NUEVA CLÍNICA OPERATORIA DEL
DOCTOR EGAÑA. ATEGORRIETA. SAN SEBASTIÁN. POSTERIORMENTE EN LA AVENIDA DE
NAVARRA
En el primer
tercio del siglo XX en nuestro país se caracterizó por la creación de Clínicas
privadas. Era la época de auge de la clientela privada en la que el cirujano
general con cierto prestigio, de ordinario adquirido en los Centros
hospitalarios, y con deseos de independizarse veía posible tener una Clínica
propia con la colaboración de amigos médicos especialistas (2).
Foto 1 Villa
Ferminatxo. Clínica de las Mercedes
VILLA FERMINACHO. CLÍNICA
NUESTRA SEÑORA DE LAS MERCEDES
(Hoy
en día) Calle Atarizar nº 10. Ategorrieta. Donostia – San Sebastián
Obra
de José María Múgica (1897), proyectada para la familia Mocoroa, propietaria de
un establecimiento de semillas en la Parte Vieja donostiarra. Era una villa de
líneas clásicas con cubierta de teja a cuatro aguas, pilastras angulares y
despiece almohadillado en su planta inferior. Su fachada principal venía
presidida por un cuerpo de miradores (1).
En
1912 le fue añadido un anexo lateral para su transformación En Clínica
Operatoria, Primera Clínica Operatoria de Nuestra Señora de las Mercedes,
pasando posteriormente a la Avenida de Navarra(1).
Establecimientos
de salud muy característicos en ese barrio de Ategorrieta. Demolida en los años
1970, para construir la urbanización Ataria.
Clínica en las Cocheras de Ategorrieta
“Villa Ferminatxo”. Sus comienzos
Fue la tercera clínica privada que se abrió llamada “Clínica
de Nuestra Señora de las Mercedes”, situada en las Cocheras de Ategorrieta e
inaugurada el 12 de Enero de 1913 en
la “Villa
Ferminatxo” acondicionada al efecto por los Doctores Modesto Huici Zalacain y Luis Egaña Monasterio, compañeros del “Hospital
de Manteo” u “Hospital San Antonio Abad”; y que permanecieron siempre unidos en
los puestos que ocuparon contrastando la sencillez y campechanía del
andoaindarra Huici con la atildada figura y aristocrático porte de Egaña,
bermeano de origen (2).
Foto 2 Clínica Nuestra Señora de las Mercedes con jardines, en 1923
Esta Clínica se fundó para
atender enfermos privados que, por serlo, que no tenían acceso al Hospital de
San Antonio Abad también llamado Hospital de Manteo u Hospital Civil.
Resultando
insuficiente e impropia para las exigencias sanitarias del doctor Luis Egaña,
planearon otra de nueva planta y escrupulosa construcción que el doctor Modesto
Huici no llegó a ver, este cambio de ubicación y traslado estaba situada al pie
del monte Ulía. Adquirieron una amplia parcela en el donostiarra barrio de Gros
para construir a un lado de ella la Clínica y a cierta distancia, justo
enfrente, la casa del doctor Egaña. Aún no trazada la actual Avenida de
Navarra, la Clínica con sus jardines ocupaba una amplia superficie que al otro
extremo incluía el palacete renacentista con la portada de igual estilo del
derruido Palacio de Zabala que en Vergara alojó a finales del siglo XVIII el “Laboratorium
Chemicum” del Real Seminario, palacete que era morada del Dr. Luis Egaña
Monasterio.
Egaña, de su época de estudiante de bachillerato en Bergara, recordaba sin
duda la preciosa portada del Palacio Zabala que a finales del XVIII albergó el Laboratorium Chemicum del Real Seminario.
Al enterarse de que iba a ser derribada la casa, mandó desmontar la obra
renacentista a fin de colocarla como entrada de la, más que villa palacete, en
construcción en la mencionada parcela. La fachada principal quedó ennoblecida
con la pieza bergaresa. (Curiosamente cuando cincuenta años más tarde una
inmobiliaria compró el solar en el que se encontraba la villa para construir un
bloque de viviendas, la famosa portada fue de nuevo desmontada y colocada en
Bergara gracias a los desvelos del arquitecto donostiarra, Amigo del País, Manuel Urcola).
Así la conocí yo, nos cuenta el doctor Ignacio María Barriola
Irigoyen que en la década de los treinta, al abrirse
la Avenida de Navarra, ésta partió la finca quedando la Clínica al borde de la
acera y al otro lado la Villa, derruida hace unos años para construir el bloque
de viviendas que hoy allí existe. Por cierto que la bella portada a que he
hecho referencia, volvió a ser desmontada y sus piedras numeradas trasladadas
de nuevo y para mejor finalidad a la Muy Noble y Leal Villa de Vergara (2).
Foto 3 Clínica Nuestra Señora de las Mercedes con jardines, en 1923
El
doctor Luis Egaña Monasterio era el
director del Hospital Civil o San Antonio Abad o Manteo, lo fue también de la
Cruz Roja y falleció en 1928. La clínica quedó a cargo de su ayudante el doctor
José María Zurriarain Mutiozábal pero
por pocos meses ya que, a finales del mismo año pasó, como fundador, a la
recién construida Clínica de San Antonio
(10).
Durante
siete años ocupó la Clínica de las Mercedes el doctor Leandro Martín Santos hasta acondicionar su propio sanatorio (11).
A finales de 1935, era notorio que Leandro Martín Santos (11) preparaba su
propio Sanatorio para dejar la Clínica de las Mercedes en donde trabajaba.
Sería a comienzos del año siguiente, según lo supimos más tarde, al concluir su
contrato de arrendamiento. De ser cierto, no podíamos desaprovechar la ocasión.
Foto 4
Clínica Nuestra Señora de las Mercedes con la carretera
En
1936 se hicieron cargo de la Clínica los doctores Ignacio María Barriola Irigoyen y Valentín Fort Zárraga, y más tarde entrarían a formarla también los
doctores Juan María Arrillaga Oyanarte
y Gil Clemente Múgica para, al fallecimiento del primero, incorporar a los
doctores José Eugui Barriola (toco-ginecólogo)
y Jaime Ormaechea Iraizoz (oftalmólogo),
contando Barriola desde sus comienzos con el anestesista Javier Eguiguren Acha.
En mi regular asistencia al Servicio hospitalario del doctor José Beguiristain trabé amistad con un
colega mayor que yo en edad y recién establecido en la ciudad después de muchos
años de estancia y trabajo en Alemania. Era Valentín Fort Zárraga, cuñado del
ya mencionado letrado Pérez Arregui,
que había cursado su carrera en Madrid, hizo digestivo con Madinaveitia y más tarde en Alemania junto a los profesores Boas, Ewald y Magnus Lowy
entre otros. Profesionalmente no se encontraba a gusto al tropezar con análogas
dificultades a las mías en la exploración de los enfermos en su consulta
privada. Así al exponerle un día y otro mi idea de establecer entre ambos una Clínica
exclusivamente dedicada a digestivo, llegó a verla con ilusión y comenzamos a
planearla.
Volviendo a la Clínica, la prematura muerte de Modesto Huici con 41 años en 1919 le impidió intervenir en su
construcción que quedó encomendada a su compañero, meticuloso y detallista al
extremo. En forma de chalet de estilo vasco era de cuatro plantas, asotanada la
inferior, con dobles paredes y ventanas para aislamiento de las habitaciones
preservadas de las variaciones de temperatura exteriores. De cemento armado,
sin zócalos en las plantas principales, acanaladas las paredes de arriba y
abajo para facilitar la limpieza y un suelo especial, llamado alfombra de corcho,
que mitigaba los ruidos y que perduró inalterado al cierre de la Clínica
sesenta años después. Como curiosidad se recordaba en el barrio a los obreros
suizos venidos ex-profeso a colocarlo y que al terminar su labor diaria salían
bien ataviados y con bombín.
Foto 5 La Reina María Cristina visitando la Clínica Nuestra Señora de las
Mercedes en San Sebastián junto a su personal en el quirófano y con el doctor
Luis Egaña Monasterio, propietario de la Clínica Nuestra Señora de las Mercedes
en la Avenida de Navarra de San Sebastián. 1923
La Clínica Nuestra Señora de las Mercedes en la Avenida de Navarra
se inauguró en 1923; de capacidad
reducida contaba con quince camas repartidas en doce habitaciones, amplia sala
de electro-radiología en el sótano, zona quirúrgica en la planta baja con un
quirófano y otro menor para intervenciones y curas sépticas. Luis Egaña trabajó
en esta casa de sus ensueños solamente cinco años, asistido por José María Zurriarain Mutiozábal, su
ayudante en el Hospital, ya que falleció en 1928.
Al morir Luis Egaña Monasterio su
finca pasó a ser propiedad de su hermano Félix,
director del Sanatorio de la Fuenfría
en Madrid, y a su fallecimiento en enero de 1930, a poder de su viuda Luz Chapa distinguida dama bilbaína.
Posteriormente llegó a ser propiedad del
Dr. Ignacio María Barriola.
En enero de 1929 tomó la Clínica en arriendo el doctor Leandro Martín Santos. Cuatro años más tarde en 1933 el Ayuntamiento de la ciudad
decidió el trazado de la Avenida de Navarra, vía de acceso a ella, lo que
supuso la expropiación de terrenos y la división en dos partes, la Avenida por
medio, de la finca de Egaña dejando separadas su casa particular y la Clínica
que quedó fuera de las ordenanzas municipales al mismo borde de la acera de
dicha Avenida.
La situación no agradaba al cirujano y menos al serle insuficiente la
Clínica por lo que se decidió a dejarla para pasar a su nuevo Sanatorio. Fue a
finales de 1974 cuando se demolió la Plaza de Toros y explanó el montículo en
que se asentaba cambiando radicalmente el aspecto de la zona del barrio de
Gros.
Foto 6 El doctor Valentín Fort Zárraga en el despacho de la Clínica Nuestra
Señora de las Mercedes
Valentín Fort y yo teníamos que aprovechar la ocasión que se nos presentaba al
encontrarnos con una Clínica hecha y montada en la que, sin mayores desembolsos
y en alquiler, podíamos trabajar de inmediato. Puestos al habla con la
propietaria aceptó la propuesta de arrendamiento por cinco años desoyendo a su
familia más inclinada a la venta.
Con Martín Santos se fueron a su nuevo “Sanatorio
Quirúrgico del doctor Leandro Martín Santos” (hoy Clínica Quirón) la Comunidad de Hijas de la Caridad y no
nos fue fácil encontrar sus sustitutas (en algunos artículos escriben que eran
las Hermanas Mercedarias, pero el error se puede deber al nombre de la
Clínica).
La que nos convenía era muy reducida y no interesaba a las congregaciones a
las que nos dirigimos. Por fin, a los dos meses, dimos con las Religiosas de la Providencia, comunidad
francesa con Casa Madre en Lectoure, próximo a Toulouse, con deseos de
expansión a este lado de los Pirineos en donde atendían dos pequeños centros
próximos a nuestra ciudad: el Asilo-Escuela
de Usurbil y el Sanatorio
Antituberculoso de Nuestra Señora de las Mercedes para atención de los
enfermos tuberculosos y de precaria vida, sito en el alto de Uba, inaugurado en
1912 por los Reyes, y hoy en día se encuentran los traperos de Emaús, en Loyola
(2).
Cómo era la Nueva Clínica en la Avenida de Navarra
En un libro encontrado en la
Biblioteca Koldo Mitxelena, en su
fondo de reserva y catalogado cómo “Nueva
Clínica Operatoria del Doctor Egaña. San Sebastián (Ategorrieta)”. Nuestra
Señora de las Mercedes. Realizada la impresión en: Impressions Dárt. C.F.I.P.
Mesieur Bourgecide. 51-53 Faubourg S´Denis. Paris. Además de contener unas
fotos extraordinarias nos cuenta cómo era y cómo se construyó esta clínica (4).
NUEVA CLÍNICA OPERATORIA DEL
DOCTOR EGAÑA. NUESTRA SEÑORA DE LAS MERCEDES
La experiencia
adquirida en los muchos años que llevamos trabajando en clínica particular, y
lo que nos han enseñado las frecuentes visitas que hacemos a las principales
clínicas nacionales y extranjeras, nos ha servido de base para llevar a cabo
los deseos que desde hace algún tiempo teníamos de construir en San Sebastián
una clínica privada que mereciera el calificativo de modelo y que nos
proporcionara la doble satisfacción de trabajar en un ambiente cómodo y de toda
garantía para el enfermo (4).
Foto 7 Vestíbulo y Salas de espera de la Clínica Nuestra Señora de las Mercedes
Facilidad y
sencillez para la ejecución de complicados trabajos, limpieza esmerada en todos
los servicios, bienestar y garantía para el enfermo son los problemas que una
clínica encierra y que hemos procurado resolver en unión de nuestro ilustre
arquitecto Lucas Alday, autor del
proyecto y director de la obra (4).
Situado el
edificio en lindo lugar de Ategorrieta, a 200 metros de la
carretera con Francia, orientado al Mediodía, y rodeado de un espléndido
arbolado, hemos procurado que además de sus condiciones higiénicas, el aspecto
exterior lo mismo que el interior no dé la impresión de una clínica, sino la de
una casa de campo, pues entendemos que en ciertos enfermos muy emotivos tiene
esto mucha importancia para el mantenimiento de una buena moral.
La construcción
del edificio es de cemento armado, y por tanto incombustible, con dobles pisos
y dobles tabiques, que además de evitar la propagación de ruidos, nos han
servido para llevar por sus espacios, sin que aparezcan al exterior, las
tuberías correspondientes a las instalaciones de luz, teléfonos, timbres, gas,
agua caliente y fría, calefacción, etc…
Foto 8 Subida a la primera planta de la Clínica Nuestra Señora de las Mercedes
Las ventanas y
puertas de los balcones tienen dobles vidrieras, con el objeto de interponer
entre el interior y el exterior una capa de aire mala conductora del frío y
ruidos. En las fachadas Norte y Noroeste se acentúa este aislamiento por medio
de dobles ventanas (4).
Las paredes
interiores son todas lavables, por estar esmaltadas y otras recubiertas de
Anacripta.
Las salas de
operaciones, la de esterilización, la de curas, los cuartos de baño, de
toilettes, y los W.C. están revestidos de fino azulejo inglés.
Hemos hecho un
detenido estudio de los distintos suelos que hemos visto en las principales
clínicas y sanatorios de Europa, ya que la importancia de ellos en una clínica
quirúrgica es capital, pues sus suciedades, convertidas en finísimo polvo,
constituyen, como es fácil de comprender, un peligro constante en un servicio
de cirugía. Por ser el mejor hemos adoptado en las habitaciones el “Cork carpet” inglés, que es blando,
silencioso, perfectamente lavable, pulible y como el linóleum incrustado
adoptado en el resto del edificio, ha sido colocado por obreros que se nos han
enviado especializados exclusivamente para esta clase de trabajos y en forma
que quedan suprimidos todos los ángulos y esquinas, imposibilitando que el
polvo se cobije en sitios difíciles de limpiar, al mismo tiempo que por su
naturaleza y colorido una simple inspección basta para que la menor suciedad
sea apreciable (4).
Foto 9 Sala de operaciones asépticas de la Clínica Nuestra Señora de las Mercedes
Consta la clínica
de cuatro plantas:
Planta Baja. En la que se han instalado, además de los servicios propios de un hotel,
(cocina con sus dependencias, lavaderos, secaderos de ropa, plancheros,
frigoríficos, calefacción del edificio, ídem de aguas, etc., etc.) los de
radiografía y radioterapia, baños de sol artificial, electroterapia, diatermia
y laboratorio de clínicas.
Planta Principal: En ésta se han dispuesto los servicios de
consultorio y salas de operaciones con sus departamentos de esterilización, y
sala de anestesia, curas y vendajes, (instalación Shaerer de Berna y Flicoteaux
de Paris). Todo cuanto exigen los adelantos de la más moderna y escrupulosa
técnica operatoria, ha inspirado la ejecución e instalación de estas
importantes dependencias.
Además de los
servicios enumerados, dispone esta planta de dos habitaciones para el caso en
que por disposición facultativa se desee para un enfermo un aislamiento
completo de la planta dedicada a la enfermería.
Planta segunda: Dedicada exclusivamente a habitaciones de enfermería, la buena asistencia
del enfermo está facilitada por la concentración de todos los servicios
generales de la clínica en un cuarto de guardia y de servicio de enfermería,
que dispone de cuadro de timbres y de teléfonos (todos los enfermos disponen en
su cabecera de un teléfono que les sirve para hablar sin moverse de la cama, no
sólo con el interior de la casa, sino con la red Urbana y por tanto con la
provincial e interurbana), un botiquín de urgencia, servicio de esterilización
de urgencia, ascensor de cocina, cocina de gas para pequeños menesteres,
distintos armarios para ropas de cama, mesa y material esterilizado,
vertederos, lavaderos de vajilla, y tubo comunicante con la lavandería,
estando, en una palabra, dispuesta esta habitación de enfermeras de manera que
todo lo necesario, en un momento determinado, exista en ella, haciéndose por
tanto los servicios con toda rapidez y ventajas para enfermos y enfermeras, que
no tienen necesidad de distraer su atención y tiempo separándose del paciente.
Foto 10 Habitación de Primera Clase de la Clínica Nuestra Señora de las Mercedes
Las habitaciones
han sido dispuestas en forma que exageradamente sencillas sean confortables y
cómodas para el enfermo. Se han suprimido en lo posible los muebles, pues
dispuestas las mesillas de noche y armarios en el espesor de los muros, y
contando todas las habitaciones con un pequeño cuarto de toilettes con lavabo,
retrete y dispositivos de limpieza automáticos, se comprenderá que pocos son
los estorbos que existen para que la limpieza sea fácil y escrupulosa, ya que
los suelos, como antes hemos dicho, están revestidos del “cork carpet”,
lavable, pulible, blando, confortable y suprimidas todas las esquinas y
ángulos.
Planta tercera: Existe en ella una capilla, en la que el capellán de la clínica celebra
misa todos los días. Además de las habitaciones del médico interno, hermanas,
servicio, ropería, farmacia, almacén de aparatos y útiles, esta planta dispone
de una terraza cubierta, y que abierta solamente al Sur, está destinada a
solarium para aquellos días en que por razones de baja temperatura y viento, no
puedan los enfermos que lo necesiten tomar baños de sol en las terrazas y
balcones de sus habitaciones.
Foto 11 Habitación de Primera Clase de la Clínica Nuestra Señora de las Mercedes
El personal
facultativo de la clínica está compuesto del cirujano director, dos médicos
ayudantes, y personal subalterno (practicantes y enfermeros). La dirección
administrativa y enfermería están bajo la dependencia de una Hermana Superiora,
a cuyas órdenes obedecen seis hermanas más y el servicio de criados.
Cuando una o más
personas de la familia deseen habitar la clínica, acompañando al enfermo y
viviendo en ella, se harán precios convencionales, para los de primera, y
segunda clase, siendo para os de tercera el mismo que pague el enfermo, ya que
lo reducido del precio de la pensión, 12 pesetas, no permite hacer reducción
alguna a los clientes de esta clase.
Además de la
pensión, el enfermo deberá satisfacer a la clínica, los gastos del material de
operaciones, curas, medicación, radiografías, análisis de laboratorio, etc.,
que hubiere ocasionado.
Los honorarios
facultativos serán reglados por el cirujano director, estando éstos en relación
con la importancia de la operación y la posición del enfermo.
Las reclamaciones
deberán ser hechas al Director de la Clínica o a la Madre Superiora (4).
Foto 12 Sala de operaciones de la Clínica Nuestra Señora de las Mercedes
Llega la Guerra Civil
El 2 de abril de 1936 y en plena tormenta, presagio de la que soportaría la
Clínica, entraron en ella tres Religiosas
de la Providencia que iban a formar la Comunidad: sor Stanis, sor Celeste y
sor Mecthilde procedentes de
Lectoure, del Sanatorio y del Asilo-Escuela respectivamente. Completaban el
servicio una enfermera de noche, el
enfermero y dos sirvientas. Su trabajo de las primeras semanas fue ímprobo
pues la casa no estaba tan en regla como indicaba su inventario y limpieza,
arreglos, reparaciones y suministros corrían a su cargo. Eliminadas las dobles
camas de algunas habitaciones, empezamos con un total de once (2).
Tres días después, Domingo de Ramos, un sacerdote amigo celebraba la
primera misa de nuestra Clínica y bendecía los locales en presencia de las
familias Pérez-Arregui-Fort y Barriola. A finales de aquel mes de
abril, montado el nuevo aparato de Rayos X y bien acondicionadas las demás
instalaciones, empezamos a recibir enfermos y dar los primeros ingresos. El 15
de mayo hice mi sesión quirúrgica inicial.
Dos meses más tarde, el inolvidable 18 de julio, comenzó la guerra civil.
La noche siguiente, al hacer los “milicianos” un registro en la villa contigua,
su propietario el Marqués de Torregrosa
ya entrado en años sufrió un infarto cardíaco mortal. Dos hermanas de la
Clínica pasaron a acompañar a su esposa y la tercera, ante el temor de
registros o complicaciones, me rogó por teléfono que me presentase en la
clínica. Mi mujer Paquita y yo, a media noche, atravesamos la ciudad a pie
entre disparos sueltos, ¡altos!, y grupos que enarbolaban banderas rojas, para
hacerle compañía. Era el comienzo de una tensa situación (2).
Foto 13 Villa y escudo del Marqués de Torregrosa, en la Avenida de Navarra
En esa época tenía problemas económicos con la
clínica, tenía que ahorrar hasta el último céntimo, decía Ignacio María Barriola, pues apenas veo enfermos, no entra una
peseta y la clínica, sólo da gastos (3).
El quehacer de la Clínica se paralizó casi por completo. Por orden del
Frente Popular, dominante, tuvimos que ingresar una religiosa Clarisa en grave
estado de cuyo Convento se habían incautado. En período terminal de una
tuberculosis generalizada falleció el 8 de septiembre. Otro ingreso de aquellos
días fue el de mi madre, paciente cardíaca, asustada por la caída de un
proyectil lanzado por un buque de guerra sobre la ciudad que cayó en el jardín
de su villa. Y es que mi padre tuvo que exiliarse al enterarnos que estaba en
la lista negra de las tropas que se acercaban y días después tomaban la ciudad.
Marchó con una de mis hermanas así como también mi tía y tío, hermanos suyos.
Conocemos por un documento que conservaba Ignacio María Barriola, la situación de
la Clínica en septiembre de 1936. Se trata de un certificado emitido por Tomás de Larrosa y Cortina, Comandante
Médico y Director del Hospital Militar General Mola de San Sebastián. Todos los
directores de las Clínicas privadas de la ciudad se vieron obligados a
responder a un cuestionario remitido por las autoridades médicas militares. Se
consignan los siguientes datos: “Clínica Nuestra Señora de las Mercedes”.
Medicina y Cirugía del Aparato Digestivo. Médicos Directores, Dr. Ignacio María
Barriola. Dr. Valentín Fort Zárraga. Avenida de Navarra en Ategorrieta, Telf.
11272. San Sebastián (3).
1º Normalmente tiene ocho camas repartidas en ocho
habitaciones. 2º En esta Clínica no ha sido asistido herido alguno. 3º Tampoco
ha ingresado herido alguno desde la fecha que se indica (18 de julio de 1936).
4º De los tres actuales ocupantes de la clínica ninguno de ellos es herido. Al
envío de estos datos aprovecha la ocasión para ofrecer la clínica y sus
servicios. También se hace constar que se requisó en la referida clínica
instrumental quirúrgico en aquellos momentos absolutamente indispensable para
las necesidades del Ejército” (3).
Foto 14 Sala de operaciones sépticas y curas de la Clínica Nuestra Señora
de las Mercedes
Al cuarto día de la “liberación” detuvieron a mi otra hermana que, como
consecuencia, agravó su bocio. En vista del fracaso de toda medicación, se
empeñó mi padre en que la viese el doctor Gregorio
Marañón, residente en París y, con permisos especiales, logramos que
cruzase la frontera. Tampoco el tratamiento del médico fue eficaz y terminó por
recomendarle la intervención con tan mala fortuna que, antes de comenzarla,
falleció con la anestesia.
La casa de mis padres quedó incautada así como la de mis tíos adosada a
ella que la convirtieron en oficinas de la aviación militar mientras la
nuestra, tras una serie de destinos diferentes quedó convertida en elegante
casa de lenocinio con públicos escándalos y reiteradas denuncias de las
religiosas de un Colegio vecino que hicieron clausurarla hasta que nos fue
devuelta años más tarde.
Puede extrañar la inclusión de estas incidencias en el presente libro pero
me parece oportuno para comprender la situación en la que me encontraba y mi
comportamiento posterior. Añádase a lo dicho que al segundo día de la entrada
en la ciudad de los “nacionales” al bajar en coche con dos compañeros del
Hospital coincidimos en el puente Santa Catalina con el entierro del primer
soldado carlista donostiarra muerto en acción de guerra. Dos señoritas, bien
conocidas, de la comitiva me acusaron a voces de nacionalista provocando
groseros y amenazantes insultos del grupo circundante, mi detención y
conducción al Gobierno Civil.
Un íntimo amigo que acudió en mi ayuda tenía gran confianza con quien
actuaba de secretario del Gobierno y logró que me dejase en libertad con la
recomendación de no dejarme ver en una temporada.
Foto 15 Sala de Rayos X y Electroterapia de la Clínica Nuestra Señora de
las Mercedes
Decidí quedarme de servicio permanente en el Hospital San Antonio Abad, sin
aparecer por la Clínica situada en su proximidad hasta que, como al mes, pasé a
ella al creer cesado el peligro. Estuvimos en el Hospital internos quince días unos cuantos médicos,
con el director Luis Ayestarán Gabarain
por aquel entonces, a la cabeza. Formamos a su alrededor un cuadro cerrado y
así hicimos frente a todas las contingencias (3).
En ese tiempo y por un colega fuimos denunciados una media docena de
médicos y expedientados por motivos políticos con prohibición de salidas de la
ciudad. A los meses concluyó el asunto sin sanción alguna para mí aunque sí
para otros compañeros. Lo triste fue que nada menos que un par de años después
era el presidente del Colegio de Médicos quien habría otro expediente de
depuración a varios colegiados que quedaron, “quedamos libres” de todo cargo (2).
Por otro lado, el jefe local de Sanidad Militar, basado en necesidades del
ejército, nos mandó a la Clínica sucesivas órdenes de incautación de
instrumental quirúrgico, de algunas camas y de la lámpara del quirófano que
eran retirados de inmediato por lo que hubo que suspender toda actividad
operatoria hasta que pudieron ser paulatinamente, y no sin temor a nuevas
medidas, reemplazados. Curiosamente al tener noticias de que la lámpara se la
llevaron al Hospital Militar de Vitoria y había sido asignada al capitán jefe
de un equipo quirúrgico que, sin yo saberlo resultó ser un médico García Portela, que conocí en mis días
de Heidelberg; al terminar la guerra le escribí y me contestó muy amablemente
recordando aquellos días que pasamos juntos en el Servicio de Kirschner, y
diciéndome la había entregado de nuevo en Vitoria de donde la recuperé cuando,
en realidad, no la necesitaba por haber adquirido otra superior, pero que la
colocamos en la Sala de Curas en donde podía prestar algún servicio.
Ante nueva orden de detención en enero de 1937 como rehén junto a otros por
los detenidos llevados a Bilbao desde San Sebastián por el Frente Popular, que
estaban encerrados en un barco en aguas del Nervión, tuve que esconderme en
casa amiga y pasar en ella cuatro meses al cabo de los cuales me trasladé a la
Clínica para poder trabajar algo, siempre bajo la vigilancia de las Hermanas de la Providencia dispuestas a
facilitarme una fuga de estimarla necesaria. Así estuve hasta mediados del año
para comenzar nuevamente a ver enfermos.
Foto 16 Cuarto de esterilización. Cuarto de Services de Enfermería de la
Clínica Nuestra Señora de las Mercedes
Durante la guerra, unos cuantos internistas y cirujanos madrileños y
catalanes refugiados en nuestra ciudad solicitaron poder explorar u operar a
sus enfermos en la Clínica, así como el doctor Ángel Jaén Ureta al haberle requisado (los falangistas) la Clínica de Leremboure o Clínica del Perpetuo Socorro (se le
conocían por los dos nombres) en la que operaba, hasta que logró rescatarla
(12).
Entre aquellos, no olvido al valenciano Rodríguez Fornés, a los madrileños Luis y Yagüe, Santiago Carro,
secretario de la Academia de Medicina y al cirujano catalán Soler Roig, ni tampoco a Carlos Jiménez Díaz, que apareció por
ella a finales del verano de 1939: “Aquí está Vd. muy bien y a gusto -me dijo-
pero necesita un Hospital en el que trabajar en grande”. Era mi
aspiración nunca alcanzada por no constar como especialidad la cirugía de
digestivo en la Seguridad Social, englobada en la cirugía general.
También nos cuenta el Profesor José
María Urkia Etxabe de la clínica, en el siguiente relato:
“Anoche volvió a quedar sola la clínica,
amatxo no cuenta. Se fue Belza hasta la próxima intervención y se llevaron el
cadáver de un enfermo del doctor Ubaldo Gastaminza
Bireben, refugiado madrileño; hombre de 70 años, venezolano, casado con una
de treinta años más joven.
De vez en cuando
viene algún enfermo con cuyas estancias vamos tirando para pagar los gastos de
la casa. Es cierto que durante bastante tiempo ha habido una familia vizcaína
venida de Zaragoza con cuyas estancias he podido ir pagando deudas pendientes
de instalación, pero como no tengo labor personal y sobre todo quirúrgica, que
es la que rinde beneficios, estoy alcanzado; debemos la renta de un año y el
panorama es de deber la de dos (6).
Foto 17 Galería de la planta segunda destinada a Enfermería de la Clínica
Nuestra Señora de las Mercedes
Cuenta Ignacio
María Barriola, “he pasado seis meses escondido; la gente me ha creído que
estaba fuera de San Sebastián, hace un mes que empiezo a salir y no viene,
prácticamente nadie a la Clínica. Hace un año mi promedio era de diez, doce,
quince nuevos pacientes al mes; hoy, en todo junio, no he visto ni uno y en
julio llevo cuatro pacientes. ¿Cómo sostenerme? Además que quienes me deben dinero,
no me pagan.
A las desdichas
familiares viene a sumarse ésta de la Clínica; no opero y, cuando lo hago, son
casos tan malos –Belza-cáncer de sigma- que si no se mueren me aniquilan a
preocupaciones y disgustos. En lo que va de año llevo operados dos casos, y los
dos… “dos casitos”. ¿Dónde están los sencillos casos y de lucimiento?
¡Y con la cantidad
de gente que hay ahora en Donostia!” (20 de julio de 1937) (3).
El 6 de agosto de
1937 escribía: “Esta mañana me he comprometido un poco más en la Clínica; era
menester una enfermera de noche y he
aceptado a una tolosarra presentada por la Superiora; euskalduna, de ideas, o
mejor, tendencias políticas nada sospechosas, parece, a sus veinte años, bien
dispuesta y conocedora de su misión: sabe presentarse y también arreglarse… un
poco demasiado, seguramente, para la opinión del doctor Valentín Fort. Una
persona más en casa y con ello y con que no tenga enfermos que velar, seguro
negocio”.
El 18 de julio de
1939, Sor Celeste, la Superiora de
los momentos duros y difíciles de la Clínica, la que cuidó de su madre, se ve destinada
a Francia (3).
Foto 18 Habitación de Segunda Clase de dos camas de la Clínica Nuestra
Señora de las Mercedes
Gracias a la personal actividad profesional de los dos socios y la ayuda
prestada por los forasteros, la Clínica se defendía. Mi compañero Valentín Fort Zárraga, atosigado por
mis forzosas ausencias y viendo con cierta inquietud el futuro de ella prefirió
liberarse del compromiso entre ambos establecido pero continuar adscrito al
Centro. Así lo acordamos aunque con pesar por mi parte al quedar como único
responsable de su dirección y funcionamiento (1939).
Terminada la guerra, marchados los forasteros, me sentía incapaz de
mantener yo sólo la Clínica y vi el cielo abierto cuando el buen amigo Juan María Arrillaga Oyanarte, director
de la Maternidad, se me acercó por convenirle las Mercedes para su clientela
privada no satisfecha en un servicio público. Por otro lado otro amigo, el
urólogo Gil Clemente Múgica, durante
años ayudante de Benigno Oreja Elósegui,
deseaba independizarse y no podía hacerlo en la Clínica San Ignacio. Así, hacia el verano de 1940, quedamos de
acuerdo para que trajeran sus enfermos a la Clínica que si perdía su carácter
de especializada en digestivo, se podía consolidar su funcionamiento.
Y fue providencial porque al volver a ser yo detenido en enero de 1941 y
encarcelado durante tres años por causa política ellos dos se hicieron cargo de
las Mercedes y la sacaron adelante. Referencia de este episodio puede
encontrarse en mi obra titulada “19
condenados a muerte”.
Foto 19 Habitación de Segunda Clase de una cama de la Clínica Nuestra
Señora de las Mercedes
Después de la Guerra Civil
Fue a comienzos de 1944 cuando volví a casa y pude empezar de nuevo con mi
actividad profesional, felizmente ya no interrumpida.
Buscó siempre el
personal auxiliar más adecuado para la labor y atención a los enfermos. Cuidó
mucho la relación con las monjas que atendían tan eficaz su Clínica. Al salir
de la cárcel donde estuvo hasta diciembre de 1943, lo primero que hizo fue
aparecer por su Clínica, en donde encuentra que ha habido algunas reformas,
salvo en la sala de Rayos X (3).
Por subrayar la diferencia en la forma de trabajar de entonces con la de
los tiempos actuales será conveniente indicar cómo era en aquella época. En el
aspecto médico no tan notoria pero sí en el quirúrgico. Veía los enfermos en mi
consulta y les citaba para el día siguiente explorarles en la Clínica. Con
ayuda de las Hermanas de la Providencia
les hacía personalmente las pruebas pertinentes, sondajes y sus análisis,
radiología y endoscopias en una o varias sesiones para que, al terminarlas
volvieran a la consulta a recoger indicaciones y tratamiento que completaban
con el operatorio de estar indicado y aceptarlo al enfermo.
Tal acumulación de funciones sorprendió a un cirujano catalán, en visita
que le hice posteriormente, hasta el punto de decirme: “si Vd. trabajase así en Barcelona, ganaría más vendiendo periódicos en
la puerta de la Clínica que trabajando en ella pues si no contase con un
radiólogo, un analista y otros compañeros para la exploración, ¿de quién iba a
recibir enfermos recomendados?” (2).
Foto 20 Folleto de la Clínica Nuestra Señora de las Mercedes
Que tal criterio podía ser cierto me lo vino a demostrar la siguiente
anécdota: Al doctor A Urrutia
ayudaba en el quirófano el doctor Pablo
Salas quien, al morir aquél, siguió operando y con consulta abierta. Un
verano que me lo encontré en San Sebastián le vi muy desanimado pues apenas
operaba, pero un par de años después era otra persona y me explicó la razón:
había optado por enviar a la consulta de los más destacados especialistas
madrileños -Mogena, Oliver, Gutiérrez Arrese- los casos médicos que recibía y, a cambio, le
llegaban de ellos los enfermos a operar. Con todo seguí actuando como hasta
entonces (2).
ANUNCIO de la Consulta del Dr. Barriola en
la Clínica Nuestra Señora de las Mercedes
APARATO DIGESTIVO
Avenida de Navarra
San Sebastián
Teléfono: 1-12-72
Consulta diaria:
de diez a una (5).
Clínica dedicada
al estudio y tratamiento de los enfermos del tubo digestivo, páncreas, hígado, vías
biliares, etc.
En los servicios
de diagnóstico se practican los diversos exámenes de la especialidad, sondajes,
exploraciones internas, por Rayos X y análisis de Laboratorio.
El tratamiento
comprende todos los grados, desde el alimenticio y médico hasta el operatorio,
y se dispone para ello de los medios complementarios, calor, diatermia, sol
artificial, etc.
Foto 21 Folleto del Doctor Ignacio María Barriola de
la Clínica Nuestra Señora de las Mercedes
En la Clínica se
admiten no solo los enfermos que requieran intervenciones quirúrgicas, sino
también los sujetos a regímenes alimenticios, tratamientos médicos, o cortas
estancias con objeto de practicar las exploraciones pertinentes.
Los enfermos
pueden ser atendidos por sus respectivos médicos, previo acuerdo con la
Dirección de la Clínica Nuestra
Señora de las Mercedes.
El personal de la
Clínica realiza igualmente exploraciones o tratamientos indicados por los
señores médicos ajenos a ella.
Servicio de Enfermeras tituladas Religiosas de la
Providencia (5).
Foto
22 Baños de sol. Solarium de la Clínica Nuestra Señora de las Mercedes
Seguimos…Después de la Guerra Civil
El 16 de julio de
1944 las monjas Religiosas de la Providencia de la Clínica se empeñan en hacer
la Novena a la Virgen del Carmen pidiendo trabajo, que era muy escaso para el
doctor Barriola, y parece que surtió efecto, ya que aquella misma tarde operó
una apendicitis a media tarde (3).
La Clínica Nuestra Señora de las Mercedes
fue su obsesión mientras estuvo los tres largos años en prisión. Tenía miedo a
perderla. Sus compañeros médicos, en especial Juan María Arrillaga Oyanarte, Gil
Clemente Múgica, José Azurmendi,
la mantuvieron y le guardaron su puesto y lugar preferente (3).
El 19 de febrero
de 1944 es momento decisivo en la vida de la Clínica, cuando se constituye una
sociedad de médicos y Barriola deja de ser el único propietario:
“Es hoy cuando
realmente hemos constituido la sociedad en la Clínica. José Azurmendi nos ha
expuesto todos los pormenores de la situación, se han recordado los viejos
proyectos de asociación y las bases entonces propuestas, y gracias al esplendor
de la empresa ha bastado acoplar cifras y proyectos, lo que todos de acuerdo,
se ha realizado sin dificultad alguna. Hemos puesto en día mi situación,
escribe Barriola. ¡Durante cuánto tiempo ha sido esto obsesión para mí!
¡Cuántas veces, en los ratos negros de Porlier (la cárcel de Madrid), he
pensado que el único beneficio que sacaría de mis andanzas, sería la pérdida de
la Clínica!
Hoy veo, que si en
efecto he perdido su propiedad única, gracias a ella y al magnífico
comportamiento de mis compañeros –que no han dudado ni permitido discutir la
división por tres de sus beneficios- se ha salvado la situación económica que
aun hoy no era tan gravosa como temía. En efecto; al finalizar el año 1943 mi deuda no llega a
4.000 pesetas, habiéndoseme adelantado 75.000 pesetas. Dejaré una temporadita
de cobrar beneficios pero hago frente a la nueva vida sin graves cargas. Hemos
arreglado, después, una serie de asuntos de régimen interior, aplazados hasta
mi venida” (3).
Foto 23 Llegada de la Reina María Cristina y su séquito en las escaleras de
entrada a la Clínica, junto a los médicos y el capellán. Clínica Nuestra Señora
de las Mercedes en la Avenida de Navarra de San Sebastián. 1923
En el quirófano me ayudaba Gerardo
Cormenzana y a veces también su hermano Enrique, tan capaces como yo, y una enfermera que hacía de instrumentista. Para anestesias no locales o
raquis contaba con el practicante Patxi
Semperena conocido del Hospital San Antonio Abad quien con mascarilla o el “aparato de Ombredanne” dormía a los enfermos con cloruro de etilo
en intervenciones cortas o con éter, sin
jamás haber tenido contratiempo alguno.
La única anestesista titulada de la ciudad era la doctora Carmen Unzueta Larrañaga que trabajaba
en la Clínica San Ignacio (13) y a la que tuve que recurrir en un par de
ocasiones en casos extremadamente delicados (2).
Francisco Semperena Otaegui realizó la Carrera de Practicante en la
Escuela del Hospital San Antonio Abad de San Sebastián, con una duración de dos
años lectivos donde estudió y realizó las prácticas correspondientes, sacándose
el título de “Practicante” por la Universidad
de Valladolid en la Facultad de Medicina a donde pertenecía la Escuela del
Hospital San Antonio Abad en 1926.
Trabajó en la Sala San José del
Hospital San Antonio Abad, que se dedicaba a cirugía; estaba entrando en el
hospital a mano izquierda. Acudía a su trabajo a las 7 de la mañana, donde
enseñaba a los alumnos de la Escuela a realizar las curas correspondientes,
para luego seguir trabajando en la Clínica Nuestra Señora de las Mercedes hasta
su jubilación en 1982.
Foto 24 La Reina María Cristina en el quirófano con el doctor Luis Egaña
Monasterio, propietario de la Clínica Nuestra Señora de las Mercedes en la
Avenida de Navarra de San Sebastián. 1923
LLEGA LA PENICILINA A SAN
SEBASTIÁN
El 7 de marzo de
1945 escribe Barriola: “Aunque sin esperanza ninguna empezamos a emplear la
Penicilina en la mujer de Tolare, que a pesar de transfusiones y todo lo demás,
sigue cada día peor. Es la primera vez que empleo “la famosa medicación que la gente ha convertido en panacea” (3).
Esa “panacea” que
él mismo emplea para curar a su hijo Iñaki de una bronquitis seria y a la que
las sulfamidas recetadas por el pediatra Aurelio
Maeso Elorrio, se resiste. “Empezó a
mejorar con la penicilina cada tres horas, en inyecciones que le dejan los
glúteos hechos una criba, y va francamente mejor a fuerza de cuidado”. 15
de marzo de 1946 (3).
En diciembre de 1947 se inaugura y abre una nueva Clínica de “Nuestra Señora del Coro” (14)
en la cual los socios se han metido en una gran empresa. Son los doctores Ramón Orcolaga Mendiluce y Juan Maeso Oyarzabal, especialistas en
vías urinarias, Manuel Vasallo Maculet
(traumatología), Félix Mocoroa
(farmacéutico analista), Patxi
Echeverría Erausquin que era de Tolosa (ginecología) y Luis Arrázola Garicano (oculista). Más adelante se incorporaron al
Centro los especialistas Alberto
Trevijano Lera (traumatología), Julián
Jaén Ureta (ginecología), Juan Ponte
de Irún, Manuel Alday Marticorena, Florencio Garayalde Altolaguirre (ORL),
Javier Ortiz de Artiñano, Ávila de Zumárraga, Manuel Cárdenas Rodríguez y Dámaso Sánchez Marco (15), entre otros.
Cerró sus puertas en el año 1987.
Foto 25 Clínica
Nuestra Señora del Coro. Calzada Vieja de Ategorrieta. San Sebastián
Y un recuerdo
nostálgico de Sor Stanis que se va a
Idiazábal a su nueva residencia de Madre Provincial. “Tendrá pena y le da el
verla partir a los 9 años de tenerla con nosotros de Superiora y algo más, en
los pocos buenos y muchos malos momentos de esta década” (3).
“Nuestra llegada a
esta Casa, nos decía al ir hoy a despedirla, se marcó con una enorme granizada
en aquel anochecer del viernes de Dolores. Usted tenía (Barriola) 29 años.
(¡Pero qué ánimos y qué ilusiones profesionales!). A la noche, las tres solas
en nuestro cuarto, lloramos a lágrima viva (¡qué impresión no les haría verse las tres solas, en aquella casa vacía
y teniendo al frente un cirujano inexperimentado y de 29 años!)”. 12 de
abril de 1945 (3).
Lamentaba Ignacio María Barriola no celebrar en
la Clínica el día de la “Virgen de las
Mercedes”, el 24 de septiembre, y por primera vez se anima a ello el año
1948, con Misa celebrada por el padre Basabe
y un espléndido desayuno. No olvidaba la fiesta en la cárcel de Porlier,
Patrona de las Prisiones (3).
En junio de 1953 vino de Madrid Javier
Eguiguren Acha que dominaba a la perfección la anestesia y reanimación; él
se ocupó de todas las anestesias de la Clínica hasta su fallecimiento en
noviembre de 1984. Era su ayudante la enfermera
Juanita Tellería, perfecta conocedora
de las técnicas de su jefe, nuestra tabla de salvación en urgencias
mientras llegaba Javier siempre agobiado de trabajo (2).
Foto 26 Capilla de
la Clínica Nuestra Señora de las Mercedes
Las nuevas técnicas anestésicas supusieron un cambio total desde la previa
preparación de los enfermos hasta la atención postoperatoria aun antes de
llegar a las Unidades de Cuidados Intensivos y el tratamiento posterior; y nada
digo del control anestésico con la respiración controlada y la monitorización
de constantes en los que ni soñábamos.
Del postoperatorio bastará decir que del empleo sistemático del aceite
alcanforado o la cafeína y el par de sueros subcutáneos diarios, vimos pasar a
los también sistemáticos cocktailes,
litros de suero intravenoso o transfusiones. Y es que, además, de la cirugía contra-reloj
impuesta por el éter, se pasó a la medida por horas bien tolerada por los
pacientes (2).
En enero de 1956 fallecía Juan María
Arrillaga Oyanarte ocupando su puesto en la Clínica el doctor José Eugui Barriola y ese mismo año
terminó el contrato, renovado, de arriendo del edificio. Después de arduas
gestiones con la propietaria y gracias a la mediación de un yerno suyo, el
ingeniero industrial bilbaíno Ignacio
Menchacatorre, antiguo compañero mío de la Residencia de Estudiantes,
llegamos a un acuerdo para la adquisición
de la Clínica firmado a finales de diciembre del mismo año. A los tres
titulares de ella vino a añadirse el oftalmólogo Jaime Ormaechea Iraizoz y los cuatro dimos comienzo a una nueva era
(2).
Foto 27 Escalera de la la Clínica Nuestra Señora de las Mercedes
Una nueva era
Sin novedades mayores pasaron veinte años pero en los seis siguientes
tuvimos la desgracia de perder a Gil
Clemente Múgica en septiembre de 1979; a Jaime Ormaechea Iraizoz en Octubre de 1985 cuando ya la habíamos
cerrado. El impacto producido por la implantación de la Seguridad Social nos
afectaba de forma creciente cuando, por añadidura, al subir en años, nuestra
clientela lógicamente disminuía.
Los médicos jóvenes que se sumaron a nosotros, Ramón Curto ayudante de José Eugui, mi hijo Mikel Barriola cirujano infantil y su esposa Mari Carmen Azaldegui, cirugía estética, ni aun contando con otros
compañeros podían en aquellas circunstancias, en las que claramente se veía que
al Servicio Vasco de Salud no interesaba la Clínica, hacerse cargo de ella así
que nos vimos abocados a cerrarla. Y lo hicimos el 30 de abril de 1982 a los cuarenta y seis años de haberla ocupado (2).
No fue fácil encontrar comprador pues, por su tamaño, ni a las Compañías de
Seguro Libre interesaba y al fin la Asociación de Paralíticos Cerebrales
(ASPACE) la adquirió si bien no llegó a ocuparla, convirtiéndose más tarde en
centro asistencial diurno de necesitados, algo muy diferente de la finalidad
quirúrgica para la que se creó en 1913 (2).
Barriola terminaba diciendo: Su
cierre me fue personalmente muy doloroso ya que suponía el final de mi
actividad profesional pues, a pesar de mis cerca de 76 años, me encontraba
en condiciones de ejercerla.
El quirófano que inauguré con una gastro-enterostomía por cáncer invasivo
de estómago, lo clausuré el 20 de febrero con la extirpación de un apéndice. Si
durante muchos años trabajamos en él holgadamente y a la altura de otros
centros locales, los progresos quirúrgicos posteriores nos fueron desplazando
de aquel puesto por carencia de medios y de equipos multidisciplinarios.
Había llegado la hora de las grandes intervenciones digestivas y de órganos
anexos y la posterior de los trasplantes y de la cirugía endoscópica mientras
tenía que limitarme a la clásica de mis años de aprendizaje (2).
Pero también tenía que decir adiós a mi quehacer de internista en el que, a
duras penas, me mantuve un par de años pues habituado a realizar personalmente
todas las exploraciones, no pude hacerme a recibir informes solicitados para
sobre ellos fundar diagnósticos y preparar tratamientos.
Pero es que, además, nuevas técnicas exploratorias inasequibles por mi edad
y escasas perspectivas de futuro, se imponían e incluso eran exigidas. Me tocó
vivir en época de transición a la profesionalmente espléndida actual que me
cogía de viejo (2).
Antes de convertirse en lo
que hoy hay en la antigua Clínica fue durante unos años a partir de 1983 “Sede
de los sanitarios de la Cruz Roja” mientras arreglaban el cuartelillo en el
Barrio del Antiguo de San Sebastián, eran los soldados que hacían la mili en la
Cruz Roja.
Foto 28 Soldados con sus
jefes de la Cruz Roja, en el lado izquierdo de la Clínica Nuestra Señora de las
Mercedes
Hoy en día la “Clínica Nuestra Señora de las Mercedes”
la dirigen magníficamente bien desde la Fundación Hurkoa de Cáritas: http://www.hurkoa.org
Foto 29 Hoy en
día: la Clínica Nuestra Señora de las Mercedes
El Final de la Clínica Nuestra
Señora de las Mercedes
Tras 45 años
dedicados a lo que había sido la ilusión de su vida, con tristeza, se va
planteando el cierre de su Clínica, a finales de 1981. Es el momento de ir
liquidando tantos aspectos: la Comunidad de Religiosas, los médicos, su fiel
practicante Patxi Semperena, etc.,
asuntos muy dolorosos. (3)
El doctor Ignacio
María Barriola lo describe así: “30 de
Abril de 1982, Adiós a la Clínica”. “Día oficial de cierre de la Clínica que el doctor
Valentín Fort y yo abrimos el 1º de abril de 1936”.
Vacía ya de
enfermos no quedan en ella más que las monjas y Patxi Semperena, mi practicante fiel, discreto y servicial, desde
el primer día, ahora, a sus ochenta y un pico largo de años (en realidad tenía
92 años), retirado en ella y que con gran dolor suyo y mío la tendrá que dejar.
(Patxi Semperena murió muy poco después del cierre de la Clínica, justo al año
siguiente, en mayo de 1983).
Forman la última
Comunidad de Religiosas de la Providencia, cinco vascas: sor Miren, Ángeles, Rosario, Teresa y Mercedes, y una burgalesa, sor Nieves.
Las tres de la primera Comunidad fueron sor Stanis y Celeste,
fallecidas ambas y sor Mecthilde. En
46 años he tenido 8 superioras: sor Stanis,
Mecthilde, Mª Ángeles, Flavie, Purificación, Gemma, Ángeles y Miren. Les duele su clausura y se
desviven por complacerme, y han coronado su gesto con la negativa absoluta a
recibir cualquier indemnización a la que tienen perfecto derecho. Un día de
estos he saludado y nos hemos despedido de la Madre provincial y su claramente
expresado agradecimiento me ha gustado de verdad” (3).
Como nos refiere
el Profesor José María Urquia Etxabe,
podemos concluir diciendo que en esta época, y hasta el final de su vida, el
Dr. Ignacio María Barriola es figura de prestigio, son las instituciones
culturales y profesionales, que surgen o se renuevan en la transición, las que
buscan contar con él, su sola presencia en ellas es garantía de seriedad,
equilibrio y prestigio. Diríamos que es el Dr. Barriola quien prestigia tantas
entidades a las que se le pide llegue a ocupar presidencias ejecutivas u
honoríficas: El Colegio Médico de Gipuzkoa, la Bascongada de los Amigos del
País, la Sociedad Vasca de Historia de la Medicina, la Universidad Vasca, la
Sociedad de Estudios Vascos, etc., son buen ejemplo de lo que afirmo (3 y 6).
Foto 30 Terminada
la visita de la Reina María Cristina y su séquito en las escaleras a la salida
de la Clínica, junto a los médicos. Clínica Nuestra Señora de las Mercedes en
la Avenida de Navarra de San Sebastián. 1923
Un artículo del Diario Vasco sobre la
Clínica
El 2 de mayo de
2007, nuestro querido periodista Mikel
G. Gurpegui, del periódico Diario Vasco, rescataba de la
hemeroteca el nombre de esta Clínica, titulando su reportaje con el nombre de “1982. Adiós a la tercera clínica privada”.
Así nos lo contaba:
En mayo de 1982
cerró definitivamente sus puertas una de las clínicas privadas más conocidas y
veteranas de la ciudad, la Clínica Nuestra Señora de las Mercedes, en la zona
de Ategorrieta, promovida por los doctores Egaña y Huici (8).
Cuando Modesto
Huici y Luis Egaña, cirujanos ambos del Hospital público de Manteo, promovieron
la creación de este centro en 1913, San Sebastián contaba con otras dos
clínicas privadas, de reciente creación: Villa San Ignacio (13), abierta en
1906, y la Clínica del Perpetuo Socorro, del médico francés Michel Leremboure
(12), que funcionó entre 1908 y 1936 (8).
La tercera clínica
privada creada en la ciudad se situó en la villa del doctor Luis Egaña, según
describió José María Urkia en Cien
años de medicina en Gipuzkoa (6), «hacia 1922 la Clínica de Nuestra Señora de
las Mercedes o del Doctor Egaña tiene el aspecto de un chalet de estilo vasco,
en el barrio de Ategorrieta, orientada al mediodía y en la falda de Ulía, en
donde estuvieron localizadas casi todas. Rodeada de un gran jardín con arbolado
(...) la clínica disponía de amplias terrazas y galerías para tomar el sol,
escaso en Gipuzkoa, y se consideraba la helioterapia muy útil en los procesos
fímicos» (8).
Foto 31 El doctor Luis Egaña Monasterio se despide de la Reina María Cristina y su séquito en
las escaleras a la salida de la Clínica al terminar la visita, junto a los
médicos. Clínica Nuestra Señora de las Mercedes en la Avenida de Navarra de San
Sebastián. 1923
Curiosamente, el
doctor Luis Egaña reprodujo en la portada del palacete la fachada del
Laboratorium Chemicum del Real Seminario de Bergara donde los hermanos Elhuyar
aislaron el wolframio. Y otra curiosidad, al crearse en 1930 el actual trazado
de la Avenida de Navarra, la finca de la clínica quedó partida en dos, con el
palacete a un lado y gran parte de sus iniciales terrenos al otro (8).
Además de Luis Egaña y Modesto Huici, pasarían consulta y realizarían operaciones en la
Clínica de las Mercedes los doctores José
María Zurriarain y Leandro Martín
Santos (antes de que en 1936 fundase su propio sanatorio).
Ya en la
postguerra, serían significados médicos de la clínica los doctores Valentín
Fort, Ignacio María Barriola, Juan María Arrillaga, Gil Clemente Múgica, José
Eugui o Jaime Ormaechea (8).
Aunque la clínica
contaba en sus orígenes, en 1913, con el apoyo de una pequeña comunidad de
monjas mercedarias, lo que le daría nombre, después de la Guerra Civil el
relevo pasaría a las Hermanas de la
Providencia (8).
«Grande, limpia,
bien ventilada, con luz cenital, focos eléctricos y material quirúrgico con
mesa de operaciones sistema gran modelo Scheazer»: Así se describía la sala de
operaciones de aquella clínica desaparecida (8).
Foto 32 El doctor
Luis Egaña Monasterio se despide de la
Reina María Cristina y su séquito en las escaleras a la salida de la Clínica al
terminar la visita, junto a los médicos. Clínica Nuestra Señora de las Mercedes
en la Avenida de Navarra de San Sebastián. 1923
HERMANAS DE LA PROVIDENCIA
Gracias a las
compañeras Blanca García y Milagros Beltrán de Heredia, he podido
acceder a la lista de todas las Hermanas que prestaron sus Cuidados de
Enfermería y las atenciones que precisaron los pacientes ingresados en la
Clínica Nuestra Señora de las Mercedes en la Avenida de Navarra de San
Sebastián (Según el archivo de las Hermanas de la Providencia en Idiazabal.
Gipuzkoa) (9).
1.- Sor María
Mectilde García de Baquedano
1ª Superiora
2.- “
“ Stanislas Elustondo
3.- “
“ Ángel de la Guarda Múgica 2ª Superiora
4.- “ “
Athanase Sagasti
5.- “ “
Lourdes Esnaola
6.- “ “
Iciar Artola
7.- “
“ Flavie Erbina 3ª Superiora
8.- “
“ Rosa de Lima Iñurrieta
9.- “
“ Purificación Aldasoro 5ª Superiora
10.- “ “
Gema Zabaleta 4ª Superiora
11.- “ “
Coro Echeverría
12.- “ “
Concepción Goiburu
13.- “ “
Ignacio de Loyola Aizpuru
14.- “ “
Benilde Elorza
15.- “ “
Mónica Zubeldia
16.- “ “
Natalia Adot
17.- “ “
Carmen Iraola
18.- “ “
Ignacia Gorostidi
19.- “ “
Miren Garrogerricaechebarría
7ª Superiora
20.- “ “
Rosario Oyarzábal
21.- “ “
Ángeles Goicoetxea 6ª Superiora
22.- “ “
Teresa Zubeldia
23.- “ “
Fátima Pérez de Heredia
24.- “ “
Agurtzane Goicoetxea
25.- “ “
Nieves Villalba
26.- “ “
Begoña Fernández
27.- “ “
Mercedes Aramburu
De esta lista, han
fallecido las Hermanas de los números: 1, 2, 3, 4, 6, 7, 8, 9, 12, 19, 20, y 26
(a fecha de septiembre de 2013)
Foto 33 Doctor
Ignacio María Barriola Irigoyen
Pequeña Biografía de un gran humanista
Se forma y
especializa en digestivo y nutrición con miras a la cirugía en el Instituto
“Madinaveitia” de Juanito Madinaveitia y gracias al Dr. Luis Urrutia Guerezta.
Empieza a formarse
con Luis María de la Vega. También
es el año de su servicio militar en la Brigada Obrera Topográfica (3).
Toma la decisión
de presentarse a la plaza concurso para médicos de guardia del Hospital San
Antonio Abad. En junio recibe la noticia de que es admitido como médico de
guardia del Hospital San Antonio Abad de San Sebastián, junto a Mariano Echauz, Mario Senra Calvo, Manuel
Vasallo Maculet y José María Linazasoro.
Su primera guardia la realiza el 10 de junio de 1929 sustituyendo a Manuel Larrea, y se colegia al día
siguiente 11 de junio.
Profesionalmente
trata de abrirse camino en su ciudad natal, contacta con los médicos Luis Ayestarán Gabarian y José Beguiristain Gorriti y mantiene
alguna entrevista con el cirujano militar Leandro
Martín Santos Domínguez.
El cariño y
devoción que tuvo con Pepe Beguiristain, el gran internista del viejo Hospital
de Manteo, se palpa muy pronto. (Claves y razones de sus diarios) (3).
Foto 34 Terminada
la visita de la Reina María Cristina y su séquito en las
escaleras a la salida de la Clínica. Clínica Nuestra Señora de las Mercedes en
la Avenida de Navarra de San Sebastián. 1923
Como bien escribía
José María Urkia Etxabe en su
magnífico libro de “Barriola Íntimo” nos decía que su actividad profesional médica
allá por los años 1937 quedó muy limitada por los acontecimientos que le tocó
vivir.
Trataba de
sobrevivir con su labor quirúrgica de su Clínica de las Mercedes, que compartía
con el internista Dr. Valentín Fort Zárraga y la permanencia casi constante de
estar seguro en el Hospital de Manteo, también llamado San Antonio Abad, como
médico ayudante, desde junio de 1929 (3).
Falleció el doctor
Ignacio María Barriola en San
Sebastián, el 2 de noviembre de 1998,
a los 92 años de edad.
Como anécdotas
contar como fue ingresado, hospitalizado y operado desde 1964 hasta 1966 don
Antonio Bernal Servan.
En 1976 ingreso
doña María José Sánchez Belda, esposa de don Eladio Cilveti Tolosa para dar a
luz a la niña Miren Cilveti Sánchez.
Foto 35 Doña María
José Sánchez Belda dio a luz a la niña Miren Cilveti Sánchez en la Clínica
Nuestra Señora de las Mercedes. Niña en el peso
FOTOS
Fotos escaneadas
del libro: Cien Años de Medicina en
Gipuzkoa 1899 – 1999. José María Urkia Etxabe. Kutxa Obra Social. San
Sebastián 1999. Del Archivo de las Hermanas de la Providencia. Del Libreto
escaneado: Fondo de reserva C-56, F-21 y catalogado cómo “Nueva Clínica Operatoria del Doctor Egaña. San Sebastián
(Ategorrieta)”. Nuestra Señora de las Mercedes. Biblioteca Koldo Mitxelena. San Sebastián. Del Archivo privado de don Manuel Solórzano
Sánchez. Y escaneadas del libro: Crónica
de mi vida y entorno. Ignacio María Barriola. Universidad del País Vasco.
Seminario de Historia de la Medicina Vasca.
AGRADECIMIENTOS
José María Urkia Etxabe
Frantxi López Landache. Biblioteca Koldo Mitxelena
Mikel G. Gurpegui. Diario Vasco
Antonio Bernal Servan
Eladio Cilveti Tolosa
Hermanas de la Providencia
Blanca García
Milagros Beltrán de Heredia
Fototeka Kutxa
Foto 36 Dos libros
del Doctor Ignacio María Barriola
BIBLIOGRAFÍA
1.-
Libro La Ciudad que perdimos. La gestión del Patrimonio Urbano en San
Sebastián, 1950 – 2017. Alberto Fernández – Dárlas y Eneko E. Oronoz
2.- Crónica de mi
vida y entorno. Ignacio María Barriola. Universidad del País Vasco. Seminario
de Historia de la Medicina Vasca. Depósito legal: 763 – 1994. San Sebastián.
3.- Un médico
humanista vasco en su diario (1928 – 1998). Tomo I. Barriola
Íntimo. José María Urkia
Etxabe. Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País (RSBAP). San Sebastián
223/07.
4.- Nueva Clínica
Operatoria del Doctor Egaña. Nuestra Señora de las Mercedes. Fondo de Reserva
C-56, F-21. Biblioteca Koldo Mitxelena. San Sebastián.
5.- Anuncio de la
Consulta del Dr. Barriola en la Clínica.
6.- Cien Años de
Medicina en Gipuzkoa 1899 – 1999. José María Urkia Etxabe. Kutxa Obra Social.
San Sebastián 1999.
Foto 37 Clínica Nuestra Señora de las Mercedes en 1923
7.- “Enfermería
Avanza”. Raúl Expósito González; Jesús Rubio Pilarte y Manuel Solórzano
Sánchez. Practicante y Médico Cirujano Donostiarra. Dámaso Sánchez Marco.
Publicado el jueves día 6 de septiembre de 2012.
http://enfeps.blogspot.com.es/2012/09/practicante-y-medico-cirujano.html
8.- 1982. Adiós a
la tercera clínica privada. Mikel G.
Gurpegui. Diario Vasco, 2 de mayo de 2007.
http://www.diariovasco.com/prensa/20070502/san_sebastian/adios-tercera-clinica-privada_20070502.html
9.- Archivo de las
Hermanas de la Providencia, en la
Casa Provincial de Idiazabal, Gipuzkoa: http://hermanasdelaprovidencia.blogspot.com.es/
10.- Clínica
Operatoria San Antonio en San Sebastián, 1928. Manuel
Solórzano Sánchez. Publicado el lunes día 28 de septiembre de 2020
https://enfeps.blogspot.com/2020/09/clinica-operatoria-san-antonio-en-san.html
11.-Sanatorio
Quirúrgico del Doctor Martín Santos, 1936. Clínica Martín Santos. Hoy Clínica Quirón. Manuel Solórzano Sánchez Publicado el jueves día 17 de septiembre de 2020
https://enfeps.blogspot.com/2020/09/sanatorio-quirurgico-del-doctor-martin.html
12.- Clínica del Doctor Leremboure, 1911.
Clínica Médico Quirúrgica de Falange Española y de las J.O.N.S. de San
Sebastián, 1937. Clínica del Doctor Julián Jaén Ureta, 1936 y 1941 hasta 1950.
Clínica del Perpetuo Socorro, 1951. Manuel Solórzano Sánchez. Publicado el
miércoles día 22 de septiembre de 2021
https://enfeps.blogspot.com/2021/09/clinica-del-doctor-leremboure-1911.html
Foto 38 Clínica Nuestra Señora de las Mercedes en 1923
13 a.- Clínica San Ignacio. Ategorrieta.
San Sebastián. Manuel Solórzano Sánchez. Publicado el lunes día 3 de abril de
2017
http://enfeps.blogspot.com.es/2017/04/clinica-san-ignacio-ategorrieta-san.html
13 b.- Clínica
San Ignacio. San Sebastián. 1999. Maite Tapia Herrero, Eneka Torres Sastre y
Cristina Villar López. Publicado el martes día 13 de junio de 2017
http://enfeps.blogspot.com.es/2017/06/clinica-san-ignacio-san-sebastian_60.html
13 c.- Clínica
San Ignacio en la Revista
Vértice, 1937. Manuel Solórzano Sánchez Publicado el martes día 25 de agosto de 2020
https://enfeps.blogspot.com/2020/08/clinica-san-ignacio-en-la-revista.html
14.- Clínica
Nuestra Señora del Coro. Calzada Vieja de Ategorrieta. San Sebastián. Manuel
Solórzano Sánchez.
Publicado el lunes día 21 de junio de 2021
https://enfeps.blogspot.com/2021/06/clinica-nuestra-senora-del-coro.html
15.- Dámaso
Sánchez Marco. Practicante y médico cirujano donostiarra. Manuel Solórzano
Sánchez. Publicado en “Enfermería Avanza” el jueves día 6 de septiembre de 2012
(7).
http://enfeps.blogspot.com.es/2012/09/practicante-y-medico-cirujano.html
16.- Diario Vasco,
entrevista del lunes 28 de julio de 2014
http://www.diariovasco.com/gipuzkoa/201407/28/viesemos-como-trabajaban-clinica-201407280727.html
Si te quieres descargar el libro en PDF
“Clínica Nuestra Señora de las Mercedes”. Libro del enfermero Manuel
Solórzano, que hace un recorrido por la historia de la enfermería en Gipuzkoa.
Puedes leer el libro en PDF en el siguiente enlace:
http://euskadi.satse.es/comunicacion/noticias/libro-clinica-nuestra-senora-de-las-mercedes
Manuel Solórzano Sánchez
Graduado en
Enfermería. Enfermero Jubilado
Insignia de Oro de la Sociedad Española de Enfermería Oftalmológica 2010. SEEOF
Miembro de
Enfermería Avanza
Miembro de
Eusko Ikaskuntza / Sociedad de Estudios Vascos
Miembro de
la Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería
Miembro de
la Red Cubana de Historia de la Enfermería
Miembro
Consultivo de la Asociación Histórico Filosófica del Cuidado y la Enfermería en
México AHFICEN, A.C.
Miembro no
numerario de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País. (RSBAP)
Académico de número de la Academia de Ciencias de Enfermería de Bizkaia – Bizkaiko Erizaintza
Zientzien Akademia. ACEB – BEZA
Insignia de Oro del Colegio Oficial de Enfermería de Gipuzkoa 2019
Sello de
Correos de Ficción. 21 de julio de 2020
masolorzano@telefonica.net