No es lo mismo leer historia que
verla y pasear por los lugares que se ha producido y que no se han olvidado,
con un trato especial y diferente. La demostración de orgullo de los
canadienses por sus enfermeras religiosas que iniciaron los cuidados de
enfermería en su país, queda constancia en sus catedrales de sus ciudades más
importantes.
¿Si te preguntan para que sirve la historia y cual es su utilidad?
El profesor de historia Carlos Guijarro de Murcia, le contestó:
para que seamos conscientes de lo que aquí pasó, pronto les serán entregados a
nuestros jóvenes el testigo que deberá custodiar con diligencia y ceder a otros
en un futuro no muy lejano. “La Historia enseña cómo cumplir con ese cometido,
mostrándole ejemplos de la negligencia de unos y el buen hacer de otros. Porque
todos están llamados a dejar un mundo mejor al que se les entrega, y para eso
deben conocer lo que se les confía”.
FOTO 1 L´Hotel Dieu de Quebec
1639. Junio – Julio 2016
Kanata
La primera colonia permanente
francesa se estableció en 1605 en Port Royal, Nueva Escocia. El área canadiense
de Norteamérica ya había sido visitada con anterioridad: los noruegos la habían
pisado por primera vez sobre el año 1000 DC; Jhon Cabot, un veneciano a las
órdenes del rey Enrique VII, divisó tierra cerca del golfo de San Lorenzo; los
franceses llegaron a esta zona a principios del siglo XVI. En 1534 Jacques Cartier, en nombre de Francisco
I, navegó hacia el continente americano. Regresó a Francia sin haber podido
encontrar ni oro ni un paso por el noroeste hacia el Oriente (1).
Cuando Cartier regresó un año más
tarde, navegó por el río San Lorenzo, donde encontró poblados indios. Cartier
les preguntó a los indios nativos por el nombre del territorio donde habitaban
y creyendo él que se refería al poblado, le respondieron “Kanata”, que significa “el lugar donde vivimos”. Así, Cartier llamó
a esta tierra Canadá, que es su
nombre actual. También en una época se le llamaba “Nueva Francia” (1).
Cartier fue seguido a Canadá por
exploradores, frailes franciscanos, jesuitas, dominicos y otros colonos. Estos
religiosos pronto pidieron a Francia que enviara a mujeres para enseñar a los
niños y cuidar a los enfermos. Sin embargo, la primera mujer que hizo las veces
de enfermera en esta nueva tierra fue Marie
Hubou (apellido de su segundo marido). Era esposa del cirujano - boticario Louis Hébart, al que Samuel de Champlain, el famoso
explorador, había llevado consigo en 1617 (1).
FOTO 2 L´Hotel Dieu de Quebec
1639. Junio – Julio 2016
Los jesuitas publicaron informes
sobre la ayuda que necesitaban en los “Jesuit
Relations”. Tenían la intención de fundar escuelas para los niños indios,
construir hospitales para los enfermos y mejorar las condiciones sociales en
general (1).
Gracias a los informes de los
jesuitas, posteriormente se fortaleció la práctica de enfermería con la llegada
de los Jesuitas, quienes dieron un notable impulso a la fundación de
hospitales. Fundaron escuelas para los niños indios, construyeron hospitales
para los enfermos y mejoraron las condiciones sociales y sanitarias en general.
Los europeos contagiaron el sarampión, la viruela y la tuberculosis a los
nativos, que acusaron al hombre blanco de la destrucción de su raza. Para los
religiosos fue casi imposible combatir esas enfermedades con las condiciones
existentes en el lugar. Sus intentos se verían frustrados por la suciedad, el
frío, las condiciones inadecuadas de las viviendas, los piojos y el carácter
indómito de los nativos (1).
Las publicaciones e informes de
los jesuitas suscitaron un gran interés entre los hombres y mujeres de Francia.
La Duquesa de Aiguillon, sobrina del
cardenal Richelieu, se puso
en acción. En 1637 firmó un contrato con las Hermanas Hospitalarias Agustinas de Dieppe por el que prestarían
sus servicios como hermanas de hospital y envió a trabajadores para que
pusieran los cimientos del primer hospital de Nueva Francia. El Hôtel Dieu de
Quebec fue inaugurado en 1639, y su personal estaba compuesto por tres Hermanas Agustinas de la Misericordia de
Jesús, éstas llegaron el 1 de agosto de 1639, fundando posteriormente doce
monasterios-hospitales en Québec (1).
FOTO 3 Monasterio y Museo de las Hermanas
Agustinas. Quebec
Estas monjas pertenecían a una
orden de clausura y habían sido preparadas para cuidar a los enfermos. Llevaban
una túnica de algodón blanco con un cinturón de cuero negro y un velo negro.
Las tres pertenecían a familias francesas acomodadas. Marie Guenet de St. Ignace; Anne
Lecointre de St. Bernard y Marie
Forestier de St. Bonaventure de Jesús. Tuvieron que afrontar múltiples
penalidades, y a los 8 meses ya había fallecido una de ellas.
Las Hermanas Agustinas de la
Misericordia de Jesús, apenas desembarcar, ya se encontraron desbordadas
por los pacientes. Al ser la sala del hospital muy pequeña, fue necesario
erigir cabañas, al estilo de las de los nativos, en su jardín. Puesto que no
había provisiones para tanta gente, tuvieron que cortar en dos o en tres trozos
algunas de las mantas y sábanas que habían traído para estas pobres gentes
enfermas. En una palabra, en lugar de tomarse un pequeño descanso y refrescarse
después de las grandes incomodidades que habían sufrido en el mar, se
encontraron tan sobrecargadas y ocupadas que temimos perderlas a ellas y
nuestro hospital desde su mismo nacimiento. Los enfermos llegaban de todas
partes… Su hedor era tan insoportable, el calor tan intenso, los alimentos
frescos tan escasos y malos… Resumiendo, desde el primero d agosto hasta el mes
de mayo del año siguiente, más de cien pacientes ingresaron en el hospital y
más de doscientos pobres nativos encontraron alivio allí (Kenton, 1925;
páginas 169-170) (1).
FOTO 4 Hermanas del Hôtel Dieu
cuidando a los indios en Montreal. J. McIsaac. 1747. Cortesía del Hôtel Dieu,
Archivos religiosos hospitalarios de Saint-Joseph, Montreal, Canadá
En este hospital de Quebec se
organizaron unas consultas externas para el tratamiento de los nativos cuyas
enfermedades no requerían su ingreso hospitalario. Las Hermanas enseñaron y
formaron a las mujeres nativas que colaborarían con ellas en el cuidado de los
enfermos, aunque sus obligaciones eran fundamentalmente domésticas, como
cocinar, limpiar, hacer las camas y preparar las provisiones. Entre 1640 y 1644
dichas Hermanas acudieron a Sillery, una misión jesuita próxima a Quebec, para
cuidar a los nativos, pero tuvieron que regresar por la actitud belicosa de los
iroqueses.
Las Hermanas Ursulinas acompañaron a las Hermanas Agustinas en el viaje desde Francia. Era una orden de
monjas maestras reclutadas por Madame de
la Peltrie, quien se había comprometido en la creación de una escuela
misionera para los nativos. Sin embargo, pronto fueron enseñadas y formadas
para el cuidado de los enfermos con el fin de que pudiesen ayudar a combatir
durante las epidemias. Hubo un brote de viruela en la escuela, y el hogar de
las Hermanas se convirtió en alojamiento improvisado para los contagiados. En
este hospital de urgencias, murieron muchos indios hasta que finalmente la
enfermedad desapareció de forma espontánea. Esta instrucción a corto plazo en
el cuidado de los enfermos podría considerarse como la primera formación y
supervisión de enfermeras de América. Tan pronto como fue posible, las Hermanas
Ursulinas volvieron al trabajo para el que habían sido preparadas inicialmente,
el de maestras (1).
FOTO 5 Hermanas Ursulinas. Quebec
En 1643 se crea el Hospital en
Montreal. En 1658 se construye el Hotel Dieu de Quebec y en 1644 se
había creado el Hospital de la Provincia de Montreal. En la fundación de este
último se destacó la figura de Juana
Mance (1606 – 1673), una mujer de alto nivel educativo que pronto se
dirigió a Francia solicitando ayuda económica, ya que las Hermanas religiosas
debían encarar muy serias dificultades por falta de recursos y personal idóneo.
A Juana Mance se le considera una figura romántica dentro de la enfermería
canadiense. Francia respondió a las demandas canadienses enviando solamente
tres Hermanas de la Orden de San José
y a dos Hermanas de la Caridad
quienes, por su escaso número y preparación, pasaron a trabajar con otras
órdenes religiosas “las Hermanas
Cinzentas” y con organizaciones misioneras. Mance siguió desempeñándose en
el cuidado de los enfermos hasta 1659 (1 y 2).
Juana Mance, era hija de padres
franceses ricos y había sido educada en un convento de Hermanas Ursulinas.
Desde su más tierna infancia, Juana demostró su inclinación religiosa. Aprendió
sobre los cuidados de enfermería al colaborar con las Damas de la Caridad en
1638 durante una grave epidemia. A su llegada a Canadá, se le permitió integrarse
en la clausura de las Hermanas Agustinas de Quebec, donde esperó a que se
completara la construcción de Ville Marie, el futuro Montreal. Aquí se empleó a
fondo Juana y tuvo la gran oportunidad para aprender los cuidados de enfermería
y cómo funcionaba la administración de un hospital. Llegó a Montreal el 17 de
mayo de 1642 bajo el patrocinio económico de una acaudalada filántropa, Madame de Bullion, quien deseaba que
fundase allí un hospital.
Los habitantes de esta colonia
vivieron en paz durante un año aproximadamente, después del cual vinieron las
inundaciones y las luchas con los iroqueses. Más de la mitad de los colonos
murieron a manos de los indios. En una diminuta cabaña-hospital dentro del
fuerte, Juana Mance atendía a los
heridos por las flechas. Preparaba sus propias medicinas, trataba los sabañones
y la congelación, practicaba la sangría y cuidaba a los indios iroqueses igual
que a los colonos. En octubre de 1644 se hizo el hospital más grande, se
dividió en dos salas, habitaciones para el servicio, una cocina y una
habitación para Juana. El hospital estaba rodeado por una empalizada y
protegido por un foso debido a los siempre amenazantes iroqueses. Durante casi
15 años Juana Mance llevó a cabo
todo el trabajo de enfermería con la colaboración de unas pocas ayudantes. Se
ganó la reputación de ser la “primera enfermera seglar de Canadá”
y también de Norteamérica (1).
FOTO 6 Ventanal Jeanne Mance. Vidriera
emplomada. Basílica de Notre-Dame, Montreal, Canadá. Aparece en la parte
central rodeada de enfermos. En la parte izquierda, las primeras tres hermanas
de la orden de las Hospitalarias de San José y en la parte derecha se las ve
cuidando a los enfermos en Montreal
Juana regresó a Francia en 1657
para recabar ayuda económica y reclutar personal de enfermería. Tres monjas de Hospital de la Sociedad de San José de la
Flèche (Hospitalarias de San José) fueron a Montreal para formar al
personal del Hôtel Dieu, con Juana Mance de directora, cargo que ostentaría
hasta su muerte en 1673. Las religiosas sufrieron múltiples adversidades
durante el primer siglo de existencia del hospital: ataques de los indios,
pobreza extrema, incendios, terremotos y hambre. Perseveraron y finalmente
alcanzaron una notable prosperidad y el reconocimiento a su trabajo.
En el siglo XIX,
Francisca Gifford, fue la primera
religiosa enfermera canadiense, hija del primer médico del hospital. Por ese
mismo tiempo en 1739, Marguerite Marie
D'Youville, fundó la congregación de las Hermanas de la Caridad en Montreal también llamadas Hermanas Grises, para el cuidado de los
enfermos, ancianos y niños expósitos. Sus miembros no estaban enclaustrados, de
forma que podían llevar su trabajo y sus cuidados hasta los hogares de los más
necesitados. Las Monjas Grises fueron realmente el antecedente histórico de las
actuales enfermeras de distrito de Canadá (1 y 2). Sin embargo, su labor tuvo
que enfrentarse a la incomprensión de la gente, que no veía de buen grado a las
monjas caminando libremente por las calles.
FOTO 7 L´Hotel Dieu de Quebec
1639. Junio – Julio 2016
Durante el siglo XVII, vio cómo
toda la obra francesa en Quebec y Montreal pasaba a control de los ingleses
como resultado de la Guerra de los Siete
Años. Canadá pasa a ser colonia británica y, en ese contexto, aparecen
hospitales municipales con enfermeras sin formación.
El principal asentamiento de los
ingleses fue en Ontario y, si bien en 1864 se proyectó crear una Escuela de
Enfermería, la idea no prosperó.
En 1875 el Hospital General de
Montreal solicita a Inglaterra la colaboración de Florence Nightingale para crear
su Escuela de Formación de Enfermeras (1).
Canadá tuvo una de las primeras
Escuelas que siguieron el modelo Nightingale, ubicada en el St. Catharine´s General and Marine Hospital
(1874). Los reglamentos para las enfermeras se establecieron en las regulaciones
de la Escuela de formación (que más tarde se llamó Mack Training School) y
estaban influidos por los principios de Miss Nightingale. El primero de estos
estatutos estipulaba:
FOTO 8 Ursulinas de Quebec y
María de la Encarnación
Las enfermeras, durante el cumplimiento diario de sus deberes, deben
observar la más estricta reserva y evitar cautelosamente el “chismorreo”: su
conducta debe ser amable y respetuosa en todo momento, y cuando estén de
servicio en casas particulares, se espera de ellas que, además de encargarse
completamente de los pacientes, eviten causar molestias innecesarias, cuiden de
sí mismas y presten la mayor atención a la preparación de la comida para los
enfermos; asimismo, ayudarán con alegría en otras cuestiones, aunque no estén
directamente relacionadas con su deber, cumplirán fielmente las instrucciones
del médico y, en situación de emergencia, informarán de cualquier caso en que
la ejecución de sus órdenes haya sido excedida u omitida. No demostrarán
preferencias por ningún médico. Atenderán escrupulosamente a los deberes
especiales para con el paciente con la delicadeza y la exactitud que les han
enseñado sus superiores, y nunca obstaculizarán o criticarán el tratamiento.
Gibbon y Mathewson, 1947; páginas 144 y 145 (1).
Las órdenes religiosas de enfermería en América
Muchas monjas y sacerdotes
religiosos llegaron a América con los colonizadores franceses y españoles y
proporcionaron al menos unos cuidados de enfermería mínimos a las comunidades
católicas. Las Monjas Agustinas, las Monjas Ursulinas y las Hermanas de la
Caridad son las que aparecen citadas con mayor frecuencia en la historia del
servicio de enfermería en los hospitales de América del Norte y América del
Sur. Las órdenes religiosas de mujeres también contribuyeron enormemente a los
cuidados de enfermería durante la Guerra de Secesión. Su organización y
motivación les proporcionaban una ventaja notable sobre las seudoenfermeras
seglares de la época. Enseñaban ellas mismas organizando cursos y preparaban a
las nuevas enfermeras. Casi todos los miembros de estas órdenes tenían una
cierta preparación y habían recibido una formación esmerada. Solían ser mujeres
refinadas e inteligentes con un interés sincero por el cuidado de los enfermos.
A ellas les ofrecían formarse en los cuidados de enfermería, ejercitarla o
dedicarse a la educación parroquial y atender a los más necesitados.
Los grupos protestantes de
enfermería también atendieron a los enfermos y heridos durante el tiempo de la
Guerra de Secesión.
La Basílica de Santa Ana de Beaupré, está junto al Río San Lorenzo a 30 kilómetros al este
de la ciudad de Quebec. Es una iglesia católica con muchos milagros de curas de
enfermedades. Es un importante santuario del catolicismo, con cerca de medio
millón de peregrinos que la visitan cada año. El 26 de julio es la fiesta de
Santa Ana, santa patrona del Quebec.
FOTO 9 María Caterina de San
Agustín. Basílica de Santa Ana
de Beaupré
Las Hermanas Agustinas de la Misericordia de Jesús en Québec
A través de los siglos marcados
por una devoción total, las Hermanas Agustinas de la Misericordia de Jesús, han
fundado doce monasterios-hospitales en Québec y misiones en el extranjero.
Asimismo, a continuación de la creación de la Federación de monasterios en
1957, las Agustinas han hecho construir una casa de formación en Sillery.
En Canadá, la presencia de las
Hermanas Agustinas de la Misericordia de Jesús se ha expandido. Empezaron en el
Hôtel-Dieu du Précieux-Sang establecido en Québec en 1639, se agregan al
Hospital General en 1693, el Hôtel-Dieu du Sacré-Cœur de Jesús en 1873,
Chicoutimi en 1884, Lévis en 1892, Roberval en 1918, Gaspé en 1926,
Saint-Georges en 1949, Montmagny en 1951, Alma en 1954, Jonquière y Dolbeau en
1955.
FOTO 10 Manuel Solórzano en la
Plaza de Notre Dame de Montreal. Monumento a Juana Mance
La semilla de mostaza de 1639 se
ha transformado en un gran árbol. La Iglesia, que protege maternalmente a las
comunidades religiosas, se ha ocupado, desde el comienzo del siglo XX de
remediar el problema del aislamiento de
los Monasterios sugiriendo formas de unión, tales como una Federación de
monasterios autónomos o de un Generalato.
Juana Mance, Una laica deseosa de servir en Nueva Francia
Juana Mance nació en Langres en
Champagne francesa, el 12 de noviembre de 1606. Muy joven quiso entregar su
vida a Dios y sintió un llamado misionero para el Canadá.
«Sé que Dios me quiere
en Canadá, pero no sé ni donde, ni tampoco para que misión. Me abandono
totalmente a su voluntad ».
Después de discernimiento, sale con
Paul de Chomedey y una recluta de hombres. Llegan a la isla de Montreal, el 17 de mayo
de 1642 para establecerse en Ville-Marie: es cofundadora de esta colonia. Con
la ayuda financiera de la Sra. de Bullion, Juana Mance funda el Hôtel Dieu y
atiende a los heridos y enfermos, franceses y amerindios; prepara para la
llegada de las Hospitalarias de San José.
Conociendo los designios del fundador
Jerónimo Le Royer, en 1659, Juana Mance trae desde Francia a las tres primeras
Hospitalarias. Entonces comienza la historia de la gran
colaboración entre esta laica y las Hospitalarias de San José, hasta el 18 de
junio de 1673, cuando fallece.
FOTO 11 L´Hotel Dieu de Quebec
1639. Junio – Julio 2016
Oración para conseguir
favores por la intercesión de Juana Mance
Dios todopoderoso, Queremos
agradecerle al recordar los orígenes de nuestra fe en tierra canadiense.
Te glorificamos cuando evocamos
la memoria de Juana Mance.
Por su intercesión y ejemplo, haz
que busquemos en todo tu voluntad, fuente de alegría y libertad.
Sagrado Corazón de Jesús, te
suplicamos por la intercesión de tu Santa Madre y de tu fiel servidora Juana
Mance, escuchar nuestra oración y conseguirnos los favores que te pedimos… que
sea para tu gloria, nuestro propio bien y la glorificación de Juana Mance.
Discusión
Fueron los colonizadores de
origen francés quienes crearon los primeros hospitales en América del Norte. En
Canadá estos hechos ocurrieron en Québec y Montreal “ambas pertenecientes a
colonias francesas”, aunque sin personal ni recursos materiales que permitieran
atender satisfactoriamente a los enfermos y enfrentar, las situaciones de
epidemia tan frecuentes en aquella época. Gracias a los Jesuitas, a las
Hermanas Agustinas y a las Hermanas Ursulinas, que emprendieron el largo
aprendizaje de la enfermería en la atención y cuidados a las personas y la
formación en los hospitales; hoy en día las enfermeras tienen sus universidades
en tierras canadienses.
Bibliografía
1.- Historia
de la Enfermería. M. Patricia Donahue. Versión española de la obra original
“Nursing. The
Finest Art. An Illustrated History”, publicada por The C. V. Mosby Company. B-24.474-99
2.- Historia de la Enfermería.
Aspectos relevantes desde sus orígenes hasta el siglo XX. María Rosa Parentini.
Ediciones Trilce. Uruguay 2002
3.- Religiosas Hospitalarias de
San José
Manuel Solórzano Sánchez
Diplomado en Enfermería. Servicio
de Traumatología. Hospital
Universitario Donostia de San Sebastián. OSI- Donostialdea. Osakidetza-
Servicio Vasco de Salud
Insignia de Oro de la Sociedad
Española de Enfermería Oftalmológica 2010. SEEOF
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de Historia de la Enfermería
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