miércoles, 15 de julio de 2020

TREN HOSPITAL NÚMERO 1 DE SANIDAD MILITAR


El Cuerpo de Sanidad Militar ha organizado un tren hospital para los heridos del frente

FOTO 1 Practicantes, doctores, personal sanitario y auxiliar del “tren – hospital nº 1” de Sanidad Militar, 1936

En aquellos angustiosos días de la segunda quincena de Julio, cuando la improvisación puesta al servicio de la voluntad y del fervor populares era el factor útil con que se organizaban los servicios, dada la premura de las circunstancias, hubo un hombre de clara historia militar y afecto al régimen, que precisó inmediatamente una necesidad a la que habíase de atender con toda la urgencia que el caso requería.

Efectivamente, para este ejemplar servidor de la patria republicana, curtido en la experiencia de su profesión a través de largas campañas africanas, la evacuación de los heridos constituía uno de los más palpitantes problemas que la guerra planteaba al Gobierno legal de la República.

Este hombre —comandante señor Gallardo, de Sanidad Militar—, puesto al servicio del régimen desde el primer momento, inició unas activas gestiones en el Departamento de Guerra, encaminadas a la constitución de un tren sanitario.

La idea, ¡cómo no!, tuvo excelente acogida; pero los días transcurrían y los combates arreciaban, mientras las energías del comandante señor Gallardo se estrellaban contra la tramitación y papeleo de los Ministerios. Optó por personarse en los talleres de M. Z. A., en exposición de su proyecto.

FOTO 2 Practicantes en el departamento de literas - camillas del “tren – hospital nº 1” del Cuerpo de Sanidad Militar. 1936. Fotógrafo Vidal Corella

La casualidad dispuso que entre los trabajadores de aquella plantilla .se encontrara uno que conocía bien al visitante, por haber realizado su servicio militar en África bajo sus órdenes.

El comandante Gallardo expuso minuciosamente su plan ante aquel Consejo obrero que le escuchaba.

Terminado que hubo su exposición, recibió por toda respuesta la siguiente:
—Tendrá construido el tren dentro de diez días.

El comandante quedó absorto ante las facilidades que le prestaba aquel puñado de trabajadores.

Pero su asombro llegó al máximo cuando de boca de uno de ellos escuchó lo siguiente:
—Es mucho tiempo diez días. Opino que en setenta y dos horas puede estar listo todo.

—Y no decimos —terció otro— sesenta, porque la pintura requiere un tiempo para secar.

Total: que de aquella feliz entrevista salió el acuerdo de la construcción del tren - hospital. Media hora después de abandonar “la playa” el comandante Gallardo, unos cuantos obreros ponían, animosos, mano a la tarea de desguazar cuatro de las más modernas unidades, para acomodar después sobre; su excelente suspensión las salas y el quirófano.

Así nació el “tren - hospital número 1”, que muy pocos días después, el 10 de septiembre, inauguraba sus tareas oficialmente.

Aprovechando un momento en que esta maravilla de hospital ambulante hace escala en Madrid para limpieza y abastecimiento, hemos intentado visitarlo y obtener gráfico testimonio de nuestra gestión.

El capitán Valderrama, de Sanidad Militar, a cuyo mando va el convoy, nos acompaña solícito en nuestro deseo, explicándonos detalladamente su funcionamiento y misión.

Este tren —nos dice— consta de un comedor - bar, con cocina; dos salas de camillas; un quirófano; vagones para heridos leves, para almacén de víveres y material sanitario, y otro furgón en cola.

Se nos agrega el capitán médico Lagarriga, también de Sanidad Militar y eficacísimo colaborador de Valderrama, y el teniente Jiménez, de Intendencia, a cuyo cargo corre todo lo relacionado con el más perfecto abastecimiento de víveres del tren (de lo que Vidal, el fotógrafo, y un servidor damos cabal testimonio).

Todo el personal sanitario —prosigue el capitán Valderrama— que actúa dentro del tren pertenece al cuerpo de Sanidad Militar, y, desde luego, seleccionado minuciosamente para este menester. Hay Practicantes en cuyos conocimientos encontramos mucha ayuda y alivio de trabajo. Independientemente de este personal, viajan con nosotros un carpintero —¡salud, compañero Roque!—, un electricista, un cocinero y un camarero.

Al llegar a los puntos de destino, repletamos el tren de heridos. A cada uno de estos se le dota de una hoja, que indica el punto de nuestra ruta donde debe quedar. Así, al llegar a esa estación, la voz de los camilleros es suficiente para que cada herido requiera ayuda y sea trasladado rápida y cuidadosamente a la ambulancia que espera en el andén.

¿Abundan los heridos graves? —preguntamos.
Afortunadamente, no. Aunque, no obstante, algunas veces, en ruta, nos hemos visto precisados a operar, y hasta si la intervención es delicada, obligamos a detener el tren.

FOTO 3 En el quirófano, los doctores y Practicantes del “tren – hospital nº 1” refieren a nuestro periodista y colaborador Ángel Álvarez la organización de este admirable servicio sanitario de Sanidad Militar, 1936

El servicio, una vez en ruta —tercia el capitán Lagarriga—, se puede decir que es permanente: hay quien precisa inyección, a quien se le sueltan los puntos de sutura y hay que volvérselos a coger rápidamente...

Lo más importante —dice Valderrama— es la evacuación. En esto hemos llegado a perfeccionarnos de tal manera, que ha habido evacuaciones de trescientos heridos que se han realizado en veinte minutos.

Después de cada evacuación nos reunimos todo el personal sanitario al servicio del tren, y sin distingos de estrellas ni ocupación celebramos un consejillo, en el que cada uno libremente expone las dificultades que haya encontrado en la evacuación, y allí, democráticamente, se discute por todos la forma conveniente de suprimir tal dificultad.

Únicamente así se explica la perfección del sistema.

Pasamos ahora a las unidades llamadas salas de camillas, y podemos comprobar el modernísimo sistema de suspensión que las soporta, compuesto a base de muelles verticales amortiguadores. Cada camilla va colgada de cuatro de estos muelles, lo que hace casi imperceptible el menor movimiento que la velocidad de marcha origine.

La pieza habilitada para quirófano colma las más exigentes posibilidades, y a ciencia cierta nos hace olvidar que nos hallamos en el interior de un vagón de ferrocarril. Dotado de un material quirúrgico modernísimo en verdadera profusión y abundancia, se ofrece a nuestra vista la nítida blancura de esta pieza, en cuyo interior, y gracias al desvelo de estos anónimos servidores de la causa, se habrán salvado algunas vidas merced a la oportunidad de una acertada intervención quirúrgica, mientras la tracción de la locomotora, devorando kilómetros, ayudaba a ganar tiempo a la acción de la muerte, tan cruelmente desatada en nuestro suelo desde hace tres meses.

Galantemente invitados por Valderrama, Lagarriga y Jiménez, pasamos al vagón comedor - bar, y allí comprobamos la perfecta organización de todos los servicios. Valderrama ratifica nuestro asombro, diciendo:
Para los heridos, todos los lujos y comodidades me parecen siempre pocos.
Llegan a nuestro oído los compases de un vals que un altavoz de radio emite. Verdaderamente, este tren sanitario es una Arcadia feliz.

Valderrama nos refiere multitud de anécdotas relacionadas con su misión al frente de este hospital ambulante:
No hace mucho tiempo recuerdo que evacuamos de un hospital, de la línea de fuego casi, tres heridos, que eran paisanos, parientes o, al menos, muy amigos. Dos de ellos, dado su estado, estimamos conveniente hospitalizarlos en la sala de camillas. El otro, desprovisto de gravedad, debía pasar al vagón de primera, destinado a heridos leves. Pues bien: allí fue Troya.

Este último no consentía por nada ni por nadie separarse de sus dos compañeros. De nada valieron mis requerimientos y consejos para disuadirle de su propósito. Aquel muchacho no se separaba de los otros dos ni a la fuerza. Por fin, y advirtiendo algo anormal en su tenaz resistencia, le consentí acostarse en una camilla contigua que iba vacía. Una hora después, en la inspección que realicé camilla por camilla, advertí en la de este sujeto una botella de coñac casi vacía, que su dueño, dormido, no había ocultado bien.

FOTO 4 Enfermeras en el tren – hospital de Sanidad Militar que parte hacia el frente de batalla a recoger a los soldados heridos. Estas valientes muchachas sonrientes sin cuidarse del peligro que puedan correr. 1936. Fotógrafo Vidal Corella

Piadosamente le fue recogida la botella, y al otro día, cuando los «efectos» del alcohol se pasaron, aquel individuo se me presentó humildemente y me dijo:
Compañero capitán: perdóname si anoche te dije alguna inconveniencia; pero no era yo el que hablaba...
Le dije que aquel incidente no tenía importancia. Y él, convencido, cuando marchaba ya a su departamento de leves, me dijo:

Pero la botella no me la tires, por lo que más quieras...

Yo le contesté con una palmada en el hombro:

Ese coñac es malo e indigno de este tren. Vas a tomar una copa, una nada más, ¿eh?, del que llevamos para vosotros, y me darás la razón.

Efectivamente, le di la copita, y quedamos amigos para toda la vida. Se reintegró a su puesto, y fue desde aquel momento mi mejor camarada. Hoy, cuando la casualidad lleva el tren al punto donde está hospitalizado, es el primero que sale a recibirnos con un abrazo.

Tiramos las fotos que ilustran la presente información, y al poco rato abandonamos el tren - hospital número 1, despedidos con un enérgico «¡Salud!» de estos servidores del pueblo y la Libertad, para los que recabo un lugar en el corazón de todos los buenos españoles antifascistas. Ángel Álvarez

FOTO 5 Una comisión de Enfermeras del Hospital de Sangre de Belén Sárraga, llegando al cuartel del Batallón Democrático Federal, de Madrid, para hacer entrega de la bandera qué ofrecen a esta formación de Milicias. 1936. Fotógrafo Piortis

Agradecimiento
Esteban Durán León

Bibliografía
Crónica. Revista de la Semana. Redacción y Administración. Calle Hermosilla número 73 de Madrid. Director Antonio G. de Linares. 1 de noviembre de 1936. Año VIII. Número 364. Páginas 4 y 5

Autor:
Manuel Solórzano Sánchez
Graduado en Enfermería. Osakidetza, Hospital Universitario Donostia, Gipuzkoa
Insignia de Oro de la Sociedad Española de Enfermería Oftalmológica 2010. SEEOF
Miembro de Enfermería Avanza
Miembro de Eusko Ikaskuntza / Sociedad de Estudios Vascos
Miembro de la Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería
Miembro de la Red Cubana de Historia de la Enfermería
Miembro Consultivo de la Asociación Histórico Filosófica del Cuidado y la Enfermería en México AHFICEN, A.C.
Miembro no numerario de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País. (RSBAP)
Académico de número de la Academia de Ciencias de Enfermería de Bizkaia – Bizkaiko Erizaintza Zientzien Akademia. ACEB – BEZA
Insignia de Oro del Colegio Oficial de Enfermería de Gipuzkoa 2019


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