La Formación de Enfermeras en la Universidad de Colombia. 1920 – 1957
Tres escuelas una historia. Formación de enfermeras en la Universidad Nacional de Colombia 1920-1957 es el primer libro producido por el Grupo de Historia de la Enfermería de Colombia; es uno de los frutos académicos que se han generado del desarrollo del proyecto de investigación “Historia de la formación del recurso de Enfermería en la Universidad Nacional de Colombia” (fases I y II).
FOTO 001 Portada del libro y fotografías de enfermeras
El libro está constituido por cinco Capítulos que en su conjunto dan cuenta de la historia desde sus orígenes hasta el año de 1957; momento en que se da por terminada la última escuela de las tres que antecedieron a la Facultad de Enfermería de la Universidad Nacional de Colombia, a lo largo del mismo se van incluyendo múltiples fuentes primarias, algunas de las cuales se han utilizado en la ilustración del texto.
El título de la obra “
Tres escuelas, una historia” se identifica plenamente con la definición del término “trilogía”: conjunto de tres obras de un mismo autor, que mantienen entre sí unidad argumental; como se verá, en el texto se presentan aquellos argumentos que estuvieron presentes en el período histórico estudiado, los que se establecieron en los hilos que le dieron unicidad al conjunto de las tres escuelas, de igual manera se fueron visibilizando las especificidades de cada una de ellas, materializadas a través de sus aportes y productos, como también en las metas y retos no alcanzados.
Este libro parte del marco de tres celebraciones que se realizaron en el año 2010: Bicentenario de la Independencia de Colombia. Año Internacional de la Enfermería: Centenario de la muerte de
Florence Nightingale y 90 años de la creación del primer programa de enfermería de la Universidad Nacional de Colombia.
El Grupo de Historia de la Enfermería fue creado en agosto del año 2000 a partir de la experiencia acumulada por sus fundadoras de la Historia de la Enfermería, las profesoras
Ana Luisa Velandia Mora,
Consuelo Gómez Serrano,
Yaneth Mercedes Parrado Lozano y
Gloria Urbano Franco, quienes iniciaron el trabajo del grupo mediante la conjugación de las tres tareas misionales propias de la universidad, la docencia, la investigación y la extensión.
En materia de Extensión universitaria se ha desarrollado el proyecto “Patrimonio Vivo” centrado en la elaboración de vídeos sobre hechos históricos institucionales e historias de vida de docentes. Además se ha ofrecido asesoría individual y de grupo a docentes de otras unidades académicas. Se lideró la institucionalización de los Encuentros Nacionales de Historia de la Enfermería y se ha participado en la creación, manejo y consolidación de la
Red Colombiana de Historia de la Enfermería y en la creación y funcionamiento de la
Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería.
FOTO 002 Grupo de Investigadoras. Sentadas de izquierda a derecha: Ana Luisa Velandia, Consuelo Gómez y Clara Munar. De pie de izquierda a derecha: Elisabeth Vargas, Yaneth Mercedes Parrado y Gloria Stella Urbano. Ausente: Mireya Elvira Rodríguez
Autoras: Los autores de esta genial obra son:
Consuelo Gómez Serrano (Coordinación General y Edición. Enfermera, Magíster en Salud Pública y Profesora Especial Ad Honórem).
Clara Munar Olaya (Enfermera, Magíster en Salud Pública, Magíster en Enfermería con énfasis en Familia y APS. Profesora Especial Ad Honórem).
Yaneth Mercedes Parrado Lozano (Enfermera, Especialista en Salud Ocupacional y en Administración en Salud, Magíster en Educación, Doctora en Enfermería. Profesora Asociada).
Gloria Stella Urbano Franco (Enfermera, Comunicadora Social, Especialista en Salud mental, Magíster en Enfermería con énfasis en Familia. Instructora Asociada).
Mireya Elvira Rodríguez Quiroga (Enfermera, Magíster en Salud Pública y Profesora Especial Ad Honórem).
Elisabeth Vargas Rosero (Enfermera, Magíster en Enfermería con énfasis en Salud Cardiovascular. Profesora Asistente). Y
Ana Luisa Velandia Mora (Enfermera, Magíster en Administración de los Servicios de Enfermería, Doctora en salud Pública. Profesora Especial Ad Honórem. Presidenta de la Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería).
Cuna de la Enseñanza Formal de la Enfermería en Colombia
La historia nos ha permitido conocer la existencia de un oficio, un arte, una profesión y una disciplina que se centra en el cuidado de los seres humanos, nacida de la esencia misma de la humanidad. Para el caso particular de la Enfermería en la Universidad nacional de Colombia, es forzoso remontarse a finales del siglo XIX y principios del XX en la ciudad de Bogotá, capital del país, lugar en donde se dieron las condiciones requeridas para que germinara la idea de desarrollar un programa de formación de enfermeras y comadronas.
El oficio de atender a los enfermos encamados
En el caso de la enfermería colombiana, no se puede desconocer la figura destacada de
Pedro Claver, sacerdote jesuita que “el 3 de abril de 1622 se consagró a Dios por votos solemnes como “
Esclavo de los esclavos para siempre” (Anónimo). “
Con humildad lavaba las heridas de los enfermos… acudía regularmente a la leprosería, hospital de San Lázaro, cuidada por los Hermanos de San Juan de Dios. Allí barría, arreglaba las camas, daba de comer a los enfermos y les llevaba pequeños frascos de licor. Conseguía mosquiteros, limosnas, medicinas y comida para aquel pobre hospital que era un conjunto de bohíos que llegó a albergar hasta setenta leprosos… Tenía, además, reliquias que imponía a los enfermos, pues en la época se creía en el poder curativo y el efecto benéfico de las oraciones y cosas santas” (Ceballos Gómez). Pedro Claver se hizo cargo de la capellanía del hospital, deparó especial cuidado a los leprosos y actuó como enfermero en cuanto a los servicios que les ofrecía (Soriano Lleras, 1966).
La llegada de varias comunidades religiosas fue dejando huella a lo largo de todo el territorio colombiano. Los que más importancia tuvieron fueron los Hermanos de San Juan de Dios, quienes se hicieron cargo del Hospital San Pedro a finales del siglo XVI. En el año 1739 se trasladan al nuevo hospital llamado de San Juan de Dios. La atención a los enfermos varones era dispensada directamente por enfermeros, hermanos de la congregación y la de las mujeres era ofrecida por una señora y las sirvientas que estaban bajo su mandato.
En el informe rendido por el Síndico del Hospital San Juan de Dios en enero de 1872 se efectuaba reconocimiento al servicio de enfermería que se estaba ofreciendo en la institución, decía así:
Las señoras que desempeñan las funciones de directora, enfermeras, dispenseras i roperas son acreedoras al reconocimiento general, por la abnegación i caridad con que prodigan sus interesantes servicios a los enfermos, a quienes alivian sus padecimientos, tanto física como moralmente. Estas beneméritas servidoras edifican con su ejemplo, i regocijan el corazón de las personas caritativas que se interesan en la suerte de los desgraciados, al contemplar que en nuestro país existen seres abnegados que se sacrifican por sus semejantes; a quienes la desgracia ajena interesa más que la propia: i a quienes los generosos impulsos de su corazón llevan hasta el punto de sufrir toda clase de privaciones y penalidades por su amor a la humanidad doliente (Restrepo Zea, 2006b).
FOTO 003 Pedro Claver
Otro gran acontecimiento fue la llegada de las religiosas al hospital en 1873, hecho del que se da testimonio en el informe rendido por el Presidente de la Junta General de la Beneficencia al gobernador del Estado Soberano de Cundinamarca: …
la mejora más trascendental que ha recibido es la incorporación en él de las 6 Hermanas de la Caridad, que, como sabéis, fueron pedidas a Europa del Instituto de la Presentación de la Santa Virjen, en Tours, por medio del comisionado de la Junta, Manuel Vélez Barrientos, con el fin de que se encargasen del servicio del Hospital i que llegaron felizmente a esta ciudad en la tarde del día 21 de junio último, creo conveniente consignar en este documento los nombres de ellas, con el que son conocidas en la órden: sor Paulina (madre superiora), sor maría Francisca, sor San Pablo, sor Emerencia, sor Agustina María i sor Gaetana. Mui grande ha sido en verdad el impulso que ha recibido el Hospital desde que las Hermanas se han hecho cargo de los departamentos de que se compone. El orden más estricto, el aseo más esmerado, la disciplina más severa reinan en todas las dependencias de este espacioso edificio. El esmero en la asistencia de los enfermos, en sus salas respectivas, no deja nada que desear; por donde quiera se ven solícitas prodigando sus consuelos, ya a los que llegan a su hora final, ya a los que sufren una dolorosa i grave operación quirúrgica, ya aplicando con afabilidad i suficiencia los medicamentos para los enfermos, que agobiados en su lecho de dolor, los reciben con resignación de sus manos; y ya ocupando para con los niños el lugar de madres con su delicada ternura y solicitud. …Cómo el aumento de enfermos cada día es más notable… la Junta ha solicitado de la Casamatriz de Tours el envío de cuatro Hermanas más… (Restrepo Zea, 2006b).
FOTO 004 Monedas usadas en los leprocomios o lazaretos. Hermana María Josefa. Primera colombiana religiosa de la Congregación
La atención de los enfermos en Bogotá
A inicios del siglo XX, en la ciudad de Bogotá se continuaba brindando atención a los enfermos a través de iniciativas meramente particulares y de organizaciones como Hermandades y Cofradías. El sentido de la caridad hizo posible la asistencia al enfermo necesitado o carente de recursos (Escobar, Mariño & Peña, 2004); los enfermos que contaban con recursos económicos eran atendidos en sus domicilios por parte de los médicos tratantes en compañía de las mujeres de la familia, que bajo la conducción médica ofrecían lo que se puede considerar como atención de enfermería, y los pacientes que no disponían de condiciones económicas suficientes eran atendidos en hospitales de caridad o de beneficencia.
Seguían describiendo en el libro con el título de la enseñanza de la enfermería, los manuales de Enfermeras que se utilizaron para sus estudios, los libros escritos para enfermeras del médico
José Ignacio Barberi, el nacimiento en 1897 del primer programa de enfermería de la Universidad Nacional de Colombia, que consta en la carta que el profesor Jesús María Buendía cursa al Consejo Directivo de la Facultad de Medicina al ministro de Instrucción Pública.
En el capítulo dos nos relata como se forma la Escuela de Comadronas y Enfermeras de 1920 a 1937, la profesión de enfermería, la situación de Colombia en las primeras décadas del siglo XX. En la Escuela nacional de Comadronas y Enfermeras nos relataban como eran los profesores, los estudiantes, los exámenes de ingreso, los exámenes de fin de año y de grado, la finalización de la Escuela, el legado que nos dejaron y la situación social de la mujer en esa época.
FOTO 005 Leprosas y Hermanas de la Caridad en Agua de Dios. En Juan Bautista Montoya y Flórez. Contribución al estudio de la lepra en Colombia. Medellín, 1910
En el siguiente capítulo el tercero, nos relata como estaba la Escuela Nacional de Enfermeras desde 1937 hasta 1944, como se crea la Escuela Nacional de Enfermeras Visitadoras en 1930, habla sobre la creación de la Cruz Roja Colombiana, de las enfermeras
Isabel y Ana Sáenz, fundadoras del Centro de Acción Social Infantil y de
Blanca Martí. De la fundadora de la Enfermeras visitadoras
Beatriz Herrera, la Universidad Nacional de Colombia, sus nuevos horizontes, la Sociedad de Cirugía y el Hospital de San José: copartícipes del nacimiento de la Escuela de Enfermeras, de la enfermera
Elena Samper Gómez. De la Instructora
Rosa Sáenz y su programa académico, de la profesora y secretaria de la Escuela
Inés Hernández de Huertas, la duración de la carrera.
En el capítulo cuarto los años 1944 hasta 1957 de la Escuela Superior de Enfermeras, de su impacto en la reducción de la morbi-mortalidad en Colombia, de la influencia del Servicio Cooperativo Interamericano de Salud Pública en la formación del recurso humano en salud, la llegada de la mujer a la universidad, la despedida a las enfermeras
Concha Romero y
Nelly Álvarez que se iban a EE.UU. para estudiar el postgrado, siendo despedidas por la Directora de la Escuela
Helen Howitt y un nutrido grupo de profesoras. Se forma el plan académico de los tres años de carrera en 1943. Según la directora Howitt, “el plan de estudios está basado en el Currículo Guía de 1937, establecido por la Liga Nacional de Enfermería de Estados Unidos. Los laboratorios, biblioteca y salones de clase de la escuela son atractivos y bien equipados” (1951). La imposición de tocas a las alumnas en 1944, los estudiantes en prácticas en el Hospital San José en 1950. Las mejores instituciones para las prácticas académicas, la Tesis de grado como requisito imprescindible para el acceso a la titulación. También nos relatan sobre las ayudas e incentivos que recibían los estudiantes.
FOTO 006 Estudiantes en practica 1950. Directoras de Escuelas de Enfermería 1958
Otro apartado nos habla de las directoras de la Escuela, empezando por
Helen Howitt, que fue la primera directora de la Escuela Nacional Superior de Enfermeras,
Johanna Schwarte, enfermera estadounidense, miembro del Panamerican Sanitary Bureau en Washington y subdirectora de la Escuela Nacional Superior,
Catherine M. Kain,
Helen Murphy,
María Teresa Murillo e
Inés Samper. También nos enseñan cual es el himno de la Escuela, y la influencia de dicha Escuela en los demás programas de enfermería de Colombia. También hacen referencia a la influencia norteamericana en la Escuela Nacional Superior de Enfermería y en la formación de enfermeras. También nos hablan de las Leyes y decretos por lo que se va a regular la enfermería. Y por fin la clausura de la Escuela para dar nacimiento a la Primera Facultad de Enfermería del país.
Y en el último capítulo titulado:
Tres Escuelas con identidad de Propósito, nos relata la unión de la Escuela de Comadrona y Enfermeras, con la Escuela Nacional de Enfermeras y con la Escuela Nacional Superior de Enfermeras.
La Escuela de Comadronas y Enfermeras
Fue creada en 1920, después de más de dos décadas de haber sido presentada formalmente la idea por parte del Consejo Directivo de la Facultad de Medicina al ministro de Intrucción Pública y de haberse puesto en consideración ante la Academia Nacional de Medicina, la necesidad de establecer los estudios de obstetricia para las mujeres; finalmente, llegó al inicio de labores en marzo de 1925. Durante los 13 años de funcionamiento de la escuela (1925 - 1938) se graduaron 91 enfermeras y comadronas y 2 enfermeras hospitalarias.
Una vez los
Hermanos de San Juan de Dios salieron del hospital, la atención de los enfermos se fue concentrando de manera más intensa en mujeres caritativas (benefactoras) y sirvientas (mujeres humildes). Con la llegada de las
Hermanas de la Presentación la atención de los enfermos pasó a ser definitivamente una práctica netamente femenina y a desarrollarse mediante una doble modalidad: por una parte, se encuentran las prácticas ofrecidas por las religiosas, que si bien tenían una base de formación y experiencia en el cuidado de los enfermos, la fuente de su inspiración se encontraba vinculada con los mandatos propios de la vida religiosa católica, y por otra, va surgiendo la enfermería como ocupación u oficio que puede ser ejercido por mujeres virtuosas que aprenden directamente en la institución hospitalaria bajo la conducción de las religiosas, con el acompañamiento de algunas indicaciones médicas.
FOTO 007 Monjas Hermanas de la Presentación. Óleo sobre fique
La Escuela Nacional de Enfermeras
Fue creada de manera definitiva en febrero de 1937 e inició labores académicas con el primer grupo de estudiantes en mayo del mismo año. Durante los ocho años de vigencia de la escuela (1937 - 1944) se graduaron 67 alumnas procedentes de las seis cohortes que existieron.
Este proyecto educativo se pudo viabilizar gracias a las reformas impulsadas por los gobiernos liberales de la década de 1930, entre ellas las referidas a la educación pública y en consecuencia a la reorganización de la Universidad Nacional de Colombia. Aquí se encuentran las propuestas relativas al desarrollo de la educación secundaria de las mujeres (1935) y su posterior ingreso en la universidad, señalándose que en coherencia con la ampliación del radio de estudios en la universidad, correspondió a la Escuela de Enfermeras la apertura de nuevos rumbos en la educación de la mujer, a la vez que prestaba atención a la continua solicitud de los médicos, sobre la urgencia de fundar una Escuela de Enfermeras conducida dentro de un ambiente científico, que tendría como cometido la formación de personal que no sólo fuese colaborador del médico, sino que tuviera la capacidad de asumir funciones de administración y dirección para los hospitales.
FOTO 008 Enfermeras colombianas y americanas
La temprana muerte de la directora de la escuela imposibilitó el desarrollo del programa de enfermeras sociales o visitadoras. Las enfermeras seglares empezaron a separarse de las prácticas y rituales propios de la creencia religiosa para vincularse fuertemente con un conjunto de saberes y prácticas médicas delegadas, de manera que iniciaban el tránsito hacia una lógica profesional.
Ante el vacío dejado por la imposibilidad de realizar el programa de enfermeras sociales o visitadoras, la Oficina Sanitaria panamericana y la Fundación Rockefeller insistieron en la necesidad de preparar enfermeras que se orientaran hacia la salud pública, circunstancia que condujo a vincular dos enfermeras norteamericanas a la Escuela en 1944, quienes venían asesorando al Ministerio de Trabajo, Higiene y Previsión Social en materia de Enfermería y muy especialmente en lo relativo a las campañas higiénico-asistenciales desde 1942.
La Escuela Nacional Superior de Enfermeras
Fue creada mediante decreto presidencial en marzo de 1943 y el 12 de mayo del mismo año dio inicio a sus labores académicas. Durante los 15 años de funcionamiento de la escuela (1943 – 1957) se graduaron 261 enfermeras generales.
En 1942, la
Fundación Rockefeller y la
Oficina Sanitaria Panamericana realizaban una misión en países de América Latina sobre la organización de escuelas de enfermeras y visitadoras sociales, como parte fundamental de los programas de cooperación en salubridad que Estados Unidos había iniciado en la región. Se concluyó que las escuelas existentes en el país tenían grandes deficiencias, siendo las más notorias la falta de educación básica para iniciar este tipo de estudios; la solución implicaba que las alumnas fuesen bachilleres o por lo menos hubiesen cursado estudios superiores de normal; también contaba la falta de una orientación claramente sanitarista y social en los programas de formación. El conjunto de los hallazgos encontrados condujo a la presentación de la propuesta de creación de una escuela de enfermeras con dependencia del Ministerio de Trabajo, Higiene y Previsión Social y con supervigilancia de la Universidad Nacional, de manera que tuviera la capacidad de dar respuesta a las deficiencias encontradas con la mayor calidad y respaldo académico.
En la organización de la escuela participaron la
Oficina Sanitaria Panamericana, la
Fundación Rockefeller, el
Servicio Interamericano de Salud Pública, entidad dependiente del
Instituto de Relaciones Interamericanas de Estados Unidos y el
Gobierno de Colombia a través del ministerio y de la
Universidad Nacional.
Las enfermeras
Helen Howitt y
Johanna Schwarte, expertas en escuelas de enfermeras y visitadoras sociales, fueron las encargadas de elaborar la propuesta base en el Currículo Guía de 1937 establecido por la Liga Nacional de Enfermería de Estados Unidos.
En el proceso de selección de estudiantes se exigió el diploma de bachillerato superior o de normalista, edad comprendida entre 18 y 30 años, ser soltera, presentar certificado de buena salud física y mental, comprobantes de vacunación y aprobación del examen psicotécnico; de esta manera, se mantenía el carácter femenino de la enfermería pero se cualificaban las exigencias académicas de ingreso. Se dispuso de un reglamento de la escuela en el que se disponía que las alumnas deberían vivir internas dentro de la escuela, salvo arreglo especial con la Junta de la Escuela.
Las asignaturas básicas eran dictadas por docentes de medicina y otras facultades de la universidad. La Escuela contaba con las enfermeras instructoras, que tenían a su cargo las cátedras relacionadas directamente con el área profesional y la supervisión de las prácticas hospitalarias; las estudiantes daban atención directa a los pacientes durante 6 días a la semana en turnos de 8 horas que cubrían las 24 horas del día en los hospitales de La Misericordia, San José, San Juan de Dios, las clínicas de Marly y David Restrepo y dos Centros de Salud, uno en el barrio Ricaurte y otro en el barrio de Puente Aranda y más tarde en el importante Centro de Salud nº 6, dependiente directamente de la Escuela Superior de Higiene.
FOTO 009 Enfermeras colombianas y americanas
GRACIAS a
Ana Luisa,
Consuelo,
Clara,
Elisabeth,
Yaneth,
Gloria y
Mireya por esta espectacular joya impresa. Un magnífico ejemplar que todo el mundo debería leer, bien estructurado, ameno, agradable para nuestra profesión y muy importante como fuente para la investigación, con muchísima bibliografía para poder consultar y poder agrandar nuestros conocimientos, para conocer mejor nuestros orígenes sobre nuestra profesión enfermera y sobre la evolución del cuidado en los enfermos.
A la
Universidad Nacional de Colombia (Sede Bogotá),
Facultad de Enfermería y
Grupo de Historia por publicar este espléndido trabajo, y a todas las personas y entidades que han colaborado
FOTOS
Las fotos incluidas en la reseña del libro, y que aparecen en él, fueron enviadas por
Ana Luisa Velandia Mora, tomadas de su archivo personal, donaciones de Lelly A. de Espitia, Blanca Martí e Inés Durana Samper.
Foto 004 Hermana
María Josefa (Margarita Ferreira). Primera colombiana religiosa de la Congregación. Fotografía tomada del Archivo Histórico de la Comunidad de Hermanas de la Caridad Dominicas de la Presentación, Bogotá.
AUTORES
Jesús Rubio Pilarte
Enfermero y sociólogo. Profesor de la E. U. de Enfermería de Donostia. EHU/UPV
Miembro no numerario de
La RSBAP
jrubiop20@enfermundi.com
Manuel Solórzano Sánchez
Enfermero Servicio de Oftalmología
Hospital Donostia de San Sebastián. Osakidetza /SVS
Vocal del País Vasco de la SEEOF
Miembro de Eusko Ikaskuntza
Miembro de la Sociedad Vasca de Cuidados Paliativos
Miembro Comité de Redacción de la Revista Ética de los Cuidados
M.
Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería
Miembro no numerario de
La RSBAP
masolorzano@telefonica.net