NURSING
TRAINING DURING THE SPANISH CIVIL WAR
Resumen
Introducción: La enfermería, al igual que todas las ramas del
conocimiento, se vale de la investigación para avanzar como ciencia. La guerra
civil española supuso un punto de inflexión para la enfermería, que obligó a
cambiar los planes formativos a fin de dar respuesta a la gran demanda de
cuidados. La comprensión de estos cambios es clave para dilucidar el papel
actual de la enfermería española, requisito indispensable para el continuo
desarrollo de un cuerpo de conocimientos propio.
FOTO 01 José Antonio Sánchez
Miura y portada de su trabajo de fin de Grado
Objetivos: Analizar los cambios producidos en los planes de
estudios de las enfermeras durante la guerra civil. Estudiar el papel de la
Cruz Roja en la formación de enfermeras y las estructuras creadas por los
gobiernos de ambos bandos para tal fin.
Metodología: Se ha realizado una búsqueda bibliográfica en bases de
datos SciELO, Medline, Cuiden y en el portal Dialnet. Fueron también analizadas
bases de datos de revistas como Llull, Híades y Asclepio. Se obtuvieron
un total de 140 resultados, contándose finalmente con 38 artículos para esta
revisión. Se fijaron los siguientes criterios de inclusión: artículos de
carácter histórico que versaran sobre la enfermería en la guerra civil, de
acceso a texto completo. No se fijaron límites temporales debido al carácter
histórico de la revisión. No se aplicaron filtros para el tipo de diseño y sólo
se buscaron artículos en castellano, inglés o francés.
Resultados: La Cruz Roja Española formó enfermeras para ambos
frentes implicados en la contienda. Debido a las diferencias ideológicas
existentes, la educación recibida difería dependiendo del bando estudiado. Las
enfermeras republicanas se regían por la Ley de 1917, estructurando su
enseñanza en 35 lecciones a superar en diez meses. Las enfermeras del bando
sublevado seguían la Ley de 1938, que constaba de 46 lecciones a superar en dos
cursos, siendo la formación de estas más completa y estricta.
Palabras
clave: Historia de la enfermería,
Medicina militar, Enfermería, Guerra civil española, Competencia profesional.
“Nursing
Training during the Spanish Civil War”
Abstract
Introduction: Nursing, as other sciences, has
to investigate in order to go forward. Spanish Civil War was a turning point
for nurses, as their training had to be modified because that war. The current
role of Spanish nursing in our society can be understood by studying those
changes, which are essential to the development of an specific scientific
knowledge.
Aims: To analyze changes in the
training of nursing during the Spanish civil war. To study the role of the Red
Cross in nursing’s formation process, as well revising the structures created
by governments on both sides for that purpose.
Method: A bibliography
research has been carried out in some database such as Scielo, Medline, Cuiden
and Dialnet. Some journals database such as Llull, Asclepio and Híades
have been analyzed too. 140 results were obtained, but only 38 articles
were used for this review.
Inclusion terms: Historical
articles dealing with nursing during the Spanish Civil War with access to full
text. Time limits haven’t been taken into account because of the historical typology
of this review. Only articles in spanish, french and english have been
accepted.
Results: The Spanish Red Cross
trained nurses for both sides during the war. That training was different in
both sides due to the ideological differences. Republican nurses were submitted
to the 1917 law, which summarized their training in 35 lessons in ten months.
Nurses from the so called “National side” were under the 1938 law, which
consisted of 46 lessons in two courses.
Key Words: History of nursing,
Military medicine, Nursing, Spanish civil war, Professional competence.
TUTOR:
Juan Ignacio Valle Racero, magnífico
profesor y excelente persona y amigo. Profesor del Centro de Enfermería de la
Cruz Roja, adscrito a la Universidad de Sevilla.
AUTOR: José Antonio Sánchez Miura. Trabajo de fin de Grado. Grado
enfermería. EUE Cruz Roja Sevilla, centro adscrito a la Universidad de Sevilla.
Promoción 2011-2015.
Prácticas Clínicas realizadas:
Hospital Santa Ángela de la Cruz
Viamed, Sevilla. Planta de traumatología. (Abril 2013- Junio 2013).
Hospital Quirón Sagrado Corazón,
Sevilla. Quirófano. (Noviembre 2013 – febrero 2014).
Mutua Universal Sevilla. Servicio
de urgencias. (Marzo 2014 – mayo 2014).
Dispositivo especial de Feria de
la Cruz Roja 2014.
Hospital San Juan de Dios,
Sevilla. Planta medicina interna. (Octubre 2014 – Diciembre 2014).
Hospital Quirón Sagrado Corazón,
Sevilla. Urgencia pediátrica. (Diciembre 2014 - Febrero 2015).
Centro de Salud San Pablo,
Sevilla. (Febrero 2015 – Abril 2015).
Hospital Infantil Virgen del
Rocío, Sevilla. Planta de medicina interna/ infecciosos (Abril 2015 – Junio
2015).
FOTO 2 Juan Ignacio Valle Racero y José
Antonio Sánchez Miura
Formación Extra Académica
Curso “Cura de heridas crónicas”
convocado por la revista Rol de Enfermería. Duración de 70 horas.
Curso “Dolor, actualización y
abordaje de enfermería” convocado por la revista Rol de Enfermería. Duración de
28 horas.
Publicaciones Académicas y Presentaciones a Jornadas y Congresos
Sánchez Miura, J. & Romero
Castillo, R. (2014) Atención de enfermería a familiares de pacientes ingresados
en U.C.I. Publicado y expuesto en las II
Jornadas de Enfermería I+D+i, I jornadas internacionales de Cruz Roja.
Sánchez Miura, J. & Romero
Castillo, R. (2015) Prevalencia y factores de riesgo del consumo de alcohol en
adolescentes. Publicado y expuesto en las III
Jornadas de alcoholismo de la Universidad de Sevilla.
Sánchez Miura, J., Barco Pérez,
P., Rodríguez Enríquez, A. & Martel González, D. (2015).Percepción Social
de las competencias enfermeras, Visión histórica. Publicado y expuesto en III Jornadas de Enfermería I+D+i de la Cruz
Roja. La realidad de la enfermería de práctica avanzada.
AGRADECIMIENTOS:
En
primer lugar agradecer a mi tutor, profesor don Juan Ignacio Valle Racero, su dedicación durante todos estos meses.
Ha sido un privilegio contar con el apoyo de un auténtico experto en la materia
que ha sabido guiarme y aclararme dudas de todo tipo en todo momento,
implicándose en el proyecto de principio a fin. Ha sabido transmitirme su pasión
por el estudio de la historia de la enfermería, convirtiéndose en todo un
referente profesional para mí.
Agradecer
también a los profesores de la Cruz Roja
su esfuerzo y dedicación, ya que me han brindado la oportunidad de descubrir mi
profesión y mi pasión. Han sido una guía y un referente a seguir durante estos
cuatro años. Mencionar también a los tutores clínicos que han puesto todo su
empeño en enseñar lo mejor de ellos durante mis prácticas hospitalarias.
A
mis amigos y compañeros de clase, que han estado ahí en los buenos y en los
malos momentos. A mi pareja, Rocío
Romero, por empujarme a continuar cuando más lo he necesitado.
A
mis amigos, en especial Gabriel Figueroa,
Pablo Barco, Alberto Rodríguez, Miguel
Ángel Sánchez, Samuel Rodrigo, David Kuhling y Gonzalo Moreno, por estar siempre ahí, agradecerles su apoyo
incondicional en todo lo que he hecho.
A
mi familia. Sin su apoyo habría sido imposible finalizar mi formación. A mi
madre por su empeño en mis estudios. A mi padre por inculcarme el esfuerzo y la
perseverancia necesaria. Mención especial a mi abuelo, cuyos valores me guían.
A
todos los que han aportado su granito de arena para convertirme en la persona
que soy hoy, gracias.
El trabajo comprende: Índice, Resumen, Introducción: Marco teórico,
Antecedentes y Justificación. Objetivos. Metodología: Descripción de la
búsqueda, Criterios de inclusión/exclusión, Estrategias de búsqueda y Tabla de
resultados. Desarrollo del contenido: II República y guerra civil española,
Enfermeras del bando republicano, Enfermeras del bando nacional. Conclusiones y
Bibliografía.
Marco Teórico
En marzo
de 1854 estalla la guerra de Crimea cuando Rusia invade Turquía, país que
contaba con Inglaterra y Francia como principales aliados (Young, 2011). El
secretario de Estado para la guerra británico Sidney Herbert decide enviar a Florence
Nightingale a Scutari, enclave de uno de los principales hospitales
británicos en el frente para dirigir a un grupo de treinta y ocho enfermeras.
En palabras de Attewell (1998), “la
designación de Florence Nightingale para dirigir a un grupo de enfermeras no
tenía precedente alguno. Ninguna mujer había ocupado antes un puesto oficial en
el ejército y su nombramiento podía tener resultados interesantes, ya que se
trataba de una enfermera experimentada, muy inteligente, pero nada dispuesta a
aceptar órdenes de una jerarquía cerril”.
Nightingale,
tras su experiencia en el conflicto de Crimea y conmovida por los movimientos
protestantes que llevaron a la enfermería a su época oscura, decide crear en el
Hospital londinense de Santo Tomás la Primera
Escuela Profesional de Enfermeras Hospitalarias, en 1890 (García &
Chamorro, 2011). En palabras de Rubio (2011, p.2) “después de tres años de
internado, se probaba la vocación de las alumnas y se formaban técnica,
científica y moralmente bajo la vigilancia y enseñanza de la propia Florence
Nightingale”.
FOTO 3 Florence Nightingale en el
Hospital de Scutari, Crimea
Para
Rubio, al no arraigar con fuerza el movimiento protestante y permanecer fieles
al catolicismo, no se produjo la secularización de los cuidados en España y por
tanto, no hubo época oscura. Estas ideas de Rubio que ya fueron expresadas por
el Grupo Andaluz para la Investigación de la Historia de la Enfermería (GAIHE)
en 1994, dentro del “I Congreso Nacional de la Historia de Enfermería” ponen de
manifiesto el dispar desarrollo, no generalizable, de la enfermería en los
países que se mantuvieron fueles a la fe católica y los protestantes. Para el
autor, “la reforma de la enfermería española se fue haciendo por evolución,
aunque acelerada por la reina Victoria
Eugenia, siendo más lenta que por revolución, pero sin tener que pasar el
trauma que conlleva” (Rubio, 2011, p.2).
Los
primeros pasos de este proceso de modernización de la enfermería llegan a
España de la mano del doctor Federico
Rubio y Galí. Para los autores Hernández, Gallego, Alcaráz & González
“entre los años 1860-70, estando en Inglaterra Rubio y Galí, eminente cirujano,
y siendo testigo del acontecimiento de la creación de la Escuela de F.
Nightingale, a su regreso fundará, en 1896, en el Instituto Terapéutico en
Madrid, la Primera Escuela de Enfermería
de España. Esta escuela se crea como centro donde formar enfermeras
diplomadas que puedan prestar sus servicios a los enfermos, aprendiendo cuanto
corresponda al arte de atender y cuidar de modo artístico y científico”
(Hernández, Gallego, Alcaráz & González, 1997, p.28).
La
reina Victoria Eugenia hizo también
grandes aportaciones a la renovación de la enfermería española. Gracias a su
experiencia en Inglaterra e influenciada por la organización y filosofía
impuesta por Nightingale, proporcionó apoyo económico e institucional a la
creación de la Cruz Roja de Guipúzcoa el 15 de julio de 1870 (Rubio y
Solórzano, 2011). Fue en el seno de esta institución donde se creó la primera
Escuela para Damas Enfermeras de la Cruz Roja, cuyo papel en el posterior
conflicto de la guerra civil fue fundamental. Esta primera escuela abrió sus
puertas en 1917 con la finalidad de formar a damas enfermeras, aunque también
se usó como dispensario gratuito para los pobres.
FOTO
4 Primera Escuela de la Cruz Roja de Enfermeras, San Sebastián 1917
En
España la Primera Escuela de “Damas Enfermeras de la Cruz Roja” fue
creada en San Sebastián, de la mano de la reina Victoria Eugenia y María
Cristina. La reina Victoria Eugenia trajo consigo de Inglaterra la
filosofía Nightingale que pronto se extendió por todo el territorio, gracias a
ella el “Cuerpo de Damas Enfermeras” quedó oficializado
en España en el año 1917, con un programa de estudios muy concreto. (Rubio
y Solórzano, 2011).
Los
años finales del siglo XIX y los primeros del XX fueron agitados en la esfera
política de la nación. Tras la pérdida de las colonias del imperio español en
1898 comienza en España un periodo de regeneracionismo y revisionismo político
(Matesanz, 2012). Este periodo, que coincide con la llegada al trono del
monarca Alfonso XIII (1902) con tan
solo diecisiete años y con la entrada del siglo XX, trajo consigo acusadas crisis
políticas.
La
convulsión política continuó siendo una constante en este periodo. Cabe
destacar la conocida como “crisis oriental” en la que el ministro de
gobernación Maura y el gobernador Silvela dejaron el poder poco tiempo después
de obtenerlo. El gobierno cambió una y otra vez de manos, creando una situación
inestable en el país. Mientras los
gobiernos se sucedían, las luchas sociales se agudizaban y los caciques
ejercían un fuerte control sobre la población.
Tal y
como expresa Matesanz (2012, p.59), “como consecuencia de estas continuas
crisis, el general Miguel Primo de
Rivera, Capitán General de Cataluña, se subleva contra el gobierno y da un
golpe de Estado el 13 de septiembre de 1923”. A
este hecho se le suma una crisis de la corona española, incapaz de encajar en
el nuevo siglo debido a los cambios sociopolíticos producidos a nivel mundial,
como la revolución industrial acelerada y la Gran Guerra de 1914.
Fue
durante esta primera guerra mundial donde las enfermeras francesas comenzaron a
movilizarse. El país vecino, envuelto de lleno en el conflicto de escala
mundial necesitaba profesionales bien formadas que se encargaran del cuidado de
sus numerosos heridos. Las encargadas de prestar estos servicios fueron jóvenes
francesas, la mayoría de buena posición social quienes, tras superar sus
estudios de enfermera en la Cruz Roja Francesa, decidían libremente ir al
frente para ayudar a su país. En palabras de los autores, Lefort & Lamache
(2014, p. 50), estas jóvenes “ayudaban en
las trincheras con una lealtad y patriotismo sin igual”. En su trabajo
titulado “Les infirmiers militaires
français dans la guerre”, se recoge el testimonio de un conductor de
ambulancias, el cual decía: “una vez
recogido el soldado herido, antes de curar las enfermeras eliminaban la arcilla
de la herida y retiraban la ropa rota y mojada. Es un placer ver trabajar a
nuestras enfermeras con un orden absoluto” (Lefort & Lamache, 2014,
p.54). Más tarde, según Duroux, estas enfermeras formadas y experimentadas en
la gran guerra decidirían cruzar la frontera y ayudar al ejército republicano
una vez estallara la guerra civil en España (Duroux, 2005).
No
sería hasta 1928 cuando el régimen de Primo de Rivera fue cuestionado por
motivos socioeconómicos y políticos, como el hecho de que los viejos partidos
políticos desearan la revalidación de la Constitución de 1876 anteriormente
derogada. Tras las protestas universitarias de 1929 y la quiebra de la bolsa de
Nueva York, los partidos de corte republicano se habían convertido en la mayor
fuerza política del país.
Para
Álvarez et al., (2005), esta situación de deslegitimación llevó a Primo de
Rivera a presentar su dimisión el 27 de enero de 1929. Tras estos
acontecimientos se celebraron elecciones municipales en abril de 1931. Los republicanos
y socialistas obtuvieron la victoria en las capitales y ciudades
industrializadas, mientras que la monarquía recibió apoyos de las clases
campesinas, influenciadas por los caciques. En palabras de Matesanz (2012,
p.60), “tras las elecciones municipales de 1931, con los resultados obtenidos
en las ciudades más importantes, donde ganaron los candidatos socialistas y
republicanos, Alfonso XIII, pensando que los españoles querían un nuevo régimen
político, se marchó de España”.
El 14
de Abril de 1931 se proclamaba la II República, finalizando así el periodo de
restauración borbónica en España, siendo elegido el prieguense Niceto Alcalá-Zamora presidente de la
República. Este convocaría unas elecciones de las que saldrían las Cortes
encargadas de redactar una nueva constitución. Estos comicios fueron ganados
por el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), y el texto que redactaron fue
aprobado el 9 de diciembre de 1931.
FOTO 5 Dispensario para pobres de
Santa Isabel. San Sebastián 1909 (Solórzano)
Como
refieren Casas y Millares (2003), durante la República hubo una modernización
de los derechos de las mujeres. El derecho de libertad de la mujer estaba
directamente relacionado con el derecho a la educación, que era considerado
clave para el progreso social. Esta mentalidad favoreció enormemente a la
enfermería, ya que bajo el mandato de la república, las mujeres tenían acceso
libre a estudios de todo tipo. Según las declaraciones de Pilar Pitarch (enfermera y brigadista internacional), en el
artículo de Marco Ferrara publicado en La carta digital (2005, p.3), “el gobierno de la república sacó un decreto
que hizo realidad los diplomas de enfermera. Se estudiaba en la Facultad de
Medicina de Madrid o de Barcelona”. Para estos autores, la sanidad pública
se organizó para satisfacer las necesidades de salud de todos los ciudadanos
españoles. Esta visión social de la sanidad trajo también connotaciones
beneficiosas para la cada vez más modernizada profesión enfermera.
El
gobierno republicano llevó a cabo una serie de medidas reformistas que
afectaron a un amplio rango de la sociedad. Se hicieron reformas educativas que
promovían la secularización de la enseñanza, reformas laborales que trajeron
mejores condiciones en el trabajo y mejoras salariales, reformas agrarias como
desamortizaciones, reparto de tierras, etc. Todas estas medidas fueron bien
aceptada por una gran parte de la sociedad, pero pusieron en desacuerdo a
sectores muy influyentes tales como el poder eclesiástico y militar.
Más tarde,
en 1933, se convocan nuevas elecciones. De estos comicios salen victoriosos los
partidos de derechas y conservadores: la CEDA (Confederación Española de
Derechas Autónomas) y el Partido Radical de Alejandro Lerroux. Lerroux fue elegido presidente del gobierno.
Estos partidos intentaron deshacer las reformas del gobierno anterior,
provocando el descontento de las clases obreras, ya que fueron los mayores
beneficiarios de estas medidas. Este descontento obrero desembocó en la
Revolución de Octubre de 1934, una serie de revueltas que se extendieron por
todo el país, aunque con mayor fuerza en Cataluña y Asturias. Como remarca
Andina (2004, p.2), “tras la revolución de octubre de 1934, la escisión entre
las «dos Españas» era cada día más evidente. La fractura político-social se
agudizó con el triunfo del Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936”.
Las
elecciones de 1936 supusieron una vuelta a las políticas de izquierdas,
saliendo vencedores de estos comicios Acción Republicana, el PSOE y el Partido
Comunista de España. Tras las elecciones dimitió el hasta por entonces
Presidente de la República Alcalá-Zamora,
ocupando el cargo Manuel Azaña,
quien lo ocuparía hasta 1939. Poco después, el 13 de julio de ese mismo año es
asesinado el político conservador Calvo Sotelo, llevando al país a una
situación insostenible.
Los
militares opuestos al gobierno legítimo de la nación se sublevaron, y el
ejército de África dirigido por el general Francisco Franco en Melilla se
levantó en armas el 18 de junio de 1936, dando comienzo a una guerra civil. En
ese momento, la península se dividió en dos. Algunas regiones como Castilla y
León, Galicia, Navarra y Baleares se posicionaron a favor del bando nacional,
mientras que el resto seguían siendo fieles a la República.
En el
denominado bando nacional el poder quedó en manos de unos cuantos generales del
ejército. Estos altos cargos militares, aconsejados por el general Mola,
establecieron una jerarquía totalitaria y militarizada (Álvarez et al.,
2005). Mientras tanto, en el bando republicano, el gobierno legítimo perdió el
control y delegó las responsabilidades en comités obreros organizados por
sindicatos y partidos afines a la república, los cuales no tenían ningún tipo
de estructura centralizada.
En
las primeras etapas del conflicto, el personal enfermero es movilizado para
cubrir las necesidades de auxilio de las víctimas de la contienda. Ante el
aumento de las necesidades de cuidados, las voluntarias eran cada vez más
jóvenes e inexpertas y, en algunos casos, carecían de titulación sanitaria
alguna (Andina, 2004). Ante esta situación, el Estado por el bando republicano;
la Falange y la Junta de Ofensiva Nacional Sindicalista (JONS) por el bando
nacional, y algunas asociaciones neutrales como la Cruz Roja, comenzaron a
impartir cursos de formación sanitaria acelerados con el fin de instruir a
estas mujeres carentes de formación, pero con una gran vocación.
Transcurridos
algunos meses, el ejército nacional aprovecha su superioridad militar para
continuar su avance hacia Madrid. Las tropas de Franco, en su camino hacia la
capital desviaron su rumbo. En lugar de ir directamente a la ciudad, decidieron
liberar a una guarnición retenida en el Alcázar de Toledo. Este acto, conocido
como «La liberación de Alcázar» fue un gran triunfo propagandístico para Franco
y su movimiento fascista. Siguiendo a Álvarez et al. (2005, p.202), “la
facción del ejército nacional formada por legionarios y regulares no
encontraron resistencia en los desorganizados ejércitos de campesinos
republicanos”. La superioridad militar de las tropas franquistas era cada vez
más aplastante. La batalla por la capital tendría que esperar a noviembre de
1936.
FOTO
6 Enfermería del Alcázar de Toledo. Milicianos
combatiendo en el Alcázar de Toledo. Pilar Primo de Rivera –en el centro, falda
clara– junto a un grupo de mujeres de la Sección Femenina. María Montserrat Romeu Fernández
Durante
esta contienda movimientos republicanos, del frente popular y las Brigadas
Internacionales ayudaron en gran medida a la defensa de la ciudad de Madrid. Un
ejemplo de la resistencia llevada a cabo en la capital fue un movimiento del
frente popular, cuyo famoso eslogan: “¡No pasarán!” alcanzó gran notoriedad.
Algunas enfermeras formaron parte de estos movimientos de resistencia, como
Pilar Pitarch quien según Ferrara (2005), fue una enfermera y brigadista
internacional que prestó sus cuidados en diferentes hospitales del frente
republicano, la mayor parte del tiempo en el hospital provincial de Castellón,
y cuyo testimonio es fundamental para comprender las vivencias del cuerpo de
enfermeras del bando republicano durante este cruento conflicto.
Durante
el desarrollo de la guerra se produjeron infinidad de batallas, todas ellas
cruentas y violentas, como por ejemplo la «Operación Rugën» también conocida
como el bombardeo de Guernica, llevada a cabo el 26 de abril de 1936 por la
Legión Cóndor del ejército de aviación nazi. Para Álvarez et al., esta
batalla ejemplifica la crueldad del conflicto, ya que esta ciudad no tenía
importancia militar ni estratégica alguna, y aún así fue duramente bombardeada.
Es en
este contexto de violencia, se crea en la primavera de 1937 el Hospital Sueco-Noruego de Alcoy
(Alicante), instalación financiada con dinero cedido por los países nórdicos a
las arcas republicanas. Ambos países habían unificado esfuerzos para apoyar a
la república española mediante un trabajo de ayuda humanitaria excepcional,
mediante el cual no sólo se enviaba el dinero necesario para construir el
hospital, sino que también se enviaron grandes cantidades de material sanitario
y, lo más importante, médicos y enfermeras que formasen a las jóvenes
voluntarias españolas. Este personal médico se encargó de la gestión del
hospital hasta que el doctor Manuel
Bastos Ansart se hizo cargo de él. Fue en esta institución donde se
probaron y desarrollaron diversos métodos y técnicas para la cura de heridas,
como el denominado «método Trueta» (Moltó, 2013).
También
cabe destacar la virulencia de la batalla del Ebro, llevada a cabo en julio de
1938, siendo una de las últimas ofensivas del bando republicano. En palabras de
Casas & Millares, “la contienda, de una gran crueldad, se cobró más de
10.000 víctimas” (2003, p.3). Testimonios de enfermeras republicanas que
prestaban sus cuidados en hospitales del frente del Ebro recogen que una
epidemia de tifus asoló al bando republicano, perjudicando a los combatientes y
poniendo en riesgo a las propias enfermeras que cuidaban de los heridos. Tal y
como reflejan las autoras Casas & Millares (2003, p.2), “en las memorias de
Ana Pibenat, enfermera de 16 años de Gerona, se relatan las horas y terribles
condiciones en las que el personal sanitario trabajaba. En 1939, en un hospital
de campaña del frente del Ebro, en el que las instalaciones insalubres
provocaron una epidemia de tifus que amenazaba a los heridos y al personal más
que las heridas o los bombardeos”.
El 28
de marzo el denominado ejército nacional consigue tomar Madrid y el 1 de abril
de 1939 se dio por finalizada la guerra. Tras esta guerra, una dictadura
militar de orden autárquico gobernaría en España durante casi cuatro décadas.
Antecedentes
Podría decirse
que la investigación enfermera tiene sus orígenes en la etapa de
profesionalización de los cuidados con Florence
Nightingale, la cual usaba la estadística como una herramienta más de su
trabajo (Bernard, 1984). Estos esfuerzos tuvieron repercusiones positivas en la
práctica durante el conflicto de Crimea, de modo que consiguió demostrar que la
investigación servía para cambiar positivamente la práctica asistencial (razón
de ser de la enfermería de la época).
“Sin embargo, se
encuentra poca literatura acerca del tema después de sus trabajos” (Acosta,
1997, p. 1). Tras Nightingale, la investigación enfermera perdió el impulso y
quedó en un segundo plano hasta que, en la primera década del siglo XX
volvieron a aparecer estudios en Latinoamérica realizados por enfermeras, los
cuales versaban sobre los problemas a los que se enfrentaba la enfermería de la
época, incidiendo especialmente sobre la educación que las profesionales
recibían. Un acontecimiento importante que cambió la educación y formación de
las enfermeras de la época fue la inauguración de la Universidad Nacional de
México, en 1910. Para Solórzano, Rubio y Expósito, en su publicación del 14 de
abril de 2009 en el portal digital Enfermería
Avanza, (2009, p.5), “este hecho promovió la Reforma Integral de la
Educación Mexicana, favoreciendo el desarrollo de la extensión de la enseñanza
y la investigación científica para contribuir al desarrollo nacional”.
FOTO 7 Carteles
Brigadas Internacionales
Más al norte,
aunque también en el continente americano, se inicia en 1927 un estudio sobre
la situación de las escuelas de enfermería canadienses, proyecto inspirado en
el Informe Goldmark estadounidense.
El estudio incluía a todas las escuelas de enfermería existentes en el país en
aquella época, finalizando en 1931. Sería publicado un año más tarde bajo el
título “Estudio de la enseñanza de
Enfermería en Canadá”, aunque fue posteriormente conocido como el Informe Weir, en honor al educador y
sociólogo promotor del estudio, el doctor Weir. En su investigación visitó las
escuelas de enfermería recopilando datos económicos, aspectos sociales, y
necesidades sanitarias que envolvían la enseñanza de las enfermeras, concluyendo
que “la dirección de las escuelas debía de estar a cargo de instituciones de
alta cultura dedicadas a la educación” (Parentini, 2002, pp. 90-1). Estas
escuelas canadienses fueron centros de formación no sólo para enfermeras de
Canadá, sino que también fueron usadas para el adiestramiento de enfermeras de
Suramérica. Como puede apreciarse, la vinculación de la enfermería con la
universidad y su capacidad investigadora son estudiadas en todo el continente
americano.
Con la segunda
guerra mundial y las necesidades de cuidados que esta
produjo se puso de manifiesto la carencia existente en la formación de las
enfermeras. “A partir de los estudios realizados por algunos sociólogos y
antropólogos como Brow, Winslon y
Goldmark se pusieron de manifiesto las
deficiencias en la educación de
las enfermeras y algunos de estos trabajos propusieron vehiculizar la educación
de enfermería a través del medio universitario” (Acosta & Medina, 1977,
p.102).
Durante la
primera mitad del siglo XX todos los esfuerzos se centraron en vincular a la
enfermería con la universidad, paso imprescindible para retomar la actividad
investigadora introducida por Nightingale, pero ya olvidada. Una vez
introducida la enfermería en los planes de estudios universitarios, los esfuerzos
se centraron en convertir la investigación en la base de la ciencia enfermera.
Tal y como
podemos ver en las conclusiones de García y Gozalbes en su trabajo de 2012 se
puede apreciar una gran evolución de la investigación de enfermería desde la
década de los ochenta del siglo pasado hasta la actualidad. Según los autores,
“es en torno a 1988 cuando se presenta la primera tesis doctoral con título
referido a enfermería” (García y Gozalbes, 2012, p.5).
Para Acosta &
Medina (1997, p. 103), “si compartimos la idea de que cualquier disciplina
tiene una forma distinta de percibir los fenómenos nos podemos preguntar,
¿Cuáles son los límites y la naturaleza de la investigación en enfermería? La
respuesta a esta pregunta es complicada. La enfermería ha de investigar sobre
los temas que estén bajo su campo de influencia como ciencia. Para saber
delimitar cuáles son las competencias referentes a enfermería, es necesario
conocer el marco filosófico y social en el que la ciencia enfermera se
desarrolló, para estudiar y conocer cuál es exactamente el rol social que la
profesión ha de cumplir. En palabras de Gortner & Susan (1983), esto se
consigue mediante el estudio de la historia de la profesión.
La guerra civil
supuso uno de los acontecimientos más relevantes de la edad contemporánea
española, siendo un punto de inflexión para toda la sociedad tal y como
recalcan la mayoría de autores analizados. Es por esto que es fundamental
estudiar los cambios que sufrieron las enfermeras en cuanto a su formación se
refiere con motivo de la guerra.
Investigación en Historia de la Enfermería
Una vez
comprendida la importancia del estudio de la historia de una profesión para la
investigación y el desarrollo de cualquier rama de la ciencia, enfermería
comenzó a investigar sobre sí misma, sobre su pasado y orígenes para poder
comprender su papel en la actualidad y desarrollar las líneas de investigación
que brinden a la profesión de un futuro.
“En nuestro país,
el interés por los temas de historia, al igual que ocurre con los aspectos
metodológicos de la enfermería, arranca a partir de los años 80” (González & Márquez,
2000, p.8). Aunque se trabajaba por alcanzar una asignatura de historia de la
enfermería independiente con descriptores propios y específicos en estos años,
la realidad era que los conocimientos sobre la materia se impartían de forma
fraccionada, introducidos en asignaturas como “Enfermería Fundamental”, “Teoría
y Método” u otras.
El comprender la
necesidad de una asignatura que versara sobre la historia de la profesión
supuso un cambio de mentalidad. Esta forma de pensar trajo un cambio ideológico
sobre cómo había que estructurar la enseñanza universitaria de los cuidados
enfermeros. Si bien, Moral de Calatrava
(2004, p. 42) pone el dedo en la llaga del problema, en su trabajo “La
enseñanza de la Historia de la Enfermería en España”: “Debemos preocuparnos por una historia de la enfermería que
fuera significativa para los enfermeros y los estudiantes de hoy día”. Pero no
solo eso. De acuerdo a la legislación vigente, conceptos como “historia de la enfermería”, “historia
de la profesión” o “evolución de los cuidados”, han desaparecido de la
asignatura fundamentos de enfermería. Ello parece significar que sólo para los
profesores de historia de la enfermería es una materia relevante, ya que desde
el punto de vista legal no se encuentra ni entre las asignaturas obligatorias a
nivel nacional, ni entre sus descriptores”.
Como vemos, en
los años ochenta se comenzó a dilucidar la importancia de una asignatura que
dotara a los alumnos de conocimientos sobre la historia de los cuidados. Este
cambio ideológico en la estructuración de la enseñanza parece que quedó solo en
eso, en un cambio de visión, ya que en la práctica, y tal y como vemos en
trabajos como el de Moral de Calatrava, la asignatura seguía sin tener un marco
legal bien definido.
Ya en los 90, el
interés por la historia de la enfermería está en evidente aumento, no sólo por
el incremento del número de trabajos publicados, sino también por la
celebración de jornadas y congresos cuyo tema principal era la historia de los
cuidados, como por ejemplo las “I Jornadas Nacionales de Investigación en
Historia de la Enfermería Española”, organizadas por la Escuela de Enfermería,
Fisioterapia y Podología de la Universidad Complutense de Madrid. Estas
jornadas fueron celebradas en Madrid los días 30 y 31 de octubre de 1992. En
este año y, con la idea de analizar y estudiar la historia de la enfermería,
nacen revistas y publicaciones como Híades,
primera y única revista monográfica de Historia de la Enfermería creada por el
denominado Grupo Andaluz para la Investigación de la Historia de la Enfermería
(GAIHE), cuyos integrantes fueron Antonio Claret García Martínez, Manuel Jesús
García Martínez y Juan Ignacio Valle Racero (García, A. & García, M.,
2000).
Tras los
acontecimientos producidos en los años ochenta y noventa que permitieron el
despegue del estudio de la historia de los cuidados en España, se produce un
cambio de visión. Los artículos publicados en estos años tratan de reconstruir
la historia de la enfermería a través de su historia social. A través de este
estudio de la historia social de la enfermería se puede también conocer mucho
acerca de la sociedad a la que la enfermería prestaba sus cuidados, sociedad
que a menudo carecía de voz por estar integrada por los estratos más bajos de
la sociedad (pobres, enfermos y desvalidos), pero cuyo testimonio es clave para
comprender la historia contemporánea, ya que la historia puede entenderse según
Siles como “ las consecuencias de las aportaciones de todos los individuos,
grupos, elementos y factores que participan en la dinámica social de una
cultura sin ningún tipo de exclusión” (Siles, 2004, p.2).
A pesar de los
avances que se produjeron, la mayoría de los autores coinciden en que aún queda
mucho por hacer en cuanto al estudio de la historia de la enfermería se
refiere.
Investigación del papel de la Enfermería en la Guerra Civil Española
Cuando se estudia
la historia de una contienda hay que tener en cuenta que la historia la escriben
los vencedores. En rara ocasión salen a la luz la voz de los derrotados, si no
es por medio del estudio exhaustivo de los documentos y testimonios existentes
de la época. La guerra civil dividió a España en dos mitades política y
socialmente hablando. Dos Españas con ideologías y creencias muy diferentes. La
enfermería también sufrió esta división, existiendo grandes diferencias entre
las enfermeras de un bando y otro. Estas dualidades no solo abarcaban la esfera
personal, sino que también existían grandes diferencias en la formación que
recibían y los cuidados que prestaban a los heridos de sus respectivos bandos.
FOTO 8 Servicio Canadiense de
Transfusión. Biblioteca Valenciana. Nicolau Primitiu
“Si atendemos a
la ideología de los vencedores de la guerra, es comprensible encontrar poca
bibliografía que describan a las enfermeras de la época, ya que la mujer en la
sociedad era relevada a un segundo plano” (Casas & Millares, 2003). Aún
así, existen muchos testimonios de enfermeras que participaron en las batallas
de esta cruenta guerra, así como numerosos documentos referentes a los planes
de estudios de enfermería, y la transformación que estos sufrieron con el paso
de la II República, la guerra, y posteriormente la dictadura.
Ana Choperena (2012, p. 55), en su
análisis de la profesionalización enfermera durante las guerras reflexiona
sobre las autobiografías de las enfermeras que participaron en la contienda,
una de las mayores fuentes de información con la que cuentan los investigadores
de este periodo concreto de la historia. Y dirá: “El género autobiográfico puede emplearse como herramienta para la
configuración de la historia profesional de la enfermería. El componente de
autoconocimiento presente en las autobiografías puede colaborar en el fortalecimiento
de la identidad profesional de la enfermería actual”. El análisis de las
autobiografías de las enfermeras protagonistas de la contienda aporta matices
que ayudan a aumentar la comprensión del conflicto y de la propia disciplina
enfermera. Analizando los testimonios de las enfermeras de ambos bandos pueden
hacerse comparaciones muy enriquecedoras para la investigación del conflicto.
En esta dirección apunta los trabajos realizados por Penella, Valls, Ramió y
Vives donde se recogen los testimonios y vivencias de un gran número de
enfermeras protagonistas del conflicto, las cuales sirvieron en hospitales de
campaña repartidos por todo el frente.
El género
autobiográfico es también de vital importancia en otros países para el estudio
de la enfermería en tiempos de guerra. Murdoch, Bradley y Mather estudian la
participación de las enfermeras en las batallas libradas por los Estados
Unidos, como la primera y la segunda guerra mundial, Vietnam y ya más
recientemente la guerra fría. Hace especial mención a los beneficios que el
ejército americano obtuvo en estas guerras con la introducción de la mujer en
sus filas. La mayoría de estas mujeres servían en la marina americana como
enfermeras y, algunas de ellas fueron voluntarias enviadas a la guerra civil española
(Murdoch, Bradley & Mather, 2006). Estos estudios sobre el impacto de la
mujer en el ejército comenzaron a realizarse en Estados Unidos, aunque aquí en
España, autores como Parilla y Almansa han hecho, mediante sus publicaciones,
grandes aportaciones al reconocimiento del papel de la mujer española en las
fuerzas armadas y, concretamente, la importancia del cuerpo de enfermeras del
ejército español durante la guerra civil.
Son muchos los
autores que han estudiado el papel de la Cruz
Roja en la formación de personal auxiliar y enfermero durante la guerra.
Autores como Pallarés, Hernández, Segura, Rubio y Solórzano muestran la
importancia de esta institución durante el periodo histórico estudiado, y las
diferencias surgidas en su estructura dependiendo del bando estudiado.
También cabe
mencionar los estudios realizados con el fin de analizar el reconocimiento
social del que gozaba la enfermería durante la guerra, más concretamente la
visión que los soldados heridos beneficiarios de los cuidados tenían sobre las
enfermeras que los atendían. Artículos como “Las enfermeras en la guerra civil española” de Casas y Millares
analizan de una forma muy ilustrativa la visión que los soldados heridos tenían
de las enfermeras, comparando ambos bandos. En estos años también se usó la
figura de la enfermería a modo de propaganda política, tal y como recogen los
trabajos de muchos de los autores analizados.
Otros artículos
se centran en la descripción de las enfermeras de un bando concreto, sin entrar
en comparativas entre ambos. El trabajo de Almansa titulado “La formación enfermera desde la Sección
Femenina” publicado en noviembre de 2005, ilustra las vivencias de las
enfermeras del bando nacional. También analiza los cambios que sufrió la
enfermería tras la guerra, en el periodo de la dictadura. Rubio narra de una
forma más detallada los acontecimientos de la guerra desde una perspectiva
sanitaria en su artículo de 2011 titulado “La
mujer en la guerra, enfermeras”. En esta publicación se hace especial
énfasis en los acontecimientos puramente sanitarios, como la apertura de
escuelas para profesiones sanitarias y hospitales.
Justificación
“Si en alguna
cosa existe un amplio consenso en relación a la enfermería es su dificultad
para hacerse claramente visible e identificable” (Errastri, 2012, p. 270). La
visión que la sociedad tiene de la enfermería viene dada por la memoria
colectiva de la propia profesión. Para Siles
(2004, p.2), “la memoria colectiva dota de identidad a un grupo social o
profesión”, y el poder que el grupo tiene en la sociedad delimita su propia
memoria colectiva. Este poder viene dado por la capacidad que tiene el grupo
para satisfacer demandas sociales. El propósito de la enfermería no es otro que
el de proporcionar cuidados a la población, aunque estos cuidados a menudo
parecen ser “invisibles” para la sociedad (Errastri, 2012), por lo que el papel
de enfermería es desconocido (o erróneo) para muchas personas, carente de poder
o reconocimiento social.
Muchos son los
estereotipos que rodean a la enfermería, siendo quizás los clichés más
extendidos sobre la profesión:
El estereotipo sexual al que las enfermeras han sido
sometidas durante mucho tiempo. Para Errastri (2012), esta visión de las
enfermeras ha sido propagada y apoyada en cierta medida por los medios de
comunicación.
FOTO 9 Palacio de Miramar de San Sebastián, 1922. Reina,
heridos y enfermeras
La enfermería como «auxiliar» del profesional facultativo.
Muchas personas creen que existe una estructura jerárquica en la que la
enfermera está a las órdenes del médico. Esto puede ser explicable si
estudiamos el contexto histórico en el que la enfermería se ha desarrollado en
este país. Históricamente la enfermería ha sido una profesión ejercida por
mujeres en una sociedad en la que los hombres ocupaban todos los puestos de
responsabilidad y prestigio. “Las mujeres
han sido un grupo marginal y no han tenido acceso a la historia. Ésta ha sido
escrita principalmente por hombres y habla de cosas que hacen y les pasan a los
hombres” (Casas y Millares, 2003, p.1).
Sin embargo, tal
y como destaca Siles (2004, p. 2), “uno de los actuales retos de enfermería es
el de realizar un esfuerzo de deconstrucción de los clichés que obturan la
transición desde la enfermería desprovista de historia a un grupo profesional y
disciplinar que se ha aplicado por fin a la creación y gestión de su memoria
histórica”.
En muchas
ocasiones son los propios profesionales de enfermería los responsables de
perpetuar estos estereotipos mediante sus actitudes e intervenciones diarias.
El estudio de la historia de la enfermería nos permite delimitar y comprender
cuáles son los orígenes de la profesión, cuáles sus propósitos y su rol como
grupo dentro de la sociedad.
Hay que tener
también en cuenta que, en palabras de Zaider (2005, p.6), “enfermería tiene el desafío de generar sus propios conocimientos a
través de la investigación y construir su realidad desde su propia perspectiva,
es decir, su práctica y objeto disciplinar que es el cuidado”. Para tener
una visión clara sobre la perspectiva enfermera, sus prácticas y cuidados es
necesario haber desarrollado una memoria histórica ampliamente aceptada por
todos los colectivos. De esta manera, enfermería podrá desarrollarse como
profesión mediante la investigación. Esto nos lleva a reflexionar sobre la
importancia del estudio de la historia de la enfermería, ya que sabiendo de
dónde venimos, sabremos a donde vamos (Rodriguez & Kotarba, 2009).
Una de las cosas
que hizo que me decantara por un tema de tipología historiográfica fue la posibilidad
de estudiar el porqué de la visión social tan pobre de la que goza enfermería
en la actualidad. Mediante el estudio de la historia de la profesión podemos
comprender la enfermería de hoy día, el porqué es como es, y cómo ha llegado a
serlo. Podemos intentar dilucidar, mediante la historia, los hechos pasados que
llevaron a la enfermería a ser una profesión ampliamente desconocida para la
población.
La guerra civil
española supuso un momento histórico clave para este país por varios motivos.
El primero de ellos es que las guerras siempre cambian a la sociedad que se ve
envuelta en ella, y esta guerra dividió a España en dos en todos los aspectos.
También se produjo en un momento en el que el mundo entero estaba cambiando.
Fue una época muy convulsa económica, política y socialmente hablando,
precedida por la colonización de África por parte de las potencias europeas, la
primera guerra mundial, la quiebra de la bolsa de Nueva York etc. Todos estos
acontecimientos cambiaron a la sociedad, por lo que es una época clave para
comprender el porqué la enfermería es como es hoy día.
La mujer, siempre
discriminada en este momento de la historia donde los regímenes fascistas
ascendían al poder en toda Europa, parece haberse quedado en un segundo plano.
Las enfermeras, protagonistas de la guerra civil de principio a fin, sufrieron
cambios en su formación con el fin de adaptarse a los tiempos y a las
especiales circunstancias sociales. La guerra supuso una oportunidad para las
mujeres de romper sus roles sociales y participar en la historia del país, y
generó una gran fuente de conocimiento científico, por lo que la enfermería se
vio profundamente afectada por el conflicto.
Con el análisis
de los textos encontrados mediante la búsqueda bibliográfica se espera comprender
los hechos decisivos que cambiaron la enfermería española durante la guerra
civil. Cambios que, tras la victoria del bando sublevado, se instauraron en la
sociedad española durante cuarenta años, contribuyendo a mantener el
estereotipo de la enfermera como auxiliar del personal médico, siendo esto una
extensión del ideal de sumisión de la mujer al hombre característico del
régimen dictatorial de Franco.
Objetivos
Objetivo General:
Analizar los cambios producidos
en la formación de las enfermeras como consecuencia de la guerra civil
española.
Objetivos Específicos:
Describir los planes de estudio existentes, y los cambios
que sufrieron debido al conflicto.
Analizar las estructuras creadas por los gobiernos
republicano y nacional para la formación de sus enfermeras.
Estudiar el papel de la institución de la Cruz Roja Española
en la formación de enfermeras de ambos bandos durante la guerra civil.
Metodología
Este trabajo se ha realizado mediante la búsqueda y el
análisis de la literatura existente referente a la enfermería durante la guerra
civil española. Se ha contado con artículos científicos publicados en revistas
electrónicas, publicaciones de periódicos y blogs digitales, libros de
historia, actas y documentos que recogen los testimonios de los protagonistas
del conflicto (tanto de enfermeras como de los soldados heridos que recibían
los cuidados de estas).
Esta búsqueda bibliográfica ha sido llevada a cabo durante
los meses de diciembre de 2014
a abril de 2015. Se consultaron las bases de datos electrónicas
Scielo, Medline y Cuiden (Fundación Index) y el portal de difusión de material
científico Dialnet. Además de ello se revisaron artículos en revistas de
impacto, tales como Cultura de los
cuidados, Index de enfermería y la
Revista Cubana de Enfermería. Fueron también analizadas las bases de datos
de revistas especializadas en la temática histórica (historiográficas), tales
como Llull, Híades y Asclepio.
Las búsquedas
secundarias han sido también una importante fuente de artículos para este trabajo
debido al efecto “bola de nieve” que se produce al obtener artículos
procedentes de la bibliografía de otros. También se ha contado con algunas
publicaciones del blog digital Enfermería
Avanza. Se ha utilizado una tesis doctoral de la Universidad Complutense de
Madrid. Ha sido también de especial interés el uso del motor de búsqueda Google
Académico, ya que es un buscador de fácil uso con un gran número de resultados
por cada búsqueda.
Criterios de Inclusión
En esta revisión bibliográfica se han incluido publicaciones
únicamente de acceso a texto completo que versará sobre la enfermería en el
período histórico de la guerra civil española. Fueron incluidos también
artículos relacionados con figuras importantes de la enfermería que, aun no
perteneciendo al periodo histórico a estudiar, sus actos repercutieron de una
manera u otra en la enfermería de 1930 (como es el caso de Florence
Nightingale, por ejemplo).
A su vez, fueron aceptados artículos de carácter
sociológico, los cuales ayudan a comprender los rasgos esenciales de la
sociedad beneficiaria de los cuidados de este convulso momento histórico. En
esta revisión han sido usados artículos que recogen los testimonios de las
enfermeras que prestaron sus cuidados en la guerra.
Los libros
incluidos en la revisión son de carácter histórico, limitándose a relatar los
hechos acontecidos durante el periodo de 1936 a 1939; o bien relatan vivencias de las
enfermeras protagonistas de la campaña. Se ha incluido también recortes de
periódicos en los que las propias enfermeras protagonistas relataban sus
vivencias.
No se fijaron
límites temporales para los artículos debido al carácter histórico de la
revisión, aunque las publicaciones no relacionadas con testimonios, fotos de
archivo etc., han intentado ser de la mayor actualidad posible.
No se aplicaron
filtros para el tipo de diseño y se buscaron artículos únicamente en
castellano, francés e inglés.
FOTO
10 Criterios de Inclusión. Enfermeras Guerra Civil Española
Los descriptores
fueron obtenidos a través de la página DeCS, el portal web de descriptores en
ciencias de la salud, siendo posteriormente usados para la búsqueda de la
bibliografía en las bases de datos, accediendo a ellas por el portal de la
Biblioteca de la Universidad de Sevilla (Uvus). Los descriptores usados en las
búsquedas fueron los siguientes:
Historia de la enfermería. (History of nursing).
Medicina militar. (Military medicine).
Guerra Civil Española. (Spanish civil war).
Competencia profesional. (Profesional competence).
Enfermería. (Nursing).
A continuación se describirán las estrategias de búsqueda
seguidas para la obtención de los artículos y publicaciones que conforman esta
revisión:
FOTO 11 Bases de datos y resultados
Total de
resultados: 140.
Como podemos ver
en la gráfica, la base de datos con un mayor número de resultados ha sido Cuiden, seguido del buscador PubMed. En el repertorio bibliográfico
de la Universidad de la Rioja (Dialnet) y
en Scielo se obtuvieron el mismo
número de resultados. No se ha incluido en la gráfica el buscador google
académico debido a que, aún siendo parte importante de esta revisión (muchos
artículos incluidos en la revisión se han obtenido gracias a este buscador), el
número de resultados por búsqueda es superior a 10.000, por lo que se considera
una búsqueda muy imprecisa.
A demás de estos
33 artículos encontrados mediante la búsqueda bibliográfica aquí descrita, se
añaden tres libros y dos entradas del blog digital Enfermería Avanza, obteniéndose finalmente 38 referencias
bibliográficas para el trabajo.
Si comparamos los
resultados obtenidos en las diferentes bases de datos con los artículos
finalmente utilizados en esta revisión, obtenemos los siguientes resultados:
Scielo: 27 resultados, 8 resultados utilizados. (29.6 %)
Dialnet: 27 resultados, 7 artículos utilizados. (25.9 %)
Pubmed: 32 resultados, 4 artículos utilizados. (12.5 %)
Cuiden: 54 resultados, 6 artículos utilizados. (11.1 %)
Realizando un
ratio entre artículos utilizados / resultados obtenidos, obtenemos los
siguientes resultados:
Artículos
Utilizados / Resultados obtenidos:
Scielo: 0.29
Dialnet: 0.25
Pubmed: 0.12
Cuiden: 0.11
Como podemos ver,
Scielo ha sido la biblioteca electrónica que más artículos ha proporcionado a
esta revisión (junto al motor de búsqueda google académico, con un mismo número
de artículos aportados). Es también la más eficiente, ya que ha sido la que más
artículos ha proporcionado en relación a los resultados por búsqueda obtenidos.
FOTO 12 Bases de datos. Flujograma de la búsqueda.
Referencias bibliográficas
Desarrollo del Contenido
II República y Guerra Civil española
1936 - 1939
Las guerras (en
especial las guerras civiles) traen siempre consigo la desolación, la ruina
social y económica de los países que participan en ellas. En el caso de España,
la guerra civil dividió a su sociedad en dos mitades, enfrentándose entre ellas
en crueles y cruentas batallas. Sin embargo, autores como Siles, Moltó y Bueno
coinciden en afirmar que las guerras suponen momentos de gran crecimiento para
la ciencia. En palabras de Siles “A lo largo de la historia la paradoja ha
mostrado sobradamente su poder configurador: Un hecho tan deplorable para el
hombre como la sucesión interminable de conflictos bélicos ha servido, empero,
para desarrollar materias científicas” (Siles, 1996, p.7).
Para Moltó, este
periodo convulso de la historia de España supuso una gran oportunidad de avance
para la enfermería española, ya que tal y como se puede leer en su publicación
de 2013 en la revista Gerokomos: “con
demasiada frecuencia las guerras son el motor de los avances tecnológicos,
científicos y médicos. A finales del siglo XIX y durante la primera mitad del
XX, España se vio envuelta en diversos conflictos bélicos (guerra de África,
Revolución de Asturias, Guerra civil) y, como consecuencias de ello, se tuvo
que atender a miles de heridos que presentaban fracturas y heridas de diversa
etiología” (Moltó, 2013, p.32).
La guerra trajo
consigo grandes avances científicos en todos los campos, y la enfermería no fue
una excepción. Tal y como se ha mencionado antes, las guerras son periodos en
los que las necesidades de cuidados aumentan exponencialmente, por lo que la
enfermería cobró un papel de vital importancia
tanto en el frente como en la retaguardia, aunque siguiendo a autores
como Pallarés en su “Análisis sociológico del papel de las enfermeras durante
la guerra civil”: “La mirada
histórica no es ingenua, se centra en los personajes y escenarios que interesan
al observador. Esta realidad también ocurre con la mayoría de los relatos
centrados en la Guerra Civil Española (GCE), en los cuales una parte importante
de los protagonistas del evento son obviados. Este es el caso de las mujeres
que aparecen como protagonistas secundarios o inexistentes en la mayoría de
relatos oficiales de la contienda” (Pallarés, 2005, p.2).
Esta necesidad
imperiosa de cuidados que provocó la guerra se tradujo en una necesidad de
profesionales que los administraran. Desde los primeros momentos de la guerra
las mujeres supieron de las necesidades especiales de la sociedad y de su papel
relevante, por lo que se movilizaron en masa, rompiendo así el aislamiento
social al que habían estado sometidas en
algunos momentos históricos. “La guerra ensanchó los horizontes de la actividad
femenina y abrió nuevos espacios de incidencia y actuación” (Pallarés, 2005,
p.6).
Todos los autores
coinciden en afirmar que el colectivo femenino se movilizó para hacerse
partícipe de la guerra, y con gran eficacia. Fueron excelentes costureras en
empresas textiles, grandes operarias en las fábricas que abastecían a los
ejércitos etc. Las discrepancias aparecen al hablar del colectivo enfermero,
donde debido a las diferencias en la formación entre los dos bandos, los
autores discuten qué bando formó más eficientemente a sus enfermeras.
La guerra sirvió
para que muchas mujeres expandieran sus horizontes y decidieran romper con los
tradicionales roles sexuales, saliendo de sus casas y haciéndose partícipes del
conflicto. Esta movilización femenina
fue muy destacable dentro de la enfermería, tanto que, tal y como indica
González Allende (2009, p. 84), “desde el inicio del conflicto bélico la figura
de la enfermera se mitificó”, “El ángel del hogar se convertía en ángel del
herido”.
Parece haber
desacuerdo entre los autores sobre los motivos que llevaron a las jóvenes a
estudiar enfermería para luego servir en el frente. Estos motivos parecen ser
también diferentes dependiendo del bando al que atendamos, según la
bibliografía consultada. En el bando republicano, siguiendo a Pallarés, Moltó,
Ballesteros y Canalejo, las muchachas vieron la oportunidad de romper con los
estereotipos sociales impuestos para con las mujeres y salir de sus casas,
poder estudiar y trabajar, ayudando a los combatientes y haciéndose partícipes
y protagonistas del conflicto.
FOTO 13 Cruz Roja
Testimonio de
jóvenes republicanas indican que las ganas de libertad y de ser partícipes del
futuro de la nación fueron los motivadores más potentes. Tal y como podemos
ver en los testimonios de algunas
jóvenes del bando republicano recogidos en el trabajo de Pallarés: “Para mí fue
como una explosión de libertad, en casa
mi padre me dio carta abierta, podía hablar con chicos y descubrí, que igual te
respetaban” (Pallarés, 2005, p.6).
Siguiendo a la
mayoría de autores las jóvenes enfermeras republicanas vieron la oportunidad de
expandir sus horizontes y la aprovecharon, aunque otros autores discrepan en
estas afirmaciones. Para González Allende, autor del trabajo “Ángeles en la
batalla”, las motivaciones de las
muchachas eran otras. “La labor de la enfermera durante la guerra se consideró
como una transposición de su función maternal; es decir, como una proyección en
el espacio público del papel que la mujer tradicionalmente desempeñaba en el
espacio privado” (González Allende, 2009, p.84). Para este autor la labor de
las enfermeras durante la guerra no estaba motivada por cuestiones políticas,
si no que era otra forma de servir a los hombres, los cuales eran los
verdaderos protagonistas de la lucha por la nación. Al contrario de lo que
postulan la mayoría de los autores, para González Allende (quien se basa en las
ideas de autoras como Helen Graham y Mary Nash) la guerra no supuso una
oportunidad social ni laboral para la mujer, si no que las condujo a realizar
los mismos roles del hogar, pero esta vez fuera él debido a la situación de
excepción que suponía la guerra.
En el bando
nacional o sublevado, las motivaciones eran distintas, al igual que la
ideología de las jóvenes que pertenecían a él. Las mujeres sublevadas del bando
nacional no buscaban asimilarse a los hombres, si no que perseguían ser
complementarias a sus tareas. Atendiendo a publicaciones y reportajes de
autores como Parrilla podemos ver que el entusiasmo patriótico era el motor
principal de la ideología fascista de los sublevados, por lo que también fue
una importante motivación para las jóvenes enfermeras en el frente (Parrilla,
2008).
FOTO 14 Simberg, El ángel herido
Enfermeras del bando Republicano
Antes del
estallido de la guerra, el gobierno republicano hizo grandes esfuerzos para
modernizar el papel de la mujer en la sociedad española. Casas & Millares
(2003, p. 2), destacan que: “la emancipación de la mujer se relacionaba
constantemente con el derecho a la educación, que se consideraba clave para el
progreso social”. Bajo el gobierno de la república las mujeres podían acceder a
todo tipo de estudios, hecho que benefició a la enfermería. En palabras de la
brigadista internacional Pilar Pitarch: “El gobierno de la república sacó un
decreto que hizo realidad los diplomas de enfermera. Se estudiaba en la
Facultad de Medicina de Madrid o de Barcelona” (Ferrara, 2005, p. 3).
Pallarés relata
cómo era el entorno cultural en el que las jóvenes republicanas se educaron y
vivieron: “La república trajo un tiempo de grandes exaltaciones, de fines que
se tenían que conseguir. Las jóvenes tenían una puerta abierta a un ambiente
cultural muy bueno. Se fomentaba el deporte, la naturaleza, disfrutaban de
becas y lugares para encontrarse y divertirse” (Pallarés, 2005, p.7).
La elección de
Federica Montseny como ministra de Sanidad y Asistencia Social bajo el gobierno
del socialista Largo Caballero puso de manifiesto la apuesta de la república
por incorporar a la mujer a la sociedad moderna del siglo XX. Montseny se
convertía así en la primera mujer en dirigir un ministerio en España (algunos
autores señalan que fue la primera ministra electa de las democracias
europeas), ostentando el cargo desde el 5 de noviembre de 1936 hasta el 17 de
marzo de 1937.
Fue debido a la
guerra que la ministra de sanidad, líder de ideología anarquista, no puedo
llevar a cabo todas las medidas de reforma que tenía previstas, aunque sí pudo
realizar algunas de gran calado, como un decreto donde se legalizaba el aborto
y un proyecto de ley que procuraba la regularización de la atención a
refugiados. Este trabajo al frente del ministerio de sanidad hace ver el avance
que significó la república para la sociedad española y, en especial para la
mujer (González Canalejo, 2012).
“De nada
sirvieron las gestiones y el discurso defendido por Federica Montseny, la
primera mujer ministra a frente del Ministerio de Sanidad durante la II
República, para salvaguardar la salud de la población civil una vez declarado
el estado de guerra” (González Canalejo, 2012, p. 423). Con el estallido de la
guerra las prioridades sanitarias (al igual que todos los ministerios del
gobierno republicano) se vieron drásticamente alteradas. En cuanto comenzó el
conflicto el ministerio de sanidad tuvo que amoldarse a necesidades especiales.
Los altos cargos de la sanidad republicana ya habían previsto un plan de
actuación ante una más que posible guerra civil, el problema fue que la
contienda duraría más de lo que podrían haber previsto.
Desde los
primeros compases de la guerra se constituyó un comité para centralizar todo lo
relacionado con la sanidad, el cual gestionaría tanto recursos humanos
(médicos, enfermeras, voluntarias etc.) como recursos materiales de primera
necesidad, los cuales suplieran las necesidades de los civiles y los militares
que los demandaran. El Consejo de
Asistencia Social (CAS), creado en enero de 1937 tenía como función principal
paliar los daños físicos y mentales de los combatientes, el cuidado
materno-infantil de la población civil y medidas para paliar el desastre que
ocasionaba la guerra en la población.
Las medidas
llevadas a cabo por Montseny intentaban garantizar una protección social amplia
ante el conflicto, aunque según apuntan varios autores como Hernández, Segura y
la propia González Canalejo, fueron insuficientes debido a la magnitud y la
barbarie del conflicto bélico (González Canalejo, 2012). La crudeza de la
guerra hizo que las propuestas de Montseny fueran insuficientes para apaciguar
los daños de ésta. Sin embargo, un informe encargado por el gobierno de la
República en diciembre de 1936 y llevado a cabo por la Sociedad de Naciones (en
la actualidad, ONU), llamado Rapport sur
la misión sanitaire en Espagne y cuyo objetivo era estudiar el impacto de
la guerra civil en la salud de la población española, concluyó que:
Las infraestructuras sanitarias españolas estaban bien
situadas, abastecidas y dotadas.
Cada capital de provincia tenía un hospital de referencia,
un laboratorio municipal de higiene y suficiente personal, tanto cirujanos como
enfermeras.
A pesar de este
favorable informe, los recursos sanitarios mermaban a la misma velocidad que
avanzaban las tropas franquistas por el territorio nacional.
Debido a la falta
de recursos materiales y de personal para hacer frente a las ingentes
necesidades de cuidados requeridos en la retaguardia, el gobierno de la
república tuvo que tomar medidas excepcionales. Los planes de estudio de las
escuelas de enfermería sufrieron cambios para adaptarse a las necesidades de la
guerra. “Durante la contienda y con el ánimo de mitigar las necesidades
sanitarias de heridos, enfermos y desplazados, se organizarían actividades
docentes específicas por parte de ambos bandos enfrentados y de organizaciones
neutrales como la Cruz Roja Española, con la finalidad de capacitar profesionalmente
al personal que actuaría como auxiliar técnico bajo las ordenes médicas y
dispensaría cuidados enfermeros” (Hernández & Segura, 2013).
FOTO 15 Enfermeras republicanas
Si bien hay
diferencias de opiniones sobre qué bando formaba de un modo más adecuado a sus
enfermeras, no hay discusión alguna entre los autores sobre el hecho de que la
guerra civil española significó un punto de inflexión en la historia de la
enfermería de nuestro país, ya que provocó cambios drásticos en las escuelas donde
se impartían las clases prácticas, pero también la teoría y los valores de los
que las enfermeras harían gala durante la guerra, y más importante aún, tras
ella.
Hay consenso
entre los autores cuando se habla de la escasez de enfermeras que se produjo en
el bando republicano al inicio de la guerra. Rubio y Solórzano, entre otros
muchos, comparten las ideas de Casas y Millares cuando defienden que esta
carencia de profesionales se debe a que las enfermeras de la época, la mayoría
religiosas, sentían más afinidad política e ideológica por el bando nacional
que por el republicano (Casas & Millares, 2003).
Estas autoras
señalan el esfuerzo de algunas instituciones del Estado para formar
profesionales de enfermería que paliaran las consecuencias de la guerra y
atendieran a los heridos republicanos en el frente. “Instituciones como la
Generalitat, organizaciones femeninas obreras, sindicatos, partidos etc. El
resultado fue diverso y en muchos casos muy desorganizado, lo que restaba
eficacia” (Casas & Millares, 2003, p.2). Casas y Millares no son las únicas
que destacan la desorganización y el mal funcionamiento de las instituciones
dedicadas a la formación de enfermeras en el bando republicano. En este
aspecto, autores como Rubio, Solórzano y González Allende (entre otros),
coinciden con ellas al afirmar que la enfermería dependiente del gobierno de la
república tenía problemas de organización y de desestructuración de la
enseñanza.
Álvarez et al.,
señalan en su libro La historia
contemporánea de España que en el gobierno republicano hubo problemas de
descentralización de poderes, por lo que la desorganización llegó a todos los
sectores y ministerios. Los altos cargos republicanos delegaron poderes en sus
subordinados, descentralizando así el mando en un momento en el que la
organización y la eficiencia en las órdenes eran clave (Álvarez et al., 2005).
Para la
enfermería republicana de la época fueron de vital importancia las
organizaciones ajenas al gobierno dedicadas a la sanidad, más concretamente a
la formación de enfermeras. Organizaciones como las Brigadas Internacionales
con sus brigadistas y la Cruz Roja con sus Damas Enfermeras sirvieron de gran
apoyo y utilidad a la República en el frente.
Importantísima
labor la realizada por las Brigadas Internacionales con sus brigadistas. El
trabajo de Ballesteros titulado “El efecto de Cronos, brigadistas olvidadas por
el tiempo” da buena cuenta de ello. Fue en las filas brigadistas como reportero
de guerra, donde Ernest Hemingway se inspiró para escribir su novela: Por quién doblan las campanas (1940), la
cual sirvió para que el mundo entero conociera los horrores de la guerra civil
española, pero también la valentía de las enfermeras y las mujeres en general
que lucharon en el conflicto.
“Nadie es una isla completa en sí mismo; cada
hombre es un pedazo del continente, una parte de la tierra; si el mar se lleva
una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un
promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia; la muerte de
cualquier hombre me disminuye, porque estoy ligado a la humanidad; y por
consiguiente, nunca preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti”.
Ernest Hemingway. Por quién doblan las
campanas, 1940.
Estas palabras
del premio Nobel norteamericano coinciden con las de la mayoría de autores. La
guerra civil trajo consecuencias catastróficas para la sociedad española, sin
embargo, entre tanto horror hubo personas de infinidad de países que decidieron
ayudar para paliar el sufrimiento de los soldados en el frente. “Verdaderamente
la guerra española actuó como un solidario catalizador para 54 nacionalidades
diferentes. Un vínculo solidario que traspasó fronteras, pulverizó tabúes,
trastocó estereotipos” (Ballesteros, 2008, p.15).
En este aspecto,
otros autores destacan la ayuda que el bando republicano recibió por parte del
gobierno cubano. Cuba realizó una generosa aportación a la causa republicana
debido a los lazos históricos que unían a los dos países. Voluntarios cubanos
quisieron formar parte en el conflicto desde el principio, algunos formando
parte del ejército en el frente, y otras como enfermeras cuidado a los heridos
en las batallas (Bofarull, 2012).
La Cruz Roja como
institución neutral tomó parte en el conflicto formando enfermeras capaces de
ofrecer sus cuidados a los heridos en el frente y a los civiles afectados por
la contienda. Tras el estallido de la guerra con el golpe de estado, el Comité
Internacional de la Cruz Roja (CICR) puso al mando al doctor Junod para
organizar la colaboración del Comité Central de la Cruz Roja con la Cruz Roja
Española. Su misión principal era la de establecer relaciones con las sedes
republicanas de Madrid y burgos, aunque más tarde se ampliaron a las sedes de
Sevilla y Barcelona, estas dos últimas del bando nacional.
FOTO 16
Enfermeras Cruz Roja
El aumento de la
demanda de enfermeras hizo que los responsables de la sanidad de la Cruz Roja,
con el doctor Junod al frente, crearan un sinfín de titulaciones, tales como
Damas Auxiliares de la Sanidad Militar, Enfermeras de la Cruz Roja, Enfermeras
de Guerra, Damas Enfermeras Españolas, Enfermeras Hospitalarias etc. (Pallarés,
2005).
Todas estas
titulaciones, según los autores consultados, tenían un proceso formativo y unas
funciones auxiliares muy similares, por lo que según autores como Pallarés,
Hernández y Segura, todos estos títulos pueden quedan bien englobados y
definidos bajo la denominación genérica de Damas Enfermeras.
La función
principal de las Damas Enfermeras era la de prestar asistencia gratuita a los
enfermeros y heridos en calidad de auxiliares de la sanidad del ejército y de
la Armada (Hernández & Segura, 2013). Prestaban sus servicios de forma
voluntaria, sin retribución económica alguna. Varios autores, como Rubio y
Solórzano no dudan en comparar a las Damas Enfermeras de la Cruz Roja con el
espíritu y la mentalidad de Florence Nightingale durante la dura guerra de
Crimea: “El espíritu nacido como consecuencia de la guerra de Crimea, a través
del tiempo, llega a fructificar con la creación de la Escuela de Damas y
profesionales” (Rubio & Solórzano, 2011).
Este cuerpo de
Damas enfermeras tenía una estructura jerárquica bien definida, existiendo
cuatro categorías: Jefa, subjefa, Damas Enfermeras de primera clase y Damas
enfermeras de segunda clase. Según los autores Hernández, Segura y Pallarés el
cuerpo de Damas enfermeras contaba con aproximadamente unos 30 centros de
formación extendidos por toda la geografía española (incluyendo el bando
nacional y el republicano).
Los requisitos
para ingresar en la escuela de Damas Enfermeras estaban regulados por el
reglamento de 1933, y eran los siguientes:
Mayores de veinte años nacidas en España.
Autorización escrita de los padres o tutores (las menores de
edad) y del marido (las casadas).
Ser miembro de la Cruz Roja Española.
No padecer enfermedad ni defecto físico que incapacite para
el ejercicio de su misión.
Declarar conocer el reglamento vigente de la Cruz Roja.
Solicitar el ingreso al Director de la escuela donde se
deseara asistir a los cursos.
La formación de
las Damas Enfermeras instruidas en el bando republicano estaba reglada por un
programa vigente desde 1917, posteriormente modificado en 1928. Este programa
contaba, según los autores Hernández y Segura (2013), con 35 lecciones
divididas de la siguiente forma:
Tres lecciones dedicadas al aprendizaje del funcionamiento
de la Cruz Roja de España.
Diez lecciones de anatomía y fisiología.
Seis lecciones de salud pública.
Quince lecciones sobre procedimientos técnicos y lecciones
clínicas.
La formación
teórica era complementada con clases prácticas encaminadas a enseñar a las
alumnas a proporcionar cuidados en las trincheras o en la retaguardia, siempre
en un entorno bélico. Prueba de ello son las lecciones prácticas que enseñaban
a improvisar camillas con fusiles, inyecciones de medicamentos por vía
hipodérmica etc. (Hernández y Segura, 2013).
La obtención del
título de Dama Enfermera era posible tras haber superado todas las lecciones en
un periodo de diez meses. La enseñanza estaba dividida en dos cursos de cinco
meses cada uno. Las alumnas que superaban el primer curso recibían un
certificado del comité centrar acreditando haber superado sus exámenes, a demás
de un brazalete distintivo de la Cruz Roja. Superando el segundo curso las
alumnas obtenían el título de Dama Enfermera y una medalla insignia. Las clases
teóricas, las prácticas y los exámenes se realizaban en centros de la Cruz Roja
divididos por todo el territorio nacional gobernado por la República.
Enfermeras del Bando Nacional
Tal y como se ha
mencionado anteriormente, al principio de la guerra las enfermeras de carácter
religioso afines a las ideas franquistas se pusieron al servicio del mando
sublevado, ayudando a los heridos y auxiliando a los doctores del bando
nacional. Autores como Pallarés, Rubio y Solórzano así lo reflejan en sus
artículos, aunque son las autoras Casas y Millares las que señalan que, aun
contando con las enfermeras y cuidadoras católicas que abandonaron sus tareas
en los hospitales republicanos para servir al bando nacional, este último
seguía requiriendo más profesionales cualificadas que se encargaran del cuidado
de los heridos en el frente.
FOTO 17 Damas
Enfermeras de la Cruz Roja. San Sebastián 1937
“La mayor parte
de los religiosos que eran antirrepublicanos, abandonaron las instituciones del
territorio de la república y vinieron a incrementar el contingente de
enfermeras y enfermeros religiosos. Aún así, se organizó la formación de nuevas
enfermeras y sobretodo, se hizo un riguroso sistema de acceso y de control de las
mismas” (Casas & Millares, 2003, p3).
Mientras que
Rubio, Solórzano, Hernández, Segura y Pallarés hablan sobre la desorganización
de las instituciones republicanas en cuanto a la formación de enfermeras se
refiere, otros autores como Parrilla, Andina y Almansa escriben sobre la
rigurosidad y la organización del bando nacional para la formación de las
enfermeras que cuidarían de sus heridos. Esta rigurosa formación estaba basada
en dos pilares fundamentales de la ideología del bando nacional: El ideal de la
buena mujer franquista y el fervor patriótico y religioso de las voluntarias
que quisieran servir en el frente.
A estos efectos,
fue en junio de 1934 cuando Pilar Primo de Rivera, hija del general Miguel
Primo de Rivera recibe el encargo de su hermano José Antonio, de constituir la
rama femenina del que fue el primer partido de corte puramente fascista formado
en España, la Falange. Esta agrupación recibió el nombre de Sección Femenina de
la Falange Española. (Almansa, 2005). La Sección Femenina de la Falange
Española pretendía inculcar a las jóvenes los valores de la buena mujer
franquista, y las propias declaraciones de Pilar Primo de Rivera dan buena
cuenta de ello:
“A las secciones femeninas, mientras menos se
las vea y menos se las oiga mejor. Que el contacto con la política no os vaya a
meter a vosotras en intrigas y habilidades impropias de las mujeres. Nosotras
atendamos a lo nuestro y dejemos a los hombres, que son llamados para que
resuelvan todas las complicaciones que lleva en sí el gobierno de la nación”.
“Las mujeres nunca descubren nada; les falta
desde luego el talento creador, reservado por Dios para inteligencias
varoniles; nosotras no podemos hacer nada más que interpretar mejor o peor lo
que los hombres nos dan hecho”.
Pilar Primo de Rivera, 1943 (Almansa,
2003, p.4)
Estas
declaraciones de una de las mujeres más importantes del gobierno del bando
sublevado hacen patente la postura del régimen fascista para con el papel de la
mujer en la sociedad. Autores como Choperena, González Canalejo y González
Allende no dudan en afirmar que las conquistas sociales que las mujeres habían
conseguido durante los años de la II república se perdían en concordancia con
el avance de las tropas franquistas. “La situación de la sociedad antes del
conflicto, con cierto grado de emancipación de la mujer, fue interrumpida de
forma brusca y se impulsó la vuelta al papel tradicional de ama de casa y
madre” (Rubio y Solórzano, 2011, p.11).
Esta vuelta a los
roles tradicionales afectó profundamente a las enfermeras al ser un colectivo
eminentemente femenino. Tal y como expresa Almansa, “son patentes las
estructuras básicas de relaciones de género: la supremacía masculina con
relación al poder y la feminidad entendida como fragilidad, sumisión y espíritu
de sacrificio. Estos son algunos de los valores difundidos por la Sección
Femenina, el dispositivo adoctrinamiento del régimen franquista que, en
definitiva, destinaba a la mujer un lugar secundario” (Almansa, 2005, p.4).
Si bien el ideal
de la “buena mujer española” promovido
por la Sección Femenina de la Falange era importante dentro de la sociedad
franquista, otro pilar imprescindible para las mujeres voluntarias del bando
nacional era el fervor patriótico y religioso del que hablan gran parte de los
autores como Andina, Parrilla y Pallarés. Esta última afirma que el gobierno
sublevado utilizaba el estereotipo de la mujer religiosa y las enfermeras como
una importante figura propagandística a favor del régimen (Pallarés, 2005).
Este uso
propagandístico de la figura de la enfermera puede verse también reflejado en
el artículo de Andina en el que se analiza el libro “Princesas del Martirio”, de Concha Espina. En este trabajo la
autora señala un suceso ocurrido durante la guerra, donde tres enfermeras
llamadas Olga, Pilar y Octavia fueron movilizadas en 1936 a un hospital de la
Cruz Roja ubicado en Somiedo. Este hospital fue tomado por los soldados
republicanos, permaneciendo las tres enfermeras al cuidado de sus pacientes
mostrando el fervor patriótico del que la mujer franquista debía hacer gala.
Tras ser fusiladas por los republicanos, el gobierno sublevado las convirtió en
mártires que murieron por defender los ideales fascistas. Se celebraron
múltiples actos como funerales y homenajes a modo de propaganda política, donde
se resaltaban los atributos deseables de la mujer franquista, tales como la
bondad, la sumisión, la dulzura etc. Atributos que según la propia Andina estaban “en consonancia con los cánones que
se estilaban por aquel entonces y con los patrones culturales del
nacional-catolicismo” (Andina, 2014, p.4).
FOTO 18 Grupo de
enfermeras del Auxilio Social voluntarias en el Hospital del Santo Cristo
durante la Guerra Civil. Sevilla. Gracias a Florencio Cobano por la aportación.
En este contexto
cultural de sumisión institucional de la mujer al hombre, de fervor patriótico
y religioso y bajo una severa disciplina fue donde se desarrolló la formación
académica de las enfermeras que prestaron sus cuidados en el frente bajo el
mando del gobierno sublevado.
Unos años antes
del estallido de la contienda y bajo el mandato del gobierno republicano, se
hace posible el acceso de la mujer al ejército mediante el Real Decreto del 18
de febrero de 1917, el cual les permitía ingresar en el cuerpo de Damas
Enfermeras de la Cruz Roja, institución dependiente del Ministerio de la Guerra
en aquella época. Con la guerra, las necesidades de enfermeras militares se
incrementaron. En palabras de Parrilla: “Al estallar la guerra en 1936, el
servicio de Sanidad Militar gozaba ya de una larga trayectoria y una
inmejorable experiencia profesional. Pero así como el cuadro médico se hallaba
bien nutrido y preparado, ni practicantes militares ni Hijas de la Caridad
resultaban suficientes para atender las necesidades de una guerra que se
preveía larga en el tiempo y extensa en el territorio” (Parrilla, 2008, p.8).
Autores como
Andina, Pallarés, Hernández y Segura coinciden con Parrilla en afirmar que la
movilización de jóvenes fue muy pronunciada al principio de la contienda. Es
por esto que la Jefatura de Sanidad del bando sublevado contó desde el primer
momento con jóvenes voluntarias procedentes de la sección femenina de la
Falange, a demás de las enfermeras religiosas que abandonaron los hospitales
republicanos. La mayoría de estas jóvenes habían sido formadas como enfermeras
en la Cruz Roja gracias al decreto de 1917, por lo que ya contaban con cierta experiencia
(Parrilla, 2008).
El gobierno del
bando sublevado, a fin de organizar y estructurar las instituciones sanitarias
tras la avalancha de jóvenes voluntarias, movidas según la gran mayoría de
autores por su fervor patriótico, dictó una orden el 26 de marzo de 1937 con el
fin de crear un cuerpo de enfermeras propio (B.O.E. n.º157, de 26 de marzo de
1937). Este cuerpo sería conocido como Servicio de Enfermería Femenino.
Francisco Franco puso al frente de este proyecto a la enfermera Mercedes Milá
Nolla, nombrándola Inspectora General de los Servicios Femeninos de los
Hospitales, otorgándole plenos poderes de organización, tal y como refiere
Parrilla.
Siguiendo a Rubio
y Solórzano, “Mercedes Milá fue un exponente de la misión entusiasta y abnegada
de la mujer en la paz o en la guerra. Ella fue una avanzadilla en la guerra o
en la paz. Impulsó, controló y coordinó la proyección sanitaria de la mujer
española; luchó por sacar de sus dispersión y anquilosamiento al incipiente
cuerpo de enfermeras” (Rubio y Solórzano, 2011, p.1). Estas palabras de Rubio y
Solórzano, junto con las expresadas por otros autores como Parrilla, Torres y Almansa,
ponen de manifiesto la importancia de la figura de Milá dentro de la
organización de las enfermeras en el bando nacional.
Atendiendo a las
palabras de Parrilla, Rubio y Solórzano, un total de 15.038 mujeres prestaron
sus servicios en los diferentes hospitales repartidos por el territorio
perteneciente al bando nacional gracias a la magnífica gestión de Mercedes
Milá. De estas sanitarias, 8.938 tenían previamente el título de enfermeras
(obtenido por la Cruz Roja con la orden de 1917).
Los logros de
Milá al frente del Servicio de Enfermería Femenino fueron innegables. El 24 de
abril de 1937 consiguió la aprobación de una Orden (Orden del 14 de abril de
1937, B.O.E. nº186) por la que se autorizaba a la Falange Española a organizar
cursillos de Damas Enfermeras. Estos cursos fueron fundamentales para formar a
las jóvenes entusiastas que, en palabras de Rubio y Solórzano “muchas de las
cuales contaban sólo con su buena voluntad” (Rubio & Solórzano, 2011, p.
8), careciendo de formación sanitaria alguna. Finalmente se impartieron 116
cursillos en total que sirvieron para brindar de conocimientos básicos a todas
aquellas voluntarias que iban a prestar su ayuda en el frente como voluntarias
auxiliares.
A fin de
organizar más y mejor la formación de las enfermeras y auxiliares voluntarias,
el Estado Mayor crea un carnet de identidad para Damas Auxiliares en mayo de
1938. Al final de la contienda 12.307 jóvenes tendrían dicha identificación.
Las enfermeras
del bando nacional seguían formándose según el plan de estudios de la Cruz Roja
de 1917, ligeramente modificado en 1928. Esta situación se mantuvo hasta 1938,
cuando la Cruz Roja del bando sublevado modifica de su reglamento algunos
aspectos esenciales de la formación enfermera (Hernández & Segura, 2013).
Estos cambios afectaban a la estructura del programa de formación de las
enfermeras haciéndose mucho más amplio y completo, según autores como Rubio,
Solórzano y Almansa.
FOTO 19 Primera
dotación de personal con la que contó el Hospital Sueco Noruego de Alcoy. Foto
tomada en la mesa de operaciones del Hospital Sueco Noruego de Alcoi: Los
Doctores Hagtvedt y Nystrom, ambos de Suecia. Los primeros heridos que atendió
el hospital, llegaron por ferrocarril a Alcoi procedentes de los frentes de
Córdoba y Madrid. Damas enfermeras y ambulancia 1-Maruja de la Paz Orduña.
2-Duquesa de la Victoria. Archivo familia Campuzano de la Paz
Tras las
modificaciones de 1938, los estudios de las enfermeras se realizaban en dos
cursos de ocho meses cada uno. El programa oficial contaba con cuarenta y seis
lecciones en total, veintitrés por cada curso. A demás de esta formación
teórica, las alumnas debían superar una formación práctica de ocho meses de
duración. Estas prácticas se realizaban en los hospitales de la Cruz Roja en el
territorio sublevado.
Para los autores
Hernández y Segura, la enseñanza teórica se estructuraba en cuatro bloques bien
diferenciados:
Fines, organización y principios de la Cruz Roja. Este
bloque estaba formado por cuatro lecciones y se impartía en el primer curso.
Anatomía, Fisiología, cirugía y patología. Este bloque
contaba con once lecciones en el primer curso y con diecisiete lecciones en el
segundo curso.
Procedimientos y técnicas. Bloque formado por cuatro
lecciones.
Salud pública. Bloque conformado por diez lecciones.
Estos bloques
temáticos se complementaban con sesiones prácticas en las que se impartían
técnicas y procedimientos tales como talleres de realización de gráficas de
temperatura, pulso y frecuencia respiratoria, vendaje de extremidades,
preparación de papillas y biberones y técnicas de administración de medicación
por vía subcutánea e intramuscular.
Los exámenes
contaban con un ejercicio práctico y otro teórico, siendo calificados de uno a
diez puntos y exigiéndose a las alumnas un mínimo de cuatro puntos para
aprobar. La prueba práctica consistía en la realización de alguna técnica
seleccionada al azar, mientras que la prueba teórica consistía en debatir sobre
algún apartado del temario, también seleccionado al azar.
En las escuelas
de enfermería la disciplina era estricta. Autores como Hernández y Segura
mencionan que los tres primeros meses del primer curso eran considerados de
prueba. Una vez pasado este periodo de prueba, aquellas jóvenes que mostrasen
las cualidades requeridas podrían continuar con sus estudios adquiriendo la
condición de “alumnas oficiales”. Las normas de la Cruz Roja recogían que las
alumnas que se ausentaran durante treinta días (o durante quince días
consecutivos) perderían el derecho a examen, renunciando con ello al título de
enfermeras.
Una vez obtenido
el título, las ya Damas Enfermeras se comprometían a prestar sus servicios
mediante el siguiente juramento:
“Me comprometo a servir de todo corazón a los
que se hallen en tratamiento en el Hospital al que yo pertenezco. No cesaré
nunca de esforzarme en el mejor cumplimiento de la misión que me ha sido
confiada. Me comprometo solemnemente a no divulgar los hechos de que yo tenga
noticia acerca de la vida privada de mis enfermos. Reconozco la dignidad y grandeza
de la misión que he aceptado. Ningún trabajo es trivial e indigno en la lucha
contra la enfermedad y preservación de la salud” (Hernández & Segura,
p. 5).
Conclusiones
“La historia la escriben los vencedores”
Tenía razón el
escritor británico George Orwell cuando pronunciaba esta frase, ya que la
memoria colectiva solo parece recordar al bando vencedor de una contienda,
haciendo caer en el olvido a los derrotados, sus testimonios e ideales.
Tras la guerra
civil española, el ya Estado franquista practicó con sus rivales republicanos
lo que los romanos denominaban “Damnatio
memoriae”, condenando el recuerdo
de un enemigo tras su muerte. El régimen dictatorial, usando como herramientas
su maquinaria propagandística y un estilo totalitario de gobierno, condenó la
memoria de los republicanos que lucharon en el frente contra sus ideales.
Poco se sabría de
los combatientes republicanos si no fuera por el género autobiográfico, pues
lo que sabemos sobre estos hombres es
gracia a los testimonios que ellos mismos dejaron. Pero si bien poco se sabe
sobre los combatientes, menos aún conocemos sobre las mujeres que participaron
en la lucha, las voluntarias que prestaron sus cuidados a los heridos en las
interminables batallas.
Los derechos que
las mujeres habían ganado durante el gobierno de la II república parecían
desaparecer a medida que las tropas franquistas avanzaban por la geografía
española, por lo que no es de extrañar que los testimonios de las jóvenes que
lucharon en el conflicto se borraran en el tiempo.
FOTO 20
Religiosas enfermeras 1927
Si bien es cierto
que la guerra supuso una oportunidad para que las mujeres se hicieran
partícipes del futuro de la nación, saliendo a las calles para colaborar en el
conflicto, existían profundas diferencias entre las motivaciones que impulsaban
a las jóvenes de los diferentes bandos. Por el lado republicano, las jóvenes
pretendían la igualdad de derechos y deberes ante los hombres. La necesidad de
romper los roles sociales que las encasillaban dentro de sus hogares las llevó
a presentarse voluntarias en las fábricas, en los talleres, en los
hospitales. En el bando sublevado, las
mujeres eran movidas por un fervor patriótico y religioso que las empujaba a
servir en el frente. No buscaban la igualdad como las republicanas, lo que
pretendían era alcanzar las cualidades de la buena mujer franquista,
adoctrinadas por las ideas fascistas de Pilar Primo de Rivera a cargo de la
Sección Femenina de la Falange. Estas cualidades recogían la sumisión al
hombre, la vuelta al rol tradicional de la mujer como ama de casa etc.
El bando
republicano se vio desbordado por la guerra en todos los aspectos desde sus
inicios, descentralizando el mando. Esto condujo a una situación de desorden
generalizado que no hizo sino empeorar el panorama bélico. Este desorden
también se hizo palpable en la sanidad, siendo incapaces de formar
adecuadamente a sus enfermeras. A esta situación se le sumaba el hecho de que
las enfermeras más experimentadas, en su mayoría religiosas, abandonaron el
bando republicano para servir en el frente sublevado. Estos hechos llevaron a
instituciones ajenas al gobierno como la Cruz Roja y las Brigadas
Internacionales a hacerse cargo de la formación y gestión de las enfermeras
republicanas.
Mientras tanto,
en el bando sublevado, aún contando con el fervor patriótico que empujaba a las
jóvenes a presentarse voluntarias en masa y con las enfermeras experimentadas
que escaparon de la zona republicana, necesitaban actualizar sus planes
formativos con el fin de contar con un cuerpo de enfermeras que ejercieran de
auxiliar del personal médico en el frente.
FOTO 21
Enfermeras de la Cruz Roja
La institución de
la Cruz Roja se amoldó a las diferencias ideológicas existentes entre los dos
bandos, comenzando a formar enfermeras para ambos. Las enfermeras formadas por
la Cruz Roja en el bando republicano lo hacían cumpliendo rigurosamente el
programa formativo de 1917, el cual disponía que las jóvenes tenían que superar
un total de 35 lecciones en un periodo de 10 meses. Mientras tanto, en el bando
sublevado las enfermeras se regían por un nuevo programa formativo con fecha de
1938, mucho más duro y estricto, el cual disponía que las jóvenes debieran
superar un total de 46 lecciones divididas en dos cursos.
El sistema
formativo de las enfermeras del bando sublevado superaba con creces la
formación recibida por las jóvenes del bando republicano.
La victoria
militar del bando sublevado trajo consigo cuarenta años de dictadura con
Francisco Franco al frente del Estado español. La política franquista con
respecto a la mujer la mantuvo siempre en un segundo plano, en una posición de
sumisión al hombre en todos los ámbitos de la sociedad. Esto podría ser una de las razones por las
cuales la enfermería es, en este país, una ciencia profundamente desconocida y
estereotipada por parte de la sociedad, ya que es una profesión
mayoritariamente femenina. Las enfermeras son vistas como meras técnicas
auxiliares a las órdenes del profesional facultativo, sin ningún tipo de
autonomía o responsabilidad y sin un campo de actuación propio e independiente.
Esta percepción social tan errada sobre el papel de la enfermería coincide con
los cánones de relación de sumisión de la mujer al hombre, propios del
nacional-catolicismo.
FOTO 22 Grados de Enfermería 2015. De izquierda a derecha: Alejandro
Rodríguez Enríquez. Diego Martel González. José Antonio Sánchez Miura. Andrés
Cotos Expósito. Cristina Vázquez Ramírez. Manuel Molina Ortega. Pablo Barco
Pérez
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FOTO 24 Ernest Hemingway. Vestido de enfermera. Con 18 años se
apuntó a la Cruz Roja de Kansas City y firmó un contrato de conductor de
ambulancia en el frente italiano. Fue herido el día 8 de julio de 1918, por
fuego de mortero, 5 días en un Hospital de campaña y luego ingresado en el
Hospital Treviso de Milán, donde se enamoró de la enfermera americana Agnes
von Kurowsky Stanfield
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Manuel Solórzano Sánchez
Diplomado en Enfermería. Servicio
de Traumatología. Hospital
Universitario Donostia de San Sebastián. OSI- Donostialdea. Osakidetza-
Servicio Vasco de Salud
Insignia de Oro de la Sociedad
Española de Enfermería Oftalmológica 2010. SEEOF
Miembro de Enfermería Avanza
Miembro de Eusko Ikaskuntza /
Sociedad de Estudios Vascos
Miembro de la Red Iberoamericana
de Historia de la Enfermería
Miembro de la Red Cubana de
Historia de la Enfermería
Miembro Consultivo de la
Asociación Histórico Filosófica del Cuidado y la Enfermería en México AHFICEN,
A.C.
Miembro no numerario de la Real
Sociedad Vascongada de Amigos del País. (RSBAP)