Foto 1 Retrato de Angélique Marguerite Le Boursier du Coudray “sage-femme”. Imagen recreada por IA
En Francia, en 1740, a las “parteras” se les llamaba “sage-femme”. Este término, que se traduce literalmente como “mujer sabia” o “mujer buena”, reflejaba el reconocimiento de su conocimiento y habilidades en el ámbito del parto y la atención a la mujer (1).
Además de “sage-femme”, también se utilizaba el término “comadre” para referirse a ellas, aunque este término era más común en países de habla hispana.
Hoy en día se les denomina: Madrinas. Comadres. Parteras. Comadronas. Matronas. Obstétricas. Amas de parir. Mujer «sabidora». Profesora en partos. Y en euskera: Emagin. Emagin-Etxe. Amakide.
La palabra “partera” proviene del latín “parere”, que significa “dar a luz”. En el pasado, la partería era una práctica común, y las parteras a menudo tenían un profundo conocimiento de las tradiciones locales y remedios herbales para el cuidado materno infantil.
La figura de la partera en Francia, y en particular la “sage-femme”, tenía un papel muy importante en la sociedad, encargándose de la atención de la mujer durante el embarazo, parto y posparto. Algunas parteras, como Madame du Coudray, destacaron por su conocimiento y por la difusión de sus enseñanzas a través de cursos y manuales, como la publicación que realizó en 1759 “Abrégé de l'Art des accouchemens” (Compendio del Arte del parto), cuya segunda edición de 1769 ya estaba ilustrada con grabados suavemente coloreados.
Foto 2 Abrégé de l'Art des accouchemens. Madame Le Boursieur Du Coudray, 1777
«Abrégé de l’art des accouchemens: dans lequel on donne les préceptes nécessaires pour le mettre heureusement en pratique», organizado en treinta y ocho capítulos a modo de lecciones y con láminas explicativas en colores (1 y 2).
Aunque la práctica de la medicina estaba vetada a las mujeres, en el siglo XVIII las parteras o comadronas siguieron dominando la atención en el embarazo y el parto. Fueron las autoras de una importante literatura obstétrica, en la que compartían su saber y pericia, y eran las profesionales preferidas por las mujeres para ser atendidas en su parto, frente a los cirujanos obstetras o comadrones. Sin embargo, en esta centuria se inició su sometimiento a estos a los que se encomienda el control de su formación y práctica. La «masculinización de la obstetricia» se dio principalmente en Inglaterra y Francia, siendo minoritaria en los territorios de la monarquía hispánica, donde todavía eran escasos los obstetras (1).
Angélique Marguerite Le Boursier du Coudray, Sage-Femme. Partera
Angélique Marguerite Le Boursier du Coudray (nace en 1714 Clermont-Ferrand – y fallece el 17 de abril de 1789 en Burdeos) nació en el seno de una familia de médicos franceses.
Fue alumna de Anne Bairsin, maestra partera, durante tres años. Recibió su diploma en Saint Come el 26 de septiembre de 1739 y poco después en febrero se convirtió en partera profesional en 1740 donde había completado su formación y pasando sus exámenes en l’École de Chirurgie de París y convirtiéndose en jefa de parteras en el Hôtel-Dieu de esa misma ciudad (2)
Foto 3 L’École de Chirurgie de París en el Hôtel-Dieu de París, 1740. Imagen recreada por IA
Después de haber sido maestra partera en el Châtelet de París durante dieciséis años en 1756 regresó a su Auvernia natal para comenzar a impartir cursos gratuitos a las parteras que atendían partos en las zonas rurales que apenas sabían leer ni escribir; con esta práctica se buscaba disminuir la tasa de mortalidad infantil en estas comarcas con escasos recursos.
Su gran idea fue el invento de un maniquí –trapos, telas, cartones, algodón, madera– para comprender la mecánica del parto, una ‘máquina’ –así se denominaba púdicamente– representando la pelvis de una mujer, el útero, sus ligamentos, la vagina y el recto. Además, este especial mecanismo incorporaba un modelo de niño de tamaño natural –lo suficientemente flexible para poder deformarlo en diferentes posiciones–, una placenta y un cordón umbilical (2).
Foto 4 Recibiendo formación en L’École de Chirurgie de París en el Hôtel-Dieu, 1740. Imagen recreada por IA
Angélique quería que sus lecciones fueran ‘palpables’, puesto que sus enseñanzas iban dirigidas a personas con escasa formación; por eso su maniquí estaba preparado para mostrar las técnicas de parto en diferentes situaciones: con un feto sietemesino, con gemelos o un recién nacido (2).
Algunas de estas ‘máquinas’ tenían incorporados detalles sorprendentes: huesos humanos bajo el tejido –para dar firmeza al torso–; fetos con la cabeza con fontanela, ojos, orejas, cabellos pintados, nariz y boca con lengua –incluso se podía meter el dedo hasta 5cm en la boca para practicar la “maniobra François Mauriceau” en los partos de nalgas–; el cordón umbilical en cuero permitía el flujo de líquido imitando el sanguíneo; etc.
Foto 5 Maniquí de Angélique du Coudray
Del maniquí de Angélique du Coudray queda un ejemplar en el Musée Flaubert d’Histoire de la Médecine (Hospital de Rouen).
La formación de las futuras matronas duraba dos meses, constaba de 40 unidades didácticas, cada una de un día de duración. Las clases se impartían seis días a la semana, tanto por la mañana como por la tarde, lo que garantizaba una formación intensiva y exhaustiva (5) y las alumnas practicaban con este maniquí. Tal fue el éxito de este artilugio, que el rey Luis XV emitió una real cédula autorizando a Angélique du Coudray a impartir su curso en todo el reino. A partir de 1759, y hasta 1783, Angélique formó a más de 5.000 mujeres como parteras en todas las regiones de Francia. También adiestró a los cirujanos que perpetuarían después sus enseñanzas.
El curso, de aproximadamente dos meses de duración, constaba de 40 unidades didácticas, cada una de un día de duración. Las clases se impartían seis días a la semana, tanto por la mañana como por la tarde, lo que garantizaba una formación intensiva y exhaustiva. Con este enfoque revolucionario, Madame du Coudray sentó las bases de la formación obstétrica moderna, mejorando la seguridad de los partos en toda Francia.
Como suele ocurrir, tuvo que enfrentarse a matronas supersticiosas y a médicos celosos de su protección real. Pero consiguió con sus enseñanzas una clara disminución de la mortalidad infantil (2).
Fue la primera partera en enseñar el «arte del parto» en público y fue una de las que, a partir de la segunda mitad del siglo XVIII, promovió la formación de parteras en cursos a fin de que sustituyeran a las parteras formadas con la práctica (3).
Foto 6 Dando clases de partera en las aldeas rurales. Imagen recreada por IA
Puso especial cuidado en la fabricación del maniquí infantil. Tenía el tamaño de un recién nacido y estaba totalmente articulado. Los rasgos de su rostro, más bien toscos, estaban dibujados de manera esquemática. Sin embargo, la boca se presentaba abierta y permitía introducir dos dedos 5 centímetros. De este modo, la estudiante podía practicar “la maniobra de François Mauriceau” y facilitar el paso de la cabeza del bebé en caso de presentación de nalgas.
Luis XV le concedió una patente real en 1759, un diploma y una pensión, y le pidió que enseñara la partería a las campesinas en un intento de reducir la mortalidad infantil llegando a las 40 aldeas campesinas. Iba a las localidades en un carruaje tirado por caballos. A partir de ahí fue a dar cursos por todo el reino de Francia. A los cuarenta y cinco años de edad, y durante casi un cuarto de siglo hasta 1783, y a pesar de los problemas de gota y obesidad que sufría, viajó por toda la Francia rural y formó a más de cinco mil mujeres, que a su vez formaron a miles más (4).
Foto 7 Dando clases de partera en las aldeas rurales francesas. Imagen recreada por IA
Enseñó también a quinientos cirujanos y médicos varones. Consiguió abrir casas de maternidad en muchas ciudades grandes. El método «simple, claro y exacto» de Angélique du Coudray, «su paciencia y su celo», le valió estima y consideración. A través de su esfuerzo educativo, Du Coudray se convirtió en una sensación nacional y en un símbolo internacional del avance médico francés (3).
El método de Angélique du Coudray logró la aprobación de la Academia de Cirugía, y, si bien no fue aceptada en algunos lugares como en Montpellier donde había una Universidad y en Alsacia, donde funcionaba una Escuela de parteras; generalmente eran los párrocos los que se encargaban de anunciar su llegada a la ciudad y de movilizar a las futuras alumnas (6).
Gracias a este peculiar invento del maniquí, Madame du Coudray logró concienciar a la sociedad francesa de la importancia de la higiene y los cuidados, así como de la necesidad de luchar contra la mortalidad infantil. Según los archivos, en cada aldea, el índice de mortalidad en los partos descendía tras el paso de Madame du Coudray y su máquina.
En 1789, Angélique du Coudray con 74 años vivía con su sobrina, Coutanceau. La llegada de la Revolución le suscitó la preocupación de que la educación de las parteras ya no fuese una prioridad. Coutanceau, su sobrina, presentó una memoria a la Asamblea Nacional para recordar su importancia. Citó el caso de La Fayette, cuyo nacimiento casi milagroso se lo debía a Angélique du Coudray. La Fayette caería pronto y Alphonse Leroy, un viejo enemigo, se manifestó, denunciando la ignorancia de supuestamente todas las parteras y hablando con desprecio de la 'señorita' que enseñaba a dar a luz con una muñeca.
Foto 8 Dando clases de partera en las aldeas rurales francesas. Imagen recreada por IA
Vicq de Azyr inició una investigación y las provincias se pronunciaron en gran medida a favor de Angélique du Coudray. Al mismo tiempo, la brecha se ampliaba entre aquellos que querían reservar el parto para los hombres y las mujeres, que querían libertad total. Se anularon los títulos: cualquiera podía decirse a sí mismo 'responsable de sanidad'. Por otra parte, el Estado se empobreció y la pensión que tenía asignada ya no le llegó. Angélique du Coudray tuvo que vender sus posesiones para atender sus necesidades (3).
Ayudada por su marido, Coutanceau, que no había recibido ningún dinero de París desde que presentó su escrito, mantuvo la llama encendida. El 13 de julio de 1793 se convirtió, antes que su marido, en la primera directora de una maternidad que acababa de fundarse.
Se estableció en Francia la etapa del terror. Durante este periodo, ambas mujeres obtuvieron un certificado de responsabilidad cívica. Un día, en ausencia de su sobrina y su marido, Angélique du Coudray falleció el 17 de abril de 1789 en Burdeos a los 75 años de edad, al parecer de vejez, aunque muchos eruditos sospechan que fue asesinada durante la noche por el apoyo que recibió del rey Luis XV y un año después de que Luis XVI y su esposa María Antonieta fueran ejecutados (3).
Foto 9 Atendiendo a una mujer embarazada en el Hôspital Dieu de París. Imagen recreada por IA
A finales del siglo XVIII, dos tercios de las parteras de Francia habían sido formadas por Madame du Coudray.
Su revolucionaria labor como docente, encaminada a prevenir los riesgos durante el parto, ayudó a salvar miles de vidas y sentar las bases científicas de la obstetricia moderna.
Bibliografía
1.- La Sanidad en el siglo XVIII (5): Obstetricia y comadronas. Javier Segura del Pozo, médico salubrista. 8 de abril de 2024
2.- Angélique du Coudray, formadora de matronas, 1740. Mujeres con Ciencia
3.- Angélique Marguerite Le Boursier du Coudray
https://es.wikipedia.org/wiki/Ang%C3%A9lique_du_Coudray
4.- Angélique-Marguerite Du Coudray. Comadrona de la Ilustración 1714 - 1789
https://www.medarus.org/Medecins/MedecinsTextes/du_coudray.htm
5.- Angélique du Coudray madre de la simulación obstétrica. Pier Luigi Ingrassia. 7 de marzo de 2025
https://simzine.news/es/experience-es/angelique-du-coudray-madre-de-la-simulacion-obstetrica/
6.- La máquina de parir. Marisa Avigliano
https://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/las12/13-5378-2009-12-11.html
Foto 10 Sala de hospitalización del Hôspital Dieu de París, 1740. Imagen recreada por IA
Enciclopedia Wikipedia
Manuel Solórzano Sánchez. Grado en Enfermería
https://es.wikipedia.org/wiki/Manuel_Sol%C3%B3rzano_S%C3%A1nchez
Día 20 de octubre de 2022, jueves
Entziklopedia Wikipedia en Euskera
Manuel Solórzano Sánchez. Erizaintzako Gradua
https://eu.wikipedia.org/wiki/Manuel_Sol%C3%B3rzano_S%C3%A1nchez#Ibilbidea
Día 27 de octubre de 2022, jueves
La Voz de Enfermería en la Enciclopedia Auñamendi
Primera parte: http://www.euskomedia.org/aunamendi/39190
Segunda parte: http://www.euskomedia.org/aunamendi/39190/132780
Imágenes por IA. Para pedirle a la inteligencia artificial (IA) que genere una imagen, le debo proporcionar un «prompt» (descripción detallada para que use sus algoritmos de aprendizaje que procesan grandes cantidades de datos y cree la imagen visual deseada).
Foto 11 Dibujo de la Escuela de Comadronas del Hôspital Dieu de París, 1740. Imagen recreada por IA
Foto 12 Dando clases de partera en las aldeas rurales. Imagen recreada por IA
Manuel Solórzano Sánchez
Graduado en Enfermería. Enfermero Jubilado
Insignia de Oro de la Sociedad Española de Enfermería Oftalmológica 2010. SEEOF
Premio a la Difusión y Comunicación Enfermera del Colegio de Enfermería de Gipuzkoa 2010
Director y Miembro del Blog de Historia de Enfermería “Enfermería Avanza”
Miembro de la Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería
Miembro de la Red Cubana de Historia de la Enfermería
Miembro Consultivo de la Asociación Histórico Filosófica del Cuidado y la Enfermería en México AHFICEN, A.C.
Miembro Supernumerario de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País. (RSBAP)
Académico de número de la Academia de Ciencias de Enfermería de Bizkaia – Bizkaiko Erizaintza Zientzien Akademia. ACEB – BEZA
Comisión de Historia de la Enfermería del Colegio Oficial de Enfermería de Gipuzkoa / Gipuzkoako Erizaintza Elkargo Ofiziala
Insignia de Oro del Colegio Oficial de Enfermería de Gipuzkoa. Años 2019 y 2022
Sello de Correos de Ficción. 21 de julio de 2020 y 31 de diciembre de 2022
Premio a la Visibilización de la ACEB. 15 de mayo de 2024. Deusto Bilbao
No hay comentarios:
Publicar un comentario