
Hay que elevar su
cultura médica
¿Y
qué medios podrían aplicarse y serían los más adecuados de poner en práctica a
fin de elevar la cultura médica en tales gentes y, como consecuencia hacerles
desviarse del camino que en la más completa obscuridad recorren en asunto de
tan vital interés como representa el de la conservación de la salud o su
recuperación una vez que se hubiera perturbado el organismo en su normal
funcionamiento? En nuestro concepto, no cabe más que uno primordial y
necesario: la vulgarización científica (3).
El Maestro
Que
el maestro en la escuela, a la vez que enseña al niño las lecciones de Historia
Sagrada que Dios hizo al hombre del barro de la tierra, le imbuya también la
idea de que con aquel barro no construyó el Supremo Hacedor un busto
estatuario, sino que confeccionó un cuerpo, un conjunto de muchos y diversos
órganos, como las partes que componen una máquina encargados cada uno de ellos
de un trabajo admirable que ha de concurrir al sostenimiento de la vida,
indicándole a la vez los nombres de esos órganos y un esbozo “grosso modo” nada
más, del objeto de cada uno de ellos (3).
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11 Romería. Pintor, José Arrue. Portada de la Revista Vida Vasca 1931
El Sacerdote
Que
el sacerdote desde el púlpito o en sus actuaciones como tal, a la vez que
condena y anatematiza el vicio, haga comprender a sus campesinos feligreses que
toda transgresión moral repercute sobre lo físico; y que si el excederse en la
comida y bebida o engolfarse en los instintos carnales constituyen desvaríos
que hacen incurrir en pecado grave merecedor de austera penitencia, el alcohol
que ingieren en el primer caso o la satisfacción excesiva o mal acondicionada
que llegan a procurarse en el segundo, pueden acarrearles tan grandes males
como los que se derivan del alcoholismo determinando la vejez prematura, o de
la infección avariósica que marcará su degradante sello no sólo en el pecador que
rinda culto a diosa Venus, sino a su desgraciada descendencia si la llega a
tener, constituyendo enteca y degenerada prole que ha de servir de constante
pregonera de la depravada conducta de su progenitor (3).
El Médico
Que
el médico, cuando sea llamado a prestar sus servicios a la clase rural y vea
que lo que en realidad es un cólico nefrítico, oiga decir al enfermo si será un
mal aire “aice char en bat” (que
suele ser su ordinaria frase), o cuando preguntando a un tuberculoso avanzado
por el modo como le va, y le conteste que no le va del todo mal, puesto que
arroja muchos esputos “y se va limpiando bien”, manifieste al enfermo, en el
primer caso y a sus allegados en el segundo, la verdad de la situación y
aproveche todas las ocasiones para desarraigar esas falsas creencias (3).
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12 De vuelta del mercado. Foto de Urcabe. Hombre con bueyes. Fotografía de Juan
Bautista Garreta, del concurso del “Pueblo Vasco”. Portadas de la Revista
Novedades. 28 de noviembre y 3 de octubre de 1909
La prensa diaria
Que
lo mismo que decimos del maestro, del sacerdote o del médico las clases cultas
de la sociedad, si bien este último es el más indicado por sus especiales
condiciones, se ocupen en la prensa diaria de asuntos relacionados con la
medicina y la higiene en forma asequible a la inteligencia del obrero y del
menestral, haciendo que en los escritos que publiquen resplandezcan sobre todo
la claridad del concepto y la sencillez de la exposición, sin invadir el
terreno técnico más que lo que sea absolutamente indispensable (3).
Las Conferencias
Que
en una esfera cultural algo más elevada se procure la vulgarización científica
de cuanto se relacione con la medicina y la higiene, por medio de conferencias
que se organicen en Sociedades o reuniones de diversa especie a donde acudan
habitualmente como centros de distracción, individualidades que no puedan ser
calificadas como pertenecientes a las clases sociales de cultura ínfima (3).
Conclusión
Poniendo
en acción la serie de medios que escuetamente acabamos de señalar como
conducentes al objetivo final, o sea la divulgación del concepto anatómico
fisiológico del organismo humano en sus más elementales formas, y por tanto
haciendo que las clases manufactureras y labradoras del país no se encuentren
sumidas en la obscuridad y sin orientación siquiera remota de los que son los
problemas de la salud y de la enfermedad, entonces será el momento en que haya
llegado el verdadero resurgimiento de nuestros aldeanos y nuestros obreros en
el terreno de la Medicina y de la Higiene y terminará, que ya es hora, el
reinado del empirismo y con él la repugnante labor de los que han venido
explotando la ignorancia durante siglos enteros: el curanderismo y el
charlatanismo (3).
Cuidados que debe
prestarse a los embriagados
La
embriaguez sencilla no exige ninguna intervención: es preciso esperar a que los
efectos del vino se disipen por si mismos; solamente se tendrá la precaución de
abrigarlos, para prevenir los accidentes pulmonares que la acción combinada del
frío y del alcohol provocan a menudo. El uso de los vomitivos no es conveniente
en los borrachos inveterados porque la depresión consecutiva a su empleo,
podría originarse un colapso o la rotura de alguna arteria o vena importante
(4).
En
los borrachos de ocasión, en aquellos cuyo estómago está sobrecargado al mismo
tiempo que por libaciones copiosas por una comida abundante, la evacuación del
contenido gástrico, abreviará la duración de la embriaguez. Dicha evacuación
puede producirse espontáneamente o tomando una infusión caliente o sino
tililando la “úvula” o campanilla de la boca.
En
los casos de embriaguez grave acompañada de colapso y de enfriamiento de las
extremidades, procuraremos primeramente hacer que recobren el sentido por medio
de afusiones frías y de fricciones estimulantes e inmediatamente les haremos
tomar una poción con láudano o algunas gotas de amoniaco y a falta de ello una
infusión de café muy concentrada; una vez hecho esto los dejaremos reposar bien
abrigados y con unas botellas de agua caliente a los pies (4).
Pasados
los primeros efectos del alcohol, persiste durante unos días un empacho que se
manifiesta por mal sabor de boca, ganas de arrojar, inapetencia y
estreñimiento; es necesario purgarse ligeramente y estar a leche hasta que la
normalidad se restablezca.
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13 Arrantzale. Pescador. Portada de la Revista Vida Vasca 1935
Medios higiénicos para combatir el insomnio
Antes
de recurrir a cualquiera de los innumerables medicamentos que se conocen para
combatir el insomnio, emplearemos los medios que son de la exclusiva
competencia de la Higiene, porque la mayor parte de las veces bastan esos
medios para lograr vencer tan molesto síntoma. Sobre todo en el insomnio
nervioso agotaremos el empleo de los recursos higiénicos con exclusión de toda
clase de drogas:
1º.-
Porque las más de las veces la falta de sueño es provocada por el exceso de
trabajo, por las trasgresiones de régimen o por una intoxicación crónica
(alcohol, tabaco, té, café, etc.) y la supresión de la causa, puede hacer
desaparecer el insomnio;
2º.-
Porque la acción de los medicamentos somníferos es de corta duración y el
hábito destruye a la larga su eficacia, necesitando aumentar cada vez más la
dosis, exponiendo al enfermo a accidentes de intoxicación o a desórdenes
digestivos, causas poderosas a su vez de insomnio (4).
¿Cuáles son los medios higiénicos aplicables
en estos casos?
Es
evidente que la supresión de las emociones, que el reposo del cuerpo y del
espíritu en caso de fatiga física y espiritual que la supresión del alcohol, del
té, del café y del tabaco, la reglamentación del régimen, las distracciones,
los viajes, etcétera, cada uno de ellos aplicado a su caso particular
coadyuvarán a la desaparición del insomnio (4).
Muchas
veces es provocado por la insuficiencia y viciación del aire respirable, o por
el calor excesivo de la habitación; en estos casos suprimiremos las cortinas de
la cama y apagaremos el fuego bastante antes de acostarnos; el medio más
radical y mejor consiste en dormir con las ventanas entornadas, tomando precauciones
contra el frío en invierno.
Es
mala costumbre la de acostarse inmediatamente después de haber cenado y usar
almohadas demasiado blandas, en las que se hunde la cabeza.
El
empleo de la hidroterapia bien en forma de duchas a 30º en chorro o en lluvia,
o el baño templado, tomado antes de acostarse o a última hora de la tarde,
conseguirá vencer muchos insomnios rebeldes. Agótense todos estos medios antes
de recurrir a medicamentos y sobre todo no se emplee ninguno de ellos sin
prescripción facultativa.
Un remedio rural contra
la tosferina
Del
número de noviembre de 1916, de la “Revista
Ibero-Americana de Ciencias Médicas” de Madrid, tomamos la siguiente nota
que si no fuera por el prestigio de la publicación de donde procede, parecería
digno de figurar entre los extravagantes fármacos caseros que con tanta
donosura critica nuestro querido amigo Arámburu (4).
Consiste
el remedio en mondar varios dientes de ajo, cortándolos en finas lonjas y
colocándolas luego dentro del calzado para ejercer presión, pero teniendo en
cuenta que no estén en contacto inmediato con la piel, por su acción irritante;
media hora después de iniciada la marcha se percibe el olor del ajo y la tos y
el espasmo desaparecen generalmente a las cuarenta y ocho horas, debiendo
continuarse con esta práctica durante una semana o más, según la intensidad del
caso.
El
ajo puede también administrarse por la boca en forma de panatela, que se
prepara desmenuzando los dientes (después de pelados) rociándoles con leche y
mezclándolos con migas de pan (4).
Accidentes ocasionados
por el frío
La
protección asegurada por ropas debidamente escogidas impide la pérdida de calor
humano; sabido es que en las regiones polares los viajeros superponen varias
capas de ropa y principalmente los efectos de lana y que las pieles constituyen
el vestido externo.
Algo
parecido deberán usar nuestros pescadores; las manos y orejas estarán
protegidas con manguitos y gorras; no deberá llevarse el calzado muy ajustado,
porque la compresión facilita la congelación (5).
Al
individuo congelado se le desnudará y friccionará con precaución, ya con
esponjas empapadas en agua fría, cuya temperatura se irá elevando
progresivamente, ya con la nieve o bien con un paño de lana o franela y podrá
ir seguida de una fricción con una sustancia aromática cualquiera.
Es
imprudente hacer pasar bruscamente a un individuo que haya sufrido los rigores
del frío a una temperatura elevada.
Se
le procurará reanimar haciéndole tomar bebidas calientes adicionadas de una
pequeña cantidad de aguardiente y una vez confortado con las fricciones y la
bebida, se le hará caminar.
Si
se produce un síncope, se colocará la cabeza en posición inclinada, se
practicarán tracciones rítmicas de la lengua, la respiración artificial y se el
administrarán algunos sorbos de agua fresca (5).
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14 Hijas de la Caridad, enfermeras y sirvientes en el antiguo Hospital Civil de
San Sebastián. Fototeka Kutxa. 1936
Consejos a los catarros
crónicos
En
primer lugar trataremos de aumentar la energía de los individuos muy propensos
a los catarros, aconsejándoles que se habitúen al uso cotidiano de ciertas
prácticas hidroterápicas consistentes en aspersiones frías sobre el pecho,
seguidas de fricciones espirituosas, terminando con una energía fricción seca
por medio de un guante de lana con lo que resistirán mejor los efectos de las
influencias térmicas (5).
Estas
personas deben usar ropa interior y calcetines de lana y fuerte calzado
impermeable.
La
influencia del clima se demuestra palpablemente, con sólo reparar en los
beneficiosos efectos del verano en estos enfermos, que durante el invierno se
ven a menudo obligados a recluirse en sus habitaciones o a ingresar en un
hospital los más indigentes.
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15 Castañera y Perico el popular batelero donostiarra. Foto de Urcabe. Portadas
de la Revista Novedades. 21 y 7 de noviembre de 1909
Los
catarros pudientes huirán de los climas fríos y húmedos durante la época
invernal; los jóvenes, a respirar el aire frío y seco de las altas montañas, y
los de cierta edad, escogerán el clima templado y relativamente seco de Levante
o del Mediodía (Islas Baleares, Alicante, Málaga, etc.); en los que expectoran
poco están más indicadas las Islas Canarias y la costa del Norte de África.
No
debe descuidarse la vigilancia del régimen alimenticio, sobre todo en los
catarros con abundancia de expectoración, causa por sí sola de graces y
continuadas pérdidas; en estas formas se implantará de cuando en cuando la
“cura de sed” o sea la alimentación seca y nutritiva, mientras que en las
formas con expectoración escasa y difícil aconsejaremos las curas de leche
azucarada (5).
Las
pulverizaciones al vapor con líquidos salinos (sal común, bicarbonato de sosa)
son muy útiles en las formas secas, y las inhalaciones de trementina y
eucaliptol, vertiendo estos productos en una taza con agua muy caliente y
aspirando los vapores que se desprenden por medio de un embudo, son adecuadas
contra las formas de mucha expectoración.
A
esta terapéutica inhalatoria deben buena parte de sus éxitos los
establecimientos hidro-minerales (5).
Medios de contacto de
la Escarlatina
Esta
enfermedad jamás nace espontáneamente, adquiriéndose por transmisión de los
gérmenes emanados de un niño enfermo; estos gérmenes una vez fijados, pueden
permanecer meses y años en los tapices y en los muebles de los aposentos sin
perder su virulencia, pudiendo ser transportados a distancia por los vestidos y
por todos los objetos que han estado en contacto con el escarlatinoso (5).
Samsé
cita el caso de un contagio producido por una carta escrita por un
escarlatinoso en el periodo de descamación. Nosotros conocemos un caso parecido
de un estudiante de medicina que ya convaleciente escribió desde Madrid una
carta a su familia que residía en Las Arenas (Vizcaya) con cuya lectura
adquirieron la escarlatina dos hermanas suyas, falleciendo una de ellas.
Se
ha comprobado que los libros de los gabinetes de lectura, sirven de vehículos
al germen. Cadet de Gassicourt cita el caso de un pañuelo de seda con el que se
había abrigado el cuello de un escarlatinoso, que transmitió tres meses después
la escarlatina a otro niño.
Un
traje usado por una persona que estuvo en contacto íntimo con un escarlatinoso,
sirvió de medio de contagio después de diez y ocho meses de haber estado
guardado sin usarlo.
El
aposento que había ocupado un niño con escarlatina, fue aparentemente bien
desinfectado; dos meses después, un hermano del atacado entró en dicho aposento
breves instantes y esto bastó para que contrajera la enfermedad.
Para
sustraer a los niños sanos del contagio, debemos alejarlos de los atacados y de
los objetos que con ellos hayan estado en contacto; aislaremos a los
convalecientes todo el tiempo que indique el médico encargado de su asistencia,
y desinfectaremos escrupulosamente la habitación y todos los objetos
sospechosos (5).
Preceptos médico-higiénicos
Es un prejuicio estúpido y peligroso,
el considerar un derrame de pus por el oido como un emuntorio de humores
morbosos y el creer que la detención de tal supuración puede perjudicar a la
salud (6).
Al contrario, ese derrame ofrece
grandes peligros, tanto para el sentido auditivo, como para la vida. Puede
ocasionar la sordera en todas las edades, y, propagado al cerebro, causar la
muerte.
Las supuraciones del oído que
sobrevienen en edad temprana, pueden traer como consecuencia, la sordo-mudez.
FOTO 16 Acordeonista. Cuadro de J. de
Urrutia. Portada de la Revista Vida Vasca 1940
Se debe, por consiguiente, hacer lo
necesario para prevenir estas supuraciones, y para curarlas, caso de
presentarse.
No se debe inyectar líquido alguno en
el oído, sin prescripción médica.
Se puede, con ello, hacer que enferme
un oído sano, o agravar el estado de un oído ya enfermo (6).
Accidentes causados por el aire confinado
Se experimentan sus efectos bajo la
forma de entorpecimiento, malestar y dolor de cabeza, en las salas de reunión y
de espectáculos, constituyendo la intoxicación aguda; pero existen también
accidentes crónicos, que se manifiestan en las personas que, por su profesión,
están condenadas a permanecer todo el día y por espacio de meses y años en locales
con aire confinado, o a pasar la noche descansando en dormitorios de cubicación
insuficiente (6).
De ello resulta un estado anémico
acentuado, dolores de cabeza, vértigos, desórdenes digestivos, etc., sin contar
la tuberculosis que germina fácilmente en terrenos de esta manera preparados.
FOTO 17 La guardia de Miqueletes en
el Palacio Real de Miramar. San Sebastián. Revista de Novedades del 10 de
octubre de 1909
En los casos agudos, se expondrá
inmediatamente al enfermo al aire fresco y renovado; se le extenderá
horizontalmente con la cabeza más baja que el tronco y se le aflojarán los
vestidos; acto continuo se le hará volver en sí, por medio de flagelaciones,
fricciones enérgicas y aspersiones con agua fría; si estos emdios fracasasen,
se recurrirá inmediatamente a la respiración artificial y a las tracciones
rítmicas de la lengua.
En los desórdenes de forma crónica,
lo esencial es suprimir la causa; las Juntas locales de Reformas sociales,
deben denunciar los talleres y obradores cuya cubicación y ventilación sean
insuficientes; a estos enfermos les es muy conveniente una estancia en el
campo, alimentándose a base de leche, huevos y carne cruda, empleando los
preparados ferruginoso cuando el estado del estómago lo consienta (6).
Consejos a los estreñidos
Lo fundamental es el régimen
dietético, siendo indispensable escoger alimentos que exciten los movimientos
intestinales, como el azúcar, la miel, las frutas dulces (ciruelas, uvas,
higos, naranjas, dátiles); los jugos de frutas (limonadas, sidra, cerveza); las
frutas ácidas (manzanas, cerezas, grosella); el pan negro, por su contenido en
levadura, los alimentos salados (sardinas, arenques, caviar); las bebidas
carbónicas, legumbres flatulentas, elñ aceite, aceitunas, mantequilla y las
almendras (6).
Mecánicamente hacen el mismo efecto
los vegetales ricos en celulosa, las verduras (col, coliflor, espinacas,
lechugas); las legumbres secas con su corteza, las uvas comidas con su hollejo
y sus granos, los espárragos, las setas, los rábanos silvestres y el pan basto
o de munición.
Es conveniente que beban mucho y en
cambio deben tomar poca leche, carne, huevos y anda de arroz, harinas de
cereales desprovistos de su envoltura, cacao, chocolate y vinos tintos. Las
bebidas frías son muy útiles, siendo muy recomendable el tomar un vaso de agua
en ayunas y el beber leche fría entre las comidas.
La hidroterapia en forma de baños de
asientos fríos, y de compresas en el vientre, es muy útil en los estreñidos
nerviosos (6).
Se recomienda también la gimnasia, sea
la sueca, o simplemente la de sala.
En algunos enfermos de vida muy
sedentaria, no hay nada que surta mejor efecto que el obligarles a hacer
ejercicio al aire libre y, más que en terreno llano, subiendo cuestas.
En muchísimoa casos el régimen basta
para corregir el estreñimiento, pero a veces tenemos que ayudarle con diversos
medios, cuya enumeración no es propia de este lugar.
La Astrología y la Medicina
En los tiempos antiguos, el ejercicio
de la Astrología constituía un gran negocio, pues era costumbre muy
generalizada el pedir a los astros el secreto de los destinos humanos. Quilón
de Esparta, uno de los siete sabios de Grecia fue el iniciador de este Arte, y
afirmaba que en los astros residían los gérmenes de nuestras enfermedades; los
romanos adoptaron estas creencias que los árabes ampliaron y perfeccionaron
(6).
El Sol representaba la cabeza, el
corazón, la médula y el ojo derecho.
Saturno, mandaba en el hígado, el
brazo y el oído derecho.
Mercurio reglamentaba la lengua, las
manos y el sistema nervioso.
Sobre Júpiter reposaban los
intestinos, el ombligo y el pecho.
El gusto, la sangre y las narices,
dependían de Marte.
Venus era la señora de la buena
comida y de la robustez.
La Luna protegía el ojo y el oído
izquierdos, los pulmones y el estómago.
La cabeza con sus siete orificios
pertenecía a los Siete Planetas.
Saturno y Júpiter tenían los dos
oídos; Marte y Venus las ventanillas de la nariz; el Sol y la Luna los dos ojos
y Mercurio la boca (6).
FOTO 18 Deporte rural vasco. Pintor,
José Arrue. Portada de la Revista Vida Vasca 1947
Curandero Vasco-francés fusilado
Peru Martinho el de Ainhoa, célebre entre sus paisanos, por sus
conocimientos sobre las propiedades de las hierbas que se criaban en su
contorno para el tratamiento de muchas enfermedades, encontró una tarde en el
“Bosque de los Abedules” donde se hallaba sirviendo a su patria, una planta
para él desconocida. La examinó y muy fervorosamente la mezcló con otras que
guardaba, hizo un cocimiento y lo escondió en su mochila.
Cierta mañana en un ataque a la
bayoneta, se extravió en la espesura del bosque, tropezando con un soldado
alemán que se retorcía de dolores en el suelo. Peru lo reconoció, y vió que
tenía unas heridas de bala en el vientre y creyendo que el cocimiento hecho con
la planta desconocida, lo aliviaría, sin acordarse de que era un enemigo dio a
beber al herido el líquido amarillento por él preparado.
Hecho prisionero en aquel momento,
fue acusado de envenenador, y aunque juraba y perjuraba que no tuvo la
intención, sino la de curarle, como el herido falleciese al poco tiempo de
tomado el cocimiento, fue fusilado el pobre Peru, víctima de sus aficiones
curanderiles (6).
Bibliografía
1.-
Las Flores de Baudelaire. Gonzalo Garrido. B-17061-2017. ISBN: 978-84-9032-8965.
2.-
La Voz de Guipúzcoa, 2 de febrero de 1917. Páginas 11 y 12
3.-
La Voz de Guipúzcoa, 9 de febrero de 1917. Páginas 11 y 12
4.-
La Voz de Guipúzcoa, 16 de febrero de 1917. Página 11
5.-
La Voz de Guipúzcoa, 16 de febrero de 1917. Página 12
6.-
La Voz de Guipúzcoa, 23 de febrero de 1917. Páginas 11 y 12
Fotos. Fondo e
ilustraciones
Biblioteca
Municipal de San Sebastián / Donostiako Udal Liburutegia.
Manuel Solórzano
Sánchez
Graduado
en Enfermería. Servicio de Traumatología. Hospital Universitario Donostia de
San Sebastián. OSI- Donostialdea. Osakidetza- Servicio Vasco de Salud
Insignia
de Oro de la Sociedad Española de Enfermería Oftalmológica 2010. SEEOF
Miembro
de Enfermería Avanza
Miembro
de Eusko Ikaskuntza / Sociedad de Estudios Vascos
Miembro
de la Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería
Miembro
de la Red Cubana de Historia de la Enfermería
Miembro
Consultivo de la Asociación Histórico Filosófica del Cuidado y la Enfermería en
México AHFICEN, A.C.
Miembro
no numerario de la Real Sociedad Vascongada de Amigos del País. (RSBAP)
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