Louisa
nace en Germantown, Pensilvania el 29 de noviembre de
1832, y fallece en Boston el 6 de marzo de 1888, fue una enfermera voluntaria y escritora estadounidense, reconocida por su
famosa novela “Mujercitas”
que la escribió en 1868.
FOTO 1 Louisa May
Alcott. Hospital Sketches grabado de Leslies Weekly, Culver Pictures Nueva York
Su
padre Amos Bronson Alcott era pastor
protestante y su madre Abigail May.
Creció y vivió en Nueva Inglaterra. Siendo muy joven empezó a trabajar esporádicamente
como maestra, costurera, institutriz y escritora. Su primer libro se titulaba Flower
Fables que escribió en 1885, cuentos originalmente escritos para Ellen Emerson, hija de Ralph Waldo Emerson. En sus últimos
años Amos fue cuidada por su hija Louisa que le prestó los cuidados necesarios
(1).
Su
educación en sus primeros años incluyó lecciones del naturalista Henry David Thoreau (filósofo, fue uno
de los padres fundadores de la literatura estadounidense). Estuvo rodeada de
filósofos y personas que estaban en contra de la guerra y de la esclavitud, pero
fundamentalmente la principal influencia de su vida estuvo en manos de su
padre.
Durante
su adolescencia y principios de la edad adulta, Alcott compartió la pobreza y
los ideales trascendentalistas de su familia. Posteriormente esta fase de su
vida fue descrita en el relato “Transcendental
Wild Oats”, reimpreso en el volumen Silver Pitchers (1876), que narra las
experiencias de su familia durante un experimento utopiano de “pleno vivir y elevado pensar” en “Fruitlands”
en la ciudad de Harvard, Massachusetts en 1843. En 1860 comenzó a escribir para
la revista Atlantic Monthly.
Tenía
expectativas más amplias que las que podría proporcionarle el ser simplemente
la hija de un pastor protestante de Nueva Inglaterra. Fue una destacada
defensora de los derechos de la mujer, lo que a veces se interpuso en el camino
de sus aspiraciones. A Miss Alcott se la conoce fundamentalmente por sus libros
“Mujercitas
y Hombrecitos” y sus poemas y relatos cortos, publicados en el Atlantic Monthly.
FOTO
2 Enfermeras San Francisco 1896. Ambulancias regresando de las trincheras con
los heridos 1863. Portada del libro Mujercitas
En
la guerra de secesión americana (1861 – 1865), ejerció como enfermera
voluntaria en el Hospital de la Unión de Georgetown en Washington D.C., durante
seis semanas entre 1862 y 1863. Esta novelista y escritora de cuentos para
niños sirvió como enfermera voluntaria en el Union Hospital de Georgetown. Este hospital improvisado acomodaba a
unos 300 pacientes con diversos grados de heridos y enfermedades (2).
Miss
Alcott fue la encargada de una sala de cuarenta camas, donde desempeñó diversas
funciones en su papel de enfermera. Realizaba curas, ponía inyecciones, vendaba
heridas, leía novelas a los soldados, les escribía las cartas a las novias o a
los padres, hacía rondas nocturnas y administraba la medicación (2).
Su
trabajo diario era agotador, tal como se describe en su diario:
Me levanto a las seis,
me visto a la luz de la lámpara de gas, atravieso la sala y abro las ventanas,
aunque los hombres refunfuñan y tiritan. Pero el aire está lo suficientemente
cargado y enrarecido como para generar una epidemia, y puesto que se hace caso
omiso de nuestras constantes peticiones de mejor ventilación, he de hacer lo
que pueda.
Nunca he visto una caja
de pestilencias más perfecta que esta casa: fría, húmeda, sucia y llena de
olores ofensivos por las heridas, las cocinas, las lavanderías y los establos.
Hasta el mediodía voy trotando, trotando, trotando, repartiendo raciones,
cortando la comida de los “muchachos” impedidos, lavando las caras, enseñando a
mis ayudantes cómo se hacen las camas o cómo se barren los suelos, vendando
heridas, quitando el polvo de las mesas, cosiendo vendas, arreglando la
bandeja, correteando de acá para allá con almohadas, ropa de cama, esponjas y
órdenes…, hasta que parece que pagaría gustosamente todo lo que poseo por un
descanso de quince minutos. A las doce llega la hora de la comida para los heridos
y los pacientes, y después les toca escribir cartas o lectura en voz alta. La
cena a las cinco hace correr a todo el que puede… Pasatiempos para la velada… y
finalmente, para aquellos que las necesitan, las últimas dosis de la noche. (2).
FOTO
3 Alojamiento de los soldados en Hospital
de la Unión de Georgetown en Washington D.C. Enfermeras voluntarias
atendiendo a los enfermos y heridos. 6 de julio de 1861. Grabado de Leslies
Weekly, Culver Pictures Nueva York
Miss
Alcott describió el trabajo realizado por las enfermeras voluntarias en los
hospitales durante la Guerra de Secesión en una serie de cartas que se
recopilaron en el libro “Hospital
Sketches”, considerado como su primer trabajo famoso. Fueron revisadas y
publicadas en Commonwealth, y
recopiladas como “Hospital Sketches” (escenas de la vida de un hospital,
publicadas en 1863 y republicadas con adiciones en 1869), demostraron un agudo
poder de observación y crónica, además de una sana dosis de humor
retrospectivo, ganándose su primer reconocimiento crítico. Su novela Moods (Estados
de ánimo) publicada en 1864 también fue considerada prometedora.
Una parte menos
conocida de su obra son las apasionadas y fogosas novelas y cuentos que
escribió, usualmente bajo el seudónimo de A. M. Barnard. Trabajos tales como A
Long Fatal Love Chase y Pauline's Passion and Punishment son el tipo
de novelas al que se refiere en Mujercitas como «peligrosas para
pequeñas mentes» y fueron conocidas en la era Victoriana como “relatos
melodramáticos” o “potboilers”.
Sus
protagonistas son obstinados e implacables en la búsqueda de sus objetivos, que
a menudo involucran venganza en aquellos que los han humillado o frustrado.
Estos trabajos de excelente escritura con un punto de vista poco común
alcanzaron inmediatamente el éxito comercial y aún hoy en día son de frecuente
lectura (3).
FOTO 4 Traslado
de los heridos en carreta tirada por caballos 1861 - 1865
También produjo
saludables y morales historias para niños, y con las excepciones del cuento
semiautobiográfico Work (Trabajo) publicado en 1873 y la novela
corta anónima A Modern Mephistopheles (un Mefistófeles moderno)
publicadoe en 1877, el cual produjo la sospecha de haber sido escrito por
Julian Hawthorne. No retornó nunca a crear trabajos para adultos.
Su abrumador
éxito data de la aparición de la primera parte de Little Women: or Meg, Jo,
Beth and Amy. Mujercitas publicado en el año 1868, relato
semiautobiográfico de su niñez junto a sus hermanas en Concord, Massachusetts,
lleno de un humor perenne, frescura, realismo, pero sobre todo de un bello
romanticismo ligado a la naturaleza y a los valores tradicionales y del hogar.
La segunda parte “Good Wives”. Aquellas
Mujercitas, publicado en 1869, llevaría a sus protagonistas a la vida
adulta y sus respectivos matrimonios (3).
Más adelante,
aparece Little Men. Hombrecitos publicada en el año
1871 que trata de manera similar el carácter y la forma de ser de sus
sobrinos que vivían en Orchard House en Concord, Massachusetts. Jo's Boys, Los muchachos de Jo publicado en 1886
completó la “saga de la familia March”. La mayoría de sus volúmenes
posteriores, An Old-Fashioned Girl (Una chica anticuada) publicada en 1870, Aunt Jo's Scrap Bag
(La bolsa de retazos de la tía Jo)
(6 vols., 1871-1879), Rose in Bloom (Rosa floreciendo) (1876), y otros, siguieron la línea de Mujercitas, de la cual el
numeroso y leal público de la autora nunca se cansó, si bien sus obras
posteriores tienen un carácter más moralizante (3).
FOTO 5 Héroes y
heroínas de la guerra. Aparecen representadas las actividades de la Comisión
Sanitaria de los Estados Unidos. Grabado Chicago Historical Society, Illinois
Su labor natural
de amor, su amplia generosidad, su veloz percepción y su cariño para compartir
con sus lectores el alegre humor que radiaba de su personalidad y sus libros la
llevó a continuar con sus historias a pesar de que su salud empeoraba. Al final
sucumbió a las secuelas del envenenamiento por mercurio contraído durante su
servicio en la Guerra Civil. Murió en Boston el 6 de marzo de 1888, el mismo
día que su padre era enterrado.
La Enfermería en la
Guerra Secesión Americana 1861 – 1865
Al
estallar la Guerra de Secesión la Unión no contaba con un cuerpo de enfermería
militar, servicio de ambulancias, servicio hospitalario de campo ni cuerpo
médico organizado. Todavía no había ningún grupo estructurado de enfermeras,
pero tras las primeras batallas se hizo imperativa su necesidad.
Muchas
“Órdenes Religiosas” se prestaron
voluntarias y ofrecieron sus servicios, proporcionando cuidados de enfermería
en sus propios hospitales, en los hospitales militares y en el campo de
batalla. Unas 600 Hermanas de doce órdenes distintas tuvieron un papel muy
activo durante este período tan crítico de la historia. El presidente Abraham Lincoln les concedió
autorización para adquirir todas las provisiones que necesitaran para su
trabajo. Lincoln sabía que la mayor parte de “la buena enfermería” la estaban
llevando a cabo estas órdenes religiosas de mujeres, que ya habían prestado su
ayuda durante las epidemias y estaban organizadas y acostumbradas a la
disciplina y la obediencia a la autoridad (4).
FOTO
6 Sala del vapor Hospital Red Rover. Dibujo de Harper´s Weekly 1863. Naval
Audiovisual Center, Washington D.C.
El
problema se presentó y se agravó al comprobar que no había suficientes Hermanas
para cuidar a la ingente cantidad de enfermos y heridos. Cientos de mujeres y
hombres laicos se presentaron espontáneamente en los campamentos para ofrecer
sus servicios. Gente con y sin experiencia ayudaba en lo posible en los
cuidados de enfermería. En su mayoría eran voluntarios, aunque algunos recibían
algún tipo de compensación. Se estima que fueron más de 10.000 las mujeres que
participaron en tareas de enfermería y administración de los hospitales durante
la Guerra de Secesión, tanto religiosas como laicas.
Nombres
famosos son: Dorothea Lynde Dix, Clara Barton, Louisa May Alcott, Mary Ann
“Madre Bickerdyke” y Walt Whitman.
Durante
la Guerra de Secesión norteamericana perdieron la vida por heridas de batalla o
por enfermedad 618.000 hombres. 360.000 eran soldados de la Unión y 258.000
confederados. Muchos de ellos murieron en el mismo campo de batalla. Los que
sufrieron heridas menos graves tuvieron que enfrentarse con unas condiciones
sanitarias inadecuadas y un cuerpo médico en general disperso y desorganizado.
Las
enfermedades infecciosas, la septicemia, la erisipela, la gangrena y el tétanos
eran complicaciones comunes entre los heridos. Muchos de ellos murieron por las
infecciones producidas por las heridas de bala y de sable.
Casi
cualquier edificio se convertía en hospital militar; los hospitales base se
instalaban en hoteles, iglesias, almacenes, escuelas, granjas y demás edificios
públicos. Asimismo, se erigían estructuras a toda prisa o se plantaban tiendas.
Incluso llegó a usarse el Capitolio, donde fueron atendidos 400 soldados en el
edificio del Senado y la Cámara y 300 en la Rotonda. En muchos hospitales los
encargados de sala y los ordenanzas debían asumir las máximas tareas de
enfermería posibles. Las enfermeras administraban medicamentos, se ocupaban en
la alimentación y vendaban las heridas.
FOTO
7 Interior de un vapor sanitario. Grabado de Harper´s Weekly, 1862. Naval
Audiovisual Center, Washington D. C. Vapor Red Rover
Al
principio, los enfermos y heridos eran retirados del campo de batalla en
camillas de mano. Más tarde se organizó un servicio de transporte médico
utilizando como ambulancias carretas cubiertas y tiradas por caballos. Estas
carecían de muelles de amortiguación, a menudo inflingían gran dolor a los
heridos, que eran zarandeados durante horas por carreteras de tierra en muy
malas condiciones.
Los
ferrocarriles dispusieron trenes hospital. Las embarcaciones a lo largo de la
costa atlántica y la ruta fluvial del Mississippi se utilizaron como
“hospitales flotantes” y para evacuar a los heridos. Se puso en servicio el
primer buque hospital de la Marina, el vapor Red Rover. Al ser capturado por la Confederación, este vapor se
convirtió en hospital flotante y más tarde se sumó a la flota federal. Las Hermanas Católicas de la Misericordia
se ofrecieron voluntarias para servir como enfermeras a bordo, y así se las
considera como las primeras enfermeras de la Marina.
FOTO
8 Las Hermanas Católicas de la Misericordia
En
una carta al Oficial General de la Marina A.
H. Foote, se hace una descripción del vapor Red Rover:
Desearía
que pudiera ver nuestro buque hospital, el Red
Rover, con todas las comodidades para los marinos enfermos e incapacitados.
Se ha afirmado que este barco es el más completo de su clase que jamás haya
flotado, y es en todos los aspectos un éxito rotundo. La Western Sanitary Commission nos ha dado la suma de 3.500 dólares
para suministros. La cámara frigorífica del vapor tiene una capacidad para 300
toneladas.
Posee
cuartos de baño, lavandería, ascensor para los enfermos desde la cubierta más
baja hasta la más alta, quirófano, nueve retretes diferentes, cortinas de gasa
en las ventanas para que la ceniza y el humo no molesten a los enfermos, dos
cocinas independientes para los enfermos y los marineros sanos, un cuerpo
regular de enfermeras y dos retretes en cada cubierta (5).
CONCLUSIONES
Louisa
May Alcott es famosa principalmente como autora y escritora de libros para
niños, especialmente el libro titulado “Mujercitas”.
Menos
conocido es su trabajo y servicio como enfermera voluntaria durante la Guerra
de Secesión Americana.
Fue
una destacada defensora de los derechos de la mujer.
Es recordada por
la intención moralizante de sus obras, la paz y el sereno humor que emana de
ellas, su vivacidad y su romanticismo
Nacida
en Germantouwn, Pennsylvania, en 1832, fue recordada en la serie de sellos de
americanos famosos emitida por los Estados Unidos de América en 1940. Cortesía
de Howard B. Hurley.
FOTO
9 La Hermana y la sala de convalecencia a bordo del buque hospital Red Rover. Grabado
de Harper´s Weekly en madera, 9 de mayo de 1863. National Library of Medicine,
Bethesda, Maryland. Sello de correos de los Estados Unidos de América en 1940.
Diferentes portadas de su libro Hospital Sketches
BIBLIOGRAFÍA
1.-
Biografía de Louisa May Alcott. 1957
2.-
Cheney, 1889; páginas 143 – 144
3.- Alcott, Louisa May 1865. Enero 2014. Un
cuento de enfermera. Grandes Clásicos
4.-
Historia de la Enfermería. M. Patricia Donahue. Versión española de la obra
original “Nursing. The Finest Art. An Illustrated
History”, publicada por The C. V. Mosby Company. B-24.474-99
5.-
Roddis, 1935; página 92
FOTO
10 Portadas de sus libros: Hospital Sketches y Mujercitas
Manuel Solórzano Sánchez
Diplomado
en Enfermería. Servicio de Traumatología. Hospital
Universitario Donostia de San Sebastián. OSI- Donostialdea. Osakidetza- Servicio
Vasco de Salud
Insignia
de Oro de la Sociedad Española de Enfermería Oftalmológica 2010. SEEOF
Miembro
de Enfermería Avanza
Miembro
de Eusko Ikaskuntza / Sociedad de Estudios Vascos
Miembro
de la Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería
Miembro
de la Red Cubana de Historia de la Enfermería
Miembro
Consultivo de la Asociación Histórico Filosófica del Cuidado y la Enfermería en
México AHFICEN, A.C.
Miembro
no numerario de la Real Sociedad Vascongada de Amigos del País. (RSBAP)