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En el mundo simbólico, el bastón presenta una dualidad, como apoyo y como instrumento de castigo. En palabras de Frazer, <
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Desde el principio de los tiempos, el bastón ha acompañado al ser humano en su evolución. Como fiel compañero de viaje, en los desplazamientos de los grupos de cazadores recolectores, los bastones serían elementos utilizados habitualmente. Fuertes ramas de árboles cuyas maderas son resistentes y moldeables, largas cañas de azúcar, juncos resistentes y varas fabricadas a partir de huesos largos de animales serían, entre otros, los materiales favoritos a la hora de fabricarlos, por su peso moderado y su fácil manipulación. En el arte Paleolítico destaca el bastón de mando, realizado con asta de cérvido, casi siempre decorado y con una o más perforaciones en un extremo. Se le asigno ese nombre porque durante mucho tiempo se la ha atribuido una función mágica o de autoridad, creyéndose que podía haber sido usado a modo de cetro, amuleto o instrumento ritual.
En Cantabria, a escasa distancia de Ramales, se encuentra Cullalvera, una cueva de grandes dimensiones en las que se encuentran algunas pinturas de la época Magdaleniense que representan caballos, y un conjunto homogéneo de puntuaciones, claviformes y bastones en rojo y negro. La cueva del Pendo ha proporcionado abundantes piezas de arte mobiliar, algunas de ellas de una calidad extraordinaria, destacando los famosos bastones de mando.
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En Egipto, los bastones también forman parte de numerosas representaciones, tanto en el uso de varas por parte de soldados o trabajadores, como elemento de mando de los emperadores de las distintas dinastías, como Ramses I, quien llegó a tener una importante colección de bastones de paseo, doce de los cuales se encuentran representados en las paredes del templo de Karnak. Los reyes asirios, los emperadores romanos, los pueblos orientales, las culturas centroamericanas han utilizado el bastón, más allá de uso práctico, como elemento de representación de poder.
En la Grecia clásica. Los éforos (gobernantes) espartanos transmitían sus instrucciones a sus estrategas (generales) utilizando el bastón, el escitalo. El historiador griego Plutarco describe el escitalo o scitala espartana como una vara de la que se preparaban dos o más bastones idénticos. Las órdenes se escribían en una tira de pergamino o papiro enrollado a lo largo del bastón. Desenrollada, solamente contenía una sucesión de letras inconexas que se enviaba al destinatario; para poder leer el mensaje, éste debía tener en su poder una copia del bastón, ya que al colocar de nuevo la cinta en el bastón aparecía el mensaje.
En la artesanía bizantina destacaban las tallas de marfil con representaciones de imágenes cristianas en las que los ángeles portaban el bastón representativo del poder de Dios. Más tarde, la iglesia adoptaría el bastón como símbolo del camino de Dios, como elemento representativo del camino guiado, hasta convertirse en el báculo pastoral, el utilizado por los obispos como pastores espirituales del pueblo creyente. Confucio y Buda también han sido representados con bastón, al menos en el arte occidental.
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En el libro del Éxodo 7:10 se puede leer: “Moisés y Arón fueron al faraón e hicieron lo que Yavé les había mandado. Arón arrojó su cayado delante del faraón y de sus cortesanos, y el cayado se convirtió en serpiente”, y más adelante, en el capítulo 14, versículo 16: “Tú alza tu cayado y tiende el brazo sobre el mar, y divídelo para que los hijos de Israel pasen por en medio, en seco”. En el Nuevo Testamento, las alusiones se repiten en el evangelio según San Marcos 8:6: “y le encargó que no tomasen para el camino nada más que un bastón, ni pan, ni alforja, ni dinero en el cinturón”.
Durante la Edad Media, el bastón se convirtió en un elemento habitual utilizado por los peregrinos y cruzados que viajaban de una tierra a otra. En ese momento, el bastón era un fuerte palo de madera, en ocasiones terminado en una pieza de metal, que no sólo ayudaba en el caminar, sino que permitía defenderse de posibles ataques de animales e inesperados bandidos.
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Kate-zahl fue un profeta del pueblo tolteca que vaticinó la conquista por los aztecas y la llegada de hombres blancos y barbudos armados con bastones de fuego.
Entre 1150 y 1170, el bardo alemán Wolfram Eschenbach se suma al enigma de “Parsifal o la Historia del Grial”, creado hacia 1140 por el trovador Chretien de Troyes, con un poema titulado “Vida y Milagros de Parsifal”, en el que relata una historia sobre la custodia del Santo Grial y de un Bastón de Mando, al parecer un bastón negro de basalto pulido, de una antigüedad de 8.000 a.C., un bastón mágico conocido entre las sociedades secretas como “Piedra de la Sabiduría”, “El bastón de Mando” o “Piedra que Habla”, objeto olvidado entre quienes se obsesionaron y orientaron su búsqueda en exclusiva al Grial.
Hacia el siglo XVI, el bastón se convertiría en un signo de distinción de la clase privilegiada, y muchos retratos de eminentes personajes aparecen acompañados de bastones. Algunos son sencillas varas de madera, mientras que otros representan sofisticadas tallas de madera y metal que contienen diferentes elementos simbólicos de riqueza y poder. Carlos V de Francia tuvo una importante colección de bastones. Más tarde, en el siglo XVII, Enrique VIII y muchos de los nobles de su corte acostumbrarían a mostrar bastones en la mayoría de los retratos que les fueron realizados.
El descubrimiento de América aumentó el número de creaciones, ya que las maderas hasta entonces desconocidas permitían crear nuevos ejemplares más exóticos, a los que se les podía añadir oro y piedras preciosas. Con el tiempo los bastones se convertirían en un signo distintivo de la aristocracia europea del Renacimiento y los siglos posteriores. El bastón, entonces, pasó a ser requisito imprescindible en la moda de la época. Luis XIII de Francia fue uno de los grandes amantes de los bastones, desarrollando una importante colección, y al cardenal Richelieu se le atribuyen algunos de los más extravagantes. De este modo, los bastones se convirtieron en excelentes ejemplos de arte de joyería, al incorporar piedras y metales preciosos a su elaboración.
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El 31 de mayo de 1680, Luis XIV regaló a Madame de Maintenon uno en el que aparecía inscrita la fecha del presente. El rey Federico I de Prusia dejó en herencia docenas de bastones a su heredero, Federico Guillermo I, muchos de ellos decorados con espléndidas piedras preciosas. Napoleón también fue un amante de los bastones y contó con una importante y elaborada colección; Rousseau contó con más de cuarenta, y Voltaire llegó a poseer más de setenta y cinco ejemplares.
El aumento de la demanda provocó que hacia 1851, Hamburgo, Viena y Berlín se convirtieran en estratégicos centros de creación de bastones, con numerosos empleados dedicados a su elaboración. La familia Meyers se especializó en maderas y diseños procedentes de China, países árabes y especialmente Egipto, consiguiendo imponer una moda en París, Londres, Nápoles o Madrid.
Hacia 1870, la manufactura inglesa pasaría a convertirse en una fuerte competidora. Publicaciones en el Chamber´s Journal de la época demuestran la dedicación e importancia que iba consiguiendo el mundo del bastón. Además de la incorporación de cada vez más numerosas y variadas maderas procedentes de distintas especies de árboles, comenzaría la elaboración de bastones con el uso de nuevos materiales: marfil, caparazones de tortuga, cuernos de rinoceronte, huesos de animales y pieles de serpiente, entre otros. Hacia finales del siglo XIX, una tienda inglesa podía llegar a vender más de medio millón de bastones en un año y más de 4.000 personas trabajaban en la creación de bastones en Inglaterra. América, Australia, Sudáfrica y Jamaica se convirtieron en los principales suministradores de maderas como materia prima para la creación de bastones.
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En Estados Unidos, los primeros que incorporaron los bastones fueron los californianos y, desde allí, la moda se extendió a Chicago y Nueva Cork. Para distintos presidentes, el bastón se convirtió en un símbolo particular. George Washington dejó a su hermano Charles el bastón dorado que Benjamín Franklin le había dejado a él en 1790. James Madison dejó dos bastones, uno de ellos donado por Thomas Jefferson.
En la actualidad, el bastón no sólo es un signo de distinción de las clases más adineradas. Los hombres del campo siguen utilizándolo en tareas de pastoreo, o como bastones de paseo para las personas mayores, cuyo uso facilita el caminar. Los bastones son útiles y necesarios en la práctica de numerosas actividades, como el senderismo, y deportes, como el esquí, el golf o el cricket. Sin embargo, dependiendo de su elaboración, de las características que el bastón manifieste aún hoy día es signo para aquellos sofisticados personajes que gustan de abrazar su bastón como fiel compañero.
Antxon Aguirre Sorondo ha recopilado varios ejemplos de las distintas aplicaciones del bastón en su Trabajo “Palos, bastones y makilas”, publicado en los “Cuadernos de Etnología y Etnografía de Navarra”. Además de mostrar su uso primitivo como arma de defensa y ataque, el bastón era un instrumento adecuado para cazar animales y para defenderse en situaciones de riesgo. Más tarde, se convirtió en un útil para el trabajo, para estimular a los animales, para medir y como apoyo al andar. Hoy es el protagonista de varios juegos, canciones y ritos de la cultura de muchos países.
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El jaybanismo es la forma de chamanismo practicada por los indios chocóes que habitan el darién panameño y el Chocó colombiano. El jaybaná o chamán no tiene ninguna fuerza curativa si no lleva consigo sus bastones, fabricados por él mismo, bajo la dirección de su maestro, con madera de cocobolo o corazón de bársano o níspero, que en su lengua es tummá o barra. Estas maderas son muy duras y la elaboración de los bastones resulta muy laboriosa. El extremo inferior del bastón o contera se reviste con una lámina de plata batida en frío y el extremo superior o empuñadura (chiporó) está rematado por una talla antropomorfa representando generalmente un hombre vestido a la usanza de un caballero del siglo XIX, con sombrero de copa y levita, las manos cruzadas sobre el abdomen o extendidas a lo largo del cuerpo.
Otros bastones representan con gran exactitud el cuerpo y la forma de una culebra. Los bastones son compañía inseparable del jaybaná mientras canta o celebra alguno de los ritos curativos ante un paciente. LA misión de estas tallas es capturar a los espíritus malignos para que pueda tener lugar la curación.
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En Tlaxcala (México), la familia Molina de Tizatlán ha transmitido su arte desde sus abuelos hasta sus hijos, dedicando toda su vida a la talla de madera. Los tizatlecos crean con gran habilidad verdaderas piezas de arte, como sus famoso bastones, posiblemente los únicos supervivientes de una milenaria tradición de los antiguos mexicanos, no sólo para uso de los ancianos, sino como símbolo de poder, tanto terrenal como divino, o como augurio de larga vida para los nacidos bajo la protección del dios que corresponda a la fecha.
En Tarragona (España) es característico “el Ball de Bastons”, una danza de tipo guerrero, feminizada por el vestuario, que consiste en hacer chocar, construyendo diversas figuras coreográficas, los dos bastones que llevan cada uno de los bailarines situados en dos filas paralelas que avanzan a medida que bailan.
Actualmente, creadores como Marcelo Toledo, con un largo y fructífero camino en el arte de la orfebrería, son capaces de transmitir al bastón su sello personal. Son piezas únicas e irrepetibles, que conservan las mismas técnicas artesanales con que se trabajaba en la antigüedad, obras en metales preciosos, en plata y oro.
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La Historia del bastón está llena de ejemplos, cuando menos curiosos, de los usos que el ser humano ha dado a este instrumento capaz de ser complemento en el vestir, elemento de medida, arma de defensa, instrumento de juego, artículo mágico y, sobre todo, fiel compañero.
MAKILA VASCA
“Dondequiera que vaya un navarro o un vasco se cuelga del cuello un cuerno como un cazador, y acostumbra a llevar dos o tres jabalinas, que ellos llaman auconas (azconas)". Guía del peregrino Medieval (Siglo XII).
La makila es desde antaño amiga fiel del vasco. Unida a su mano, como arma en situaciones de riesgo, punto de apoyo en trabajo y el paseo, y protagonista de celebraciones y fiestas. La makila vasca tiene su origen en las aguijadas que se utilizaban para estimular a los bueyes, pero hoy se ha convertido en amiga de los caminantes y símbolo del poder y del respeto. Por eso, existe la costumbre de regalar una makila a aquellas personas que se acercan hasta el País Vasco o a aquellas otras a las que se pretende honrar.
Hoy sólo un artesano vive de fabricar makilas o bastones vascos en el Sur del País Vasco. Iñaki Alberdi las fabrica desde hace años, usando para ello madera de níspero, fundamentalmente. Durante la primavera o el verano, Alberdi con una herramienta especial efectúa unas heridas en la piel de las ramas de los nísperos. Cicatrizando esas heridas, el propio níspero creará formas sorprendentes en su piel. Describimos aquí la historia de la makila, su proceso de elaboración, y todo el entorno que rodea al símbolo y al oficio paciente y especial de su creador.
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Se puede decir que el palo o bastón es un elemento internacional. Pero la makila vasca tiene también sus características especiales. Se ha convertido en símbolo de la amistad y reconocimiento de los vascos. Los alcaldes y presidentes vascos reciben aún sus makilas, como señal del poder que ostentan. Y diversos personajes famosos que se han acercado al País Vasco han recibido por parte de los mandatarios vascos una makila como regalo.
Como nos decía en su trabajo Antxon Aguirre Sorondo, a los términos euskéricos Makil, Makila, Makill, Makhil, Makhila, Bastoi, Bastoin, Zaimakila, Kana, Mako, Zigor y Kasta, que designan el bastón y sus variantes, corresponden en castellano un no menos amplio surtido de significantes de las diferentes modalidades del mismo elemento: apoyo, arrimo, báculo, bastón, bengala, cachava, cachavona, cayada, cayado, clava, croza, estaca, gancho, garrota, garrote, gayata, macana, palo, roten, tiento, vara, etc.
Empezando por el principio, la prehistoria nos ha dejado una serie de bastones, decorados o no, llamados "bastones de mando" a pesar de que no esté demostrada su función original (para algunos intérpretes son simples broches para atar las pieles al cuerpo, trofeos de caza o instrumentos de hechicería, mientras que para otros su simbología evidencia autoridad). Sí se constata claramente, por contra, que eran elementos de gran importancia dentro de las comunidades paleolíticas. Se trata de una especie de puños de bastón fabricados con hueso de cuernos de reno o venado, con entre uno y cuatro agujeros, y grabados que representan escenas semejantes a las rupestres. Su datación abarca los periodos solutrense y magdaleniense.
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Los textos bíblicos están empedrados de manifestaciones del poder de Dios mediante varas y bastones. En la memoria de todos está la vara de Moisés, por la que el pueblo Judío reconocía el auxilio de Jehová a su causa: convertida en serpiente, devoró las varas de los magos falsarios (falsas varas para falsos poderes); transformó las aguas en sangre e hizo brotar agua fresca de la roca de Horeb; tras tocar el suelo y elevarla al aire, surgieron nubes de mosquitos, un terrible granizo y, finalmente, una plaga de langosta; al blandirla separó las aguas del mar Rojo. Y no sólo eso, pues cuando surgieron diferencias entre los hijos de Israel sobre el sacerdocio en la familia de los levitas, el Señor ordenó a Moisés reuniese trece varas de almendro (material del que se hacían los bastones y cetros en Palestina), una por cada tribu, escribiese el nombre de Aaron en la vara de la tribu de Leví, y las depositase en el Tabernáculo del testimonio. Al día siguiente, se encontró que la vara de Aaron había florecido, con lo que la elección divina para el sumo sacerdocio recayó en el hermano mayor de Moisés. De aquí que San José, en tanto que descendiente de la tribu de Leví, porte siempre una vara o palo florido.
De Grecia se transmitió a Etruria, hecho plasmado en bajo relieves y pinturas murales de ese período. En Roma, al margen de los ya mencionados símbolos de dignidad o mando, tan sólo persistió la rudimentaria vara, esto es, una rama cortada de un árbol y despojada de tallos y hojas, entre enfermos, ancianos y mendicantes.
Pero como adorno o elemento de lujo, el bastón no vuelve hasta último tercio Edad Media. Entre los siglos XIII-XV alcanza su máximo esplendor en potencias o bastones de San Antonio; muletas en "T" o bastones abaciales; bastones blancos de los apestados; bastones de chantre; bastones de iglesia; bastones de escucha, característicos de los escuderos escuchadores (así llamados por su misión de escuchar y transmitir las impresiones de los caballeros durante el combate); bastones de oficios, que los servidores de Francia llevaban como signo de fidelidad a su monarca y a cuya muerte arrojábanlos a la tumba.
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Es así que el útil y el símbolo con frecuencia se confunden o yuxtaponen, y lo que en principio fue punto de apoyo para cuerpos cansados o decoro de los más presumidos, adquiere naturaleza ritual. Es el caso, por ejemplo, del avisador de los teatros que todavía hoy en muchos países dan tres golpes de puntero antes de iniciarse la función, lo que constituye (en la Era de las telecomunicaciones) un residuo ritual de orígenes mucho más prosaico. O el de los silenciarios, personajes que en los templos vigilaban, bastón en ristre, la compostura y el recogimiento de los feligreses durante los oficios; y también podemos incluir en este grupo a los responsables de la custodia de los bastones de cofradía y de llevarlos solemnemente en las procesiones, llamados bastoneros.
"En Améscoa, únicamente llevaban bastón los curas cuando iban de paseo. Los pastores usaban y siguen usando un palo liso. Los tratantes una varita, generalmente de fresno, con una correa en la empuñadura, para atarla en la muñeca. Los ganaderos usaban la churra. Es la churra un palo de olivastro con su raíz, que es muy gorda (muy leñosa) y se procura que tenga forma de pera".
Pero además de todas estas sencillas aplicaciones del elemental palo, existen otras mucho más sofisticadas, que no ha lugar describir aquí pero que mencionamos por su originalidad: el bastón estoque; el bastón escopeta; el bastón de pesca (que evolucionó hasta la caña de pescar); el bastón lámpara (con lamparita, pila y conmutador); el bastón soporte (de fotógrafos). Y, típico elemento del siglo XIX, ¡el bastón-pitillera!.
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BIBLIOGRAFÍA
Historia del bastón. Ruth Fraile Huertas. Doctora en Ciencias Biológicas. Universidad Autónoma de Madrid. 2004
Que es la Makila
http://www.argia.com/makilak/indexes.htm
“Palos, bastones y makilas” publicado en los "Cuadernos de Etnología y Etnografía de Navarra". Autor Antxon Aguirre Sorondo
http://www.euskonews.com/0148zbk/gaia14806es.html
Agradecimientos
Antxon Aguirre Sorondo
Javier Cortina Izeta
Laura Fernández-Mijares Sánchez
Carlos Fernández-Mijares Sánchez
Ruth Fraile Huertas
Andrés Peña Arrebola
Ángel Sotorrio Pérez
Laboratorios Bristol-Myers Squibb
FOTOS
FOTO 001. Dalí.
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FOTO 002. Cantabria. La Cullalvera
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FOTO 003. Egipto.
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FOTO 004. Bastones colección privada
FOTO 005. Fotomontaje. Moisés, San José Obrero y San Nicolás.
FOTO 006. El General Manuel Belgrano, entrega el Bastón de mando a Santa María de las Mercedes, tras la Batalla de Tucumán (Argentina), el 24 de Septiembre de 1812.
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FOTO 007. George Washington
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FOTO 008. Óleo
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FOTO 009. Bastones colección privada. Laura y Carlos Fernández-Mijares Sánchez
FOTO 0010. Fotomontaje.
FOTO 011. Makila
http://www.argia.com/makilak/indexes.htm
FOTO 012. Chamán. Colección privada, Manuel Solórzano
FOTO 013. Fotomontaje. Obispo de San Sebastián con su báculo.
FOTO 014. Bastones colección privada. Manuel Solórzano
FOTO 015. El famoso lienzo de Goya “Riña de garrotazos”
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FOTO 015. El famoso lienzo de Goya “Riña de garrotazos”
Manuel Solórzano Sánchez
Enfermero Hospital Donostia. Osakidetza /SVS
masor@telefonica.net
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